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El señor PALMA (de pie).-
Señor Presidente, estimada familia de don Osvaldo Vega Vera, en nombre de la bancada de diputados de Renovación Nacional, tengo el honor de rendir homenaje al ex diputado don Osvaldo Vega Vera.
A todos los que conocimos a don Osvaldo nos invade una sensación de pérdida. La mañana se llena de gratos recuerdos, de reconocimiento y de agradecimiento por haber tenido la oportunidad de convivir con este hombre, al que hoy rendimos un justo homenaje.
Hablar de don Osvaldo, para los que somos de la región, es fácil y difícil. Fácil, porque hay mucho que decir, y difícil, por no olvidar cuestiones importantes de este gran líder y caudillo de la zona.
Son miles las anécdotas que, por simples, no se deben olvidar, porque reflejan en verdad a don Osvaldo. En los hospitales, en los cuales pasé gran parte de mi vida, se decía que el auto de El huaso Vega , como cariñosamente y con respeto le llamaban, tenía más partos que las ambulancias. Con eso, se aludía a las numerosas madres que ayudaba a llegar al hospital, quienes muchas veces daban a luz en el camino. Otros, contaban que pagaba la libertad de los presos, que ayudaba a alimentar a los pobres y a estudiar a los jóvenes; un hombre generoso, una verdadera leyenda en la región.
En 1965, hace ya 41 años, don Osvaldo Vega Vera llegó a la Cámara de Diputados en representación de Constitución, Chanco y su entrañable Cauquenes.
Su norte y su actividad parlamentaria siempre estuvieron centrados en los intereses de Chile y de los lugares que representó: Longaví , Retiro, Parral , Pelluhue, Chanco y Cauquenes ; en el bienestar de sus coterráneos, en especial de las personas más humildes y, en general, de todos. A la hora de ayudar, don Osvaldo no discriminaba, sino que siempre estaba bien dispuesto. Siempre con problemas, pero ajenos, preocupado de los demás.
Importante empresario, pionero en muchas actividades y exitoso; pero el éxito y la riqueza en nada cambiaron su carácter afable para con los necesitados. Entre sus obras hay caminos y puentes, escuelas, postas y hospitales, además de su permanente aporte para solucionar los problemas agrícolas; poblaciones, iglesias y templos, clubes deportivos y sedes comunitarias; ferias agrícolas, cooperativas, canales de riego y tranques, radios, medias lunas. Como buen deportista, fue amante de los caballos y del rodeo, y en esa fiesta nacional alcanzó destacadas participaciones.
Sus períodos parlamentarios fueron cinco. En ellos, la vida de don Osvaldo se confundió con la historia de Chile. Fue gran actor y testigo de los años más convulsionados de la segunda mitad del siglo pasado. Su actitud valiente y decidida fue un ejemplo no sólo en su zona, donde fue líder indiscutido durante toda su vida.
En la Cámara de Diputados defendió sus opiniones muchas veces en forma casi solitaria, lo que evidencia la solidez de sus convicciones y la fuerza de su carácter; no se amedrentaba ante nada. Fue valiente. Cuando estaba convencido de algo, por más difícil y peligroso que fuera, su carácter enérgico, templado en la adversidad del campo, era su mejor arma. Se ganó el respeto de aliados y adversarios, quienes siempre conocieron la posición de Osvaldo Vega.
Fue un servidor público al que ningún cargo, por alto que fuera -y tuvo muchos-, logró cambiarle su esencia de hombre de campo y su orgullo infinito por su origen y su gente. Siempre llevó la voz del huaso de esta tierra a cualquier lugar a que sus importantes responsabilidades le condujeron.
Hoy, cuando una vez más nuestra sufrida agricultura padece las inclemencias de los bajos precios y la falta de políticas claras, que hacen cada vez más difíciles los tiempos y mayor la incertidumbre de las cosechas, sentimos la ausencia de un gran amigo en nuestras trincheras.
Don Osvaldo Vega Vera perteneció a esa especial raza de hombres predestinados a estar en el centro del conflicto. Nunca rehuyó un problema; al contrario, siempre estuvo al frente, en la avanzada, abriendo camino, marcando el rumbo, colocando el pecho incluso ante el peligro. Fue audaz y temerario, líder y caudillo del Maule sur, huaso, guerrero nuestro.
Poco tiempo atrás, a la hora en que en los campos chilenos culminan las faenas del agricultor, en que se da reposo a la tierra y a sus cultivos, la catedral y la plaza de Cauquenes se repletaron de gente. Desde lejanos lugares, le acompañaron en el último adiós miles de personas en las calles; le acompañamos tristes por su partida, pues fue un gran hombre, que supo pelear sin descanso, hasta su último aliento, por los problemas de nuestra patria.
Dejamos a Osvaldo Vega descansando en los rulos de Cauquenes, agrestes tierras para hombres y mujeres duros y tesoneros, tierras que supo labrar para transformarlas en fértiles praderas, pobladas de ganado y hermosos caballos, en vastos bosques y sementeras, en famosas viñas que engrandecieron la economía de la región. Dejamos a don Osvaldo, con mucha pena y admiración, junto a su tierra, a la que tanto dio, de la que tanto recibió y a la que tanto quiso.
Renovación Nacional, la Cámara de Diputados y la República agradecerán siempre su incondicional entrega y gran aporte al bien común.
Gracias.
He dicho.
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