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El señor COLOMA.-
Señor Presidente, tres breves reflexiones.
En primer término, yo creo que el Senador Montes apunta en un sentido exactamente inverso de lo que está significando esta reforma.
Quiero citar a Sebastián Edwards , un economista bastante transversal que ha opinado a favor y en contra de distintas cosas. Él dice: "El drama de estar con una reforma laboral trasnochada, pensada para un mundo manufacturero, de revolución industrial, un mundo que no existe, un mundo que los políticos de izquierda ilusamente quieren recuperar".
Yo coincido en eso: esta reforma está pensada para el siglo pasado, no asume las realidades actuales.
Pero si a alguien no le gusta Edwards , puedo citar a Marfán, que es amigo del Senador Montes y que pertenece al mismo partido.
El señor MONTES.-
¡No, es amigo de Edwards...!
El señor COLOMA.-
¡Bueno, era amigo...!
¡Parece que los amigos del lado de allá duran un ratito, no más...!
El señor ALLAMAND .-
¡Amigos del Partido Socialista...!
El señor COLOMA.-
Bueno, él afirma: "El proyecto aprobado en la Cámara tiene problemas graves. El primero, el remplazo interno, que no se regula en forma adecuada".
Asimismo, he visto la carta de José Pablo Arellano , otra vez Marfán -¡no lo van a negar dos veces...!-, René Cortázar y Joseph Ramos , que señalan lo compleja que es esta reforma laboral, y lo indispensable de que el Senado la perfeccione. Según ellos, se trata de normas que deben corregirse, porque de otra manera se afecta negativamente tanto la competitividad como la generación de empleo. Y estiman que la primera, la más importante, es la prohibición del remplazo interno durante la huelga.
En consecuencia, no nos califique de trasnochados a nosotros, Senador Montes -por su intermedio, señor Presidente-: es la gente de su partido la que está diciendo exactamente lo mismo que decimos nosotros y un sector de la Democracia Cristiana.
Entonces, por qué no abrirse a una nueva realidad: el mundo moderno pide cosas diferentes y las normas tienen que adecuarse a esa nueva realidad y no quedarse en el siglo XIX.
En segundo lugar, me voy a referir a los planteamientos del Senador Araya .
En el fondo, creo que Su Señoría señala una cosa muy cierta: cuando existe una explicación literal, hay que atenerse a lo literal. Y el párrafo segundo de la letra d) dice, a la letra, lo siguiente: "El empleador en el ejercicio de sus facultades legales, podrá modificar los turnos u horarios de trabajo, y efectuar las adecuaciones necesarias con el objeto de asegurar que los trabajadores no involucrados en la huelga puedan ejecutar las funciones convenidas en sus contratos de trabajo". No habla del principio de realidad. Dice lo que literalmente he leído.
Ahora bien, la labor de la Justicia es interpretar las leyes. La jurisprudencia se aplica respecto de las leyes que se dicten, no respecto del pasado. No se puede anticipar, como se plantea aquí, la forma en que la judicatura va a interpretar algo que se está legislando. ¡Sería el mundo al revés!
Desde mi perspectiva, hasta ahí, no cabía interpretación.
Pero quiero hacerme cargo del último tema, que para mí es decisivo.
Yo aprecio la honestidad de la Senadora Muñoz. Si ella piensa que hay que rechazar este punto porque hay espacio para que funcione el principio del contrato y, de esta manera, pueda haber un reemplazo, y en consecuencia vota en contra, deduzco entonces que quienes pensamos distinto tenemos que votar a favor. Por defecto.
O sea, si existe alguna duda respecto de la interpretación que aquí se ha planteado, la Senadora Muñoz nos ha ayudado a resolver, legítimamente, esta posible discusión de interpretaciones. Porque quienes piensan de esa forma o algunos de quienes piensan de esa forma están votando en contra.
De ahí deduzco que quienes votamos a favor lo hacemos por entender que estamos frente a una interpretación más amplia, más literal y que defiende el principio del contrato versus el principio de la realidad.
Este es el conjunto de elementos que a mí, después del debate que se ha efectuado -por eso es buena la historia fidedigna de la ley-, me permite concluir que la lógica que he planteado es coherente con el voto favorable. Sería incoherente otra forma de votación, porque quienes piensan distinto están votando explícitamente en contra.
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