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El señor PIZARRO.-
Señor Presidente , ¡parece que don Miguel González sigue en la lógica del PC, no se ha ido parece todavía...!
Quiero insistir en que lamentablemente el debate que hemos tenido respecto de la reforma laboral se ha hecho sobre la base de muchos prejuicios, de muchos temores.
Prejuicios y temores de los trabajadores, porque tienen una larga trayectoria de abusos, de incomprensiones, de prácticas antisindicales.
Prejuicios de los empleadores, que tienen temor a la organización sindical y que se oponen a esta reforma por el hecho de oponerse, porque hasta el momento han tenido todas las facilidades para hacer y deshacer.
En el tema de la negociación colectiva del sindicato interempresas, la primera disyuntiva radica en la obligatoriedad versus la voluntariedad.
Hasta el momento, la legislación chilena contempla la voluntariedad. Con esta reforma, se establece la obligatoriedad en este tipo de negociación. ¿Por qué? Porque se busca, como segundo objetivo de la reforma laboral, la ampliación de la capacidad de negociación colectiva de los trabajadores.
Ahí está la cuestión de fondo.
A mí siempre me ha gustado la voluntariedad, sobre todo por lo que dice relación con la pequeña empresa. Pero resulta evidente que mediante esta reforma se busca fortalecer la organización sindical y ampliar la capacidad de negociación colectiva de los trabajadores.
Son dos elementos que cuesta conciliar.
¿Dónde se produce el problema y dónde existen los temores? En el desequilibrio que se puede generar.
Así como los trabajadores dicen que los empleadores han tenido siempre la parte ancha del embudo y que la delgada ha sido para ellos, en este caso el temor de la pequeña empresa o de los emprendedores es al revés: sindicatos muy fuertes, muy poderosos, muy grandes, muy bien estructurados, muy bien asesorados versus pequeñas empresas, empresarios que no tienen la misma capacidad para negociar.
Por lo tanto, se genera un desequilibrio. Y el temor es que esos sindicatos lleguen con pliegos de peticiones que no tengan que ver con la realidad de la empresa; o que, incluso siendo del mismo rubro, unos formen parte de empresas muy grandes y otros de empresas muy chicas, donde las rentabilidades, las utilidades, las realidades de cada una de ellas pueden ser muy distintas.
Creo que ahí están las dos cuestiones que debemos definir.
En las indicaciones presentadas por el Gobierno se trata de conciliar esos dos elementos: por un lado, se busca la obligatoriedad para aumentar la capacidad de negociación colectiva, independiente del tipo de sindicato y de empresa; y por el otro, se plantea que, en el caso de las pequeñas empresas, los empleadores tengan la posibilidad de señalar alguna objeción frente a la obligatoriedad y decir, por ejemplo: "Lo que yo quiero es negociar directamente con representantes de los trabajadores de mi empresa".
Ahí vienen las condiciones que analizaremos en el próximo artículo.
Pero el problema aquí estriba en cómo conciliar esas dos cosas y quién determina aquello.
Creo que lo más importante, y es lo que he recogido tanto de los representantes de las pequeñas empresas como de los dirigentes de los sindicatos interempresas, es que entienden que las negociaciones se tienen que producir en la unidad productiva, entre el empleador y los representantes de los trabajadores que pertenecen a sindicatos interempresas, que la negociación se debe realizar entre ellos.
Porque esa es la única manera de evitar el desequilibrio en la negociación o los temores que hoy día se señalan.
La realidad de los sindicatos interempresas es producto de la realidad particular y especial de las leyes laborales chilenas.
Yo no creo que se hayan reunido por gusto o porque se les ocurrió a unos: es por necesidad. Y uno no puede estigmatizar, como se ha hecho acá, la acción de los dirigentes de un sindicato interempresas creyendo que lo único que quieren es liquidar al empresario, a una unidad productiva, cuando saben que miembros de sus propios sindicatos pertenecen a dicha unidad y lo que se busca es cuidar la fuente laboral.
Yo voy a votar a favor de este artículo. No es todo lo que quisiera, pero...
¿Me permite terminar, señor Presidente?
El señor WALKER, don Patricio ( Presidente ).-
Acordamos no dar un minuto adicional. Su Señoría puede intervenir respecto de la siguiente norma que pondremos en votación: el artículo 363.
El señor PIZARRO.-
Conforme, señor Presidente.
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