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El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Prosigue la discusión particular del proyecto de reforma constitucional, en primer trámite, iniciado en mociones de los Honorables señores Chadwick, Larraín y Romero y del entonces Senador señor Díez, y de los Honorables señores Silva y Viera-Gallo y de los entonces Senadores señores Bitar y Hamilton, el cual cuenta con nuevo informe complementario del segundo informe y nuevo segundo informe complementario del segundo informe de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento.
--Los antecedentes sobre los proyectos (2526-07 y 2534-07) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyectos de reforma constitucional: (mociones de los señores Chadwick, Díez, Larraín y Romero y de los señores Bitar, Hamilton, Silva y Viera-Gallo).
En primer trámite, sesión 7ª, en 4 de julio de 2000.
Informes de Comisión:
Constitución, sesión 12ª, en 6 de noviembre de 2001.
Constitución (complementario), sesión 22ª, en 9 de enero de 2002.
Constitución (segundo), sesión 36ª, en 26 de marzo de 2003.
Constitución (complementario de segundo), sesión 12ª, en 18 de noviembre de 2003.
Constitución (nuevo complementario de segundo), sesión 11ª, en 13 de julio de 2004.
Constitución (nuevo II complementario de segundo), sesión 11ª, en 9 de noviembre de 2004.
Discusión:
En general: Sesiones 16ª, en 14 de noviembre y 18ª, en 18 de diciembre de 2001 (queda pendiente su discusión); 19ª, en 19 de diciembre de 2001 (vuelve a Comisión para informe complementario); 23ª, en 15 de enero de 2002 (se aprueba en general).
En particular: Sesiones 42ª, 44ª, en 29 y 30 de abril de 2003, respectivamente; 4ª, 5ª, en 11 y 17 de junio de 2003, respectivamente; 7ª , 11ª y 14ª, en 1º, 9 y 16 de julio, respectivamente; 31ª, en 3 de septiembre; 3ª, en 14 de octubre; 9ª, en 11 de noviembre; 14ª, en 2 de diciembre; 16ª, en 3 de diciembre; 19ª, en 16 de diciembre de 2003; 2ª, 3ª, 4ª, 6ª y 7ª en 6, 12, 19 y 20 de octubre; 9ª, en 2 de noviembre de 2004 (queda pendiente su discusión particular).
El señor LARRAÍN (Presidente).-
Cabe recordar que los Comités resolvieron una determinada manera de tratar algunas modificaciones que restan, la que ha sido ratificada por la Sala.
Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor HOFFMANN ( Secretario ).-
En sesión del martes 2 de noviembre, se acordó enviar a la Comisión de Constitución la enmienda sugerida respecto del artículo 29 de la Carta Fundamental.
En consideración a las observaciones planteadas por diversos señores Senadores sobre el alcance de esa norma en cuanto a la vacancia del cargo de Presidente de la República , dicho órgano técnico emitió un informe en que, por la unanimidad de sus miembros presentes (Honorables señores Chadwick, Espina, Andrés Zaldívar y Zurita), recomienda reemplazar el numeral 15 del texto contenido en el segundo informe, sustituyendo el artículo 29 de la Constitución Política.
Con relación al punto referido, se establece que "Si la vacancia se produjere faltando menos de dos años para la próxima elección presidencial, el Presidente será elegido por el Congreso Pleno por la mayoría absoluta de los senadores y diputados en ejercicio.".
Más adelante se dispone: "Si la vacancia se produjere faltando dos años o más para la próxima elección presidencial, el Vicepresidente , dentro de los diez primeros días de su mandato, convocará a los ciudadanos a elección presidencial para el sexagésimo día después de la convocatoria.".
Sus Señorías tienen en su poder un boletín comparado especial que se elaboró sólo para los efectos de debatir esta norma, el cual consigna el texto propuesto.
Asimismo, hago presente que también se halla pendiente, con relación al artículo único del proyecto, la votación de la letra b) del número 14.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
En discusión la enmienda planteada en primer término, tendiente a resolver la cuestión, considerada en la sesión pasada, relativa al caso en que el Congreso debe elegir al reemplazante de un Primer Mandatario recién electo que a los pocos meses se ve impedido de seguir ejerciendo el cargo.
En ese sentido, la Comisión ha planteado mantener la misma norma, estableciendo el criterio -en atención a que se aprobó un periodo presidencial de cuatro años- de que, si la vacancia se produce faltando menos de dos años para la próxima elección, resolverá el Congreso Pleno, y si son más de dos años, asume el Vicepresidente y llama a elecciones para ocupar el cargo por el periodo restante. Ello, porque los tiempos electorales no cambiarán, a diferencia de lo que ha podido suceder previamente, ante la posibilidad de que las fechas de las presidenciales sean distintas de las parlamentarias.
Ofrezco la palabra.
La tiene el Senador señor Martínez.
El señor MARTÍNEZ.-
Una consulta, señor Presidente. ¿Usted ha puesto en discusión la modificación del número 15, donde se plantea cómo resolver la vacancia del cargo de Presidente de la República , o la proposición pendiente de la letra b) del número 14, que se refiere a lo que sucede en caso de muerte de uno de los candidatos?
No me quedó claro.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Corresponde debatir, en primer lugar, la modificación del artículo 29, que dice relación a lo que ocurre cuando se produce la vacancia del cargo de Presidente.
La propuesta discutida en la sesión anterior señalaba que, en ese caso, el Congreso debía elegir al reemplazante. Esta materia nos pareció discutible, por lo que se acordó enviarla a la Comisión de Constitución, abriéndose un plazo para la presentación de indicaciones, a fin de que evacuara un nuevo segundo informe complementario, el cual sugiere la solución ya explicada.
Tiene la palabra el Honorable señor Viera-Gallo.
El señor VIERA-GALLO.-
Señor Presidente, no hay fórmulas perfectas y, evidentemente, la que se propone no es plenamente satisfactoria.
¿Qué habría sido lo más lógico? Que el sucesor del Presidente de la República que deja la vacancia fuera de la misma línea política.
Sin embargo, aquí podría ocurrir que una mayoría parlamentaria contraria al Primer Mandatario lo destituyera para elegir a alguien del sector político propio.
En todo caso, es verdad que siempre será el Ministro del Interior el que subrogue temporalmente. Pero también es posible argumentar que, en caso de que el Presidente sea destituido con razón, éste puede haber nombrado a un Ministro con los mismos defectos. Y no sería muy conveniente que eso ocurriera.
Por eso, digo que no hay una fórmula perfecta.
Simplemente, quería dejar constancia de esto.
El señor LARRAÍN (Presidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Espina.
El señor ESPINA.-
Señor Presidente , seré muy breve.
Cumpliendo con informar a la Sala acerca del trabajo de la Comisión, cabe consignar, en relación con esta inquietud -y como Su Señoría lo explicó perfectamente-, que las alternativas son variadas. Sin embargo, el criterio del órgano técnico fue, obviamente, privilegiar que, en caso de vacancia -considerando ahora un periodo presidencial de cuatro años-, el Primer Mandatario reemplazante sea elegido por la ciudadanía.
El problema es que, si el periodo que le resta de gobierno es inferior a dos años, se estaría eligiendo a un Presidente por un plazo demasiado breve. Por ello, recogiéndose en alguna medida la norma vigente, se plantea que si la vacancia ocurre en los dos primeros años de mandato, hay elección popular; si no, el Congreso Pleno resuelve.
La Comisión pide a la Sala que se apruebe la proposición, porque presenta menos reparos que otras soluciones y respeta en forma más cabal la voluntad popular. Y, cuando ésta no se exprese en una elección, resolverá el Parlamento, que representa la misma voluntad para estos efectos.
He dicho.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Andrés Zaldívar.
El señor ZALDÍVAR (don Andrés).-
Señor Presidente , la propuesta de la Comisión contó con el respaldo total de sus miembros y, también, del propio señor Ministro del Interior , quien asistió a las reuniones.
Después de hacer todas las apreciaciones en pro y en contra, llegamos a la conclusión de que lo mejor es mantener la norma actual, con algunos ajustes, referidos a la nueva duración del periodo presidencial de cuatro años. Si falta más de dos años para la próxima elección, el Parlamento elige al Primer Mandatario, lo cual es lógico, porque dicha institución representa la soberanía popular...
El señor NÚÑEZ.-
Si falta menos de dos años.
El señor ZALDÍVAR (don Andrés).-
Claro. Si falta más de dos años, elige el Congreso Pleno. Si falta menos de dos años, tiene lugar la subrogancia, según corresponda.
El señor SABAG.-
Todo lo contrario.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Lo mismo, pero al revés, señor Senador.
El señor ZALDÍVAR (don Andrés).-
Por supuesto. Si falta menos de dos años de ejercicio de la Presidencia , el Ministro del Interior subroga hasta el término del periodo.
El señor SABAG.-
No, no, no.
El señor ZALDÍVAR (don Andrés).-
Si resta más de dos años, se llama a elecciones. Si falta menos de dos años...
El señor LARRAÍN (Presidente).-
Elige el Congreso.
El señor ZALDÍVAR (don Andrés).-
El Congreso elige. Exactamente.
Estaba confundido.
Ésa es la fórmula y no hay otra más perfecta.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Senador señor Valdés.
El señor VALDÉS.-
Señor Presidente , respeto la propuesta hecha por los sabios del Derecho que participan en la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento. Pero yo habría preferido que se convocara a elecciones generales, si queda vacante el puesto de Primer Mandatario. Porque, si bien es cierto que el Congreso tiene una representación de la soberanía popular, la tiene para determinados efectos.
No quisiera que, en un momento dado, la opinión pública, que recién haya elegido a un Presidente , se sintiera burlada al asumir el Congreso esa representación, si aquél no puede seguir ejerciendo su cargo.
El señor ESPINA.-
¿Me permite, Honorable colega?
El señor VALDÉS.-
Es así.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Señor Senador
El señor VALDÉS.-
Claro que deben faltar menos de dos años.
Por mi parte, preferiría que se eligiera por cuatro años al nuevo Presidente. ¿Por qué dos?
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Pero se acabaría la simultaneidad de elecciones, señor Senador.
El señor VALDÉS.-
No voy a discutir sobre ese punto; sólo quiero dejar constancia de mi opinión.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Senador señor Núñez.
El señor NÚÑEZ.-
Señor Presidente , en general, comparto el planteamiento de la Comisión, aunque entiendo que no existen fórmulas perfectas.
A mi juicio, el Parlamento está en condiciones de legitimidad y representatividad para elegir al reemplazante del Presidente en la situación que se ha señalado.
Sin embargo, me preocupa que no se prevea aquí que un parlamentario podría ser elegido como Primer Mandatario. Es algo que contraviene lo que ha sido la tradición constitucional chilena. Al no señalarse que un parlamentario est�� impedido de ejercer ese cargo, cualquiera de nosotros, eventualmente, podría desempeñarlo.
El señor ESPINA.-
¿Me permite, señor Senador?
El señor CHADWICK.-
No habría ningún impedimento constitucional.
El señor NÚÑEZ.-
En efecto, no habría ninguno.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
No lo hay, como tampoco existe hoy alguno para ser elegido...
El señor NÚÑEZ.-
En mi opinión, dado el hecho de que el Congreso Pleno, en determinado momento, podría decidir quién será el nuevo Presidente , debiera haber una norma que impida ejercer ese cargo a los Diputados y Senadores. No puede elegirse entre los pares.
El señor LARRAÍN (Presidente).-
Tiene la palabra el señor Ministro.
El señor INSULZA ( Ministro del Interior ).-
Señor Presidente , quiero insistir en algo que ya se ha dicho: todas las fórmulas tienen algún defecto.
El ideal es que, si un Presidente no puede continuar, lo suceda alguien que sea afín a sus ideas.
Pero, por otro lado, aquél puede ser destituido de su cargo o renunciar a él y haber pasado dos años, por lo menos, desde su elección.
Por ello, se estimó que lo más razonable es permitir que el Congreso Pleno llene la vacante en el último periodo.
Es posible incorporar el detalle de que ningún parlamentario pueda ser elegido Presidente. Sin embargo, en circunstancias de relativa crisis, es mejor no poner tantas dificultades.
El señor LARRAÍN (Presidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Pizarro.
El señor PIZARRO.-
Señor Presidente , intervengo a propósito de la discusión acerca del rol del Parlamento cuando se produce una situación como la descrita, la que se puede deber a distintas razones.
La experiencia indica que, en los países donde han sucedido estas cosas, se ha vivido un cuadro de inestabilidad o de anormalidad. Cuando ello ocurre, es necesario contar con una instancia que permita lograr acuerdos para volver a la normalidad o para generar la estabilidad que se requiere.
Sin ir más lejos, si el Congreso argentino no hubiera estado funcionando, esa nación no habría tenido cómo superar la crisis que la afectó hace unos años, en la cual se sucedieron tres Presidentes en muy pocos días.
Lo que ha pasado en otros lugares es bastante similar y las dificultades se han resuelto con salidas institucionales. El Congreso peruano, por ejemplo, enfrentó esta misma situación: fue un distinguido miembro de ese Parlamento quien generó condiciones de normalidad y estabilidad, lo que permitió el fortalecimiento de la democracia en ese país.
Con el criterio del Honorable señor Núñez , en cuanto al impedimento de designar como Presidente a uno de los pares en el Congreso, no se habría podido jamás elegir a Salvador Allende ,...
El señor NÚÑEZ.-
No es un buen ejemplo.
El señor PIZARRO.-
...quien fue ratificado por el Parlamento debido a una mayoría relativa que se registró en un momento determinado. Y el que lo hizo fue el Congreso Pleno, o sea, sus pares.
El señor NÚÑEZ.-
La mayoría del pueblo se había expresado.
El señor PIZARRO.-
No me parece lo más adecuado inhibirnos de jugar un papel que es inherente al ámbito que nos ocupa: buscar acuerdos, consensos, soluciones políticas a diversos problemas.
En consecuencia, a pesar de lo imperfecto de esta norma, comparto el criterio propuesto.
El señor LARRAÍN (Presidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Sabag.
El señor SABAG.-
Señor Presidente , coincido plenamente con lo que aprobó la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento.
Es muy acertada la proposición: si falta más de dos años, por supuesto que se debe elegir al nuevo Presidente de la República por votación popular; pero, si resta menos, es el Congreso Pleno el que resuelve.
Y está claro que ese Mandatario, como lo señala la propia Constitución, no podrá postular como candidato a ser reelegido popularmente.
El señor LARRAÍN (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Coloma.
El señor COLOMA.-
Señor Presidente , tengo una inquietud. Como bien se ha dicho, nada es perfecto y hay múltiples interpretaciones o fórmulas casuísticas para resolver en una materia como ésta. Sin perjuicio de ello, mi impresión es que falta algún grado de reglamentación respecto de las facultades del Congreso Pleno. Porque éste, en términos generales, por lo menos en la historia constitucional, se ha movido dentro de dos lógicas: la primera, cuando le corresponde asumir una determinación respecto de determinadas personas -cuando ninguno de los candidatos obtenía la mayoría absoluta-; y la segunda, cuando debe actuar a propuesta de un número determinado de Parlamentarios.
No entiendo bien cómo va a funcionar esta norma. Seamos un poco trágicos, y coloquémonos en una situación de muerte o frente a cualquier otra falencia. ¿Qué significa eso? ¿Que en el Congreso Pleno cada Parlamentario podrá proponer uno, dos, diez o doscientos nombres? En mi opinión, eso no funcionaría en un momento de tensión pública.
No miremos el problema desde la tranquilidad de una sesión como ésta, en el mes de noviembre, a las cinco de la tarde. La situación puede darse en el marco de un conflicto mayor. Por último, tal vez convenga -no lo sé- dejar planteada la materia en la reglamentación, a fin de acotar, sea por el número de Parlamentarios, sea mediante una cierta secuencia, lo que pueda suceder en tal caso.
Como al parecer el señor Presidente me asiente con su cabeza, no entiendo qué me quiere decir.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Le explico, señor Senador : el Congreso Pleno se rige por el Reglamento del Senado. Por lo tanto, en la primera vuelta podrá haber muchos nombres; pero, una vez producida la votación sin que haya mayoría absoluta o no se alcance el quórum requerido, el pronunciamiento debe circunscribirse a las dos primeras mayorías. Estas eventualidades están todas resueltas.
El señor COLOMA.-
¿Podríamos dejar eso claro, señor Presidente?
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Lo que se plantea es mantener la norma constitucional vigente. Los criterios están así aprobados desde hace mucho tiempo. Por lo tanto, no estamos innovando. Lo hacíamos en la propuesta anterior, pero no en ésta. Por eso, me parece que hemos tenido una discusión muy interesante, que ayuda mucho a acelerar el despacho de la reforma constitucional.
Puede continuar el Honorable señor Coloma.
El señor COLOMA.-
Señor Presidente , me parece importante esa reflexión, que no se había mencionado en el debate. Creo que el resto de los señores Senadores no conocía lo señalado por Su Señoría.
El señor CHADWICK.-
¡Todos lo sabíamos!
El señor ESPINA.-
¡Así es!
La señora MATTHEI.-
¡No generalice, señor Senador!
El señor COLOMA.-
O, al menos, no lo habían planteado. Bueno, nadie lo había dicho expresamente.
El señor LARRAÍN (Presidente).-
No hay que generalizar las propias experiencias, señor Senador.
El señor COLOMA.-
Considero importante precisar exactamente cuál es el criterio.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Fernández.
El señor FERNÁNDEZ.-
Señor Presidente , evidentemente aquí caben múltiples fórmulas y no una sola. Pero, cuando falta más de dos años para el término del período presidencial, a mi juicio, procede una elección. Si resta menos y la elección del Presidente subrogante , de acuerdo con la proposición planteada, la hace el Congreso Pleno, tal decisión puede no corresponder a lo que fue la voluntad soberana al elegir al Primer Mandatario que no concluyó su mandato por el hecho de haber fallecido. En esta circunstancia, lo lógico habría sido que aquel a quien corresponda ejercer el cargo de Vicepresidente continúe por el período restante, por cuanto es una persona de la confianza del Presidente que no puede seguir en el cargo. Porque, podría darse el caso de que el Congreso Pleno esté formado por una mayoría distinta de la que representaba el titular de la Primera Magistratura.
Por lo tanto, ésa podría ser la mejor fórmula, sin perjuicio de que...
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Señor Senador , el Honorable señor Espina le pide una interrupción.
El señor FERNÁNDEZ.-
Con el mayor gusto.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Su Señoría.
El señor ESPINA.-
Señor Presidente , también se consigna la posibilidad de que la vacancia se produzca por destitución, como consecuencia de una acusación constitucional. No se trata sólo del caso de fallecimiento del Presidente. Por lo tanto, hay que ponerse en el caso de que, por graves irregularidades durante su gestión, ha debido ser destituido, y de que pudieran aparecer involucradas personas que pertenecen a su propio Gabinete. Por eso, en conocimiento de que la norma no es perfecta, aminoramos ese riesgo y entregamos a la soberanía popular del Congreso Pleno la posibilidad de que, por un plazo de dos años, elija al Presidente de la República.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Puede continuar el Honorable señor Fernández.
El señor FERNÁNDEZ.-
Señor Presidente , entiendo que ésa puede ser una causal, si bien no ha ocurrido nunca en la historia de Chile. Sin embargo, me parece que podría establecerse que el Vicepresidente deberá terminar el período; o sea, el Ministro a quien corresponda subrogar al Presidente -porque representa su voluntad-, salvo en caso de acusación constitucional, en que el Congreso Pleno deberá designar al sucesor.
En general, pienso que debería respetarse la voluntad soberana manifestada a través de la elección del Presidente , el que, por tradición, elige como Ministro del Interior a una persona de su confianza.
El señor LARRAÍN (Presidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Boeninger.
El señor BOENINGER.-
Señor Presidente , aunque el período sea menor a dos años, puede acercarse mucho a ese lapso. Por ello, creo que la propuesta de la Comisión tiene la gran ventaja de que introduce un factor de mayor legitimación que la que tendría un Ministro , por muy destacado que fuera, por un período tan largo.
El señor LARRAÍN (Presidente).-
Ofrezco la palabra.
Ofrezco la palabra.
Cerrado el debate.
¿Algún señor Senador desea fundar el voto?
En votación electrónica la norma sugerida por la Comisión en el nuevo segundo informe complementario de la Comisión de Constitución, que establece una forma de proveer la vacancia del Presidente de la República.
El señor HOFFMANN ( Secretario ).-
¿Algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Terminada la votación.
--Se aprueba el artículo 29 propuesto por la Comisión (39 votos contra 1).
Votaron por la afirmativa los señores Aburto, Ávila, Boeninger, Bombal, Canessa, Cantero, Chadwick, Coloma, Cordero, Espina, Fernández, Foxley, Frei (doña Carmen), García, Gazmuri, Horvath, Larraín, Lavandero, Martínez, Matthei, Moreno, Muñoz Barra, Naranjo, Novoa, Ominami, Orpis, Parra, Pizarro, Prokurica, Ríos, Romero, Ruiz (don José), Sabag, Silva, Stange, Vega, Viera-Gallo, Zaldívar (don Andrés) y Zurita.
Votó por la negativa el señor Valdés.
El señor LARRAÍN (Presidente).-
Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor HOFFMANN ( Secretario ).-
Como consecuencia de la votación anterior, debería entenderse rechazada la indicación renovada Nº 129, que proponía suprimir el número 13, que pasó a ser 15.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Con la misma votación, a menos que sus autores deseen retirarla. Se formuló antes de que el asunto se enviara a Comisión.
Por consiguiente, se entendería retirada la indicación renovada por los Senadores señores Coloma, Fernández, Cariola, Orpis, Bombal, Stange, Matthei, Novoa, Canessa y quien habla, por haberse aprobado el artículo 29 con una alta votación.
--Queda retirada la indicación Nº 129.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
A continuación, corresponde analizar la letra b) del número 14.
Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor HOFFMANN ( Secretario ).-
La Comisión propone agregar los siguientes incisos cuarto y quinto, nuevos, al artículo 26:
"En caso de muerte de uno o de ambos candidatos a que se refiere el inciso segundo, el Presidente de la República convocará a una nueva elección dentro del plazo de treinta días, contado desde la fecha del deceso. La elección se celebrará el domingo más cercano al nonagésimo día posterior a la convocatoria.
"Si expirase el mandato del Presidente de la República en ejercicio antes de la fecha de asunción del Presidente que se elija en conformidad al inciso anterior, se aplicará, en lo pertinente, la norma contenida en el inciso primero del artículo 28.".
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Como se puede apreciar, se trata de una norma que llena un vacío legal -porque la Constitución también es una ley-, en cuanto al fallecimiento de uno de los dos candidatos a la Presidencia de la República , en segunda vuelta.
La fórmula de la Comisión es aplicar el mismo criterio del artículo 28 de la Carta Fundamental, en el caso de fallecimiento del Presidente electo.
En discusión los incisos cuarto y quinto, nuevos.
Ofrezco la palabra.
Ofrezco la palabra.
Cerrado el debate.
¿Algún señor Senador desea fundar el voto?
En votación electrónica.
El señor HOFFMANN ( Secretario ).-
¿Algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Terminada la votación.
--Se aprueban los incisos cuarto y quinto, nuevos, del artículo 26, propuestos por la Comisión (37 votos), con el quórum constitucional exigido.
Votaron los señores Aburto, Ávila, Boeninger, Bombal, Canessa, Cantero, Chadwick, Coloma, Cordero, Espina, Foxley, Frei (doña Carmen), García, Gazmuri, Horvath, Larraín, Lavandero, Martínez, Matthei, Moreno, Muñoz Barra, Naranjo, Novoa, Orpis, Parra, Prokurica, Ríos, Romero, Ruiz (don José), Sabag, Silva, Stange, Valdés, Vega, Viera-Gallo, Zaldívar (don Andrés) y Zurita.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Con la aprobación de la fórmula consignada en los incisos que se agregan al artículo 26, se llena el vacío legal existente -porque la Constitución también es ley, aunque fundamental-, mediante el mismo criterio seguido para la eventualidad de fallecimiento del Presidente electo.
El señor RÍOS.-
Pido la palabra sobre el mismo tema.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
La tiene, Su Señoría.
El señor RÍOS.-
Señor Presidente, quiero hacer un alcance, para la historia de la ley.
Aunque es algo bastante extremo, podría ocurrir que en ese mismo período hubiera dos Presidentes del Senado, de la Cámara de Diputados o de la Corte Suprema, ya que nadie vive eternamente.
Digo esto, para que se entienda que quien reemplace, por ejemplo, al Presidente del Senado y se encuentre en ejercicio de este cargo en ese momento, deberá asumir la Primera Magistratura.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Excúseme, Su Señoría.
En virtud de lo dispuesto en el Texto Fundamental, quien en ese minuto se halle ejerciendo la función de Presidente de la Cámara Alta pasará a ser Jefe del Estado. Si después se presentara alguna otra circunstancia, no habrá problema en cuanto a quién lo sucederá: siempre habrá alguna persona desempeñando el cargo como titular y como tal ha de asumir las responsabilidades pertinentes.
El señor RÍOS.-
Es decir, el nuevo Presidente que se elija en el Senado será Primer Mandatario si en las circunstancias referidas está ejerciendo el cargo.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Quedará constancia del punto de vista de Su Señoría.
Corresponde tratar lo relativo al sistema electoral.
Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor HOFFMANN ( Secretario ).-
La Comisión propone intercalar, a continuación del Nº 7, el siguiente, nuevo:
"8. Agrégase al artículo 18 el siguiente inciso tercero, nuevo:
"En las elecciones de diputados y de senadores se empleará un procedimiento que dé por resultado una efectiva proporcionalidad en la representación popular, así como una adecuada representación de las regiones del país.".
Al respecto, los Comités adoptaron un acuerdo unánime en su reunión de hoy.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
La disposición establece un criterio general acerca de cómo debería ser el resultado de un sistema electoral.
Los Comités resolvieron que esta materia será objeto de votación nominal y que, por lo tanto, cada señor Senador dispondrá de los cinco minutos reglamentarios para fundar el voto.
Procedo a abrir la inscripción para quienes quieran exponer su postura con prioridad durante la votación.
El señor RÍOS.-
Señor Presidente , ¿ya se está inscribiendo a los oradores?
El señor LARRAÍN (Presidente).-
Así es.
El señor RÍOS.-
Me parece innecesario, ya que todos tenemos derecho a fundar el voto hasta por cinco minutos.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
En efecto, todos los señores Senadores tienen derecho a usar los cinco minutos; pero hay algunos que quieren ejercerlo con antelación.
El señor MORENO.-
¡No tiene sentido inscribirse!
La señora FREI (doña Carmen).-
Contamos con cinco minutos de todas maneras.
El señor VIERA-GALLO.-
Por supuesto, da lo mismo.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Hay quienes desean intervenir primero. Y éste es el motivo de la inscripción.
En votación nominal.
--(Durante la votación).
El señor LARRAÍN (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Parra.
El señor PARRA.-
Señor Presidente , voy a votar a favor de esta modificación. Y lo haré porque, a mi modo de ver, ella es especialmente importante. No ha perdido relevancia por el hecho de haberse convenido llevar parte de las decisiones relacionadas con el sistema electoral a la Ley Orgánica Constitucional sobre Votaciones Populares y Escrutinios.
En primer lugar, esta enmienda recoge la tradición histórica chilena, dado que su texto es muy similar al del artículo 25 que rigió durante la vigencia de la Carta Fundamental de 1925.
En segundo término, refleja lo que ocurre en el Derecho Comparado, pues la mayoría de las Constituciones democráticas del mundo contiene un principio de la misma naturaleza. Quiero citar dos de ellas, casi coetáneas con la nuestra y que se dictaron después de prolongados procesos autoritarios que interrumpieron la vida democrática de esos países: la de España, de 1978, que en el párrafo tercero del artículo 68 consigna una norma muy similar a la que ahora nos propone la Comisión, y la de Portugal, de 1976, que hace lo propio en el Nº 5 del artículo 116 y en el artículo 155.
Señor Presidente , el establecer que el sistema electoral debe dar por resultado una efectiva proporcionalidad condice, además, con nuestra tradición democrática; con la realidad -que la vigencia del Texto de 1980 y la imposición del sistema binominal no ha podido romper y que ya, definitivamente, no romperá- de que Chile es una nación de acendrado pluripartidismo y, por ende, necesita que en el Congreso Nacional tengan expresión todas las corrientes de pensamiento que alcancen un mínimo respaldo ciudadano.
Asimismo, la norma sugerida contribuye a uniformar los sistemas electorales vigentes.
Como aquí se ha hecho presente en oportunidades anteriores, tenemos una disimilitud inaceptable entre las elecciones de concejales, como la que acabamos de vivir; las de consejeros regionales, que aun siendo indirectas se basan también en la proporcionalidad, y las parlamentarias.
En consecuencia, contribuiría a orientar el trabajo que deberá efectuar el legislador el que, una vez promulgadas estas reformas constitucionales, la norma que nos ocupa quedase incorporada en la Carta Fundamental. Y sería, sin lugar a dudas, un paso real y efectivo en el sentido democrático y en el espíritu de restablecimiento del principio de soberanía popular que ha inspirado la generalidad de las modificaciones que hemos aprobado.
Por eso, voto a favor.
El señor LARRAÍN (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Moreno.
El señor MORENO.-
Señor Presidente , éste es, quizá, uno de los pocos artículos que queda para consagrar el espíritu que debe animar nuestra Constitución hacia el futuro.
El Acuerdo Político alcanzado solucionó algunos de los problemas pendientes; pero, a mi juicio, no despejó dos de los grandes escollos de la Carta Fundamental.
El primero lo constituye la desconfianza en la soberanía popular y que se expresa a través del sistema binominal, el que, como se ha señalado en forma reiterada, se aplica de manera tal que garantiza el empate, no obstante que la minoría sea ampliamente superada por la mayoría.
El segundo escollo lo conforman las leyes de quórum especial, en las cuales, a través de una sutileza de nomenclatura -que muchas veces en las tablas del Senado deben ser explicadas mediante asteriscos o llamados especiales-, queda en evidencia que esa soberanía popular o mayoría se halla sometida a restricciones que están dadas por los altos quórum requeridos para aprobarlas.
Dicho en otros términos -y no lo hago en un sentido peyorativo ni en el ánimo de abrir una discusión hacia el pasado-, la Constitución de 1980 fue redactada con espíritu no democrático. Se elaboró en un tiempo en que no se vislumbraba el restablecimiento de la democracia, y los mecanismos que se incluyeron en ella tendían precisamente a reforzar un régimen autoritario.
Una de las muestras más evidentes de ello -lo hemos sostenido en algunas conversaciones- es que probablemente pocas Constituciones llevan escrito el nombre del gobernante de la época en una disposición transitoria. Me refiero a la Decimocuarta, que permanece como tal, donde se estableció con nombre y apellido quien debía seguir gobernando.
Por lo tanto, creemos que el sistema debe tender a que la soberanía popular se exprese en una fórmula coherente, racional, y que refleje la pluralidad existente en la sociedad chilena.
Acaban de tener lugar las elecciones municipales, donde el sistema electoral, tanto en lo que respecta a concejales como a alcaldes, ha permitido la expresión de una pluralidad. Porque no sólo existía el derecho a presentarse, sino también a que fueran elegidos como alcaldes o concejales personas que representaban opciones distintas de las dos grandes coaliciones.
Por lo tanto, la proporcionalidad forma parte de nuestra historia y de nuestra cultura. A diferencia de lo que algunos manifiestan, la nuestra no es una sociedad como la norteamericana, donde existen, por cientos de años, dos opciones: los dos grandes partidos tradicionales de Estados Unidos. En los países europeos tampoco opera dicho mecanismo. ¿Por qué? Porque hay una diferencia, que proviene de pensamientos filosóficos, que se expresa incluso en aspectos étnicos, en migraciones, que poseen una característica que se halla presente en la sociedad. Y eso nosotros lo callamos sobre la base de decir: "O está en un bloque, o está fuera del sistema".
Aquello es lo que en el fondo pretendemos, pues sabemos que es necesario que se refleje la pluralidad. Al no introducirse este concepto ahora, y si la Cámara de Diputados no puede mejorar el proyecto que despache el Senado, quedará absolutamente abierta la transición, el perfeccionamiento de una Constitución que, a nuestro juicio, no representa el sentir de la sociedad chilena en sus términos profundos.
Por lo tanto, el régimen de la proporcionalidad genera la posibilidad de declarar hacia el futuro que Chile es una sociedad plural, la que debe tener representación en el Congreso. Hoy día ya la tiene en el municipio, en las juntas de vecinos y en otras instancias, pero en el Parlamento no se permite dicha representatividad. Y eso me parece un anacronismo en nuestra Constitución.
Por esas razones, señor Presidente , voté a favor en la Comisión, y reitero en la Sala mi posición favorable a introducir esta declaración que, a la luz del Acuerdo Político, aparecería como innecesaria, pero que en el fondo resulta imprescindible para movernos en esa dirección tan pronto las circunstancias lo permitan.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Sólo haré un breve alcance. En las recientes elecciones municipales el mecanismo de proporcionalidad existió para los concejales, pero no en el caso de los alcaldes, donde se empleó un sistema mayoritario de tipo uninominal.
El señor MORENO.-
Pero se presentaron todos los partidos.
El señor LARRAÍN (Presidente).-
Correcto. Hice referencia a ello, porque no es precisamente un sistema proporcional.
El señor MORENO.-
Pero salieron elegidos candidatos que no representaban a coaliciones.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Evidente. Es sólo una precisión conceptual.
Tiene la palabra el Honorable señor Coloma.
El señor COLOMA.-
Señor Presidente, a la hora de las sinceridades, debo reconocer que el artículo propuesto me parece del todo contradictorio con lo que hemos analizado hasta ahora, esencialmente confuso y lamentablemente centralista.
Es contradictorio porque lo que se buscó en el Acuerdo Político suscrito hace poco fue, precisamente, sacar el sistema electoral de la Constitución y entregarlo a la ley, la que se deberá aprobar con los quórum altos que se han planteado, con el objeto de no dejar esta suerte de cinturón ajustado y así otorgarle movilidad. Y con la norma propuesta lo que se busca es exactamente lo inverso: dejar amarrada una manera determinada de elegir, privando a la ley de la flexibilidad de la cual tanto se habló hace pocas sesiones.
En segundo lugar, encuentro la disposición extraordinariamente confusa. Pido a los señores Senadores que me expliquen qué significa "alcanzar una efectiva proporcionalidad" y "una adecuada representación de las regiones del país.".
Expondré un solo ejemplo.
El tan vilipendiado sistema binominal, del cual soy absolutamente partidario, arrojó en la última elección parlamentaria los siguientes resultados: la Alianza por Chile, con el 44,3 por ciento de los votos, obtuvo el 47,5 por ciento de los Parlamentarios electos. La Concertación, con el 47,9 por ciento de la votación en lo que respecta a Diputados, alcanzó el 51,7 por ciento. O sea, la diferencia máxima entre el voto y la representación fue un 3,8 por ciento que se da a beneficio, en este caso, de la coalición gobernante.
Hace diez días tuvimos otra elección; a juicio de quienes hablan, conforme a la esencia democrática, porque el sistema fue aprobado por el Senado. En ella, la Alianza por Chile, con el 38,65 por ciento, logró el 29,8 por ciento de los alcaldes; y la Concertación, con el 44,7 por ciento, obtuvo el 59 por ciento. ¿Qué significa eso? ¿Que el sistema uninominal es esencialmente antiproporcional, antidemocrático y anticonstitucional? Me parece una aberración concluir algo semejante.
Los mecanismos electorales carecen, por esencia, de proporcionalidad. Si la proporcionalidad máxima se tradujese en que todos fuéramos parlamentarios, ahí sí se obtendría una efectiva proporcionalidad; de lo contrario va a ser imposible. Lo que busca es la representatividad de determinados sectores, lo cual es completamente distinto dentro de una lógica de estabilidad y esfuerzo por alcanzar objetivos comunes, que en este caso tienen que ver con el problema de la pobreza.
Y quiero hacerme cargo de la defensa del sistema binominal, señor Presidente.
Estoy convencido de que es completamente democrático. Acabamos de ver que es mucho más proporcional que el sistema uninominal. ¿O pretenden los autores de la indicación que en Chile nunca podrá haber sistema binominal, pero tampoco uninominal ni -agrego, conforme a los estudios de que dispongo- trinominal? O sea, estamos hablando de diez, de veinte, de cien, de mil o de millones hacia adelante para pensar en esa efectiva proporcionalidad.
Por lo tanto, lo que aquí se pretende -digámoslo con todas sus letras- es terminar con el sistema binominal. Y pienso que eso producirá un grave daño al país.
El sistema electoral no es una cuestión de principios; sino algo absolutamente opinable. Existen sistemas uninominales y ultraplurinominales. Si algo causó daño a Chile fue la ultraproporcionalidad. Por ejemplo, en el Primer Distrito de Santiago se elegían 18 Diputados, y el incentivo, por tanto, era no parecerse al otro, marcar el nicho lo más distinto posible, porque con un 6 o un 7 por ciento ya se alcanzaba la representatividad.
¿Qué generó eso? Trajo consigo los extremos. No nos extrañemos, entonces, de que sistemas de esta naturaleza produzcan situaciones de Derecha, de extrema Derecha, de Izquierda, de extrema Izquierda, de ultra Izquierda, de ultra Centro, y podemos seguir hasta el infinito.
Lo que busca el sistema electoral binominal, con sus defectos (porque tiene el de la no representación de las minorías), es, básicamente, la creación de dos grandes bloques estables que permitan dar continuidad a las políticas públicas. Eso es lo que se ha logrado. Lo acabo de describir: con dicho mecanismo hubo una distorsión de no más de tres por ciento, en circunstancias de que con el uninominal fue de 14 por ciento.
Por último, se trata de una norma absolutamente centralista. Si uno aplicara el criterio de la efectiva representatividad de las Regiones, ¿quiere decir que algunas de ellas tendrán ocho veces más Parlamentarios que otras? ¿Qué significa? ¿Cómo se materializa una disposición de esta naturaleza?
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Ha terminado su tiempo, señor Senador.
El señor COLOMA.-
En resumen, señor Presidente , entendiendo la buena voluntad de los autores -todos tratamos de buscar lo mejor para el país-, creo que en su esencia el precepto en análisis es confuso, genera muchos más problemas que los que pretende solucionar y, además, es contradictorio con el esfuerzo que hemos realizado en estos días.
Voto en contra.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Andrés Zaldívar.
El señor ZALDÍVAR (don Andrés).-
Señor Presidente , indiscutiblemente ésta es una materia que podría suscitar un debate mucho más profundo. Sin embargo, conforme al tiempo de que dispongo, trataré de hacer una síntesis, pues ya se han dado los argumentos.
Por lo menos hemos logrado un avance en esta materia al sacar de la Constitución y radicar en la ley orgánica pertinente lo relativo a la composición del Senado y a la forma de elegir a sus miembros, sin perjuicio de que se requerirá el mismo quórum para modificar dicha normativa; pero es menos traumático que reformar la Constitución.
En ese sentido, reconozco que ha habido un adelanto, aunque no suficiente ni el que uno quisiera. Por supuesto que esta norma es meramente declarativa en cuanto al resultado que se desea obtener del sistema electoral: una representación adecuada y cierta proporcionalidad. En la teoría y en la doctrina constitucional, esto se trata de aplicar en todos los países democráticos, con diferentes modalidades, por cierto. Pero el único donde existe el sistema binominal es en Chile. No nos equivoquemos. En los demás, se utilizan otros mecanismos, como el uninominal inglés, que se aplica en distritos muy pequeños, y normalmente se refleja en la proporcionalidad. Pese a ello, en el último tiempo los ingleses han tenido problemas, porque ha emergido una tercera fuerza, que no ha tenido representación suficiente y ha habido dificultades en la operación del sistema, que es muy antiguo.
Creo necesario seguir insistiendo en la modificación del régimen binominal, por las razones que a continuación daré a conocer.
Ante todo, quiero llamar la atención del Senado acerca de lo siguiente.
Con el sistema binominal, una vez aprobada esta reforma, sin la existencia de los Senadores institucionales, en la próxima elección, seguramente, conforme a los resultados electorales registrados en el último tiempo y a la tendencia que se observa, en la Cámara Alta habrá un claro empate. Me encantaría que nuestra coalición lograra doblar en algunas circunscripciones. Pero, con las votaciones que se han ido produciendo, más el resultado reciente de una nueva fuerza que emerge y que obtiene casi un 10 por ciento, no me cabe la menor duda de que la tendencia será al empate.
O sea, en el Senado de Chile habrá 19 Senadores de Gobierno y 19 Senadores de Oposición. Y esta Corporación deberá aprobar muchas veces leyes de quórum orgánico constitucional. Por supuesto, mientras exista la voluntad de buscar acuerdos y consensos, se podrá ir remontando los problemas. Sin embargo, en la misma medida en que el país ¿y no podemos estar exentos de eso- tienda a polarizarse en algún tipo de posiciones, los empates no van a resolver los conflictos internos que se susciten. Incluso, por la misma conformación del Senado, la elección de su Presidente habrá de seguir un procedimiento distinto, en lugar de tirar una moneda.
Como puede apreciarse, esto del empate es extremadamente delicado, y debiera solucionarse por la vía del sistema electoral. Ésa es la razón por la cual presenté una modificación mediante la cual pretendía que las doce circunscripciones de mayor votación eligieran tres Senadores, y las ocho restantes, de menor dimensión, solamente dos. Ello habría permitido, al tenor de los últimos resultados electorales, que el Presidente de la República que resultare elegido obtuviera una mayoría del orden de dos o tres Senadores y una similar de Diputados, lo cual le posibilitaría gobernar con cierta estabilidad. En caso contrario, estará en una permanente búsqueda de acuerdos para lograr algún tipo de legislación. Pero -insisto-, de provocarse la polarización, ello no será posible.
Respecto del tema que nos ocupa, la experiencia nos ha llevado a que la competencia se realice, ya no entre las coaliciones, sino al interior de ellas, esto es, se trata de derrotar al compañero de lista. Y eso va a terminar destruyendo las relaciones entre los propios conglomerados.
Por otro lado, el sistema binominal hace perder la posibilidad de participación. Lo que señalaba el Senador señor Coloma es cierto: en el Primer Distrito de Santiago se elegían 18 Diputados; pero había otros cuatro distritos en los cuales muchos jóvenes, mujeres y trabajadores en general podían llegar al Parlamento mediante el mecanismo imperante. Hoy día ello no es posible, porque el sistema binominal les cierra la posibilidad de participar. Cada uno de los que ocupamos un cargo parlamentario estamos impidiendo la participación a otro posible candidato a Senador, porque no existen espacios para competir.
Por último, quiero decir que vamos...
El señor LARRAÍN (Presidente).-
Ha concluido su tiempo, señor Senador.
El señor ZALDÍVAR (don Andrés).-
Si me concede un minuto más, señor Presidente , podré terminar mi intervención.
El señor LARRAÍN (Presidente).-
Ya le di uno, señor Senador.
El señor ZALDÍVAR (don Andrés).-
Trataré de redondear, porque hay dos ideas que deseo aportar al debate y que, a mi juicio, son importantes.
En definitiva, creo que, tal como sucedió en la elección parlamentaria pasada, los congresistas vamos a ser nominados, no elegidos. Porque se harán combinaciones o negociaciones para asegurarse un cupo en la coalición correspondiente, lo cual terminará desprestigiando el sistema electoral y provocará la autodestrucción del binominal.
Por todas estas razones, me gustaría que este debate lo pudiéramos realizar con mayor profundidad y buscar un buen sistema electoral, que permita el adecuado funcionamiento de nuestra democracia.
Voto a favor.
El señor LARRAÍN (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Boeninger.
El señor BOENINGER.-
Señor Presidente , ciertamente no soy partidario del sistema binominal, no porque en lo fundamental sea antidemocrático, sino por creer que su representatividad es insuficiente. Eso, en primer término. Segundo, por cuanto escamotea la capacidad del ciudadano de elegir, y tercero, porque, como se ha dicho aquí, conduce casi inevitablemente al empate, lo que no favorece la gobernabilidad cuando hay dos bloques similares.
Dicho lo anterior, deseo señalar que, en realidad, tengo una mirada un poco diferente de lo que ha sido habitual en esta discusión.
Los sistemas electorales en el mundo tratan de conciliar dos variables: por una parte, la representatividad, y por otra, la formación de mayorías de gobierno.
El sistema uninominal existente en el Reino Unido y en los Estados Unidos, que nosotros acabamos de aplicar en la elección de alcaldes, favorece la formación de mayorías en grado extremo. Así, el que pierde no obtiene nada. Sin embargo, los sistemas en aplicación más comunes son los que, en general, se denominan proporcionales moderados o corregidos, que procuran una conciliación entre representatividad y formación de mayorías sobre la base de circunscripciones electorales que eligen tres, cuatro o cinco cargos -no más- por circunscripción, o por la vía de establecer un piso de cinco o siete por ciento de la votación nacional para que un partido alcance un curul en el Parlamento.
Pues bien, soy partidario de ese tipo de sistema electoral, pero no de uno extremo. Aquí se ha mencionado el caso del Primer Distrito de Santiago , que elegía 18 Diputados y permitía a un partido con menos del uno por ciento de la votación tener un parlamentario, lo que no me parece razonable, porque termina dando derecho a veto a grupos que carecen de toda significación nacional. Y el peor ejemplo es el Knesset, de Israel, compuesto de 60 miembros elegidos en un solo distrito, que es todo el país, donde hay cuatro o cinco partidos que tienen un parlamentario cada uno, y poseen una especie de derecho a veto permanente.
Ésos son pésimos mecanismos electorales, por lo cual me declaro ferviente partidario del sistema proporcional corregido o moderado, dentro de los límites que estoy colocando.
Respecto de la cuestión en debate, hablar de "proporcionalidad efectiva" es una expresión muy ambigua, pues ¿qué significa "efectiva"?
Votaré a favor de la propuesta, por dos consideraciones que se suman: una, porque en el entorno en que esta discusión se da, no hacerlo es interpretado como que uno es partidario de mantener el sistema binominal, que ciertamente no es mi caso; y otra, dado que para mí la palabra "efectiva" incluye los sistemas proporcionales corregidos o moderados a los que he aludido.
En ese entendido, voto que sí.
El señor LARRAÍN (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Gazmuri.
El señor GAZMURI.-
Señor Presidente , esta reforma introduce el criterio -que yo comparto y convengo en que debería ser constitucional- de la proporcionalidad para la configuración de las Cámaras, porque es el único que puede asegurar un elemento central en toda Constitución democrática, cual es que en el Congreso se pueda expresar el principio de la mayoría.
Ahí radica el punto fundamental.
Es claro que sobre el particular, desgraciadamente, en 15 años no hemos logrado un acuerdo con la Oposición. Por tanto, sabemos que, aunque aprobáramos esta reforma, resultará muy difícil generar los consensos políticos necesarios para terminar con el sistema binominal.
Ahora, sólo para los efectos del registro de este debate -por su importancia, deberemos seguir realizándolo en el país-, quiero plantear lo siguiente.
Muchas veces se argumenta desde la Derecha que en materia electoral no hay un sistema perfecto, un sistema único, un sistema establecido, un sistema que pueda caracterizarse como lo pide la democracia. Eso es cierto. Existen diversos sistemas electorales, y al respecto se mantiene una discusión en prácticamente todo el mundo. Los hay uninominales, como el americano o, más propiamente, como el inglés. En otros predomina -por decirlo de algún modo- el binominalismo; es el caso del Senado estadounidense, donde existen dos senadores por cada estado, pero elegidos en períodos distintos; por lo tanto, en cada comicio se expresa la mayoría, porque se elige sólo uno. Hay sistemas proporcionales perfectos -como lo fue el italiano-, donde se establece una proporcionalidad absoluta entre el voto popular y la representación parlamentaria. Existen sistemas proporcionales corregidos, como el D´Hont -el que teníamos en Chile-, que en el fondo persigue premiar a la primera minoría cuando no hay mayorías claras. Y en muchos países -sobre todo en el continente europeo, y también en América Latina- se están implantando sistemas mixtos.
Por otro lado, en cuanto a cuál es el cuerpo electoral, hay asimismo una diversidad de sistemas. En algunos, el cuerpo electoral es la nación y, por ende, no existe representación territorial; hay otros donde ésta existe, generalmente con relación a la proporción de habitantes; y también los hay de carácter mixto. Es decir, en lo que respecta a la unidad en que se expresa la soberanía nacional, también son numerosos los sistemas.
En consecuencia, hay un debate en torno a cuál es el mejor sistema electoral. Pero ese debate, desde el punto de vista democrático, debe tener como propósito -y lo tiene en todas partes del mundo- alcanzar el mejor mecanismo para lograr determinados objetivos.
Ahora bien, en un sistema electoral democrático, los referidos objetivos deben ser básicamente dos. Primero, favorecer la formación de mayorías; porque es principio esencial de la democracias que las mayorías ciudadanas se manifiesten en el cuerpo legislativo, que es la expresión de la soberanía popular. Y, segundo, permitir la representación adecuada de las minorías.
Hay sistemas que favorecen uno u otro de esos principios. El uninominal británico, por ejemplo, favorece la formación de minorías, pero dificulta al extremo su expresión. Puede ocurrir. Y ya ocurrió en Inglaterra, donde hubo tripartidismo en la sociedad con los liberales, pero hubo bipartidismo en las Cámaras, pues éstos, no obstante contar con 15 a 20 por ciento de la votación, durante años no tuvieron un representante en el Parlamento.
Existen sistemas como el italiano, que fue modificado. En él la representación era perfecta. Sin embargo, al ser tan perfecta, se daba de hecho una sobrerrepresentación a pequeños partidos que con dos o tres por ciento de la votación lograban el equilibrio de las Cámaras, lo cual, en gobiernos parlamentarios, les daba un poder muy fuerte sobre la configuración de éstos.
El binominal es el único sistema en el mundo que dificulta al extremo los dos principios mencionados. Primero, la formación de mayorías -porque, sobre todo en cuerpos pequeños, como el Senado, que ya está reducido a treinta y ocho...
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Perdón, Su Señoría, pero concluyó su tiempo.
El señor GAZMURI.-
Termino de inmediato, señor Presidente.
El binominal es un sistema que tiende al empate en el Congreso, aunque no haya empate en la sociedad; es lo que ha ocurrido respecto del Senado durante 15 años. O sea, dificulta al extremo la formación de mayorías -principio democrático esencial- y, asimismo, la representación de minorías significativas.
Los resultados de la última elección advierten sobre las anomalías de nuestro sistema político. Hay en Chile nueve o diez por ciento -cifra variable, pero persistente- de ciudadanos que están inscritos, van a sufragar -por consiguiente, adhieren al sistema democrático- y no votan (tienen sus razones, legítimas) por ninguna de las dos grandes coaliciones. Y esa minoría sustantiva está fuera estructuralmente del Parlamento.
Tal situación no es sana para ninguna democracia.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Concluyó su tiempo, señor Senador.
El señor GAZMURI.-
Por lo tanto, si queremos tener una democracia madura, no hay duda de que esta reforma es útil para ese objetivo central. Y, a lo menos desde estas bancadas, vamos a persistir en ello tozudamente, hasta que logremos la corrección de un sistema que está dañando gravemente la salud y la madurez de nuestra democracia.
Voto que sí.
El señor LARRAÍN (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Zurita.
El señor ZURITA.-
Señor Presidente , yo diría que estamos haciendo una discusión futura, porque, en lugar de aprobar o rechazar la norma sugerida, estamos anticipando qué vamos a decir de una ley y qué vamos a decir de otra.
Se pretende lograr la proporcionalidad. En Chile tuvimos durante muchos años el D´Hont, sistema exquisito, elaborado por un tratadista de Derecho Público, matemático, quien ideó un mecanismo tan difícil de manejar que obligaba a los partidos a disponer de especialistas en él, como Jorge Rogers Sotomayor y Eric Campaña , en la Falange o Democracia Cristiana; Jorge Jiles , en el Partido Comunista, etcétera. De tan difícil comprensión era, que a los técnicos de la Democracia Cristiana les falló su estrategia en una oportunidad: en el sector sur de Santiago, que elegía cinco Senadores, inscribieron sólo a tres candidatos y la lista dio para cuatro. Y ahí se produjo una injusticia, porque salió elegido Senador alguien que no había logrado la cifra repartidora: Carlos Altamirano. Si el Partido Demócrata Cristiano hubiera llevado una lista completa, habría elegido cuatro Senadores. Lo que pasó fue que nadie creía que triunfasen más de tres, al punto que algunos rechazaron el ofrecimiento que se les hizo. "¡Para qué!", adujeron. Después se arrepintieron.
El sistema era tan exquisito, que la simple ubicación en la lista concitaba interés: el candidato de gran arrastre figuraba en el fondo, porque sus votos sobrantes iban a los primeros de la lista. Entonces, los partidos manejaban dos opciones: "Éste, que es seguro, nos garantiza la elección de este otro, que no lo es tanto".
Y todo eso provocaba otro efecto. Los partidos chicos obtenían votos. ¿Y qué hacían? Chantajeaban a los grandes, para darles la mayoría que no tenían.
En consecuencia, si se quiere ir a un sistema proporcional, discutámoslo después, no ahora.
Voto a favor.
El señor LARRAÍN (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Vega.
El señor VEGA.-
Señor Presidente , el debate sobre los sistemas electorales es de carácter técnico y tiene que ver con el propósito de ellos, es decir, cuáles son las metodologías más adecuadas para lograr óptima eficiencia gubernativa y estabilidad política.
En tal sentido, más importante es equilibrar los dos principios que se interrelacionan al momento de evaluar un sistema electoral: el de decisión y el de representación.
Lo proporcional o mayoritario de un sistema escapa a la discusión sobre lo democrático que es o no un país. El carácter democrático debe buscarse en las garantías y en los derechos que provee el sistema político y no en los procedimientos de decisión y de representación. Un sistema es democrático si contempla dimensiones tales como la universalidad del voto, igualdad del voto, voto secreto, libertad de votar, etcétera. Son los aspectos que fundamentan el sistema y no los que se están discutiendo a propósito del precepto sugerido.
La evidencia empírica de los procesos electorales realizados durante el siglo XX en las democracias occidentales demuestra que los sistemas binominales moderan el comportamiento de los partidos políticos, los cuales buscan alianzas para aumentar su votación, motivando a los electores a abandonar posiciones extremas. Al contrario, los sistemas proporcionales provocan una mayor oferta ideológica, incentivada por las estrategias partidistas para mantener e incluso profundizar esas diferencias.
Por otra parte, debemos considerar que no todos los ciudadanos pertenecen a partidos políticos. En Chile, no más del 10 por ciento de las personas pertenece a ellos. Son las directivas de las colectividades partidarias las que definen los candidatos, y al resto de la ciudadanía no se le permite expresar opiniones. Ésa es una de las grandes razones por las cuales hoy se mira con tanta distancia a los sistemas políticos. Son las cúpulas, esas directivas, las que manejan todos los espacios disponibles para manifestar y materializar los sensibles ordenamientos en que se debe sustentar una democracia en perfeccionamiento como la nuestra.
La experiencia de Chile antes de 1973, y de América Latina en general, es bastante elocuente en ese sentido: inestabilidad.
Sin embargo, el sistema binominal implementado en la Constitución del 80 y que hoy se debate permitió la flexibilización de posiciones extremas, con lo cual se ganó la estabilidad institucional -objetivo final- de los últimos 14 años, que nos generó el respeto internacional para ingresar a las grandes ligas de la globalización a través de los tratados de libre comercio.
Por lo tanto, la relación directa entre estabilidad política y desarrollo económico nos obliga a buscar soluciones pragmáticas al problema de la representación sin alterar innecesariamente la racional arquitectura institucional que hoy sustenta la estabilidad de Chile a través del sistema binominal.
Voto en contra.
El señor LARRAÍN (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Canessa.
El señor CANESSA.-
Señor Presidente , votaré en contra de la modificación propuesta, pues la considero altamente inconveniente, ya que, en caso de ser aprobada, el actual sistema electoral binominal aplicado en las elecciones parlamentarias, que a mi juicio ha fortalecido nuestro ordenamiento político, entraría en evidente contradicción con la Carta Fundamental, lo cual traería como consecuencia que aquél debería ser reemplazado por otro que estuviera en armonía con el texto constitucional.
El sistema electoral, cualquiera que sea, no es ni bueno ni malo en sí mismo; no es ni más ni menos democrático, sino, simplemente, una herramienta para lograr determinados fines.
Por ello, no podemos catalogar el actual sistema electoral binominal que rige en nuestro país -como en forma reiterada se ha hecho- de malo o injusto, o, sencillamente, de no democrático, lo que haría necesario reemplazarlo por otro, como lo sería uno de carácter proporcional.
La aplicación del actual sistema electoral binominal -y esto, en mi opinión, ha sido uno de los principales logros- ha producido el indispensable equilibrio de las fuerzas políticas, con su consiguiente representación parlamentaria, donde ninguna puede imponer a la otra su particular visión de las cosas, sino que, por el contrario, deben buscar y encontrar con moderación los acuerdos necesarios que, recogiendo las distintas apreciaciones, se materialicen en soluciones beneficiosas para el interés general del país. De esa manera se evita el fraccionamiento del sistema de partidos en diversas fuerzas políticas, la mayoría de ellas con escasa representatividad electoral, pero de radicales posiciones que conllevan generalmente a problemas de gobernabilidad.
Desde ese punto de vista, me parece que una democracia se robustece y consolida al existir dos grandes fuerzas políticas o coaliciones, de carácter bipactista, pero en cuyo interior los cargos se distribuyen de manera bastante proporcional, como ha acontecido en nuestro país a contar de 1990.
Así, son injustas las críticas que se hacen al señalar que otras fuerzas políticas, por su escasa participación electoral, no tendrían la debida representación parlamentaria, ya que, si ello ocurre, no es consecuencia del sistema electoral, sino fundamentalmente de que nuestra sociedad ha optado por el equilibrio político, dejando de lado a las fuerzas radicalizadas que no satisfacen los intereses del elector chileno.
Señor Presidente , cambiar el actual sistema electoral -consecuencia inevitable de esta reforma- no es beneficioso, ni menos necesario. Por el contrario, se ha demostrado que la aplicación del sistema electoral binominal ha producido la estabilidad que nuestra democracia requiere, otorgando mayor solidez al sistema político y, por ende, una mejor gobernabilidad al país.
Por consiguiente, y como lo anuncié al comienzo, voto en contra.
El señor MARTÍNEZ.-
Señor Presidente , el texto sometido a votación sencillamente destruye el sistema binominal.
Las críticas y las observaciones que se formulan en torno a ese sistema olvidan que, en esencia, recoge una experiencia histórica.
Desde que se aprueba la Constitución de 1925, las fuerzas políticas entran crecientemente en un proceso de confrontación y de lucha, donde se principia a usar el poder más allá de la ética correspondiente. Y, a medida que el fragor de las posiciones opuestas crece, se va alejando cada vez más el uso ético del poder.
Esa situación explota y termina en septiembre de 1973.
La experiencia histórica que hay detrás es simplemente llevar el país a una posición en la cual el uso del poder por todas las fuerzas políticas esté morigerado mediante un sistema que permita a lo menos equilibrar y obligar a conversar todas las posiciones extremas, para llegar a puntos centrales de acuerdo.
Eso ha sido juzgado negativamente, en circunstancias de que lo que hace en el fondo es equilibrar el poder y evitar los excesos que naturalmente se pueden producir en su ejercicio.
Tal situación obliga a plantearse seriamente que la aceptación de la filosofía del precepto que estamos votando sería en extremo negativa para la sociedad chilena y, en los próximos años, abriría las puertas a una nueva confrontación, donde la exacerbación del uso del poder podría llevar al estado de cosas expuesto.
Siempre he sostenido que el sistema binominal es modernísimo, acorde con los tiempos y con la capacidad de competir en un fair play donde las ideas del mejor puedan romper el equilibrio en una o dos personas. Y si finalmente la ciudadanía acepta que el Senado esté dividido en términos iguales, la conversación, el acuerdo, morigeran las posiciones extremas. Y ello es bueno para el país, porque éste no se detiene, sino que avanza, más lentamente, pero sin ruptura.
Voto en contra de la disposición sugerida.
El señor ESPINA.-
Señor Presidente, votaré en contra de esta norma, por tres razones distintas.
En primer lugar, porque es absolutamente contradictoria con lo que acordamos aquí, en el Senado. Si bien ella no está incluida en el Acuerdo Político, es evidente que el espíritu de lo que éste consagra es el de que todas las materias relativas al sistema electoral queden incorporadas en la ley orgánica constitucional respectiva. De manera que, desde el punto de vista de la técnica legislativa, parece una gran contradicción que dicho Acuerdo señale que el sistema electoral será visto en la ley orgánica y que tengamos en la Constitución colgajos que pretendan pautar la forma como esa materia se resolverá en el futuro. Esto me parece elemental en una correcta interpretación del acuerdo a que arribamos.
En segundo lugar, en la actualidad se aplican dos tipos de sistemas electorales en el mundo: los mayoritarios y los proporcionales.
En los mayoritarios puros, se elige un representante por circunscripción o por distrito, en el caso de Chile, o por zona electoral, dependiendo de su denominación en los distintos países. En estos sistemas, con el 51 por ciento de los votos se obtiene el ciento por ciento de los cargos, y se utilizan en países tan democráticos como Estados Unidos o Inglaterra. En realidad, en aquél se eligen dos Senadores, pero uno alternadamente.
Un sistema proporcional extremo es el que regula la elección del Senado colombiano: sobre la base de una sola circunscripción se eligen cien Senadores, de manera que la proporcionalidad tiene plena representación en el Parlamento.
Los países que hoy van consolidando gobiernos estables son los que emplean sistemas mayoritarios, que permiten construir grandes coaliciones. Como los cargos a que se opta son pocos, los partidos y los movimientos políticos se ven impelidos a formarlas. En la práctica, eso significa que no más de dos o tres de ellas -si tienen un arco de alternativas en su interior- son capaces de elegir y de conducir gobiernos estables, de mayorías que se disputan el centro político. Por lo tanto, constituye la mejor manera para que los países puedan obtener estabilidad política, que es básica para la estabilidad económica y social.
Soy firme partidario de los sistemas mayoritarios.
En Chile se aplica un sistema mayoritario atenuado, según el cual, en vez de elegir un Senador por circunscripción, se eligen dos. Es una modalidad totalmente democrática.
Podrá gustar más el proporcional o el mayoritario, pero ambos son democráticos.
Ventajas del sistema mayoritario: obliga a la conformación de grandes bloques; exige la búsqueda de los votos moderados del centro; atenúa las divergencias; permite alternancia en el poder sobre la base de dos grandes fuerzas políticas.
Defecto del sistema mayoritario: algunas minorías no alcanzan representación en el Parlamento.
Defectos de los sistemas proporcionales: no propician la formación de grandes coaliciones; habitualmente una minoría termina por controlar el Congreso; se produce una multiplicidad de partidos políticos. América Latina ha sido un ejemplo de cómo el mecanismo electoral ha ido erosionando la estabilidad política y, por consiguiente, la estabilidad económica, lo que en muchos de sus países ha provocado situaciones realmente catastróficas.
Entonces, creo que lo propuesto no se enmarca dentro del espíritu del acuerdo que suscribimos. Soy derechamente partidario de los sistemas mayoritarios, que no son proporcionales. Nadie sostiene que en democracias bastante más consolidadas que la nuestra, como la de Estados Unidos o la de Inglaterra, se altera la representación popular o que sus democracias no son estables.
Y, en tercer lugar, lo más contrario a la regionalización es aplicar el sistema proporcional en la conformación del Senado, porque en este caso lo esencial es que las Regiones tengan una representación similar, de manera que las más distantes y con menos población tengan voz suficiente para contrarrestar el poder central.
Por estas tres consideraciones, voy a rechazar la norma propuesta. No comparto su fondo y no creo que represente el espíritu de una materia que deberá abordarse al debatirse la ley orgánica respectiva.
Voto que no.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
El último inscrito es el Honorable señor Núñez.
El señor LAVANDERO.-
Yo no he intervenido, señor Presidente.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Su Señoría no se encontraba presente cuando le correspondía, pero puede hacerlo a continuación del Honorable señor Núñez.
El señor NÚÑEZ.-
No tengo ningún inconveniente en que el señor Senador intervenga antes.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Su Señoría tiene la palabra.
El señor NÚÑEZ.-
Señor Presidente , creo que el debate todavía sigue siendo pertinente, a pesar de que todos sabemos que la Derecha no está dispuesta a aprobar una norma de esta naturaleza. Y es pertinente, porque no se trata sólo de aplicar el mejor sistema electoral -en efecto, como aquí se ha dicho, en esta materia no existe lo perfecto-, sino de establecer el que se adecua mejor a las características, estructuras, funciones de determinada sociedad.
Prácticamente desde su nacimiento en Chile se ha conformado una sociedad heterogénea. Quienes pretenden señalar que tiene un par de clases, sectores o grupos sociales se equivocan rotundamente. Este país es esencialmente heterogéneo. Su gran riqueza reside en su heterogeneidad, sus distintos intereses, sus sectores diferentes.
Desde el punto de vista geográfico, Chile no sólo es heterogéneo -como todos sabemos-, sino, además, distinto. No es posible entenderlo como una nación donde todos hablemos iguales o lo hagamos con el mismo acento, porque eso no es cierto. Hay heterogeneidad, incluso desde el punto de vista territorial.
En consecuencia, el problema del sistema binominal radica en que no representa esa heterogeneidad social, lo que genera en forma creciente dos grandes dificultades.
Primero, la marginalidad ciudadana. Un gran porcentaje de ciudadanos que no votaron por nosotros, sino por otros que no llegaron al Senado ni a la Cámara de Diputados, no se siente representado legítimamente por quienes estamos ac��, en el Senado, o en la Cámara de Diputados. Entonces, lo que el sistema proporcional disminuye, el sistema binominal lo tiende a aumentar. Por consiguiente, un número significativo de chilenos no se siente representado en el Parlamento.
Si a eso se agregan los mecanismos derivados de las últimas modificaciones constitucionales, no les quepa la menor duda a Sus Señorías de que los 38 Senadores serán elegidos, no por el pueblo, sino por los partidos políticos, con lo que vamos a generar una partidocracia que terminará por minar aún más las bases constitutivas de una democracia como la que queremos construir.
Creo que eso es un error. Estamos creando una situación caótica, explosiva para el futuro, si no cambiamos pronto esa modalidad electoral. Es cierto que el sistema proporcional corregido que hemos impulsado no es perfecto. Pero tiene dos virtudes: primero, es capaz de representar efectivamente la heterogeneidad de la sociedad chilena; y, segundo, exige a los partidos la búsqueda de entendimientos entre sí para los efectos de constituir mayorías. Entonces, no están obligados por el sistema electoral, sino por el programa político. Por lo tanto, un sistema proporcional corregido incentiva a los partidos a diseñar programas atractivos no sólo para sus votantes naturales, sino, también, para otros sectores de la sociedad afines a ese partido o coalición de partidos.
En consecuencia, no es el sistema, sino el programa el que promueve la formación de grandes coaliciones. Evidentemente, esto es mucho mejor, porque lo que realmente hace atractiva una coalición es lo concreto que ofrece al país y no el mero acuerdo electoral entre partidos.
Por último, rechazo la interpretación en cuanto a que la crisis de 1973 se debió fundamentalmente al sistema proporcional, porque en Chile lo hubo prácticamente desde 1925 -fue excesivo, como se manifestó, en 1952, con la experiencia de don Carlos Ibáñez del Campo, época en que había 32 partidos políticos- y no se generaron crisis de la magnitud de la de 1973. Entonces, señalar que este sistema fue el que la creó es, a lo menos, un exceso.
En tal virtud, creo que ha sido bueno que hayamos podido realizar este debate.
Por las razones señaladas y, ciertamente, por los motivos que hemos venido planteando durante tantos años, voto a favor.
El señor LARRAÍN (Presidente).-
Ha intervenido el último inscrito. Ahora corresponde votar a los Senadores restantes.
Tiene la palabra el Honorable señor Lavandero.
El señor LAVANDERO.-
Señor Presidente , me habría gustado haber participado en un debate mucho más profundo sobre este gran tema, que evidentemente quedará pendiente, sobre todo porque Chile tiene un historial democrático desde la fundación de la República, donde las mayorías gobiernan y las minorías fiscalizan. Ésa ha sido la esencia del sistema.
Quiero dar un solo ejemplo de lo malsano del sistema binominal.
Con los dos tercios de los votos ciudadanos, se obtiene sólo la mitad del Senado y de la Cámara de Diputados, y con el tercio restante se puede ganar la otra mitad de cada Cámara. Y así podemos permanecer empatados de manera absoluta durante largo tiempo, con la agravante de que los elegidos internamente en la práctica resultan designados por uno u otro sector político.
Por lo tanto, la ciudadanía no tiene ninguna capacidad de decidir con su voto, lo que provoca el desaliento y la frustración que impiden acercarse más al sistema democrático imperante.
En definitiva, las minorías quedan sobrerrepresentadas. Esto es una camisa de fuerza para que las grandes mayorías no obtengan soluciones democráticas, alterando la esencia del sistema democrático al reemplazar "una persona, un voto" por "un peso, un voto".
Si a lo anterior agregamos los quórum especiales que se requieren para cambiar algunos artículos de la Constitución, no basta contar con los dos tercios de la ciudadanía, porque con ellos se elige sólo la mitad de ambas ramas del Congreso. Y para modificar algunas disposiciones de la Carta Fundamental o algunas leyes especiales se necesitan los tres quintos o los cuatro séptimos de los miembros en ejercicio de la Cámara de Diputados y del Senado.
En estas condiciones, ¿cómo incorporar modificaciones constitucionales, si con los dos tercios de la ciudadanía sólo se obtiene la mitad de Parlamentarios en ambas ramas legislativas y para ello se requieren los dos tercios, las tres quintas o las cuatro séptimas partes de los Diputados y Senadores? Eso es lo que representa la camisa de fuerza a que me he referido.
Doy un ejemplo, señor Presidente. Hace pocas semanas en la Cámara Baja se votó el proyecto sobre el royalty. ¿Y cuál fue el resultado de la votación? 61 votos a favor y 41 en contra. ¿Y quiénes ganaron? No los 61 Diputados que se pronunciaron a favor, como debería ocurrir en cualquier país democrático, sino los 41 que eran minoría.
Ése es un ejemplo de las aberraciones a que conduce la combinación del sistema binominal con leyes de quórum especial, que hacen de la Constitución y de algunas normativas de quórum calificado disposiciones pétreas, inamovibles, incambiables, por más que la ciudadanía se esmere en modificarlas.
Por eso, me parece malsano el sistema binominal: acompañado y fortalecido por leyes de quórum especial, prácticamente margina a las grandes mayorías nacionales que representan el sentir del pueblo chileno, cuya voluntad y decisión se ven alteradas por los poderes fácticos o por los pequeños y poderosos grupos económicos, que detrás de ellas ejercen su influencia para aplastarlas, mediante una Constitución que ha sido impuesta a través del sistema binominal y de disposiciones de quórum especial.
Por esa razón, voto a favor de la enmienda que promueve el sistema electoral proporcional.
El señor LARRAÍN (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Naranjo para fundamentar su voto.
El señor NARANJO.-
Señor Presidente , una vez más en temas trascendentales de la Constitución vuelven a aparecer dos tendencias muy claras: los nostálgicos y los cosméticos.
Los nostálgicos, representados por la "bancada militar" -como se le llama-, no quieren modificar ni una sola coma de la Carta Fundamental. Para ellos, ojalá hubiera quedado igual a como se aprobó en 1980.
Pero también aparecen los cosméticos -de la UDI y de Renovación Nacional-, que desean cambiar algunas cositas a la Constitución, pero nada en materias de fondo. ¡Y qué cosa más de fondo que la representación de la soberanía popular en el Congreso!
¿Alguien podría decir que se trata de un detalle? ¿O que es un tema secundario? Sin embargo, los cosméticos, que desean que todo siga igual, aceptan enmiendas sobre algunas materias, pero niegan sus votos respecto de las esenciales, de las que dan carácter democrático a la Constitución.
Por eso, reiteramos que la transición no concluirá mientras no se apruebe una profunda reforma democrática en nuestro país. Este proyecto sólo representa un paso en esa dirección y no el final del camino.
También se ha dicho aquí -me parece que en forma correcta- que se trata de buscar un sistema electoral más justo y proporcional. Lamentablemente, nuestra Carta propicia la sobrerrepresentación, y no sólo territorial. Porque, -alguien podría estimar justo que Regiones con ínfima cantidad de habitantes pesen lo mismo que otras con gran población, como ocurre -y no quiero ofender a nadie- con las de Aisén y la Metropolitana? ¿Vale lo mismo, en cuanto a representación popular, la mitad de la Región Metropolitana que la de Aisén? Me parece que no.
Ése es un asunto que se debe corregir. Es una distorsión.
Pero también se genera una distorsión ideológica, pues se busca que las minorías sean equivalentes a las mayorías. Y minorías importantes -me preocupa mucho que hoy estén bajo la mesa y no sentados en torno de la mesa democrática de este Congreso- no tienen expresión popular.
Eso es delicado y grave.
Sin embargo, tanto los nostálgicos como los cosméticos no quieren ver la situación. Ésa es su conducta habitual. ¿Para qué les vamos a pedir que aprueben una modificación constitucional si seguirán maquillándose? Y de aquí al próximo año se pondrán más maquillaje porque desean llegar al Gobierno. Pero el pueblo es sabio. Lo fue hace pocos días, y lo será también el año próximo.
Por lo tanto, señor Presidente , quiero expresar mi más absoluto respaldo a esta iniciativa, pues representa el sentir y el alma de nuestro país: su diversidad. No tengamos miedo a la diversidad. No tengamos miedo a que existan diversas flores en el jardín.
Los cosméticos dicen: "Fíjense, esta fórmula ha dado estabilidad al país". Entonces, ¿por qué tener miedo a la diversidad? ¿Por qué creen que sólo unos pocos pueden dar esa estabilidad? ¿Por qué mañana no pueden tener representación en el Parlamento el Partido Comunista o Los Verdes? ¿Su presencia significa que no se podrán construir mayorías? Por cierto, habrá mayorías. En estos últimos años hemos aprendido que ellas son necesarias para gobernar y dar estabilidad al país.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Ha finalizado su tiempo, señor Senador.
El señor NARANJO.-
Y no me cabe ninguna duda de que quien resulte elegido para gobernar sabrá construir mayorías.
Por eso, voto a favor.
El señor RÍOS.-
Señor Presidente , intervengo a propósito de la diversidad de la que habló un señor Senador, respecto de la cual, sin duda alguna, tiene mucha razón en su fundamento y doctrina.
Pero ello no solamente dice relación a la proporcionalidad de los partidos políticos. La Constitución alude también a la diversidad de las personas, a la responsabilidad de los individuos, a las posibilidades que tienen los ciudadanos de participar en la administración y las funciones propias de la institucionalidad.
Por eso, la Carta Fundamental, al referirse al sistema electoral público, señala que una ley orgánica constitucional determinará su organización y funcionamiento; regulará la forma en que se realizarán los procesos electorales y plebiscitarios, y garantizará siempre la plena igualdad entre los independientes y los miembros de partidos políticos.
Pues bien, la ley en vigencia, señor Presidente , no refleja esa igualdad constitucional.
Hoy día, por los informes de que se dispone, alrededor de doscientos candidatos a concejales obtuvieron, en las últimas elecciones, votaciones superiores a muchos que ya son electos. Y esto sucede porque existe una discriminación. Muchísimos miembros de partidos políticos van a ocupar el cargo de concejal con una votación inferior, incluso en 20 por ciento, a la que obtuvieron muchos independientes, quienes alcanzaron votaciones muy altas.
Lo anterior, para mucha gente, no representa la diversidad, radicada única y exclusivamente en la participación en un partido político, entendiéndose que estas entidades son muy importantes en un proceso institucional.
Mas la verdad de las cosas es que, en definitiva, lo más trascendente es la persona humana. Y quienes se presentaron de candidatos por sí mismos -porque tienen vocación de servicio público; porque representan organismos o estructuras sociales disponibles para desarrollar una acción sobre todo en gobiernos locales- quedaron marginados.
En consecuencia, no me cierro a la alternativa de estudiar un nuevo sistema. Pero, cada vez que hemos analizado las distintas fórmulas -y cabe recordar que en el sistema electoral de concejales no existe el binominalismo, pues las listas están compuestas por más de dos personas: por seis, por ocho o por diez-, se ha mantenido la discriminación gravísima en contra de quienes, por no haber participado en la suma de votos de un partido político, han quedado al margen, en circunstancias de que el pueblo votó por ellos y no por quienes se sentarán prontamente en las sillas de los concejos municipales.
Por lo tanto, percibiendo que esa doctrina está en la mentalidad de muchos señores Senadores aquí presentes o en su gran mayoría, obviamente no es posible votar a favor lo que se propone, porque la cuestión se refiere a un conjunto de hechos, no solamente a un sistema. Se trata, fundamentalmente, de la defensa y protección de la dignidad individual del ser humano.
Voto que no.
El señor VALDÉS.-
Señor Presidente , no soy experto en temas electorales. Pero creo tener una larga experiencia política como observador, como Ministro y como Parlamentario.
El que estudie la historia de Chile se dará cuenta de que hubo una etapa inicial de cierta tranquilidad, correspondiente a los períodos de Prieto, Bulnes , Montt y Pérez , en parte porque todos ellos contaron con mayorías relativas, salvo Montt , quien enfrentó conflictos serios de tipo social y militar.
Después, el sistema parlamentario fue degenerando, porque ya nunca hubo mayorías y el país no poseía una cultura política suficiente como para materializar una eficiencia gubernativa.
La situación se corrigió con la Constitución del 25, que parecía muy perfecta, pues era moderna y contenía un sistema electoral proporcional, el que, teóricamente, es el más justo, desde el punto de vista de la capacidad representativa de la población.
Sin embargo, la falta de disciplina política se extremó de tal manera que, después de ser elegido, don Jorge Alessandri no contó con una mayoría parlamentaria, viéndose obligado a pedir apoyo a otros partidos, con lo cual se forzó la situación. A pesar de que tenía una idea clara de lo que quería hacer, debió solicitar el respaldo del Partido Radical.
Lo mismo le pasó a otros Mandatarios. Fui actor en el Gobierno del Presidente Eduardo Frei Montalva , quien ganó por una enorme mayoría y repletó la Cámara con más de ochenta Diputados, mas nunca tuvo mayoría en el Senado. Decían que ése era el equilibrio. Pero se llegó al extremo de impedirle acceder a una invitación a Estados Unidos, porque así lo determinó una mayoría debido a razones secundarias, como la detención de un Senador socialista, lo que provocó que la Derecha entera, por solidaridad parlamentaria, votara en contra del viaje.
Este tipo de situaciones tiene lugar cuando no hay una disciplina y cultura partidistas importantes.
No quisiera referirme a lo que le sucedió al Presidente Allende , que fue mucho peor. Recuerdo una conversación, en un momento dado, en que me dijo que debía consultar a ocho colectividades políticas para designar intendente de Arauco, lo que no se concretaba porque uno de los partidos chicos estaba estudiando el nombramiento.
No funcionó ese sistema, evidentemente.
No quiero decir quiénes eran los líderes de esos partidos, pues hay algunos presentes en la Sala.
El señor GAZMURI.-
¡El Presidente Allende debió consultar a cinco partidos, no a ocho...!
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Estamos en votación, Honorable señor Gazmuri. Su Señoría no puede interrumpir.
El señor VALDÉS.-
Entonces, el péndulo ahora va hacia el otro lado y lo que tenemos estrangula la posibilidad de que haya libertad política. ¿Por qué? Porque cada sector -lo dijo el Senador señor Andrés Zaldívar con mucha claridad- escoge a su candidato y se produce un duelo de dos. Pero ese enfrentamiento de un lado contra otro es dentro del mismo esquema.
El sistema vigente es muy asfixiante y perpetúa indefinidamente a los actuales Parlamentarios. Yo creo que no es bueno.
¿Cuál sería la fórmula exacta? Aquí se ha dicho: un sistema proporcional corregido o un sistema binominal corregido, como es el francés o el español, donde hay tres partidos, o como ocurre en el caso inglés, donde también participan tres colectividades políticas. Nunca ha habido dos partidos solos. Siempre hay una válvula de escape.
En Chile, ésta fue el Partido Liberal, que era pequeño y, en su momento, le dio una salida a los Gobiernos de don Gabriel González, de don Juan Antonio Ríos y a varios otros.
En consecuencia, el bloque de dos es paralizante y le da ventajas a quien tiene un poquito más de un tercio. Y eso no puede ser.
Por ello, voto que sí.
El señor VIERA-GALLO.-
Señor Presidente , el mecanismo binominal tiene causas y efectos. Las causas dicen relación a la fuerte confrontación político-social que vivió el país y a la necesidad planteada a los autores del sistema, quienes estimaban que constituía una manera de favorecer la llamada "democracia consociativa" o de los acuerdos, junto con los altos quórum para aprobar determinadas leyes.
Desde ese punto de vista, el sistema funcionó bien durante los primeros años de la transición.
Sin embargo, causa un efecto perverso: la exclusión de los partidos políticos que, por un motivo u otro, no entran en las dos grandes coaliciones.
Otra consecuencia, muy negativa, es que otorga un suplemento a la minoría. Al contrario del sistema mayoritario, que proporciona un suplemento a la mayoría, el binominal beneficia a la minoría, que resulta a la zaga, obviamente, de quienes sacan más votos.
Un inconveniente adicional, como aquí se ha dicho, es que se favorece la disputa al interior de las coaliciones, salvo en la Octava Región, donde nosotros siempre hemos doblado. En lo personal, he participado en tres elecciones con el sistema y nunca he tenido un conflicto con mi compañero de lista de la Democracia Cristiana. Así, hemos doblado en votación a nuestros adversarios dos veces en la elección de Diputados y una vez en la elección de Senadores. Y quién sabe si se podrá hacer lo mismo en lo futuro. O sea, no tenemos mayor dificultad. Pudiéramos, quizá, enseñar a otros cómo obtener un resultado similar, porque no lo han logrado ni en la Oposición ni en el Gobierno...
El otro punto es que se da demasiado poder a las cúpulas de los partidos. Porque, si al menos se pudieran presentar más candidatos que cupos, el ciudadano tendría más opciones. Pero la verdad es que al final son las cúpulas de los partidos las que eligen, al delimitar el campo en el cual va a tener que decidir el elector, y eso produce en muchos un cierto desaliento, porque ven como que les han quitado la posibilidad real de escoger y votar. Tal vez por eso en la elección parlamentaria de 1997 hubo tantos votos nulos, blancos y tanta abstención. Recordemos que, entre nulos, blancos y abstenciones, estamos llegando casi a un cuarto del electorado, si además se suman los no inscritos.
Entonces, el sistema requiere correcciones. La primera de ellas es la inscripción automática, a fin de dar a las generaciones jóvenes facilidades para participar. La segunda es posibilitar la presentación de más candidatos que cupos por llenar, aun cuando el sistema siga siendo binominal. La tercera es una modificación que planteó Renovación Nacional en un momento, pero que después retiró de la mesa: que en algunas circunscripciones más pobladas pudieran elegirse cuatro Senadores, porque eso produciría un elemento de mayor representatividad y proporcionalidad en el electorado. En ese caso, no se necesitaría 66 por ciento para doblar, sino 57 por ciento. Y si alguien quiere verlo con calculadora, en algunas de esas circunscripciones podría ganar una coalición y, en otras, la otra, pero el ciudadano tendría mucha más posibilidad de ejercer su derecho.
El Senador señor Parra me recordaba que, de seguir como estamos, podríamos terminar como en la última novela de Saramago, "Ensayo sobre la lucidez", donde al final todos votan en blanco, y entonces las autoridades, ya muy sospechosas, declaran el estado de sitio y aducen que está en marcha una gran conspiración, en circunstancias de que no había tal. Se trataba, simplemente, del cansancio del electorado frente a la tozudez de las elites que no quieren soltar la manija del poder. Porque, detrás de la defensa a ultranza de este sistema está la defensa del poder de las cúpulas de los partidos, que son los que al final, sentados en Santiago, negocian y dicen: "En tal Región fulano, en tal Región mengano". Ése es un espectáculo que va en contra de una sana vida democrática.
La disposición en debate es, además, programática; es decir, representa una aspiración. Porque alguien podría sostener que la proporcionalidad se logra dentro del actual sistema. O sea, incluso partidarios del sistema binominal podrían decir que la norma no es contradictoria con ese mecanismo. Pero hay una afirmación en el sentido de avanzar hacia un régimen más proporcional.
Comparto lo que dice el Senador señor Valdés. Habría que ir hacia un sistema de partidos en que el sistema electoral favoreciera las coaliciones, pero -también se lo escuché al Honorable señor Núñez - donde éstas se formen en torno a programas, a cosas serias, y no a pactos de pura conveniencia, que dejan al ciudadano al margen de las decisiones.
El señor LARRAÍN (Presidente).-
Ha concluido su tiempo, señor Senador.
El señor VIERA-GALLO.-
Termino con una frase, señor Presidente.
Todo lo que se ha dicho aquí en favor del sistema binominal me gustaría tenerlo presente cuando las mismas personas que han argumentado de esa manera expongan lo contrario, para cambiarlo, dentro de algunos años más.
Voto a favor.
El señor ÁVILA.-
Señor Presidente , algunos, erróneamente, sostienen que el candor y la ingenuidad han desaparecido de la política. La verdad es que la Concertación se ha encargado de dar un rotundo mentís a esa afirmación.
Yo he estado muy cerca de dicha coalición en las votaciones -como dan fe numerosos proyectos-, pero lejos de sus diseños estratégicos para abordar la discusión de este importante tema. No me explico cómo permitieron que se debatiera primero todo aquello que interesa a la Derecha, esto es, que no "se comieran el caviar" al principio, sino que lo dejaran para el postre.
Pues bien, durante largos meses, Renovación Nacional y la UDI los dejaron "jugar en el mediocampo", pero, cuando se aproximaban al área, les trancaron la pelota. Y ahí quedan: con un panorama completamente despejado de todo lo que nuestra Carta Magna podía representar de inconveniente para el sector político que en su momento la ideó y diseñó con el específico propósito de preservar el modelo económico.
Sin embargo, al final no obtuvieron los "huevitos de esturión", sino otros de muy distinta naturaleza, que, por cierto, habrán de comerse calladitos, porque el resultado de esta votación -que ya se aproxima- permanecerá como un hito en la historia de las discusiones constitucionales de aquello que nunca se puede hacer si se pretende alcanzar aunque sea un pequeño logro estratégico.
Entonces, con esta votación ha desaparecido toda posibilidad de modificar el sistema que permite a Renovación Nacional y la UDI mirar tranquilos el futuro y apostar a que permanezca por mucho tiempo más, hasta que se produzca la situación descrita precedentemente por el Senador señor Viera-Gallo. En consecuencia, habrá que esperar a que todos los chilenos voten en blanco...
Como un gesto simbólico más, voto que sí.
El señor HORVATH.-
Señor Presidente , no quiero darme por aludido en lo personal; pero, por el respeto que merece el Senado, deseo efectuar puntualizaciones acerca de algunos argumentos que en verdad no se ajustan ni a la razón ni a la emoción. Diría, más bien, que son de carácter casi histérico, porque de hecho son falsos y no representan ni siquiera el sentir de las distintas Regiones del país.
Estoy hablando de zonas en donde vivimos pocos, incluidos quienes nacimos y nos formamos en el nivel central pero estamos dispuestos a fomentar la regionalización. Y somos capaces de vencer a candidatos que nos mandan desde allá y que poseen medios económicos diez o veinte veces superiores a los nuestros. Esto ocurre con los dos sectores políticos.
Invito al señor Senador que me antecedió en el uso de la palabra a postular por una de esas Regiones. ¡A ver cómo le va con gente que tiene los pantalones bien puestos y que hace las cosas de frente!
Asimismo, una vez que somos elegidos tenemos, aunque a algunos les parezca mal, el mismo peso político que los demás. Y gracias a Dios es así, porque ya nos empezamos a diferenciar por nuestras ideas, por el trabajo que realizamos y, entre otras cosas, por tratar de descentralizar el país de una vez por todas.
Por otra parte, como en todos los Parlamentos bicamerales del mundo, una rama tiene carácter político y la otra tiende a armonizar la nación.
A mi juicio, los miembros de la Cámara de Diputados deberían ser elegidos mediante un sistema más proporcional -yo mismo he formulado indicaciones en tal sentido-; pero los del Senado hemos de representar la territorialidad nacional. De lo contrario, planteamientos como el del señor Senador referido sólo lograrían conformar un país que se extendiera desde las Regiones Metropolitana o Quinta hasta la Octava y que el resto de ellas no se sintiese -como de hecho sucede-, ni siquiera anímicamente, parte del territorio. En el sur, cuando se quiere ir a la zona central, se dice: "Vamos al Norte", y en la Undécima Región, "Vamos a Chile". Esto es grave.
Estados Unidos cuenta con un sistema electoral distinto. Se encuentra dividido en 50 Estados y cada uno elige a dos Senadores. Ello es muy meritorio. Sería deseable que avanzáramos en ese sentido.
En mi opinión, la reforma debería ir en dicha línea, que parece bastante más positiva.
Como la alternativa que se nos presenta es distinta, voto en contra.
El señor HOFFMANN ( Secretario ).-
¿Algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor PIZARRO.-
Quiero fundar mi voto.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Tiene que votar, Su Señoría.
El señor PIZARRO.-
¡Pero deseo fundamentar mi pronunciamiento!
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Sólo podía hacerlo cuando fue llamado. Como no sucedió así, perdió el derecho.
El señor PIZARRO.-
En otras oportunidades se ha permitido.
El señor LARRAÍN (Presidente).-
En efecto; pero ahora el tiempo es limitado, señor Senador.
Hay otro asunto por analizar antes de que finalice esta parte de la sesión.
El señor PIZARRO.-
Si se trata del proyecto de la ENAMI, lo hago de inmediato. Si no, prefiero fundar mi posición.
El señor LARRAÍN (Presidente).-
Le voy a conceder la palabra por dos minutos.
El señor PIZARRO.-
No se preocupe, señor Presidente.
Voto a favor. Y espero que a continuación veamos el proyecto de ley de ENAMI.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Desgraciadamente, no alcanzaremos a tratarlo. El tiempo está por agotarse y todavía falta otro asunto.
--(Manifestaciones en tribunas).
El señor LARRAÍN (Presidente).-
Todos lo lamentamos; pero debemos abordar otra materia relacionada con la iniciativa en debate.
El señor HOFFMANN ( Secretario ).-
¿Algún otro señor Senador no ha emitido su voto?
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Terminada la votación.
El señor HOFFMANN ( Secretario ).-
Resultado de la votación: 22 votos negativos y 21 afirmativos.
Votaron por la negativa los señores Aburto, Arancibia, Bombal, Canessa, Cantero, Coloma, Cordero, Chadwick, Espina, Fernández, García, Horvath, Larraín, Martínez, Matthei, Novoa, Orpis, Prokurica, Ríos, Romero, Stange y Vega.
Votaron por la afirmativa los señores Ávila, Boeninger, Foxley, Frei (doña Carmen), Gazmuri, Lavandero, Moreno, Muñoz Barra, Naranjo, Núñez, Ominami, Parra, Pizarro, Ruiz (don José), Ruiz-Esquide, Sabag, Silva, Valdés, Viera-Gallo, Zaldívar (don Andrés) y Zurita.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
En consecuencia, se rechaza la propuesta de la Comisión por no alcanzarse el quórum requerido.
El señor CHADWICK.-
¡No es por falta de quórum, señor Presidente!
El señor FERNÁNDEZ.-
Se rechazó por 22 votos contra 21.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Excúsenme, Sus Señorías.
El señor CHADWICK.-
¡Se perdió en la votación!
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
La norma propuesta por la Comisión ha sido rechazada por mayoría.
El señor MORENO.-
¡No deje que le enmienden la plana, señor Presidente!
El señor LARRAÍN (Presidente).-
¡Por favor!
Con esta votación, concluye el análisis de las reformas constitucionales iniciado hace algunos meses.
Sin embargo, se ha presentado a la Mesa una solicitud para discutir una indicación renovada atinente al nombramiento de embajadores con acuerdo del Senado. La votación sobre la cual recae ya se efectuó y en ella no se logró el quórum exigido para aprobarla.
La única fórmula para volver a tratar la materia consiste en la reapertura del debate, para lo cual se precisa el acuerdo unánime de la Sala.
¿Habría unanimidad para reabrir la discusión sobre el punto?
Como no lo hay, no procede reexaminar el punto.
El señor ROMERO.-
Señor Presidente, que quede constancia de que quienes se opusieron fueron los Senadores señores Naranjo y Boeninger.
El señor LARRAÍN (Presidente).-
No es necesario dejar esa constancia.
El señor NARANJO.-
Me opuse, porque la composición del Senado no es democrática. Cuando lo sea, veremos si corresponde esa atribución.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
¡Silencio, por favor!
El señor NARANJO.-
Cuando esta Corporación sea profundamente democrática, podrá participar en la elección de embajadores.
El señor CHADWICK.-
¡Den la cara!
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Ruego a Sus Señorías dirigirse a la Mesa.
Ha terminado la primera etapa del proceso, iniciado aquí hace cuatro años, conducente a la introducción de modificaciones sustanciales a la Carta Fundamental.
Tiene la palabra el señor Ministro del Interior.
El señor INSULZA ( Ministro del Interior ).-
Señor Presidente , quiero agradecer, en nombre del Gobierno, el trabajo del Senado durante los cuatro años que duró este trámite. Esperamos que el proyecto quede finiquitado totalmente antes del término de la gestión de la actual Administración.
Ojalá la Cámara de Diputados lo despache pronto y las reformas se conviertan en parte de la Carta Fundamental dentro de un período razonable.
Deseo dejar constancia del esfuerzo desarrollado por quienes han presidido tanto la Comisión de Constitución como esta Alta Cámara en distintos períodos y, en general, por los señores Senadores y Senadoras que trabajaron arduamente para sacar adelante la iniciativa.
Muchas gracias.
El señor LARRAÍN ( Presidente ).-
Efectivamente, esta Cámara ha hecho un trabajo notable y, a pesar de las diferencias -algunas parecen ser muy grandes-, se han alcanzado acuerdos sustantivos. Con ello la Constitución permitirá un consenso mucho mayor que el hasta ahora existente, salvo en algunos temas evidenciados en la presente sesión.
--Queda despachado el proyecto en este trámite.
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