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La señora MUÑOZ (Vicepresidenta).-
Tiene la palabra el Senador señor Quintana .
El señor QUINTANA.-
Señora Presidenta, en este debate he escuchado muchas veces, entre ayer y hoy, la palabra "desigualdad". Efectivamente, ello tiene que ver con la decisión política del Gobierno de la Presidenta Bachelet de encarar ese problema.
Lo hemos buscado -y lo seguiremos buscando- en educación. Porque se trata de generar oportunidades y de terminar con las asimetrías existentes.
Y lo estamos haciendo en el proyecto de ley en comento, que modifica el Código del Trabajo exactamente con el mismo propósito: terminar con las desigualdades.
Una vez instalado este debate escuchamos decir en las bancas del frente: "Aquí hay un sobreideologismo".
Me pregunto, señora Presidenta, qué más sobreideologización que la que tenemos hoy. Lo conversábamos recién -y lo exponía ayer el Senador informante, el señor Letelier -: el actual Código del Trabajo es un modelo único en el mundo. No hay otro de estas características.
La verdad es que ninguno de los 34 países de la OCDE, que han sido referidos en distintas ocasiones en este debate, tiene un sistema como el nuestro.
Entonces, efectivamente aquí estamos ante un modelo altamente ideologizado.
Por eso, la discusión se concentra entre lo colectivo y lo individual.
Y quienes se oponen al debate y, en general, a este proyecto, defienden simplemente un modelo económico organizado sobre la base de los esfuerzos individuales, donde lo colectivo no corre, no existe.
Eso no es algo aleatorio ni casual.
Quiero citar aquí a Friedrich von Hayek, quien, como ustedes saben, nació en Viena y murió en Alemania, pero vivió las dos guerras mundiales. Quizás eso pueda explicar su tremendo desprecio hacia el rol del Estado.
En 1959 Von Hayek publica su libro Sindicatos, ¿para qué?
¡Para qué sindicatos!
Él señala que a la organización sindical no le cabe un rol transformador ni social ni político. El poder del monopolio sindical es inflacionario, desincentivador de la inversión, expropiador de ganancias legítimas del empresario y, además, generador de desempleo.
Esos son los sindicatos, según Friedrich von Hayek , quien inspiró la dictadura en nuestro país.
Para Von Hayek los sindicatos, si llegaran a existir, solo deberían estar al nivel más bajo de las empresas y abocarse únicamente a labores asistencialistas en beneficio de quienes los componen.
Pues bien, esa es la discusión de fondo, estimada Presidenta, queridos Senadores: tiene que ver con una sobreideologización.
Actualmente estamos buscando llevar las relaciones laborales tan solo a mínimos democráticos, ya que en esta materia nuestro país se detuvo en el siglo XIX o, mejor dicho, nos devolvieron a ese siglo en la década de los ochenta.
De ahí que cuando planteamos temas como la titularidad sindical, lo hacemos en la idea de fortalecer los sindicatos. En eso quiero ser muy claro.
Señora Presidenta, ¿este es un proyecto prohuelga? No, de ninguna manera.
¿Es un proyecto prodiálogo? Claramente, sí.
¿Es un proyecto prosindicato? Desde luego, ya que busca fortalecer esas agrupaciones. Porque lo que hemos visto a lo largo de la historia de este Código Laboral es justamente, mediante prácticas antisindicales, su destrucción y su debilitamiento.
Por lo tanto, aquí el rol colectivo es tremendamente importante.
Ahora, a quienes hablan del derecho a huelga como si fuera una cosa de otro planeta, les quiero recordar, simplemente, que el Convenio 87 de la OIT lo consagra, y que el artículo 23 N° 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos resguarda el derecho al trabajo.
Son dos referencias muy fuertes en relación con este tema, señora Presidenta, y ambas se vinculan con el derecho a la huelga como una garantía fundamental.
Por eso digo que esta materia es conceptual.
El derecho a huelga es en el mundo una garantía fundamental y un derecho laboral esencial. Por lo demás, así lo ha consagrado nuestra propia Corte Suprema, y el Senado y en general el Congreso Nacional han ratificado una treintena de convenios de la OIT en el mismo sentido.
Por lo tanto, señora Presidenta, aquí tenemos un avance en relación con establecer -o restablecer- mínimos democráticos para nuestro país. Creo que el nombre del proyecto expresa muy bien lo que se busca acá: una modernización del sistema de relaciones laborales, que hoy es profundamente asimétrico. La posibilidad de un sindicato, cualquiera que sea, de negociar con una empresa prácticamente es de bajo impacto.
Nuestro ordenamiento incorpora figuras como los grupos negociadores, que tampoco existen en ninguna legislación del mundo (no solamente en los países miembros de la OCDE), ya que aquellos no asumen ningún costo de lo que significa coordinar y tener una organización sindical, pero sí pueden recibir los beneficios.
Por lo tanto, en materia de titularidad, en materia de extensión de los beneficios, los cambios que propone el proyecto son bastante normales; se relacionan, más bien, con quién es el que hace extensivos estos beneficios. Y, obviamente, eso no lo puede hacer la empresa, sino el trabajador. Porque este proyecto consagra, en este contrato laboral, el rol de las empresas, pero también el rol colectivo de los sindicatos.
Por todo eso, señor Presidente, y por todos los demás aspectos que iremos despejando en la discusión en particular, voto a favor.
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