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El señor PROKURICA.-
Señor Presidente , pido excusas porque me había anticipado durante el examen del otro proyecto y argumenté sobre la presente iniciativa.
Es importante decir que ambas iniciativas realmente producen una mejoría en el funcionamiento de los partidos políticos, pero a su vez exigen nuevos estándares, porque la comunidad en general no está disponible para que sigan ocurriendo ciertos hechos en organizaciones intermedias, como son las colectividades políticas, que ahora van a disponer de financiamiento de parte del Estado.
A mi juicio, se avanza en lo relativo a los aportes y en una serie de otros elementos, como la transparencia. Y también se avanza en áreas que son relevantes para que la gente intervenga. Creo que la democracia chilena tiene un problema serio de participación de las personas, no solo en lo que respecta a las votaciones. Históricamente, un porcentaje muy bajo, que no supera el 4 por ciento, pertenece a partidos políticos.
Por eso mismo, el Gobierno y algunos parlamentarios hemos presentado indicaciones y proyectos para mejorar la condición descrita.
Sin embargo, en un tema que a mi juicio constituye el corazón del proyecto de ley se avanza, pero relativamente. Y se deja una parte, sobre la que voy a argumentar al final, que considero indispensable que en el futuro podamos mejorar.
Me refiero, señor Presidente, a la fórmula a la que se ha llegado para la elección de las directivas de los partidos.
En Renovación Nacional hemos elegido desde siempre a las directivas por elección directa: "cada militante un voto".
Y lo menciono porque cuando formamos una Comisión para analizar por qué la ciudadanía no participaba y no se inscribía en los partidos políticos, el elemento principal que manifestaron -y se corresponde con lo que uno ve en los medios de comunicación- fue la desconfianza existente en la gente de la calle, en la gente de a pie acerca de lo que pasa al interior de los partidos.
He señalado muchas veces que pertenecí a una directiva durante tres períodos. Y he hablado de lo difícil que resulta conducir los destinos de un partido político. Y creo que en ellos pasan menos cosas malas de lo que la gente piensa.
Sin embargo, la principal razón que señalaron las personas para no pertenecer a un partido fue que las directivas no se nombran mediante elección directa; es decir, que el voto del militante no influye en su elección.
Se llegó a una fórmula de consenso para acomodar la realidad de la ley en proyecto a la de los partidos existentes, en vez de cambiar, a mi juicio, lo que la opinión pública nos está exigiendo: que se modifique la situación descrita.
Entonces, ahora se pueden elegir directa o indirectamente (mecanismo democrático; nadie dice que no lo sea). Pero el Órgano Intermedio Colegiado que elige al Órgano Ejecutivo debe ser electo democráticamente, mediante la fórmula que aquí, en el Senado, propuso el Senador Larraín .
Yo creo que la norma se mejora, señor Presidente.
Porque hay algunos partidos que por arte de magia mantienen a sus dirigentes por treinta años; nadie sabe cómo los eligen, en fin. Y con el mecanismo propuesto aquello ya no va a ocurrir.
Pero va a seguir existiendo esta fórmula de gente que no pertenece a los partidos porque tiene dudas en el sentido de que grupos intermedios siempre elijan a los mismos.
Por último, avanzamos en transparencia, en evitar la influencia del dinero en la política; algún paso dimos en materia de intervención electoral.
Pero en donde no hemos logrado plantear nada -¡Ojo!: porque esto puede volver a ocurrir- es en relación con el uso de violencia, de los mecanismos alternativos que no respetan el Estado de Derecho.
A mi juicio, puede darse el caso de que se formen partidos políticos que utilicen la violencia, que se salgan del Estado de Derecho y, además, ¡que tengan financiamiento del Estado!
Pienso que ese asunto queda pendiente. En el futuro, debiéramos establecer un margen mínimo para participar en política.
Quienes están dentro del sistema tienen que respetar las reglas del juego: el Estado de Derecho.
Pero, además, si existe financiamiento del Estado, me parece que los estándares han de ser aún más exigentes. Y en este proyecto no dijimos nada en cuanto al respeto del Estado de Derecho, ni tampoco se hizo referencia al uso de la violencia ni a otras artes.
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