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El señor NÚÑEZ, don Marco Antonio (Presidente).-
Tiene la palabra el diputado señor Lautaro Carmona.
El señor CARMONA.-
Señor Presidente, al aprobar este proyecto, que nació en una moción, para convertirlo en ley de la república, estaremos haciendo justicia al establecer en términos reales en nuestra legislación que estamos dispuestos a instituir un “nunca más”. Así, estaremos completando algo que algunos creen que es derroche: la reparación no solo para todos quienes fueron víctimas y para sus familias, sino también para la convivencia en una sociedad democrática, en la que no es posible imaginar que alguien vinculado al Estado pueda imponer sus ideas a través de la tortura.
Es impresionante señalar que después de más de 25 años de funcionamiento del Parlamento, tras la salida del dictador, solo hoy estemos a punto de aprobar un proyecto de ley que dice relación con la adhesión a tratados internacionales y que está en la esencia de las denuncias realizadas de manera reiterada por Naciones Unidas para repudiar la dictadura en Chile.
Frente a esto, cada uno de nosotros debe preguntarse qué hizo o no hizo para que este debate recién se dé el día de hoy.
Para humanizar este debate y hacerlo próximo a lo real, permítanme usar esta intervención para rendir homenaje a la dirección clandestina del Partido Comunista de Chile, que fue detenida y hecha desaparecer un día como hoy, pero de diciembre de 1976.
Ese día, un intelectual de primer nivel se disponía a tomar la opción, con valor y compromiso democrático, de entregar sus capacidades para construir y contribuir a la lucha por la democracia, por la justicia y por el fin de la dictadura. Me refiero al compañero Fernando Ortiz . Junto a él, se encontraban trabajadores y obreros, como Waldo Pizarro y Lincoyán Berríos , el compañero Héctor Véliz y una joven mujer profesional, Reinalda Pereira , embarazada al momento de ser detenida, quien también ponía su voluntad y su capacidad al servicio de esta causa.
Para todos aquellos que en la discusión del proyecto de ley que promueve el Ejecutivo sobre las causales de aborto, llaman a arrebato sobre cuándo surge la vida, quiero reiterar que Reinalda Pereira estaba embarazada. Al ser detenida fue víctima de la más macabra operación que pueda concebir la despreciable y alterada mentalidad de algún ser humano.
En esta línea, creo importante destacar como testimonio el aporte del periodista Javier Rebolledo , quien en su libro La danza de los cuervos denuncia cómo se torturó en aquella casa de calle Simón Bolívar , sin consideración alguna, a tantos patriotas, incluida Reinalda Pereira .
No se puede legislar contra la tortura desde una situación neutra, sin hacerse cargo, de manera autocrítica, de la forma en que se construyó el país, y eso hace falta. Lo contrario huele a demagogia, a oportunismo y a cierta cobardía, porque es una forma de desentenderse de lo ocurrido en el pasado, en lo que se tuvo que ver, como si el mundo recién empezara a construirse.
En hora buena se discute este proyecto, porque permite ponerlo como tema central en el debate de nuestra sociedad, y cada uno tendrá que salir a la pizarra a pronunciarse al respecto.
Entonces, la pregunta que cabe formular no es solo si se torturó o no, sino también por qué y para qué.
En Chile se ejerció la tortura masiva del terror psicológico en las canchas de fútbol de La Legua, de la San Gregorio, de La Victoria, a las 3 de la madrugada, con los niños descalzos y desnudos, y también se torturó cuando fueron agredidos los comedores solidarios de la Iglesia católica, y se torturó cuando se afectó el trabajo que hacía la Vicaría de la Solidaridad.
¿Para qué se torturó? Se torturó para instalar un modelo de desarrollo económico, político, cultural e ideológico neoliberal. Se torturó para proteger intereses restrictivos. Sin la tortura -lo digo claramente no hubiera existido el plan laboral de José Piñera , porque fue la tortura masiva y psicológica la que impidió que los trabajadores salieran a las calles organizadamente a impedir la instauración de ese plan laboral que atentaba contra sus derechos, conquistados históricamente. Sin la tortura no tendríamos el debate de hoy, en donde algunos se acomodan para defender mejor al empresario y las conquistas del plan de José Piñera. Para eso se torturó.
También se torturó para que la gente fuera a votar con miedo en la mal llamada convocatoria a plebiscito para aprobar la Constitución de 1980. Allí también estaba la guerra psicológica como mecanismo de tortura para determinar lo que iba a ocurrir en esa “consulta electoral ejemplar” -sí, entre comillas de 1980.
Finalmente, quiero señalar que estamos saldando una deuda, no solo con nosotros, sino con una civilización que tiene la expectativa de sacar enseñanzas de las peores monstruosidades humanas, para construir una forma de relacionarse enmarcada en el respeto real a la diferencia, a los derechos de todas las personas, cualquiera que sea su pensamiento, sin mecanismos de alteración, como muchas situaciones que son calificadas como apremio ilegítimo, debido a que no está tipificado el delito de tortura.
Con la aprobación de esta iniciativa daremos un paso adelante en nuestra democracia y en nuestra convivencia.
He dicho.
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