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    • rdf:value = " El señor ELUCHANS.- Señor Presidente, hemos sido convocados a debatir las declaraciones de monseñor Goic, que fueron precedidas por expresiones y proyectos del senador Longueira. En nuestra opinión, es indiscutible que en Chile existen graves inequidades sociales que requieren urgente atención para lograr una sana convivencia ciudadana. Creemos que estamos frente a un tema en el que se cruzan muchos componentes, entre los cuales podemos mencionar elementos sociales, económicos, éticos y políticos, todo lo cual nos señala la gran importancia del debate que en torno a la materia debe producirse. Planteada así la cuestión, nos interesa dejar claro desde ya que creemos que es perfectamente lícito que la Iglesia Católica, y por cierto cualquier otro credo religioso, se ocupe de un tema tan crucial para el país como el que debatimos. Valoramos que la Iglesia Católica -a la cual pertenecemos haciendo lo posible por vivir conforme a sus enseñanzas-, alce su voz para exigir que el país se ocupe de este trascendental asunto que hiere el alma nacional. Con la autoridad moral de que goza y que nadie discute puede hacer valiosos aportes. No obstante lo señalado, consideramos un error que se pretenda medir éticamente un salario en función de una determinada cantidad de pesos sin relación a las capacidades o recursos de la empresa o empleador de que se trate. Es posible que un empleador que pague más de la cantidad fijada como ética esté actuando de una manera moralmente reprochable al retribuir el trabajo muy por debajo de sus capacidades. A la inversa, quien pague una cantidad que no alcanza la cifra ética puede estar haciendo seria y lealmente el esfuerzo de pagar lo que las actividades de la empresa le permiten. Más allá de los números, lo que importa, es obrar éticamente. No es adecuado que para abordar esta materia se comience por dar cifras que dividan lo ético de lo que no lo es. Ello significa que para que los trabajadores puedan obtener ingresos que les permitan atender satisfactoriamente sus necesidades no sólo debemos hablar de un salario ético, ya que la retribución que el empleado recibe por su trabajo deberá complementarse con los recursos que sean menester para alcanzar el ingreso a que hacía referencia. Por eso quizá sea más propio hablar de un ingreso ético. El ingreso necesario referido se alcanza, fundamentalmente a través de tres expedientes: primero, crecimiento; segundo, mejoras a la educación y, tercero, implementación de políticas públicas de orden social. Lamentablemente, observamos que en esos aspectos los gobiernos de la Concertación tienen una enorme deuda para con el país y, por cierto, con los más necesitados. No olvidemos que la Concertación llegó al poder como una luz de esperanza -según lo que ofreció- para una gran cantidad de ciudadanos. Pero la realidad es que hace casi una década que el país no crece según sus posibilidades. De lo contrario, los más pobres no estarían viviendo la situación extrema que hoy les aflige. El presupuesto en educación se ha quintuplicado durante los gobiernos de la Concertación. No obstante ello, los índices sobre la materia siguen siendo muy pobres, incluso peores que los de los inicios de los gobiernos de esa coalición. Por otra parte, tampoco se puede desconocer que las mejores herramientas para enfrentar este flagelo están en manos del Gobierno. Es una lástima observar que muchas veces los recursos orientados a beneficiar a los más necesitados terminan en manos de operadores políticos, lo cual además de ser ilegal y eventualmente delictivo es, por supuesto, inmoral. Aun cuando somos de la opinión de que hay que administrar con prudencia la abundancia para no sufrir en la estrechez, es inaceptable que en momentos de tanta bonanza financiera el Gobierno no establezca algunos beneficios en favor de los más desposeídos, cumpliendo su rol solidario y subsidiario. En consecuencia, estamos frente a una materia en que no sólo la mayor responsabilidad recae en el Gobierno, sino que, además, éste tiene la solución en sus manos, primero -como hemos dicho-, creciendo según nuestras posibilidades, ya que ello permite que haya más trabajo y, por tanto, también mejores remuneraciones; segundo, mejorando la educación, y, tercero, aplicando políticas públicas serias y eficaces. Para concluir, somos bastante escépticos acerca de la eficacia de convocar, como lo ha hecho su excelencia la Presidenta de la República , a un consejo para abordar este trascendental asunto; más bien parece que el objeto es eludir la responsabilidad de la Concertación. Ojala estemos equivocados. Por ello, no obstante no estar de acuerdo con esta iniciativa, hacemos votos porque el Consejo cumpla con éxito su misión. Entretanto, invitamos al Gobierno y a los particulares a hacer un esfuerzo serio para mejorar las remuneraciones de las personas de menores ingresos. He dicho. "
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