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Señor Presidente, para no cambiar el sistema binominal y no aprobar esta modificación constitucional, siempre habrá un pretexto. Eso no es más que la demostración de no querer cambiar nada.
Aquí se ha criticado en el sentido de que el Gobierno no ha presentado fórmula alguna, aparte de este proyecto, para reformar el sistema binominal. Pero éste ha dado varios pasos, ha habido conversaciones, se han probado muchas fórmulas y ya no puede esperar más.
También se dijo que le fijó urgencia a un proyecto. Pero si esta materia se viene conversando hace 19 años; no es algo nuevo. Entonces, de una vez por todas había que ponerle el cascabel al gato, que es lo que se está tratando de realizar.
Se ha hablado mucho del sistema binominal. Todos nos hemos pronunciado por su cambio, pero es lo que menos hemos hecho. Por eso, éste es el momento de concretarlo. El Partido Demócrata Cristiano votará a favor de la reforma constitucional para suprimir el guarismo “120”.
No queremos echarnos encima la responsabilidad histórica y política de seguir estancados con un sistema funesto y mantener enclaves antidemocráticos. Es el momento propicio para que los verdaderos demócratas y los que se consideran como tal den pruebas de su consecuencia política.
El sistema binominal, impuesto por un régimen arbitrario, es arcaico, antidemocrático, excluyente y discriminatorio. Ni el pueblo ni la voluntad soberana participaron efectivamente en su establecimiento. Sabemos que ha sido muy difícil su modificación, porque lleva implícito dentro de sí la dificultad para su transformación.
Con sesenta distritos y dos diputados en cada uno, constituye un sistema hermético que no da lugar a variables. Es un sistema perverso que no representa la verdadera proporcionalidad de las fuerzas políticas, porque no permite la participación de otros partidos políticos, como el Partido Comunista, al que saludo en esta oportunidad. Entonces, no existe la posibilidad para la elección de integrantes de otros conglomerados.
Para un Gobierno elegido por la mayoría de los chilenos, con este sistema no tendrá nunca las mayorías que se requieren para gobernar, para la aprobación de sus proyectos y el desarrollo de su programa.
El sistema tiene que ver mucho con las votaciones de quórum altos. Es difícil obtener mayorías parlamentarias que aprueben proyectos vitales para el desarrollo del país.
Eso lleva al Gobierno a retroceder, a consensuar, a renunciar a algunos de los elementos básicos o sustanciales de un proyecto determinado para que sea aprobado.
Las palabras negociar y consensuar, con las que el Ejecutivo ha perdido mucho, son utilizadas muy a menudo. Esto ha provocado el desencanto de los chilenos, porque no hemos podido cumplir lo prometido.
Con este sistema electoral, el partido que gana obtiene un diputado y el que pierde, también. ¡Curiosa manera de representación popular! Es absolutamente distorsionada e incongruente. Incluso, con un 65 por ciento de la votación obtenida, una lista gana un diputado , y la lista perdedora con un mínimo de porcentaje obtiene otro representante.
Por eso, es vital suprimir el guarismo “120”de la Constitución para permitir mayor amplitud y flexibilidad y dar paso, en virtud de la modificación de la ley orgánica constitucional de Votaciones Populares y Escrutinios, a un nuevo sistema más proporcional.
De esa manera, se estaría dando lugar a un nuevo sistema electoral que asegure verdadera competitividad, representatividad y gobernabilidad; que procure la representación de todas las fuerzas políticas, sin exclusión, como los independientes, gente de gran capacidad y acendrado espíritu de servicio público a la que se le ha impedido acceder al Congreso Nacional.
Que no haya partidos extra parlamentarios privados del debate político de las cámaras deliberativas, como el Senado y la Cámara de Diputados, y que tampoco estén impedidos de participar en la construcción legislativa.
Si no se aprueba la reforma constitucional, no habrá variación en nuestro sistema político ni en la democracia, porque esta última para que sea tal y avancemos, implica pluralismo y participación a todo nivel. La exclusión es impropia de un régimen institucional que hemos ido creando y que deseamos consolidar.
Quien no apruebe esta reforma significa que está anclado en el pasado; que se aferra a un sistema antidemocrático o seudodemocrático que no es propio de una democracia plena y que pretende amparar verdaderos intereses políticos basados en una filosofía política propia del autoritarismo, y que pugna con los verdaderos postulados y fundamentos de la institucionalidad democrática.
Este país ha ido cambiando en algunos aspectos de su institucionalidad jurídica. Hay más regiones, circunscripciones senatoriales, se han creado más provincias, se han suprimido los senadores designados y vitalicios, se han eliminado los guarismos de regiones y senadores. El único que no ha cambiado y parece inmutable es el sistema electoral binominal, que se creó sin el concurso de los ciudadanos chilenos. No cabe duda que esto constituye un obstáculo para el país, pues le impide avanzar.
Por ello, creemos que éste es el momento propicio y una oportunidad histórica para llevar a efecto lo que siempre hemos querido hacer y no hemos podido concretar. Chile verá quienes están por avanzar. Nuestro país observa a quienes estamos por el cambio del sistema binominal y por dar una estructura jurídica y política, de acuerdo con los deseos de participación ciudadana.
No habrá estado de derecho cuando algunas de nuestras instituciones no está democratizada, como es el Congreso Nacional con el sistema binominal anticuado y pasado de moda. No habrá estado de derecho si no nos preocupamos de reformar, como corresponde, nuestra Constitución.
Por eso, en nombre de la bancada del Partido Demócrata Cristiano anuncio la aprobación de esta reforma constitucional que suprime el guarismo “120”.
He dicho.
"
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