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- rdf:value = " El señor CHAHUÁN.-
Señor Presidente, cuando estamos ad portas de la celebración del Bicentenario como nación organizada, es de fundamental importancia para nuestra sociedad la convocatoria a esta sesión, para tratar el ingreso mínimo, y ahondar en las fórmulas tendientes a permitir la subsistencia del grupo familiar y contribuir a superar las profundas desigualdades existentes. Particular importancia reviste que una autoridad eclesiástica haya motivado una discusión de carácter valórica; cuál es la sociedad que queremos construir.
El problema de la pobreza en el Chile de hoy, más que un tema de carácter económico, es un problema de voluntad política y eficiencia técnica. Debemos erradicarla con dos instrumentos básicos, que deben actuar en coordinación sincronizada. Por una parte, mejorar la educación y capacitación de los más pobres, crear empleos estables y dignos y fortalecer la familia.
La calidad de la educación es mala y desigual. El desempleo, si bien ha disminuido a 7 por ciento, golpea brutalmente a los sectores más pobres, al punto que el 48 por ciento de los indigentes y el 21 por ciento de los pobres no indigentes está desempleados. En materia de familia, la mayor debilidad afecta a los hogares más pobres, lo que los constituye en las principales víctimas de la drogadicción, alcoholismo y delincuencia.
Se trata de reconocer la dignidad de todos y cada una de las personas, como seres únicos, irrepetibles y trascendentes, que buscan las herramientas necesarias para dotar a sus familias de mejores condiciones de vida.
El otro instrumento que debe emplearse tiene que apuntar a la disminución de la pobreza, a través de subsidios, transferencias yasignaciones, con capacidad técnica óptima y buena gestión.
Debemos crear un ingreso mínimo ético garantizado, en función del tamaño de las familias para todos los grupos familiares chilenos, para permitir a los dos millones de compatriotas que aún están sumidos en la pobreza, que puedan liberarse de esta verdadera esclavitud.
La garantía se haría efectiva a través de una asignación familiar antipobreza, que complemente los ingresos familiares hasta el monto del ingreso ético garantizado.
Proponemos que esta asignación se entregue a las familias que viven en condición de pobreza, en forma directa, sin intermediarios y burocracia, ni menos, aprovechamiento político. Debe propenderse a que esta asignación se entregue en partes iguales al padre y a la madre de cada familia, promoviendo así su mejor empleo.
El ingreso familiar mínimo ético es un instrumento más poderoso y adecuado para luchar contra la pobreza. Primero, porque, a diferencia del salario individual, incluye todos los ingresos de la familia, incorporando otros salarios, transferencias, ingresos, etcétera, lo que conjuntamente con el tamaño y otras características de las familias, permite medir mejor el verdadero nivel de bienestar de sus miembros. Segundo, porque a diferencia del salario mínimo ético, cubre también a los desempleados, jubilados y dueñas de casa que viven en condiciones de pobreza. Y tercero, porque el ingreso mínimo ético no contribuye a aumentar los niveles de desempleo que hoy afectan, por ejemplo, al 60 por ciento de los jóvenes pertenecientes al quintil más pobre.
El costo total para el Estado de esta asignación familiar antipobreza es absolutamente viable en la realidad económica actual del país.
Sin duda, desde un punto de vista ético, político, económico y social, derrotar la pobreza representa la mejor y más noble inversión que Chile puede hacer de cara al Bicentenario. De esta forma, haremos realidad esa aseveración y mandato que nos legara, hace veinte años, el Papa Juan Pablo II : “Los pobres no pueden esperar”, pero ya han esperado demasiado.
Para materializar esta propuesta, se requiere de un gran acuerdo nacional, el cual debe concretarse en un pacto social que deben suscribir todos los integrantes de la comunidad nacional, entre ellos, trabajadores y empresarios, fuerzas sociales y autoridades políticas, con miras a que la derrota a la pobreza se haga realidad, y quede erradicada en forma definitiva.
He dicho.
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