REP�BLICA DE CHILE DIARIO DE SESIONES DEL SENADO PUBLICACI�N OFICIAL LEGISLATURA 348�, EXTRAORDINARIA Sesi�n 53�, en jueves15 de mayo de 2003 Extraordinaria (De 11:2 a 15:16) PRESIDENCIA DE LOS SE�ORES ANDR�S ZALD�VAR, PRESIDENTE, Y CARLOS BOMBAL, VICEPRESIDENTE SECRETARIO, EL SE�OR CARLOS HOFFMANN CONTRERAS, TITULAR ____________________ � N D I C E Versi�n Taquigr�fica P�g. I. ASISTENCIA......................................................................................................... II. APERTURA DE LA SESI�N............................................................................... III. ORDEN DEL D�A: Proyecto de ley, en segundo tr�mite constitucional, que establece una nueva pol�tica de personal para funcionarios p�blicos (3075-05) (se aprueba en general).................................................................................................... VERSI�N TAQUIGR�FICA I. ASISTENCIA Asistieron los se�ores: --Aburto Ochoa, Marcos --Arancibia Reyes, Jorge --�vila Contreras, Nelson --Boeninger Kausel, Edgardo --Bombal Otaegui, Carlos --Canessa Robert, Julio --Cantero Ojeda, Carlos --Chadwick Pi�era, Andr�s --Coloma Correa, Juan Antonio --Cordero Rusque, Fernando --Espina Otero, Alberto --Fern�ndez Fern�ndez, Sergio --Flores Labra, Fernando --Foxley Rioseco, Alejandro --Frei Ruiz-Tagle, Eduardo --Garc�a Ruminot, Jos� --Gazmuri Mujica, Jaime --Horvath Kiss, Antonio --Larra�n Fern�ndez, Hern�n --Lavandero Illanes, Jorge --Mart�nez Busch, Jorge --Matthei Fornet, Evelyn --Moreno Rojas, Rafael --Mu�oz Barra, Roberto --Novoa V�squez, Jovino --N��ez Mu�oz, Ricardo --Ominami Pascual, Carlos --Orpis Bouch�n, Jaime --P�ez Verdugo, Sergio --Parra Mu�oz, Augusto --Pizarro Soto, Jorge --Prokurica Prokurica, Baldo --R�os Santander, Mario --Romero Pizarro, Sergio --Ruiz De Giorgio, Jos� --Ruiz-Esquide Jara, Mariano --Sabag Castillo, Hosa�n --Silva Cimma, Enrique --Stange Oelckers, Rodolfo --Vald�s Subercaseaux, Gabriel --Vega Hidalgo, Ram�n --Viera-Gallo Quesney, Jos� Antonio --Zald�var Larra�n, Adolfo --Zald�var Larra�n, Andr�s --Zurita Camps, Enrique Concurrieron, adem�s, los se�ores Ministros de Hacienda, Secretario General de la Presidencia y Secretario General de Gobierno, y los se�ores Subdirector de Racionalizaci�n y Funci�n P�blica, y el Asesor de la Direcci�n de Presupuestos. Actu� de Secretario el se�or Carlos Hoffmann Contreras y de Prosecretario, el se�or Sergio Sep�lveda Gumucio. II. APERTURA DE LA SESI�N --Se abri� la sesi�n a las 11:2, en presencia de 46 se�ores Senadores. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- En el nombre de Dios, se abre la sesi�n. III. ORDEN DEL D�A NUEVO TRATO LABORAL PARA FUNCIONARIOS DE ADMINISTRACI�N DEL ESTADO El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Corresponde proseguir la discusi�n general del proyecto de ley, en segundo tr�mite constitucional, que establece una nueva pol�tica de personal para los funcionarios p�blicos que indica, con informe de la Comisi�n de Hacienda y urgencia calificada de "suma". --Los antecedentes sobre el proyecto (3075-05) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican: Proyecto de ley: En segundo tr�mite, sesi�n 49�, en 13 de mayo de 2003. Informe de Comisi�n: Hacienda, sesi�n 52�, en 15 de mayo de 2003. El se�or HOFFMANN (Secretario).- Recuerdo a Sus Se�or�as que la relaci�n de la iniciativa se hizo en la sesi�n anterior. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Voy a suspender la sesi�n por quince minutos para sostener una reuni�n con el se�or Ministro de Hacienda. El se�or ROMERO.- �Me permite, se�or Presidente? Quiero plantear una moci�n de orden. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Tiene la palabra para tal efecto, se�or Senador. El se�or ROMERO.- Se�or Presidente, me parece fundamental para avanzar en esta iniciativa -para legislar sobre la materia se requiere un lapso adecuado-, no s�lo suspender la sesi�n, sino adem�s contar con los elementos necesarios. Nos acaban de entregar el informe. Necesitamos tambi�n copia del protocolo, para analizarlo. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Se distribuir� copia de ese documento a todos los se�ores Senadores. Se suspende la sesi�n por quince minutos. ------------- --Se suspendi� a las 11:3. --Se reanud� a las 11:16. --------------- El se�or BOMBAL (Vicepresidente).- Contin�a la sesi�n. Se suspende la sesi�n. --------------- --Se suspendi� a las 11:16. --Se reanud� a las 11:26. -------------- El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Contin�a la sesi�n. Tiene la palabra el Honorable se�or Mu�oz Barra, que desea pedirme una precisi�n. El se�or MU�OZ BARRA.- Se�or Presidente, la verdad es que casi no resulta oportuno hacer la consulta, dado que en este instante se est� discutiendo, en una sala contigua a �sta, la factibilidad de un protocolo de acuerdo. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- No se trata de eso, se�or Senador, sino de que el se�or Ministro est� informando a la Comisi�n de Hacienda lo que se acaba de conversar. Pero no hay ning�n protocolo de acuerdo ni ampliaci�n de un protocolo de acuerdo, salvo aquel de que se dio cuenta. El se�or MU�OZ BARRA.- En realidad, la consulta deber�a hacerla al Presidente de la Comisi�n de Hacienda, que no est� en la Sala, o al se�or Ministro de Hacienda, que tampoco est�. De manera que rogar�a a Su Se�or�a inscribirme para intervenir despu�s. --Se autoriza el ingreso a la Sala del Subdirector de Racionalizaci�n y Funci�n P�blica, se�or Alberto Arenas, y de los asesores de la Direcci�n de Presupuestos, se�ores Julio Valladares y Carlos Pardo. --(Manifestaciones en las tribunas). El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- �Por favor, les ruego mantener el orden! En la discusi�n general, tiene la palabra el Honorable se�or Silva. El se�or SILVA.- Se�or Presidente, estamos iniciando el debate -por cierto, muy precipitado y muy urgente- sobre un proyecto de ley que se ha denominado de "nuevo trato" y que sin duda constituye uno de los de mayor trascendencia y relevancia que han sido sometidos a la consideraci�n del Honorable Senado en el �ltimo tiempo. Digo que reviste trascendencia porque, en el escaso tiempo de que hemos podido disponer para entrar a su an�lisis, nos encontramos en presencia de un cambio total del sistema que regula la funcionalidad del Estado, en cuanto a la carrera funcionaria, a los sistemas que ata�en a la Administraci�n del Estado, etc�tera. Debo empezar por deplorar la calificaci�n de "suma" urgencia para una proyecto como �ste que, por su importancia y proyecci�n para el futuro de la Administraci�n del Estado, pens�bamos que el Congreso Nacional deb�a tratarlo con gran profundidad. Desafortunadamente, no ha sido as�. Ha habido imposibilidad para estudiarlo en todo su contexto y en todos sus alcances. Testimonio de ello es que reci�n ahora, al comienzo de esta sesi�n, se nos ha entregado el texto oficial que sirve de base a la deliberaci�n del Honorable Senado. S�lo hoy hemos conocido el informe de la Comisi�n de Hacienda, el que, naturalmente, ni siquiera hemos podido hojear, a pesar de tratarse de un asunto de extraordinaria relevancia. Por lo tanto, para los efectos del estudio que esta Corporaci�n debe realizar, no disponemos de otro antecedente que no sea el informe verbal del se�or Presidente de la Comisi�n de Hacienda, en el cual se da testimonio de que ayer, pr�cticamente durante todo el d�a y hasta avanzadas horas de la noche, esa Comisi�n estuvo abocada al an�lisis de esta iniciativa. Debemos lamentar tambi�n que un asunto de tal magnitud, dentro del cual est� inmersa una serie de materias de �ndole fundamentalmente jur�dico-institucional, no haya podido conocerlo la Comisi�n de Constituci�n, Legislaci�n, Justicia y Reglamento. Evidentemente, como se trata de cuestiones econ�micas, se dio preferencia a la Comisi�n de Hacienda; pero, a nuestro juicio, una normativa de esta contextura no pod�a dejar de ser tratada por las Comisiones de Gobierno y de Constituci�n. No ha ocurrido as�. Por lo tanto, el Senado comienza a abordar esta materia sin m�s antecedentes que los que acabo de mencionar. Debo destacar, asimismo, que se trata de una iniciativa respecto de la cual hemos tenido conocimiento, porque nadie ignora en este pa�s que hay una justificada efervescencia de los funcionarios que integran el sector p�blico. No es que justifique -como hombre de Derecho, no podr�a hacerlo- el paro que los servidores del Estado se han visto obligados a realizar, seg�n los dirigentes de la ANEF. Naturalmente, una cosa es justificarlo -y nunca en nuestra vida funcionaria lo hicimos-, y otra es no comprender que, cuando se trata de cuestiones de esta magnitud, por lo menos es explicable que se produzcan reacciones de ese tipo. --Manifestaciones en las tribunas. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Quiero hacer presente que, ante una nueva manifestaci�n, me ver� obligado, conforme a las disposiciones reglamentarias, a desocupar las tribunas. Es mi obligaci�n hacerlo como Presidente. Ustedes tienen que entenderlo. Les he solicitado varias veces que no insistan en esas actitudes, y si no son capaces de respetar las normas, deber� adoptar las medidas del caso. Puede continuar, se�or Senador. El se�or SILVA.- Se�or Presidente, como hombre de Derecho, que representa y defiende, como Sus Se�or�as, la singularidad de la democracia, no puedo dejar de expresar que aqu�, de alguna manera, se deduce el peligro que entra�a lo que muchos polit�logos y juristas han llamado la "democracia de los consensos". Cuando se producen los consensos, no podemos concebir que ellos puedan llegar hasta impedir que un �rgano, cuna de la democracia en cualquier pa�s, pueda discutir en plenitud materias de esta relevancia. Sin embargo, como consecuencia de esos consensos producidos desde el 30 de enero, se ha cre�do entender que las cosas que se someten a nuestra consideraci�n llegan pr�cticamente hechas, ya finiquitadas. Y ayer todos fuimos testigos de que era casi imposible discutir en plenitud un proyecto sometido a la consideraci�n del Senado, precisamente porque sobre �l ya se hab�a producido consenso. Se�alo el peligro que eso entra�a para la democracia. No puedo dejar de recordar algo que los viejos, como quien habla, necesariamente traemos a colaci�n y que se refiere al llamado "Congreso Termal", que gener� situaciones como las de ahora . Quiero dejar testimonio de mi categ�rica protesta por hechos de esta magnitud, los que, de seguir present�ndose, nos llevar�an a enfrentar problemas que ninguno de nosotros anhela ni quiere, se�or Presidente. Hay aqu� una cuesti�n de responsabilidad hist�rica. Cada cual tendr� que asumirla por los hechos a que estamos abocados. El pretender que proyectos de tanta envergadura se despachen con esta ligereza s�lo porque es necesario dar cuenta de ellos el 21 de mayo, en raz�n de que el 30 de enero se alcanz� un "acuerdo de consenso", sienta precedentes grav�simos. Y debe someterse a la consideraci�n de nuestras conciencias el peligro que para la democracia representa crear situaciones de esta naturaleza. Yo asumo modestamente mi responsabilidad: declaro que esta iniciativa presenta serios reparos constitucionales, que no he guardado para hacerlos presentes en esta ocasi�n, ya que oportunamente los hice llegar a conocimiento del Gobierno de la Rep�blica. No se me contest�. Ni siquiera hubo acuse de recibo. Estas cuestiones de constitucionalidad, por lo dem�s, no nacen del capricho de quien est� hablando, sino de por lo menos tres fallos emitidos por el Tribunal Constitucional respecto de materias muy vinculadas a �sta, los cuales est�n en el conocimiento -o debieran estarlo- de todos los interesados en la cosa p�blica. Junto a otros Honorables colegas, me propongo presentar reserva de constitucionalidad, y como el Tribunal Constitucional se pronunciar� necesariamente sobre esta materia, tengo serias dudas en cuanto a que este proyecto, en los t�rminos propuestos, pueda culminar. Y mis dudas provienen de fallos muy di�fanos de ese Tribunal y, tambi�n, de la situaci�n producida la pasada semana el Senado, en un caso muy parecido, en que por unanimidad debi� rechazar una disposici�n del proyecto sobre la cultura y el arte, la que hoy d�a se est� repitiendo. Por lo tanto, se�or Presidente, dejo constancia de nuestra reserva de constitucionalidad en esta materia. Mientras tanto, deberemos entrar a pronunciarnos sobre un proyecto que, tal vez por la ligereza con que se present� a la consideraci�n del Congreso y con que se ha discutido aqu�, a pesar del inter�s que en su despacho puso la Comisi�n de Hacienda todo el d�a de ayer, contiene defectos de fondo y de forma. Si hasta da verg�enza ver c�mo se utilizan mal las palabras, con acepciones contrarias a las se�aladas por el Diccionario de la Lengua Espa�ola. Ojal� que la Secretar�a puede enmendar esos errores, si es que ello no genera cuestiones m�s de fondo. En el T�tulo I se establece una serie de beneficios, que por cierto son favorables para los empleados del Estado, y en el T�tulo II se crea la Bonificaci�n por Retiro, la que de alguna manera reemplaza al antiguo desahucio, pero con la diferencia de que �ste era financiado en gran parte por los propios funcionarios, en tanto que aqu�l lo es exclusivamente por el Estado. No obstante lo sorprendente que esto resulta a primera vista, asombra observar que se crea un "fondo para la bonificaci�n por retiro", que, no obstante ser financiado en un porcentaje exclusivo por el Estado, no ser� administrado por �ste, sino por una corporaci�n privada, la que, obviamente, como el propio proyecto lo dispone, cobrar� la retribuci�n correspondiente. Yo me permito recordar a los se�ores Senadores -y somos los viejos, sin duda, los que lo conocimos- que existi� un fondo de desahucio para el empleado de la Administraci�n Civil del Estado, pero con una diferencia: se financiaba en parte por los funcionarios y en parte por el Estado. �Y qui�n lo administraba, sin cobro de ninguna especie? La Contralor�a General de la Rep�blica. En el t�rmino de una semana, como m�ximo, el desahucio se pagaba. �Por qu� se recurre a este sistema ahora? Porque en todo este proyecto estamos viendo la tendencia, cada vez m�s sutil, de ir privatizando en mayor grado las iniciativas, como si se le temiera al Estado. Son muchos los que plantean que hay que jibarizar al Estado y disminuirlo al m�nimo. Y yo pregunto: �en beneficio de qui�n? �Acaso no estamos viendo lo que pasa con entidades o corporaciones privadas, involucradas en juicios de gran magnitud? El se�or ZALD�VAR (Presidente).- Se ha agotado su tiempo, se�or Senador. El se�or SILVA.- Terminar� en dos minutos. El se�or ZALD�VAR (Presidente).- En un minuto. El se�or SILVA.- Adem�s, el proyecto se refiere a otras cuestiones que deber�an analizarse en profundidad. No creo que lo vayamos a hacer ahora. Se crea una entidad denominada Direcci�n Nacional del Servicio Civil. Pero la Constituci�n de la Rep�blica garantiza, en su art�culo 38, la carrera funcionaria, para lo cual se dict� la Ley Org�nica Constitucional de Bases de la Administraci�n del Estado. �Por qu� ahora se cambia este sistema, que en nuestro Derecho primigeniamente fue de origen franc�s, por otro de car�cter anglosaj�n? Pero se trata de un cambio que no comprende todas las estructuras. Esto denota que, en lo que se quiere hacer y en lo que se ha hecho, se est� procediendo al margen de la Carta Fundamental. Por la premura del tiempo, me veo obligado a reiterar, primero, que, junto a varios se�ores Senadores, presentar� reserva de constitucionalidad. Segundo, este protocolo, que conozco de visu porque s�lo ahora se nos entreg�, es el testimonio m�s claro de que el estudio del proyecto es incompleto y de que quedan muchas cosas en el tintero. Se inventa un protocolo de buena voluntad para los efectos de tratar de complementar y de apaciguar las justificadas inquietudes de sectores de la Administraci�n del Estado ante el peligro que entra�a la promulgaci�n de una ley de esta nturaleza. He dicho. El se�or ZALD�VAR (Presidente).- Tiene la palabra el Senador se�or Horvath. El se�or HORVATH.- Se�or Presidente, en primer lugar quiero se�alar que este acuerdo pol�tico tiene un esp�ritu general, pero no nos amarra de manos para analizar los detalles. En este sentido, creo que la Sala y cada uno de nosotros merece disponer de una serie de aclaraciones previas a votar. En su momento, daremos a conocer los art�culos que, a nuestro juicio, son los m�s sensibles. Antes, deseo agregar algo propio de la experiencia personal. En la Administraci�n P�blica hay personas que leg�timamente sostienen distintas posiciones pol�ticas y que, si sus jefes dan el ejemplo en el trabajo, rinden en forma m�s eficiente y eficaz. Si esas jefaturas no funcionan, no pueden exigir mejor desempe�o a quienes desempe�an cargos subordinados. En la Administraci�n P�blica, a nuestro juicio, no hay nadie de m�s. Realmente, todos pueden desarrollar una muy buena labor. En cuanto a los detalles, deseo saber por parte de la Comisi�n o del se�or Ministro de Hacienda qu� ocurrir� con algunos cargos que son de confianza y que, conforme al proyecto, pasar�n a tener el car�cter de carrera o concursables, como el caso de los jefes de departamento. �Ellos van a ser objeto de concurso inmediato o despu�s de cierto per�odo, o los actuales van a quedar amarrados hacia el futuro? En segundo lugar, dentro de los pormenores, existe un cambio del incremento por desempe�o individual a desempe�o colectivo. Entendemos que es bueno generar equipos de trabajo y una din�mica de cooperaci�n. Sin embargo, ello debe condecirse con el desempe�o individual. Hay ejemplos m�s que claros en distintos sistemas en los cuales las responsabilidades han de ser compartidas y tambi�n debe destacarse el desempe�o individual. De lo contrario, podr�a haber una tendencia general, incluso, a la baja. En lo que respecta a la bonificaci�n por retiro, se hablaba de 28 mil funcionarios que ya cumplen con algunos de los requisitos para tal efecto. En verdad, aqu� se establecen ciertas modalidades a las cuales pueden acceder; pero si no lo hacen en determinado tiempo, cada seis meses, van perdiendo un mes por a�o, con un tope original de diez meses para las mujeres y de nueve para los hombres. �C�mo se condice lo anterior con la comisi�n de trabajo que hoy en d�a se realiza entre la ANEF y el Gobierno para reparar el da�o previsional en la Administraci�n P�blica? En el art�culo 33 se se�alan algunos beneficios como "bien pagados". Creo importante que ello sea aclarado. Desde el punto de vista de la garant�a de que aqu� no habr� discriminaci�n pol�tica para un lado u otro a futuro, el Consejo de Alta Direcci�n P�blica estar� presidido por una persona nombrada por el Presidente de la Rep�blica e integrado, adem�s, por otras cuatro, designadas por �ste con acuerdo del Senado. Es altamente probable que dos de ellas representen a un sector pol�tico y las dos restantes, a otro; pero dentro del Consejo siempre existir� una votaci�n 3 contra 2. Por lo tanto, �qu� garant�a habr� de que exista un equilibrio y, adem�s, un claro respeto por el desempe�o de las personas, independiente de su posici�n pol�tica? En cuanto a los cargos adscritos, a nuestro juicio, es una figura que se logr� por un acuerdo pol�tico en 1989, conforme a una realidad determinada. Entonces, �por qu� un acuerdo pol�tico hoy va a romper ese compromiso? Siempre insisto en la idea de que ning�n funcionario p�blico est� de m�s y de que todos pueden, realmente, desarrollar un trabajo importante. Entiendo que aqu� se ha acordado una f�rmula por la cual la indemnizaci�n de 11 meses por cada dos a�os servidos, como tope, ser� reducida en dos meses por cada a�o hasta un m�ximo de tres, para que el nuevo Gobierno, de alguna manera, tome una decisi�n. Creemos que ello no respeta el acuerdo pol�tico original. Acerca de las calificaciones �que es un tema clave-, en nuestro concepto, las organizaciones, de acuerdo con sus distintos estamentos de la Administraci�n P�blica, deben tener un rol claro de participaci�n, para evitar abusos y alg�n tipo de arbitrariedad. Por �ltimo, deseo saber si el protocolo que nos entreg� el Presidente de la Comisi�n de Hacienda es vinculante, o, sencillamente, es algo �por as� decirlo- de buena intenci�n. Eso tambi�n deber�a influir en nuestra decisi�n. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable se�or Viera-Gallo. El se�or VIERA-GALLO.- Se�or Presidente, nos encontramos debatiendo en la Corporaci�n �como lo expres� muy bien el Senador se�or Silva- en una situaci�n bastante compleja. Hay un acuerdo pol�tico que, de alguna manera, nos involucra a los Senadores que nos hallamos presentes. Por otra parte, cada uno de nosotros tiene muchas observaciones, dudas y sugerencias en cuanto al proyecto sometido a la consideraci�n de la Sala. Mi primera consulta dice relaci�n a si es posible que la iniciativa pueda ser despachada en general y se abra un plazo para formular indicaciones. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Hay un acuerdo de Comit�s de tratar y despachar el proyecto hoy. No puedo modificarlo cuando aqu�l fue adoptado por unanimidad. El se�or VIERA-GALLO.- Se�or Presidente, si es as�, hay que atenerse a las reglas del Senado, y lo lamento muy profundamente. Porque me habr�a gustado presentar indicaciones sobre muchos art�culos, conversar con las autoridades �entiendo que lo hicieron los miembros de la Comisi�n de Hacienda-; pero, obviamente,... El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Tiene derecho a formular indicaciones en este tr�mite, se�or Senador. El se�or VIERA-GALLO.- S�, se�or Presidente. Pero Su Se�or�a comprender�, primero, que si las presento ahora lo m�s probable es que la Mesa las declare inadmisibles, y segundo, no hay tiempo para discutirlas. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Las declarar� inadmisibles si ameritan ser consideradas as�, pero no por no tratarlas. En todo caso, mantiene su derecho a presentarlas. El se�or VIERA-GALLO.- Sin duda, casi todas ser�n declaradas inadmisibles, no por mala voluntad del se�or Presidente, sino, conforme al Reglamento, porque inciden en las atribuciones de los organismos. Postergo lo relativo a los beneficios �considero que es algo muy importante- de los trabajadores, para referirme a otro aspecto. Hay un cambio esencial aqu� que no deja de sorprenderme, en cuanto al equilibrio que deber�a haber en la Administraci�n del Estado entre la carrera funcionaria y la direcci�n pol�tica del Gobierno, sea cual fuere �ste. Resulta que en el proyecto se restringen los cargos de confianza del Presidente de la Rep�blica y, por consiguiente, se aumentan en cierto sentido, a mi entender, los puestos de carrera funcionaria. Como se�al� el Senador se�or Horvath, por ejemplo, jefes de departamento o de divisi�n. Pero, al mismo tiempo, en el art�culo 7� bis no se establece un mecanismo adecuado para que ese cambio signifique un proceso, entre comillas, de modernizaci�n. Porque para que haya un concurso abierto al p�blico en general deben ocurrir tantas cosas que, en verdad, no va a suceder nunca. Por lo tanto, para ser designado jefe de divisi�n o de departamento en determinada repartici�n del Estado, se efectuar� un concurso interno. Y �ste, que se har� con gente a contrata que lleva tres a�os de antig�edad o con personal de planta, restringe el universo. Hoy d�a, ese cargo es de la exclusiva confianza pol�tica. Eso se elimina. Puede haber buenas razones para hacerlo. Pero no s� si la soluci�n adecuada es restringir el nombramiento de esos cargos, que son de importancia para sacar adelante pol�ticas p�blicas, a los funcionarios de esa repartici�n que est�n a contrata, etc�tera. Y resulta que, para realizar un concurso p�blico, la letra c) del art�culo 7� bis se�ala que deben cumplirse todos los requisitos de la letra b), es decir, que no haya en el Ministerio personas contratadas, etc�tera. Y despu�s termina con una frase, que tampoco se entiende: Dice: "en los casos en que no se re�na el n�mero de integrantes requerido, el jefe superior del servicio solicitar� al ministro del ramo que designe a los funcionarios necesarios para este efecto." En seguida, la letra c) expresa: "A falta de postulantes id�neos, una vez aplicado el procedimiento anterior, deber� llamarse a concurso p�blico."; o sea, nunca. Por lo tanto, deseo llamar la atenci�n al respecto. �Acaso se considera modernizaci�n el pasar un cargo que es de la confianza pol�tica a un concurso extremadamente restringido? �Es eso? M�s all� de que ello guste o no guste a los funcionarios p�blicos, quienes impulsaron el proyecto en an�lisis lo hicieron para modernizar la Administraci�n P�blica. Desde cierta �ptica, puede ser discutible. Pero tiene que haber una l�gica en esa visi�n. No me parece natural que personas externas al Ministerio desempe�en los cargos de jefes de divisi�n y de departamento, que son de confianza, porque tienen responsabilidad en sus pol�ticas p�blicas. Eso se elimina. Est� bien. Pueden tener raz�n. Pero, en ese caso, donde antes no se acced�a por carrera, lo l�gico es que se realice un concurso muy amplio, para que la nueva Direcci�n sugiera en una terna las personas m�s id�neas. Sin embargo -y lo digo porque fui Subsecretario y s� lo que es nombrar y cu�l es el �mbito funcionario-, va a quedar �nica y exclusivamente reducido a la esfera del personal de esa repartici�n. Por lo tanto, creo que es una norma inadecuada, que puede estar avalada por el acuerdo pol�tico que se quiera -�se es otro punto-, pero a m�, por lo menos, me parece que aqu� hay algo que no estamos haciendo bien. Por eso he planteado la posibilidad de abrir un plazo para presentar indicaciones, con el fin de discutir �a lo mejor a prop�sito de un acuerdo pol�tico que se haga de buena voluntad entre el Gobierno y la Oposici�n, porque no se trata de boicotear el proyecto-, todos estos temas, que van en bien de una buena Administraci�n del Estado, que todos, aunque con criterios distintos o dispares, queremos modernizar, con el objeto de hacerla m�s eficiente y eficaz en la defensa de los derechos ciudadanos. Por �ltimo, se�or Presidente �con esto termino-, creo que el Senador se�or Silva tiene toda la raz�n en cuanto a la administraci�n del fondo de retiro. Si existe una experiencia positiva en la Contralor�a General de la Rep�blica en ese �mbito, no veo impedimento alguno para que los recursos correspondientes deban ser administrados por los privados... La se�ora MATTHEI.- �M�ndeselos a la CORFO...! El se�or VIERA-GALLO.- Le pido un poco m�s de respeto, se�ora Senadora. Podemos tener opiniones diferentes, pero debemos respetarnos. Reitero que en ese aspecto comparto las expresiones del Honorable se�or Silva. En buenas cuentas, se�or Presidente, lo mejor ser�a aprobar en general el proyecto �porque todos estamos en la idea de modernizar la Administraci�n P�blica y porque beneficia a los trabajadores fiscales- y, lo m�s importante, discutirlo art�culo por art�culo, pues cada uno de nosotros puede tener un aporte que hacer. Como eso no es posible, dejo hasta aqu� mi intervenci�n. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable se�or �vila. El se�or �VILA.- Se�or Presidente, este proyecto, y en particular la idea de introducir el sistema de alta direcci�n p�blica, vienen contaminados con el sentimiento de culpa del Gobierno por los numerosos casos de corrupci�n que han estallado en su entorno. Debido a ello, claramente ha querido congraciarse con un sector pol�tico, renunciando a cuestiones de principios y a concepciones ideol�gicas. El sistema de alta direcci�n p�blica es un injerto anglosaj�n que se pretende incorporar en un modelo totalmente distinto desde todo punto de vista, lo cual no hace m�s que introducir una gran incoherencia. Por supuesto, tambi�n desata una profunda frustraci�n entre los servidores p�blicos. �sta era la gran oportunidad para estimular a todo el aparato estatal, llevando hasta el l�mite la carrera funcionaria. Con ello, se habr�an generado condiciones para una capacitaci�n con verdadero sentido y, adem�s, para generar un alza -muy conveniente, desde luego- en la autoestima, tan menoscabada, de los agentes p�blicos. Me refiero, fundamentalmente, a aquellos que nunca est�n en la primera plana de las noticias y efect�an su labor en silencio, al mismo a que hoy se hallan condenados los asistentes a las tribunas. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- En el Senado no se condena a nadie al silencio, Su Se�or�a, sino que se aplica el Reglamento. Puede continuar. El se�or �VILA.- Yo no digo que usted los haya condenado, se�or Presidente, sino el Reglamento. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Me parece bien que lo precise. El se�or �VILA.- Se�or Presidente, el sistema que plantea el proyecto del Gobierno es el mismo que aplic� la se�ora Margaret Thatcher con el prop�sito de destruir el estado de bienestar en el Reino Unido. Se trata de la teor�a del gerente p�blico, a los cuales aqu�, con cierto pudor, se les cambia el nombre por el de "altos directivos p�blicos". Esta teor�a sostiene que los que administran el Estado lo hacen mal; que los gerentes privados, en cambio, son excelentes, y que, por lo tanto, habr�a una buena administraci�n p�blica si se incorporaran a ella directivos provenientes del mundo de los negocios. Es lo que se hizo en el Reino Unido, destruyendo el servicio civil brit�nico, que ten�a enorme relevancia y reconocimiento. Esta teor�a parte del supuesto de que lo que necesita una instituci�n son buenos dirigentes, que manipulen los tres elementos b�sicos que existen, las tres "emes", como se los identifica en aquel sistema: men, money, material. Esta teor�a considera a las personas simplemente como un recurso, al mismo nivel que el dinero y los de orden material. Los gerentes, en cambio, son los que aportan la inteligencia y el liderazgo que hacen que el servicio funcione bien. A mi juicio, no se ha medido el alcance que a futuro tendr� el engendro que hoy se incorpora con este proyecto. Se rompe con una cultura de muchos a�os en el �mbito de la Administraci�n del Estado, y se pierde la gran oportunidad de producir un est�mulo gigantesco para el desarrollo profesional de todos los servidores p�blicos del pa�s. Y todo esto, con la agravante de que tenemos que pr�cticamente mirar al paso una iniciativa que trae en su seno cargas de profundidad que ma�ana ir�n explotando sistem�ticamente; por desgracia, no en las manos de sus autores, sino en las de quienes ser�n las v�ctimas de esta pol�tica dictada a la ligera, sin un razonamiento profundo, sin el tiempo necesario para considerarla en todos sus efectos. Me voy a referir a algunos aspectos puntuales. El nombramiento de los consejeros del organismo que se establece se har� con acuerdo del Senado. Y me quieren decir que con eso se elimina el factor pol�tico. �Falso! Lo que se hace es trasladar el binominalismo a la designaci�n de tales autoridades. Por lo tanto, no es que los consejeros vayan a estar impolutos, descontaminados del factor partidista; simplemente, habr� un reparto equitativo de las influencias que progresivamente se ir� plasmando en todo el �mbito de la Administraci�n del Estado. No digamos las cosas con ese lenguaje el�ptico y confuso, sino que seamos claros. No se eliminar� el factor pol�tico; simplemente, se cambia un mecanismo de la misma naturaleza por otro. Y, desde luego, la proposici�n de que estos consejeros duren tres a�os es m�s que sintom�tica. Seg�n el proyecto, ciertamente habr� un est�mulo monetario para quienes forman parte de ese peque�o c�rculo dorado que manejar� todo lo concerniente al personal del �mbito p�blico. Para ellos habr� incentivos materiales. Mientras m�s firmemente sostengan en su mano el l�tigo, m�s premios van a recibir. Por otra parte, se habla de un fondo de capitalizaci�n. Ya analiz� el tema el Honorable se�or Silva. Pero aqu� viene lo que sin duda constituy� otro elemento de la negociaci�n. Se dijo a los distinguidos representantes de la Oposici�n que se va a crear otro monto de dinero bien interesante, por su magnitud. Entonces, �c�mo andar�a que repiti�semos el sistema de las AFP? Lo entregamos a unos privados que ya deben estar frot�ndose las manos, a la espera de que el Senado apruebe la idea, pero sin que sepamos cu�nto cobrar�n por la administraci�n. Ya en las AFP se eleva a alrededor de 30 por ciento. �Un guarismo inusitado! �Escandaloso en todo el mundo! Pero nosotros estamos curados de espanto. �Somos los ingleses de Latinoam�rica! �Podemos imitar a la Thatcher, incluso en sus m�s aberrantes medidas y decisiones gubernamentales! Por �ltimo, se nos informa que hay un protocolo que todav�a tiene dificultades para ser firmado. �Qui�nes participan? Tom� nota de lo que nos inform� el Presidente de la Comisi�n de Hacienda. Est� conformado por tal Comisi�n, por el Presidente del Senado y por el Gobierno. Pregunto: �Y los trabajadores? �Bien, gracias! �No est�n en el proyecto! �No est�n en el protocolo! �No est�n en la consideraci�n m�s elemental y m�nima de una iniciativa que incidir� en su futuro por muchos a�os! Y adem�s, en mi opini�n, aqu� se juega la suerte de la Administraci�n del Estado. Insisto: hemos perdido la gran oportunidad de que este renunciamiento del Gobierno a llenar cargos de confianza se constituyera en el espacio para que la carrera funcionaria avanzara hasta un l�mite que no hab�a conocido la Administraci�n en toda la historia de la Rep�blica. �Este Gobierno perdi� la posibilidad de haberse presentado el 21 de mayo con una iniciativa verdaderamente revolucionaria, que lo habr�a consagrado, que lo habr�a enaltecido de cara a la historia! �Pero no! Prefiri� sucumbir. Prefiri� claudicar a los intereses pol�ticos de la Oposici�n en Chile. Hoy existe un Gobierno de unidad nacional. No hay pr�cticamente diferencia alguna, s�lo menor, de detalles, una que otra tuerca, un tornillito suelto. La maquinaria est� funcionando perfectamente, a todo vapor, en la direcci�n que ya sabemos. Triste, muy triste para quienes un d�a depositamos todas nuestras esperanzas y nuestros sue�os para que el camino escogido nos llevara a un mundo mejor que el que hoy estamos construyendo. El tema invocado por el Senador se�or Silva es de extraordinaria relevancia. El acuerdo marco -como lo denominan y que yo llamo "arco", porque por ah� se meten los goles a los funcionarios del Estado y a gran parte de la ciudadan�a- est� convirti�ndose en una especie de gel lubricante que permite introducir todo lo que se quiera f�cilmente, sin dolor. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Termin� su tiempo, se�or Senador. El se�or �VILA.- S�lo un minuto, se�or Presidente, para� El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Medio minuto, pero para redondear la idea y no para seguir en el tema. El se�or �VILA.- �Ojal� se pudiera redondear una idea en medio minuto! El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Con su inteligencia, puede hacerlo. El se�or �VILA.- Agradezco enormemente la deferencia del se�or Presidente. S�lo quiero decir que ojal� el proyecto llegue a conocimiento del Tribunal Constitucional, para que �ste cumpla con el deber que le corresponde. No puede pasar, porque tiene vicios de esa �ndole. Pero adem�s de los de orden legal, los presenta desde el punto de vista �tico, dado que constituye, por un lado, una transgresi�n a principios fundamentales del servicio p�blico y, por otro, una traici�n a los compromisos contra�dos por los agentes del Estado. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Termin� su tiempo. Quiero hacer presente al se�or Senador �porque yo he sido mencionado- que el protocolo que Su Se�or�a mencion� me fue entregado ayer y lo transfer� de inmediato a los dirigentes de la ANEF. No s�lo tomaron conocimiento de �l, sino que se convers� acerca del mismo. Luego, porque no hubo acuerdo para firmar ese protocolo, por diversas razones, se entreg� a la Comisi�n de Hacienda con un solo sentido y con mi propio aval: constituirnos en garantes en cuanto a que lo que expresa el se�or Ministro de Hacienda en ese documento tiene que hacerse efectivo en el pr�ximo tiempo, de acuerdo con la legislaci�n o las normas de orden administrativo que haya que dictar. Por lo tanto, no he dejado de darlo a conocer a sus dirigentes. Soy muy respetuoso de lo que son las funciones de las organizaciones gremiales y de los dirigentes de la ANEF. De modo que espero que no se me formule ese cargo. El se�or �VILA.- Se�or Presidente, yo no he querido lastimar su dignidad y orgullo ni con el p�talo de una rosa. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Se lo agradezco. Contin�a el debate. Tiene la palabra el Honorable se�or Ruiz De Giorgio. El se�or RUIZ (don Jos�).- Se�or Presidente, no voy a repetir algunos de los conceptos que emiti� el Honorable se�or Silva respecto de la urgencia con que estamos tratando el proyecto, as� como de haber tenido reci�n conocimiento del informe emitido por la Comisi�n de Hacienda despu�s de iniciada su relaci�n en la Sala. Se trata de una iniciativa con 73 art�culos permanentes y varios transitorios. El Senador se�or Silva plante� que debi� ser tramitada en la Comisi�n de Constituci�n, Legislaci�n y Justicia y en la de Gobierno, Descentralizaci�n y Regionalizaci�n. Y tiene toda la raz�n. Pero si nosotros legisl�ramos conforme al sentido de ella, hubo de pasar primero por la Comisi�n de Trabajo. Es cierto que el proyecto implica un costo, al igual como todas las actividades que, en general, desarrolla el Estado. �Todo tiene costo! La mayor parte de los proyectos que ingresan al Parlamento, necesariamente, pasan por la Comisi�n de Hacienda, porque as� lo establece el Reglamento del Senado. Sin embargo, el que se encuentra en debate ten�a que analizarse en la Comisi�n de Trabajo, pues contiene materias tremendamente importantes relacionadas con el desarrollo de la carrera funcionaria, la vida de los trabajadores de la Administraci�n P�blica, sus remuneraciones, beneficios y el conjunto de materias propias de la relaci�n laboral entre los servidores del Estado y el Gobierno que lo representa. En tal �rgano de estudio �debo decirlo con mucha claridad- se podr�an tocar los temas que se mencionan en el informe, que son t�picos de la relaci�n laboral. No pretendo desmerecer la importancia de la Comisi�n de Hacienda para analizar el costo de la iniciativa, los �temes presupuestarios y en qu� partida del Presupuesto de la Naci�n se incluir�n, lo cual adem�s est� claramente establecido. A partir de eso, quiero se�alar que no hemos tenido la oportunidad de estudiar detenidamente el proyecto y que �ste no podr�a ser resuelto en una sola sesi�n del Senado. Estimo que la "suma" urgencia establecida por el Gobierno -no quiero calificar el hecho- no es el mecanismo m�s adecuado. En estos d�as hemos despachado varias iniciativas legales y se anuncian otras. Estoy de acuerdo en que si el Senado en particular y el Parlamento en general tienen que aumentar el n�mero de sesiones, deban hacero. As� hemos estado procediendo en esta �ltima semana a ra�z de la gran cantidad de materias por analizar. Pero no podemos legislar a la carrera. Si estuvi�ramos decidiendo aqu�, por ejemplo, un aumento de remuneraciones para el sector p�blico, no me cabe ninguna duda de que el proyecto pertinente deber�a ser tramitado con urgencia, incluso con "discusi�n inmediata". Ello, porque en este clase de asuntos existen s�lo dos posibilidades: o aprobamos lo que propone del Gobierno o lo rechazamos. Los Parlamentarios no tenemos ninguna posibilidad de enmendar o aumentar los montos. En consecuencia, en ese tipo de iniciativas, de alguna manera, se justifica la calificaci�n de "suma" o de "discusi�n inmediata". Sin embargo, no me parece razonable que un proyecto de ley, el primero que se presenta en muchas d�cadas referente a un cambio profundo y dr�stico en el sistema de la Administraci�n del Estado en materia de personal, se discuta con extrema premura y deba ser despachado en una sola sesi�n. A mi juicio, ello es absolutamente contrario a la l�gica y al prestigio del Parlamento. Por lo tanto, para evitar que el sistema se consolide y se apruebe hoy la iniciativa, anuncio que votar� en contra. Ojal� los legisladores formemos conciencia sobre la necesidad de realizar un debate a fondo acerca de la materia. Pero la �nica manera de hacerlo es conseguir que el proyecto no sea aprobado en esta oportunidad, obligando as� al Gobierno a un an�lisis m�s amplio, de tal modo que el Parlamento no se convierta solamente en una suerte de buz�n para recepcionar las iniciativas del Ejecutivo, sino que, adem�s, tenga la oportunidad de aportar a ellas. Porque para eso existe. El Congreso es para discutir, para intercambiar ideas con respeto, pues no se trata de ofender a nadie. En fin, a los legisladores nos corresponde ejercer nuestro derecho y con la responsabilidad que se nos ha entregado. Se�or Presidente, extra�o que aqu�, por ejemplo, no se analice con m�s detenimiento lo que pasa con la creaci�n del Sistema de Administraci�n del Personal del Estado, que depender� del Ministerio de Hacienda. Esta Secretar�a de Estado tiene ya una carga excesiva y gran responsabilidad en temas econ�micos. De hecho, pr�cticamente en ninguna Cartera se hace algo en materias financieras sin que los especialistas de Hacienda den el visto bueno. Ahora, tampoco los Ministerios podr�n hacer nada en cuanto a personal sin que primero sea aprobado por un organismo de Hacienda, lo que es un exceso. Esto va en contra, incluso, de la denominada "moderna administraci�n del Estado", pues en vez de descentralizar, estamos centralizando. En mi concepto, �sta no es la manera de avanzar hacia la modernizaci�n del Estado. Me parece razonable establecer una escala �nica, como existe hoy d�a, perfeccionada quiz�s, fijando algunos mecanismos generales, y que cada Ministerio tenga su propia l�nea de personal, porque son distintas sus funciones, acciones, tareas, e incluso su organizaci�n. Por lo tanto, una manera de hacer que el Estado funcione eficientemente es con la descentralizaci�n, labor realizada quiz�s con un poco de lentitud, por lo que hay que profundizarla. Entonces, debemos analizar a fondo esta materia, pues no puede quedar entregada, como lo estamos haciendo, a la responsabilidad de un solo Ministerio. Asimismo, quiero referirme a otro tema que para m� reviste relevancia fundamental. Se trata de la transformaci�n que se hace a la carrera funcionaria, quedando de alguna manera limitada, restringida; no digo que se termine o elimine. Esto tambi�n debiera analizarse en profundidad. Cabe preguntarse, adem�s, qu� pasar� con los funcionarios que ya tienen una larga trayectoria en la Administraci�n P�blica y que en todos estos a�os no han contado con la posibilidad de capacitarse debidamente para competir en igualdad de condiciones con otros de menor jerarqu�a que, tal vez, han ingresado con m�s estudio y preparaci�n. Tendr�n que competir con ellos para disputar los cargos que ir�n quedando vacantes en la Administraci�n del Estado. Por otro lado, �qu� ocurre con la tremenda deuda previsional del Estado chileno con los funcionarios p�blicos, a quienes no les han hecho las imposiciones acorde con sus remuneraciones reales, sino que se les han impuesto sobre una parte de ellas? �Qu� pasa con esa deuda, especialmente la de aquellos que fueron obligados durante el Gobierno militar a traspasarse al sector privado? �stos, hoy d�a, afiliados a las AFP, carecen de un bono de reconocimiento. Si ma�ana tienen que jubilar, lo har�n con una pensi�n miserable. Aqu� se establece una suerte de puente, lo que, a mi juicio, es del todo insuficiente. En mi opini�n, no podemos aprobar una norma de este tipo mientras no se garanticen los derechos reales y leg�timos de los trabajadores de la Administraci�n P�blica y se hagan efectivas las imposiciones adeudadas. Cuando se hayan resuelto los problemas de la deuda previsional y los funcionarios puedan acogerse a una jubilaci�n en condiciones dignas, entonces podremos comenzar la discusi�n de la posibilidad de su alejamiento, incluso en forma masiva. En cuanto a las exigencias que se pondr�n a los trabajadores p�blicos en estos famosos concursos �evaluaci�n de desempe�o, experiencia calificada, aptitudes para el cargo, ponderaciones y otros factores-, surge la siguiente pregunta: si en el pa�s rigen el Estatuto Administrativo y el sistema de calificaciones, �por qu� no se pondera debidamente a los trabajadores del Estado a trav�s de tales mecanismos? Digamos tambi�n con mucha claridad, se�or Presidente, que los ejecutivos o los directivos m�ximos de la Administraci�n P�blica, han sido incapaces de modificar un sistema de calificaciones que no funciona, que no existe en los hechos, porque a los funcionarios p�blicos se los califica pr�cticamente a todos igual, salvo contadas excepciones. Si hoy tuvi�ramos un sistema adecuado cuando se producen vacantes; si se pudiera conocer el buen desempe�o de los empleados; si fuera posible saber cu�l ha sido su conducta, su eficiencia, su asistencia a los cursos de capacitaci�n que el Estado debe ofrecerles, en fin, todos los elementos que componen la calificaci�n de una persona, no tendr�amos m�s que tomar al funcionario del escalaf�n inferior m�s altamente calificado y promoverlo de manera autom�tica, porque estar�a justificado por una evaluaci�n bien estructurada. Pero tambi�n este sistema permitir�a que muchos funcionarios mal calificados -porque, ciertamente, tambi�n los hay en la Administraci�n P�blica- fueran exonerados. Este mecanismo existe en la ley y es normado por un reglamento. �Por qu� no se ha aplicado? Ahora se propone implementarlo s�lo cuando haya concursos. Creo que esto no se puede realizar. No se debe legislar como se est� haciendo ahora sin faltar seriamente a nuestros deberes como Parlamentarios. Termino destacando la falta de voluntad pol�tica para llevar a cabo una modernizaci�n real del Estado. No se trata de poner s�lo algunos parches, sino de reformarlo de manera profunda, de descentralizar mucho m�s su funci�n, de dar una mayor participaci�n a los trabajadores. Y no es cuesti�n s�lo de la defensa de los derechos y prerrogativas de �stos, sino tambi�n de recibir su aporte y experiencia, de mejorar los mecanismos de funcionamiento de la Administraci�n P�blica, para que el servicio que se entrega sea mucho m�s eficiente. Para finalizar, al igual que el Honorable se�or Silva, hago reserva de constitucionalidad respecto de los n�meros 4) y 16) del art�culo 27 del proyecto, ya que a mi juicio adolecen de serias falencias en ese sentido. He dicho. El se�or MU�OZ BARRA.- �Me permite, se�or Presidente? Es un aspecto de orden. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Tiene la palabra, se�or Senador. El se�or MU�OZ BARRA.- Como Comit�, solicito suspender la sesi�n por diez minutos. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Es facultad del Presidente disponer esa medida. Me gustar�a saber el objeto de la suspensi�n, ya que hay varios se�ores Senadores inscritos para intervenir. El se�or MU�OZ BARRA.- La idea es que se realice una reuni�n de Comit�s. El se�or COLOMA.- Que se celebre en forma simult�nea El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Tendr�a que recabar el asentimiento de la Sala. Cabe consignar que existe un acuerdo para tratar y despachar hoy el proyecto. Sobre esa base, a las 14 debo someter a votaci�n en general la iniciativa. Adem�s, como seguramente se presentar�n indicaciones, la Mesa, reglamentariamente, las someter� a la consideraci�n de Sus Se�or�as. Sobre el particular, pongo en conocimiento de los se�ores Senadores que ya he citado a una sesi�n para las 16, por si acaso no se logra terminar en la ma�ana. Y me ver� en la obligaci�n de citar cuantas veces sea necesario para que la iniciativa se despache, sin dejar de lado, por cierto, el derecho que asiste a Sus Se�or�as de hacer sus planteamientos. Por lo tanto, si se quiere suspender la sesi�n, no puedo acceder a ello, aunque se solicite como Comit�, salvo que la mayor�a de la Sala lo acuerde. El se�or MU�OZ BARRA.- �Por qu� no lo plantea, se�or Presidente? El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- As� lo har�. �Habr�a acuerdo para suspender la sesi�n por diez minutos? El se�or PIZARRO.- �Con qu� objeto, se�or Presidente? El se�or VALD�S.- La Mesa tiene la facultad para suspender. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- As� es. Pero no deseo ejercerla, porque me asiste otra obligaci�n, que es la de despachar el proyecto a las 14. Si suspendemos por diez o quince minutos, estar�amos con la hora encima. El se�or PIZARRO.- �Me permite, se�or Presidente? El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Prefiero que la Sala se pronuncie al respecto. El se�or PIZARRO.- �Su Se�or�a quiere suspender para...? El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- No, se�or Senador. Lo ha pedido el Honorable se�or Mu�oz Barra, como Comit�. El se�or PIZARRO.- Pero supongo que ello obedece al prop�sito de permitir un espacio de conversaci�n. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- No, se�or Senador. El se�or PIZARRO.- �Cu�l es la idea, entonces? El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Desconozco la raz�n. El se�or MU�OZ BARRA.- �Me permite, se�or Presidente? El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Tiene la palabra Su Se�or�a. El se�or MU�OZ BARRA.- Se�or Presidente, he pedido que se suspenda la sesi�n por 10 minutos precisamente para que se re�nan los Comit�s con el objeto de analizar alguna salida en un asunto tan sensible. El se�or ROMERO.- �Por qu� no sesionan los Comit�s simult�neamente con la Sala, se�or Presidente? El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- No hay inconveniente, se�or Senador. Nos ausentaremos de la Sala, por lo tanto, con el se�or Secretario y un representante de cada Comit�. Me reemplazar� el se�or Vicepresidente. Si no hay objeciones, as� se proceder�. Acordado. El se�or BOMBAL (Vicepresidente).- Tiene la palabra la Honorable se�ora Matthei. La se�ora MATTHEI.- Se�or Presidente, todos los estudios sobre desarrollo econ�mico se�alan la tremenda importancia que sobre el crecimiento y el bienestar de un pa�s tiene la calidad de sus instituciones. En Chile hemos dado pasos gigantescos para mejorarlas. Por ejemplo, la independencia del Banco Central, que inicialmente fue muy resistida, a la larga ha mostrado sus bondades, y hoy d�a pr�cticamente no hay ninguna persona razonable que ponga en duda su conveniencia. S�lo con un Instituto Emisor independiente, no sujeto a lo que el Gobierno de turno desea, se ha podido reducir la inflaci�n -que en Chile constituy� un problema end�mico- a tasas propias de una naci�n desarrollada. Uno de los elementos en que las comparaciones internacionales muestran claramente debilidades en nuestro pa�s es justamente lo relativo a la Administraci�n P�blica. Y las dificultades que tenemos b�sicamente son dos. La primera de ellas es el n�mero excesivo de altos cargos de gerencia p�blica, cuyo nombramiento corresponde al Gobierno de turno. Esto significa que los funcionarios de carrera con el conocimiento espec�fico, con trayectoria, con experiencia, no logran llegar a los puestos donde se toman efectivamente las decisiones. Pero lo m�s importante es que estas �ltimas, en consecuencia, se adoptan por personas que muchas veces carecen del conocimiento necesario y, a veces, de las aptitudes para ello. La verdad es que, desgraciadamente, hemos tenido una larga tradici�n -y no culpo a ning�n partido, a ninguna coalici�n, ni a determinado Gobierno- de cuoteo pol�tico. No tengo ning�n problema en que lleguen a los cargos personas con afiliaci�n pol�tica. �sa no es la cuesti�n. El problema del cuoteo pol�tico no es que se incorpore gente que se encuentre en determinado partido pol�tico, sino que lo hagan personas cuyo �nico merecimiento es ser de determinado partido o ser amigo de alguna autoridad. En lo personal, trabaj� cinco a�os en la Superintendencia de Administradoras de Fondos de Pensiones, y all� vi que, para poder ser realmente competente, para poder rendir, aportar, generalmente se requiere un a�o y medio de aprendizaje. A decir verdad, hasta que se domina la ley, los reglamentos, hasta que se conocen a cabalidad todas las circulares, pasa mucho tiempo. Ello es necesario para que una persona tenga el "tejido" de todas esas normas en su mente y pueda aplicarlas a casos pr�cticos. Por eso, muchas veces se toman decisiones equivocadas. Un jefe de departamento, por ejemplo, est� todo el tiempo resolviendo. Si no ha seguido la carrera funcionaria y no conoce las materias espec�ficas a que debe abocarse, perfectamente se puede equivocar, como desgraciadamente sucede. Por lo tanto, asigno una tremenda importancia a ese aspecto. Y un punto que para algunos se�ores Senadores ha sido un problema es para m� motivo de profundo orgullo. En efecto, constituye un gran logro el hecho de que todos los partidos se hayan podido poner de acuerdo en limitar el cuoteo pol�tico y reducir el n�mero de altos cargos de la Administraci�n P�blica ejercidos por personas cuyo �nico merecimiento es contar con la confianza del Presidente de la Rep�blica. Ha renunciado a su derecho a nombramiento el Gobierno de turno, como tambi�n lo han hecho quienes esperan que en alg�n momento este �ltimo cambie. Lo anterior significa que, en el fondo, hemos puesto los intereses del pa�s, del bien p�blico, por sobre aquellos correspondientes a los partidos que gobiernan o a los que pretenden gobernar. Creo que la ley en proyecto, que disminuye el n�mero de cargos de exclusiva confianza y, adem�s, pone exigencias clar�simas a quienes acceder�n a ellos, es una de las m�s importantes en cuya discusi�n me ha tocado participar. En verdad, quienes sean nombrados en los tres primeros niveles de responsabilidad en la Administraci�n P�blica igual van a ser de la confianza del Gobierno de turno. Resulta obvio: Es algo que debe ser as�. Para que se pueda gobernar, quienes tomen las decisiones y dise�en las pol�ticas efectivamente deben ser de confianza. Lo que sucede es que vamos a tener un filtro que hasta ahora no ha existido. El Consejo de Alta Direcci�n P�blica se�alar� cu�les son las aptitudes y los requerimientos que debe cumplir una persona para ejercer determinado cargo. Por lo tanto, cuando el Presidente de la Rep�blica nombre a alguien de su exclusiva confianza, veremos excluidos de la respectiva terna -esperamos- a todos quienes, desgraciadamente, han llegado por a�os y a�os a la Administraci�n P�blica con un solo merecimiento: militar en determinado partido pol�tico o ser compadre o amigo de alguna alta autoridad. Eso se acaba. Y no hay nada m�s importante para nuestro pa�s que el haber logrado este acuerdo entre todos los partidos pol�ticos. Por mucho que moleste, celebro que hayamos llegado a esta decisi�n, que ha sido dif�cil. Y rescato profundamente la actitud que han tenido los Presidentes de los partidos Socialista, Dem�crata Cristiano y de las colectividades pol�ticas de Oposici�n, en general, para alcanzar el acuerdo. Cada uno renunci� a algo, pero por creer realmente que �ste es un tremendo paso para tener instituciones m�s fuertes y transparentes, que tomen mejores decisiones, que cuiden m�s el dinero y el patrimonio del pa�s, en beneficio del bien p�blico. Por otra parte, el acuerdo en nada merma la carrera funcionaria. Al contrario, lo que hace es ampliarla, pues actualmente llega hasta el cuarto nivel, y, de aprobarse el proyecto, alcanzar� hasta el tercero. Por lo tanto, los funcionarios de carrera ver�n ampliado el rango de decisiones, de puestos a los que podr�n ascender. Ahora bien, todo el mundo reconoce la importancia de la antig�edad y la experiencia en un trabajo. Lo se�al� reci�n, cuando puse el ejemplo de lo que ocurre en una superintendencia, donde pasa mucho tiempo hasta que alguien llega a ser plenamente productivo. Sin embargo, cuando se hace un nombramiento o se produce un ascenso en cualquier empresa, no se considera solamente la experiencia, sino que tambi�n se examina si se re�nen las caracter�sticas para el nuevo cargo, que puede requerir cierto grado de liderazgo, un buen manejo del personal y muchas cosas que quiz�s no se planteaban en el que se desempe�aba anteriormente. Por lo tanto, cuando se hace un nombramiento, se debe tener presente si en el futuro habr� idoneidad o no en el puesto de que se trata. De otra manera, podemos llenarnos de pura gente id�nea que, como lo es, sigue ascendiendo, hasta que llega a un cargo en que ya no lo es, y ah� se queda. En consecuencia, considero un avance notable que en adelante el ascenso sea el producto de una mezcla de experiencia y m�rito, pero tambi�n de aptitudes para el cargo. En este caso, se tom� la decisi�n de darle una ponderaci�n a la experiencia, que b�sicamente es la antig�edad; a la evaluaci�n en el desempe�o; a la capacitaci�n pertinente, que es algo muy importante, y, tambi�n, a la aptitud para la funci�n en la cual se nombra. Deseo recalcar que ning�n funcionario diligente, honesto, capaz y dedicado debe sentir temor por esto. Al contrario, a las personas capaces esta forma de ascenso solamente les presenta oportunidades que hasta ahora no ten�an, pues les posibilitar� avanzar m�s r�pido en su carrera funcionaria, tener mayor poder de decisi�n y acceder a rentas m�s altas. Eso hay que celebrarlo. Es una gracia que las personas capaces puedan ascender m�s r�pido. Actualmente ocurren cosas tan incre�bles como que, si se retira un abogado en Arica, la carrera funcionaria puede significar que asciende un contador en Punta Arenas. �Qu� tiene que ver eso con una sana administraci�n del Estado? En los concursos a los cuales se llamar� para llenar alguna vacante en los puestos que actualmente forman parte de la carrera funcionaria s�lo podr�n participar personas que ya est�n en el servicio respectivo. No habr� gente de afuera o de cargos intermedios de otras reparticiones. La �nica entrada posible a un servicio p�blico ser� por abajo, por el �ltimo grado de determinado escalaf�n. Una vez que ello ocurra, se podr� postular y saltarse hasta tres grados, si efectivamente se cumple con las caracter�sticas que se requieren para el cargo. Puedo entender que haya intereses. Y, por eso, he respetado siempre a los dirigentes sindicales y de instituciones, pues cumplen una determinada funci�n. Pero, desde el punto de vista del bienestar del pa�s, �c�mo alguien podr�a oponerse a que el ascenso sea por concurso y a que se examinen la capacitaci�n, el desempe�o, la antig�edad y la aptitud? Creo que esos aspectos constituyen un avance notable. Y nuevamente doy mi reconocimiento a los partidos que han debido hacer... Al parecer, se�or Presidente, el Honorable se�or Viera-Gallo me est� pidiendo una interrupci�n. El se�or VIERA-GALLO.- S�, Su Se�or�a. La se�ora MATTHEI.- Se la concedo, con la venia de la Mesa. El se�or BOMBAL (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Honorable se�or Viera-Gallo. El se�or VIERA-GALLO.- Deseo preguntarle, se�ora Senadora, si usted es partidaria del concurso restringido o del concurso abierto. Gracias. La se�ora MATTHEI.- Al igual que Su Se�or�a, prefiero el concurso abierto, absolutamente. Sin embargo, cuando se hace este tipo de acuerdos -dif�ciles, dolorosos para la mayor�a de los partidos-,... --(Manifestaciones en las tribunas). La se�ora MATTHEI.-...se avanza en lo que se puede. Haber llamado a concurso abierto habr�a significado "la guerra mundial" en este pa�s. Por lo tanto, celebro el acuerdo. No hemos logrado todo lo que quisi�ramos en general o lo que todo el mundo cree que es lo mejor para la Administraci�n P�blica; pero pienso que lo obtenido constituye un tremendo avance. Debo, s�, hacer presente que hay un nivel donde efectivamente el concurso es abierto, por lo menos entre distintas instituciones: el de jefe de departamento. Porque en este cargo se requiere, por ejemplo, liderazgo, condiciones de dictar pol�ticas, etc�tera, exigencias que no son iguales que en los niveles inferiores. Y por eso se prev� un concurso restringido a gente de determinado servicio en todos los puestos de ese nivel para abajo. Pero en el caso del jefe de departamento, efectivamente, el concurso es horizontal. Ahora bien, se�or Presidente -me queda muy poco tiempo-, debo manifestar que este proyecto es fruto de un acuerdo. Mucha gente piensa que los acuerdos son malos. Yo creo que hay ciertas materias donde los intereses corporativos son tan grandes e importantes, que la �nica forma de avanzar es como lo hicimos. Por consiguiente, doy mi pleno respaldo a lo que logramos. Para terminar, respecto del fondo para la bonificaci�n por retiro, en la Comisi�n se�al� que, a mi juicio, no era necesario crearlo y que perfectamente el dinero para el financiamiento podr�a asignarse cada a�o mediante la Ley de Presupuestos. Por ende, nosotros no propusimos el establecimiento de un fondo ni su administraci�n privada; ello ven�a en el proyecto. Y me parece que en el futuro podr�a eliminarse. He dicho. --(Manifestaciones en las tribunas). El se�or BOMBAL (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Honorable se�or Parra. El se�or PARRA.- Se�or Presidente, en verdad, no ten�a previsto intervenir esta ma�ana, pues lo se�alado con anterioridad por mi distinguido colega se�or Silva me interpreta absolutamente. Si lo hago, es porque las limitaciones de tiempo a que todos estamos sometidos impidieron que Su Se�or�a pudiera precisar algunos aspectos fundamentales para entender de manera cabal su planteamiento; en particular, que pudiera precisar cu�les son los vicios de inconstitucionalidad que advertimos en el proyecto y que nos llevan a plantear la misma reserva que �l ya hizo. Mi intervenci�n es, entonces, un complemento de lo que el Honorable se�or Silva sostuvo al inicio de este debate. Debo, s�, hacer presente que a Su Se�or�a y a m� nos mueve �nica y exclusivamente el deseo de colaborar para que el proceso de modernizaci�n del Estado, que entendemos como un gran desaf�o colectivo, como una tarea de Estado, sea asumido de manera consistente, seria, responsable, de modo que d� como resultado un Estado acorde con las exigencias de los tiempos modernos; con reales capacidades regulatorias; con verdaderas capacidades de respuesta a las demandas de nuestra poblaci�n; eficaz, eficiente y presente, para asegurar el pleno respeto a los derechos fundamentales de las personas y el desarrollo integral, humano y sustentable, del pa�s. Por eso, seg�n consta a mis Honorables colegas, hemos insistido en la reforma constitucional que otorga al Estado de Chile el perfil que corresponde. Y esa reforma, que no ha sido posible votar en la Sala a ra�z de las urgencias a que hemos estado sometidos, debiera constituir en verdad la portada de todo el proceso de reforma del Estado. Debemos, ante todo, estar de acuerdo en el tipo de Estado que queremos para Chile. Y nosotros hemos se�alado que no puede ser otro que un Estado social y democr�tico de Derecho, con toda la rica connotaci�n que este concepto tiene en el Derecho Constitucional contempor�neo. He ah�, pues, la prueba del prop�sito que nos mueve en estas intervenciones. Se ha optado, sin embargo, por "coger el r�bano por las hojas", por partir por aspectos trascendentes pero secundarios, aprovechando, sobre todo, oportunidades pol�ticas. Y desgraciadamente, en el af�n de aprovecharlas, se incurre en errores jur�dicos gruesos que no podemos dejar de representar, porque son demasiado ostensibles y porque van a afectar en definitiva la suerte de esta iniciativa. M�s all� de la reserva de constitucionalidad que hacemos, este proyecto, de qu�rum org�nico constitucional en muchos aspectos, va a ser sometido al control de constitucionalidad que ejerce el Tribunal correspondiente. Y, a la luz de la propia jurisprudencia de �ste, tenemos el fundado temor de que parte importante de su contenido sea reparada y no pueda ser promulgada y puesta en vigencia. Hay a lo menos tres vicios de constitucionalidad -deseo referirme a ellos en forma breve- suficientemente claros como para que dicho Tribunal no pueda obviarlos el d�a de ma�ana. En primer lugar, en lo que dice relaci�n a las diversas normas que configuran la Direcci�n Nacional del Servicio Civil y que afectan a la carrera funcionaria -como alcanz� a anticiparlo el Honorable se�or Silva-, hay una ostensible vulneraci�n al art�culo 38, inciso primero, de la Constituci�n Pol�tica de la Rep�blica, que reserva esas materias al campo de la ley org�nica constitucional a que ese mismo precepto se refiere. En este proyecto existe un cambio en la naturaleza de la carrera funcionaria, en la concepci�n misma de ella, con relaci�n a los t�rminos que utiliza el ya mencionado art�culo 38. Por eso, tales enmiendas s�lo son factibles si las antecede una reforma de la Carta. As� se hizo cuando se modific� el art�culo 110 de la Constituci�n para permitir que en el campo municipal se dieran pasos similares y los distintos municipios pudieran fijar sus plantas y definir la estructura de su carrera funcionaria. En segundo t�rmino, en la iniciativa hay diversas normas a trav�s de las cuales se delegan facultades en el Presidente de la Rep�blica para actuar mediante decretos con fuerza de ley. Pero, desgraciadamente, las m�ltiples delegaciones previstas est�n referidas a materias correspondientes al dominio de la ley y respecto de las cuales la propia Carta, en su art�culo 61, proh�be de manera expresa la delegaci�n. No puede haber delegaci�n de facultades en materias que, conforme al Texto Fundamental, son de rango org�nico constitucional, como las se�aladas, que se hallan referidas a su art�culo 38. Con mucha mayor raz�n, tampoco puede haberla en las materias que se encuentran en el campo de su art�culo 19, sobre garant�as constitucionales. Y, lamentablemente, hay en este proyecto disposiciones delegatorias que tienen que ver con los n�meros 17� y 18� de dicha norma, que est�n referidas justamente al acceso a la funci�n p�blica y al desempe�o en ella, por una parte, y a la seguridad social -enlazo aqu� con el fondo de retiro-, por la otra. Por �ltimo, existe una flagrante inconstitucionalidad en todas las disposiciones relativas a la Alta Direcci�n P�blica, que de hecho cambian la naturaleza de cargos que hoy tienen la calidad de exclusiva confianza del Presidente de la Rep�blica. El art�culo 32, n�mero 12�, de la Carta Fundamental precisa qu� significa que un empleo tenga tal car�cter y dice que los cargos de esa �ndole son de designaci�n y de remoci�n por parte del Primer Mandatario, sin intervenci�n de voluntades ajenas. Si se quiere sustraer determinados cargos de la confianza exclusiva del Presidente de la Rep�blica, el camino correcto es modificar las leyes que le dieron ese car�cter y establecer para ellos un mecanismo distinto de designaci�n, como el que aqu� se viene planteando para los empleos en la Alta Direcci�n P�blica. Pero no s�lo no se act�a de esa manera, sino que, adem�s, se incurre en un error de hecho delicado: la norma que precisa los cargos que en adelante ser�n objeto del nuevo mecanismo de designaci�n ha sido construida al rev�s, pues se opta por incorporar a ella una serie de empleos espec�ficos, que se indican, se�al�ndose que son de ejecuci�n de pol�ticas p�blicas. La experiencia anglosajona del Civil Service prueba justamente que muchos de esos cargos no pueden dejar de tener la calidad de exclusiva confianza porque est�n unidos a la funci�n de gobierno. Entiendo que las direcciones en la administraci�n fiscalizadora, por ejemplo, cuya funci�n trasciende estrictamente la de gobierno, puedan ser despojadas de aquella calidad. Pero no entiendo, mucho menos en el marco de un r�gimen presidencial, que cargos fundamentales para llevar adelante pol�ticas cuya realizaci�n se encarga al Jefe del Estado sean desprovistos de su naturaleza de exclusiva confianza. Llegamos, pues, a una discusi�n que se da en un marco conceptual equivocado y con vicios de constitucionalidad que no podemos ocultar ni dejar de hacer presentes. Quiero agregar a esas consideraciones dos notas m�s. Yo hubiera querido que la sensibilidad y preocupaci�n ante los temas de la modernizaci�n del Estado; del fortalecimiento de la Administraci�n del Estado; del respeto a la funci�n p�blica y a la dignidad de los funcionarios fiscales, hubiera sido una l�nea de conducta permanente en el seno de esta Corporaci�n. No puedo olvidar, por ejemplo, las dificultades que tuvimos en su hora cuando se aprob� aqu� el Convenio 151 de la OIT. Fue necesario una vez retirar el proyecto de la tabla para poder salvar en definitiva su aprobaci�n. --(Aplausos en las tribunas). El se�or PARRA.- �No se incurra, Honorable Senado, en el error de pensar que designando jefes apol�ticos vamos a tener una buena Administraci�n y un buen Estado! �La calidad de la Administraci�n no la hacen s�lo los jefes! �La hacen buenos equipos de trabajo! �La hacen funcionarios motivados! �La hacen funcionarios dignificados en el ejercicio de las tareas que se les encomiendan; plenamente comprometidos con ellas; considerados, respetados e incorporados a su desarrollo! Por eso, si bien veo con alegr�a que hacia adelante se cree un fondo de retiro, no puedo dejar de deplorar dos cosas que me parecen sumamente trascendentes y sobre las cuales no es posible incurrir en contradicciones ni carecer de pol�ticas. Por una parte, el que se insista aqu� -como se hizo hace una semana en la iniciativa que analiz� el Senado respecto de la modernizaci�n del Servicio Nacional de Aduanas- en el sistema de retiro obligatorio dispuesto por las jefaturas cuando existe un piso en la pensi�n de retiro. Esto cambia -y por eso en ese momento hicimos tambi�n objeci�n de constitucionalidad- la naturaleza de la jubilaci�n, que entre nosotros es un derecho, y fortalece, naturalmente, el papel de las jefaturas, desconociendo garant�as constitucionales, en este caso, a los funcionarios. Y por otra, el que se siga postergando la respuesta a la demanda de decenas de miles de funcionarios que esperan ver compensado el da�o previsional que el propio Estado les caus� para poder ejercer su derecho a pensionarse, a retirarse de la vida activa, cediendo su lugar a nuevas promociones, en condiciones de real dignidad y justicia. Nuestra disposici�n -la del Senador se�or Silva y la m�a- ser� de colaboraci�n activa con nuestro Gobierno para resolver todos esos problemas; pero para resolverlos de verdad. Parte de esa colaboraci�n activa y de nuestra lealtad ha sido y es en este instante el representar los vicios de constitucionalidad de que adolece este proyecto y, sobre esa base, hacer un llamado al Gobierno a retirar tal vez el pie del acelerador y actuar con m�s consistencia en esta trascendente materia para el futuro del pa�s. He dicho. --(Aplausos en las tribunas). El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Tiene la palabra el se�or Ministro de Hacienda. --(Manifestaciones en las tribunas). El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Pido a las tribunas no hacer manifestaciones. El se�or PIZARRO.- �Fiebre asi�tica, se�or Presidente...! El se�or EYZAGUIRRE (Ministro de Hacienda).- Se�or Presidente, hay momentos de la historia en que elegimos cumplir o nos vemos forzados a cumplir papeles que no son populares, pero a los cuales nos obliga un sentido supremo de responsabilidad con nuestro pa�s y sus trabajadores. Ciertamente, entiendo la desaz�n que manifiestan muchos se�ores Senadores al verse abocados y -por qu� no decirlo- obligados a despachar un proyecto de esta trascendencia con una discusi�n tan estrecha. Nosotros no hemos querido forzar este estado de cosas. Pong�monos una mano en el coraz�n y asumamos que, en definitiva, hemos sido todos, como sociedad (el Ejecutivo, el Legislativo y las distintas corrientes de opini�n), los que, quiz�s al igual que el avestruz, no quisimos mirar de frente los problemas que se nos ven�an cada vez m�s encima y que en el �ltimo tiempo han hecho crisis, poni�ndonos en una encrucijada, que es lo que explica en �ltimo t�rmino por qu� el Presidente de la Rep�blica nos llam� a todos a una legislaci�n r�pida para cambiar ese estado de cosas. Ese estado de cosas, que hac�a eclosi�n creciente, amenazaba con desrielar nuestra econom�a desde su senda de recuperaci�n; con desrielar el bien ganado prestigio del pa�s en materia de transparencia y hacernos presa de la corrupci�n; con desrielar las mejores tradiciones nacionales e ingresar a una avenida desconocida. Ciertamente, cuando nos vemos en esas encrucijadas, el dar un paso adelante supone tomar muchos riesgos. Es entendible, y muchas veces f�cil, hacer una pintura nost�lgica y hermosa de lo que muchas pr�cticas significaron en el pasado, llev�ndonos sutilmente a creer que sobre la base de las mismas pr�cticas podemos evitar los dilemas del futuro. Creemos sinceramente que, de no darse los pasos que estamos planteando hoy, habr� mucho m�s cosas que lamentar respecto de una situaci�n en la que aqu�llos s� se den. Y a esto invitamos al Senado. En definitiva, se�oras y se�ores Senadores, lo que en esta votaci�n se halla en juego es algo extremadamente simple. Como establece el protocolo -que explicar� en un momento m�s-, sin duda la normativa no constituye soluci�n para todos los problemas que aquejan a los funcionarios p�blicos. Es m�s, no constituye una soluci�n para muchos de los m�s graves problemas que enfrentan; pero los que no est�n cubiertos en esta oportunidad, pueden ser ordenadamente resueltos a partir de la dictaci�n de la ley en proyecto. Y lo contrario no es cierto. Ser� imposible acometer en forma seria los temas que no se resuelven en esta ocasi�n, a menos que se vote favorablemente la iniciativa. Se�or Presidente, en la actualidad dos tipos de problemas inciden sobre dos estamentos distintos dentro de la Administraci�n P�blica: uno, los ligados a la carrera funcionaria, que afectan gravemente a los afiliados a la Agrupaci�n Nacional de Empleados Fiscales; y dos, los vinculados a la generaci�n y eficiencia de los altos directivos p�blicos, quienes hoy, conforme a la Constituci�n Pol�tica de la Rep�blica, ocupan cargos de confianza exclusiva del se�or Presidente de la Rep�blica y son de su entera y discrecional designaci�n. En el primero de esos �mbitos, nos encontramos con una carrera funcionaria estancada. En una encuesta realizada en todos los servicios p�blicos tiempo atr�s, m�s del 80 por ciento del personal declara que no hay carrera funcionaria. Han proliferado otros contratos m�s fr�giles: los de cargos a contrata y a honorarios. Y m�s de 20 por ciento de los funcionarios ha traspasado la edad de jubilaci�n; sin embargo, la tasa de reemplazo que tendr�an de acogerse a jubilaci�n no les permite vivir con dignidad. En definitiva, la carrera funcionaria se halla en crisis. La soluci�n es diversa y m�ltiple, y la hemos conversado por m�s de un a�o con la Agrupaci�n Nacional de Empleados Fiscales. Entendimos que deb�a desarrollarse m�s el incentivo al rendimiento e incorporamos una remuneraci�n por desempe�o que sube de 5 a 9 por ciento, y un aumento salarial total de 8 por ciento al 2004. Eliminamos el incentivo individual. Y lo suprimimos -algo que en la mente de quienes ven las cosas en forma excesivamente r�gida pudiera ser contrario a la idea de modernizaci�n- porque, dada la manera como se trabaja en los organismos estatales, el aporte individual de cada uno, a diferencia del aporte de los grupos, etc�tera, no es enteramente identificable. Estimamos que la potenciaci�n de la individuaci�n no es tan recomendable en el sector p�blico como lo puede ser la generada espont�neamente en el privado. Por eso, nos allanamos a eliminar el incentivo individual. Entendimos tambi�n que, como soluci�n parcial a muchas situaciones de funcionarios p�blicos de avanzada edad, deb�a introducirse un sistema de incentivo al retiro que, de modo decreciente pero no por eso menos importante, permita una bonificaci�n permanente al retiro sin vacancia en el cargo, a diferencia del proyecto de Aduanas. Fijamos un piso de capacitaci�n de uno por ciento de la planilla para todos los servicios. Establecimos un conjunto de otras reglas del juego que han sido conversadas a lo largo de este a�o. �En qu� no estamos de acuerdo? �D�nde est� lo que hoy separa el proyecto del Ejecutivo del sentir de la Agrupaci�n Nacional de Empleados Fiscales? �Sobre qu�, en definitiva, deber�n pronunciarse los se�ores Senadores? Pensamos que la proliferaci�n de cargos a contrata y a honorarios, el total estancamiento de la carrera funcionaria y la rigidizaci�n de las plantas se deben a que entre todos creamos, hace mucho tiempo, un engendro, mezcla del antiguo sistema franc�s y del sistema militar. Eso, junto a la inamovilidad de los funcionarios y a que s�lo se pueda ingresar a la Administraci�n P�blica en el �ltimo grado, en el nivel m�s bajo del escalaf�n, �nicamente permite progresar por antig�edad. As� las cosas -y pong�monos una mano en el coraz�n-,� --(Manifestaciones en las tribunas). El se�or EYZAGUIRRE (Ministro de Hacienda).- �los jefes de servicio se encuentran con que, cuando necesitan especialidades que la modernidad requiere, la carrera funcionaria no tiene la suficiente fluidez como para poder beneficiar con ello, como corresponder�a leg�timamente, a los servidores fiscales. Por eso, deben recurrir -y que me desmienta alguien que haya sido Ministro o Subsecretario- a cargos precarios como los a contrata y a honorarios. No hay carrera funcionaria. El personal asciende de grado, en promedio, una vez cada diez a�os. Ha llegado el momento de decir �basta! La econom�a se ha m�s que duplicado. El pa�s se ha modernizado; ha abierto sus fronteras; comercia con el resto del mundo, pero cuenta con una funci�n p�blica y un Estado atrasados en d�cadas respecto de las necesidades de los usuarios de servicios, de la econom�a en su conjunto y de la poblaci�n en general. Aclaro que no estamos haciendo, como falsamente se ha dicho, una copia del experimento anglosaj�n -me har� cargo de eso al referirme a la alta direcci�n p�blica-, sino simplemente introduciendo la m�nima noci�n de modernidad que todo el mundo desarrollado ha aceptado: que el m�rito tambi�n influya en los ascensos. Los se�ores Senadores deber�n optar esta tarde por decir "s�" o "no" a que el m�rito incida en los ascensos, para pasar de un sistema en que todo es determinado por la antig�edad a otro donde habr� concursos con representaci�n de los trabajadores y con cuatro par�metros que determinar�n, en �ltimo t�rmino, cu�l de los concursantes ocupar� el cargo. Pasemos a la alta direcci�n p�blica. �Cu�l es el concepto que crecientemente tienen al respecto los chilenos? Es cierto que, en nuestra mejor tradici�n republicana, siempre fue facultad exclusiva del Presidente de la Rep�blica la designaci�n en cargos de alto nivel. Pero, �ojo! -y cuidado con las palabras ligeras-, eso no se cambia en este proyecto de ley. En el Tribunal Constitucional veremos qui�n ten�a la raz�n. --(Manifestaciones en las tribunas). El se�or EYZAGUIRRE (Ministro de Hacienda).- Yo siempre converso con ustedes con respeto. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Ruego al se�or Ministro y al p�blico evitar los di�logos. El se�or EYZAGUIRRE (Ministro de Hacienda).- Hoy d�a nos encontramos con una sociedad que, choqueada frente a muchos antecedentes difundidos p�blicamente, cree -para mi gusto, de manera muy injusta- que la Alta Direcci�n P�blica -la designaci�n en los cargos que la componen fue siempre, seg�n nuestra tradici�n democr�tica y republicana, facultad exclusiva del Presidente de la Rep�blica- es una especie de bot�n al que se accede por amistad, recomendaci�n o cuoteo partidario. Sin embargo, ese cargo y sospecha son absolutamente infundados e injustos. Pero lo cierto es que el estado de cosas, la forma en que nos organizamos a nivel de la Alta Direcci�n P�blica, permite la eventual existencia de ese tipo de pr�cticas. �Qu� programa plantea la Alta Direcci�n P�blica? Algo muy simple y que no tiene nada que ver con la extrapolaci�n del modelo anglosaj�n (�por favor!: quienes lo han mentado, que lo lean). Se trata de un Consejo integrado por cinco personas, de las cuales cuatro ser�n aprobadas por los cuatro s�ptimos del Senado, a sugerencia del Presidente de la Rep�blica. Y recuerdo que deliberamos largo tiempo sobre esta materia. Se�ores Senadores, �piensan que en la C�mara Alta podr�a haber un acuerdo de los cuatro s�ptimos para un simple cuoteo? �No ser� l�gico concluir que eso llevar� a escoger probablemente a las personas m�s eminentes para cumplir con un acto -�un acto!-, cual es recomendar al Presidente de la Rep�blica entre tres y cinco candidatos para que ocupen cargos de alto nivel directivo, pudiendo rechazar la proposici�n cuantas veces desee? Para este efecto, aqu�l consultar� a sus mejores colaboradores acerca de qu� candidatos podr�an ocupar id�neamente tales cargos . �Significa eso cuotear, binominalizar, o todos los adjetivos que hoy d�a se han escuchado? Francamente, nadie, ni aun quienes han hablado -y es bueno que as� sea-, est� libre de adherir a un pensamiento pol�tico. Nadie est� pensando que los directivos p�blicos no lo tengan. Es positivo que lo manifiesten, y ojal� sea lo m�s concurrente posible con el del Gobierno. Pero no s�lo se necesita eso, sino adem�s una m�nima idoneidad para ocupar los cargos. De esa forma, se beneficiar�n todos los chilenos, y particularmente quienes desarrollan carreras funcionarias. Se ha planteado, incluso, que la normativa ir�a en contra de los trabajadores. Por su parte, el Senador se�or Viera-Gallo ha intervenido m�s bien en un sentido que, curiosamente, "hackea" el proyecto desde otra perspectiva, pues lo considera insuficientemente liberal. No obstante, tratamos de extender la carrera funcionaria en un grado, lo que significa que mil cargos de confianza exclusiva pasar�n a formar parte de ella. Y si eso no significa confiar en los trabajadores, no s� qu� significa confiar en ellos. Por lo tanto, no confundamos el bosque a partir de las hojas de un �rbol. De otro lado, el retiro de los funcionarios, el servicio a contrata y a honorarios son temas solucionables, respecto de los cuales el Ejecutivo tiene la mejor de las voluntades. La ANEF sabe que existen protocolos y que hay comisiones de trabajo funcionando en ese sentido. Sin embargo, el punto es que hoy d�a los se�ores Senadores deber�n pronunciarse, si as� lo estiman, acerca de dos aspectos muy simples: uno, si consideran factible o no que el m�rito deba incluirse como un elemento de progreso al interior de la carrera funcionaria, y dos, si les parece pertinente o no que cuatro personas, determinadas por los cuatro s�ptimos del Senado, puedan recomendar al Presidente de la Rep�blica la designaci�n de quienes ocupar�n cargos de Alta Direcci�n P�blica. Muchas gracias. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Antes de continuar, quiero dar a conocer lo siguiente. De acuerdo con lo resuelto un�nimemente por los Comit�s, a las 14 se cerrar� el debate y comenzar� la votaci�n en general del proyecto. Por razones de salud, se ha autorizado a los Senadores se�ores Vald�s y Mart�nez para que dejen su voto en la Mesa, los que ya han sido registrados por la Secretar�a. Las indicaciones podr�n presentarse hasta el t�rmino de esta sesi�n, la que podr�a extenderse m�s all� de las 14, por cuanto seguramente habr� fundamentaci�n de voto. Asimismo, y conforme al art�culo 133, inciso sexto, si se desea discusi�n separada con respecto a determinadas normas, tambi�n deber� solicitarse antes de ese plazo. Por �ltimo, he convocado a sesi�n especial para hoy, a las 16, a fin de despachar en particular la iniciativa en debate, con las indicaciones que se hayan formulado. El se�or VIERA-GALLO.- �Me permite, se�or Presidente? Deseo plantear una moci�n de orden. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Tiene la palabra Su Se�or�a. El se�or VIERA-GALLO.- Lo l�gico ser�a que las indicaciones -que estamos redactando en forma un poco apresurada- pudieran presentarse hasta las 15 � 15:30. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Se�or Senador, el acuerdo de los Comit�s fue el que mencion�. Tiene la palabra el Honorable se�or R�os. El se�or R�OS.- Se�or Presidente, el se�or Ministro de Hacienda manifest� que desde hace un a�o se ha estado conversando el tema con la ANEF. Pero quienes no hemos participado en esas reuniones y llevamos tres horas y algo m�s en esta Sala conociendo antecedentes podemos apreciar que pr�cticamente todas las intervenciones indican que el proyecto carece de elementos positivos, claros y definidos que permitan su aprobaci�n y que contin�e su tramitaci�n. Nadie ha planteado algo distinto. En consecuencia, me encuentro -no s� si el resto de los colegas- frente a dos situaciones: las reuniones sostenidas por el se�or Ministro con la ANEF durante un a�o y las intervenciones en esta Sala de seis, siete u ocho Senadores afirmando que el proyecto es malo. Eso es lo que debemos resolver. He intentado estudiar la iniciativa, he le�do documentos relacionados con ella y he observado algunas cosas. Y en el caso de que se apruebe en general, presentar� indicaciones. Sin embargo, es evidente que, frente a un hecho de tanta trascendencia -que no s�lo obliga a la acci�n laboral de miles de servidores p�blicos, sino tambi�n a la acci�n institucional del Estado en materias propias de la Administraci�n-, no hemos tenido el tiempo suficiente para definir con responsabilidad nuestra posici�n definitiva en la presentaci�n y resoluci�n del proyecto. En medio de este acelerado an�lisis, me han surgido enormes dudas. He revisado el informe para ver si fueron invitados representantes de universidades. El se�or Ministro manifest� que los mil cargos de que se trata s�lo pueden ser ocupados por personas que se hayan titulado en carreras de cinco a�os o diez semestres de estudio en alg�n plantel de educaci�n superior. Me asaltan serias dudas sobre esta materia, porque durante muchos a�os se ha impartido un conjunto de carreras de ocho semestres y cuyos t�tulos son requisito para ingresar a la Administraci�n del Estado. Ello significa que la normativa en debate deja al margen todo el trabajo realizado por las universidades e institutos profesionales para dotar precisamente a los servicios p�blicos y municipalidades de personal de administraci�n. Se�or Presidente, ese hecho es de gran trascendencia, pues no s�lo implica una reserva constitucional sobre la materia, sino tambi�n el desconocimiento tanto de la funci�n acad�mica de muchas universidades e institutos profesionales como de la voluntad de los estudiantes que egresaron de esas carreras de ocho semestres y a quienes ahora borramos de una plumada. Lo anterior, sin duda alguna, no debe aplicarse. Por eso, he redactado una indicaci�n para eliminar el inciso tercero del art�culo 40 y establecer lo que corresponde. Si el proyecto es aprobado en general, espero que aqu�lla sea acogida en la discusi�n particular. Por otra parte, me parece inadecuado que, mientras la Constituci�n establece en los art�culos 3� y 103 la funci�n fundamental de descentralizar la Administraci�n del Estado, esta iniciativa vaya en una direcci�n absolutamente contraria, porque la centraliza. El acto m�s trascendente de la Administraci�n es la contrataci�n de una persona, hombre o mujer, para trabajar en un �rea determinada. Y aqu�, en este proyecto, con la creaci�n de este servicio, se centraliza la contrataci�n de un conjunto de actores p�blicos, sin que exista participaci�n de ning�n otro organismo, sino solamente la de estas cinco personas que van a decidir el destino de todos los contratos. Quiero recordar que, en la conformaci�n de la Administraci�n P�blica a que llegamos hace algunos a�os, fijamos claramente lo que tantas veces hemos mencionado como los tres niveles: nacional, regional y comunal. Se�alamos que la primera responsabilidad de la administraci�n regional -y aqu� se halla establecido en los art�culos pertinentes- era la de desarrollar una labor arm�nica en la Regi�n. Incluso, en el art�culo 67 de la Ley Org�nica Constitucional sobre Gobierno y Administraci�n Regional se otorg� a los gobiernos regionales la facultad para asumir responsabilidades inherentes a otros servicios p�blicos nacionales en el proceso de administraci�n. Esto tampoco se ha considerado. Es decir, de una plumada estamos marginando a trece poderes p�blicos a lo largo del pa�s de las atribuciones que tienen o que debieran tener en la conformaci�n de sus propios equipos de trabajo, en las materias sociales, geogr�ficas y de todo orden que implica la regionalizaci�n de Chile. El se�or Ministro puso �nfasis en que el pa�s no puede seguir funcionando con tal falta de transparencia. Y es verdad. Pero tengo la sensaci�n, m�s bien la certeza, de que esa circunstancia no est� referida a la Administraci�n del Estado, sino a quienes llegan a cumplir funciones pol�ticas en ella. Es un hecho real, no una irrealidad. Y de la totalidad de las informaciones de prensa que hemos recibido se desprende que nunca -y si ha habido alguno, es una excepci�n- un funcionario de carrera ha sufrido menoscabo en su vida laboral debido a este aspecto. En consecuencia, en ning�n caso es posible calificar el elemento mencionado por el Ministro como fundamental para efectuar este cambio que, considerado tan grande y trascendente, lo estamos tratando en tan pocas horas. Dijo tambi�n que debe tomarse en cuenta que se da t�rmino a mil cargos de la confianza del Ejecutivo y que sus titulares ingresan a la carrera funcionaria por un tiempo claramente determinado. Una persona que despu�s de tres a�os es alejada as� de sus funciones no puede considerarse adscrita a la carrera funcionaria, porque no existe raz�n alguna para sostener que los individuos, hombres y mujeres, est�n sujetos a la observaci�n de su trabajo s�lo cada tres a�os. Cuando un sistema cuenta con una estructura semejante, sea p�blico o privado, en el que no existe una relaci�n entre el trabajo diario y el permanente, en su an�lisis, en su investigaci�n, en sus apoyos, en todo lo que eso significa en un proceso normal, y cada tres a�os llega otra persona a ocupar el cargo -distinta incluso a aquella con la cual estuvo trabajando- y procede a su despido, provoca una desilusi�n l�gica y natural en quienes, pudiendo optar por sus capacidades a puestos de este tipo, simplemente no lo har�n porque estar�an expuestos a la resoluci�n, efectiva o no, de terceras personas sobre su actuaci�n. Y la verdad es que en Chile -y todav�a falta mucho para resolver situaciones como �sas- el criterio partidista y el pol�tico siguen influyendo, y en forma impresionante, al extremo de que cada vez que uno saluda a alguien le dicen: "Oiga, yo no soy de su partido, pero me interesa su opini�n", como si constituyera una condici�n previa. Estamos viviendo en una sociedad politizada, partidista, y la �nica forma de enfrentarla y evitar el quiebre de la armon�a laboral entre los chilenos es que existan ciertas normas que prolonguen la responsabilidad consiguiente m�s all� de los cambios de jefes o jefaturas, de Ministerios, de Ministros, de Subsecretarios, y de Gobierno, en las funciones que se est�n desempe�ando. All� residen el valor de la carrera funcionaria y el significado de gozar de cierta estabilidad, porque �sta nunca es completa; pero, para poder desarrollar el trabajo es necesario contar con alg�n grado de estabilidad. Y tal hecho, como advierto tras una r�pida lectura de los antecedentes y de las observaciones de los se�ores Senadores, incluyendo la del se�or Ministro, la verdad es que no se complementa con la realidad, y m�s bien lo margina como elemento fundamental para desarrollar una buena administraci�n. Por otra parte, como lo se�alaron tanto el Honorable se�or Silva como otros se�ores Senadores, un proyecto de esta trascendencia -que no se est� tratando pensando en el pa�s, sino para los efectos de un discurso- debi� ser estudiado por uno de los organismos especializados, como lo es la Comisi�n de Gobierno del Senado. Todas las normas legales sobre administraci�n del Estado, sin excepci�n, han pasado previamente por esa Comisi�n. Es como si encarg�ramos a la Comisi�n de Hacienda examinar una iniciativa relacionada con el agro, marginando a la Comisi�n t�cnica, que es la de Agricultura. En este caso se trata de algo mucho m�s trascendente. Estamos marginando a miles de hombres y mujeres que trabajan en la Administraci�n del Estado. Y nosotros, se�or Presidente, los estamos excluyendo del an�lisis de los se�ores Senadores que trabajan m�s profundamente en este �mbito tan trascendente, como lo es la Administraci�n del Estado. �Es l�gico, entonces, resolver ahora una materia como �sa? Es l�gico para m� hacerlo, en circunstancias de que, lo reitero -y faltan ya pocos minutos para el t�rmino de la sesi�n-, no ha existido ning�n elemento virtuoso de esta ley que yo deba resolver, a pesar de los pactos pol�ticos y todas estas cosas. Cada uno de nosotros jur� en nombre de la Constituci�n y las leyes, y no en el de otras circunstancias� Por tal motivo, nuestras resoluciones deben estar sujetas a ella, y no a situaciones externas a nuestra responsabilidad, que en un momento determinado pueden ser muy adecuadas para los efectos de desarrollar mejor una acci�n o una emergencia, pero no transformemos el discurso del Presidente de la Rep�blica el 21 de mayo en emergencia nacional, sino que establezcamos una alternativa de estudio y de trabajo que nos permita efectivamente desarrollar mejor nuestras responsabilidades. Termino se�alando que deploro la forma como estamos trabajando. En este sentido recojo las observaciones del Honorable se�or Silva en cuanto a la constitucionalidad, y las del Senador se�or Parra. Y agrego que, en lo que dice relaci�n con lo prescrito en los art�culos 3� y 103 de la Constituci�n Pol�tica del Estado, este proyecto va en una l�nea contraria y se aparta de su esp�ritu y de los aspectos trascendentes de lo que es la voluntad constitucional del pa�s. Nada m�s. El se�or BOENINGER.- Se�or Presidente, en primer t�rmino quiero manifestar que el marco de esta discusi�n debe estar referido a los desaf�os que enfrente este pa�s en las pr�ximas d�cadas. Nosotros estamos en un camino de desarrollo y aspiramos a que, lo antes posible, todos los chilenos tengan un nivel de vida superior, expresado en una sociedad m�s equitativa. Esto significa que debemos atender fundamentalmente aquellos factores, elementos, materias e instituciones que tienen fuerte relevancia en la forma como se va a construir el destino futuro del pa�s. Y en ese sentido, as� como la educaci�n es un pilar fundamental, como lo son tambi�n la innovaci�n tecnol�gica y la revoluci�n inform�tica, no cabe duda de que la modernizaci�n del Estado es una pieza esencial de ese futuro. Ahora bien, �qu� se pretende? Tener un Estado de calidad, m�s eficiente y eficaz. Y me extra�an las cr�ticas de algunos colegas que ven en estas proposiciones una serie de fantasmas inexistentes. En primer lugar, ac� no se privatiza nada. El hecho de que haya un fondo por ah� y de que �ste pueda ser administrado en t�rminos de recursos p�blicos, para usos p�blicos, por alg�n ente privado, nada tiene que ver con la esencia del proyecto. Ac� se est� fortificando un instrumento b�sico de la pol�tica gubernativa, que es el aparato estatal. Y yo creo que aquellos que somos de la Concertaci�n, m�s que la Oposici�n pol�tica, que creemos que el Estado tiene un papel m�s fuerte y m�s amplio que desempe�ar, debi�ramos ser los m�s interesados, los m�s comprometidos con la noci�n de un Estado de calidad, con la noci�n del Estado eficaz y eficiente. �se es el primer punto que me propon�a resaltar. En segundo lugar, se�or Presidente, quiero defender el principio de los acuerdos. No es ning�n dem�rito que cuando uno piensa en una pol�tica de Estado, una pol�tica que afecta el futuro del pa�s en su conjunto, se estime que es necesario convocar a un amplio acuerdo nacional de los partidos pol�ticos significativos y, fundamentalmente, de los que tienen representaci�n parlamentaria. Y, en ese sentido, la iniciativa del Gobierno, que culmina en su primera fase con el acuerdo de 31 de enero y luego con los proyectos de ley sobre financiamiento de la pol�tica y sobre alta direcci�n p�blica y carrera funcionaria, que estamos tratando en este instante, es un paso necesario. Sin esa amplitud de acuerdo es imposible pensar que este tipo de reformas sea estable, duradero, e incluso, que llegara a aprobarse. El consenso no implica que no haya diferencia de opiniones. En pol�tica hay siempre adversarios, partidarios de uno u otro tipo de pol�tica, y para eso cualquiera de ellos que ocupe funciones de Gobierno tendr� que tener el instrumento del Estado de calidad a que estaba aludiendo. Pero descalificar una iniciativa por el hecho de que se ha producido un consenso pol�tico como primera etapa me parece absolutamente contradictorio con la esencia de lo que es una pol�tica de Estado. Yo celebro que aqu� se haya producido un acuerdo que involucra a los cuatro partidos de la Concertaci�n (PPD, Partido Socialista, Partido Radical, Democracia Cristiana) y a los dos de Oposici�n (UDI y Renovaci�n Nacional). En tercer lugar, �de qu� estamos hablando? Respecto de la alta direcci�n p�blica, es poco lo que puedo agregar a la explicaci�n muy completa que dio el se�or Ministro de Hacienda. Pero quisiera enfatizar algunos puntos. En primer t�rmino, tocante a los cargos que actualmente son de confianza del Presidente de la Rep�blica, donde se ha producido el fen�meno -por efectos de la crisis que hemos vivido en todos estos meses- de una sospecha acrecentada de que la discrecionalidad no lleva a buen puerto, se ha tomado una iniciativa de enorme significaci�n, aunque limitada en su �mbito. Como dec�a el se�or Ministro, ac� no se eliminan los cargos de confianza del Presidente de la Rep�blica. Lo que se hace es efectuar una distinci�n. Hay un nivel primero, el superior, de personas que exclusivamente tienen responsabilidades pol�ticas y formulan pol�ticas p�blicas. Esos siguen siendo, en este dise�o, de confianza del Presidente de la Rep�blica. Un segundo nivel desempe�a funciones mixtas. Ellas, en alguna medida, son de formulaci�n de pol�ticas; y en otra medida, de naturaleza mucho m�s t�cnica, de implementaci�n de pol�ticas p�blicas. Y ah� es donde interviene ya el factor de los procesos de selecci�n que configura el sistema de alta direcci�n p�blica. En �ste, si bien en el proceso de selecci�n se objetiva por la v�a de incluir un conjunto de cargos en un procedimiento que culmina en ternas o quinas, de las que en definitiva designa la autoridad pertinente, el hecho es que el Presidente de la Rep�blica, o la autoridad que corresponda, conserva el derecho a pedir la renuncia, el derecho de remoci�n. De manera que, desde ese punto de vista, la confianza pol�tica sigue siendo un ingrediente importante en tales cargos. En cuanto al hecho de que exista un consejo y de que en el nombramiento de cuatro de sus cinco miembros participe el Senado, creo francamente, como alguien lo dijo �me parece que fue el se�or Ministro-, que pensar que el Senado de la Rep�blica (que tambi�n nombra a los consejeros del Banco Central, que nombra a jueces de la Corte Suprema) vaya a designar personas de bajo nivel para desempe�ar responsabilidades de esta naturaleza, me parece francamente ofensivo. A continuaci�n, el problema es qu� ocurre con la carrera funcionaria. La verdad es que, en primer t�rmino, cabr�a decir que �sta se expande, porque se incluye en ella, a partir de esta ley, el llamado "nivel 3", de jefe de departamento, ajeno hasta ahora a esa carrera. O sea, se pasa desde la confianza del Presidente de la Rep�blica a personas eminentemente t�cnicas y profesionales, al �mbito de la carrera funcionaria. En segundo lugar �y �se es el punto clave-, ac� el se�or Ministro de Hacienda ha sido muy expl�cito y muy gr�fico al se�alar que estamos en una situaci�n heredada desde hace muchas d�cadas, de un Estado que en alguna �poca pudo haber estado a la altura de los tiempos, pero que ya no lo est�; de un Estado en que el incentivo a la promoci�n, el incentivo de seguir una carrera con expectativas de mejora, para contribuir con los mejores talentos al servicio p�blico, est� anulado por el problema de la sola efectividad de la antig�edad como causa real de ascenso. Y, en consecuencia, la introducci�n del m�rito, la introducci�n del desempe�o, la introducci�n de la aptitud para resolver los concursos, constituyen, evidentemente, una necesidad. Ahora, francamente, si los funcionarios se pusieran la mano en el coraz�n y se olvidaran por un instante de algunas de sus leg�timas demandas inmediatas, a m� no me cabe ninguna duda de que convendr�an en que el hecho de que se introduzcan concursos con estos factores es para todos los empleados con m�s ambici�n, que quieren poner sus capacidades al servicio del Estado. Las oportunidades m�s amplias de ascenso son francamente un progreso para el funcionario y para todo aquel con ambici�n. A prop�sito de la discusi�n que se ha tenido, opino que habr�a sido mejor que los concursos en los niveles m�s altos hubieran sido amplios, no s�lo restringidos al mismo servicio. Esto es de conveniencia -como lo dije el d�a lunes al Presidente de la ANEF en un seminario del PPD- para los propios funcionarios, porque la verdad es que las posibilidades de ascenso son m�s amplias en la medida en que hay mayor cantidad de gente que pueda acceder a la opci�n abierta. Sin embargo, el Gobierno ha optado -y respeto totalmente ese acuerdo- por mantener estos concursos restringidos al propio servicio, con condiciones en cuanto al n�mero m�nimo de postulantes o de personas elegibles para el concurso, que figuran en el proyecto. Y lo ha hecho justamente porque, como las transformaciones culturales son graduales, la aceptaci�n del cambio no es nunca f�cil, en ning�n plano de la vida en sociedad, y se ha querido evitar extremar alguno que probablemente vendr� m�s adelante limitando los concursos a los funcionarios provenientes del propio servicio. Luego, hay algo que se hace ac� que tambi�n quisiera destacar. Es el hecho de que se introducen los cargos que cumplen funciones cr�ticas con una posibilidad de asignaci�n especial. La verdad es que, si el proyecto del Ministro de Obras P�blicas Ricardo Lagos no se hubiera limitado a esa Secretar�a de Estado, lo que motiv� su rechazo en el Tribunal Constitucional despu�s de haber sido aprobado en el Parlamento, la cuesti�n de los sobresueldos hubiese sido en gran medida resuelta. --(Manifestaciones en las tribunas). El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Ruego evitar las manifestaciones. El se�or BOENINGER.- Y se rechaz� en el Tribunal por buenas razones. No estoy criticando ese fallo, porque efectivamente s�lo se refer�a a un servicio. �Y por qu� se refer�a a un servicio? Porque en ese momento no estaba madura la situaci�n para ampliar el concepto al conjunto de la Administraci�n. El se�or HORVATH.- Senador se�or Boeninger, �me permitir�a una interrupci�n breve para aclarar ese punto? El se�or BOENINGER.- D�jeme terminar la idea, por favor. Despu�s de eso, encantado. El se�or HORVATH.- Muy bien. El se�or BOENINGER.- En consecuencia, me parece que lo �ltimo que estoy diciendo prueba tambi�n que de las crisis surgen las oportunidades. Y la oportunidad de reforma del Estado, de su modernizaci�n, que hoy estamos analizando, surge de la crisis que hemos vivido todos estos meses, que nos mostraron que realmente transit�bamos por un camino que no daba soluci�n a los problemas m�s elementales de un Estado contempor�neo. --(Manifestaciones en las tribunas). El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Pido no hacer manifestaciones. El se�or BOENINGER.- En verdad �como se�al� el se�or Ministro-, el proyecto contiene un conjunto importante de beneficios pecuniarios y de otro tipo para los trabajadores. Por ejemplo �deseo enfatizar un aspecto que tambi�n mencion� aqu�l-, el incentivo por desempe�o individual se sustituye por uno de desempe�o colectivo. En mi concepto, constituye una modalidad que ciertamente favorece, con raz�n, a los trabajadores. Porque medir el rendimiento individual en un ente p�blico me parece algo extremadamente dif�cil. Y la noci�n que envuelve la cooperaci�n de los equipos es muy positiva. A mi juicio, �se es un elemento muy importante en la forma como se incentiva al funcionario p�blico en el desarrollo de sus funciones. Por lo tanto, ac� no podemos enredarnos en cosas menores, donde, en definitiva, los �rboles no dejen ver el bosque. Lo fundamental es que debemos dar un paso trascendente en la modernizaci�n del Estado. Ahora bien �como se ha indicado-, queda un conjunto de problemas sin resolver, como el relativo a las contratas y a los honorarios. El porcentaje de aqu�llas ha llegado a exceder lo normal en cuanto al cumplimiento de las funciones de flexibilidad que la contrata desempe�a. Se ha se�alado que eso fue en parte producto de una circunstancia como la que dio a conocer anteriormente un se�or Senador: si se necesita un contador y llega un m�dico de otra parte del pa�s a ocupar dicho cargo, obviamente eso no resuelve de manera adecuada los problemas de ascenso. En consecuencia, la forma de solucionar los inconvenientes de la contrata exige como condici�n previa la aprobaci�n de esta reforma. Y por eso en el protocolo quer�amos comprometer nuestra voluntad junto con la del Gobierno para resolver el asunto, pues, sin duda, hay que hacerlo. Evidentemente, es preciso solucionar problemas previsionales bastante complejos, y muchos otros, de diferente tipo. Sin embargo, hoy d�a estamos abocados al primer paso de modernizaci�n del Estado, lo cual, a mi juicio, implica necesariamente la aprobaci�n del proyecto en debate. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Luego de que intervenga el Honorable se�or Adolfo Zald�var, se clausurar� el debate. Los se�ores Senadores podr�n fundar el voto por cinco minutos, conforme al orden en que est�n inscritos. El se�or BOENINGER.- Se�or Presidente, podr�a hacer una excepci�n y extender mi tiempo. Me hab�a solicitado una interrupci�n el Honorable se�or Horvath. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- No puedo, se�or Senador. El se�or BOENINGER.- Entonces, doy las excusas del caso a Su Se�or�a. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable se�or Adolfo Zald�var. El se�or ZALD�VAR (don Adolfo).- Se�or Presidente, en nuestras manos tenemos un problema no menor y que dice relaci�n a dos cuestiones que deben conjugarse en nuestra decisi�n. Por una parte, la urgencia de andar con los tiempos y de actualizarnos en la modernizaci�n del Estado. �ste constituye, sin duda, un objetivo de bien com�n, que es el que nos convoca y que debemos tener presente en los acuerdos que adoptemos. El otro aspecto se relaciona con los funcionarios p�blicos, quienes durante toda su vida han cumplido una funci�n abnegada, muchas veces sin contar con el debido reconocimiento pecuniario y en forma incomprendida. Ahora, y con raz�n, tenemos que abrirnos a sus peticiones con responsabilidad, como lo hemos hecho desde estas bancas. �ste es un proyecto que no fue de origen parlamentario, pues es de la iniciativa del Ejecutivo. S�lo podemos perfeccionarlo o rechazarlo. Sin embargo, a su respecto, hay algo que pesa sobre cada uno de nosotros: un compromiso pol�tico. Nuestra palabra se cumplir� y honrar�. Lo hemos asumido. �sta no ser� la ocasi�n de faltar a �l y de no actuar con responsabilidad. Se�or Presidente, en esa disyuntiva, deseo recordar algo que no fue planteado en las conversaciones que tuve hoy d�a con los dirigentes. Cuando ingreso a cualquier oficina p�blica o se me acercan algunos funcionarios para dar a conocer su situaci�n, observo la realidad. Ciertas personas hablan con ligereza de los empleados p�blicos: que hay que renovarlos; que s�lo debe entrar gente joven a la Administraci�n, etc�tera. Creen que por ah� va la soluci�n. Ese planteamiento lo encuentro lesivo e injusto. No saben o no entienden que muchos funcionarios �el se�or Presidente del Senado pretendi� remediar la situaci�n hace uno o dos a�os- no pueden jubilar. Tiempo atr�s fueron inducidos, cuando no enga�ados, a cambiarse de un sistema previsional a otro. Por eso quien preside en este momento la sesi�n present� un proyecto sobre el particular. Algunos lo respaldamos. Y desde estas bancas pido al se�or Ministro que lo empecemos a estudiar y que haya una respuesta para los trabajadores. Porque si hubiere sido aprobado, quiz�s muchas materias que ahora analizamos estar�an superadas; los funcionarios, despu�s de una vida entera de servicio, habr�an jubilado, y actualmente se encontrar�an en sus casas gozando de una jubilaci�n digna. Sin embargo, hoy no lo pueden hacer porque no hubo soluci�n al problema. Esta situaci�n, as� como otras que vienen del pasado, tenemos que regularlas. Los Senadores democratacristianos decimos hoy d�a, con toda claridad: �Presidente, que su proyecto sea debidamente estudiado y que haya una soluci�n para nuestros funcionarios p�blicos! Nos parece bien que en el Protocolo suscrito se mejore la situaci�n �como dijo el se�or Ministro- de los personales a contrata y a honorarios. Eso lo respaldamos de verdad. Porque no puede ser que para los empleados p�blicos a contrata y a honorarios exista esta suerte de incordio que se produce en su ingreso a la Administraci�n, debido a un sistema que debemos modificar en los t�rminos que hemos planteado aqu�. Eso es lo que corresponde. Es preciso que exista seguridad en el empleo para el funcionario de planta. Nos parece muy bien que eso haya quedado establecido en el Protocolo. Al respecto, cabe se�alar que nuestras indicaciones son producto de las conversaciones que hubo para llegar a dicho acuerdo. Y lo vamos a cumplir, porque entendemos que esta materia es parte integral del compromiso. Hemos acogido, y con raz�n, la idea de que los funcionarios p�blicos puedan participar en el comit� de selecci�n en forma paritaria y con voz y voto, como corresponde. Eso obedece a una indicaci�n que recogimos �a nuestro juicio, ella es importante- y respecto de la cual tendr� que legislarse debidamente. La paridad se producir� en el sistema de selecci�n. Asimismo, nos parece bien que aqu� escojamos a cuatro de los miembros que integrar�n el Consejo de Alta Direcci�n P�blica y que, junto con quien designe el Presidente, hagan un �ltimo proceso de selecci�n, el cual ser� resuelto en definitiva por el Jefe del Estado. Ello conjuga una suerte de compromiso y de normalidad en las instituciones, que tendr� que ir en resguardo de los funcionarios p�blicos. Y eso nos parece muy bien. Asimismo, estimamos positiva la soluci�n, m�s bien ecl�ctica, a que se lleg� en el tema de la concursabilidad: que el proceso sea restringido hasta el tercer nivel dentro de un servicio, pero que hacia arriba, en las etapas superiores, se acoja aquello a lo que hoy nos convoca el Ministro, es decir, el m�rito, la capacidad o, por �ltimo, algo que vaya m�s all� de la experiencia. �Qu� bien que eso se concilie, para ir avanzando en un proceso de selecci�n m�s abierto y no tan restringido en determinados niveles! Y por �ltimo, se�or Presidente, antes de terminar, quiero decir que escuch� con mucha atenci�n el planteamiento del Senador se�or R�os, que comparto: no parece adecuado que para determinados cargos se exijan estudios universitarios de 10 semestres o 5 a�os de duraci�n, pues eso no guarda relaci�n con los niveles de educaci�n existentes en el pa�s. Adem�s, en la actualidad mucha gente, para aspirar a un futuro m�s digno, entra a estudiar carreras que duran 8 semestres o 4 a�os. �sa es nuestra realidad. Por lo tanto, a menos que se lleve a cabo un proceso de reforma que eleve los niveles de ense�anza, no podemos pretender dejar en esos cargos s�lo a graduados o posgraduados, entre �stos los mag�steres. Estamos en Chile y debemos legislar con realismo y objetividad. En consecuencia, vamos a hacer nuestra la indicaci�n del Honorable se�or R�os, pues en nuestra opini�n contribuye a perfeccionar el texto de la iniciativa. Por todas estas razones, se�or Presidente, anuncio, de cara al pa�s, que los Senadores democratacristianos honraremos el compromiso contra�do, que no es f�cil, pero que asumimos con toda la responsabilidad que trae consigo. --(Manifestaciones en las tribunas). El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Pido al p�blico no realizar manifestaciones. En votaci�n general el proyecto. --(Durante la votaci�n). El se�or CHADWICK.- Se�or Presidente, me sumo a la idea de aprobar esta parte del proyecto, en consideraci�n a los planteamientos que, en representaci�n de nuestra bancada, formul� la Senadora se�ora Matthei, los cuales comparto en plenitud. Sin embargo, y a pesar de tener la tranquilidad de que la iniciativa obligatoriamente debe ser revisada por el Tribunal Constitucional, me parece indispensable dejar constancia de algunos puntos de vista en relaci�n con su constitucionalidad, que no son coincidentes con los de algunos Senadores que me precedieron en el uso de la palabra. B�sicamente, los problemas que se han expuesto en ese �mbito se vinculan, en primer lugar, con un posible rompimiento de la estructura constitucional, en cuanto a que se estar�a limitando o restringiendo la facultad del Presidente de la Rep�blica para nombrar a los funcionarios que seg�n la ley son de su exclusiva confianza. Efectivamente, el art�culo 32, N� 12�, de la Carta Fundamental otorga esa atribuci�n al Jefe del Estado, y nuestro ordenamiento constitucional es coherente con ello. Pero el proyecto que nos ocupa no hace sino ratificar dicha situaci�n, dado que el Presidente de la Rep�blica conserva para s� la facultad de designar a los funcionarios que tengan rango de gerente p�blico. La iniciativa no limita dicha atribuci�n ni la invalida; s�lo establece un procedimiento de selecci�n en el cual el Primer Mandatario podr� ejercer su facultad de nombramiento. Y esto no es novedad en nuestro pa�s, porque la Ley Org�nica Constitucional sobre Gobierno y Administraci�n Regional, de gran importancia, dispone expresamente en su art�culo 62 que los Secretarios Regionales Ministeriales ser�n nombrados por el Presidente de la Rep�blica de entre las personas que figuren en una terna elaborada por el Intendente respectivo, oyendo al Ministro del ramo. Y esta facultad se ejerce sobre la base de un criterio de selecci�n previo que no descansa en el Jefe del Estado, sino en los Intendentes, que deben formar las ternas de entre las cuales se debe elegir a la persona que ocupar� el cargo respectivo. Esta Ley Org�nica ofrece una gran ventaja en lo referente al punto en discusi�n, pues, por su jerarqu�a, fue revisada por el Tribunal Constitucional, que acept� plenamente la forma de designaci�n de los Seremis. Respecto del art�culo 62, que acabo de citar, dictamin� que era no s�lo constitucional, sino adem�s materia de ley simple o com�n. Por lo tanto, la facultad que la Carta Fundamental entrega al Primer Mandatario permanece inalterable. Lo que cambia es el procedimiento de selecci�n. Pero a�n hay m�s, se�or Presidente. Cuando ayer concurr� a la Comisi�n de Hacienda para analizar el asunto en debate, me di cuenta de que el proyecto de la C�mara de Diputados establec�a un elemento adicional: desechadas dos ternas sin que el Presidente de la Rep�blica eligiera a una persona, la tercera se le impon�a con car�cter obligatorio. Y eso s� que a mi juicio es inconstitucional, porque limita su facultad de nombramiento. Por lo mismo fue eliminado en la Comisi�n de Hacienda del Senado, con el objeto de que el Jefe del Estado mantuviera intacta su atribuci�n, aunque de acuerdo con un proceso que seleccionar� a los postulantes conforme a la ley, pero que no lo obliga a una designaci�n en la tercera terna. Por consiguiente, me parece que el proyecto es absolutamente constitucional en ese aspecto. En relaci�n con el segundo punto, sobre el cual existen distintos puntos de vista, como casi siempre ocurre... El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Ha terminado su tiempo, se�or Senador. El se�or CHADWICK.- Se�or Presidente, estaba inscrito previamente. Por lo tanto, pido tiempo adicional. Ello con el objeto de que el Tribunal Constitucional pueda tener a la vista todos los criterios existentes al respecto. Dos o tres minutos bastar�n. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Si le parece a la Sala, se prorrogar� el tiempo de Su Se�or�a en dos minutos. Acordado. Puede continuar, se�or Senador. El se�or CHADWICK.- Gracias, se�or Presidente. La segunda objeci�n constitucional apunta a lo siguiente. Seg�n algunos colegas, la creaci�n de una planta y todo lo que ella implica no puede ser objeto de una facultad delegada del Congreso Nacional, por corresponder a una materia propia de ley org�nica constitucional, de acuerdo con el art�culo 38 de la Carta Fundamental. Discrepo de ese punto de vista jur�dico e interpretativo, pues el N� 2� del art�culo 62 de la Constituci�n, en t�rminos expresos, indica como materia de ley, con la sola particularidad de ser de iniciativa exclusiva del Presidente de la Rep�blica, la creaci�n de nuevos servicios p�blicos o empleos rentados de car�cter fiscal. En consecuencia, la creaci�n de una planta, seg�n el art�culo 62, es materia de ley com�n y no de ley org�nica, lo cual hace posible la facultad delegatoria por parte del Parlamento. Por si fuera poco, el art�culo 61 de la Ley Suprema - precisamente el que se refiere el punto-, despu�s de indicar que no son delegables las materias que deben ser objeto de una ley org�nica constitucional, detalla en t�rminos espec�ficos otras que tampoco lo pueden ser. Y se�ala: "La autorizaci�n" �del Congreso para delegar- "no podr� comprender facultades que afecten a la organizaci�n, atribuciones y r�gimen de los funcionarios del Poder Judicial, del Congreso Nacional, del Tribunal Constitucional ni de la Contralor�a General de la Rep�blica.". De modo que se excluye expresamente a los servidores de la Administraci�n P�blica. Por lo tanto, por su materia y por su rango, es delegable la formaci�n de la planta de un servicio p�blico. Pero, como podr�a ser tan s�lo una opini�n m�a, agregar� que existen cientos de ejemplos de servicios p�blicos cuya planta ha sido creada precisamente en virtud de un decreto con fuerza de ley. Se�alo uno de los m�s recientes: el de los servicios de salud, respecto de los cuales una ley dictada el a�o 2000 entrega al Presidente de la Rep�blica la facultad de formar, modificar e introducir todo tipo de modificaciones a la planta. �Y qui�n lo aprob�? Nosotros. Pero, adem�s,� El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Ha terminado su tiempo, se�or Senador. El se�or CHADWICK.- Necesito un minuto para redondear la idea. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Solicito a Su Se�or�a concluir su intervenci�n, porque, si no, se plantea un problema. El se�or CHADWICK.- S�lo deseo hacer presente �porque es un tema importante- que el Tribunal Constitucional, en una sentencia dictada en 1998, con motivo de conocer de un proyecto de ley, se�ala expresamente que es factible, dentro de nuestro ordenamiento constitucional -y que ello es de ordinaria frecuencia-, la aprobaci�n o modificaci�n de las plantas de los servicios p�blicos mediante decretos con fuerza de ley. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Su Se�or�a debe concluir. El se�or CHADWICK.- Quer�a exponer este punto de vista de car�cter constitucional. Voto a favor. --(Manifestaciones en las tribunas). El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Ruego no hacer manifestaciones. El se�or ESPINA.- Se�or Presidente, sobre esta materia, quiero distinguir dos temas distintos. Uno de ellos se refiere a la constitucionalidad del art�culo primero transitorio que regula a la Direcci�n Nacional del Servicio Civil. A mi juicio, el inciso segundo de esa disposici�n es inconstitucional y, por lo tanto, voy a solicitar en su momento que sea votado separadamente. Y fundamento mi punto de vista en la misma norma que ha se�alado el Presidente de la Comisi�n de Constituci�n, Honorable se�or Chadwick, en el sentido de que el art�culo 38 de la Carta, de manera clara y categ�rica, establece que "Una ley org�nica constitucional determinar� la organizaci�n b�sica de la Administraci�n P�blica, garantizar� la carrera funcionaria y los principios de car�cter t�cnico y profesional en que deba fundarse, y asegurar� tanto la igualdad de oportunidades de ingreso a ella como la capacitaci�n y el perfeccionamiento de sus integrantes.". Sin lugar a dudas, el inciso segundo a que he hecho referencia infringe la disposici�n que acabo de leer, ya que, entre otras cosas, delega al Presidente de la Rep�blica una facultad propia de una ley org�nica constitucional, como es establecer la promoci�n de los cargos de cada una de las plantas, dentro de la carrera funcionaria. Uno puede estar de acuerdo o no con un proyecto de ley, pero no puede dejar de hacer ver, cuando en conciencia lo cree, que alguna norma adolece de inconstitucionalidad y que, entre otras cosas, puede ser objeto de impugnaci�n por el Tribunal Constitucional. A mi juicio, la supresi�n de ese inciso segundo en nada alterar�a la disposici�n, porque el inciso primero mantiene en el Presidente de la Rep�blica la posibilidad de elaborar la planta. Pero habr�a que establecer como ley lo que dice relaci�n a los requisitos que debe tener la planta, para no romper el principio de igualdad que el constituyente ha querido consagrar. Respecto del fondo del proyecto, quiero se�alar que no particip� en el debate habido en la Comisi�n de Hacienda. Entiendo perfectamente las discrepancias que se han planteado. Pero pienso que la iniciativa est� bien orientada, entre otras cosas, porque resuelve �como bien se ha dicho- algunos temas que, por falta de modernizaci�n, han ocasionado innumerables dificultades. En primer lugar, se soluciona la situaci�n de los funcionarios de exclusiva confianza. En ning�n pa�s moderno existen 3 mil 500 empleados en esa condici�n, que, entre otras cosas, afecta a los propios funcionarios de carrera, quienes en un momento determinado se ven impedidos de acceder a esos cargos precisamente porque el Presidente de la Rep�blica los nombra o remueve cuando lo estima conveniente. La creaci�n de la alta direcci�n p�blica parece orientada correctamente. Resultar�a acertado en ese �mbito un consejo con integrantes nominados por el Senado. Alguien expres� por ah� que con ello se va a trasladar el cuoteo pol�tico al Parlamento. Curiosa reflexi�n, porque aqu� se ha designado a Ministros de la Corte Suprema, y pienso que, por sobre todo, m�s all� de la afinidad que se pueda tener con alguien, se han elegido personas id�neas. Por lo tanto, pienso que objetivamente ello va a significar que los altos empleados p�blicos sean nombrados por un procedimiento expedito, que d� calidad a su nombramiento y que permita cumplir adecuadamente sus funciones. Respecto de lo que se denomina "nuevo trato", se ha presentado un conjunto de indicaciones. En mi opini�n, hay normas que es necesario perfeccionar. Recuerdo que cuando se inici� este proyecto de ley, entre otras cosas, se establec�a que los concursos eran abiertos, fueran las personas o no de la Administraci�n P�blica. Luego se se�al� que pod�a tratarse de funcionarios de otros servicios. Finalmente, ello se ha restringido s�lo a aquellos que son del mismo servicio p�blico y, adem�s, dentro de los tres grados siguientes a aquel en que se concursa. Asimismo, entiendo que habr� representantes de los propios trabajadores en las comisiones que van a llevar adelante el proceso de concursabilidad y determinaci�n de los cargos. Todos estos puntos significan un avance en una materia en la que debemos ser capaces de legislar para tener una Administraci�n P�blica eficiente. Hay normas en que a veces resulta discutible si es correcta o no la determinaci�n adoptada. Por ejemplo, el plazo de duraci�n de tres a�os puede ser finalmente un obst�culo para que postulen a los cargos servidores eficientes, ya que al cabo de ese tiempo podr�an perfectamente perder su funci�n. Y no queda claro el que los criterios para perderla sean objetivos, sino que m�s bien pudieran ser subjetivos, aspecto que se trata de evitar, para que no se inmiscuyan factores distintos a la eficiencia, a la capacidad y a los a�os de servicio. Por estas consideraciones, y con la reserva de constitucionalidad que he se�alado, voto a favor de la idea de legislar. --(Manifestaciones en las tribunas). El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Ruego no hacer manifestaciones. El se�or OMINAMI.- Se�or Presidente, quiero decir muy francamente que a los Senadores socialistas nos duele la forma que ha tomado esta discusi�n. Consideramos que un tema grande, como es la reforma del Estado, pudo haberse planteado de un modo distinto. Podr�amos estar todos celebrando en el Parlamento, en el Gobierno, con los trabajadores, una reforma que ha estado pendiente tantos a�os. La verdad es que nos duele comprobar que servidores p�blicos que estimamos, cuya abnegaci�n y sacrificio conocemos, sienten hoy que sus derechos est�n siendo atropellados. Estoy convencido de que las reformas, para ser s�lidas, deben hacerse con la gente, con los trabajadores, y no contra ellos. Y, por bien inspiradas que est�n, el hecho de no ser bien explicadas, de generar finalmente fuertes niveles de conflicto, hace pensar que las posibilidades de obtener todos los frutos que de ellas se esperan pueden ser bastante menores. Debemos reconocer que tenemos un problema, que hay altos niveles de desconfianza. Y ello, para nosotros, es particularmente importante, porque somos de los que estimamos que las pol�ticas p�blicas juegan un papel fundamental en una sociedad como la nuestra. Quiz�s, para quienes creen que todo debe ser privatizado, que todo debe quedar librado a la l�gica del mercado, el Estado no es muy relevante. Por el contrario, para quienes pensamos que el mercado tiene enormes limitaciones para resolver los problemas �particularmente, los de la gente m�s modesta- no cabe sino la acci�n p�blica. Y para tal efecto es fundamental contar con un Estado fuerte, tecnificado, con una s�lida base financiera, con buenos equipos, con funcionarios motivados y bien calificados. �sa era la importancia de esta reforma. Siento que hoy d�a estamos pagando muy caro errores que se vienen arrastrando por d�cadas. Durante 17 a�os de Gobierno militar se empeque�eci� el Estado, pero no se reform� -digamos las cosas con mucha franqueza-, y se hizo una pr�dica permanente en contra de �ste. Y dicha pr�dica ha continuado durante estos a�os, incluso del lado de la Concertaci�n. Debemos reconocer que nos falt� coraje para haber enfrentado una reforma a fondo de la Administraci�n P�blica. Finalmente, a ra�z de todo lo anterior, tenemos como resultado lo que hemos vivido durante los �ltimos meses. Esta situaci�n nos ha "explotado en la cara". �sa es la verdad. Y en ese cuadro, desgraciadamente, se sit�a esta discusi�n. Comprendo la molestia de los trabajadores y de los dirigentes. �Qu� fue lo que ocurri�? Se juntaron cosas que no deb�an juntarse. Producto de la situaci�n creada en el pa�s, fue preciso suscribir un acuerdo entre las distintas fuerzas pol�ticas �y lo valoro muy positivamente- para resolver a la brevedad posible este problema. Pero �sos eran los tiempos de la negociaci�n pol�tica y no necesariamente los de las negociaciones entre el Gobierno y los trabajadores del sector p�blico. Estos �ltimos quedaron insertos dentro de una din�mica que no era la propia, lo cual, en mi concepto, ha sido un factor que ha generado una fuerte molestia. Voto a favor. --(Manifestaciones en las tribunas). El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Hago presente al p�blico que se debe mantener en orden. Mientras lo haga, Carabineros no proceder� a desalojar las tribunas. Los dirigentes deben responsabilizarse de que as� ocurra. A la persona que sea sorprendida interrumpiendo se le har� salir del recinto. Puede continuar el Honorable se�or Ominami. El se�or OMINAMI.- Se�or Presidente, solicito que se descuente el tiempo de la interrupci�n. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Muy bien, se�or Senador. El se�or OMINAMI.- Se�or Presidente, considero que hay avances en el proyecto, pero que todav�a queda un camino largo por recorrer. En el Senado intentamos mejorar la iniciativa y aumentar la ponderaci�n de un criterio muy importante: el de la antig�edad. Estoy de acuerdo en que los ascensos en la funci�n p�blica no pueden ser exclusivamente por antig�edad. Pero, �por favor!, se trata de un criterio fundamental. No puede ser que el compromiso de los funcionarios con sus reparticiones no sea considerado en la forma que corresponde. Pienso que se debe continuar avanzando, que se deben resolver muchos problemas pendientes. Por ejemplo, 45 por ciento de los servidores p�blicos est�n a contrata o a honorarios. Estimo muy importante lo planteado por el Senador se�or Adolfo Zald�var acerca de la necesidad de resolver el da�o previsional. Sin embargo, advierto que enfrentar este asunto tiene un alto costo fiscal. Digamos las cosas con mucha franqueza. Nosotros estamos perfectamente disponibles para enfrentar ese tema ahora, pero pongamos tambi�n la discusi�n sobre la fuente de recursos. No me parece correcto que se pretenda solucionar el da�o previsional y, simult�neamente, se diga que los impuestos no se pueden tocar. Eso no es coherente ni serio. Como queremos resolver el problema, estamos dispuestos a debatir de d�nde obtendremos los dineros necesarios. Juzgo que eso es lo responsable y consistente, y constituye nuestro compromiso. El se�or GARC�A.- Se�or Presidente, valoro en el proyecto, particularmente, todo lo referente a la gerencia p�blica. El Senador se�or R�os lo dijo con claridad. Muchos de los inconvenientes que deben enfrentar los funcionarios p�blicos provienen precisamente de personas que llegan a ocupar cargos de jefatura y cuyo nombramiento responde b�sicamente a un criterio de car�cter pol�tico. Por eso, me parece m�s sano y mejor para el pa�s, para la Administraci�n P�blica y para el respeto de sus propios funcionarios que esos cargos sean concursables y que, en definitiva, se pueda elegir cuantas veces sea necesario de la proposici�n que se presente al Presidente de la Rep�blica. Porque, si bien es cierto que el Jefe de Estado siempre contar� con la facultad de designar a quien mejor le parezca, tendr� que hacerlo eligiendo de entre las personas que integran esa lista y que han sido seleccionadas conforme al concurso respectivo. Estimo que dicho procedimiento constituye un elemento de modernidad y de respeto a la funci�n p�blica muy superior a lo que existe. En seguida, otro de los aspectos importantes que establece el proyecto, como norma permanente, es el incentivo al retiro, beneficio que actualmente no se entrega. Hoy d�a, los funcionarios p�blicos dejan sus cargos sin recibir absolutamente ninguna indemnizaci�n, salvo que una ley especial la otorgue o que hayan cotizado su respectivo desahucio. El que se instaure de manera permanente este incentivo al retiro me parece sano y bueno, y que es tambi�n un avance. Sin embargo, con la misma fuerza expongo que no estimo prudentes aquellas normas que establecen que quienes ya han cumplido 65 a�os de edad, en el caso de los hombres, o 60 a�os, en el de las mujeres, deben comenzar a dejar sus cargos, ya que, de otro modo, por cada semestre que permanezcan disminuir� en un mes la bonificaci�n. Lo anterior no me parece razonable, porque precisamente, seg�n entiendo, est� funcionando una comisi�n, integrada por representantes de la ANEF y del Gobierno, destinada a estudiar una soluci�n al problema previsional de miles de funcionarios p�blicos que -como aqu� se ha dicho- no pueden jubilar, pues el hacerlo ahora les implica recibir una pensi�n de aproximadamente un tercio de sus actuales remuneraciones. Creo que �ste es un tema central que se debe resolver. El se�or Presidente del Senado ha tenido un rol fundamental en esta materia, ya que hace varios a�os present� una iniciativa de ley que el Ejecutivo no ha acogido. Estoy de acuerdo con que ello tiene un costo, pero debemos estudiar seria y responsablemente la manera como obtener los recursos. Lo importante es que los servidores del Estado que llevan 40 � 45 a�os de abnegado trabajo al servicio de todos los chilenos reciban una jubilaci�n digna. Esto me parece de plena y absoluta justicia. Se�or Presidente, uno de los temas m�s conflictivos en el proyecto ha sido el de la concursabilidad. En este sentido, hay servicios p�blicos que son un verdadero ejemplo, en donde se asciende por la v�a de rendir ex�menes, de participar en cursos, de sostener entrevistas personales. Muchas reparticiones constituyen un ejemplo y un avance en esta materia. Por lo tanto, es perfectamente posible imitar el buen resultado que ha habido en ellas. Finalmente, debo decir que hay un "Acuerdo sobre nuevo trato laboral Gobierno-ANEF", firmado el 5 de diciembre de 2001. No escapa a mi consideraci�n que dicho documento fue firmado diez d�as antes de la �ltima elecci�n parlamentaria. Y si uno revisa este acuerdo, sin duda ver� que faltan muchas materias. Por eso, valoro el Protocolo. Pero se�alo que, m�s all� de �l, debemos tener todos la voluntad para poder encontrar, en el corto plazo, una soluci�n justa a las contenidas aqu�, en esta iniciativa. Voto a favor. El se�or NOVOA.- Se�or Presidente, creo que el debate, que se ha centrado en aspectos constitucionales, en cuestiones de procedimiento y, naturalmente, tambi�n en apreciaciones cr�ticas al proyecto, ha impedido tener una visi�n de conjunto sobre �ste. Por ello, quiero hacer, de manera breve, un repaso de todo el texto que ahora se vota en general. Los art�culos 1� a 6� contienen modificaciones a la asignaci�n de modernizaci�n; establecen bonificaciones, bonos, becas, beneficios leg�timamente ganados por los trabajadores del sector p�blico. Los art�culos 7� a 25 crean la bonificaci�n por retiro, que a mi juicio viene a solucionar, por lo menos en parte, la situaci�n en que se encuentran muchos servidores p�blicos que est�n obligados a permanecer en sus cargos porque la jubilaci�n es absolutamente insuficiente. Con respecto a si se crea o no un fondo para la bonificaci�n por retiro y qui�n lo administra, no tenemos ninguna opini�n predeterminada (lo se�al� ya la Senadora se�ora Matthei). Consideramos que eso perfectamente puede ser materia de discusi�n en cada Ley de Presupuestos. Entendemos, s�, que la proposici�n que se haga debe decir relaci�n m�s bien a c�mo administrar recursos del Estado en una forma que el Ejecutivo considere m�s razonable que dejarlo al arbitrio de la Ley de Presupuestos a�o tras a a�o. El art�culo 26 crea la Direcci�n Nacional del Servicio Civil y fija su ley org�nica. Pienso que �sa es una entidad importante. Va a participar en el dise�o de las pol�ticas de administraci�n de personal; va a promover reformas y medidas tendientes a mejorar la gesti�n de los funcionarios del sector p�blico; va a prestar asesor�as, fomentar y apoyar la profesionalizaci�n. Por tanto, estimo relevante avanzar en esa l�nea. El art�culo 27 modifica el Estatuto Administrativo y elimina del rango de funcionario de exclusiva confianza a m�s de mil empleados importantes, a quienes incorpora en la carrera funcionaria. Establece, tambi�n, un sistema de promociones donde no s�lo la antig�edad va a ser considerada. Respeto mucho las opiniones que pueda haber al respecto. Pero, en lo personal, considero que aquello es un avance en cuanto a mejorar nuestra Administraci�n P�blica. Los art�culos 28 a 34 fijan normas sobre remuneraciones, que contemplan beneficios y clarifican situaciones que es necesario rectificar. Y los art�culos 35 a 66 crean el Sistema de Alta Direcci�n P�blica, que, b�sicamente, significa que m�s de mil quinientos funcionarios que hoy son de designaci�n exclusiva del Presidente de la Rep�blica pasan a ser nombrados previo proceso de calificaci�n y selecci�n. Se�or Presidente, no veo por qu� podr�a haber una reacci�n contraria a un sistema de ese tipo. Y deseo puntualizar que las objeciones de �ndole constitucional planteadas -y me gustar�a que pudiera zanjarlas el Tribunal Constitucional, porque es ah� donde deben resolverse- no tienen asidero muy s�lido. La Carta establece como atribuci�n especial del Primer Mandatario "Nombrar y remover a los funcionarios que la ley denomina como de su exclusiva confianza y proveer los dem�s empleos civiles en conformidad a la ley.". Y dice que "La remoci�n de los dem�s funcionarios se har� de acuerdo a las disposiciones que �sta determine.". La Constituci�n entrega a la ley la determinaci�n de todos esos aspectos. Y si una ley estima que mil quinientos funcionarios de importancia o de alto rango deben ser nombrados por el Presidente de la Rep�blica bajo cierto procedimiento, modestamente, no creo que eso sea inconstitucional. Me parece que, al rev�s, viene a limitar la atribuci�n exclusiva de nombrar a 3 mil 500 a 4 mil funcionarios, la cual, desgraciadamente, se ha transformado en fuente de problemas. Si uno hace un an�lisis sereno del conjunto de disposiciones contenidas en este proyecto de ley, tendr� que reconocer que no se resuelven todas las dificultades. Quedan muchas situaciones, y muy importantes, sin soluci�n. Pero habr� de reconocerse que es una normativa equilibrada, que establece beneficios y que, en mi opini�n al menos, contribuye a la modernizaci�n del Estado. Voto a favor. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Desde este momento, el se�or Secretario tomar� la votaci�n por orden alfab�tico. El se�or VEGA.- Se�or Presidente, este tema es tremendamente importante para el presente y futuro de nuestra naci�n. Comparto la opini�n de los se�ores Senadores que han expresado que este proyecto es complejo, pues est� tratando del presente y futuro de los empleados p�blicos en general, quienes han aportado para que este pa�s sea lo que hoy d�a es, para bien o para mal (m�s para bien que para mal). El Gobierno, con responsabilidad de Estado, tiene que enfrentar un presente tremendamente complejo, t�cnico, cient�fico, inevitable, din�mico, cada vez m�s cambiante, con un modelo econ�mico que debe estar a la par con los de pa�ses industrializados del mundo, especialmente los de Europa (logramos con ellos un convenio reciente; pr�ximamente, habr� otro con Estados Unidos), que presiona a reacciones pr�cticamente inmediatas, sobre todo en el �mbito de la administraci�n interna. Ese cambio es inevitable. Tenemos claro el "qu�"; el problema es el "c�mo". Y aqu� entramos con un proyecto donde falt� un procedimiento que diera al Senado el tiempo necesario para analizar los aspectos particulares, sobre los cuales -como ha quedado de manifiesto en este debate- hay muchos enfoques y pareceres leg�timos. Con respecto al art�culo 1� de que trata el art�culo 26, tambi�n tengo algunos. Pero como ni siquiera hemos tenido tiempo para formular indicaciones, van a quedar sujetas al Protocolo, para que se hagan las rectificaciones del caso y se perfeccione la ley en proyecto, que -reitero- es muy importante. La Direcci�n Nacional del Servicio Civil, por ejemplo, tendr� una competencia bastante amplia, ya que su accionar abarcar� a los servicios de la administraci�n civil del Estado, lo cual incluye al Banco Central, a la Contralor�a General de la Rep�blica, a las municipalidades, etc�tera. En consecuencia, de actuarse con tal amplitud de criterio, se crear� un problema tremendamente complejo. Por otro lado, el art�culo 57 del proyecto establece que los nombramientos en los cargos de alta direcci�n durar�n tres a�os, lo que me parece impropio para decisiones de Estado, todas las cuales son bastante permanentes. En ese lapso, un nuevo jefe no se alcanza a compenetrar de toda la din�mica nacional (porque estamos hablando de decisiones a nivel nacional). De modo que en este caso tambi�n habr� que discutir con mayor profundidad. El punto de conflicto es el nuevo procedimiento para los ascensos, que ha sido tan discutido, por cuanto se deroga el actual sistema. Incorpora el mecanismo del m�rito, en virtud del cual se van a ponderar porcentajes que, incluso, permitir�n saltarse tres o cuatro grados, lo que va a generar a la autoridad que se nombra en reemplazo de la anterior una serie de problemas internos desde el punto de vista de su influencia sobre el personal. La asignaci�n especial por el desempe�o de funciones cr�ticas es otro tema interesante. Para no caer en problemas de discrecionalidad, a mi juicio, ellas debieran estar definidas claramente en la ley. En resumen, se�or Presidente, creo que �ste es un paso ineludible hacia la modernidad, proceso que inevitablemente debemos enfrentar. Espero que el protocolo pueda mejorar los puntos d�biles de la ley en proyecto. Y, obviamente, felicito a nuestros empleados p�blicos, dese�ndoles el mejor de los �xitos. --(Manifestaciones en las tribunas). El se�or VEGA.- Voto a favor. --(Manifestaciones en las tribunas). El se�or VIERA-GALLO.- Se�or Presidente, hay distintos niveles del debate. En primer lugar, quiero dejar muy en claro que se confunde, sobre todo por las bancadas de Oposici�n, modernizaci�n con neoliberalismo. No son lo mismo. Hay diferentes formas de modernizar la sociedad y el Estado. Pienso que es muy importante que eso quede claro en la discusi�n. Si no, parecer�a que quienes defendemos un papel relevante, moderno y eficiente del Estado somos personas arcaicas, atrasadas, ya fuera de la historia, y que, en cambio, el futuro pertenece al mercado, a la eficiencia de la empresa y al thatcherismo, en la acepci�n no peyorativa del t�rmino. Aclarado lo anterior, el problema es que debemos pronunciarnos, no sobre doctrina, sino acerca de este proyecto, al cual han concurrido fuerzas pol�ticas muy dis�miles en sus orientaciones doctrinaria, filos�fica, incluso sobre este mismo tema, y en que cada sector, como aqu� se expres�, ha cedido. �Qu� ha resultado de la negociaci�n? En primer lugar, considero que hay avances importantes para los trabajadores. El T�tulo I, en general, es positivo, salvo -y recojo aqu� lo dicho por el Senador se�or Silva- la forma de administrar el fondo de retiro. Sobre el particular, con los Senadores se�ores N��ez, Pizarro y Mu�oz Barra elaboramos indicaciones que esperamos se discutan y ojal� sean aprobadas en la sesi�n de la tarde. La Alta Direcci�n P�blica, que comenz� llam�ndose "Gerencia P�blica" -en eso el Senador se�or �vila tiene raz�n-, presenta la ventaja de ser un filtro para el cuoteo pol�tico. Sin embargo, advierto problemas. Primero, no hay -y en esto debo rectificar al se�or Ministro en cuanto a que no existe de mi parte una visi�n m�s liberal, en el sentido peyorativo del t�rmino, sino una m�s ecu�nime- una adecuada armon�a entre el rango de cargos de libre designaci�n pol�tica, que ahora se reducen, y la amplitud de los concursos. Si �stos son restringidos, se debi� mantener mayor n�mero de cargos de discrecionalidad pol�tica en la direcci�n media de la Administraci�n P�blica; si son amplios, no. Pero lo que no entiendo es la reducci�n de los cargos de confianza y la realizaci�n de concursos restringidos. Eso, a mi juicio, no es modernizar. Y, en ese aspecto, la posici�n del Gobierno fue variando en el tiempo. Segundo, veo con preocupaci�n que no figura la planta del nuevo servicio. Porque si todos los cargos van a ser objeto de concursos que aqu�l deber� resolver, puede producirse un atochamiento, pues aquello proceder� a nivel de todo el pa�s. Y no van a decidir s�lo cuatro personas, a menos que tengan la condici�n de superhombres o de supermujeres con capacidad para resolver concursos casi continuamente. Hemos de recordar que los gobiernos, en general, han estado en deuda para llenar las vacantes en los tribunales de justicia. Y la Corte Suprema se ha quejado de que pasan dos a tres meses y no se procede a los nombramientos. �Podr� el nuevo servicio, cuya planta no conocemos, cumplir esa funci�n adecuada y eficientemente? Suponiendo que lo haga en forma imparcial, por lo menos me asalta una duda al respecto. Por todo eso, habr�a querido un debate largo, serio y profundo. No se ha producido, por un acuerdo que escapa a nuestra voluntad. Al menos, ninguno de los que estamos sentados en estas bancas particip� en �l. --(Manifestaciones en las tribunas). El se�or VIERA-GALLO.- As� es: no participamos en ese acuerdo. Voy a decir m�s: no fuimos informados de su contenido preciso. --(Manifestaciones en las tribunas). El se�or VIERA-GALLO.- Y ah� se plantea un dilema que es t�pico de la vida parlamentaria: si uno debe votar en conciencia, como dice el Senador se�or R�os, o hay disciplina partidaria. --(Manifestaciones en las tribunas). El se�or VIERA-GALLO.- Fui varias veces jefe de bancada... El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Exc�seme, se�or Senador. Pero, como esto involucra a la Presidencia del Senado, debo aclararle que en la reuni�n de Comit�s en que adoptamos los acuerdos estaba presente el Honorable se�or Gazmuri. El se�or VIERA-GALLO.- No, se�or Presidente: me estoy refiriendo a los acuerdos del contenido del proyecto. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Cre� que se trataba de los otros. El se�or VIERA-GALLO.- No. El Senador se�or Gazmuri nos representa bien. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Puede continuar, Su Se�or�a. El se�or VIERA-GALLO.- Como dec�a, el problema estriba en que estamos en el dilema de votar en conciencia u obedecer a la disciplina partidaria. En la C�mara Baja, varias veces me vi en la obligaci�n, como jefe de la bancada de Diputados socialistas, no s�lo de votar, sino tambi�n de fundamentar contra lo que yo pensaba. Y estimo que, para que los Parlamentos funcionen, se debe respetar la disciplina partidaria. A lo que s� hay derecho es a criticar esa disciplina, a criticar esas decisiones y esos m�todos de acci�n. En todo caso, hemos hecho llegar a la Mesa seis indicaciones. Esperamos que el se�or Presidente del Senado no las declare inadmisibles, que el Gobierno las haga suyas y que ojal� cambien en parte los aspectos negativos del proyecto. Voto que s�. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Pondr� la mejor buena voluntad. Empero, Su Se�or�a sabe que estoy aqu� para cumplir la Constituci�n, la ley y el Reglamento. Tendr� que ver las indicaciones. No puedo pronunciarme anticipadamente sobre ellas. Las analizar� con el mejor �nimo y luego resolver�. El se�or �VILA.- Se�or Presidente, no soy parte de acuerdo pol�tico alguno,... --(Aplausos en las tribunas). El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Ruego a las tribunas no hacer manifestaciones. El se�or �VILA.-...pero siento profunda lealtad por quienes se desempe�an en el �mbito de la Administraci�n del Estado. Tampoco estigmatizo a quienes declaran solemnemente aqu� ser fieles a los compromisos contra�dos en el �mbito de sus colectividades. Pero creo que, por desgracia, debemos empezar ya a cantar los responsos del principio de la participaci�n. Un elemento b�sico contenido en el proyecto se ha concebido y elaborado a espaldas de quienes debieran ser protagonistas esenciales en todo lo que concierne a su concepci�n y desarrollo. Mediante el silencio y la falta de participaci�n, los sujetos que deber�an haber marcado su impronta a lo largo de toda esta discusi�n fueron arbitrariamente transformados en meros objetos de una negociaci�n que escap� de los marcos estrictamente institucionales del Estado. El Ministro Eyzaguirre nos ha puesto ante una falsa disyuntiva. �l dice que hoy se dirime entre el s� y el no al m�rito. Yo le se�alo que, en realidad, lo que est� en juego es el s� o el no a la carrera funcionaria moderna, concebida sobre nuevas bases, inspirada en incentivos reales y no menguada, con bajo techo, como la que se pretende instaurar. Con ello, insisto, se ha perdido la gran oportunidad de haber producido toda una revoluci�n en el �mbito de la Administraci�n del Estado. Yo me imagino lo que habr�a podido significar, para aquellos agentes p�blicos que rara vez ven un horizonte y una perspectiva para el desarrollo de su labor, el que se abrieran las puertas de un espacio que siempre miraron desde lejos, pero que a partir de ahora podr�a haber sido el gran est�mulo para el desarrollo de sus potencialidades, para la preparaci�n, para la formaci�n en el �mbito t�cnico-profesional. Habr�amos tenido, por fin, una Administraci�n del Estado con la camiseta puesta, entusiasta, alegre de abordar los desaf�os del futuro, porque el Presidente de la Rep�blica y el Congreso Nacional habr�an podido llegar a un acuerdo que honrara el �mbito al cual pertenecen. Hoy desembarca masivamente el mercado en la Administraci�n. Ojal� que quienes han actuado por mor del compromiso pol�tico que invocan el d�a de ma�ana tengan la entereza de cargar con las consecuencias de sus actos. --(Aplausos en las tribunas). El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Pido sinceramente a quienes est�n en las tribunas que no se manifiesten, porque no lo permite el Reglamento. El se�or HOFFMANN (Secretario).- �C�mo vota, Su Se�or�a? El se�or �VILA.- Faltaba lo m�s importante: por supuesto que, interpretando y representando el sentimiento de todos los agentes p�blicos, voto que no. --(Aplausos en las tribunas). El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- La pr�xima vez s� que voy a hacer desocupar las tribunas. �De acuerdo? El se�or COLOMA.- Se�or Presidente, creo de verdad que estamos ante una legislaci�n que forma parte del gran esfuerzo modernizador en que Chile est� empe�ado. Cada uno podr� tener sus puntos de vista, pero no me parece discutible que aqu� se est� haciendo un esfuerzo com�n por parte de personas de la m�s distintas ideas. En efecto, se est� intentando llevar adelante una de las iniciativas m�s ambiciosas de que se tenga noticia en la historia pol�tica de Chile: aprobar 49 proyectos de ley de diversa naturaleza, con el objetivo de modernizar nuestra naci�n. Ello, porque existe una percepci�n com�n en las bancadas de ac�, de all� o de m�s all� en cuanto a que Chile, objetivamente, se ha atrasado en muchos �mbitos. Y cuando uno se atrasa tiene dos caminos: lamentarse o hacer un esfuerzo por enmendar, aunque en ese intento surja el imperativo de ser valiente, o aunque, por cierto, uno se equivoque. A mi juicio, los logros del �ltimo per�odo con proyectos como el que confiere valor al silencio administrativo, uno de los esfuerzos m�s gigantescos para terminar con la burocracia en Chile; el que procura transparentar las compras p�blicas, lo cual equivale a eliminar la arbitrariedad en el manejo de los recursos del Estado; el que tiende a mejorar sustancialmente las pr�cticas electorales, un elemento de modernidad pol�tica fundamental; y, ahora, el que moderniza la Administraci�n del Estado, constituyen ejes centrales de ese esfuerzo com�n. Pero este proyecto no va solo: va acompa�ado de un esp�ritu, de una tarea com�n. Y, como todo proyecto, descansa en principios. Aqu� se busca esencialmente generar un nuevo trato laboral, sobre la base de nuevas pol�ticas de personal para modernizar y profesionalizar la Administraci�n del Estado. �sos son los dos ejes sobre los cuales se ha planteado la discusi�n -es una normativa que lleva mucho tiempo en el Parlamento, particularmente en la C�mara de Diputados-, y tiendo a pensar que, dejando a un lado algunas normas que pueden gustar m�s o menos, apuntan en la l�nea correcta. Respecto del Nuevo Trato Laboral, me parece fundamental la ampliaci�n de la carrera funcionaria. Yo no s� por qu� no se considera aqu� un eje propio. Es esencial el hecho de que se aumente un grado en el caso de los jefes de departamento, y es central que en los niveles de jefaturas equivalentes a ministros y servicios p�blicos los cargos sean provistos por concurso dentro de la Administraci�n. Y quiz� bastar�a ese solo m�rito para convencer a muchos de los que hoy d�a miran con escepticismo el proyecto de que �ste representa un paso vital para fortalecer la Administraci�n P�blica. En cuanto a las remuneraciones y otros beneficios, nadie puede afirmar que el perfeccionamiento de la asignaci�n de desempe�o; la bonificaci�n especial para funcionarios de zonas aisladas; los bonos de escolaridad o los premios anuales por excelencia, no constituyen fortalecimiento de la carrera funcionaria. Respecto de la bonificaci�n por retiro, creo que, m�s all� de todo lo que es necesario mejorar, responde a un principio valioso, deseado, que muchos funcionarios p�blicos nos han planteado en los �ltimos a�os. Lo que se ha mencionado en materia de becas concursables para mejorar la capacitaci�n de los funcionarios o la nueva pol�tica de remuneraciones que incentiva el buen desempe�o, en mi opini�n -me puedo equivocar-, va por el camino correcto. Del mismo modo, cuando se habla de crear una Alta Direcci�n P�blica, �qu� se est� diciendo? Ante todo, que se procura dar un paso para terminar con los cuoteos, a fin de que sean personas de un organismo plural las que determinen c�mo se proponen al Presidente de la Rep�blica m�s de 2 mil 500 jefes superiores y de segundo nivel jer�rquico. Yo creo que eso es un paso gigantesco respecto a lo vigente; gigantesco respecto de quienes se encuentran en el Gobierno, que se est�n desprendiendo de grados de poder; gigantesco respecto de quienes aspiran a llegar al Gobierno, que est�n renunciando anticipadamente a grados de mayor poder. En seguida, el que la Direcci�n Nacional del Servicio P�blico coordine, supervise y perfeccione las funciones del personal de los servicios de la Administraci�n Civil del Estado me parece un paso necesario si se quiere modernizar y obtener m�s incentivos para el mejoramiento de la Administraci�n P�blica. El fortalecimiento del m�rito y su aplicaci�n en el sistema de concursos para ascender, en vez de la sola antig�edad, son tambi�n, considerados desde un buen esp�ritu, un camino positivo, lo mismo que el empleo a prueba y los mecanismos de gesti�n que vinculan salarios con productividad. S� que cada uno puede tener puntos de vista distintos; lo asumo, lo entiendo. Respeto particularmente el tratamiento que se ha dado a la materia en debate, relativa al personal de la ANEF, porque honestamente creo que es de las discusiones m�s serias que hemos tenido en esta Sala. Y eso me parece valioso, importante. Quiero tambi�n destacar la valent�a de quienes han impulsado el proyecto. No es f�cil -lo digo desde las bancadas de la Oposici�n- para la gente de Gobierno verse en la necesidad de defender lo que cree, m�s all� de los aplausos o las pifias del momento. Y estimo que eso es una se�al de que, con esfuerzos mutuos, se ha empezado a vivir en un nuevo pa�s. Para m�, este paso es importante, valioso. Y por eso, voto a favor. El se�or LAVANDERO.- Se�or Presidente, no estoy de acuerdo con los tiempos de estudio de este proyecto ni con sus formas. Y en cuanto al fondo, creo que estamos cometiendo un grave error en algunos art�culos. Bien conoce el se�or Presidente los esfuerzos que hicimos en los Comit�s para que esta iniciativa pudiera ser votada en particular el pr�ximo martes. Las palabras del Senador se�or Silva son muy ilustrativas. Si a ellas se agregan los conceptos de los Senadores se�ores Ruiz De Giorgio y R�os, y la exclusi�n de la iniciativa del tr�mite en la Comisi�n especializada -la de Trabajo-, se agrava el despacho apresurado de un proyecto de tanta trascendencia, que puede afectar a muchos buenos funcionarios. Creo que la iniciativa presenta elementos positivos, como el fondo para la bonificaci�n por retiro, las becas concursables, los vi�ticos de faenas y las bonificaciones. S�lo por eso la votar� en general afirmativamente. Pero creo que en la discusi�n particular hay que examinar los art�culos en su propio m�rito. Y, desde ya, se�alo que respecto de algunos de ellos me pronunciar� en contra, para resguardar a la clase media, a la que los democratacristianos nos hemos comprometido a defender. Se�or Presidente, estoy seguro de que muchos proyectos de tanta importancia como el que nos ocupa salen debilitados por falta de recursos del Estado. Para atender a los 15 millones de chilenos, el Gobierno s�lo destina el 20 por ciento del producto interno. Es el m�s bajo aporte de que un pa�s dispone para satisfacer las necesidades urgentes de todos los chilenos. Y es m�s grave a�n si se considera que el 72 por ciento de los ingresos del Fisco proviene s�lo de impuestos al consumo. �Qu� aportan al pa�s aquellas empresas, o unos pocos chilenos, que obtienen el 63 por ciento del producto interno? Algunos hemos propuesto nuevos ingresos para el Estado, que, sin aumentar la carga tributaria, constituyan fondos suficientes para mejorar proyectos sensibles, como el que ahora se discute sobre la Administraci�n P�blica, o la salud o la educaci�n. Hoy, frente a las leg�timas aspiraciones de los sectores m�s postergados, lo podemos decir con m�s fuerza que ayer: un royalty a recursos no renovables, como el cobre y, en general, la miner�a, podr�a salvar los tremendos obst�culos que presentan este y otros proyectos. Llamo la atenci�n, con insistencia nuevamente, acerca de lo siguiente: un Estado con tan pocos recursos para resolver sus problemas b�sicos es d�bil, ineficiente y poco competitivo. Hoy, a lo mejor se aprobar� una legislaci�n respecto de la cual s�lo el tiempo se encargar� de se�alar sus errores, si es que antes no corregimos las graves falencias de que adolece. Por esa raz�n, se�or Presidente, me reservo el derecho de presentar indicaciones durante la discusi�n particular del proyecto. Y me pronunciar� en contra de algunos art�culos, por estimarlos lesivos. Voto que s�. --(Manifestaciones en las tribunas). El se�or N��EZ.- Se�or Presidente, en mi vida pol�tica, de la cual me siento absolutamente orgulloso, he enfrentado muchas situaciones complejas. Por eso, como se�al� ayer a prop�sito de la discusi�n de otro proyecto, estoy absolutamente convencido de que, en un sistema democr�tico, los partidos pol�ticos deben asumir sus responsabilidades. Si representantes del arco democr�tico existentes en nuestro pa�s analizaron la iniciativa en debate durante bastante tiempo, nosotros, por obligaci�n pol�tica y moral, debemos dar cr�dito a su buena intenci�n y disposici�n. No tengo ninguna raz�n para dudar del sentido patri�tico que enaltece en general a la vida pol�tica de Chile. En consecuencia, que en el Congreso Nacional de repente algunos Parlamentarios hagan desaparecer su condici�n de pol�ticos para ganar aplausos en la galer�a, no me parece leal ni honesto,... --(Manifestaciones en las tribunas). El se�or N��EZ.- ...particularmente cuando se ha usufructuado de la condici�n de militante y, muchas veces, de dirigente de un partido pol�tico. Por lo tanto, no es justo ni apropiado, para una sana relaci�n entre nosotros, que a veces nos olvidemos de esa condici�n. Me parece lamentable que este proyecto -como otros- haya dado motivo para generar situaciones francamente penosas para las posibilidades de desarrollo apropiado de la actividad legislativa. �Por qu� digo esto? Porque no comparto la afirmaci�n de que no se negoci� con la ANEF. Estoy enterado, como dirigente pol�tico y Parlamentario, de que -se se�al� en la Sala- durante m�s de un a�o se negoci� esta iniciativa entre las autoridades de Gobierno y los dirigentes gremiales. Lo que debemos asumir es que esa negociaci�n concluy� en un fracaso, que no fue posible llegar a entendimiento. Y eso, objetivamente, tenemos que aceptarlo. No s� de qui�n fue la responsabilidad, porque no particip� directamente en las conversaciones, como muy bien saben los dirigentes de la ANEF. Estoy cierto, en todo caso, de que pusieron todo el empe�o para llegar a un buen acuerdo con el Gobierno. Sin embargo, ello no fue posible, y ahora los Parlamentarios tendremos que dirimir ese desacuerdo entre los trabajadores, representados por la ANEF, y el Gobierno. �C�mo lo haremos? Sobre la base de nuestra m�s plena conciencia de que se intent� hacer bien las cosas, de que aqu� no hay actores que pretendan generar situaciones conflictivas a unos u otros. No creo que la ANEF est� dedicada a provocar dificultades al Gobierno, ni que �ste pretenda hacer lo mismo a dicha organizaci�n y a los trabajadores del sector p�blico, porque esta Administraci�n ha sido particularmente sensible para buscar mecanismos tendientes a mejorar la situaci�n de los trabajadores, en particular la de quienes laboran en la Administraci�n P�blica. Por eso, no tengo duda de que �ste es un proceso... El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- �A la persona que diga otra impertinencia la har� sacar con la fuerza p�blica! El se�or N��EZ.- Se�or Presidente, en el Parlamento se pueden manifestar muchas cosas, y nunca he sido de los que han pretendido impedir que las personas presentes en las tribunas -estamos en un sistema democr�tico- leg�timamente puedan expresar sus opiniones, e incluso, manifestarse en un sentido u otro. Pero si alguien intenta herir la dignidad y la honestidad de algunos Parlamentarios o da�ar mi propia dignidad, que venga y me lo diga de frente y no a trav�s de los mecanismos cobardes que, por desgracia, normalmente se utilizan en las manifestaciones p�blicas. Porque tengo clara conciencia de que esta iniciativa es perfectible -como muchos otras-, hemos presentado algunas indicaciones. Seguramente, a medida que transcurra el tiempo trataremos de hacer todo lo posible para que este proyecto, una vez convertido en ley, se utilice en beneficio de los trabajadores. Por eso hemos decidido -ya lo se�al� nuestro jefe de bancada- votarlo favorablemente en general. El se�or PIZARRO.- Se�or Presidente, para que los asistentes de tribunas recuperen pronto la tranquilidad, anuncio primero mi voto a favor del proyecto en general. En seguida, quiero manifestar, con mucha molestia, que no me parece honesto ni aceptable desde el punto de vista �tico el que, en una actitud de demagogia f�cil, con la cual se busca -como aqu� se ha dicho- sacar aplausos f�ciles de las tribunas� --(Manifestaciones en las tribunas). El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Pido a Su Se�or�a no hacer referencia a las tribunas. El di�logo debe establecerse con la Mesa. El se�or PIZARRO.- El di�logo est� hecho, se�or Presidente. Dije primero que iba a votar favorablemente, a fin de que quienes ocupan las tribunas hicieran las manifestaciones que quisieran. No tengo problema en que as� ocurra. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Reglamentariamente, Su Se�or�a debe dirigirse a la Mesa. El se�or PIZARRO.- Se�or Presidente, tal vez incomode que yo trate de explicar por qu� los acuerdos pol�ticos son importantes; por qu� se procura alcanzarlos, y por qu� me causa molestia el que algunos, con demagogia, con tanta facilidad, con tanto apego a la �tica y con inconsecuencia, renieguen ahora de lo que muchas veces ellos les han permitido en sus aspiraciones personales Resulta muy sencillo plantear estas cosas. Sin embargo, debo se�alar, especialmente al p�blico de tribunas -aunque se enoje el se�or Presidente-, que todos estamos sentados aqu� (salvo los Senadores institucionales) producto de acuerdos y pactos pol�ticos. Incluso, algunos se han cambiado de partido para usufructuar de esos pactos y poder ocupar una banca en este Hemiciclo. Por lo tanto, no me gusta� --(Manifestaciones en las tribunas). El se�or PIZARRO.- �la demagogia f�cil, barata. Los acuerdos pol�ticos ayudan a ordenar, a conducir, a dirigir. La gente tambi�n nos elige para que cumplamos ac� ese mismo papel. Con relaci�n a este proyecto, se lleg� a un acuerdo entre el Gobierno y los partidos pol�ticos. No as� con los dirigentes de la ANEF. Pese a que se convers�, dialog�, discuti� y negoci� con ellos, no se alcanz� un acuerdo completo. Me pregunto: �el proyecto en debate corresponde a lo acordado originalmente entre el Gobierno y los partidos, o a ra�z de las conversaciones con la ANEF se le introdujeron important�simas modificaciones de fondo? El se�or Ministro ha expresado que muchas disposiciones de la iniciativa tienen que ver con sugerencias y planteamientos surgidos en las negociaciones con la ANEF. Que a �sta no le gusten porque quiere m�s, es l�gico, razonable y propio de quienes tienen una representaci�n gremial. Sin embargo, yo tambi�n tengo derecho a preguntarme por qu�, fruto de la negociaci�n con los representantes de esa Agrupaci�n, no es posible que a los concursos p�blicos postulen funcionarios meritorios de distintas reparticiones a cualquier cargo que est� en condiciones de ser concursado. �Por qu� no puede alguien del INDAP postular, por ejemplo, a un cargo en la CONAF, en el Servicio de Impuestos Internos, en el Ministerio de Obras P�blicas o en la Canciller�a? �Por qu� se redujo a s�lo tres grados la posibilidad de postular si -seg�n entiendo- el proyecto primitivo la establec�a para cinco? �Eso no es, acaso, producto de los planteamientos hechos por los dirigentes de la ANEF? Y, por supuesto, propusieron otras cosas que no fueron acogidas. En consecuencia, y en honor a la verdad y a la objetividad, hacemos bien en aprobar en general el proyecto. Y haremos bien tambi�n en la tarde si somos capaces de mejorarlo y perfeccionarlo a trav�s de las indicaciones que se han anticipado. Me parece que �ste es el esp�ritu con el cual deber�amos enfrentar el debate. Se�or Presidente, yo no pensaba hacer uso de la palabra; pero, francamente, irrita -�irrita!- y molesta a la conciencia de cualquier Parlamentario el que aqu�, actuando demag�gicamente, se pretenda dar en el gusto con tanta facilidad a quienes nos puedan estar escuchando o intentando defender sus leg�timos intereses. Podemos discrepar, podemos tener diferencias, pero procedamos, al menos, con un m�nimo de coherencia. Voto a favor. El se�or R�OS.- Se�or Presidente, ante todo, quiero hacer una consulta. Este proyecto, tal como han expresado algunos se�ores Senadores, �se votar� despu�s en particular, art�culo por art�culo, incluyendo aquellos que no hayan sido objeto de indicaciones? El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- No fue �se el acuerdo, se�or Senador. Los Comit�s volvieron a reunirse y resolvieron tratar separadamente los art�culos que reciban indicaciones hasta la hora de t�rmino de la presente sesi�n, o respecto de los cuales alg�n se�or Senador solicite discusi�n en virtud del inciso sexto del art�culo 133 del Reglamento. �ste fue el acuerdo un�nime de los Comit�s, incluido el de Su Se�or�a. El se�or R�OS.- Conforme. Eso tiene una estrecha relaci�n con lo que voy a se�alar. Se�or Presidente, se ha expresado aqu� que los acuerdos pol�ticos constituyen un elemento muy importante. Coincido con esa apreciaci�n. Muchos de ellos -dir�a que la gran mayor�a- han sido muy buenos e interesantes. El punto es otro: c�mo se administran. Si se planteara, por ejemplo, un acuerdo pol�tico destinado a fortalecer la acci�n p�blica en la Administraci�n del Estado, naturalmente todos lo respaldar�amos. En lo personal, firmar�a muy animoso un documento de ese tipo; pero, considerando su profundidad y las responsabilidades que involucra, procurar�a que tuviera la administraci�n adecuada. Esa administraci�n adecuada implica, obligadamente, el que se disponga del tiempo necesario; de la colaboraci�n de los organismos t�cnicos pertinentes, y de la participaci�n de quienes en definitiva habr�n de resolver la aplicaci�n de ese acuerdo pol�tico: los miembros del Parlamento. En este caso -tal como hemos hecho notar diversos Senadores-, esos pasos trascendentales para la buena administraci�n de una idea atractiva e interesante, lamentablemente, no se han dado. Sabemos que los acuerdos pol�ticos representan una instancia a la que recurre la totalidad de los pa�ses donde hay una buena participaci�n de las personas en el campo p�blico a trav�s de sus respectivas colectividades. Indudablemente, somos partidarios de que aqu� existan; pero su administraci�n es inadecuada. Por esa raz�n, nos asalta la duda de si la idea fue mejor, o lo fue la forma en que finalmente se hacen las cosas. En consecuencia, dada la responsabilidad que uno tiene, no en la elaboraci�n del acuerdo pol�tico propiamente tal sino en que el proyecto donde se plasm� se transforme en ley de la Rep�blica, trata de buscar otros caminos que permitan actuar de manera m�s apropiada y resolver los elementos negativos o inconstitucionales que pueda contener la iniciativa -de hecho, los tiene, y esto ha sido reconocido por Senadores de distintas bancadas- antes de tomar una decisi�n. Se ha hablado mucho de los protocolos. Yo he participado en el estudio de varias normativas donde los ha habido, pero lo que prima finalmente es la ley. Los protocolos, pese a estar llenos de buenas intenciones, si la ley no establece el camino para resolverlos, no sirven. As� de simple. Por tal motivo, de nada servir� invocar el protocolo cuando deban aplicarse las normas. Cualquier acci�n administrativa o reglamentaria tendr� que ajustarse a lo que establece la ley, y no a las buenas intenciones que en alg�n momento se plantearon. Insisto, se�or Presidente -y lo digo aunque resulte duro-, en que nosotros hemos estado legislando muy r�pidamente para el discurso y no para la administraci�n permanente del pa�s. El hecho de que en el proyecto relativo al personal de la Administraci�n del Estado existan elementos de inconstitucionalidad, lleva a hacerse algunas preguntas. Yo soy miembro de la Comisi�n de Salud, donde se estudia una reforma importante; pero, dentro de ella, la concerniente a la administraci�n es absolutamente distinta de la que estamos aprobando ahora. No hay nada -�nada!- que las una. �Y el sector de la salud cuenta con 74 mil 904 funcionarios p�blicos! Pareciera que los acuerdos pol�ticos fueran aplicables s�lo para el caso que nos ocupa, no para el resto. Por consiguiente, esto se comienza a transformar en parcelas, las cuales terminan provocando un desorden arm�nico en la simetr�a que debe existir en el desarrollo de un pa�s. Cuando el Presidente de la Rep�blica inaugura consultorios, hospitales, escuelas, liceos, en fin, tantas obras que se inauguran todas las semanas en Chile, siempre se habla de la calidad con que se est�n haciendo las cosas. Y hay que tener presente que en cada una actu� permanentemente la Administraci�n P�blica. Por eso, cuando se pone tan en duda la participaci�n que le cabe, discrepo de ello, porque existen razones suficientes para sostener que el pa�s efectivamente ha tenido un desarrollo importante en muchas �reas. Y es ah� donde act�a toda la Administraci�n P�blica. Este proyecto no obedece a motivos de mala administraci�n, sino a que ha habido dolo en la acci�n del manejo econ�mico. Se�or Presidente, considerando esos aspectos tan trascendentes e invocando la necesidad de que haya una buena administraci�n de los acuerdos pol�ticos, voto que no. --(Aplausos en las tribunas). El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Pido orden a las tribunas cuando se proclame la votaci�n. El se�or HOFFMANN (Secretario).- �Alg�n se�or Senador no ha emitido su voto? El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Terminada la votaci�n. --Se aprueba en general el proyecto (40 votos contra 5), dej�ndose constancia de que se cumpli� con el qu�rum constitucional requerido. Votaron por la afirmativa los se�ores Aburto, Arancibia, Boeninger, Bombal, Canessa, Cantero, Coloma, Cordero, Chadwick, Espina, Fern�ndez, Flores, Foxley, Frei (don Eduardo), Garc�a, Gazmuri, Horvath, Larra�n, Lavandero, Mart�nez, Matthei, Moreno, Mu�oz Barra, Novoa, N��ez, Ominami, Orpis, P�ez, Pizarro, Prokurica, Romero, Ruiz-Esquide, Sabag, Stange, Vald�s, Vega, Viera-Gallo, Zald�var (don Adolfo), Zald�var (don Andr�s) y Zurita. Votaron por la negativa los se�ores �vila, Parra, R�os, Ruiz (don Jos�) y Silva. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Hago presente a la Sala que a las 4 de la tarde comenzaremos la discusi�n particular de la iniciativa, donde se analizar�n las indicaciones formuladas y los art�culos respecto de los cuales se haya solicitado debate. Felicito a quienes nos han acompa�ado en las tribunas, porque tienen mucha imaginaci�n. Se levanta la sesi�n. --Se levant� a las 15:16. Manuel Oca�a Vergara, Jefe de la Redacci�n