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Señor Presidente, honorable Cámara, señores ministros, senador Baldo Prokurica , distinguida familia Bustos Ramírez, señoras y señores:
En nombre de Renovación Nacional, tengo el gran honor de rendir homenaje a don Juan Bustos Ramírez , ex Presidente de la Cámara de Diputados, que en paz descanse.
Don Juan, ese gran hombre que hoy sentimos en cada rincón del Congreso Nacional y de quien ya notamos su falta, fue un gran diputado, un gran político, un gran profesor, un gran ciudadano, un gran amigo y, sin duda, un gran hombre, de esos que pocas veces se dan y que se destacan en cualquier actividad que realizan.
Alcanzó en su vida lugares de privilegio sobre la base de su capacidad, inteligencia y preparación, de su impecable trabajo, de su dedicación incansable y de su capacidad de reflexión y de superación. Pudo haber disfrutado de la comodidad fácil, como muchos, pero se hizo parte de los intereses e ideales de otros, asumiendo su rol social y político y luchando por muchos. Arriesgó todo por los demás y nunca se cansó. Luchó siempre, sin rendirse jamás. No estaba acostumbrado a lo fácil. Don Juan defendió su verdad y la de otros, con respeto y tolerancia. Criticó las ideas, sin claudicar jamás en las suyas, pero respetó a las personas, por diferentes que fueran.
Fue un destacado estudiante y profesor, y llegó a ser uno de los mejores abogados penalistas. Participó del Poder Judicial y asumió la política como una actividad principal en su vida.
Durante su vida, que se inicia en uno de los barrios antiguos de Santiago, comienza a crear sus sueños solo, junto a su madre. Ya se hace notar en el Instituto Nacional y más aún en la Universidad de Chile, primero como alumno y después como docente.
Sufre el exilio y destaca intelectualmente también en los lejanos lugares en que obligadamente tiene que vivir.
De regreso en su patria, asume su profesión y crea una exitosa oficina de abogados. Llega a ser uno de los más grandes juristas y penalistas de Chile. Clásicos son sus libros.
Pero don Juan Bustos Ramírez , Presidente de la Cámara de Diputados, fue mucho más que eso: un luchador incansable por la libertad, por la igualdad de las personas, por la fraternidad entre los hombres. Perteneció a esa extraña raza de hombres que no tiene miedo de decir la verdad, aunque sea dolorosa y peligrosa. No tenía miedo de decir la verdad, esa que incomoda a muchos, la que a veces no se puede publicar, la que la mayoría calla.
Aprendió a decir siempre lo que quería decir, no a caminar caminos ajenos. Se alejó de los senderos estrechos del periodismo barato que abunda por estos días y al que se suman tantos. Era de una raza sin miedo a pensar y a actuar en serio.
Fue un gran académico, que asumió la política como un deber ciudadano. La vivió intensamente, como él sabia vivir. Y lo hizo bien. Demostró una vez más que la política puede, sin duda alguna, practicarse con altura, volando alto, con dignidad, con la sencillez del grande, con la tranquilidad del que hace cosas importantes. Política en serio, sin buscar el aplauso fácil, sin dejar de ser académicamente correcto y profundo.
¡Qué bien le hizo don Juan a la política y qué falta le hará! Su ejemplo debe hacer meditar a todos acerca de la importancia de la política y el deber de todos para con ella.
Quizás lo más importante es que no olvidemos el buen ejemplo que don Juan Bustos Ramírez nos dio a través de su vida. Era un soñador. Aprendió quizás muy temprano a soñar. Aprendió seguramente a soñar como su madre, una gran mujer, como no muchas, que supo soñar con este niño que quizás pudo no haber nacido, pero que debía nacer para enseñarnos sus sueños de un Chile mejor, más fraterno, libre, grande y tolerante.
Ayudó a construir ese Chile que soñó siempre para hacer realidad los sueños de su madre, los propios y los de tantas chilenas y chilenos que se cansan de soñar sus sueños, muchos de los cuales dependen de nosotros.
Es difícil conseguir lo posible si no se sueña lo imposible. Don Juan supo vivir sus sueños y no olvidó nunca soñar sus sueños y los de tantos que sueñan con tan poco y que necesitan tanto.
He dicho.
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