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El señor PÉREZ (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el diputado señor Carlos Montes.
El señor MONTES.-
Señor Presidente, el proyecto es de gran importancia y lamento que no estén presentes representantes de los Ministerios de Defensa y del Interior.
Cuando presentamos la moción que dio origen a la ley N° 20.014, junto con Juan Bustos y Juan Pablo Letelier, sostuvimos una conversación con el entonces subsecretario del Interior , señor Jorge Burgos. Tuvimos grandes expectativas en cuanto a que iba a regularizar y controlar la posesión de armas de fuego. Lamento escuchar que todavía no está el reglamento, lo que limita el impacto de la ley.
Comparto el objetivo del proyecto, en el sentido de otorgar una nueva oportunidad a quienes estén en posesión de armas de fuego no inscritas o bien inscritas de modo irregular. También me parecen interesantes las observaciones del diputado Fuentealba.
Pero quiero llamar la atención sobre un aspecto del debate. Entramos a discutir leyes como si la realidad siguiera un curso distinto. Hay un crecimiento exponencial de armas que circulan en los barrios. La policía conocerá su origen, pero, de acuerdo con la información que tenemos, se ha multiplicado la capacidad de fabricar armas hechizas. Al menos, en mi distrito, me consta de que se están transando a dos mil o dos mil quinientos pesos cada una. Además, existe gran importación de armas ilegales. No sé cómo llegan, pero no se opera a través de los canales regulares.
¿Qué genera el hecho de que haya tanta arma? Entre los jóvenes se establece una manera de convivir: Si el otro grupo tiene armas, también debemos tenerlas. Reitero, es una manera de convivir. Quizás la situación es parecida -hemos usado el ejemplo en otras ocasiones- a la honda. En la generación de algunos de los presentes, si uno la tenía, el otro también debía tenerla y portaba.
Entonces, repito, se empieza a convivir con armas. Hoy, en las poblaciones, son frecuentes los tiroteos y uno se pregunta si después de éstos llega la policía. Ya ni siquiera lo hace, porque han pasado a ser normales.
A más de alguno de los colegas le habrá tocado entregar premios al final de un campeonato deportivo, donde quienes ganan celebran su primer lugar disparando al aire. En lo personal, eso me ha tocado vivirlo, por lo menos, en dos ocasiones.
Hay muchas armas y el problema se ha ido extendiendo.
Pero, quiero volver al espíritu original de la ley N° 20.014, cual es reducir el número de armas existentes en la sociedad, cosa que no ha ocurrido. Ahora, el hecho de ampliar el plazo es importante, lo valoro, pero no va a asegurar el objetivo de disminuirlas si no existe una acción más decidida en ese sentido.
Asimismo, se aumentaron las penas para quienes tenían armas ilegales, hechizas o no hechizas. No sé cuántas condenas ha habido al respecto. Quizás la Comisión tenga antecedentes sobre cómo ha funcionado eso.
Sí, quiero llamar la atención sobre lo siguiente:
En primer lugar, se requiere, como política de seguridad ciudadana, promover campañas de opinión en el sentido de la necesidad de desarmar a las poblaciones. No podemos seguir con los niveles alarmantes de armas que hay en su poder.
En segundo lugar, que la policía cuente con sistemas efectivos para que, cuando tenga conocimiento acerca de la existencia de lugares donde hay armas, concurra a desarmarlos. Éste es un objetivo, porque cuando hay muchas armas es muy limitada la capacidad de operación de las organizaciones sociales y de otros líderes a efectos de construir formas de convivir. Esto, a mi juicio, no lo hemos tomado con la seriedad que amerita el problema.
Por eso, no obstante apoyar el proyecto de ley, pido que el Ejecutivo sea advertido de que tiene que actuar en forma mucho más diligente respecto de las armas existentes. Tanto la importación ilegal como la fabricación de armas hechizas debe ser objeto de operaciones especiales.
La policía me ha contado acerca de la existencia de lugares donde se fabrican armas hechizas, como, por ejemplo, en un departamento Serviu. Basta con un tubo y una soldadura; no es más que eso. Incluso, en la población Los Navíos, los cabros se están poniendo creativos y ya cuentan con armas hechizas que disparan cuatro balas simultáneamente. O sea, hay una ingeniería que se está desarrollando como consecuencia del descontrol existente.
Apoyo el proyecto de ley, pero quiero hacer notar que existe un problema de fondo: la ley N° 20.014, por falta de reglamento, ha sido menos eficaz de lo que se esperaba, pero también por falta de una política más global.
He dicho.
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