REP�BLICA DE CHILE DIARIO DE SESIONES DEL SENADO PUBLICACI�N OFICIAL LEGISLATURA 348�, EXTRAORDINARIA Sesi�n 24�, en martes 14 de enero de 2003 Extraordinaria (De 15:21 a 21:37) PRESIDENCIA DEL SE�OR CARLOS CANTERO, VICEPRESIDENTE SECRETARIOS, LOS SE�ORES CARLOS HOFFMANN CONTRERAS, TITULAR, Y SERGIO SEP�LVEDA GUMUCIO, SUBROGANTE ____________________ � N D I C E Versi�n Taquigr�fica P�g. I. ASISTENCIA......................................................................................................... II. APERTURA DE LA SESI�N............................................................................... III. TRAMITACI�N DE ACTAS..........................................................................�. IV. CUENTA............................................................................................................... V. ORDEN DEL D�A: Proyecto de acuerdo, en segundo tr�mite, que aprueba el Acuerdo de Asociaci�n entre Chile y la Comunidad Europea y sus Estados miembros (3147-10) (se aprueba en general y particular)............................................. VERSI�N TAQUIGR�FICA I. ASISTENCIA Asistieron los se�ores: --Aburto Ochoa, Marcos --Arancibia Reyes, Jorge --�vila Contreras, Nelson --Boeninger Kausel, Edgardo --Bombal Otaegui, Carlos --Canessa Robert, Julio --Cantero Ojeda, Carlos --Cariola Barroilhet, Marco --Chadwick Pi�era, Andr�s --Coloma Correa, Juan Antonio --Cordero Rusque, Fernando --Espina Otero, Alberto --Fern�ndez Fern�ndez, Sergio --Flores Labra, Fernando --Frei Ruiz-Tagle, Carmen --Frei Ruiz-Tagle, Eduardo --Garc�a Ruminot, Jos� --Gazmuri Mujica, Jaime --Horvath Kiss, Antonio --Lavandero Illanes, Jorge --Mart�nez Busch, Jorge --Matthei Fornet, Evelyn --Moreno Rojas, Rafael --Mu�oz Barra, Roberto --Naranjo Ortiz, Jaime --Novoa V�squez, Jovino --N��ez Mu�oz, Ricardo --Ominami Pascual, Carlos --Orpis Bouch�n, Jaime --P�ez Verdugo, Sergio --Parra Mu�oz, Augusto --Pizarro Soto, Jorge --Prokurica Prokurica, Baldo --Romero Pizarro, Sergio --Ruiz De Giorgio, Jos� --Ruiz-Esquide Jara, Mariano --Sabag Castillo, Hosa�n --Silva Cimma, Enrique --Stange Oelckers, Rodolfo --Vald�s Subercaseaux, Gabriel --Vega Hidalgo, Ram�n --Viera-Gallo Quesney, Jos� Antonio --Zald�var Larra�n, Adolfo Concurrieron, adem�s, los se�ores Ministros del Interior; de Relaciones Exteriores; de Educaci�n y de Vivienda y Urbanismo, y Bienes Nacionales; los se�ores Director Jur�dico y Director General de Relaciones Econ�micas Internacionales del Ministerio de Relaciones Exteriores, y el se�or Director de ODEPA. Actu� de Secretario el se�or Carlos Hoffmann Contreras, y de Prosecretario, el se�or Sergio Sep�lveda Gumucio. II. APERTURA DE LA SESI�N --Se abri� la sesi�n a las 15:21, en presencia de 17 se�ores Senadores. El se�or CANTERO (Vicepresidente).- En el nombre de Dios, se abre la sesi�n. III. TRAMITACI�N DE ACTAS El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Las actas de las sesiones 22� y 23�, ordinarias, en 7 y 8 de enero del a�o en curso, se encuentran en Secretar�a a disposici�n de los se�ores Senadores, hasta la sesi�n pr�xima para su aprobaci�n. IV. CUENTA El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Se va a dar cuenta de los asuntos que han llegado a Secretar�a. El se�or SEP�LVEDA (Prosecretario).- Las siguientes son las comunicaciones recibidas: Mensajes Nueve de Su Excelencia el Presidente de la Rep�blica: Con el primero retira la urgencia que hiciera presente para el despacho del proyecto sobre financiamiento urbano compartido (Bolet�n N� 2.651-14). --Queda retirada la urgencia y se manda agregar el documento a sus antecedentes. Con el segundo retira la urgencia y la hace presente nuevamente, en el car�cter de "suma", respecto del proyecto que crea el Consejo Nacional de Cultura y el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural (Bolet�n N� 2.286-04). Con los siete siguientes retira la urgencia y la hace presente nuevamente, en el car�cter de "simple", respecto de los siguientes proyectos: 1.- El relativo a la creaci�n de sociedades an�nimas deportivas profesionales (Bolet�n N� 3.019-03); 2.- El que crea el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia (Bolet�n N� 2.944-03); 3.- El que modifica la ley N� 19.039, sobre privilegios industriales y protecci�n de los derechos de propiedad industrial (Bolet�n N� 2.416-03); 4.- El que adecua la legislaci�n que indica conforme a los Acuerdos de la Organizaci�n Mundial del Comercio (OMC) suscritos por Chile (Bolet�n N� 2.421-03); 5.- El referido a la transparencia, l�mite y control del gasto electoral (Bolet�n N� 2.745-06); 6.- El que modifica la Ley de Alcoholes, Bebidas Alcoh�licas y Vinagres, y deroga el Libro Segundo de la ley N� 17.105 (Bolet�n N� 1.192-11), y 7.- El que modifica la ley N� 18.290, de Tr�nsito, para permitir la eliminaci�n de anotaciones en el Registro Nacional de Conductores de Veh�culos Motorizados, en las condiciones que indica (Bolet�n N� 2.774-15). --Quedan retiradas las urgencias, se tienen presentes las nuevas calificaciones y se manda agregar los documentos a sus antecedentes. Oficios De Su Excelencia el Presidente de la Rep�blica, mediante el cual, en cumplimiento de lo establecido en el art�culo 25 de la Constituci�n Pol�tica de la Rep�blica, comunica su ausencia del territorio nacional el d�a 15 del mes en curso, con motivo de la transmisi�n del mando presidencial en la Rep�blica del Ecuador. Asimismo, se�ala que durante el per�odo que dure su ausencia ser� subrogado, con el t�tulo de Vicepresidente de la Rep�blica, por el se�or Ministro titular de la Cartera de Interior, don Jos� Miguel Insulza Salinas. --Se toma conocimiento. Cuatro de la C�mara de Diputados: Con el primero comunica que ha dado su aprobaci�n al proyecto que modifica el C�digo de Procedimiento Penal en materia de libertad provisional, concediendo facultades especiales a los jueces del crimen, al momento de otorgar este beneficio, para su cumplimiento (Bolet�n N� 3.080-07). --Pasa a la Comisi�n de Constituci�n, Legislaci�n, Justicia y Reglamento. Con el segundo comunica que ha aprobado el proyecto sobre creaci�n de sociedades an�nimas deportivas profesionales, con urgencia calificada de "simple" (Bolet�n N� 3.019-03). --Pasa a la Comisi�n de Constituci�n, Legislaci�n, Justicia y Reglamento, y a la de Hacienda, en su caso. Con el tercero comunica que ha dado su aprobaci�n al proyecto que concede, por especial gracia, la nacionalidad chilena a don Giorgio Agostini Visentini, iniciado en moci�n del Honorable Senador se�or Zald�var, don Andr�s (Bolet�n N� 2.954-07). --Se manda comunicar el proyecto aprobado por el Congreso Nacional a Su Excelencia el Presidente de la Rep�blica. Con el cuarto comunica que ha aprobado las enmiendas propuestas por el Senado al proyecto que moderniza la gesti�n y modifica las plantas de personal de Gendarmer�a de Chile (Bolet�n N� 2.775-07). --Se toma conocimiento y se manda a archivar junto a sus antecedentes. De la Excelent�sima Corte Suprema, por medio del cual emite parecer respecto del proyecto que introduce modificaciones a la ley N� 19.665, sobre nombramiento de jueces de garant�a y jueces del tribunal del juicio oral en lo penal (Bolet�n N� 3.178-07). --Se toma conocimiento y se manda a agregar a sus antecedentes. Tres del se�or Ministro del Interior: Con el primero contesta un oficio enviado en nombre del Senador se�or Prokurica, relativo al aumento de la dotaci�n policial en la Regi�n de Atacama, y Con los dos siguientes da respuesta a sendos oficios enviados en nombre del Senador se�or Stange: uno, relativo a una eventual modificaci�n a la divisi�n territorial de la Regi�n de Ais�n; y el otro, acerca del sistema de empadronamiento utilizado para la selecci�n de personas que ser�n trasladadas a la ciudad sat�lite de Alerce, comuna de Puerto Montt. Del se�or Ministro de Justicia, por medio del cual contesta un oficio enviado en nombre del Senador se�or Romero, referido a la construcci�n de un nuevo establecimiento penitenciario para la zona de Aconcagua, Quinta Regi�n. Del se�or Ministro de Transportes y Telecomunicaciones, mediante el cual responde un oficio enviado en nombre del Senador se�or Horvath, relativo a la prestaci�n del servicio de la Empresa de Correos de Chile en la Regi�n de Ais�n. Del se�or Ministro de Agricultura, con el que responde un oficio enviado en nombre del Senador se�or Romero, relacionado con la solicitud de autorizaci�n para construir un aer�dromo en el sector rural de las Comunas de Buin y Paine, Regi�n Metropolitana. Del se�or Subsecretario del Interior, por medio del cual remite un ejemplar del "Informe estad�sticas nacionales, sobre denuncias y detenciones de delitos de mayor connotaci�n social y violencia intraframiliar", correspondiente al tercer trimestre del a�o 2002. Del se�or Subsecretario de Telecomunicaciones, con el cual responde un oficio enviado en nombre del Senador se�or Naranjo, referido a la instalaci�n de antenas para la telefon�a m�vil. De la se�ora Subsecretaria de Bienes Nacionales, mediante el cual contesta un oficio enviado en nombre del Senador se�or Horvath, atinente al sistema de concesiones para el uso de bienes fiscales y la venta de �stos en la zona austral. Del se�or Subsecretario de Agricultura, con el que contesta un oficio enviado en nombre del Senador se�or Lavandero, relativo a la carga tributaria real del sector forestal. De la se�ora Secretaria Ejecutiva del Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes, con el que responde un oficio enviado en nombre de los Senadores se�ora Frei y se�or Cantero, concerniente a la creaci�n, en la Regi�n de Antofagasta, de un centro integral mixto de rehabilitaci�n, tratamiento y prevenci�n del consumo de drogas. Del se�or Director de Vialidad de la Novena Regi�n, con el que da respuesta a un oficio enviado en nombre del Senador se�or Espina, relacionado con la posibilidad de construir un puente peatonal sobre el R�o Malleco, en el sector Reducci�n Cancura, Comuna de Angol. --Quedan a disposici�n de los se�ores Senadores. Comunicaci�n De la Comisi�n Especial encargada de estudiar el proyecto de acuerdo que incorpora al Reglamento de la Corporaci�n un C�digo de Conducta Parlamentaria en el Senado (Bolet�n N� S 650-1), iniciado en Moci�n de los Senadores se�ores Zald�var, don Andr�s, y Cantero, para se�alar que en sesi�n del d�a ayer acord�, por la unanimidad de sus miembros presentes, solicitar autorizaci�n del Senado para tener a la vista los siguientes proyectos, actualmente radicados en la Comisi�n de Constituci�n, Legislaci�n, Justicia y Reglamento: 1.- Moci�n del Senador se�or Vald�s, que propone un proyecto de C�digo de �tica de los Senadores de Chile (Bolet�n N� S 167-09); 2.- Moci�n de los Senadores se�ores Silva y Parra, que propone un C�digo de �tica de los Senadores (Bolet�n N� S 367-09), y 3.- Moci�n de los Senadores se�ores Larra�n y Romero, que propone la creaci�n de una Comisi�n de Normas de Acci�n Parlamentaria (Bolet�n N� S 620-09). --Se accede a lo solicitado, quedando sin efecto la tramitaci�n dispuesta anteriormente y radicando el examen de los se�alados proyectos de acuerdo en la Comisi�n Especial. Informes De la Comisi�n de Educaci�n, Cultura, Ciencia y Tecnolog�a, reca�do en el proyecto, en segundo tr�mite constitucional, que deroga el decreto ley N� 2.560, de 1979, que autoriz� la reproducci�n en Chile de la obra literaria de Gabriela Mistral, con urgencia calificada de "suma" (Bolet�n N� 3.074-04). Nuevo primer informe de la Comisi�n de Agricultura, reca�do en el proyecto, en primer tr�mite constitucional, iniciado en mensaje de Su Excelencia el Presidente de la Rep�blica, que autoriza la liberaci�n de cauciones constituidas por personas naturales que garantizan cr�ditos que indica (Bolet�n N� 3.145-01). De la Comisi�n Especial encargada de estudiar el Tratado de Asociaci�n entre Chile y Europa, y de la de Hacienda, reca�dos en el proyecto de acuerdo, en segundo tr�mite constitucional, sobre aprobaci�n del Acuerdo por el que se establece una asociaci�n entre la Comunidad Europea y sus Estados miembros, por una parte, y la Rep�blica de Chile, por la otra, y sus anexos, ap�ndices, protocolos y notas, suscritos en Bruselas, el 18 de noviembre de 2002 (Bolet�n N� 3.147-10). --Quedan para tabla. Permisos constitucionales De los Senadores se�ores R�os y Zald�var, don Andr�s, por medio de los cuales, de conformidad a lo dispuesto en los art�culos 57 de la Carta Fundamental y 7� del Reglamento del Senado, solicitan permiso para ausentarse del pa�s por m�s de treinta d�as, a contar de los d�as 10 y 9 del mes en curso, respectivamente. --Se accede a lo solicitado. Solicitudes De la se�ora Nora de las Mercedes Ortiz Cubillos y del se�or Manuel Leonidas Barros N��ez, mediante las cuales piden la rehabilitaci�n de sus respectivas ciudadan�as (Boletines N�s. S 657-04 y S 656-04). --Pasan a la Comisi�n de Derechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadan�a. V. ORDEN DEL D�A ASOCIACI�N ENTRE CHILE Y LA COMUNIDAD EUROPEA Y SUS ESTADOS MIEMBROS El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Proyecto de acuerdo, en segundo tr�mite constitucional, que aprueba el Acuerdo por el que se establece una asociaci�n entre la Rep�blica de Chile, por una parte, y la Comunidad Europea y sus Estados miembros, por la otra, y sus anexos, ap�ndices, protocolos y notas, suscritos en Bruselas el 18 de noviembre de 2002, con informe de la Comisi�n Especial y de la de Hacienda. --Los antecedentes sobre el proyecto (3147-10) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican: Proyecto de acuerdo: En segundo tr�mite, sesi�n 21�, en 18 de diciembre de 2002. Informes de Comisi�n: Comisi�n Especial, sesi�n 24�, en 14 de enero de 2003. Hacienda, sesi�n 24�, en 14 de enero de 2003. El se�or HOFFMANN (Secretario).- Cabe se�alar que el referido instrumento internacional fue analizado por la "Comisi�n Especial encargada de estudiar el Tratado de Asociaci�n entre Chile y la Uni�n Europea", formada por acuerdo de Comit�s de 13 de agosto del a�o pasado, y adem�s por la de Hacienda. El objetivo esencial del Acuerdo es el establecimiento de una asociaci�n pol�tica, econ�mica y de cooperaci�n con la Uni�n Europea. La Comisi�n Especial menciona, detalladamente en su informe, los invitados que concurrieron a exponer sobre las diversas materias que regula el Acuerdo internacional, las entidades a las que se solicit�, mediante oficio, su opini�n respecto del Tratado en cuesti�n y aquellas que respondieron. Adem�s, transcribe el cuerpo principal del Acuerdo, explicitando que a �l se suman diecisiete anexos y diversos ap�ndices, protocolos y notas, que lo integran. En el informe de la Comisi�n Especial, tambi�n se describe la discusi�n general y particular efectuada en su seno, consignando que el proyecto de acuerdo fue aprobado en general y particular por la unanimidad de los miembros presentes de la Comisi�n Especial, Honorables se�ores �vila, Coloma, Foxley, Gazmuri, Horvath, Larra�n, Mart�nez, Moreno, Novoa, N��ez, Romero, Silva y Vald�s, en los mismos t�rminos en que lo hizo la Honorable C�mara de Diputados. En las p�ginas 267 a 271 del informe se deja constancia de los fundamentos de voto de los Honorables se�ores Gazmuri, Larra�n, Mart�nez, Moreno, Novoa, Silva, N��ez, Romero y Vald�s. Por su parte, la Comisi�n de Hacienda aprob� en general y particular el proyecto de acuerdo por cuatro votos a favor, de la Honorable se�ora Matthei y de los se�ores Boeninger, Foxley y Ominami, y el voto en contra del Senador se�or Garc�a, en los mismos t�rminos en que lo hizo la Comisi�n Especial encargada de estudiar el Tratado. Asimismo, la Comisi�n de Hacienda estim� que el proyecto de acuerdo no producir� desequilibrios presupuestarios ni incidir� negativamente en la econom�a del pa�s. La Comisi�n Especial dej� constancia en su informe de que el proyecto de acuerdo debe ser votado con qu�rum org�nico constitucional, en atenci�n a la reserva formulada por el Gobierno de Chile en el n�mero 3 del Anexo XIV, la que establece el derecho del Banco Central de Chile de mantener o adoptar medidas de conformidad con su Ley Org�nica Constitucional u otras normas legales, para velar por la estabilidad de la moneda y el normal funcionamiento de los pagos internos y externos, otorg�ndosele como atribuciones, para estos efectos, la regulaci�n de la cantidad de dinero y de cr�dito en circulaci�n, la ejecuci�n de las operaciones de cr�dito y cambios internacionales, como asimismo el dictar normas en materia monetaria, crediticia, financiera y de cambios internacionales. En consecuencia, para la aprobaci�n del proyecto de acuerdo en discusi�n, se requiere el voto conforme, al d�a de hoy, de 26 se�ores Senadores. Finalmente, corresponde se�alar que ambas Comisiones informantes proponen al se�or Presidente discutir la iniciativa en general y particular a la vez, en conformidad a lo dispuesto en el art�culo 127 del Reglamento. --A petici�n de la se�ora Ministra de Relaciones Exteriores, se autoriza el ingreso a la Sala del Director General de Relaciones Econ�micas Internacionales, se�or Osvaldo Rosales; del Director de Asuntos Jur�dicos del Ministerio, se�or Claudio Troncoso; del Director Nacional de ODEPA, se�or Carlos Furche, y del Operador de Datashow, se�or Eduardo Cofr�. El se�or CANTERO (Vicepresidente).- En discusi�n general y particular el proyecto de acuerdo. Tiene la palabra el Honorable se�or Vald�s. El se�or VALD�S.- Se�or Presidente, al presentar este Acuerdo debo hacer presente mi reconocimiento a la Comisi�n Especial -cuya presidencia tuve el honor de ocupar- constituida para estudiarlo antes que se recibiera el mensaje de Su Excelencia el Presidente de la Rep�blica. La Comisi�n Especial inici� su trabajo el 3 de septiembre de 2002 y celebr� 9 sesiones. En la �ltima de ellas, de 7 de enero, por la unanimidad de sus miembros, aprob� en general y particular el proyecto de acuerdo. La formaci�n de la Comisi�n, las opiniones y presentaciones de las autoridades de Gobierno, de los gremios y de las personas que concurrieron, as� como los documentos recibidos, constan en las p�ginas 2 a 6 del informe. Todos los planteamientos recibidos, que corresponden pr�cticamente en su totalidad al �mbito de la producci�n, del comercio y de distintas actividades, fueron favorables a la aprobaci�n del Tratado. Este Acuerdo tiene una naturaleza muy diferente y de mucha mayor profundidad que los de comercio, sean los llamados de libre comercio, que en general no son tan libres, o los simples. Se trata de la creaci�n de una asociaci�n que tiene una dimensi�n pol�tica, con definiciones comunes de valores democr�ticos y de participaci�n en los grandes prop�sitos y normas de las Naciones Unidas para administrar acuerdos econ�micos y de comercio y una direcci�n de cooperaci�n en un amplio grado. Ruego a los Honorables colegas excusarme por expresar en esta ocasi�n sentimientos y recuerdos personales. Por formaci�n educacional en distintos pa�ses europeos y por mi inter�s en conocer el proceso de ideas y experiencias pol�ticas, he seguido muy de cerca la trayectoria de la Uni�n Europea. La incre�ble iniciativa de lograr la uni�n pol�tica europea por medios pac�ficos y democr�ticos sin aplastar a ninguna naci�n participante ha sido sin duda la m�s grande haza�a pol�tica de la historia. Se superaron mil a�os de guerras con centenares de millones de muertos y terribles destrucciones. Pero Europa es la generadora de los valores que han nutrido nuestro pensamiento y han otorgado las bases de nuestra cultura. Es la cuna de nuestro pensamiento, de ideas, de doctrinas de arte y civilizaci�n. A ella pertenecemos. Por ello, no oculto un grado de emoci�n al considerar que Chile, con nuestra participaci�n institucional, se asocia a este gran espacio pol�tico, econ�mico y cultural, sin perder para nada su identidad. Conoc� algunos de sus fundadores: Maurice Schuman, Konrad Adenauer, Alcides de Gasperi. No hicieron c�lculos peque�os ni ego�stas, porque eran grandes estadistas. Tal vez los m�s grandes del siglo XX junto a Winston Churchill. Tuvieron el valor de dar contenido y forma al Tratado de Roma de 1950. Tuve el honor de ser el primer latinoamericano invitado por el Consejo de Europa, antecesor del actual Parlamento Europeo, donde, en sesi�n especial de 10 de enero de 1966, hice un ferviente llamado a una cooperaci�n especial entre Europa y Am�rica Latina, y en particular Chile. En esa sesi�n especial de ese Consejo, entonces en Estrasburgo, habl� sobre la cooperaci�n con nuestro pa�s. Entre esa intervenci�n, que he rele�do, y el estudio de este Acuerdo han pasado m�s de 30 a�os. Por ello, al terminar este largo proceso, no puedo dejar de expresar mi m�s �ntima satisfacci�n personal. El �xito se debe a una pol�tica eficazmente dise�ada y perseguida durante 12 a�os, que inici� el Presidente Patricio Aylwin al suscribir el Acuerdo Marco de Cooperaci�n, en Roma, el 20 de diciembre de 1990, seguido de otro acuerdo suscrito en Florencia, Italia, el 21 de junio de 1996, por el Presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle, destinado a preparar una asociaci�n de car�cter pol�tico y econ�mico, el que fue aprobado por nuestro Congreso. No fue f�cil desligar la negociaci�n de Chile, separ�ndola de la que Europa manten�a con el MERCOSUR. Se tuvieron largas discusiones pol�ticas -tambi�n en el Senado de la Rep�blica-, en las cuales hubo intervenci�n de chilenos y de europeos, particularmente de espa�oles. Esas discusiones al final lograron separar la negociaci�n de Chile de la del MERCOSUR. Luego de diez rondas de negociaciones, que se aceleraron con motivo de la Cumbre de Jefes de Estado de Europa y Am�rica Latina efectuada los d�as 17 y 18 de mayo de 2002 en Madrid, donde se firm� la Declaraci�n Pol�tica, el 18 de noviembre se suscribi� en Bruselas el Tratado que est� ahora en discusi�n en el Senado, despu�s de su aprobaci�n por la C�mara de Diputados. El m�rito de este proceso corresponde a la continuidad de los esfuerzos de Presidentes, Cancilleres y Embajadores, cuyos nombres merecen p�blico reconocimiento. Debo dejar constancia de que el esfuerzo personal del Presidente Lagos fue, al final, decisivo. No cabe duda de que por su naturaleza, amplitud y dimensi�n de la contraparte, �ste es el Tratado m�s importante que Chile ha acordado en el campo internacional, haciendo abstracci�n de los acuerdos sobre l�mites f�sicos del pa�s. La Uni�n Europea es una unidad pol�tica, con autoridad central y Parlamento que preside las pol�ticas generales en materia externa, de defensa, finanzas, la moneda �nica y otros �mbitos, de 15 pa�ses europeos, a los cuales, el a�o pr�ximo, se agregar�n diez naciones m�s. Europa unida representa un mercado �nico de 378 millones de habitantes de alto poder adquisitivo, con un producto interno bruto per c�pita de casi 21 mil d�lares. Es una econom�a 113 veces mayor que la chilena, con sistemas democr�ticos ejemplares; de plena estabilidad social; enorme capacidad cient�fica, tecnol�gica y econ�mica, y posibilidades de inversi�n y asociaci�n para crear empresas conjuntas. La Uni�n Europea es, hoy d�a, nuestro principal socio comercial. El Acuerdo contempla la expresi�n de valores comunes basados en la cultura y el pleno respeto a la estructura jur�dica de nuestro pa�s. Crea el di�logo pol�tico, la constituci�n de �rganos de vigilancia del Tratado a nivel de Ejecutivo, y un Consejo Parlamentario, as� como un sistema expedito de soluci�n de controversias. El Tratado contiene detalles, condiciones y plazos para aumentar el comercio y asuntos relacionados con �ste, y una concreta y amplia definici�n de cooperaci�n en todos los cargos, que son la expresi�n m�s consistente de la voluntad de la Uni�n Europea de colaborar al desarrollo de Chile. Y, por tanto, estas normas sobre cooperaci�n, a mi juicio, constituyen el �mbito m�s importante del Tratado y el m�s novedoso en este sistema de acuerdos. Por cierto, �l incluye la cl�usula democr�tica. En materia de comercio, el Acuerdo abarca todas las �reas de la relaci�n comercial y excede, por cierto, los respectivos compromisos con la Organizaci�n Mundial de Comercio. Mediante la progresiva y rec�proca eliminaci�n de las barreras impuestas al comercio y el establecimiento de reglas claras, estables y transparentes para los exportadores, importadores e inversionistas, el Acuerdo favorece el comercio bilateral y los flujos de inversiones, abre nuevos mercados y ofrece oportunidades, aumenta las opciones de los consumidores y, por �ltimo, establece un marco para un crecimiento sustentable. En segundo lugar, se crea un �rea de libre comercio de mercader�as, servicios y contrataci�n p�blica; se establecen la liberaci�n de las inversiones y los flujos de capital, la protecci�n de los derechos de propiedad intelectual, la cooperaci�n en cuanto a competencia y un eficiente mecanismo vinculante de soluci�n de controversias. El �rea de libre comercio de mercader�as est� respaldada por reglas transparentes y estrictas, tanto en medidas fitosanitarias y sanitarias como en materia de vinos y licores y en otros aspectos que nos afectaban y que se han reglamentado. Varios art�culos se refieren a las acciones concretas que se realizar�n, las que incluyen la revisi�n futura de la situaci�n a fin de profundizar a�n m�s el nivel de preferencias otorgado en virtud de este Acuerdo. En el �rea de libre comercio, el Tratado considera seis categor�as de desgravaci�n para llegar a la liberaci�n total de aranceles y medidas no arancelarias en el comercio de bienes, excluy�ndose s�lo algunos productos agr�colas y pesqueros. De esta forma, el 85,1 por ciento del total de las exportaciones a la Uni�n Europea ingresar� sin arancel desde el momento de su entrada en vigencia, y a partir del cuarto a�o el total de bienes beneficiados con arancel cero representar� 96 por ciento del valor de las exportaciones chilenas a ese mercado. Al tercer a�o de aplicaci�n del Acuerdo, en conjunto con otros productos agr�colas (por ejemplo, aquellos sujetos a cuotas), se examinar� la viabilidad de profundizar las concesiones arancelarias. Esta norma es extremadamente interesante, porque no se ha dado ning�n convenio de este tipo que contemple la posibilidad de que a los tres a�os de vigencia se intente profundizar m�s la direcci�n del mismo Tratado. Respecto de la apertura del mercado chileno, alrededor de 91 por ciento de las exportaciones europeas ingresar�n a Chile con arancel cero a partir de la vigencia del Acuerdo. El resto del comercio europeo se desgravar� en plazos que van de cinco a diez a�os, resguard�ndose adecuadamente los productos chilenos sensibles, tanto agr�colas como industriales. En lo referente a la eliminaci�n de derechos de aduana en cuanto a productos industriales, 99,8 por ciento de las exportaciones industriales de Chile podr� ingresar libre de aranceles a la Uni�n Europea en forma inmediata, una vez que el Acuerdo entre en vigencia. Con relaci�n a los productos chilenos con mayor sensibilidad, se pact� una lista de desgravaci�n a siete a�os para las mercanc�as europeas, donde se incluyen productos qu�micos, pinturas y pl�sticos. En esta categor�a existe actualmente cierto comercio en algunos productos qu�micos y, por ende, se abren expectativas para nuevas exportaciones. Para los reducidos productos industriales que logramos ingresar al mercado europeo, la consolidaci�n del Sistema General de Preferencias resulta fundamental. Finalmente, se acord� no innovar en materia de antidumping y de derechos compensatorios y, por lo tanto, mantener sus derechos y obligaciones ante la Organizaci�n Mundial de Comercio. Vale decir, Chile mantiene intacta su opci�n de acudir al Sistema de Soluci�n de Controversias de la Organizaci�n Mundial del Comercio en caso de que la Uni�n Europea aplique una medida antidumping que no cumpla con los requisitos estipulados en esa organizaci�n. El Acuerdo sostiene una importante �rea de libre comercio de servicios, de car�cter general y amplio, por medio de la cual se protegen las facultades de las Superintendencias y del Banco Central en la regulaci�n de los servicios financieros. Las facultades del Banco Central en materia de transferencias fueron protegidas de similar manera a las establecidas en los Acuerdos de Libre Comercio suscritos con Canad� y M�xico. Particular atenci�n tuvo la Comisi�n Especial respecto de los compromisos asumidos sobre derechos de propiedad intelectual, contemplados en los art�culos 168 y siguientes, que consultan las obligaciones de asegurar una protecci�n adecuada y efectiva de los derechos de propiedad acordados con las m�s altas normas internacionales, as� como los compromisos de eficiencia adecuada y efectiva. Estos temas dieron origen a una larga discusi�n y a una presentaci�n escrita de la Comisi�n Especial del Senado, dirigida al Gobierno, con un an�lisis constitucional. Las explicaciones m�s completas de los Ministerios de Econom�a y de Relaciones Exteriores permitieron aceptar el texto, con prevenciones de algunos se�ores Senadores, porque en esta materia de patentes hay una diferenciaci�n y una modificaci�n que ciertos Honorables colegas aceptaron con dificultad. �sta ha sido una de las materias m�s dif�ciles, por considerar aspectos constitucionales y normas sobre investigaci�n y patentes que constituyen la base de un desarrollo propio. Se cit� el caso paradigm�tico de la industria farmac�utica y de los �xitos logrados por Brasil en este campo, dej�ndose constancia de que ser�a necesaria una pol�tica nacional especial para mejorar nuestras investigaciones y estimular las patentes nacionales. En todo caso, este art�culo -como todos los dem�s- fue aprobado por unanimidad. En lo atinente a las normas de origen, el Acuerdo reconoce que la pesca realizada dentro de la Zona Econ�mica Exclusiva de Chile tendr� origen chileno y, por lo tanto, ser� la que se acoja a los beneficios arancelarios antes descritos. El Acuerdo permite tambi�n inversiones europeas en Chile a trav�s de empresas pesqueras constituidas ac�, e inversiones chilenas en las costas europeas, en el �mbito pesquero, sujetas a estricta reciprocidad. La legislaci�n pesquera y las normas de conservaci�n chilenas se mantendr�n plenamente vigentes, y en cuanto a la asignaci�n de cuotas, se indica que constituye un tema interno de Chile relacionado con la legislaci�n nacional existente. Este tema fue analizado cuidadosamente. El Tratado dispone que del total de exportaciones de pescados y productos mar�timos, alrededor de 75 por ciento ser� beneficiado con rebajas arancelarias que se aplicar�n inmediatamente; 35 por ciento, en un plazo m�ximo de 4 a�os; el saldo, de 7 y 10 a�os, con un 4 por ciento que queda en exclusi�n. En esta materia se suscitaron preguntas acerca de la plena seguridad establecida respecto de la soberan�a chilena sobre la Zona Econ�mica Exclusiva. Dichas preguntas, que fueron extensamente analizadas, quedaron aclaradas por el Subsecretario de Relaciones Exteriores, Embajador se�or Cristi�n Barros, a trav�s de la presentaci�n de un documento que ratifica la pol�tica permanente de Chile sobre sus 200 millas de mar territorial. Un tercer asunto que la Comisi�n pidi� aclarar al Gobierno fue acerca de si es el exportador chileno o el importador europeo el que obtiene la ventaja de la exenci�n o rebaja de arancel. Esto, porque Europa otorga cuotas para poder exportar. Se hizo presente que si las cuotas de importaci�n son otorgadas por la Uni�n al importador europeo, �ste puede vender los productos al precio del mercado y, por lo tanto, el exportador chileno no tendr�a ninguna ventaja, porque la de la reducci�n de aranceles la ganar�a la persona que recibe la cuota que otorga el gobierno europeo. De manera que aqu� habr�a una ventaja adicional y una forma de excluirnos f�cilmente de la competencia. Esta situaci�n fue planteada por el Senador se�or Romero, y es de mucha importancia en lo relacionado con las carnes, que hoy son exportables pero que lo ser�n en mucho mayor cantidad. La Direcci�n Econ�mica de la Canciller�a reconoci� esto y ha planteado a su contraparte europea la forma de corregirlo en carnes blancas y otras en el futuro. Distintos aspectos se dilucidaron en el campo comercial, pues se abren nuevos y crecientes espacios de exportaci�n. Se obtuvo la estabilidad de nuestras exportaciones y sistemas, junto al resguardo y creaci�n de procedimientos r�pidos en caso de dificultades legales. Ciertamente, se�or Presidente, el cap�tulo referido a la cooperaci�n es el m�s interesante. En esta materia se distinguen dos planos: uno de car�cter pol�tico, en busca de reforzar la capacidad para consolidar la democracia, el Estado de Derecho, el respeto a los derechos humanos, las libertades gubernamentales, as� como favorecer el desarrollo social y econ�mico, y la pol�tica de protecci�n del medio ambiente. Se incorporar�n nuevas tem�ticas al �mbito de la cooperaci�n en lo relativo a la peque�a y mediana empresa, la miner�a, la cooperaci�n regional y otras como el combate a la droga y al crimen organizado. El Consejo de Asociaci�n que administrar� este convenio deber� estar asistido por comit�s especiales sobre distintas materias, establecidas tambi�n en el Acuerdo. Se consigna que el instrumento tendr� una duraci�n indefinida y que su denuncia surtir� efectos seis meses despu�s de notificada la otra Parte. Las Partes podr�n acordar ampliar y complementar su �mbito de aplicaci�n y cada Parte podr� hacer sugerencias al respecto. En lo relativo a la entrada en vigor, se realizar� el primer d�a del mes siguiente a aquel en que las Partes se notifican. Las disposiciones correspondientes se refieren, una, al ingreso general del Tratado a la operaci�n, y otras, al ingreso de una serie de normas entre las cuales est�n los reglamentos t�cnicos y de evaluaci�n, los de cooperaci�n agr�cola y pesca, posiciones sobre contrataci�n p�blica, soluci�n de controversias, servicios y comercio en general. Ellas entrar�n en vigencia desde el momento en que se ratifiquen y que ello sea comunicado, pues la Comunidad ha otorgado poderes suficientes al Comisario correspondiente para la administraci�n de las normas internacionales. O sea, los aspectos comerciales entrar�n en vigor tan pronto el Presidente de la Rep�blica promulgue el acuerdo sobre el Tratado y ello sea comunicado a la otra Parte. Las dem�s disposiciones necesitar�n la ratificaci�n de los quince Parlamentos de la Uni�n Europea. A este respecto, en atenci�n a una descripci�n contenida en el convenio y a la luz de las informaciones que recibimos, quisiera que el Gobierno, a trav�s de la se�ora Ministra, aclarara con exactitud cu�ndo entrar�n en vigencia las normas no comerciales y qu� tr�mites deber�n efectuarse. Esto porque, seg�n los informes entregados por algunos pa�ses europeos, gran parte del Tratado tendr� que someterse a la consideraci�n de los quince Parlamentos de la Uni�n Europea, lo que tomar� un tiempo muy largo y crear�, eventualmente, algunas dificultades. Por lo anterior, deseo que en el curso de la sesi�n podamos tener una definici�n clara, para que quede constancia como interpretaci�n del Acuerdo. Ahora, deseo plantear algunas consideraciones finales. Quiero destacar el acucioso e inteligente esfuerzo realizado por la comisi�n negociadora en su trabajo en Europa y Chile durante tantos meses, y los importantes e in�ditos logros obtenidos en este Tratado, no conocidos antes ni en Chile ni en Am�rica Latina, pues el Acuerdo supera en mucho el Tratado de Libre Comercio suscrito entre M�xico y Estados Unidos, que es el m�s grande efectuado hasta el momento en el hemisferio. Adem�s, debo agradecer la cooperaci�n prestada tanto por el Ministerio de Relaciones Exteriores como por otras Carteras y Servicios a la Comisi�n Especial que estudi� el Tratado. Estimamos que �ste es de suma importancia para Chile, de gran efecto pol�tico, econ�mico, social y cient�fico. Nos asocia de manera integral al m�s grande espacio de los pa�ses desarrollados, con v�nculos hist�ricos de sangre, cultura y lengua con Chile, y estructuras econ�micas, sociales, ideol�gicas y pol�ticas similares a las nuestras, sin asomo de riesgo alguno de someter o limitar nuestra soberan�a. Apoyo fundamental para esta asociaci�n fue y seguir� siendo Espa�a, puente l�gico entre Chile y la Uni�n Europea, cuyos funcionarios han sido muy activos en el trabajo y aprobaci�n de este convenio. Es �sta la oportunidad para formular algunos comentarios, lo que constituye un derecho de los Senadores. El primero se refiere a las peligrosas consecuencias que pueden afectar al pa�s debido a su enorme dependencia del exterior, particularmente en exportaci�n de materias primas, cuyo aumento s�lo cubre la baja en su precio internacional. Es una realidad conocida que incrementamos las exportaciones de nuestros productos tradicionales, pero que �stos disminuyen de precio. Preocupa esta situaci�n cuando el empe�o s�lo se pone en la venta al exterior de algunas materias o productos, y el desarrollo del pa�s descansa de forma impresionante, m�s que el de cualquier otra naci�n latinoamericana, en sus exportaciones. Se exporta m�s, pero los precios bajan. Si se considera la crisis que se puede originar en la producci�n de petr�leo, a ra�z de los graves acontecimientos en Venezuela y del conflicto en el Medio Oriente, Chile puede ser la naci�n m�s afectada de Am�rica Latina. Por otra parte -y �ste es un debate que alg�n d�a tendr�amos que hacer-, la dificultad para gobernar, el aumento de la pobreza y el nulo crecimiento en naciones de nuestra regi�n son un fen�meno alarmante, del cual Chile debe excluirse en forma activa, con s�lida unidad nacional y en solidaridad con nuestros vecinos y nuestra Am�rica, pues nuestra seguridad, en definitiva, tambi�n depende de ellos. �ste es un desaf�o muy grande para un pa�s que vive de sus exportaciones. El segundo tema que deseo abordar, se�or Presidente, es la incidencia de �ste y de otros acuerdos de libre comercio con pa�ses desarrollados en nuestra capacidad de crear industria peque�a o mediana de bienes elaborados, si a ese espacio ingresan producciones extranjeras sin arancel y a veces bonificadas por sus naciones de origen. Las industrias que han desaparecido hoy, como la del calzado, la metalmec�nica y otras, son ejemplos en expansi�n. �Podremos sostener crecimiento y empleo s�lo con el aumento de las exportaciones de bienes primarios y vino? Es la pregunta que me hago en esta ocasi�n y que alg�n d�a deber�amos entre todos aclarar. En relaci�n con lo anterior, debo referirme al comercio agr�cola. Al respecto, recomiendo leer los trabajos preparados por la Direcci�n Econ�mica de la Canciller�a, muy bien hechos, sobre la importancia de la agricultura, acerca de cu�les son los efectos del Tratado en la actividad agr�cola chilena y en cuanto al impacto que tendr�n en cada regi�n la exportaci�n e importaci�n de bienes. Los env�os a la Uni�n Europea representan el 22 por ciento del total de exportaciones agropecuarias chilenas al resto del mundo. Las importaciones de ese conjunto de pa�ses suman solamente 9 por ciento de nuestras compras agr�colas, lo cual significa que por cada d�lar que Chile compra al Viejo Mundo le vende 10. Vale decir, exportamos 10 veces m�s de lo que le compramos en materia agr�cola, lo cual es una ventaja enorme para nosotros, y nos permite aumentar la oferta exportable, seg�n c�lculos hechos por la Direcci�n Econ�mica de la Canciller�a, en 405 millones de d�lares, o sea, 59 por ciento de aumento respecto de la exportaci�n actual. Esto es muy significativo, porque la importaci�n de art�culos europeos es limitada y r�gida. La exportaci�n de productos chilenos es muy amplia y no tiene una limitaci�n clara. La importancia especial del Acuerdo sobre vinos y licores es que se obtuvo reconocimiento -esto es, certeza jur�dica- de todas las marcas, excepto las objetadas por la Uni�n Europea por coincidir con denominaciones de origen de los Estados miembros. Por eso, en doce a�os m�s no podremos producir Champagne, Chablis, Margaux, Pommard, Corton, Cognac y algunas otras especies que en Chile hemos logrado desarrollar. Los propietarios del sector ser�n debidamente indemnizados, seg�n nos inform� el Ministerio, con cuyos funcionarios est�n en negociaciones al respecto. Eso se ha debido respetar, resguardar y aceptar, porque es razonable y forma parte de la organizaci�n mundial. Por cierto, se esperaba mayor apertura en propuestas agr�colas, particularmente en las provincias de car�cter netamente agropecuario, que aspiraban a una mejor�a de su situaci�n en varios de estos convenios. Esa espera ha sido extremadamente triste para los productores de l�cteos, al fijarse una cuota de 1.500 toneladas de queso, que se considera un tanto simb�lica. Por ello, los agricultores del sur no est�n satisfechos, porque estiman que ning�n tratado comercial, ni el firmado con M�xico y Canad�, como tampoco el suscrito con la Uni�n Europea, les han producido beneficios. Y aunque todav�a no entran en funci�n las liberaciones del MERCOSUR, no ven ventajas ni pol�ticas nacionales agr�colas activas. Tal situaci�n merece atenci�n especial, pues afecta a sectores de gran importancia, que dan mucho empleo y tienen un valor fundamental en nuestra seguridad geogr�fica y humana. En este tema, debemos considerar que la Uni�n Europea otorga subsidios dentro de una pol�tica agraria que no se modificar� hasta el 2006, seg�n acuerdo reciente entre los Presidentes de Francia y Alemania. Ella se basa en consideraciones de car�cter pol�tico, social y ecol�gico m�s que econ�mico: mantener la vida en el campo y evitar la concentraci�n urbana, lo que fue aceptado por la FAO y defendido con fuerza principalmente por Europa. Se ha declarado recientemente por el Presidente de Francia que la pol�tica agr�cola tiene la misma importancia que la de defensa y la de educaci�n, raz�n por la cual debe contar con los recursos suficientes. Actualmente, la Uni�n Europea otorga un subsidio de dos d�lares diarios por cada vaca que un campesino posea, lo cual implica realmente que la leche para el consumidor resulte en extremo barata, situaci�n que, evidentemente, es inaccesible para la producci�n lechera chilena. Los subsidios del az�car y otros productos son similares. Sabemos que los negociadores chilenos, apoyados por nuestros productores, han realizado un decidido esfuerzo para abrir los mercados europeos. Lograron cuotas, algunas peque�as, otras mejores, y pr�cticamente todas crecedoras; pero debe considerarse que el proteccionismo agr�cola es, no s�lo para Chile, sino para todo el mundo en desarrollo, un freno irracional y contrario a toda justicia, que debe seguir siendo combatido en todo espacio y oportunidad por nosotros y por los pa�ses que est�n en la misma situaci�n. Por su parte, el gasto fiscal de Estados Unidos -que contradice todo su dogmatismo artificial sobre el libre comercio- es de varios billones de d�lares al a�o. Jap�n otorga subsidios por un valor igual a una y media veces al de su producto agr�cola. El total de subsidios que se dan actualmente a la agricultura en Europa y en todo el mundo se calcula en un bill�n de d�lares diarios. El art�culo 78, N� 4, del Tratado deja subsistentes los subsidios, al disponer que sus normas no impedir�n el pago de subvenciones exclusivamente a los productores nacionales, incluidos los pagos a ellos con cargo a fondos provenientes de impuestos o cargos internos. De manera que qued� fuera de la liberaci�n la pol�tica de subsidios de las naciones europeas. Por ello que, ante la estrategia de defensa de los pa�ses agr�colas, el Gobierno de Chile deber� estar muy atento para saber qu� va a ocurrir cuando a los 15 pa�ses de la Uni�n Europea se unan los otros 10 ya aceptados, cuyos costos de producci�n agr�cola e industrial son bajos y que han solicitado subsidios. Tal es el caso de Polonia, que en volumen es de la dimensi�n humana y econ�mica de la Espa�a antigua; como tambi�n el de los tres pa�ses del Magreb, que est�n incorpor�ndose a la Comunidad, y los otros del este de Europa, que se encuentran en la antesala de dicho conglomerado. �Qu� pasa con nuestros beneficios y con nuestros subsidios y preferencias? Habr� que estudiarlos oportunamente. Un cuarto tema, indicado en el mensaje del Presidente al enviar el Tratado al Congreso, y que mereci� un acuerdo especial de la Comisi�n, se refiere al indispensable ordenamiento institucional que debe realizarse para enfrentar el inmenso esfuerzo que la cooperaci�n y el comercio abren en este Convenio. Ninguno de nuestros servicios p�blicos existentes ha sido pensado ni est� preparado para obtener los beneficios que el Acuerdo propone, que ser�n letra muerta de no realizarse una reforma institucional profunda. La importancia del Tratado no reside en su letra, sino en la capacidad de Chile para organizarse a fin de sacarle provecho y usarlo a fondo. En general, el Estado chileno no se ha modernizado en los �ltimos a�os, salvo algunos servicios. Vemos con dramatismo en estos d�as c�mo el desaf�o externo nos encuentra todav�a sin respuesta desde el punto de vista financiero, tecnol�gico y en tantos otros campos. Conozco desde hace a�os la Administraci�n P�blica; y, sin desmerecer el trabajo que realiza, estoy convencido de que debe crearse un ente especial p�blico-privado de decisi�n y no de simple coordinaci�n de los distintos servicios actuales, con capacidad de organizar y de apoyar los esfuerzos de creaci�n, producci�n y financiamiento de bienes y servicios exportables; vigilancia de normas; calidad; estudios de mercado; b�squeda de inversi�n extranjera y su asociaci�n con chilenos; compatibilizaci�n de acuerdos de comercio, y financiamiento de operaciones externas. Ninguno de los Ministerios -todos necesarios- o servicios hoy d�a existentes pueden controlar y organizar, incluso desde el punto de vista financiero, este objetivo fundamental del desarrollo de Chile. No quiero hacer un recuerdo de la Corporaci�n de Fomento de la Producci�n, que realiz� un cambio fundamental en la econom�a de Chile en los a�os 30, dirigida por el Estado, pero con participaci�n privada. Ahora se trata de crear una nueva organizaci�n privada-p�blica capaz de enfrentar estos desaf�os. Varios pa�ses lo han hecho, como Canad�, Inglaterra y otros. Su experiencia podr�a ser aprovechada. Esta proposici�n, que es una sugerencia para el Ejecutivo, fue aprobada y hecha suya por la Comisi�n Especial. En cuanto al Tratado y su posterior seguimiento �como sucede con todos los convenios-, �ste deber�a realizarse por el Senado, con el objeto de que su aprobaci�n o rechazo no constituya s�lo un acto ritual. Por cierto que, al hacer tales reflexiones, mantengo mi pleno respeto a la prerrogativa presidencial en esas materias. Pero si el desarrollo de Chile depende en grado decisivo de lo que acontece en el mundo y de lo que nosotros vamos a hacer, creo que ha llegado la hora de que la opini�n pluralista del Parlamento -que es la expresi�n democr�tica de las regiones y de los intereses profundos de la Naci�n-, tenga audiencia y adecuada participaci�n. Porque hoy d�a, s�lo al t�rmino de largas negociaciones sobre temas que nos afectan profundamente -en las cuales participan todos los actores-, no parece razonable ni respetable que el Congreso se pronuncie al final, como una formalidad para que el Acuerdo sea v�lido. Mi experiencia me indica que nunca como ahora los acontecimientos internacionales han sido m�s conflictivos y afectan mayormente a Chile. Pero, al mismo tiempo, tampoco nunca antes la opini�n p�blica, los medios de comunicaci�n y el Congreso Nacional han estado m�s desinformados y ausentes de esa realidad. Algunos or�culos que publican mucho sus opiniones y que en estos d�as han dicho que Chile ya absorbi� los efectos de la crisis externa, derivada de la posible guerra de Iraq y de otras circunstancias. Los principales diarios de Estados Unidos publicaron hace pocos d�as que el costo de la guerra con Iraq se calcula entre 100 billones y un trill�n de d�lares. Entonces, �c�mo profesores universitarios y personas muy importantes pueden decir que nuestro pa�s ya absorbi� ese costo? Esta preocupaci�n �ya hemos conversado el tema con diversos se�ores Senadores- debe ser materia de an�lisis en la Corporaci�n. Se�ores Senadores, he dado una informaci�n no exhaustiva pero necesaria, y por cierto mis apreciaciones son absolutamente personales. En s�ntesis, el Tratado en estudio representa un gran beneficio para Chile. Ninguna de sus disposiciones y orientaciones perjudican a ning�n sector. Algunos no est�n favorecidos como otros; pero, �as� es la vida!, debemos tratar de corregir esas insuficiencias. Por tales razones, votar� favorablemente el proyecto. El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador se�or Ominami, Presidente de la Comisi�n de Hacienda. El se�or OMINAMI.- Se�or Presidente, muy sucintamente quiero complementar el informe entregado por el Presidente de la Comisi�n Especial que analiz� de manera exhaustiva el Acuerdo de Asociaci�n entre Chile y la Uni�n Europea. Existe amplio consenso en el sentido de que se trata de un convenio de gran significaci�n, que, junto a otros que ser�n sometidos a la consideraci�n del Congreso Nacional, como los Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos y con Corea, permite al pa�s dar un gran salto en sus posibilidades de desarrollo. Hay aqu� un amplio campo de oportunidades que nos pueden permitir enfrentar las tareas del desarrollo de manera complemente distinta en caso de que ellas no existieran. Para ello -es bien importante subrayarlo- considero fundamental para el pa�s contar con una estrategia. �ste es un marco de posibilidades, cuya materializaci�n requiere un buen dise�o estrat�gico, de actores, de proyectos que se concreten. Se trata de utilizar al m�ximo las oportunidades que se abren y, a su vez, disminuir al m�nimo las amenazas que este tipo de acuerdo representa. En todo caso, fue parecer de la Comisi�n de Hacienda que en el Tratado priman ampliamente las oportunidades por sobre las amenazas que podr�an estar involucradas. En cualquier caso un dise�o estrat�gico debe poner gran �nfasis en la preparaci�n de nuestro pa�s, particularmente en el �mbito de la educaci�n. �sta ha sido una materia de gran preocupaci�n durante los �ltimos d�as, porque, a pesar de todos los recursos consagrados en la respectiva reforma, lo cierto es que todav�a tenemos enormes imperfecciones en nuestro sistema educacional. Tambi�n debemos ser capaces de concentrar de mejor manera los esfuerzos realizados en el �mbito de la capacitaci�n. Para responder a los nuevos desaf�os, se requiere mano de obra especializada, trabajadores con habilidades y no simplemente mano de obra barata. Somos un pa�s -lo subrayaba el Honorable se�or Vald�s- que tiene todav�a mucho camino por recorrer en todo lo relativo a ciencia y tecnolog�a, a innovaci�n tecnol�gica. �se es un elemento reconocidamente esencial hoy d�a de acuerdo con los niveles de competitividad de los Estados y de las empresas. Y lo cierto es que a�n tenemos muchas falencias en ese campo. Si queremos utilizar al m�ximo tales oportunidades, deberemos ser capaces de llenar esa brecha en el menor tiempo posible. Otro tanto podr�a decirse de la modernizaci�n del sector p�blico, que es fundamental. Requerimos que tal sector trabaje codo a codo con el �rea privada; pero para eso se necesita que aqu�l sea altamente profesionalizado, y que tenga todas las competencias requeridas. Quiero aprovechar la oportunidad para indicar que el Acuerdo representa un importante reconocimiento a nuestro pa�s, a lo que Chile ha sido capaz de realizar durante largo tiempo. Es un reconocimiento a nuestra democracia, a nuestro dinamismo econ�mico y tambi�n a los progresos sociales que se han venido efectuando. Habr�a sido absolutamente impensable que sin algunas de esas condiciones se hubiese suscrito un Acuerdo de tal naturaleza con la Uni�n Europea. Desde ese punto de vista, no cabe la menor duda de que Chile se configura como un caso excepcional en el contexto latinoamericano. A continuaci�n, se�or Presidente, me referir� brevemente a materias m�s espec�ficas de Hacienda, que fueron las abordadas en el debate de la Comisi�n. En tal sentido, se discuti� sobre el cap�tulo que aborda espec�ficamente el libre comercio; y se valor� muy positivamente todo lo que el Acuerdo representa en materia de garant�a de acceso fluido a un gran mercado, como el constituido por los quince pa�ses de la Uni�n Europea, y que probablemente lleguen a 25 los que la formen a partir de 2004. Dicha garant�a de acceso fluido al mercado permite a los actores planificar sus inversiones; otorga un horizonte de mayor certidumbre a los entes privados para realizar sus inversiones, para proyectar con m�s tiempo sus emprendimientos. Un aspecto muy importante del Tratado es la posibilidad que ofrece de terminar definitivamente con lo que ha sido una gran barrera para nuestro desarrollo: el escalonamiento tarifario. Es sabido que nuestros productos de exportaci�n tradicional entran con bastante facilidad a estos mercados; pero no ocurre lo mismo con los art�culos que incorporan mayor valor agregado, m�s trabajo calificado y aquellos que tienen distinto valor y comportamiento diferente en sus precios. Se trata de productos que se consideran de mejor manera en el mercado internacional frente a los comportamientos esencialmente c�clicos de los art�culos m�s valorizados, los cuales por �ltimo se han transformado en "commodities", con acceso m�s f�cil pero menos remunerador desde el punto de vista del desarrollo de nuestro pa�s. Desde esa perspectiva, el Acuerdo permite enfrentar y desarrollar un conjunto de inversiones en sectores que se encontraban hasta ahora con dificultades por las pr�cticas de escalonamiento tarifario, tan recurrentes en los pa�ses desarrollados. En la Comisi�n se indic� que en distintos estudios realizados para medir el impacto del Acuerdo -an�lisis bastante aproximados, porque es muy dif�cil dar cuenta del conjunto de los efectos que un convenio de este tipo puede traer consigo-, se concluye que en el curso de los pr�ximos diez a�os aqu�l alcanzar�a a un par de puntos del Producto Interno Bruto, lo que constituye un impacto considerable. Una estimaci�n -algo apunt� al respecto el Senador se�or Vald�s- efectuada por la Direcci�n de Relaciones Econ�micas Internacionales de la Canciller�a muestra que solamente por concepto de exportaciones agropecuarias Chile podr�a tener un aumento, en los pr�ximos a�os, equivalente a 480 millones de d�lares, volumen extremadamente significativo para los niveles de nuestro pa�s. Otra dimensi�n muy relevante es la referida a los servicios financieros, entendi�ndose por tales los vinculados a la actividad bancaria, la prestaci�n de servicios relacionados con valores y la venta de seguros. En esta materia, la consagraci�n que hace el Acuerdo del acceso de las entidades europeas al mercado nacional de servicios financieros puede tener un efecto muy importante desde el punto de vista de mejorar nuestra capacidad de atracci�n, pues se otorgan tambi�n seguridades a grandes inversionistas europeos, que por lo dem�s tienen ya una presencia preponderante aqu� en materias bancaria, de seguros y, en general, de valores. Eso nos abre la posibilidad de mejorar la capacidad de atraer mayores inversiones en este campo, las cuales son esenciales para que Chile pueda afianzarse en el rol de plataforma de servicios, a fin de realizar operaciones no solamente en el mercado interno -que es bastante modesto-, sino m�s bien en la perspectiva de prestar servicios a compa��as europeas que puedan atender desde nuestro territorio sus actividades hacia el resto de Am�rica Latina, e incluso, alguna parte de la propia Am�rica del Norte. Hay tambi�n normas que facilitan una r�pida introducci�n de las innovaciones tecnol�gicas, las que en todo caso se est�n desarrollando a ritmo muy acelerado en el sector de servicios financieros. Se consigna el respeto a la legislaci�n nacional que establece la segmentaci�n de actividades. �ste es un aspecto t�cnico de extraordinaria trascendencia. En la Uni�n Europea predomina un modelo de organizaci�n financiera completamente distinto del chileno. Es la llamada "banca universal", donde se realizan diversas actividades que no son objeto de segmentaci�n. Un banco europeo puede desarrollar funciones bancarias tradicionales, operaciones de corretaje de seguros y otras. En cambio, en Chile existe una segmentaci�n r�gida de estas actividades. Desde ese punto de vista, es un gran logro el poder mantener nuestro propio modelo. Se dej� claramente establecido que las instituciones financieras europeas que operen en el mercado nacional lo har�n con el capital que ingresen ac� y no con el de sus sociedades matrices o el de sus establecimientos considerados a nivel global. Eso reviste gran importancia porque significa que las entidades que operan en el mercado interno tienen una garant�a de mayor capital, de capital propio. Adem�s, a trav�s de esa v�a no se establece un mecanismo de competencia desleal con otras instituciones bancarias nacionales o extranjeras. Es interesante destacar tambi�n que se mantienen las facultades del Banco Central para enfrentar los problemas de balanza de pagos y particularmente en cuanto a normas concernientes al encaje, que hoy no est�n operativas pero a las cuales pudiera ser necesario recurrir en cualquier momento. El Acuerdo no limita la posibilidad de utilizar esa facultad. Antes de terminar, se�or Presidente, me referir� a los efectos financieros del Acuerdo, aspecto de enorme significaci�n que conviene tener presente. Es preciso considerar que los efectos de p�rdida de recursos son mucho m�s f�ciles de estimar que los efectos positivos de aumento en la recaudaci�n fiscal. El proceso de desgravaci�n -que si el Senado aprueba hoy el Acuerdo podr�a entrar en vigencia en los pr�ximos d�as, concretamente el 1� de febrero- significar� una disminuci�n de la recaudaci�n fiscal por concepto de aranceles e impuesto al valor agregado, s�lo en el per�odo correspondiente al a�o 2003, de 203 millones de d�lares, cantidad bastante elevada que ir� creciendo en el curso de los pr�ximos a�os y que en el 2015 podr�a llegar a una cifra cercana a los 600 millones de d�lares. En consecuencia, es preciso dejar establecido que habr� una disminuci�n de recursos, por la recaudaci�n que el Estado dejar� de percibir. Espec�ficamente, para ponerlo en otros t�rminos, habr� una significativa rebaja de impuestos, que beneficiar� tanto a los consumidores como a los productores que utilizan insumos, art�culos intermedios y bienes de capital de procedencia europea. Ello, si bien ser� muy positivo para la poblaci�n y los productores, ya que �stos podr�n rebajar costos y, por tanto, ser m�s competitivos, indudablemente para al Estado de Chile implicar� un esfuerzo financiero de envergadura por la v�a de esa p�rdida de recursos. Por otra parte, hay que tener en cuenta el aumento de ingresos que puede generarse como producto del mayor crecimiento, del incremento de los niveles de exportaci�n. Sin embargo, predominar�n los efectos de reducci�n en materia de recaudaci�n fiscal, sobre todo en el corto plazo. Es conveniente se�alar ese hecho porque pr�ximamente en el Congreso deberemos abocarnos a una discusi�n que tiene que ver con impuestos, a prop�sito del financiamiento de la salud. Me parece que al Estado no se le puede pedir, por un lado, que renuncie a tales recursos, y por otro, que financie con cargo a ingresos propios, sin pasar por ning�n tipo de modificaciones tributarias, los costos asociados a la reforma de la salud. Es necesario que el Parlamento tenga presente la cuant�a de esa disminuci�n de ingresos fiscales por concepto de aranceles e impuesto al valor agregado. Sin perjuicio de los efectos indicados, se�or Presidente, el Acuerdo es muy favorable. La Comisi�n de Hacienda lo aprob� por 4 votos contra uno, pronunciamiento negativo que tiene que ver, fundamentalmente, con las observaciones de un se�or Senador con relaci�n al cap�tulo agr�cola. He dicho. ------------- El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Tiene la palabra el se�or Secretario. El se�or HOFFMANN (Secretario).- Acaba de llegar a la Mesa una nota del Senador se�or Foxley, mediante la cual, de conformidad con lo establecido en el art�culo 57 de la Carta Fundamental y 7� del Reglamento, solicita autorizaci�n para ausentarse del pa�s a contar de ayer. --Se accede a lo solicitado. ------------- El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Tiene la palabra la se�ora Ministra. La se�ora ALVEAR (Ministra de Relaciones Exteriores).- Gracias. Se�or Presidente, se�ores Senadores y Senadoras: Deseo comenzar expresando la enorme satisfacci�n de encontrarnos esta tarde trabajando en la Sala de esta Alta Corporaci�n luego de una muy larga trayectoria que nuestro pa�s desarroll� en los �ltimos 12 a�os con el objeto de alcanzar este Acuerdo de Asociaci�n con la Uni�n Europea. En efecto -como aqu� se expres� muy bien-, Chile inicia un esfuerzo muy notable tendiente a acercarse a los pa�ses de la Uni�n Europea. Con ese fin, se da un primer paso en un acuerdo de cooperaci�n durante el Gobierno del ex Presidente Aylwin. Se da un nuevo paso en el mismo sentido durante el Gobierno del ex Presidente Frei Ruiz-Tagle. Y en la Cumbre efectuada en 1999 entre dichas naciones y Am�rica Latina, la Uni�n Europea acord� con Chile desarrollar rondas de negociaciones a partir de 2000, defini�ndose la metodolog�a, la forma y los grupos de negociaci�n que se van a constituir. Conforme a dicho acuerdo, desde abril del 2000 hasta abril del 2002, se llevan a cabo diez rondas de negociaciones entre nuestro pa�s y la Uni�n Europea. Y en la reuni�n celebrada en mayo del a�o pasado en Madrid se suscribe la declaraci�n que da cuenta del cierre de las negociaciones entre ambas Partes. El texto sometido a consideraci�n del Honorable Senado consta del Tratado mismo y de diferentes Anexos, Notas, Protocolos y Declaraciones suscritas en Bruselas el 18 de noviembre de 2002. Deseo destacar y agradecer la disposici�n de los se�ores Senadores y Senadoras en orden a iniciar en una Comisi�n Especial -presidida por el Presidente de la Comisi�n de Relaciones Exteriores de esta Corporaci�n- el an�lisis del Acuerdo incluso antes del 18 de noviembre de 2002, fecha en que pudo ingresar al Parlamento acompa�ado del mensaje del Presidente de la Rep�blica. El inicio con antelaci�n del estudio acucioso del Tratado -a partir de agosto de 2002-, tendiente a conocer cada uno de sus Cap�tulos y Anexos, da cuenta de un trabajo serio y responsable, que culmin� hace un par de semanas -como muy bien se expres� en la Sala- con la aprobaci�n un�nime de los miembros de la Comisi�n Especial conformada para tales efectos. Dado que se ha hecho una presentaci�n bastante exhaustiva y muy completa por parte del Presidente de la Comisi�n Especial y de la de Relaciones Exteriores, Senador se�or Vald�s, as� como tambi�n del Presidente de la Comisi�n de Hacienda, Honorable se�or Ominami, me apoyar� en el "power point" que tenemos a la vista, con el objeto de dar una r�pida mirada al Acuerdo, y que grafica el significado del mismo y de los tres Cap�tulos comprendidos en �l. Durante el desarrollo de mi intervenci�n �reitero- me apoyar� en una serie de cuadros que se proyectar�n para conocimiento de los se�ores Senadores. Quienes tuvieron la ocasi�n de conocer en profundidad el Tratado, han se�alado -como se dijo ac�- que es el instrumento m�s adecuado y amplio que Chile haya suscrito y que efectivamente constituye -as� lo expres� el Presidente de la Rep�blica cuando envi� el mensaje al Congreso Nacional- un hito hist�rico que marca un antes y un despu�s en lo que dice relaci�n a los acuerdos firmados por nuestro pa�s. En efecto, el instrumento suscrito con la Uni�n Europea implica que seremos socios de Europa. Y es mucho m�s que un acuerdo comercial, pues se traduce en una ampliaci�n de los mercados chilenos; en una mayor expansi�n de nuestras posibilidades en los �mbitos cient�fico, tecnol�gico y cultural. Adicionalmente, representa la posibilidad -como puede apreciarse en el cuadro respectivo- de asumir la globalizaci�n como una oportunidad. Ciertamente �como muy bien se dijo en la Sala-, el Acuerdo pone metas muy altas a nuestro pa�s. Debemos enfrentar este desaf�o con sentido de unidad, de cooperaci�n nacional, y llevar a cabo un trabajo que permita aprovechar las oportunidades que brinda. Al mismo tiempo, implica un esfuerzo regional de gran significaci�n. Con motivo de su firma, tuvimos la posibilidad de recorrer, no todas a�n, gran parte de las Regiones en conjunto con los integrantes del equipo negociador. Y, al momento de hacer las presentaciones respectivas, pudimos apreciar que en ellas se genera un alto inter�s en cuanto a las perspectivas que representa el Acuerdo y, tambi�n, a c�mo organizarse regionalmente para aprovechar efectivamente esta oportunidad. Se�or Presidente, el sentido de unidad se logra de alguna manera desde el momento en que nuestro pa�s avanza en una tarea de proyecci�n y de continuidad. Ya hemos mencionado los esfuerzos realizados a partir de 1990. Sin embargo, cuando iniciamos las rondas de negociaciones hubo tambi�n un trabajo conjunto entre los sectores p�blico y privado. Esto deseo destacarlo. Fue realmente significativo, por cuanto surgi� un proceso de generaci�n de confianzas de mucha relevancia, lo que permiti� a nuestros negociadores compartir con el sector privado, conocer cu�les eran las dificultades y analizar lo que se hab�a alcanzado en cada una de las rondas, para as� prepararse y afrontar la reuni�n siguiente. Eso produjo, sin lugar a dudas, un enorme clima de confianza y signific� que en abril de 2002 �esto ha quedado muy bien graficado- las negociaciones realizadas en Bruselas concluyeran en un abrazo al haberse logrado el Acuerdo, donde no se distingue entre sector p�blico y sector privado. Deseo destacar que, para llevar adelante este esfuerzo, constituimos un consejo asesor, en el que colaboraron Parlamentarios, acad�micos, miembros y rectores de diferentes universidades, como asimismo grandes, medianos y peque�os empresarios. La CUT tambi�n particip� en las rondas a trav�s del "cuarto adjunto" -como lo denominamos- al cual formul�bamos consultas e interrump�amos las negociaciones con el objeto de hacer una presentaci�n como pa�s que efectivamente recogiera el sentir y la pluralidad de quienes estaban all�. Como dec�a, el Acuerdo alcanzado tiene una estructura conformada por tres �mbitos: uno pol�tico, otro de cooperaci�n y uno econ�mico. Deseo aludir muy brevemente al primero de ellos, porque hubo una referencia muy interesante sobre el particular. El fundamento pol�tico del Acuerdo constituye la piedra angular de la alianza estrat�gica forjada entre Chile y la Uni�n Europea. Ello se debe a que con los pa�ses que la integran compartimos valores, principios y formas de mirar el mundo. Por cierto, la capacidad de di�logo que tengamos con esas naciones para fortalecer el multilateralismo en foros internacionales reviste una significaci�n especial en lo que dice relaci�n a este Tratado. M�s a�n -y esto quiero enfatizarlo en el Senado-, en momentos en que se producir�n debates interesantes, por ejemplo, en el seno de las Naciones Unidas, la capacidad de di�logo que podamos tener incluso con pa�ses como M�xico ��ste y Chile forman parte del Consejo de Seguridad como miembros no permanentes de Am�rica Latina y, adem�s, han firmado el Acuerdo con la Uni�n Europea- ciertamente nos permitir� acercar visiones en com�n para enfrentar los desaf�os que significa el tratamiento de distintos temas en foros multilaterales. Aqu� se establece un di�logo pol�tico, que tratar� de reforzarse en los �mbitos bilateral y multilateral, para cuyos efectos se instaura un marco institucional. Dicho di�logo -como se ver� en el cuadro- contempla la existencia de un Consejo de Asociaci�n a nivel de Ministros de Relaciones Exteriores de los quince pa�ses miembros de la Uni�n Europea y de Chile, y un Comit� de Asociaci�n, conformado por altos funcionarios de cada una de las Partes. Al mismo tiempo, se contempla un Comit� de Asociaci�n Parlamentario, �nico en su g�nero tanto para Chile como para la Uni�n Europea. Quiero destacar la existencia de este di�logo pol�tico con la Uni�n Europea. En efecto, hoy ya existe una relaci�n institucionalizada, que data de 1998, la que deber� fortalecerse una vez que se apruebe dicho di�logo. Y ser� este Congreso Nacional el que determine cu�les de sus miembros integrar�n el grupo que representar� a Chile en el Comit� de Asociaci�n Parlamentario para las conversaciones pertinentes con sus pares de la Uni�n Europea. Recuerdo a Sus Se�or�as que hace algunos meses se llev� a cabo en Estrasburgo una reuni�n entre parlamentarios chilenos y sus colegas europeos. Por cierto, a partir del momento en que el Acuerdo en an�lisis comience a regir, la institucionalizaci�n de la relaci�n entre el Congreso Nacional y el Parlamento Europeo ser� de gran importancia. Indudablemente, se espera que haya pluralidad y que se recoja la diversidad existente en nuestro Congreso Nacional para los efectos de conformar el di�logo en comento. En el �mbito de la sociedad civil tambi�n existe un di�logo de extraordinaria relevancia, a trav�s de la constituci�n de un Comit� Consultivo Conjunto que permitir� la participaci�n activa de los distintos actores sociales (empresarios, trabajadores, gobierno y sociedad civil) en la puesta en marcha del Acuerdo de Asociaci�n, lo cual -como ya coment�- de alguna manera ha venido fortaleci�ndose desde el momento en que iniciamos las rondas de negociaciones. El segundo aspecto que deseo destacar es el relativo a la cooperaci�n. El Acuerdo de Asociaci�n profundiza la cooperaci�n que ya tenemos con la Uni�n Europea. Efectivamente, en la d�cada pasada �sta se constituy� en donante para nuestro pa�s y en su principal socio en materia de cooperaci�n. Y lo que se hace al aprobar este instrumento internacional, que tiene sus antecedentes en los acuerdos de cooperaci�n suscritos durante los per�odos de los Presidentes Patricio Aylwin y Eduardo Frei y sancionados por este Honorable Congreso Nacional, es permitir reforzar el trabajo que podremos hacer en este �mbito con los pa�ses miembros de la Uni�n Europea. Considera el Acuerdo en an�lisis nuevos temas en el �rea de la cooperaci�n, como se observa en el siguiente cuadro. Entre otros -y lo destaco muy en particular, por la preocupaci�n que hemos recogido en las distintas sesiones de este Parlamento- se encuentra el relacionado con el apoyo a los peque�os y medianos empresarios. En Europa hay pa�ses extraordinariamente exitosos en experiencias de peque�as y medianas empresas. Pienso que es relevante que al establecer programas de cooperaci�n fortalezcamos especialmente la cooperaci�n en este �mbito, donde a�n tenemos mucho que trabajar. Asimismo, connoto sectores como la miner�a y el turismo, al igual que aspectos espec�ficos de cooperaci�n regional -y por qu� no decirlo-, birregional y triangular. A Chile le interesa realizar esfuerzos de cooperaci�n triangular donde la Uni�n Europea ponga recursos, y nosotros, los talentos de nuestros profesionales y t�cnicos con el objeto de establecer planes de cooperaci�n con pa�ses de la regi�n, particularmente con aquellos de donde Chile recibe muchas solicitudes. Por otra parte, siempre en el �rea de la cooperaci�n, pongo de relieve (como se observa en el cuadro siguiente) que se contemplan participaci�n de las entidades de investigaci�n chilenas en las actividades de los programas marco; realizaci�n de actividades conjuntas de prospectiva tecnol�gica; visitas e intercambios de cient�ficos y expertos en diversos �mbitos; organizaci�n conjunta de seminarios, congresos, talleres; redes cient�ficas y formaci�n de investigadores, e intercambio y pr�stamo de equipos y materiales. Al mismo tiempo, debo puntualizar que el 23 de septiembre �ltimo Chile y la Uni�n Europea suscribieron un Convenio de Cooperaci�n Cient�fica y Tecnol�gica que permite a nuestro pa�s participar en el VI Programa Marco de Ciencia y Tecnolog�a organizado por aqu�lla, que rige desde el a�o 2002 hasta el 2006. Pues bien, este Programa se concentra en diversas �reas prioritarias, a las que Chile, si as� lo resuelve, podr� acceder: biotecnolog�a aplicada a la salud; tecnolog�as para la sociedad de la informaci�n; nanotecnolog�as; materiales inteligentes y nuevos procedimientos de producci�n; aeron�utica y espacio; seguridad alimentaria y riesgo para la salud, etc�tera. Son en total siete programas. La Uni�n Europea realiza estos programas marco debido a la decisi�n de potenciar la participaci�n de sus pa�ses miembros en temas cient�ficos y tecnol�gicos, pues se da cuenta de que existe una diferencia en los porcentajes de los recursos presupuestarios destinados a tales �reas. Tanto Estados Unidos como Jap�n est�n por encima de lo que aqu�lla asigna a programas de ciencia y tecnolog�a. Entonces, dicha Uni�n realiza los referidos programas para potenciar sinergias y obtener mayores efectos. Por consiguiente, la firma en septiembre �ltimo del Convenio de Cooperaci�n Cient�fica y Tecnol�gica permitir� a Chile poner a trabajar sus recursos en programas conjuntos con pa�ses miembros de la Uni�n Europea. De esa manera, los resultados que podamos alcanzar, por cierto, se potenciar�n much�simo m�s que si trabaj�ramos solos. Para los efectos de suscribir el Convenio de Cooperaci�n Cient�fica y Tecnol�gica, fuimos a Bruselas acompa�ados por rectores de universidades p�blicas y privadas, representantes de centros de investigaci�n y premios nacionales de ciencia, por cuanto es muy significativo reforzar, dar a conocer y potenciar un �mbito de cooperaci�n que nos permitir� participar nada menos que en los m�s de 500 programas de cooperaci�n de la Uni�n Europea. Se�or Presidente, pienso que los minutos usados para referirnos al �mbito de la cooperaci�n se justifican, pues deberemos realizar un gran esfuerzo. Y cada uno de los integrantes del Honorable Congreso Nacional podr� colaborar en esa direcci�n. En esta materia, es fundamental realizar una adecuada difusi�n, divulgando en cada Regi�n, no s�lo el Acuerdo comercial, sino tambi�n, y muy en particular en las zonas donde hay centros universitarios, centros de investigaci�n, el Convenio de Cooperaci�n Cient�fica y Tecnol�gica, para desarrollar junto con los empresarios programas de ciencia y tecnolog�a que potencien el avance productivo del pa�s. As� estaremos en condiciones de aprovechar de mejor forma tanto el Acuerdo de cooperaci�n suscrito con la Uni�n Europea como el Convenio ya individualizado. En tercer lugar, se�or Presidente, tocante al �mbito comercial, debo subrayar que el Acuerdo de Asociaci�n es comprensivo, multisectorial y flexible; abarca todas las �reas de nuestra relaci�n comercial, y va mucho m�s all� de nuestros compromisos con la OMC. Mediante la progresiva y rec�proca eliminaci�n de las barreras al comercio (como se observa en el siguiente cuadro) y el establecimiento de reglas claras, estables y transparentes para exportadores, importadores e inversionistas, favorece el comercio bilateral y los flujos de inversiones. Al mismo tiempo, permite abrir mercados y aumentar las opciones de los consumidores chilenos y europeos, y determina un marco para el crecimiento sustentable. Adem�s, comprende un �rea de libre comercio de mercanc�as, as� como de servicios y contrataci�n p�blica. Contempla igualmente la liberalizaci�n de las inversiones y los flujos de capital; la protecci�n de los derechos de propiedad intelectual; la cooperaci�n en cuanto a competencia, y un eficiente mecanismo de soluci�n de controversias. Este �ltimo tema no es menor. En convenios de este tipo, el establecimiento de un sistema id�neo que permita resolver las diferencias resulta de enorme relevancia. En tal sentido, creemos que el mecanismo consagrado en el Acuerdo con la Uni�n Europea representa un gran avance, por cuanto posibilita la constituci�n de paneles y la designaci�n de �rbitros, conformando un debido proceso, un proceso �gil y transparente que facilitar� la resoluci�n de los conflictos que puedan suscitarse. Al mismo tiempo, el �rea de libre comercio de mercanc�as est� respaldada por reglas transparentes y precisas que incluyen disposiciones tendientes a facilitar el comercio, especialmente en cuanto a vinos y licores y medidas sanitarias y fitosanitarias. Respecto de ambas �reas, el Tratado consigna convenios espec�ficos, como tambi�n normas, reglamentos t�cnicos y procedimientos de evaluaci�n de conformidad en materias aduaneras y otras �reas relacionadas. El Acuerdo con la Uni�n Europea abre una ventana concreta de oportunidades para que la profundizaci�n exportadora efectivamente se despliegue. Sea -como han dicho algunos- que estemos frente a una segunda fase exportadora o ante una profundizaci�n de nuestras exportaciones, la posibilidad de hacerlo va a depender -como muy bien se expres� aqu�- de cada uno de nosotros; se trata de una oportunidad que se da. Y la existencia del escalonamiento arancelario, tal como indic� el se�or Presidente de la Comisi�n de Hacienda en su informe, ven�a reforzando una estructura de ventajas comparativas para Chile en recursos naturales, dificultando la exportaci�n de productos que agregan mayor valor. Es del caso destacar que apenas el 7 por ciento de la oferta exportadora a pa�ses de la Uni�n Europea correspond�a a bienes industriales; ello, entre otras cosas, por el escalonamiento arancelario. Seg�n observamos en el cuadro siguiente, se prev� una liberalizaci�n arancelaria en seis categor�as. Apenas entre a regir el Acuerdo, el d�a 1, se producir� una liberalizaci�n para el 85,1 por ciento de los productos que exportamos a la Uni�n Europea; al tercer a�o se agrega 0,1; al cuarto, 10,5, en fin. Lo concreto es que en el a�o 4, desde el momento en que comience a regir la liberalizaci�n, el 95,7 por ciento de nuestras exportaciones a ese grupo de pa�ses tendr� arancel cero. Como excepci�n a la desgravaci�n arancelaria ha quedado s�lo el 0,3 por ciento del comercio con la Uni�n Europea. Y se contempla una cl�usula de revisi�n para estos productos, lo que significa que se examinar� o podr� examinarse la viabilidad de profundizar las concesiones en materia de aranceles. Estimo conveniente poner de relieve que, tal como indica el cuadro que viene a continuaci�n, nada menos que el 99,8 por ciento de las exportaciones industriales de Chile podr� ingresar a la Uni�n Europea con cero arancel de manera inmediata. Esto es de suma importancia, porque significa que productos como el metanol, los fertilizantes y los muebles de madera, entre otros, ser�n favorecidos con una desgravaci�n desde el primer d�a en que empiece a regir el Acuerdo. En el pr�ximo cuadro es posible apreciar lo alcanzado en el �mbito de la pesca. El Convenio aborda el tema pesquero en tres distintas �reas: en un protocolo relativo a inversiones -lo explic� muy bien el Senador se�or Vald�s-, en la desgravaci�n arancelaria y en las reglas de origen. En cuanto a la desgravaci�n, es importante destacar que el 75 por ciento de los productos pesqueros ser� beneficiado con rebajas arancelarias que se aplicar�n en forma inmediata, desde el d�a 1, o en un plazo m�ximo de 4 a�os. Debo poner �nfasis en que no se negoci� acceso a puertos ni ninguna autorizaci�n a naves de pabell�n extranjero (l�ase comunitario) para pescar en nuestra Zona Econ�mica Exclusiva. Para el resto de los bienes pesqueros, la desgravaci�n se completar� en per�odos de siete y diez a�os, quedando s�lo el 4 por ciento en excepci�n. Por eso, es necesario poner de relieve que, si bien otros productos -como los agr�colas, que veremos en seguida- tienen mayores porcentajes de desgravaci�n en los primeros a�os, no es posible afirmar que el sector pesquero qued� rezagado. Algunos se benefician en mayor grado al inicio; pero ello no quiere decir que ese sector haya quedado en situaci�n desmejorada, pues en su caso la desgravaci�n es en 75 por ciento en los primeros cuatro a�os, para completarse, con la excepci�n del 4 por ciento, en diez a�os. En el caso de nuestro pa�s, la explotaci�n de los recursos en nuestra Zona Econ�mica Exclusiva se realizar� -lo connoto- bajo la legislaci�n y las normas de conservaci�n chilenas. Vale decir, ser� en este Congreso donde se resuelva dicha materia. El Acuerdo comercial en inversiones establece que las personas jur�dicas constituidas en Chile con capital mayoritario y manejo de la administraci�n de origen comunitario podr�n inscribir sus naves en nuestro pa�s, siempre que los chilenos tengan la misma posibilidad en el Estado miembro del cual proceda el capital. En cuanto a las normas de origen, la pesca realizada dentro del mar territorial y de la Zona Econ�mica Exclusiva de nuestro pa�s tendr� origen chileno. Es relevante subrayarlo y clarificarlo en esta Sala, porque este tema fue objeto de debate en los medios de comunicaci�n. En el cuadro que viene a continuaci�n vemos que nuestros principales productos agr�colas de exportaci�n a la Uni�n Europea obtienen un mayor y garantizado acceso. Un 47 por ciento qued� en desgravaci�n inmediata. En ella destacan productos como -mencionar� s�lo algunos- esp�rragos frescos, manzanas frescas, uvas frescas y peras frescas. En el cuadro siguiente podemos apreciar que un 42 por ciento adicional de las exportaciones del sector tendr� una desgravaci�n gradual y de manera lineal hasta el cuarto a�o. A partir de all� va a ingresar con arancel cero a la Uni�n Europea el 89 por ciento de nuestras exportaciones agr�colas, incluyendo productos como pastas de tomate, jugo de uva, conservas de frutas y vinos. Y -lo resalto- el 85 por ciento de nuestra exportaci�n frut�cola qued� liberado de inmediato o con una liberaci�n total a cuatro a�os plazo. Respecto de la agroindustria (me refiero a congelados, deshidratados, jugos y conservas), el grueso de nuestras exportaciones emblem�ticas qued� libre de aranceles en un per�odo de cuatro a�os. Esto fue motivo de gran satisfacci�n -quiero recordarlo- cuando concluimos las negociaciones -estaban presentes los sectores involucrados-, ya que efectivamente significa un gran avance para las �reas agr�cola y agroindustrial. A lo anterior se suma que la casi totalidad de los derivados concentrados -l�ase conservas, pastas, jugos de fruta- quedan en la categor�a de desgravaci�n a cuatro a�os. La negociaci�n comercial que logramos con la Uni�n Europea -lo digo con todas sus letras en este Hemiciclo- no constituye amenazas para los sectores m�s sensibles de la agricultura chilena, pues los excluimos de la negociaci�n. Por el contrario, se abren oportunidades enormes para todos los dem�s sectores, los no sensibles, que tendr�n los grados de liberalizaci�n ya mencionados. En cuanto a las nuevas posibilidades, debo puntualizar que se abren espacios para ciertas exportaciones de carne y leche. Con relaci�n a las carnes rojas, se trata de exportaciones in�ditas, hoy factibles gracias a que, como pa�s, hemos sido capaces de hacer muy bien nuestra tarea, especialmente en los aspectos sanitario y fitosanitario, lo que nos ha mantenido como naci�n libre de fiebre aftosa y nos permitir� llegar con aqu�llas a los mercados de la Uni�n Europea. Y �ste es el primer acuerdo donde logramos que las carnes rojas ingresen a ellos. A t�tulo de ejemplo, deseo se�alar que cuatro mataderos ya han decidido ampliar su capacidad productiva, con inversiones en torno de los 4 millones de d�lares, para aprovechar los beneficios conseguidos en ese sector. El caso de la carne de bovino es una buena demostraci�n de las potencialidades del Acuerdo. Se trata de un rubro de alta sensibilidad para la Uni�n Europea, habi�ndose le�do a diario sobre las dificultades suscitadas por el "mal de las vacas locas". Chile obtuvo una cuota arancelaria liberada para mil toneladas, con un incremento anual de cien toneladas. Como no exporta el producto, representa �sta una gran oportunidad. Destaco que las mil toneladas equivalen a cerca de 70 mil cabezas de novillos, en circunstancias de que actualmente se faena un total de 480 mil por a�o. Es decir, la cuota equivale a cerca de 15 por ciento de la producci�n local. En carne de porcino, tambi�n contemplada en el Acuerdo, existe una cuota liberada de arancel de 3 mil 500 toneladas, con un aumento anual de 350 toneladas. En la actualidad, nuestras exportaciones del producto son muy incipientes y los aranceles respectivos -f�jense bien Sus Se�or�as- fluct�an entre 46,7 y 86,9 euros por cada cien kilos. Asimismo, entre las nuevas oportunidades quisi�ramos subrayar la apertura en carnes de ave, en donde se contar� con una cuota liberada de 7 mil 250 toneladas, con un crecimiento anual de 725 toneladas. La carne de ovino logr� una cuota de 2 mil toneladas (por sobre la cuota vigente de la Organizaci�n Mundial de Comercio). Y, como ya se ha se�alado, en el �rea de l�cteos se acord� una cuota de mil 500 toneladas de queso, con un crecimiento anual de 75 toneladas. Sobre el particular, dejo establecido que en ese rubro los aranceles europeos fluct�an entre 6,58 y 221,2 euros por cada cien kilos. En atenci�n a la inquietud manifestada con relaci�n a las cuotas, deseo puntualizar que ese tema felizmente ha quedado ya resuelto y aclarado. En efecto, ellas quedar�n bajo la administraci�n de Chile en las carnes blancas, en frutas, en hortalizas. Me parece importante precisarlo, ya que la cuesti�n se plante� tanto en alguna de las sesiones de la Comisi�n Especial como en la presentaci�n formulada hace alg�n rato por el se�or Presidente de la Comisi�n de Relaciones Exteriores. Igualmente estimo importante destacar, entre las nuevas oportunidades �ello aparece en el cuadro siguiente-, el amplio abanico que el Acuerdo ofrece en cuanto a vinos y licores, respecto de los cuales nuestros empresarios fundamentalmente ped�an, cada vez que habl�bamos con ellos, certeza jur�dica. Y no s�lo abrimos a la industria nacional la posibilidad de mantener y acrecentar su ingreso futuro a la Uni�n Europea -mercado que, entre par�ntesis, es hoy el principal para nuestros vinos-, sino que al mismo tiempo logramos que los aranceles sean eliminados en un plazo de cuatro a�os y que se concrete la estabilidad jur�dica en las pr�cticas enol�gicas. Por otra parte -y tambi�n en el �mbito de nuevas oportunidades-, hago resaltar la existencia, como se mencion� hace un instante, de comit�s bilaterales en los �mbitos de medidas sanitarias y fitosanitarias y en obst�culos t�cnicos al comercio. �Y por qu� lo destaco? Porque ello nos permite reducir el riesgo de barreras proteccionistas por esos motivos, junto con generar condiciones para reforzar la fluidez del comercio y nuestra capacidad de aprovechar oportunidades comerciales. La Uni�n Europea es el principal inversionista externo en Chile. El cuadro siguiente hace referencia a ese punto. Al negociar un cap�tulo de establecimiento en inversiones, se consolida nuestra actual certidumbre jur�dica, lo que debiera significar no s�lo un incremento en los flujos de capital hacia el pa�s, sino tambi�n el facilitar que �ste sea una plataforma real de inversiones para terceros mercados. En inversi�n, se consagra el derecho de acceso, a los inversionistas de ambas Partes, en aquellos sectores relativos a inversi�n en bienes. Como se ha consignado muy bien, las facultades del Banco Central respecto de transferencias fueron protegidas de manera similar a lo determinado en los tratados de libre comercio con M�xico y con Canad�. El Acuerdo contempla un cap�tulo sobre Servicios y otro sobre Servicios Financieros. En lo atinente a Servicios, se considera una cobertura similar a lo que actualmente se establece en la OMC, que se aplica a los cuatro modos de prestaci�n de servicios. Y, en Servicios Financieros, el Cap�tulo pertinente cubre bancos, seguros y valores, es decir, principalmente lo que son los servicios bancarios propiamente tales (l�ase cuentas corrientes, dep�sitos a plazo, pr�stamos, emisi�n de tarjetas de cr�dito y otros), como tambi�n la comercializaci�n de seguros generales y seguros de vida y la intermediaci�n de valores, adem�s de la administraci�n de fondos. Los beneficios a los consumidores de servicios financieros se registrar�n al aumentar la competencia y reducirse, por cierto, los costos de la prestaci�n. Perm�tame, se�or Presidente, ocuparme r�pidamente en las inquietudes que, con raz�n, han manifestado muchos se�ores Senadores en torno de cu�l es el significado que puede entra�ar el Acuerdo, en lo fundamental, para cada una de las Regiones. Y como, por cierto, no pretendo cansar a Sus Se�or�as, les invito a leer el Anexo I, de entre los documentos con que cuentan en sus escritorios, el cual da cuenta del impacto en cada una de las Regiones, y, al mismo tiempo, el trabajo realizado por la Direcci�n Econ�mica de la Canciller�a, que ha incluido en su p�gina web, www.minrel.cl, tanto el tratado completo como sus respectivos anexos, al igual que un estudio efectuado Regi�n por Regi�n. En la l�mina siguiente se puede observar en forma clara, del an�lisis de cada Regi�n, el impacto positivo del Acuerdo, tanto en el aumento de las exportaciones en los rubros tradicionales como en aquellos sectores que env�an productos hacia mercados distintos del europeo. En la tercera columna se detalla que el aumento de las exportaciones ser� de 90 millones de d�lares para los cultivos, de 190 millones de d�lares para la agroindustria y de 92 millones de d�lares para las carnes, lo que se traducir�, por cierto, en un aumento del empleo y de las inversiones. S�lo a t�tulo de ejemplo, sin pretender que ello sea exhaustivo, sugiero ver nada m�s que una l�mina por Regi�n, con algunos de los beneficios en cada una de ellas. Partiendo por la Regi�n de Tarapac�, cabe tener presente que sus principales destinos de exportaci�n son Am�rica del Norte, el Este de Asia y la Uni�n Europea, la cual represent� el a�o pasado 406 millones de d�lares por ese concepto. El cobre refinado es el principal recurso natural procesado que desde la zona se vende al exterior, correspondiendo 64 por ciento a la Uni�n Europea. En diez productos se concentra ciento por ciento de los env�os a ese �ltimo bloque de pa�ses. Dos de ellos -anchoas saladas sin secar ni ahumar y algunos art�culos de deportes- s�lo tienen ese destino. Pues bien, los estudios de la DIRECON indican que, junto con consolidarse las posibilidades actuales, se abren oportunidades para aquellos sectores que hoy no registran env�os a la Uni�n Europea y cuyos aranceles de ingreso a mercados son demasiado altos. A t�tulo de ejemplo, pueden citarse los veh�culos de transporte de mercanc�as, pescados frescos o refrigerados, conservas de anchoas y jurel fresco y la aceituna no destinada a aceite. En cuanto a la Regi�n de Antofagasta, debemos considerar que en 2001 las exportaciones a la Uni�n Europea superaron los mil 742 millones de d�lares, lo que corresponde al 44 por ciento del total de lo enviado al exterior por la Regi�n. Destaco estos ejemplos porque nos permiten ver que, aun sin el Acuerdo con la Uni�n Europea, ya se registra un ejercicio de trabajo con ella, por lo cual potenciar mercados que ya se encuentran consolidados constituye una enorme oportunidad, aunque tambi�n reforzarlos con otros nuevos es de gran importancia. En esta Regi�n el principal recurso exportado es el cobre y el mayor sector industrial exportador m�s importante es el qu�mico. Casi la totalidad de las exportaciones de la zona a la Uni�n Europea est� constituida por s�lo diez productos y �nicamente dos de ellos se env�an a pa�ses de ese bloque: el oro en bruto y la plata en bruto aleada. Los principales env�os son productos como los c�todos y secciones de c�todos de cobre, harina de pescado y nitrato de potasio, entre otros. Debemos resaltar que pr�cticamente la totalidad de los env�os que actualmente van a la Uni�n Europea gozar� de arancel cero desde el primer d�a de vigencia del Acuerdo. En la Regi�n de Atacama, el a�o pasado se exportaron 260,7 millones de d�lares, siendo principal recurso el minero, que constituy� m�s de 29 por ciento del total enviado a la Uni�n Europea. Tres productos concentran m�s del 94 por ciento del total de las exportaciones de Atacama a la Uni�n Europea. De los diez productos, dos tienen como �nico destino pa�ses de la Uni�n Europea: los ostiones del norte vivos, frescos o refrigerados y los camarones conservados congelados. La participaci�n central de las exportaciones radica en los c�todos y secciones de c�todos de cobre, oro bruto, plata en bruto, lagunas cenizas, cobre, uvas frescas, algas y algunos camarones. El 97,5 por ciento de las actuales exportaciones tendr� arancel cero desde el primer d�a en que comience a regir este Acuerdo. Y tenemos buenas perspectivas futuras, adem�s, en uvas frescas, vinos, cerezas frescas, camarones frescos, langostinos y aceitunas. En la Regi�n de Coquimbo, el a�o 2001 se enviaron productos por 101 millones de d�lares a Europa. La pesca es el principal recurso natural exportado, con un 36 por ciento de env�os, precisamente a pa�ses del bloque de los 15. El vino es el principal recurso natural procesado que exporta esta Regi�n, m�s de la mitad con destino a la Uni�n Europea. Hay tambi�n env�os importantes en textiles y en muebles. Diez productos de esta Regi�n concentran el 95 por ciento de las exportaciones regionales a la Uni�n Europea. De ellos, la mitad tiene como �nico destino ese mercado. En este grupo se encuentran los ostiones del norte vivos, frescos o refrigerados; el oro en bruto; las mandarinas, clementinas y langostinos; y los vinos con denominaci�n de origen y otros productos de origen animal. El arancel cero para el pisco y la protecci�n de la denominaci�n de origen abren nuevas oportunidades para su exportaci�n y comercializaci�n. Y muy bien conocemos la preocupaci�n de los productores de pisco chileno, los que tienen una oportunidad muy importante gracias a este Acuerdo. Adem�s, en lo tocante al vino, que es una industria incipiente, se incentivan la mayor producci�n y exportaci�n. La Regi�n de Valpara�so export�, en 2001, 145 millones de d�lares a pa�ses de la Uni�n Europea. Diez productos concentran el 72 por ciento de las exportaciones; 20 por ciento s�lo tiene como �nico destino pa�ses de la Uni�n Europea. Dentro de esto, deben se�alarse los cospeles de aleaci�n y las preparaciones y conservas de pavo, que superan el 10 por ciento de los ingresos de venta a ese bloque. Otros productos importantes que se env�an a la Uni�n Europea son el cobre para afino, c�todos de cobre, vinos con denominaci�n de origen, uvas frescas, pasas, semillas para plantas herb�ceas, semillas de hortalizas, kiwis. El hecho de que la mayor�a de los productos agr�colas quede desgravada al momento inicial abre oportunidades, por ejemplo, para la exportaci�n de uvas, pasas, manzanas. La desgravaci�n inmediata a cero de varios productos del �rea cuprera refuerza las posibilidades de exportaci�n de esta Regi�n. La Regi�n del Libertador General Bernardo O�Higgins, en 2001, export� 299 millones de d�lares a pa�ses de la Uni�n Europea. La miner�a -lo sabemos muy bien- es la principal �rea de exportaci�n al mundo. Los env�os a la Uni�n Europea de este �mbito alcanzaron a 9,5 por ciento del total. En diez productos se concentra el 83 por ciento de las exportaciones de la Regi�n a los pa�ses de la Uni�n Europea. Los principales son cobre refinado en bruto, concentrados de molibdeno, minerales de cobre y sus concentrados, c�todos y secciones de c�todos, vinos con denominaci�n de origen, mostos, manzanas frescas, uvas frescas, peras frescas, trozos de gallina. Descubr�, porque fue una de los lugares que visitamos, que en esta Regi�n tambi�n existe la posibilidad de exportar corderos. (M�s adelante me referir� a la importancia que este rubro tiene para la Duod�cima Regi�n). En 2001, la Regi�n del Maule envi� 99,1 millones de d�lares, y el 82 por ciento se concentr� en diez productos. Uno de ellos, las moras congeladas, tuvieron como destino s�lo la Uni�n Europea. La participaci�n de esta Regi�n en las exportaciones hacia la Uni�n Europea es muy importante y corresponde a vinos con denominaci�n de origen, mostos de uvas fermentadas, manzanas frescas, frambuesas, kiwis, papeles y cartones, pasta qu�mica de madera cruda, legumbres, hortalizas. Tambi�n hay posibilidades muy interesantes para cerezas conservadas y jugo de manzana. En desgravaci�n inmediata, se ven mejores posibilidades para papeles y cartones, pasta qu�mica de madera cruda de con�feras; y en cuatro a�os, se cuenta con la desgravaci�n del vino con denominaci�n de origen. La Regi�n del Biob�o es la segunda, despu�s de la Metropolitana, en env�os a la Uni�n Europea. Este grupo de pa�ses es de gran importancia para dicha Regi�n. Sus env�os al bloque en 2001representaron 403,6 millones de d�lares. Diez productos concentran el 90 por ciento de sus exportaciones a la Uni�n Europea. De ellos s�lo se env�an a ese mercado la pasta qu�mica de madera cruda de con�feras, la mosqueta fresca o seca y algunas carnes de merluza. El Acuerdo con la Uni�n Europea abre importantes oportunidades para la Regi�n. El 60 por ciento de los productos m�s exportados va a mejorar su situaci�n arancelaria en forma progresiva. Se ver�n beneficiados de inmediato con arancel cero las maderas contrachapadas; la mosqueta fresca o seca, incluso cortada; los tableros de fibra de madera, y los dem�s papeles y cartones. En cuanto a la Regi�n de la Araucan�a, destaco que, si bien en ella no hay un porcentaje muy importante de exportaciones a la Uni�n Europea, s� existe ya alguna experiencia. Los principales productos exportados a ese mercado fueron los forrajeros, maderas aserradas, vegetales, maderas en bruto, hierbas medicinales, partes y piezas de madera para muebles, y semillas de tr�bol. De los diez principales productos exportados a la Uni�n Europea, s�lo cuatro tienen hoy arancel cero. Los restantes gozar�n de desgravaci�n inmediata, salvo los forrajeros, que la tendr�n en el plazo de cuatro a�os. Por ello, cerca del 80 por ciento de las actuales exportaciones mejorar� su ingreso. Y hay buenas expectativas para carne bovina, queso, miel, productos congelados, frutas, flores, bulbos y jugos de fruta. Por su parte, la Regi�n de Los Lagos export� el 2001 m�s de 130 millones de d�lares a la Uni�n Europea. Sus principales productos son el salm�n, filetes de salm�n, choritos en conserva, otros moluscos en conserva, trozos de maderas y algunos pescados frescos. �sta es una Regi�n con excelentes perspectivas para elevar sus exportaciones por cuanto, de los 130 millones de d�lares que exporta en la actualidad, 100 millones enfrentan aranceles de 5 por ciento. Como podr�n apreciar de inmediato, la zona tiene posibilidades muy importantes en el corto plazo. Por cierto, en el mediano y largo plazo los beneficios ser�n considerables. A su vez, la Regi�n de Ais�n export� 33,7 millones de d�lares a la Uni�n Europea en el 2001. La pesca es su principal recurso natural procesado de exportaci�n, y 29 por ciento de �ste se destina precisamente a ese conjunto de pa�ses. Diez de esos productos concentran el 85 por ciento de los env�os a esa zona. Tres �los diferentes tipos de merluza- tienen como �nico destino la Uni�n Europea. Los principales env�os son maderas aserradas, carnes de pescado, congrio, cojinova, carnes de salm�n, filetes de salm�n, etc�tera. En lo relativo a las oportunidades que abre el Acuerdo, deben mencionarse las que se refieren al sector pesquero, por cuanto sus actuales aranceles superan el 15 por ciento y tendr�n -como vimos hace un rato- una desgravaci�n paulatina, lo cual significa que, aun cuando se exportara exactamente lo mismo que hoy, ya s�lo con eso se produce una ganancia importante. Tambi�n esta Regi�n experimentar� un crecimiento en el sector agropecuario, en particular de carne ovina. Al mismo tiempo, se abren expectativas muy interesantes para las carnes de liebres silvestres y ex�ticas. Por �ltimo, en lo que respecta a la Regi�n de Magallanes, debo se�alar que el 2001 sus exportaciones superaron los 207 millones de d�lares a la Uni�n Europea. El 95 por ciento de ellas se concentra en 10 productos. Tres de �stos se destinan s�lo a pa�ses de la Uni�n Europea: merluzas congeladas, centollas y centoll�n conservados en recipientes herm�ticos y algunas carnes de merluza congelada. Otras exportaciones a ese conglomerado de pa�ses, que, entre par�ntesis, tendr�n arancel cero, son de metanol, lanas peinadas, cortes de carne de ovino congelados, congrio, cojinova y carne de cordero congelada. Las oportunidades que abre el Tratado que nos ocupa para la Regi�n de Magallanes est�n dadas principalmente en el sector qu�mico, por la desgravaci�n inmediata que tendr� su principal producto de exportaci�n: el metanol. Lo anterior ha llevado a una empresa a preparar una inversi�n de 2 millones de d�lares para ampliar su capacidad exportadora y aprovechar de esta manera la nueva situaci�n que se da con la Uni�n Europea. Con estos ejemplos, que son ilustrativos de algunos de los aspectos del acuerdo comercial en debate, hemos querido graficar lo que significa el Acuerdo para la Regi�n de Magallanes. Invito a dar una mirada a los cuadros que acompa�an el anexo, as� como a los que est�n en la p�gina web, que ya he mencionado, con el objeto de que puedan apreciar el significado de los mismos respecto de cada una de las Regiones, lo que posibilitar�, en un trabajo en conjunto de los sectores p�blico y privado, el potenciamiento de las posibilidades regi�n por regi�n. Para terminar, se�or Presidente, quiero hacerme cargo de algunas preocupaciones que hemos podido recoger. La primera dice relaci�n con las peque�as y medianas empresas. Efectivamente, el Acuerdo abre una gran oportunidad de desarrollo para las PYME, en especial para el sector manufacturero. En el caso de las empresas agr�colas y agroindustriales, ello ocurrir� ya sea directamente o formando parte de encadenamientos productivos que deber�n efectuarse. Las peque�as empresas son responsables del uno por ciento de las exportaciones mineras en Chile. Sin embargo, lo son del 56 por ciento de las de la pesca, del 37 por ciento de aquellas que realiza el pa�s de productos manufacturados diversos, de 23 por ciento de la exportaci�n de productos met�licos y maquinarias, de 14 por ciento de la de productos agr�colas y de 9 por ciento de los alimenticios. Lo anterior da una idea de la importancia que reviste para las peque�as y medianas empresas la apertura de los mercados de la Uni�n Europea. Considero relevante destacar que, paralelo a este Acuerdo, en el marco de los programas de cooperaci�n de la Uni�n Europea con Chile, suscribimos un Memor�ndum de Entendimiento que potenciar� a las PYME en los temas m�s cr�ticos. Este programa, dotado de 20 millones de euros, es un apoyo fundamental para la econom�a chilena y corresponde a una l�nea estrat�gica de gran importancia. Busca crear o aumentar las ventajas competitivas del pa�s apoyando con financiamiento directo e indirecto el desarrollo de emprendimientos que signifiquen, por una parte, innovar en cualquiera de las etapas de la cadena de valor para crear empresas que produzcan nuevos o mejores productos y servicios, y, por otra, innovar en cualquiera de las etapas que permitan mejorar la productividad de las existentes. En esta perspectiva, hay ejemplos destacables que se pueden se�alar. Es el caso de la industria del cuero y del calzado nacional, en lo referente a la innovaci�n tecnol�gica que abre el Tratado para avanzar en este rubro de gran significaci�n. Ello ha generado como efecto que ya se hayan efectuado algunas inversiones en ciertas Regiones. Para nuestro pa�s, de aprobarse el Acuerdo con la Uni�n Europea en el mes de enero, el lanzamiento del Consejo de Asociaci�n previsto debiera llevarse a cabo en marzo pr�ximo. �sa ser� la ocasi�n en que Chile podr� precisamente reiterar su inter�s en los programas de cooperaci�n, potenciando as� aquellos sectores que nos interesa fortalecer para su incorporaci�n a los mercados que abre el Acuerdo de Asociaci�n con la Uni�n Europea. �Cu�les son los pasos siguientes? Una vez que el Parlamento apruebe el Tratado �esperamos que sea hoy-, el Acuerdo estar� en condiciones de empezar a regir de inmediato en lo que dice relaci�n al Cap�tulo Econ�mico-Comercial, excepto �se formul� la pregunta aqu�; por eso lo destaco- en lo relativo al Cap�tulo Inversi�n y Servicios Financieros. Debo poner de relieve que, con la firma del Acuerdo por parte de los quince Ministros de Relaciones Exteriores de los pa�ses miembros de la Uni�n Europea, en noviembre pasado, el Cap�tulo Comercial, con excepci�n del relativo a Inversi�n y Servicios Financieros, est� listo para ser ratificado por parte del Parlamento chileno, y podr�a comenzar a regir el mes inmediatamente siguiente a su aprobaci�n por el Congreso. En lo que dice relaci�n al Cap�tulo Pol�tico, al de Cooperaci�n, y a Servicios Financieros e Inversiones del Cap�tulo Comercial, se requerir� la aprobaci�n de los quince Parlamentos de los pa�ses miembros de la Uni�n Europea. Deber�n pasar por cada uno de los Parlamentos y habremos de trabajar durante el curso de este a�o para tales efectos. Y no me cabe la menor duda de que el trabajo que Sus Se�or�as podr�n realizar con sus pares en cada uno de los quince Parlamentos para su pronta aprobaci�n ser� de gran entidad. Desde esta perspectiva, deberemos desarrollar como pa�s un trabajo muy relevante en esa direcci�n. En todo caso, quiero destacar que los dos temas del Cap�tulo Comercial �Inversi�n y Servicios Financieros- que requieren de la aprobaci�n de los Parlamentos europeos, de acuerdo con la l�gica de los precedentes que conocemos respecto de otras negociaciones (l�ase la OMC, la Uni�n Europea con MERCOSUR), son exactamente los asuntos donde la Uni�n Europea tiene el mayor inter�s econ�mico. Por ello, se esforzar� por que los Parlamentos de los 15 pa�ses miembros aprueben este Tratado, por cuanto le es de gran importancia y fue uno de los temas de mayor negociaci�n, donde pusieron el mayor acento. Por lo tanto, es evidente que la Uni�n Europea se asegurar� de que el Tratado reciba una pronta aprobaci�n, a fin de llevarlo, adem�s, como un precedente a las rondas multilaterales de la OMC en Doha, que concluir�an el 2004. Fruto del trabajo acucioso realizado en el Parlamento, y en el Senado y, por cierto, del estudio iniciado con antelaci�n al env�o del mensaje por parte del Presidente de la Rep�blica, hemos podido llegar hoy con un Acuerdo y un informe como el que se halla en poder de Sus Se�or�as, gracias �repito- a la dedicada labor que permiti� a la C�mara de Diputados aprobar el proyecto en su primer tr�mite constitucional. El Tratado constituye, sin lugar a dudas -como aqu� se ha se�alado-, el acuerdo m�s ambicioso que nuestro pa�s haya alcanzado nunca, y, ciertamente, junto a los Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos y con Corea del Sur, hace del 2002 un a�o de avances muy importantes para Chile. Corresponde al Senado pronunciarse en esta oportunidad respecto de este Acuerdo. Antes de terminar deseo reconocer -como lo se�al� en cada una de las Comisiones- el enorme trabajo desplegado como pa�s desde 1990 hasta la fecha, y destacar, en particular, el esfuerzo realizado por nuestros negociadores ante la Comunidad Europea. En esta oportunidad, me acompa�an algunos de ellos, como el Embajador se�or Rosales, quien condujo la negociaci�n comercial y tuvo una ardua tarea encabezando un enorme equipo constituido por funcionarios p�blicos de diversas reparticiones. Me acompa�a tambi�n el se�or Carlos Furche, del Ministerio de Agricultura, y en este recinto se encuentran varios negociadores representantes de los distintos Ministerios. En estos d�as en que el debate respecto del rol de los servidores p�blicos ha estado tan expuesto en los medios de comunicaci�n, deseo poner el acento en lo que significan estos servidores p�blicos del pa�s. Ellos trabajaron sin descanso, dedicando lo mejor de s�, destinando fines de semanas completos durante estos dos �ltimos a�os, incluso sin dormir en las �ltimas rondas de negociaciones, para alcanzar un gran acuerdo para nuestra patria, el cual, indudablemente, ser� mirado por las futuras generaciones como un hito que marcar� la pol�tica exterior de Chile. En esta ocasi�n debo destacar muy especialmente el esfuerzo realizado por ese gran equipo de servidores p�blicos, que prestigia a nuestro pa�s. La eficiencia de este equipo negociador le ha significado ser demandado por varias naciones para prestarles asesor�a, porque les gustar�a estar en condiciones de alcanzar, en un a�o, tres acuerdos de tanta entidad, como ocurri� en nuestro caso. Para finalizar, agradezco el trabajo desarrollado en el Senado y los informes emitidos, solicitando, a su vez, que la Sala apruebe hoy d�a el proyecto de Acuerdo. Muchas gracias, se�or Presidente. ---------------- El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Tiene la palabra el se�or Secretario. El se�or HOFFMANN (Secretario).- En estos momentos han llegado a la Mesa dos oficios de la Honorable C�mara de Diputados por medio de los cuales comunica que ha dado su aprobaci�n a los siguientes proyectos de ley: 1.- El relativo a remuneraciones de autoridades de Gobierno y cargos cr�ticos de la Administraci�n P�blica, y a gastos reservados, con urgencia calificada de "discusi�n inmediata".(Bolet�n N� 3171-05). 2.- El que establece registros de las personas jur�dicas receptoras de fondos p�blicos, tambi�n con urgencia calificada de "discusi�n inmediata". (Bolet�n N� 3176-05). --Pasan a la Comisi�n de Hacienda. El se�or OMINAMI.- Se�or Presidente, en atenci�n a que se trata de dos iniciativas cuya urgencia fue calificada de "discusi�n inmediata", pido a la Mesa solicitar el asentimiento de la Sala para que la Comisi�n de Hacienda sesione simult�neamente con ella a partir de las 18, para analizar ambos proyectos y otro que se encuentra en tabla, y, a su vez, si la Sala lo tiene a bien, incorporarlos en el Orden del D�a de la sesi�n de ma�ana con el objeto de despacharlos oportunamente. --Se accede a lo solicitado. ---------------- El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Diversos se�ores Senadores han solicitado a la Mesa iniciar la votaci�n del proyecto a partir de las 18, cambiando el acuerdo anterior de hacerlo a las 20. �Habr�a acuerdo? El se�or MORENO.- Se�or Presidente, siempre que ello no signifique disminuir el tiempo de los Senadores inscritos. El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Por supuesto. --As� se acuerda. El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Por otra parte, deseo informar que, despu�s de casi dos horas y media de tratar la materia, reci�n ahora comenzaremos a ofrecer la palabra a los se�ores Senadores inscritos. Hasta el momento hay 21, quienes tienen derecho a usar de la palabra por quince minutos cada uno. Ello nos tomar� cinco horas a partir de este momento; de tal manera que la Mesa ser� sumamente estricta en el control del tiempo de cada Parlamentario, a fin de cautelar el derecho de todos a exponer sus puntos de vista. La se�ora MATTHEI.- �Me permite, se�or Presidente? El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Tiene la palabra, Su Se�or�a. La se�ora MATTHEI.- Se�or Presidente, como la Comisi�n de Hacienda se reunir� en una hora m�s, lo m�s probable es que ninguno de sus integrantes inscritos para intervenir en la Sala pueda hacerlo. Por ello, quiero dejar constancia de mis felicitaciones a todas las personas que han participado en este trabajo y lo han liderado, porque realmente estamos en presencia de un muy buen Acuerdo. En consecuencia, pido a la Mesa eliminarme de la lista, pues no usar� de la palabra. El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Con mucho gusto, se�ora Senadora. Tiene la palabra el Honorable se�or Eduardo Frei. El se�or FREI (don Eduardo).- Se�or Presidente, el Senado de la Rep�blica tiene hoy la responsabilidad de aprobar el acuerdo comercial y pol�tico m�s trascendente que jam�s Chile haya alcanzado. Este logro hist�rico es producto de un laborioso trabajo de pa�s de m�s de doce a�os, en cuyo proceso convergieron los esfuerzos de autoridades de los �ltimos tres Gobiernos; Parlamentarios de distintas tendencias; grandes, medianos y peque�os empresarios, y dirigentes gremiales del mundo sindical y de diversas organizaciones sociales. Es fruto de la confianza con que nos miran. El mundo valora la inquebrantable voluntad de Chile de vivir en democracia y en libertad, de llevar adelante una firme b�squeda de mercados m�s libres para nuestros productos y de condiciones m�s amplias y promisorias para nuestros intercambios econ�micos. Chile se abre al mundo En definitiva, es el premio a un pa�s que con perseverancia supo conquistar un lugar de vanguardia en el concierto internacional. Para ello, Chile combin� la apertura unilateral de nuestra econom�a, iniciada en los a�os ochenta, con la negociaci�n multilateral y una inserci�n m�s activa en los grandes espacios econ�micos que se estaban configurando en el mundo. La exploraci�n de instrumentos bilaterales o regionales tuvo una importancia capital en la estrategia seguida por los Gobiernos de la Concertaci�n. Era fundamental hacerlo para asegurar nuestra capacidad de acceder a los grandes mercados mundiales y regionales. Por el contrario, quedarse al margen de esta tendencia no s�lo hubiese perjudicado a nuestros productores, sino tambi�n nos impedir�a estar en condiciones de responder a los grandes desaf�os del mundo actual. En el caso de la Uni�n Europea, una serie de elementos influy� decisivamente en que esa regi�n se haya mantenido durante los �ltimos a�os como uno de los ejes principales de las relaciones internacionales de Chile. Entre ellos podr�amos destacar la enorme transferencia cultural que nos dan siglos de historia com�n, la intensa corriente de afinidad pol�tica y los m�ltiples intereses econ�micos que existen de por medio. Tampoco podemos olvidar la permanente solidaridad de los pa�ses europeos durante la dictadura, apoyo que result� vital para que los dem�cratas chilenos no desmayaran en su esfuerzo por recuperar nuestras tradiciones republicanas. La trayectoria del acuerdo Por eso, a partir de 1990, ambas partes iniciaron un proceso de fuerte consolidaci�n de los v�nculos econ�micos y de cooperaci�n. Precisamente, durante el primer a�o de su Gobierno, el Presidente Aylwin firm� un Acuerdo Marco de Cooperaci�n con la Comunidad Europea, que tuvo por objeto fortalecer la cooperaci�n en todos los �mbitos, sobre la base del respeto a los principios democr�ticos y a los derechos humanos. Sin embargo, a poco andar, ese nuevo marco jur�dico se hizo insuficiente para abarcar el conjunto de las relaciones existentes entre Chile y la Uni�n Europea, raz�n que oblig� a buscar una forma de vinculaci�n m�s estrecha y m�s completa. Es as� como el 21 de junio de 1996 , en mi calidad de Presidente de la Rep�blica, tuve el honor de firmar en Florencia un nuevo Acuerdo Marco de Cooperaci�n, destinado a preparar el establecimiento de una asociaci�n de car�cter pol�tico y econ�mico entre Chile y la Uni�n Europea, la que incluir�a tambi�n una zona de libre comercio. El nuevo instrumento -�nico en su tipo- fij� diversos mecanismos orientados a preparar la negociaci�n de un futuro acuerdo de asociaci�n, m�xima expresi�n que puede alcanzar un tercer Estado ajeno al �mbito geogr�fico europeo. Con posterioridad, en 1998, comenz� el di�logo pol�tico entre el Parlamento Europeo y nuestro Congreso. Sin duda alguna, fue un aporte significativo al trabajo que realizaba el pa�s, a fin de conseguir el inicio de las conversaciones para concretar la asociaci�n. Dicha aspiraci�n se materializar�a en junio de 1999 en la Primera Cumbre de Jefes de Estado y de Gobiernos de Am�rica Latina y del Caribe y de la Uni�n Europea, efectuada en R�o de Janeiro, donde nos comprometimos a lograr la liberalizaci�n bilateral progresiva y rec�proca del comercio, sin excluir ning�n sector y en conformidad a la Organizaci�n Mundial del Comercio. En noviembre de aquel a�o se constituye en Bruselas el Consejo Conjunto Chile - Uni�n Europea, en el cual se defini� la estructura, el calendario y la metodolog�a de la negociaci�n, que -como record� la se�ora Ministra- se desarroll� a partir de abril de 2000, mediante diez rondas que culminaron felizmente en abril de 2002 en Bruselas. La Declaraci�n Pol�tica que da cuenta de la conclusi�n de las negociaciones se firm� en Madrid en mayo del mismo a�o. La importancia del Acuerdo El �xito de este proceso es elocuente. Los mismos europeos lo han calificado como el acuerdo bilateral m�s ambicioso e innovador que haya negociado la Uni�n Europea. En tanto, para Chile la suscripci�n de este Tratado tiene un gran valor estrat�gico, ya que ser� un ejemplo para futuros convenios y permitir� dar un salto cualitativo en las relaciones pol�ticas, econ�micas y de cooperaci�n que mantenemos con ellos. Adem�s, significa un reconocimiento a nuestra madurez pol�tica y a nuestra solidez econ�mica. Es una se�al de confianza respecto de lo que hemos hecho y genera un escenario propicio para profundizar nuestro desarrollo exportador, diversificando las ventas externas, ampliando el universo de las empresas exportadoras e incorporando a las peque�as y medianas empresas al esfuerzo de modernizaci�n y de internacionalizaci�n. Por �ltimo, constituye un instrumento que nos permitir� desenvolvernos mejor y con m�s posibilidades en un mundo crecientemente globalizado, en el que debemos hacer frente a muchos desaf�os, que por s� solos no estamos en condiciones de abordar. Se abre una enorme puerta para nuestros investigadores, acad�micos y estudiantes para acceder al conocimiento m�s avanzado. Los empresarios comerciar�n en forma m�s libre y con reglas estables, claras y transparentes. Los trabajadores se han de beneficiar con nuevos programas de cooperaci�n y capacitaci�n. Y la gente dispondr� de m�s productos, de mejor calidad y de menores precios. Quiero detenerme en una materia que me parece fundamental, porque afecta a una de las principales debilidades del desarrollo de nuestro pa�s. Me refiero -ha sido parte importante de la exposici�n de la se�ora Ministra- a la cooperaci�n en ciencia y tecnolog�a, que va a permitir a Chile participar en el Programa Marco de Ciencia y Tecnolog�a que organiza la Comunidad Europea para sus miembros asociados y algunas otras naciones. Sin duda que para la comunidad cient�fica nacional, investigadores, universidades e institutos tecnol�gicos, entre otros organismos, es una oportunidad �nica el poder participar en igualdad de condiciones con sus pares de pa�ses europeos, acumulando conocimientos en temas vitales para nuestro desarrollo, en los cuales hoy estamos extraordinariamente atrasados. Quiero recordar que en Chile la inversi�n en ciencia y tecnolog�a sigue siendo muy baja, inferior al uno por ciento del Producto, y con una contribuci�n muy peque�a del sector privado. Si no somos capaces de aumentar la inversi�n en ciencia y tecnolog�a para intervenir en forma activa en este Programa con la Uni�n Europea, creo que dif�cilmente podremos enfrentar el desarrollo y este Tratado. Lo mismo ocurre en lo relativo a las patentes industriales, a la propiedad intelectual y a las patentes de inversi�n, donde nuestra participaci�n, tanto a nivel interno cuanto internacional, es extraordinariamente peque�a, como consecuencia del baj�simo nivel en inversi�n en ciencia y tecnolog�a que ha tenido el pa�s. Las tareas que conlleva el Acuerdo. Debemos dejar en claro que los beneficios no son autom�ticos. El Acuerdo es un instrumento que no sirve de nada si no aprovechamos las oportunidades que nos brinda. Esto significa que tenemos tareas que enfrentar. Primero, todos los sectores productivos deben revisar sus niveles de calidad, y tener en cuenta las exigencias y la extrema competitividad de los mercados. Y, segundo, el Estado tiene que readecuar las pol�ticas p�blicas de fomento productivo y exportador, persistiendo en el esfuerzo de coordinaci�n p�blico-privado, para beneficiarnos de las ventajas comerciales y de inversi�n que genera este Tratado. Y en esto respaldo absolutamente lo planteado por el Senador Vald�s respecto a la creaci�n de una instancia de control y seguimiento del Acuerdo y de todo lo que �l involucra con la Uni�n Europea. En lo personal, considero que lo m�s importante es que este Tratado deja en evidencia que podemos so�ar en grande y que los sue�os se pueden hacer realidad. No deja de ser parad�jico que vayamos a ser socios de la principal comunidad de pa�ses del mundo, cuando aqu� vivimos en medio de depresiones, pensando siempre que vamos a perder y rememorando s�lo los triunfos morales. Resulta curioso constatar que las grandes potencias mundiales reconocen nuestros m�ritos y desean ser socios de Chile, mientras ac� nos movemos en medio de la desconfianza, del pesimismo y de la sospecha. Lograr acuerdos de esta naturaleza es un ejemplo de lo que podemos conseguir cuando actuamos con unidad, consistencia y perseverancia en el tiempo. Por eso, mi llamado hoy d�a es a sacudirnos del pesimismo, a querernos un poco m�s, reconociendo nuestras fortalezas y confiando en nosotros. Chile tiene una econom�a sana y estable, y gente valiosa y emprendedora. Nos ganamos el derecho a competir en las ligas mayores. Lo conseguimos con responsabilidad, con talento y con la dignidad de un pa�s peque�o que nunca pidi� nada gratis, sino que s�lo se le diera la oportunidad de comerciar en igualdad de condiciones. No podemos desperdiciar esta oportunidad. El escenario favorable est�. Es el momento de empezar a trabajar para utilizarlo de la mejor forma en nuestro desarrollo. Adhiero tambi�n, se�or Presidente, a las felicitaciones para todo el equipo negociador, encabezado por la se�ora Ministra, el cual por lo dem�s ha sido esencialmente el mismo que trabaj� pr�cticamente en los �ltimos diez a�os y que negoci� el acuerdo con el MERCOSUR, los tratados con los Estados Unidos y con Corea y diversos instrumentos para el desarrollo del pa�s en el mundo global. Por lo tanto, junto con participar de esta alegr�a, doy mi aprobaci�n al proyecto de acuerdo. Voto que s�. El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador se�or Romero. El se�or ROMERO.- Se�or Presidente, prestigia a esta Corporaci�n el trabajo de la Comisi�n Especial dirigida por el Senador Gabriel Vald�s; y, por supuesto, nadie puede dejar de sumarse al reconocimiento a la se�ora Ministra de Relaciones Exteriores y al equipo negociador. Se�alo lo anterior, porque creo que cuando uno trabaja estos temas con una visi�n de pa�s, de Estado -como es y debe ser este tipo de enfoques-, no cabe la menor duda de que debemos hacerlo con altura de miras, la cual jam�s ha dejado de estar presente en la C�mara Alta. Se�or Presidente, el pa�s ha hecho un largo camino durante m�s de treinta a�os para alcanzar hoy d�a lo que efectivamente se empieza a cosechar. Creo que -�sta es una verdad hist�rica- de no mediar la apertura que experiment� el pa�s en las d�cadas de los 70 y 80, no habr�an sido posibles los resultados que hoy exhibimos. Y lo anterior hay que decirlo con claridad, sin achicarnos ni empeque�ecer a nadie. Porque la perseverancia en la l�nea de conducta de los pa�ses es la �nica manera de prestigiarlos y que sean serios frente a la comunidad internacional. Chile no nace en un a�o determinado, como aqu� se se�al�, sino que por el esfuerzo conjunto de los sectores p�blico y privado. No es extra�o afirmar que �ste es un camino sin regreso, porque en una econom�a libre ello es posible por el rol de la iniciativa privada. A mi juicio, tenemos ante nosotros una tremenda oportunidad. Y lo digo en sentido constructivo, positivo. Tal desaf�o �porque una oportunidad tambi�n implica un desaf�o- significa que debemos estar conscientes de que en nuestras manos se encuentra la posibilidad de hacerlo positivo o negativo. Lo se�alamos en la Comisi�n Especial y lo reiteramos ahora: tenemos frente a nosotros, por una parte, un Tratado fruto de una negociaci�n que califico de exitosa. Sin embargo, la administraci�n de este nuevo escenario est� en las manos de quienes integramos el Senado, as� como tambi�n de los sectores p�blico y privado del pa�s. Porque no cabe la menor duda de que si no convertimos dicho escenario en un instrumento de aplicaci�n correcta en la administraci�n del Tratado, el d�a de ma�ana podr�amos lamentarlo. Obviamente, no estoy augur�ndolo; pero si no somos capaces de adecuar nuestra institucionalidad p�blica y privada, no cabe la menor duda de que frente a estos escenarios cambia completamente la perspectiva y las condiciones en que nos debemos desarrollar. Lo dijimos: es obvio que se requiere crear una nueva institucionalidad basada en las experiencias de los �ltimos 30 � 40 a�os. Y debemos pensar que los pa�ses desarrollados constituyen grandes oportunidades, pero, al mismo tiempo son importantes protectores de algunas �reas. Y los proteccionismos a los que estamos casi acostumbrados son un desaf�o para superarlos y construir infraestructuras y pol�ticas capaces de proyectarse con fuerza. Debemos ser coherentes no s�lo en la administraci�n y en la infraestructura, tanto privada como p�blica, sino tambi�n en las pol�ticas que el Estado y nosotros apliquemos en nuestra econom�a. Si no somos capaces de hacer reformas verdaderas y eficientes en el plano de la educaci�n, la capacitaci�n y la salud, tampoco superaremos los problemas del desarrollo de los pr�ximos a�os. Es necesario tener claro que las pol�ticas econ�micas y sociales necesitan ser coherentes con el modelo de econom�a social de mercado; porque, si vamos a seguir en la aplicaci�n de pol�ticas inflexibles en materias laborales, es obvio que quedaremos en una posici�n de desmedro frente a los pa�ses que no las practican. No podemos seguir interviniendo en el �rea del d�lar, pues si tenemos un tipo de cambio libre, al igual que otras naciones, evidentamente tendremos mejores posibilidades con un tipo de cambio real alto que permita transformarnos en buenos exportadores. Debemos ser lo suficientemente capaces de que las pol�ticas respecto de la peque�a y mediana empresa sean factibles y dirigidas con oportunidad. Me refiero, por ejemplo, al reintegro de exportaciones. En la actualidad, algunos instrumentos simplemente no se est�n aplicando en la pr�ctica, porque de una manera u otra no est�n al servicio de la peque�a y mediana industria. Tenemos que entender que si queremos competir -lo hemos dicho muchas veces-, incluso con las tesorer�as de otras naciones, en los servicios financieros debemos ser capaces de ofrecer a nuestros empresarios las mismas tasas de inter�s que los pa�ses desarrollados. Porque no cabe la menor duda de que si son diferentes, perderemos competitividad. Definitivamente, debemos convertir a nuestro pa�s de exportador de materias primas en exportador de productos con valor agregado. Y �se es el gran desaf�o: c�mo vencer esa "l�nea Maginot" que han colocado algunas naciones desarrolladas en defensa de sus sectores. Porque es indudable que si podemos competir en igualdad de condiciones -lo hemos demostrado en el pasado-, lo vamos a conseguir. En la Comisi�n Especial formulamos muchas observaciones, que est�n consignadas en el informe. Simplemente quiero poner de relieve algunos puntos que me parece fundamental tener presentes. Desde luego, espero que lo ocurrido en a�os pasados con el MERCOSUR, no tenga en este Tratado con la Uni�n Europea efectos nocivos y desgastadores en nuestra producci�n. Porque si realmente hubo un acuerdo mal concebido, fue precisamente aqu�l. Y con esto no descalifico nuestras relaciones bilaterales con los pa�ses del Cono Sur. Debemos superar esa situaci�n negativa y proyectarla mediante pol�ticas reales. Necesitamos efectivamente planes de fomento para los sectores menos favorecidos con tales instrumentos. Al respecto, las opiniones dadas por los distintos sectores representados transversalmente en el Senado merecen consideraci�n. Los pa�ses desarrollados aplican procedimientos muy peculiares para afirmar sus estrategias de desarrollo. Desde luego, en Europa existe el sistema de cuotas, el cual, a mi juicio, conspira en contra del libre comercio, porque es indudable que lo entraba. Y al respecto fuimos pertinaces �aqu� se ha reconocido- en defender la administraci�n de cuotas en favor de los exportadores chilenos y no de los europeos. Porque, en definitiva, as� ocurre en las econom�as planificadas. Y en esto se debe reconocer que, cuando se plante� el tema, el Gobierno, a trav�s de la Canciller�a, tom� medidas inmediatas. Sobre el particular, deseo destacar la labor de los negociadores se�ores Osvaldo Rosales y Carlos Furche, aqu� presentes. �sa es la manera de trabajar. No se trata de qui�n levant� primero la voz para decir esto, sino saber c�mo resolver los problemas. Otro tema importante es el relativo a la cl�usula de emergencia agr�cola, a cuyo respecto invito a los se�ores Parlamentarios a echar un vistazo en el contexto del Tratado. El art�culo 73 introduce la expresi�n "cl�usula de emergencia" para los productos agr�colas y los productos agr�colas transformados. La define en t�rminos de que "si un producto originario de una Parte se importa en la otra Parte en cantidades o en condiciones que causen o amenacen con causar un perjuicio o perturbaci�n importante en los mercados de productos similares o directamente competitivos de la otra Parte, esta �ltima podr� adoptar las medidas apropiadas en las condiciones y con arreglo a los procedimientos establecidos en este art�culo.". �ste es un tema no menor, porque, indiscutiblemente, en la medida que seamos capaces de superar nuestras propias limitaciones y lleguemos con m�s productos a los mercados de los pa�ses desarrollados, nos encontraremos con que es posible que ello ocurra. Sin embargo, constituye un avance el que se pueda plantear la consulta previa antes de adoptar medidas de emergencia. Y as� podr�a referirme a muchas de las disposiciones que hemos planteado. La situaci�n del sector pesquero no es menor. Se ha invertido valioso tiempo -que merece el tema- en concretar el acuerdo que efectivamente est� consignado en el informe de la Comisi�n, con el objeto de que el Ministerio de Relaciones Exteriores, conforme al compromiso adoptado, formule -no entregue, sino formule- una declaraci�n interpretativa de la materia. Dicho compromiso fue adoptado en la Sala y en la Comisi�n. Y esperamos que se cumpla, pues, en tal condici�n, hemos manifestado estar dispuestos a aprobar el proyecto de acuerdo. No voy a entrar al detalle del asunto, ya que ello �reitero- se halla consignado en el informe. Tambi�n se ha hablado de la peque�a y mediana empresa. En mi opini�n, estimo fundamental que incluso se considere la posibilidad de tener una estructura ministerial a favor de las PYME, porque no cabe la menor duda de que en ellas descansa la posibilidad de que hagamos exitoso este Tratado y los otros que vengan despu�s. Estimo importante respaldar a la peque�a y mediana empresa. Para eso est�n los mecanismos de cooperaci�n a que se refer�a la se�ora Ministra. Es esencial que aprovechemos la experiencia del norte de Italia o la de Alemania o la de Francia. Se�or Presidente, considero trascendental referirme tambi�n al tema pol�tico que involucra el Convenio. Bien se ha dicho aqu� que el �mbito pol�tico incluye una cooperaci�n parlamentaria de primer nivel. En Estrasburgo, el Senado y la C�mara de Diputados de nuestro pa�s lograron que en el reglamento que regular� el funcionamiento de las comisiones de los Parlamentos Europeo y chileno se establezcan normas efectivas para que nuestros planteamientos sean escuchados, incluso por las comisiones permanentes de aqu�l. Ello es una garant�a, porque no cabe la menor duda de que, en la medida en que seamos capaces de manifestar lo que corresponde en justicia y equidad, la otra parte no lo recibir� con o�dos sordos. Tambi�n quiero destacar aspectos que se�alaron otros se�ores Senadores. Desagraciadamente el Honorable se�or Larra�n, por una raz�n muy justificada, no est� presente en la Sala. Sin embargo, en la Comisi�n hizo un trabajo pormenorizado respecto de varios temas: la situaci�n agr�cola, el problema de las marcas, de la propiedad industrial, y es fundamental tenerlos en consideraci�n a la hora de aplicar el Tratado. Por �ltimo, se�or Presidente, anticipo que votar� favorablemente el proyecto de acuerdo, porque es una oportunidad que Chile tiene para expresarse efectivamente de acuerdo con las condiciones que hemos planteado, mirando hacia el futuro y como pa�s. El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador se�or Boeninger. El se�or BOENINGER.- En verdad, con las exposiciones muy completas del Presidente de la Comisi�n Especial y de la se�ora Ministra, est� pr�cticamente todo dicho. Sin embargo, deseo intervenir para enfatizar algunas cosas. El primer punto que quiero plantear dice relaci�n a la forma como tiende a mirarse los acuerdos comerciales. Se adopta una cierta reticencia, un temor, una actitud m�s bien defensiva frente a estos instrumentos. En el contexto de la multifac�tica globalizaci�n en que vivimos, no cabe duda de que, para un pa�s peque�o como el nuestro de 15 millones de habitantes -que pertenece a lo que llamar�a la "clase media modesta de las naciones"-, la apertura al exterior, la integraci�n a la econom�a mundial es una necesidad absolutamente indispensable. Hace m�s de 40 a�os, don Jorge Ahumada, uno de los m�s distinguidos economistas del pa�s, dijo: "Exportar o morir". Pasaron m�s de 2 d�cadas antes de que esa visi�n se hiciera realidad. Y ciertamente, hoy es m�s v�lida que nunca. Para materializar la inserci�n en la econom�a mundial existen tres instrumentos b�sicos de pol�tica: Uno es la apertura unilateral, que Chile practic� y, en este sentido, durante varios a�os hizo contribuciones significativas, pero que hoy est� pr�cticamente agotada. El segundo se refiere a las negociaciones multilaterales a nivel de la OMC, instrumento absolutamente necesario, pero que inevitablemente, como abarca el mundo entero y los grandes bloques, es lento y sus progresos s�lo se ven luego de d�cadas. Y el tercero apunta justamente a la firma de acuerdos comerciales, sean �stos bilaterales, subregionales, regionales, etc�tera. En este �ltimo terreno, nuestro pa�s -y aqu� aprovecho de sumarme a las calurosas felicitaciones al extraordinario equipo negociador de Chile- ha logrado, sin incurrir en grandes costos en materia de desviaci�n de comercio, compaginar y configurar un conjunto de tratados de primera magnitud que incluye nada menos que a la Uni�n Europea hoy y a los Estados Unidos, presumiblemente en marzo pr�ximo; o sea, las dos mayores potencias econ�micas del mundo. El solo hecho de firmar un acuerdo con un bloque como la Uni�n Europea y, posteriormente, con el Pa�s del Norte implica, por s� mismo, variar favorablemente la valoraci�n que se hace de Chile; mejorar a�n m�s su muy buena evaluaci�n de riesgo, y estimular las inversiones. Creo que puede darle sentido m�s concreto, a tres o cuatro a�os plazo, a la ley de plataforma de inversiones que el Congreso aprob� hace poco, al permitir generar desde Chile inversiones no s�lo hacia Am�rica Latina, sino tambi�n hacia la Uni�n Europea, Estados Unidos o Corea, en su caso. Este punto es b�sico, por lo cual mi conclusi�n es que los tratados de comercio son instrumentos leg�timos y necesarios para cualquier pol�tica exterior en un pa�s como el nuestro. El segundo punto que deseo enfatizar ya se ha se�alado reiteradamente. El m�rito particular del Convenio con la Uni�n Europea radica en que es m�s que un tratado de libre comercio. El di�logo pol�tico que se institucionaliza en el Consejo de Asociaci�n tiene una importancia no menor para nosotros, que es marginal, desde el punto de vista del contexto de influencia mundial. La circunstancia de que se institucionalice una entidad de este tipo, en la que se sentar�n a la misma mesa el Presidente de la Comisi�n Europea, la Canciller de Chile y gente de alto nivel tanto del bloque de la Uni�n Europea como de nuestro pa�s, implica gozar de una influencia un tanto mayor que la marginal que normalmente tenemos en los asuntos internacionales en general y tambi�n en relaci�n con, por ejemplo, las ruedas de negociaciones multilaterales acordadas por la Organizaci�n Mundial de Comercio. De manera que el que exista este veh�culo de comunicaci�n pol�tico nos otorga un gran valor potencial. Adem�s, sin perjuicio de que hay mecanismos espec�ficos de soluci�n de controversias, el di�logo pol�tico puede ayudar a prevenir, resolver o mejorar las condiciones a futuro del Tratado que estamos votando. El tercer punto trata de la cooperaci�n. Se ha hablado ya con bastante detalle sobre la materia. Es muy importante se�alar la trascendencia que reviste el cap�tulo de la cooperaci�n, si lo aprovechamos bien. Porque los temas que abarca son muy variados, pr�cticamente todos los de importancia futura para nuestro pa�s: educaci�n, innovaci�n, las PYME, la agricultura tradicional. En todos ellos es viable utilizar la cooperaci�n con la Uni�n Europea, recurriendo -como se ha enfatizado- a los programas a que normalmente s�lo acceden los Estados miembros de aqu�lla. De modo que este instrumento nos puede ayudar justamente en el dise�o y desarrollo de las pol�ticas de Estado -que con toda raz�n se se�alan ac� como indispensables- si queremos que las oportunidades que el Tratado ofrece, que no son m�s que eso: oportunidades, puedan convertirse en realidades futuras. Y que el propio Convenio con la Uni�n Europea tenga un instrumento que puede ser �til a ese fin, me parece un logro excepcional. En seguida, quiero enfatizar algunos aspectos del acuerdo comercial. Ante todo, el Convenio abre espacio -como en su momento lo har� tambi�n el Tratado con Estados Unidos- a la diversificaci�n de la producci�n, para que no sigamos condenados a continuar produciendo y exportando m�s de lo mismo. Y aqu� entro al punto de la desgravaci�n industrial que, a mi juicio, es capital. El hecho de que en un plazo de diez a�os la totalidad de la actual o potencial producci�n industrial chilena quede libre de escalonamiento arancelario, que hoy hace imposible la entrada de la gran mayor�a de nuestros productos industriales a la Uni�n Europea, resulta en extremo importante. �sta es una de las cosas que valoramos, pues desde ahora se podr�n exportar, por ejemplo, fertilizantes, muebles, sal, textiles, calzado, etc�tera. No proseguir� enumer�ndolos porque ya est� todo dicho. Por otro lado, en materia agr�cola, el punto b�sico que se ha se�alado y que me limitar� a reiterar, es que ning�n producto quedar� en condici�n desmejorada respecto de la situaci�n existente. Todos mejorar�n en mayor o menor grado, a largo o a corto plazo. En consecuencia, no hay amenaza alguna para la agricultura proveniente del Acuerdo con la Uni�n Europea. Todo lo contrario. Las exportaciones, tanto a ra�z de la desgravaci�n como por efecto de las cuotas -algunas modestas, otras mejores-, teniendo en cuenta la din�mica de las cosas y esta asociaci�n de cooperaci�n y di�logo pol�tico, probablemente tender�n a aumentar m�s de lo establecido en aqu�l. Y en la medida en que se produzcan acuerdos entre los grandes bloques en la negociaci�n multilateral, l�gicamente nosotros, con las cuotas ya instaladas, estaremos en mejores condiciones que otros pa�ses para acceder en el futuro a un mayor grado de liberalizaci�n. Por consiguiente, las cuotas, por peque�as que algunas sean, son potencialmente importantes. Si a ello a�adimos el hecho de que se respetan las bandas de precios, que hay casos particulares de beneficios evidentes, como el del vino (pese al problema de las marcas, pero en el que se reconocen, por ejemplo, las pr�cticas enol�gicas) y otros, y en forma adicional el tema de la certeza jur�dica, que se ha planteado ac�, concluiremos que estamos en presencia de elementos extremadamente positivos. Por lo tanto, deseo recalcar que lo que lo que ocurre con la agricultura no es un problema de compensaciones. Aqu� no hay nada que compensar. El problema es la falta de una pol�tica de Estado que Chile tendr�a que implementar de todos modos, aunque no hubiera convenio con la Uni�n Europea, para colocar a la agricultura tradicional sobre sus propios pies por la v�a de la reconversi�n, de los aumentos de competitividad y productividad, etc�tera. Esos puntos constituyen desaf�os para nuestra pol�tica interna, que se ponen m�s claramente de relieve por el hecho de firmar acuerdos comerciales como �ste. Otro aspecto que merece destacarse es el relativo al establecimiento de un mecanismo de soluci�n de controversias muy claro, ajustado a Derecho, con consultas y, finalmente, en la eventualidad de no llegarse a acuerdo, con designaci�n de �rbitros y un panel, en la forma acostumbrada en Derecho Internacional, que da plenas garant�as de objetividad en la resoluci�n. Este mecanismo reduce -ojal� significativamente- las desigualdades de poder existentes entre el gigante que es la Uni�n Europea y la peque�a naci�n que es Chile. Por eso estimo que este aspecto reviste especial trascendencia. Otro punto no despreciable -creo que no se ha mencionado esta tarde- es el relativo a la inclusi�n de la apertura de los respectivos mercados para los efectos de las compras p�blicas, que en todos los pa�ses son un elemento de extraordinaria relevancia por el volumen de las transacciones. Esto abre tambi�n para nuestro pa�s algunas perspectivas muy interesantes. En s�ntesis, este Acuerdo y tambi�n el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, que veremos a partir de marzo, nos ayudan a pensar en grande. Alguna vez so�amos con que a fines de siglo o hacia el a�o 2010 ser�amos un pa�s desarrollado. Eso no ocurrir�. Sin embargo, creo que si se dictan pol�ticas internas favorables al desenvolvimiento econ�mico en el mundo contempor�neo, lo que implica consistencia en las pol�ticas macro y microecon�micas y diversas otras condiciones, estos instrumentos internacionales constituir�n un incentivo, un aguij�n para empujarnos a aprovecharlos y, de esta manera, enfrentar el futuro en mejores condiciones. Eso abarca todo: la educaci�n, la innovaci�n. Y en este Convenio las PYME tienen un cap�tulo especial en la parte relativa a cooperaci�n. Por las razones expuestas, insisto en que el Tratado de Asociaci�n con la Uni�n Europea reviste enorme valor. Por �ltimo, quiero hacer una referencia espec�fica a un aspecto del problema de la pesca, por cuanto discrepo de lo propuesto sobre la materia. Aclaro que esto no tiene que ver con el cuerpo del Acuerdo, sino con la nota que, como indic� hace poco el Senador se�or Romero, la Comisi�n acord� pedir a la Canciller�a que se formule -ciertamente, el t�rmino est� bien usado- en el momento en que� El se�or VALD�S.- �Me concede una interrupci�n, Honorable colega? El se�or BOENINGER.- Quisiera terminar con el punto. El se�or VALD�S.- Es sobre lo mismo. El se�or BOENINGER.- Prefiero explicarlo antes. El se�or VALD�S.- Se�or Presidente, pido una interrupci�n previa a esa explicaci�n. El se�or CANTERO (Vicepresidente).- El Honorable se�or Boeninger est� con el uso de la palabra. El se�or VALD�S.- �Me permite una interrupci�n, se�or Senador? El se�or BOENINGER.- Bien. El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Tiene la palabra Su Se�or�a. El se�or VALD�S.- Se�or Presidente, �ste es un tema muy delicado y lo analizamos extensamente en la Comisi�n. Estamos votando el Acuerdo y la posici�n de Chile a ese respecto es clara. No obstante, con relaci�n a la nota aludida, si el asunto a que se refiere puede ser contestado por otros pa�ses, tengo aprensiones en cuanto a que aparezca en el debate p�blico que en esta materia hay desacuerdo. No tengo inconveniente en discutir el problema en forma reservada, como hicimos varias veces en la Comisi�n. Es lo que pido, se�or Presidente. El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Recupera la palabra el Honorable se�or Boeninger. El se�or BOENINGER.- Se�or Presidente, justamente por las razones que da el Senador se�or Vald�s, deseo expresar un parecer discrepante de la recomendaci�n hecha por la Comisi�n. �Se trata simplemente de una opini�n o de una sugerencia? El que decide eso finalmente es el Gobierno. Reconozco que la opini�n mayoritaria o un�nime de la Comisi�n Especial tiene gran peso. Pero, a mi modo de ver, el hecho objetivo es el siguiente. Con relaci�n a las reglas de origen de la pesca hay dos teor�as: la de la bandera y la del Estado ribere�o. El art�culo 4�, con lo incluido en la nota al pie, qued� redactado de manera que no se consider� suficientemente clara. En vista de ello, se firm� una declaraci�n conjunta de la Uni�n Europea y el Gobierno de Chile donde n�tidamente queda establecido el reconocimiento y aceptaci�n de los derechos soberanos de los Estados ribere�os para los efectos de explorar, etc�tera. La declaraci�n unilateral que se propone reafirma exactamente en los mismos t�rminos lo se�alado en la declaraci�n conjunta. Mi preocupaci�n es que si existe una cosa clara, el que un pa�s se sienta obligado a hacer una declaraci�n unilateral puede generar dudas respecto de que si efectivamente es tan clara como parece. Adem�s, es posible que induzca a otros Estados -cada uno de los cuales tiene sus propias �reas de intereses- a hacer tambi�n declaraciones unilaterales. Muchas gracias. El se�or CANTERO (Vicepresidente).- �C�mo vota Su Se�or�a? El se�or BOENINGER.- Voto que s�. El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Honorable se�or Moreno. El se�or MORENO.- Se�or Presidente, form� parte de la Comisi�n Especial que el Senado constituy� para analizar el Tratado. All� intervine en distintas oportunidades y formul� diversas preguntas, las cuales se me contestaron por escrito, en un texto que tengo en mi poder. Por lo tanto, estoy en condiciones de fundar las reflexiones y opiniones que expondr� esta tarde. El Acuerdo con la Uni�n Europea presupone que Chile va a transformar su agricultura en el curso de los pr�ximos a�os. Quien haya estudiado las condiciones y los detalles de dicho instrumento no podr� sino concordar con la afirmaci�n que estoy haciendo. Si �sa es la realidad con que deberemos enfrentarnos, es bueno saber en qu� situaci�n vamos a realizar el esfuerzo para transformar nuestra agricultura. En la Regi�n que represento y en otros sectores donde a veces me toca recoger la opini�n de la gente, �ste y otros Tratados son vistos con indiferencia -y en algunos casos, con temor- por la mayor�a de la poblaci�n, en particular, por quienes viven y trabajan en el sector agr�cola, y muy especialmente por los peque�os agricultores. Ello, b�sicamente porque, cuando se hace la pregunta obvia "�C�mo me beneficio en el corto o en el mediano plazo?", la respuesta es clara: no habr� beneficios para ellos en el corto plazo. Surge, entonces, de manera latente la imagen -incluso, puede ser equivocada; pero es la imagen que existe- de que los acuerdos regionales -por ejemplo, el del MERCOSUR y los vinculados a rebajas de aranceles y otras medidas que se han tomado- tuvieron y siguen teniendo efectos negativos para diversos rubros: cereales, az�car, aceite, carnes y l�cteos. Ciertamente Chile, a trav�s de los Gobiernos de la Concertaci�n, adopt� el camino de la plena inserci�n internacional para lograr mayores niveles de desarrollo en nuestra sociedad. La apertura de su econom�a ha sido el eje de esta estrategia. As�, ha suscrito diversos instrumentos internacionales tendientes a alcanzar el libre comercio para los bienes que exporta. Por eso, ha firmado acuerdos de complementaci�n econ�mica, en el marco de la ALADI, con pr�cticamente todos los pa�ses de la regi�n; tratados de libre comercio con Canad� y M�xico. Ahora, �ste, de Asociaci�n con la Uni�n Europea. Adem�s -como escuchamos-, finalizaron las negociaciones para la suscripci�n de un tratado de libre comercio con Corea, y asimismo, se acord� un instrumento de esta �ndole con Estados Unidos. Esa estrategia dif�cilmente puede tener vuelta atr�s. En tal contexto, los chilenos no hemos hecho una reflexi�n estrat�gica que hoy es absolutamente necesaria, imperiosa: �Cu�l es el papel que cabe a nuestra agricultura -de clima templado y en el hemisferio sur- en este mundo globalizado, competitivo y lleno de subsidios? �Qu� agricultura queremos y con qui�nes pretendemos que se desarrolle? �Qu� estamos dispuestos a hacer para lograrlo? �O es s�lo el mercado el llamado a resolver? Este debate resurge hoy con fuerza a la luz de la dif�cil situaci�n del sector agr�cola y rural de nuestro pa�s, que pareciera no ser de la preocupaci�n de la sociedad en general y de las autoridades en particular. Al mismo tiempo, resurge a prop�sito del an�lisis del Acuerdo de Asociaci�n que hoy d�a nos convoca, y muy en particular en algunas zonas del pa�s, a ra�z del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. En el caso de la Uni�n Europea, podemos observar c�mo tiene ya definida, e incluso, cada cierto tiempo, sometida a revisi�n, su pol�tica agraria com�n; y m�s a�n, c�mo a trav�s de �sta utiliza los diferentes instrumentos con que cuenta (subsidios a la producci�n y a la exportaci�n) para defender su agricultura y preservar su ruralidad. En Chile, por el contrario, la situaci�n es diferente, pues no existe una pol�tica agraria expl�cita y duradera, ni mucho menos instrumentos que sirvan para real ayuda, protecci�n y mantenci�n respecto de la peque�a y la mediana agricultura. Vamos por parte. La agricultura chilena tiene al menos dos grandes problemas. Primero, una baja rentabilidad, casi generalizada, que se explica por la crisis econ�mica; por las imperfecciones de los mercados externos e internos; por los subsidios en los pa�ses desarrollados, que presionan a la baja de los precios internacionales. Y segundo, una creciente incertidumbre, explicada en parte por la importante y progresiva apertura de nuestra econom�a y por la falta de pol�ticas p�blicas apropiadas y consistentes destinadas a hacer frente a la globalizaci�n, la apertura, la competencia desleal y los requerimientos de m�s capital, investigaci�n e innovaci�n, tecnolog�a; en general, de mayor inversi�n en el sector para llevar a cabo las transformaciones necesarias. No estamos, se�or Presidente, por el proteccionismo. Estamos por la defensa de sectores productivos eficientes y rentables; por el desarrollo de nuevos rubros y mercados; por la incorporaci�n de nuevos agricultores -ojal� j�venes- dispuestos a asumir el desaf�o de una agricultura moderna en Chile. Pero para ello precisamos contar con pol�ticas p�blicas coherentes, que favorezcan al conjunto del sector y sean inclusivas del desarrollo y no excluyentes de �l. Hoy, no las tenemos. No podemos competir con los miles de millones de d�lares en subsidios de los pa�ses desarrollados. Y si no tenemos alternativas para otra cosa, �qu� hacemos? Algunos se�alan que los subsidios, al ser permanentes, favorecen a los consumidores chilenos. Pero llamo la atenci�n en el sentido de que, para ser consumidor, antes hay que ser trabajador y tener un ingreso. Se ha dicho en este debate que el de Asociaci�n con la Uni�n Europea ser�a el mejor acuerdo hasta ahora negociado para nuestra agricultura. Con el tiempo veremos si lo que est� en el papel se hace realidad. Es un Tratado que da seguridad jur�dica a los intercambios, se percibe como equilibrado y reconoce los instrumentos de pol�ticas agrarias que Chile utiliza, como son las bandas de precios, las salvaguardias, los derechos antidumping y compensatorios y todas las transferencias para mejorar la productividad de los factores. Este Convenio, como ning�n otro, trae consigo -como aqu� se ha dicho- dos importantes componentes: el di�logo pol�tico y la cooperaci�n. Con la Uni�n Europea podr�amos desarrollar un di�logo pol�tico estrat�gico sobre nuestro desenvolvimiento agr�cola al m�s alto nivel y, al mismo tiempo, llevar a cabo un ampl�simo programa de cooperaci�n para la transformaci�n y modernizaci�n del sector agropecuario, contando para ello con la experiencia, la tecnolog�a y los recursos que la Uni�n Europea puede colocar a disposici�n. Hoy no vemos c�mo la institucionalidad p�blica sectorial ser�a capaz de sacar provecho de las oportunidades que se ofrecen. No lo visualizamos. De los an�lisis conocidos se desprende que el impacto para el sector ser�a un aumento de 450 millones de d�lares en los pr�ximos diez a�os y del orden de 16 mil empleos directos equivalentes, aunque especialistas de aqu�l se�alan que, debido al cambio tecnol�gico que se producir�, el efecto sobre la ocupaci�n podr�a ser el contrario. Lo que hemos preguntado a la autoridad competente es muy simple: �Cu�nto de lo que Chile exporte a la Uni�n Europea ser� originario de la peque�a y mediana agriculturas? �Cu�nto pollo, pavo, carne de cerdo y bovina exportar�n �stas? �Cu�nto vino, queso, frutas frescas, etc�tera, ser�n exportados por esos sectores? Como est�n las cosas hoy d�a, pensamos que ser�n muy pocos los favorecidos. En las condiciones en que se desenvuelve actualmente la agricultura nacional, este Acuerdo y los que puedan venir acrecentar�n la brecha existente entre la agricultura de exportaci�n y la dedicada a los mercados nacionales, entre miles de agricultores y unas cuantas empresas agropecuarias que tienen mayores recursos econ�micos y acceso al capital, a la tecnolog�a y a los mercados. �Qu� pasar� con las 270 mil explotaciones agropecuarias familiares de la peque�a agricultura chilena? Hay que tener presente que el 85 por ciento de las propiedades agr�colas en Chile son de tama�o inferior a 50 hect�reas y representan una enorme riqueza cultural, social, territorial y ambiental de nuestro pa�s. �Volvemos a discutir en Chile acerca de viables e inviables? �Los inviables se van del campo a la ciudad a hacer qu�? �Se vaciar�n los campos para dar paso a empresas de gran escala, muchas de ellas extranjeras, dedicadas a la exportaci�n? �Es eso lo que estamos buscando? Hoy en el campo chileno ocurre una transformaci�n silenciosa, producida precisamente por la fuerza del mercado, donde est�n cambiando el uso del suelo y sus cultivos, los agricultores, el paisaje, las poblaciones, y dividiendo el pa�s entre empresarios dedicados a la agroexportaci�n y agricultores sin mayores opciones productivas, llamados "tradicionales". Chile se vuelve a dividir como en la Independencia: de Maule al norte y de Itata al sur. As� est� dividida hoy nuestra agricultura. Y el quiebre de la Sociedad Nacional de Agricultura en d�as pasados refleja lo que estoy diciendo. Si no se implementan pol�ticas p�blicas claras, coherentes y con los medios apropiados para integrar a todos los sectores al proceso de desarrollo, los acuerdos con la Uni�n Europea y con otros bloques y pa�ses ser�n lapidarios para miles de agricultores chilenos. Algunos observan en la defensa de la agricultura nacional una visi�n rom�ntica y buc�lica. �No entienden! �No se dan cuenta de que existe un error estrat�gico! El problema agr�cola tiene implicancias sociales, econ�micas, pol�ticas y medioambientales, en el sentido de lo que significa territorio y poblaci�n, de la unidad pol�tica de nuestro territorio, de la unidad social y de nuestra integraci�n como naci�n. Por todos los aspectos antes mencionados, y con el objetivo de evitar un descalabro previsible, vamos a requerir del Gobierno que presente un plan estrat�gico para ese sector, m�s all� de lo que el se�or Ministro de Agricultura ha dicho sobre la pol�tica de Estado, ya que �sta debe contar con una estrategia transformadora; con programas, proyectos, objetivos, metas y plazos, y con los recursos correspondientes, a fin de que no se siga como hasta ahora, en que se han difundido declaraciones de buenas intenciones, pero sin compromisos mensurables. �Y para qu� hablar de la urgencia de una nueva institucionalidad en el sector! Entonces, solicitaremos una estrategia coherente, para generar pol�ticas y programas destinados a aminorar las asimetr�as al nivel de la producci�n agropecuaria con los diversos pa�ses o bloques de pa�ses con los que se est�n concluyendo acuerdos de libre comercio, y por sobre todo, con el fin de hacer surgir opciones productivas para los diversos ecosistemas de nuestro territorio, dando as� capacidad de sustentaci�n a poblaciones rurales, de manera que puedan alcanzar mejores niveles en su calidad de vida. Ese plan o programa es inmediato, y se requieren recursos para implementarlo. Por lo tanto, deben considerarse al efecto, por lo menos, las siguientes tareas: -Urgente modernizaci�n de la institucionalidad p�blica del sector silvoagropecuario; -Mejoramiento significativo de los mecanismos de defensa en frontera; -Perfeccionamiento de regulaciones en los mercados de productos donde claramente hay oligopolios; -Establecimiento de un Fondo Nacional de Transformaci�n Estructural de la Agricultura Chilena; -Aprobaci�n de una ley que promueva y fomente la asociatividad, capacitaci�n, formaci�n y profesionalizaci�n de los agricultores peque�os y medianos, y -Restablecimiento, a nivel de Gobierno, de la Comisi�n Interministerial de Desarrollo Rural. Para lograr una correcta utilizaci�n de los recursos y controlar su ejecuci�n, proponemos crear una instancia de gesti�n especial, p�blico-privada y parlamentaria, a fin de que realice un seguimiento cabal del cumplimiento de tales programas. De no existir ese plan estrat�gico, aseguro al Senado que la migraci�n campo-ciudad ser� a�n mucho mayor e incrementar� los cordones marginales de pobreza que se dan en torno a las ciudades cabeceras de Regiones y otras; la gesti�n medioambiental de las ciudades ser� todav�a peor, y todo ello convertir� a nuestros campos, si no se revierte la situaci�n, en f�bricas agr�colas manejadas por gerentes preocupados de exportar a precios competitivos y proletarios que venden al mejor precio posible su mano de obra. En este esquema, las producciones peque�a y mediana no tendr�an lugar. Por tales razones, se�or Presidente, termino mi intervenci�n diciendo que voto a favor de este Tratado, pero dejando como testimonio lo que aqu� he expresado, porque la agricultura chilena, con el instrumento internacional que estamos aprobando, requerir� m�s que nunca una urgente transformaci�n. El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Honorable se�or Viera-Gallo. El se�or VIERA-GALLO.- Se�or Presidente, comienzo por manifestar mi satisfacci�n por la suscripci�n de este Acuerdo. Felicito el trabajo hecho por la se�ora Ministra y su equipo, y reconozco que es una tarea que viene realiz�ndose desde el primer Gobierno de la Concertaci�n. Por la zona que represento, me limitar� a abordar un solo aspecto: la situaci�n de la pesca. Ello, en funci�n de que me parece indispensable dejar sentada la correcta interpretaci�n del alcance del Convenio, sobre todo porque en "La Segunda" de hoy aparece una carta firmada por don Cristi�n Jara, Gerente General de la Sociedad Nacional de Pesca, donde pide que respecto a ese punto haya una declaraci�n expl�cita, interpretativa -nueva, entiendo-, que deber�a debatirse en este Senado, lo que, a mi entender, ser�a improcedente. Ante la imposibilidad de abordar la multiplicidad de temas que involucra un acuerdo de libre comercio, me referir� -insisto- al problema del sector pesquero, actividad esencial de nuestro pa�s, especialmente en la Regi�n del Biob�o. Considero necesario precisar con claridad los alcances del Tratado, sus consecuencias para el sector y los temas pendientes en la materia. El pesquero fue uno de los temas que motivaron mayor debate durante la negociaci�n, al punto de retardar, incluso, la suscripci�n del Acuerdo en cierto momento. Se busc� zanjar tres problemas principales, sobre los que deseo ahondar: en primer t�rmino, el del acceso a los recursos del mar (en concreto, la posibilidad de que naves europeas desarrollen actividades extractivas en aguas chilenas); en segundo lugar, el del uso de nuestros puertos por barcos de bandera extranjera que realizan labores m�s all� de las 200 millas, y por �ltimo, el de las denominadas "reglas de origen", aspecto t�cnico destinado a precisar cu�les son los productos que pueden gozar plenamente de los beneficios del Tratado. Tocante al acceso, Chile reiter� su posici�n hist�rica en cuanto a reafirmar su soberan�a en las 200 millas que constituyen su Zona Econ�mica Exclusiva (recordemos que nuestro pa�s fue uno de los impulsores de dicho concepto, plenamente reconocido en la Convenci�n sobre Derechos del Mar). Por ello, el Acuerdo con la Uni�n Europea no pone en discusi�n o en entredicho nuestra jurisdicci�n ni nuestra soberan�a en esa �rea. Dicho con claridad, debe entenderse por completo descartado que ahora se abra la posibilidad de que naves de la Uni�n Europea accedan libremente a realizar actividades pesqueras extractivas en las 200 millas marinas. Cosa diversa -y susceptible de ocurrir al amparo de este Tratado- es que, sobre la base de la reciprocidad, inversionistas europeos puedan invertir en empresas pesqueras chilenas, llegando incluso a controlar el ciento por ciento de su propiedad y obteniendo as�, por v�a indirecta, la oportunidad de realizar actividades extractivas, pero dentro del marco regulatorio de nuestra legislaci�n y de las normas administrativas de conservaci�n. De ese modo, en esta materia, el Convenio es inobjetable, aunque se flexibilizan las disposiciones sobre propiedad, como indiqu�. En cuanto al tema portuario, se se�al� que fue descartado de la negociaci�n y debe ser analizado en forma paralela por una comisi�n bilateral especial. El asunto m�s delicado es el de las reglas de origen. Este punto resulta clave en la aplicaci�n de cualquier tratado comercial, ya que determina los productos y las condiciones en que �stos se benefician con el Acuerdo. Resurge de alguna manera, en este aspecto, la discusi�n ocurrida en relaci�n al acceso, aunque con un car�cter esencialmente t�cnico e instrumental. As�, al analizar la categor�a de los productos "enteramente obtenidos" en Chile o en la Uni�n Europea, en su caso, y que gozan de una presunci�n en torno a su origen, se discute si �ste se determina en forma absoluta por la bandera de la nave que realiza la captura o por el lugar donde se efect�a la pesca. La primera posici�n fue sustentada por los negociadores de la Uni�n Europea. Nuestro pa�s, por el contrario, se atuvo a la Convenci�n sobre Derechos del Mar para sostener que el origen en el Estado ribere�o prevalece sobre la bandera del barco que efect�a la pesca, en particular cuando �sta se desarrolla en la Zona Econ�mica Exclusiva. El Acuerdo, en su Anexo III, Parte 4, letra f), omite toda referencia al lugar de la captura como forma de zanjar el asunto. Sin embargo, se agrega a pie de p�gina una nota en que las Partes reconocen sus derechos soberanos y excluyen de esa presunci�n a los productos que pudieran extraerse por naves de alguna de ellas en la Zona Econ�mica Exclusiva de la otra. De esta forma, el punto en discusi�n qued� definitivamente resuelto, reconoci�ndose la jurisdicci�n de ambas Partes sobre los recursos pesqueros de la Zona Econ�mica Exclusiva. Esa tesis debe ser respaldada plenamente por el Congreso, por cuanto significar�a un avance para nuestro pa�s al obtener de la Uni�n Europea un reconocimiento expl�cito de los derechos de soberan�a que Chile reclama respecto de su Zona Econ�mica Exclusiva, los cuales, seg�n el art�culo 56 de la Convenci�n sobre el Derecho del Mar, comprenden la exploraci�n, la explotaci�n, la conservaci�n y la administraci�n de los recursos all� existentes. Sobre la naturaleza jur�dica de la Zona Econ�mica Exclusiva, se ha discutido mucho en el �mbito del Derecho del Mar. En todo caso, ha quedado claro que la divisi�n cl�sica de los espacios mar�timos entre alta mar, por una parte, y mar territorial, por otra, ha sido superada al introducirse aquel nuevo concepto. Esto queda de manifiesto en el art�culo 55 de la Convenci�n sobre el Derecho del Mar, que atribuye un r�gimen jur�dico espec�fico a la Zona Econ�mica Exclusiva, con lo cual se crea una instituci�n sui g�neris, que por un lado admite el libre tr�nsito, igual que el alta mar, pero que, por otro, es regulado en su explotaci�n igual que el mar territorial. Es decir, se trata de una instituci�n nueva. En este espacio el Estado ribere�o no tiene soberan�a plena, pero s� derechos soberanos y jurisdicci�n. Por eso es importante que se reconozca la Zona Econ�mica Exclusiva en la forma en que la establece el Derecho del Mar, con una naturaleza especial. Respecto de los llamados "derechos residuales", es indudable que la interpretaci�n que nosotros debi�ramos darles, de acuerdo con la Convenci�n sobre el Derecho del Mar, es que ellos se inclinan en favor del Estado ribere�o y no del resto de los Estados, por cuanto es lo que corresponde a la interpretaci�n cl�sica o doctrina tradicional del Estado de Chile. Con posterioridad a la suscripci�n del Tratado surgieron dos documentos que merecen comentario especial, para evitar cualquier confusi�n. En primer lugar, a instancias del sector pesquero privado chileno, que ahora nuevamente insiste por la prensa, se elabor� una declaraci�n conjunta, firmada el 18 de noviembre �ltimo, donde, en lo fundamental, se explicita que lo establecido en el Anexo III, Parte 4, debe ser entendido en el marco de la Convenci�n sobre el Derecho del Mar. Luego el sector privado, nuevamente, y algunos Parlamentarios solicitaron una nueva declaraci�n al Gobierno, esta vez unilateral, que reitera lo se�alado en torno a los derechos que asisten a nuestro pa�s en el marco de la Convenci�n sobre el Derecho del Mar, y precisa que lo acordado en el Anexo III, en cuanto a las normas de origen, es excepcional y no susceptible de extenderse con otros fines. Estas declaraciones, a mi juicio, lejos de precisar conceptos y aclarar dudas, tal vez pueden generar mayor controversia, dando p�bulo a que alguno de los Estados miembros de la Uni�n Europea interprete la nota al pie del Anexo III como un error que Chile se ha visto forzado a rectificar con las declaraciones aludidas, por lo cual no creo en absoluto conveniente que se efect�e una nueva declaraci�n -como lo pide el se�or Cristi�n Jara, de ZONAPESCA-, porque los intereses de Chile en materia pesquera est�n perfectamente resguardados en el texto del Tratado, y es nuestro inter�s, como naci�n, atenernos rigurosamente a su letra y esp�ritu. Toda esta discusi�n me hace reiterar, en la Sala del Senado, lo expresado durante el debate del proyecto de ley que hace algunas semanas prorrog� el l�mite m�ximo de captura por armador como herramienta de administraci�n de los recursos del mar, debido a la falta en nuestra legislaci�n de un estatuto jur�dico m�s s�lido en ese �mbito. A diferencia de lo que ocurre, por ejemplo, con el sector minero y con el derecho de aprovechamiento de aguas, que comparten con la pesca su condici�n de constituir un uso por particulares de bienes comunes a toda la naci�n, el marco constitucional y legal de esta �ltima actividad no goza del mismo grado de certeza jur�dica. Esto, porque la pesca, en nuestro ordenamiento, fue considerada b�sicamente como un hom�logo de la caza y, por tanto, no como una actividad industrial suficientemente importante. Mientras la Carta Fundamental no se ocupa puntualmente de la pesca, s� encontramos normas particulares referidas a ella en el C�digo Civil, a prop�sito de los bienes y su clasificaci�n, menci�n que los propios estudiosos de dicha disciplina critican. Por encima de las disposiciones de la ley chilena est�n las de la Convenci�n de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, ratificada por Chile e incorporada, en consecuencia, a nuestro ordenamiento jur�dico desde 1997, seg�n lo dispone la Constituci�n. Este texto respalda los derechos del Estado ribere�o sobre los recursos hidrobiol�gicos existentes en la Zona Econ�mica Exclusiva, haciendo referencia a las ya citadas facultades para la exploraci�n, explotaci�n, conservaci�n y administraci�n de dichos recursos. Luego tenemos las normas del decreto ley N� 2.442, de 1978, y las de la Ley de Pesca, con sus posteriores modificaciones. En el plano de la legislaci�n interna, estos conceptos nuevos han sido incorporados a trav�s de sucesivas enmiendas al C�digo Civil. Sin embargo, sigue pendiente el establecimiento en la Constituci�n de una disposici�n clara e inequ�voca respecto de los derechos que nuestro pa�s posee sobre los recursos del mar y, espec�ficamente, un estatuto jur�dico de ellos que supere la indeterminaci�n y las diversas interpretaciones existentes acerca de la naturaleza y efectos de instituciones jur�dicas tan elementales para la actividad, como la autorizaci�n o permiso de pesca y los derechos conferidos por la ley N� 19. 713. Espero que esta situaci�n se pueda remediar a corto plazo. En suma, cabe esperar que las dudas que pudieren surgir en torno a la interpretaci�n del Acuerdo �particularmente en cuanto a las normas de origen y a los diversos textos que han pretendido esclarecer su alcance- no generen obst�culos a la aplicaci�n de un tratado que, ciertamente, es muy beneficioso para el pa�s y para todos sus sectores productivos, incluido el sector pesquero. En caso de generarse controversias y �stas se refieran a las normas de origen, el instrumento en an�lisis contempla mecanismos de soluci�n. En cambio, si estuvieran en discusi�n otras materias relacionadas con la pesca -sobre todo, el ejercicio de la jurisdicci�n chilena sobre la Zona Econ�mica Exclusiva, el tr�nsito no pac�fico de naves comunitarias u otras que pudieran originarse con la puesta en marcha del Convenio-, ellas ser�n resueltas de acuerdo con las normas tradicionales del Derecho Internacional y, en particular, mediante la Convenci�n sobre el Derecho del Mar y su Tribunal Internacional. Por �ltimo, junto con reiterar la importancia que tiene este Acuerdo para nuestra naci�n, hago un llamado al sector pesquero en cuanto a que, en vez de provocar declaraciones alarmistas, que s�lo pueden ser contraproducentes a los intereses permanentes de Chile, nos atengamos, en forma clara y rotunda, a lo establecido en el Tratado, tanto en su esp�ritu como en su letra, respecto al ejercicio de los derechos soberanos de nuestro pa�s en la Zona Econ�mica Exclusiva. Voto que s�. El se�or MART�NEZ.- Se�or Presidente, deseo plantear tres reservas en cuanto al instrumento internacional en votaci�n. A saber: Primero, en nuestra pol�tica interna no se observa la existencia de un programa que lleve a la sociedad chilena a internalizar las posibilidades que abre este Convenio. Ella no se ha preparado para obtener los beneficios que se desprenden de su puesta en marcha. Resulta, entonces, que el Tratado aparece desvinculado de una gran estrategia nacional de desarrollo que deber�a haberse ejecutado en paralelo con las conversaciones que lo concretaron. Esa necesaria vinculaci�n entre la conducci�n de las relaciones exteriores y la realidad interna se estima fundamental, pues la credibilidad y seriedad asociadas a la forma en que un Estado honra sus compromisos hacen que los otros lo aprecien como un socio serio y responsable, en la medida en que la comunidad internacional espera que con el tratado se logren los resultados esperados. Si la sociedad chilena no ha sido preparada, quedar� la impresi�n de que se trata s�lo de un mero accidente en la vida internacional del pa�s y de la Uni�n Europea. Con el anuncio de la firma, como es l�gico, se generaron expectativas que refuerzan la confianza en la gesti�n del Ejecutivo, pero si con el correr del tiempo la sociedad en su conjunto no responde a �sta, el Tratado caer� en el descr�dito y aqu�lla se perder�, con una gran desilusi�n en torno de los alcances y efectos del instrumento, y muchos se preguntar�n para qu� se suscribi� si despu�s ha sido letra muerta. Por ello, hago presente la urgencia de plantear una estrategia general que acelere el desarrollo, modernice la estructura del Estado y libere las trabas legales, impositivas y educacionales que atrasan los beneficios que se esperan. Segundo, en el mensaje del Ejecutivo se dice que hay ideales comunes entre Chile y la Uni�n Europea. Al respecto, deseo expresar claramente que mi opini�n favorable no significa que est� de acuerdo y crea conveniente que el pa�s sea parte de la Convenci�n que cre� el Tribunal Penal Internacional, como se expresa en el mensaje que, con la firma del Presidente, acompa�a al Tratado. Tercero, es necesario reafirmar la soberan�a chilena sobre las 200 millas de la zona econ�mica exclusiva, conforme a los t�rminos con que se se�ala su �mbito en la Convenci�n del Mar, en todos sus art�culos, de la cual el pa�s es parte. La declaraci�n con ese alcance, que es necesario efectuar porque integra el Derecho de los Tratados, se debe expresar aunque alg�n Estado de la Uni�n Europea haga cuesti�n de ello al momento de ratificar el Acuerdo. Lo que se solicita es con estricto apego a las pr�cticas legales reguladoras de las relaciones entre Estados, tanto para reafirmar nuestros derechos soberanos como para establecer que la norma escrita sobre el origen de los peces es excepcional, de car�cter t�cnico y no puede constituir precedente. El no hacerlo so pretexto de que ella puede levantar una objeci�n en algunos de los Estados europeos firmantes es no asumir la defensa de los intereses chilenos con toda la energ�a y la fuerza que corresponde a un Gobierno que dice cautelar y vigilar que los intereses nacionales no sufran menoscabo, tal como ha sido la intenci�n del Tratado. En la historia de la Convenci�n del Mar y de la lucha del pa�s por imponer la tesis de las 200 millas queda en claro que esta �ltima ha sido fundamental para el desarrollo y crecimiento de nuestra patria en el �ltimo medio siglo. Por lo tanto, todo lo que se diga sobre el tema es poco frente al hecho de que ella ha constituido una cuesti�n vital para la estrategia de desarrollo y crecimiento econ�mico basada en la explotaci�n de los recursos pesqueros del Pac�fico Sur oriental. Sus alcances y definiciones deben ser defendidos por cualquier medio, aunque parezca redundante decirlo. La importancia estrat�gica para el desarrollo de un pa�s mar�timo como el nuestro y la b�squeda de nuevos espacios ricos en pesca definen a las 200 millas como de alto inter�s para las potencias europeas y, por lo tanto, son y ser�n demandadas cada vez m�s por ellas y por otros Estados. Si no se hace ahora lo planteado, en el futuro se echar� de menos el no haberlo manifestado oportunamente, lo que privar� a las generaciones venideras de una riqueza que no habr�amos sabido cautelar y proteger. En esta oportunidad quiero recordar el compromiso asumido por el Ministro de Relaciones Exteriores subrogante, se�or Barros -ello consta en la p�gina 235 del informe de la Comisi�n Especial-, en cuanto a que la declaraci�n interpretativa solicitada se entregar� a la Uni�n Europea en el momento de la ratificaci�n del instrumento que nos ocupa. Voto que s�, sobre la base de que el Gobierno har� honor a su compromiso y cumplir� el acuerdo mencionado en el informe. El se�or MU�OZ BARRA.- Se�or Presidente, me referir� a dos aspectos del Tratado: lo que significa para la educaci�n, ciencia y tecnolog�a, y, como Senador de una zona agr�cola de cultivos tradicionales, aquellos de sus contenidos que me llevan a exponer algunos criterios. Comienzo por hacer presente que en la Parte III se establece una importante modalidad de cooperaci�n entre Chile y la Uni�n Europea, que, si bien es cierto nos significa un esfuerzo financiero, pero en todo caso menor que el aporte que entrega ese bloque de pa�ses, reviste una vital importancia -y ello se debe reforzar en el planteamiento- para nuestro desarrollo, como lo han reconocido se�ores Senadores que me han antecedido en el uso de la palabra. La cooperaci�n, se�or Presidente y Honorables colegas, incluye dos temas de especial relevancia para Chile. Aludo a la educaci�n y al desarrollo cient�fico y tecnol�gico. Ese concepto significa que la Uni�n Europea �y no es algo menor: es trascendental- lo reconoce como un pa�s asociado, lo que le permite acceder a programas reservados a los Estados miembros, considerados caso por caso. En lo relativo a educaci�n y desarrollo cultural, Chile puede participar, por ejemplo, en el programa de largo plazo "Alban", que otorga becas para estudios de posgrado, el cual cuenta con un total de 113,5 millones de euros, de los cuales la Uni�n Europea aporta 88,5 millones. Y a ello pueden postular universidades, institutos y centros de formaci�n especializados de nuestro pa�s. Noventa por ciento de esos recursos se destinar�n a estudiantes de posgrado y diez por ciento a la formaci�n y adquisici�n de experiencia en Europa de j�venes latinoamericanos. Para tales efectos, las universidades e institutos de la Regi�n deber�n suscribir convenios con sus hom�logos europeos. Otros programas en el �mbito de la cultura y la educaci�n son "Media II", orientado al desarrollo y distribuci�n de obras visuales, y "S�crates", que apunta a la movilidad de estudiantes universitarios. Chile podr� presentar, a su vez, proyectos en las �reas prioritarias definidas por el Acuerdo, en la modalidad de la cooperaci�n bilateral. En ciencia y tecnolog�a, nuestro pa�s suscribi� recientemente, en conformidad con el esp�ritu del texto en votaci�n, un importante acuerdo espec�fico de cooperaci�n cient�fica y tecnol�gica con la Uni�n Europea, lo que le permite participar en el Sexto Programa Marco de la Comunidad. En virtud de lo anterior, las peque�as y medianas empresas (PYMES) podr�n intervenir en los consorcios de investigaci�n que se crear�n y conformar redes de excelencia. Es evidente que dicha cooperaci�n es fundamental para el desarrollo nacional, particularmente si proviene de los integrantes de la Uni�n Europea, que han logrado avances de gran trascendencia en esa �rea. La participaci�n de Chile se dar� en proyectos integrados de investigaci�n, lo que har� posible la demostraci�n y difusi�n de resultados, la cooperaci�n entre especialistas, el desarrollo de recursos humanos para la investigaci�n y el desarrollo de infraestructura para realizarla. Esa cooperaci�n le permitir� generar ciencia y tecnolog�a propia, aumentar el n�mero de investigadores y capacitarlos y participar en proyectos que no podr�a financiar con sus recursos. Aqu� se ha planteado, se�or Presidente, el tema de la agricultura. Y hay raz�n para ello. Deseo recordar, por ejemplo, que el Convenio con Canad� incidi� en la desaparici�n del cultivo de cebada en la Regi�n que represento. Hoy no se destinan a ese efecto m�s que unas cuantas hect�reas. Por la producci�n de Bolivia y el MERCOSUR, en esa misma Regi�n se acab� el cultivo de raps, que proporcionaba una rotaci�n esencial. Y el MERCOSUR depreci� los precios de la carne y gener� una grave crisis en el sector lechero. Es algo que debo se�alar, porque fundamenta las aprensiones de varios Senadores que representan a esos sectores. Pero, ya que se hace referencia a la agricultura, no cabe confundir peras con manzanas. Porque la verdad es que el Acuerdo con la Comunidad Europea no implica para esa �rea de nuestra actividad econ�mica los grandes riesgos que observo que lamentablemente todav�a est�n presentes en el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. Quisiera destacar que, cuando entre en vigor el Convenio en an�lisis, 47 por ciento de los productos de la agricultura chilena ingresar� a Europa con arancel cero. En ese porcentaje se incluye 85 por ciento de las exportaciones frut�colas, rubro en el cual, felizmente, ya se est� incursionando en la zona que represento. Cuatro a�os m�s tarde, 89 por ciento de los productos agr�colas ingresar� con arancel cero. A los diez a�os, el arancel ser� igual a cero para todas las exportaciones consideradas en el Acuerdo. Chile se compromete a una desgravaci�n temporalmente m�s espaciada de los productos de la Uni�n Europea, para as� defender la producci�n agr�cola nacional actualmente no competitiva. Es importante tener presente �para que nadie se confunda ni equivoque- que la balanza comercial silvoagropecuaria con la Uni�n Europea es altamente favorable a Chile. En el a�o 2001 importamos en este rubro 102,4 millones de d�lares; en cambio, exportamos productos por 1.071 millones de d�lares. Por otra parte, la mayor�a de los productos agr�colas que ingresan a nuestro pa�s de la Uni�n Europea no compite con los nacionales. Es decir, el Acuerdo no constituye una amenaza para la agricultura chilena; al contrario, le abre grandes perspectivas de exportaci�n. Es positivo que Chile haya logrado marginar del Acuerdo �y tambi�n quiero refrendarlo y subrayarlo- sus productos m�s sensibles, como la leche y, en general, los sujetos a bandas de precios, es decir el trigo, harina de trigo y az�car. Asimismo, la desgravaci�n ser� a largo plazo para aqu�llos como el arroz y el ma�z. Entre otras ventajas, Presidente, se lograron importantes cuotas para la exportaci�n de carnes blancas y rojas (�buena noticia para mi zona!), la desgravaci�n inmediata de uvas y manzanas, una cuota de la que no se dispon�a para el sector de productos l�cteos, ventajas significativas para la exportaci�n de vinos y licores, mejor acceso para los productos del mar y desgravaci�n autom�tica igual a cero para la madera y el papel. Termino, se�or Presidente, se�alando que el Acuerdo nos obligar� a evaluar nuestras instituciones y nuestras pol�ticas p�blicas para hacerlas m�s correspondientes con los nuevos retos. Esto conduce a una reforma del Estado m�s sustantiva de lo que hasta el momento se ha hecho. Es evidente que parte de nuestra institucionalidad, de nuestras pol�ticas, normas y programas no es funcional con las exigencias y oportunidades que nos brinda el Tratado con la Uni�n Europea. Pienso que debe existir una preocupaci�n muy especial por el desarrollo e innovaci�n de nuestra agricultura, lo que deber� traducirse en pol�ticas y programas que aporten a resolver el problema de aquellas �reas atrasadas, a trav�s de la capacitaci�n y orientaci�n, cr�dito y perfeccionamiento tecnol�gico. Lo mismo para las PYME. Considero asimismo que Chile debe aplicar las mismas medidas de proteccionismo que apliquen los pa�ses de la Uni�n Europea en favor de su agricultura; de modo contrario, participar�amos con desventaja en nuestras relaciones comerciales. Finalmente, quisiera hacer una reflexi�n respecto de la oportunidad de la aprobaci�n del Acuerdo. Postergar su aprobaci�n, dar una se�al equivocada, significar�a incuestionablemente perder ventajas competitivas iniciales frente a pa�ses que dentro de un a�o se incorporar�n a la Uni�n Europea y cuyas caracter�sticas productivas son parecidas a las nuestras, o mejores. Por lo anteriormente expuesto, estimado se�or Presidente, expreso la opini�n de los Senadores del Partido Por la Democracia, favorable a la aprobaci�n del Acuerdo con la Uni�n Europea. Voto, por supuesto, afirmativamente. El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Gracias, Su Se�or�a. Tiene la palabra el Senador se�or Coloma. El se�or COLOMA.- Se�or Presidente, nos encontramos a las puertas de aprobar un importante Acuerdo con la Uni�n Europea. Un Acuerdo que abrir� a Chile un mercado de 370 millones de potenciales consumidores de productos de nuestro pa�s. Un Acuerdo que puede ser fundamental para el ingreso al mundo de los pa�ses desarrollados que han derrotado la pobreza extrema y han podido mejorar el nivel de vida de sus ciudadanos. Por esa raz�n se ha producido un amplio e interesante debate en torno de cada uno de los sectores econ�micos involucrados en �l, de manera de compatibilizar los intereses de quienes a partir de ahora seremos socios en tal desaf�o. En esta perspectiva, y desde la �ptica econ�mica, a m�s de valorar en t�rminos generales el Tratado, s�lo quiero subrayar la inquietud cada vez m�s acuciante que los convenios comerciales en general despiertan en el mundo agr�cola, particularmente por falta de una pol�tica nacional en este aspecto. Si bien es cierto que el Tratado en an�lisis, en concreto, es quiz� el m�s neutro respecto de este punto espec�fico, toda vez que nuestras agriculturas son relativamente complementarias, no podemos dejar pasar por alto este desaf�o, ya que, definitivamente, quienes representamos sectores agr�colas constatamos la desesperaci�n de sus hombres y mujeres que sencillamente no pueden seguir compitiendo en el mundo sin un debido fortalecimiento, pues, por otro lado, se hace con agriculturas tremendamente subsidiadas. Quiero dejar al efecto constancia de que, si bien por este instrumento se abren puertas, lo que por ellas pueda transitar va a depender tambi�n, y b�sicamente, de la eficiencia de nuestras pol�ticas, y de que el Gobierno sea capaz de complementar un verdadero desarrollo agr�cola. De otra manera, los costos de estos convenios pueden resultar devastadores para el mundo agrario, que ya mucho ha sufrido con el deplorable MERCOSUR. Por eso, y reconociendo los beneficios generales de este Acuerdo, queremos levantar aqu� una voz de alerta a fin de que se implementen pol�ticas para el fortalecimiento de la capacidad competitiva de nuestra agricultura, por cuanto, de otro modo, lo que deber�a ser bueno para todos podr�a constituir un drama para muchos. A modo particular, se�or Presidente, estimo que �sta es una instancia adecuada para reflexionar acerca de las profundas desigualdades del crecimiento que se est�n produciendo en Chile. Y, en parte, esas desigualdades se generan por las aperturas comerciales, porque, si bien puede ser una perspectiva positiva, la falta de una compensaci�n interna va generando un desequilibrio cada vez mayor en esta sociedad. Hace pocos d�as, con motivo de la publicaci�n en Chile del �ltimo �ndice de competitividad, pudimos apreciar que el mundo agrario, el mundo agr�cola, ha tenido un tremendo descenso en la competitividad con relaci�n al resto de los sectores productivos de Chile. Como representante de la S�ptima Regi�n, y junto al Senador se�or Espina, de la Novena, desarrollamos un estudio en el que pudimos apreciar c�mo en los �ltimos a�os, y particularmente a ra�z del MERCOSUR, se ha ido deteriorando la competitividad, lo que se traduce no s�lo en el nivel de empleo, -por cierto, represento a la zona con m�s desocupaci�n en Chile-, sino tambi�n en t�rminos econ�micos y de futuro, cuesti�n que se puede, adicionalmente, complementar con el �ltimo censo, donde vemos que la situaci�n de migraci�n se va tornando cada d�a m�s delicada. �Por qu� lo planteo a prop�sito de este Tratado? Porque �sta es precisamente una opci�n para reflexionar respecto de c�mo estamos desarrollando Chile. Y quiero se�alar que lo estamos haciendo mal; que el desarrollo est� provocando el efecto "serrucho" del cual hablan los economistas, donde unos crecen mucho y otros no crecen nada. Y �sta es una situaci�n que uno no puede dejar pasar o poner a un lado. Por eso, se�or Presidente, me parece indispensable que esta reflexi�n com�n se traduzca en definitiva en pol�ticas diferentes de la que hoy d�a vemos, con la implementaci�n de incentivos tributarios que permitan la inversi�n precisamente en aquellos lugares que, por el desarrollo social o el desarrollo internacional, van quedando desplazados. Numerosos son los ejemplos de otros pa�ses que han podido, en armon�a con normas de comercio, hacer progresar zonas que, por razones ajenas a la voluntad de las partes, han ido quedando atr�s en esto que deber�a ser un desaf�o com�n de pa�s. Por eso levantamos nuestra voz para hacer presente que este tipo de tratados, sin una pol�tica interna adecuada, puede ser de beneficio para muchos, pero tambi�n constituir un drama para unos cuantos que bien vale la pena considerar. Adicionalmente, se�or Presidente, quiero llamar la atenci�n sobre dos temas adicionales, cuyo mayor debate, fijaci�n de posturas y constancias pertinentes, me parece fundamental. El Acuerdo con la Uni�n Europea no contempla �nicamente un aspecto comercial. Por el contrario, la asociaci�n abarca tambi�n el �rea pol�tica y el �rea de cooperaci�n. La combinaci�n de los tres aspectos es lo que se denomina "Acuerdo de Asociaci�n con la Uni�n Europea". Y hay dos asuntos vinculados a esta trilog�a en los que me parece fundamental profundizar. Porque, �no resulta esencial acaso precisar el alcance de las obligaciones que nos impone el Acuerdo en las �reas pol�ticas y en materia de cooperaci�n? Adem�s de las escasas l�neas que el informe oficial del Gobierno destina para indicarnos que existen estos "pilares de Acuerdo", como �l mismo los denomina, �no ser� necesario puntualizar y precisar lo que estamos aceptando "en base a la reciprocidad, inter�s com�n y profundizaci�n de las relaciones con la Uni�n Europea", como expresa el texto? Vamos por parte. En primer lugar, se dice que el �rea pol�tica consagra la "cl�usula democr�tica" y establece principios como la "promoci�n de una econom�a sustentable". Nos informan que el di�logo pol�tico se realizar� a nivel de Gobiernos y Parlamentos, as� como en foros que reunir�n a los empresarios, trabajadores y "representantes de la sociedad civil". �sta es una terminolog�a muy utilizada en el mundo internacional, que no es f�cil de entender. Interpretaciones respecto de principios de una econom�a sustentable hay cien, doscientas o mil, y nada indica que en el futuro no puedan, incluso, aumentar. En primer t�rmino, si bien es cierto que la defensa de los derechos humanos constituye una de las mayores preocupaciones de todos los pa�ses democr�ticos incluido Chile, y que �stos toman medidas para su cabal cumplimiento, el Parlamento Europeo, en la Audiencia P�blica de 1998, inst� a situar la defensa de los derechos humanos en el centro de la pol�tica exterior com�n. El objetivo es que integre el conjunto de las pol�ticas exteriores y que se base en la idea de que la defensa de tales derechos constituye un deber y un derecho "a los que no cabe oponer el principio de no injerencia en los asuntos internos de los pa�ses", como lo afirm� el Presidente del Parlamento con ocasi�n de la 10� entrega del Premio S�jarov. Lo anterior, si bien no est� especificado, perfectamente podr�a extenderse ahora o en el futuro a un pretendido car�cter vinculante, dado que as� se ha expuesto luego de la Convenci�n de Niza. Adem�s, el Parlamento Europeo �o un sector de �l- ha solicitado sistem�ticamente varias acciones del Consejo, entre las que se cuentan el establecimiento del Tribunal Penal Internacional y otras iniciativas de similar naturaleza. En este punto, y como el �nico m�rito de la discusi�n es dejar constancia, me parece esencial, m�s all� de los casos particulares, hacer presente que tal perspectiva no es aceptable. Y, por lo tanto, a ning�n evento la aprobaci�n de este Tratado puede interpretarse a futuro como una limitaci�n de nuestra soberan�a. Y, m�s a�n, debemos afirmar que este Congreso mantiene su plena autonom�a para la dictaci�n de la normativa que debe regir en Chile, siendo imposible cualquier pretensi�n distinta. Por otro lado, desde hace tiempo se discute sobre los alcances del denominado "desarrollo sustentable", tesis que se discuti� largamente en la Cumbre de la Tierra realizada en R�o de Janeiro. Como bien se sabe, la aprobaci�n por parte de Chile de ese tratado, as� como de otros compromisos ambientales internacionales, ha resultado en un alto nivel de exigencia en materias de costos de producci�n, utilizaci�n, investigaci�n y explotaci�n de materias primas, lo que puede ser considerado viable s�lo para naciones altamente desarrolladas. Por este motivo, en nuestro pa�s se han sucedido varias negociaciones o mecanismos de coordinaci�n entre sus principales sectores con el fin de planificar y evaluar la efectiva puesta en vigor de estos acuerdos internacionales. Consecuente con lo anterior, en muchas empresas se han acordado per�odos de gracia para su entrada en vigencia. Sin embargo, una vez aprobado el funcionamiento del Tratado con la Uni�n Europea, algunos podr�an pretender hacer exigible el cumplimiento pleno de tales acuerdos de inmediato, puesto que los pa�ses europeos cumplen con ellos. Entendemos, por las explicaciones gubernativas, que estos principios no podr�n transformarse en exigencias ambientales que constituyan al final verdaderas barreras comerciales para la exportaci�n de nuestros productos, en lugar de oportunidades de crecimiento. Como legislador deseo llamar la atenci�n sobre el punto, y pido que, al menos, se ponga especial inter�s en aquellos per�odos de transici�n acordados con un alto n�mero de empresas chilenas. Por otra parte, junto al loable concepto de conservar el planeta para las futuras generaciones, cuidando el ambiente y las fuentes de energ�a, el concepto de desarrollo sostenible extiende la protecci�n del ambiente en los pa�ses a un rango que incluye el aspecto social y humano. Por ejemplo, junto a los planteamientos de la ONU, en la reuni�n de Barcelona en marzo de 2002, el Consejo de la Uni�n Europea reiter� la intenci�n de ella de promover "resultados pragm�ticos bas�ndose en el Programa 21, el Programa de Desarrollo de Doha, en la Conferencia de Monterrey, as� como en las metas y objetivos de desarrollo acordados internacionalmente, en particular los que figuran en la Declaraci�n del Milenio" (punto 4 del documento de Barcelona). Pues bien, en su mayor�a, estos Programas est�n impregnados de las llamadas "pol�ticas de salud sexual y reproductiva", las cuales contemplan expansivos m�todos de anticoncepci�n, incluidos la esterilizaci�n y el aborto qu�mico y quir�rgico, como un derecho de la mujer y un efectivo m�todo para contener el crecimiento de la poblaci�n mundial. En cuanto al desarrollo humano, la denominada "vulnerabilidad de la naturaleza", seg�n algunos, lo justificar�a. Por ejemplo, el N� 30 de la Agenda 21 reconoce vinculaciones fundamentales entre factores demogr�ficos y desarrollo sustentable, y expresa que "se deben promover pol�ticas nacionales e internacionales para frenar el crecimiento demogr�fico a trav�s del desarrollo econ�mico y social, la protecci�n ambiental y, particularmente, la expansi�n de la educaci�n para mujeres y ni�as con pleno acceso a la salud incluida la salud reproductiva que incluye la planificaci�n familiar". En otro de sus cap�tulos, la Agenda agrega que "el empoderamiento de la mujer a trav�s del mejor acceso a la educaci�n de salud reproductiva, incluyendo planeaci�n familiar, producir� grandes beneficios reduciendo la fertilidad". No necesito recordar nuevamente que la protecci�n de la vida humana est� defendida en nuestra Constituci�n desde el momento mismo de la concepci�n. De esta manera, entonces, es fundamental dejar en claro que este Tratado y su compromiso de desarrollo sostenible a ning�n evento pueden terminar significando alguna renuncia a la normativa de defensa de la vida como en Chile lo entendemos. M�s bien, quisi�ramos que derivara a un t�rmino m�s adecuado, como es el de "desarrollo humano integral". Un tercer aspecto se refiere a la participaci�n de la sociedad civil. Sobre esto, es obvio que todos aspiramos a mayor participaci�n. Pero la forma como este punto se est� difundiendo en �mbitos acad�micos, con conceptos como la "gobernanza" o "buena gobernabilidad", que no tienen una espec�fica interpretaci�n y que muchas veces resultan de la participaci�n de las ONG en la toma de decisiones y en la implementaci�n de pol�ticas globales, no es necesariamente sin�nimo de solidaridad, colaboraci�n o coordinaci�n para promover el desarrollo. Por el contrario, en caso de manipulaci�n de las mismas, pueden llegar a ser minor�as que disminuyan o anulen decisiones tomadas por Gobiernos o Parlamentos elegidos, en caso de coordinarse para imponer nuevos valores globales, derechos o programas. O, simplemente, usar documentos o planes de acci�n como herramientas de "lobbying" para el efecto de preparar legislaciones nacionales. Un caso concreto lo vimos en la Cumbre de Johannesburgo, donde una coordinaci�n de ONG pretendi� imponer el aborto como un derecho general para el objeto de controlar la poblaci�n de los pa�ses en desarrollo. La acci�n descrita paraliz� un d�a completo la tarea de la Cumbre. As�, entonces, comprendemos el respeto a la participaci�n de la sociedad civil que el Tratado busca, pero dejamos constancia de que ello en ning�n caso podr� imponerse sobre el sistema institucional y la forma de tomar decisiones en nuestro pa�s. En materia de cooperaci�n, se especifican los detalles que cubrir�a: ciencia, tecnolog�a, sociedad de la informaci�n, cultura, reforma del Estado y Administraci�n P�blica, social "y otras". Expresa tambi�n la posibilidad de participaci�n de Chile en varios programas situados en la frontera tecnol�gica y cient�fica, donde ser�amos contraparte calificada de la Uni�n Europea. Hay misiones empresariales que han detectado nichos de inter�s en medio ambiente, desarrollo de softwares, y en inversiones textiles, biom�dicas y en biotecnolog�a. Podemos suponer, asimismo, que ello est� relacionado con la adopci�n por parte del Parlamento y del Consejo Europeo del "Sexto Programa Marco Plurianual de la Comunidad Europea 2002-2006", aprobado en noviembre de 2001, donde se detalla un ambicioso y fundamental espacio de investigaci�n. Si bien este programa est� destinado a la Uni�n Europea, tambi�n contempla los pa�ses con los que se firman acuerdos bilaterales. Para este efecto, se pretende convertir a la Uni�n Europea, en los pr�ximos diez a�os, en la econom�a m�s competitiva y din�mica del mundo, para lo cual se destinan 16 mil 270 millones de euros, lo que evidentemente es un tema extraordinariamente importante. Por motivos de tiempo, quiero especificar que esto puede ser muy relevante, pero afecta o tiene que ver con el �mbito m�s sensible de los principios y valores de la sociedad: la vida humana. Y en este tema no se puede ser vago ni permanecer ausente. As�, aun cuando hay que anotar que el art�culo 3� de este Programa expresa que toda investigaci�n se har� "teniendo debidamente en cuenta los principios �ticos fundamentales de la UE" y otros acuerdos internacionales, como la Declaraci�n sobre Genoma Humano de la UNESCO, o las resoluciones de la OMS, cabe preguntarse: �son ellos coincidentes con los que sustenta Chile? Pido un minuto m�s, se�or Presidente, para decir un par de cosas que me interesa anotar. En lo que respecta al aspecto central de la investigaci�n referida a la gen�mica humana, el programa expresa que, si bien "no podr�n financiarse actividades dirigidas a la clonaci�n humana con fines de reproducci�n", permite la utilizaci�n de embriones humanos supernumerarios (sobrantes de tratamientos de infertilidad de hasta 14 d�as), con fines de investigaci�n. Asimismo, autoriza financiar investigaci�n sobre c�lulas madres embrionarias o fetales procedentes de abortos, sean �stos espont�neos o "terap�uticos". Lo anterior, unido al declarado inter�s de la Uni�n Europea de mejorar su posici�n en el campo de la investigaci�n gen�mica, "para que la Uni�n pueda mejorar su posici�n en este campo,"... El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Ha terminado su tiempo, se�or Senador. El se�or COLOMA.- Un minuto, se�or Presidente. El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Hay 25 inscritos, se�or Senador. �C�mo vota? El se�or COLOMA.- ..."deja de manifiesto la necesidad de precisar detalladamente" �d�me 20 segundos- "el marco de nuestra legislaci�n (...)". �Qu� quiero decir con esto? Dejar en claro que la legislaci�n chilena se sustenta en la norma contenida en la Declaraci�n Universal de los Derechos Humanos, y que, sostenida en el esp�ritu de lo anterior, declara el respeto a la vida humana desde el momento de su concepci�n y hasta su fin natural. Un �ltimo ejemplo, se�or Presidente. De ratificarse este Acuerdo, cualquier persona u organizaci�n que pretendiera utilizar en Chile embriones humanos con fines de investigaci�n, ello jam�s ser�a posible por v�a alguna,� El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Se�or Senador, lo que sucede ... El se�or COLOMA.- � pues aun cuando todav�a no culmina la tramitaci�n de la ley que norma estos aspectos, ... El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Se�or Senador, le ruego terminar su intervenci�n. Hay 25 inscritos que est�n esperando hacer uso de la palabra. El se�or COLOMA.- Se�or Presidente, tenemos tanto tiempo. Se podr�a insertar esta parte final. En definitiva, para que no se ponga nervioso respecto de este tema, votaremos a favor. Pero queremos dejar en claro que cualquier norma que contemple el Acuerdo tiene previamente que respetar la legislaci�n chilena, los principios y valores de nuestra sociedad. A estas alturas de las constancias, me parece fundamental establecer eso. He dicho. El se�or CANTERO (Vicepresidente).- �C�mo vota Su Se�or�a? El se�or COLOMA.- Le dije que, para que no se pusiera nervioso, voto favorablemente. El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Muy bien. El se�or �VILA.- �Mejor insertarla, para no o�rla, se�or Presidente! El se�or COLOMA.- �A usted s�lo le gusta o�rse a s� mismo, se�or Senador! El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Le corresponde hacer uso de la palabra al Honorable se�or N��ez. Debo advertir que la Mesa no se pone nerviosa. Lo que est� haciendo es respetar estrictamente la igualdad de oportunidades y que todos los se�ores Senadores tengan el mismo derecho. Tiene la palabra el Honorable se�or N��ez. El se�or N��EZ.- Se�or Presidente, pretendo no agotar los 15 minutos de mi tiempo, como lo han hecho otros se�ores Senadores, porque, tal vez, voy a repetir varios de los conceptos e ideas planteados en el debate. Quiero dar un primer testimonio de car�cter personal. En mi vida parlamentaria, he participado �nicamente en dos instancias especiales. En los anales del pa�s y del Senado, se han creado s�lo dos comisiones similares a �sta. La primera comisi�n especial fue la que estudi� durante largo tiempo la Ley de Culto; y la segunda, la que se aboc� al an�lisis de este Tratado que, sin duda alguna -como se�al� la se�ora Ministra-, es el m�s importante suscrito por Chile en su historia. Resalto el t�rmino "en su historia", porque cuando se debaten tratados que versan fundamentalmente sobre lo comercial y lo econ�mico, normalmente se dejan de lado los antecedentes previos a los respectivos acuerdos. Y la cr�nica chilena est� marcada esencialmente por las vinculaciones soberanas que nuestro pa�s siempre tuvo con Europa, desde los inicios de la Rep�blica. Si bien es cierto que Estados Unidos fue el primero que reconoci� la Independencia de Chile, tambi�n lo es que los Padres de la Patria y los principales l�deres del siglo XIX y parte del XX fueron b�sicamente pol�ticos, pensadores, artistas, que bebieron del desarrollo cultural, ideol�gico e intelectual del Viejo Continente. En verdad, ese acercamiento lo hemos realizado a partir de la mantenci�n de nuestra soberan�a, de una gran presencia nacional y de una reactivaci�n permanente de nuestra identidad. Pienso que, en esta oportunidad, resulta b�sico que podamos volver a sostener que Chile se une a Europa como un socio que tiene identidad e historia propias, y que es capaz tambi�n de desarrollar su visi�n acerca de c�mo construir un pa�s mejor. �sa es historia larga; y ser�a materia de otro debate el poder desarrollarla con mayor intensidad. Chile, en los �ltimos doce a�os, firm� con pa�ses europeos, incluyendo algunos no comunitarios como Polonia, Rumania y otros, 122 acuerdos de car�cter pol�tico, comercial, financiero y arancelario. Ninguno de los respectivos tratados fueron promulgados antes de que asumiera el Presidente Aylwin. Todos lo fueron con posterioridad. �ste es un gran triunfo de la democracia. Cuando se da este tipo de opiniones, seguramente muchos hacen referencias a un pasado que algunos consideramos negativo para el pa�s. No se trata de eso. Hago menci�n de ello s�lo para constatar un hecho hist�rico. Entre 1980 y 1990 no hubo tratados con pa�ses europeos. Se firmaron algunos acuerdos, pero fueron promulgados posteriormente. Digo lo anterior, porque el Convenio en an�lisis no es un triunfo de un sector pol�tico determinado, sino de todos los chilenos. Es decir, la democracia nos ha permitido suscribir durante los �ltimos doce a�os, 122 tratados diferentes con pa�ses europeos, incluyendo los no comunitarios, los que, como Polonia y la Rep�blica Checa, en algunos a�os m�s, seguramente, ser�n parte de la Comunidad Europea. Con ello, por lo tanto, hemos avanzado tareas. Y eso es muy importante para el desarrollo posterior del Tratado de que se trata. Considero muy importante resaltar lo dicho, porque fueron acuerdos que tambi�n se implementaron en el Parlamento, el cual tambi�n, durante estos 12 a�os, jug� un rol en la aprobaci�n de cada uno de los tratados que se alcanzaron con Europa. Por lo tanto, los Parlamentarios aqu� presentes desempe�amos alg�n papel en su desarrollo. Me parece muy interesante poner de relieve estos hechos, pues, sin duda alguna, junto al �xito de los Gobiernos de los Presidentes Aylwin, Frei y Lagos, tambi�n ha habido un modesto aporte de los Parlamentarios durante la discusi�n de cada uno, los cuales, de alg�n modo, hoy se est�n resumiendo, de manera creativa y con gran sentido de perspectiva, en el Tratado de Asociaci�n con la Uni�n Europea. Por otra parte, quiero destacar tambi�n una dimensi�n que me parece vital, que dice relaci�n a los dos aspectos anteriores. El Tratado con la Uni�n Europea permitir� incorporarnos de una manera distinta al debate mundial sobre temas trascendentes, como la paz y la seguridad. En los pasados d�as, Chile entr� a formar parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El asociarse a tareas trascendentes para asegurar la paz y la seguridad en el mundo, tan amenazadas en este �ltimo tiempo, fue un acontecimiento espectacular para nuestro pa�s. En consecuencia, a diferencia de lo ocurrido anteriormente, el que tengamos esa presencia significativa en el m�ximo organismo de Naciones Unidas nos permite, al igual que este Tratado de Asociaci�n con la Uni�n Europea, jugar un rol �espero que positivo- en la seguridad y en la paz del orbe. Sin embargo, todo esto representa un problema no menor. Entre otras cosas, significa que las relaciones abiertas por medio de este Tratado entre el Parlamento europeo y el de Chile deben intensificarse a�n m�s. No basta con una relaci�n meramente protocolar. Ser� el momento en que las vinculaciones entre ambas instancias se profundicen todav�a m�s, teniendo presente que el Viejo Mundo y, en general, los quince pa�ses de la Uni�n Europea tienen reg�menes parlamentarios, donde cada uno de los acuerdos adoptados revisten gran relevancia. Asimismo, quiero manifestar una preocupaci�n que m�s bien es de largo plazo. Dice relaci�n a la posibilidad de un desarrollo de distinta naturaleza y con diferentes cualidades para el futuro de Chile. Todos, de alguna manera, tanto en la Comisi�n Especial como en el debate que hemos tenido en la Sala, hemos manifestado nuestra preocupaci�n respecto de las posibilidades de un desarrollo m�s acelerado de nuestro pa�s a partir de esta asociaci�n con Europa. Estoy absolutamente convencido de que este Tratado con Europa no es la panacea que por s� misma nos permitir� resolver el problema del desarrollo ni mucho menos el de la equidad. �No los va a resolver! Pienso que ning�n pa�s europeo, ni ninguno de sus l�deres, est� preocupado de lo que haremos a partir de este Tratado de asociaci�n. Conozco a algunos l�deres de ese continente y s� perfectamente que tienen mucha confianza en lo que nosotros efectuaremos; pero no est�n preocupados de la manera como debi�ramos estarlo. Un solo ejemplo: aqu� se ha hablado mucho respecto a las PYME y del desarrollo que han tenido en los pa�ses europeos, particularmente en Italia, Francia y en algunas regiones de Alemania. Quiero decir que un �ltimo dato -de hace dos a�os atr�s- revelaba que en esas zonas de Europa el promedio de escolaridad de los peque�os productores agr�colas o de los peque�os productores vinculados con la actividad manufacturera era de 16 a�os. Eso significa que esos Estados han permitido a sus habitantes no solamente recibir educaci�n secundaria completa -por decirlo en t�rminos antiguos-, sino que la mayor parte de los productores europeos tiene normalmente ense�anza a nivel universitario, con conocimientos en ciencia y tecnolog�a aplicadas a la actividad que desarrollan. No tengo los datos de Chile en esta �rea, pero mi impresi�n es que el peque�o y mediano productor en los distintos �mbitos de la actividad econ�mica de nuestro pa�s no deben de tener una escolaridad superior a los 11 � 12 a�os de aprendizaje. En consecuencia, la distancia entre Europa y Chile en materia de conocimientos es abismal. No la vamos a reducir de la noche a la ma�ana, ni los europeos nos van a ayudar a hacerlo. Debe ser Chile o la disposici�n que nosotros tengamos lo que nos permitir� cerrar esa brecha en el conocimiento. Todos estamos convencidos de que no bastan las pol�ticas p�blicas de financiamiento de proyectos de desarrollo, sino que lo fundamental en el siglo XXI es el conocimiento; es decir, la capacidad de los pa�ses de crear investigaci�n cient�fica y tecnol�gica aplicada a sus principales �reas de crecimiento. Como estamos convencidos de ello, me surge una duda al ver que las entidades chilenas vinculadas al desarrollo cient�fico-tecnol�gico est�n a a�os luz de las de Europa. Lamento mucho decirlo, pero no hemos hecho mucho para que esta �rea se constituya en un factor de crecimiento acelerado en nuestro pa�s. Existen dos o tres centros, muy modestos todav�a, que nos permiten a veces presentarnos ante Europa y el mundo, y no hay m�s. Las universidades, particularmente las estatales y la mayor parte de las privadas, no tienen centros de investigaci�n cient�fico-tecnol�gica. Incluso en �reas en donde tenemos ventajas comparativas, como la miner�a, lo cierto es que el trabajo realizado en ese plano dista mucha de las necesidades reales de nuestro pa�s para enfrentar los desaf�os que presenta el tratado de asociaci�n. Ojal� que como pa�s nos empe�emos para encarar lo que la se�ora Ministra con mucha raz�n ha llamado "el desaf�o de la globalizaci�n", entendi�ndolo como una oportunidad y no como freno al desarrollo. Para eso, b�sicamente tendremos que aprovechar los m�s de quinientos programas a los cuales Chile tendr� acceso y que en este momento est�n desarroll�ndose en Europa. A partir de este tratado de asociaci�n tendremos posibilidad de enviar, ya sea becados o en estudios de posgrado, a estudiantes y profesionales emergentes o que actualmente est�n egresando de nuestros principales centros de educaci�n. A mi juicio, esto es b�sico. Hace poco se�al� en la Comisi�n Especial que, lamentablemente, durante la discusi�n no tuvimos posibilidad de conversar con nuestros cient�ficos ni discutir con ellos c�mo ven este desaf�o fundamental. S� que los otros temas, como la rebaja progresiva en los aranceles, los mecanismos de soluci�n de controversias, la protecci�n de nuestra soberan�a mar�tima, la explotaci�n de nuestra Zona Econ�mica Exclusiva, lo relativo a la propiedad intelectual -largamente debatido- y la posibilidad de que firmemos o no firmemos el Protocolo de Madrid, forman parte fundamental de este tratado de asociaci�n y de lo que esencialmente el pa�s requiere. Adem�s, el tema agr�cola -expuesto varias veces por los Honorables colegas representantes de zonas agrarias- tambi�n constituye un desaf�o. S�lo pensemos que cuando se conform� la Comunidad Econ�mica Europea, a partir de los a�os sesenta, el principal problema que tuvieron fue el agr�cola. No se resolvi� sino hasta veinte o veinticinco a�os despu�s. Todav�a existen dificultades para enfrentar algunas cuestiones en materia agr�cola de algunos pa�ses de la regi�n, como Grecia, Turqu�a, Portugal y la misma Espa�a. Se�or Presidente, no s�lo �ste es un tratado fundamental para el pa�s, pero que nos impone, m�s que grandes �xitos, enormes desaf�os. Y, en ese sentido, no puedo sino expresar mis felicitaciones por el hist�rico logro de un grupo de chilenos, encabezados por la se�ora Ministra de Relaciones Exteriores, que fue capaz de encarar con altura de miras el desaf�o y esta gran oportunidad, pensando en el pa�s y no s�lo en la contingencia inmediata. Voto que s�. El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Tiene la palabra la Senadora se�ora Carmen Frei. La se�ora FREI (do�a Carmen).- Se�or Presidente, esta tarde hemos sostenido un debate de mucho nivel; pero, a pesar de todo lo dicho, siempre quedan algunos puntos o sugerencias que hacer. No cabe duda de que �ste es un tratado positivo para nuestro pa�s. Creo que a los chilenos nos dar� grandes oportunidades; pero, tambi�n -en esto quiero ser muy clara-, nos enfrentar� a amenazas, aprensiones y dudas muy fundadas que, como Senadores, al votarlo, tenemos la obligaci�n de asumir. Deseo referirme especialmente a un punto que considero importante: la segmentaci�n de sectores de nuestra sociedad que no pueden acceder al libre mercado, por carecer de la suficiente tecnolog�a, de la informaci�n necesaria y del apoyo adecuado. No siempre �nos imponemos de ello con demasiada tristeza muchas veces- el mercado ha asignado bien las oportunidades. No debemos olvidar el ejemplo de Corea. Se firm� un tratado, pero, �cu�ntos a�os han pasado! Tuvieron que hacer una tremenda inversi�n en tecnolog�a para su desarrollo productivo y para adecuarse al mercado internacional que -como muy bien lo dijo el Papa y que pocas veces se recuerda- es salvaje. Sin duda, el Tratado se va a aprobar; pero -recalco- debemos tener claridad para apreciar las amenazas que nos presenta como desaf�o. Como lo han dicho muchos se�ores Senadores, es urgente trabajar en pol�ticas adecuadas que constituyan realmente una oportunidad para la integraci�n social, pol�tica, econ�mica y comercial de todos los estratos de nuestra sociedad, a fin de que los beneficios alcancen a todos. Y, muy especialmente, es necesario implementar acciones para que la descentralizaci�n y la regionalizaci�n lleguen a ser efectivas en nuestro pa�s. En Chile, existe un grave problema. Est� comprobada la irregularidad territorial. Ello ha sido comprobado desde hace varios a�os, por medio de distintos informes, que han puesto m�s que una luz amarilla frente a tal realidad. Entre ellos, se encuentran los estudios de competitividad del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), de 1996; las investigaciones efectuadas por la SUBDERE (Subsecretar�a de Desarrollo Regional y Administrativo), y las llevadas a cabo por la Universidad del Desarrollo, ligada a la UDI. Se trata de estudios de tres sectores muy diferenciados que, reitero, han puesto una luz amarilla frente a esta realidad. Por eso, considero fundamental tomar en cuenta y trabajar en pol�ticas que ayuden a todas las comunas y regiones. Debemos tener presente que s�lo seremos capaces de enfrentar el desaf�o de hoy si sabemos prepararnos bien. Una cosa es reconocer los beneficios, pero otra es dejarse llevar por un exitismo f�cil, felicit�ndonos en la creencia de que lo hemos hecho muy bien. Al final, esto nos puede hacer olvidar las amenazas que, como pa�s peque�o, debemos enfrentar de parte de los millones de personas que conforman la Comunidad Europea. Ello nos puede conducir a la p�rdida de nuestra identidad. Muchas veces se dice con fuerza que debe haber equidad, pero no con la misma fuerza tratamos de que ello se concrete. Y afirmamos que es necesario el desarrollo arm�nico y justo de nuestro pa�s, pero muchas veces no lo practicamos. Como representante de la Segunda Regi�n, deseo citar un ejemplo. El a�o 2001, las exportaciones regionales fueron de tres mil 980 millones de d�lares, que constituyen el 24 por ciento del total nacional. La se�ora Ministra se�alaba que el 44 por ciento de las exportaciones regionales van a la Comunidad Europea. El total de empresas exportadoras de Antofagasta es de 196; pero el problema consiste en que las peque�as y medianas, que son la gran mayor�a, representa apenas 0,3 por ciento de las exportaciones. Es una materia relevante. �Queremos realmente un pa�s justo y arm�nico? Creo muy importante lo manifestado por los Senadores se�ores Vald�s, Eduardo Frei y Moreno. Planteaban cuestiones que a veces hacen dudar de nuestro voto, pues si bien queremos el Tratado, tambi�n deseamos que las condiciones est�n aseguradas, para que haya un verdadero control y seguimiento del mismo. Si no, ser� inaplicable. Si no hacemos desde hoy lo necesario frente a los desaf�os que se presentan, el Tratado se ha de convertir en letra muerta y servir� para que los ricos lo sean m�s y los pobres m�s pobres, todav�a con mayor frustraci�n y desencanto. Se�or Presidente, voto a favor, esperando que el futuro sea promisorio, en especial para la Regi�n que con el Honorable se�or Cantero representamos en el Senado. El se�or CANTERO (Vicepresidente).- �As� sea! Tiene la palabra el Senador se�or Canessa. El se�or CANESSA.- Se�or Presidente, si hace 30 a�os alguien hubiera afirmado que Chile establecer�a en ese plazo una asociaci�n de car�cter pol�tico y econ�mico con la Comunidad Europea y sus Estados miembros, lejos de ser considerado un visionario, habr�a sido tildado de loco, ciego o fundamentalista liberal, que por entonces eran t�rminos m�s o menos sin�nimos. Y es que hasta el 11 de septiembre de 1973 parec�a un hecho inexorable el ingreso de nuestro pa�s a la �rbita socialista liderada por la entonces Uni�n Sovi�tica. Para quienes hemos vivido de cerca el proceso que desde ese momento hist�rico permiti� a Chile refundar, organizar, echar a andar y, luego de 1990, consolidar una sociedad libre, democr�tica en lo pol�tico y de mercado en lo econ�mico, este momento significa mucho. En efecto, Chile fue una naci�n pionera �y no s�lo en el �mbito iberoamericano- al emprender un programa de transformaciones morales, sociales, pol�ticas y econ�micas destinadas a hacer compatibles la libertad y el progreso personal con el bienestar general, en el marco de un Estado subsidiario. No fue f�cil implantar un cambio que contradec�a los t�picos forjados durante el medio siglo anterior. Al fin y al cabo, lo que estamos aprobando hoy es la consecuencia de una innovaci�n trascendente, de un cambio de mentalidad, sin lo cual habr�a sido imposible despertar la energ�a nacional, levantar al pa�s de sus ruinas, renovar su esp�ritu de emprendimiento y proyectar su presencia, modesta pero significativa, sobre el mundo. Este cambio de paradigma ha calado hondo. Sus frutos no son patrimonio de una sola Administraci�n, sino un premio a la fidelidad con que se han conservado sus principios b�sicos. Por cierto, el avance del progreso nunca es uniforme. Hay avances y retrocesos y, asimismo, grupos m�s beneficiados que otros. En el camino, los chilenos hemos superado varias crisis y lo seguiremos haciendo. Sabemos que avanzamos en la direcci�n correcta. Y, a pesar de las cortapisas que a veces logran imponer quienes permanecen atados a viejas ideolog�as, sin duda que, en la medida en que la naci�n persevere en la aplicaci�n de la l�nea gruesa ya esbozada, podr� alcanzar sus m�s nobles objetivos. Es, pues, el momento de reconocer cu�nto debemos a los pioneros de esta �ltima etapa de la trayectoria del pueblo chileno, a la claridad de sus ideas y al car�cter de quienes condujeron tan exitoso proceso. Y tambi�n es hora propicia para felicitar a quienes, manteniendo el rumbo correcto, han llegado a puerto en este viaje iniciado por lo menos hace ya tres d�cadas. El Tratado que nos ocupa es un signo concreto del reconocimiento internacional a lo que hemos sido capaces de hacer. Desde el dise�o y puesta en marcha de la nueva institucionalidad, as� lo han estimado las naciones europeas. Por ello, ya en mayo de 1991, fue posible suscribir un Acuerdo Marco de Cooperaci�n con la Comunidad Econ�mica Europea; y en abril de 1999, se firm� un instrumento destinado a preparar, como objetivo final, el Tratado de Asociaci�n que ahora ratificamos. Se�or Presidente, estamos viviendo un momento grande en la historia de Chile. No es ocasi�n de cuentas peque�as sino de orgullo colectivo, de satisfacci�n y de esperanza. Se abre ante las nuevas generaciones un horizonte m�s amplio no s�lo en t�rminos econ�micos, sino tambi�n en cuanto a cultura, que comprende ciencia, tecnolog�a y humanidades. Es �ste el punto final de una etapa y el inicio de otra, no ya normativa, sino de resultados pr�cticos, concretos, que debemos aprovechar con inteligencia. No escatimar� el honor que merecen todas las personas que han convertido en realidad este Tratado. Los hombres y mujeres de trabajo, los capitanes de empresa y los responsables de las instituciones permanentes del Estado, cuyo esfuerzo ha canalizado y dirigido la autoridad, merecen ser reconocidos. La se�ora Ministra de Relaciones Exteriores, que acaba de exponer una ilustrativa s�ntesis del Convenio en la Sala, personifica cabalmente este esfuerzo com�n. Seguramente el Acuerdo no satisface plenamente las aspiraciones de todos los sectores productivos y algunos reparos son atendibles. Sin embargo, visto en su totalidad y de cara al bien com�n de Chile �como corresponde apreciar estas materias a un Senador Institucional; as� lo creo-, le doy mi aprobaci�n sin reparo alguno. Muchas gracias. El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Honorable se�or Gazmuri. El se�or GAZMURI.- Se�or Presidente, queda poco tiempo. No reclamar� por el escaso p�blico, porque sabemos que a estas alturas uno quisiera b�sicamente dejar estampado un testimonio para un debate que �creo- es muy importante y que en algunas dimensiones seguir� despu�s de la aprobaci�n del Tratado. As� que, solamente con ese objeto, deseo hacer un par de afirmaciones y sumarme a las felicitaciones al equipo negociador, a la se�ora Ministra y al esfuerzo de varios Gobiernos que han hecho posible que finalmente estemos aprobando �espero que por abrumadora mayor�a- lo que se ha dicho aqu�: un instrumento que tiene, sin duda, un valor hist�rico. Y esto no es ret�rica. Lamento que este hecho hist�rico se produzca en un momento pol�tico en el cual la opini�n p�blica est� conmocionada por otros acontecimientos; pero tengo la impresi�n de que, en la medida en que pase el tiempo, quedar� clara la importancia que reviste para el pa�s suscribir un Acuerdo de esta naturaleza. Lo distintivo de �l es su naturaleza pol�tica. Estamos firmando un Tratado de Asociaci�n pol�tica y econ�mica de �ltima generaci�n, el m�s desarrollado que ha suscrito Europa con un pa�s extracomunitario. No ser� el �nico. Seguramente �ste servir� de modelo y va a ser seguido posteriormente por otras naciones que para la Uni�n Europea son importantes. Pero, sin duda, con Chile se firma el primer Convenio de �ltima generaci�n. Y eso tiene un valor en el mundo global en que vivimos que -es mi impresi�n- no ha sido suficientemente aquilatado al momento de debatir el asunto. Porque ese elemento permite, a mi juicio, que el Tratado adquiera la dimensi�n comercial, financiera, cultural y las ventajas que representa para el pa�s. De no tener ese rango pol�tico, tampoco se habr�an dado las condiciones para negociar los puntos dif�ciles de la manera como se hizo. Obviamente, con un rango pol�tico menor, los negociadores europeos habr�an sido, por as� decirlo, mucho m�s duros en los temas complejos que abarc� esta negociaci�n, como los hay en todas ellas. Entonces, deseo hacer una primera advertencia en ese �mbito, en una sociedad que, en general, todav�a tiende a desvalorizar la pol�tica y a ponerla en el �ltimo vag�n del convoy, por graficarlo de alg�n modo. Tengo la impresi�n de que va en el primero, y que una buena pol�tica y una adecuada inserci�n de ella permiten el pleno despliegue de las potencialidades econ�micas, comerciales y culturales de las relaciones. Se ha dicho aqu� que el Tratado habr�a sido imposible en la d�cada de los 80 o de los 70, por mil razones -todas pol�ticas-, y que las ventajas de otro orden que podr�a brindar un tipo de asociaci�n como �sta eran impracticables e inimaginables para el Chile de esos a�os; seguramente tambi�n habr�a sido muy dif�cil en los a�os 60, entre otras cosas, porque el proceso de unificaci�n de Europa se estaba reci�n consolidando. Deseo recalcar este elemento. Lo ha dicho aqu� el Senador se�or N��ez, en el sentido de que hay tambi�n una dimensi�n espec�fica parlamentaria -a mi juicio, es muy importante como desarrollo y compromiso futuro-, pues se institucionaliza por primera vez una relaci�n �nica y formal entre los Parlamentos europeo y chileno. No existe otra experiencia similar en Europa ni en Chile que nos oriente respecto del significado que podr�a tener ese tipo de relaci�n. En la reuni�n de la Comisi�n -que carece del estatus del Comit� Interparlamentario que se crea hoy-, desarrollada en Estrasburgo el a�o pasado, discutimos con varios Parlamentarios europeos el punto relativo a la colaboraci�n, asunto que tendremos que profundizar para ver el alcance que le daremos. Por de pronto, el propio Tratado entrega facultades al Comit� de Asociaci�n Parlamentario que no tiene ninguna otra comisi�n interparlamentaria conocida, como la de pedir informaci�n al Consejo de la Uni�n Europea y al Gobierno de Chile, quienes deber�n proporcion�rsela, Tengo la impresi�n de que un seguimiento pol�tico de la nueva institucionalidad parlamentaria que se crea en el Acuerdo, nos implica una exigencia en esta llamada diplomacia parlamentaria de otro nivel a la que est�bamos acostumbrados a realizar hasta hoy. En definitiva, creo que la dimensi�n comercial, financiera y cultural del Tratado es claramente beneficiosa para el pa�s. Eso lo ha dicho todo el mundo, as� es que no lo reiterar�. Aqu� ning�n sector productivo pierde. Comercialmente, no todos ganan lo mismo, porque los plazos de degradaci�n son distintos, etc�tera. Se trata de un juego muy complejo. Pero, en general, tal afirmaci�n es v�lida, ya que existen datos estructurales relacionados con nuestras econom�as. Por algo, nuestra balanza comercial es ampliamente favorable en comparaci�n con la europea, pero no con la de Estados Unidos o de Jap�n. Ya exportamos mucho m�s de lo que importamos de all�. Y, por tanto, si mejoramos nuestros accesos, no existen razones para que no se abran potencialidades comerciales muy fuertes. Porque ya las tenemos. El Convenio no nos permitir� el acceso al mercado del vino europeo. Estamos all� desde hace muchos a�os. Lo que ocurre es que en cuatro a�os m�s nuestras exportaciones de vino a Europa no pagar�n ning�n arancel. Adem�s, el mercado est� garantizado a futuro por acuerdo permanente, sin cuotas ni otro tipo de mecanismo, por el nivel en que se encuentra nuestra relaci�n. Argumentar las ventajas comerciales del Tratado es muy simple, porque no se podr�a se�alar qui�n saldr� perjudicado. Eventualmente, algunos perder�n, pero no los tenemos identificados. S� es claro que al final se ver�n desfavorecidos algunos productores chilenos cuyos productos compiten con los de origen europeo, respecto de los cuales hoy tienen la ventaja del 6,5 por ciento de arancel. Tambi�n habr�a que analizar qu� ocurre si ese industrial chileno compite con los mexicanos, donde ya existe arancel cero. �Pero resulta que ya se encuentra compitiendo en esas condiciones! Es cierto que podr�a existir el caso espec�fico de un productor sujeto a la competencia europea. Pero mi impresi�n es que ning�n equipo negociador puede llevar al extremo la sutileza de ganadores y perdedores. Porque se olvida que nosotros ya tenemos arancel cero con econom�as desarrolladas, o de mayor desarrollo que la nuestra, como la mexicana. A los chilenos, se nos olvida que la econom�a de ese pa�s es m�s sofisticada y tecnol�gica; produce autos, etc�tera, y no s�lo frutas u otras cosas que nosotros exportamos en forma mayoritaria. Entonces, ya descubriremos cu�l sector se ve afectado, o qu� empresario quebrar� por alguna raz�n no contemplada en el Acuerdo, cuyo margen era del 6 por ciento y qued� fuera de competencia. Eso puede ocurrir. Pero me parece que se trata de una situaci�n marginal dada la actual estructura econ�mica del pa�s. Quiero dedicar algunos minutos a la cuesti�n agraria -a veces olvidada en este debate-, respecto de la cual se dice una cantidad de majader�as que, a m� por lo menos �debo confesarlo-, me resultan intolerables. Sobre el particular, debo se�alar que los costos graves de la apertura el pa�s los pag� hace muchos a�os. Tal discusi�n ser�a completamente distinta en Brasil o en una naci�n con arancel promedio de 35 por ciento. Sin embargo, ese debate se realiza en un pa�s con 6,5 por ciento de arancel promedio y con tratados de libre comercio acordados con econom�as grandes. En ese punto de la pol�mica nos encontramos ahora. La discusi�n a fondo sobre los costos de la apertura agr�cola no lo pudimos hacer, porque se realiz� sin preguntarnos. No hab�a democracia en este pa�s, el Congreso Nacional no funcionaba. Por eso, se efectu� dicho an�lisis con los que pudieron participar y hubo mucha resistencia de la industria nacional de ese momento respecto de la materia. El pa�s no debati� en serio los costos de la apertura realizada durante el R�gimen militar. Tambi�n es preciso se�alar que m�s tarde, Concertaci�n y Socialistas incluidos, llegamos al convencimiento de que la apertura es una de las condiciones necesarias -no la �nica- para el desarrollo del pa�s; que nos va mejor con ese sistema que con una econom�a cerrada, y que los principales costos econ�micos y sociales el pa�s ya los pag�, y de manera considerable en los dos �mbitos. Yo pertenezco a una Regi�n donde exist�a un grado de industrializaci�n precario, pero desarrollado por la CORFO hasta 1970. Sin embargo, en Talca -que es una ciudad agraria- hab�a industrias. Y los talquinos todav�a a�oran las que se fueron. Las empresas que cerraron no lo hicieron como consecuencia del MERCOSUR, sino que de la apertura efectuada en la d�cada de los 70 y de los 80. Pero otras han vuelto a instalarse. Siempre digo que los talquinos vemos las industrias que se van, pero no las que vienen. Porque hoy d�a el sector vitivin�cola, en un lapso de doce a�os, se ha convertido en uno de los m�s desarrollados del mundo. En 1990, cuando comenz� la transici�n democr�tica, la industria del vino en Talca viv�a una crisis marginal y la gente arrancaba las vi�as para plantar manzanos. En la actualidad, todos est�n plantando vi�as. Un abogado de Curic� o de Talca que gana tres pesos se compra una tierra para transformarla en vi�edo y producir vinos con su nombre. A lo mejor, hay demasiadas personas en el rubro. No s�. Estoy cierto de que las vi�as existentes son modernas, porque hace doce a�os s�lo exist�a la empresa de un se�or Torres con vinificaci�n de �ltima generaci�n. Hoy d�a, toda la industria vitivin�cola ocupa esa tecnolog�a. En la Regi�n del Maule deber�a haber empresas abastecedoras de equipos industriales para la vitivinicultura de �ltima generaci�n. Sin embargo, hay empresarios chilenos trabajando con esa tecnolog�a. Pero nadie los conoce. El otro d�a me encontr� con uno de ellos en el avi�n, que tiene 60 por ciento de su producci�n en cubas de acero, y est� tratando de exportar vino a California y a Francia. Por lo tanto, tengo la impresi�n de que en materia agr�cola seguimos con la idea de una agricultura tradicional, y no consideramos que se encuentra en un r�pido proceso de transformaci�n. Por eso, la mayor�a de los productores agr�colas se quedan fuera del proceso. �se es el problema, y no tiene que ver con los tratados comerciales ni con el MERCOSUR. El efecto de este �ltimo en el trigo todav�a no se ve, porque tenemos banda de precios, pero en cuatro a�os m�s se har� presente. Por tal raz�n, defendimos el trigo, la harina, las carnes rojas, los productos sensibles. Entonces, cuando me dicen que el MERCOSUR tiene liquidada a la S�ptima Regi�n -hay gente que seriamente lo se�ala y lo cree-, yo les manifiesto que es un espejismo. Hay otras cosas que s� afectan a muchos peque�os productores -no s�lo de la Regi�n del Maule, sino que de todo el pa�s- o a medianos empresarios tradiciones, los cuales carecen de las condiciones para incorporarse al ciclo agr�cola moderno. Y no lo van a hacer solos. En ese caso, reivindico la idea de que necesitamos pol�ticas de Estado, pero no s�lo respecto de la agricultura -y con esto termino, se�or Presidente-, porque el pa�s requiere un cambio en el paradigma de su estrategia de desarrollo. Y ello, no por los tratados comerciales, sino porque el paradigma tenido hasta ahora no ha dado cuenta de los nuevos desaf�os: profundizaci�n de la apertura, buena macroeconom�a, pol�ticas sociales -nos fue bien en eso durante una d�cada- y reformas modernizadoras -hoy se habla de reforma urgente del Estado- en educaci�n, justicia (y esto le toc� tambi�n a la se�ora Ministra que nos acompa�a), etc�tera. Ello, sobre la base de que el resto lo resolv�a el mercado. Eso es lo que, en mi concepto, ya no est� funcionando. Y no lo estar� si no intencionamos el desarrollo; si no definimos el sector p�blico y el privado; si no determinamos qu� tipo de econom�a imaginamos hacia delante; si no identificamos los cuellos de botella existentes en el pa�s, que no son aquellos de que da cuenta la Agenda Pro Crecimiento -estoy trabajando activamente en ella- elaborada el a�o pasado y que es necesario concretar en forma r�pida. A mi juicio, los cuellos de botella son b�sicamente tres: Primero, nuestra inferioridad tecnol�gica, que no se resuelve sin una fuerte pol�tica p�blica y privada. El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Perd�n, se�or Senador, pero concluy� su tiempo. El se�or GAZMURI.- Un colega ocup� dos minutos m�s. Utilizar� exactamente el mismo tiempo adicional, se�or Presidente. El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Se�or Senador, con esa l�gica, todos los oradores tomar�n dos minutos extras. El se�or GAZMURI.- Entonces, un minuto, o medio. Segundo cuello de botella: la calidad de la formaci�n de los recursos humanos, en lo cual estamos muy por debajo de la que entregan las econom�as a las que intentamos emular. Y tercero -con esto termino-, las tremendas desigualdades sociales que hay en el pa�s, que no son compatibles con un desarrollo moderno y que requieren pol�ticas espec�ficas. El se�or CANTERO (Vicepresidente).- �C�mo vota, Su Se�or�a? El se�or GAZMURI.- A favor, se�or Presidente. El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Honorable se�or Espina. El se�or ESPINA.- Se�or Presidente, en primer t�rmino quiero se�alar que para los Senadores que representamos a zonas agr�colas resulta bastante complejo votar estos tratados internacionales, porque se produce una situaci�n muy especial. Cualquiera que vea los signos de los tiempos sabe perfectamente que los tratados de libre comercio como el que estamos analizando esta tarde son, por regla general, muy beneficiosos en un mundo globalizado; de eso no cabe la menor duda. Lo que ocurre es que, lamentablemente, hay zonas donde, por las caracter�sticas de la actividad all� realizada, esos convenios dejan al desnudo sus debilidades y una realidad diferente de la que muchas veces las personas que no la viven de cerca plantean p�blicamente. �Qu� quiero decir con eso? Que con frecuencia escucho a Senadores -y tambi�n a algunas autoridades- afirmar en esta Sala que las zonas agr�colas piden protecci�n; en definitiva, una especie de pol�tica asistencial del Estado para ayudar a sostener actividades improductivas pese a que en un mundo competitivo, de libre mercado, son incapaces de subsistir. ��sa no es la realidad! He tenido la experiencia de ver el esfuerzo que despliegan particularmente quienes se encuentran vinculados al mundo de la agricultura tradicional. Y cuando examino los par�metros de eficiencia que han alcanzado, me doy cuenta de que no est�n solicitando medidas -entre comillas- proteccionistas, que signifiquen una suerte de limosna del Estado para mantenerse en un mundo donde sus actividades parecieran no tener cabida hacia el futuro. �Eso no es as�! Mi Regi�n es esencialmente triguera. Y, de acuerdo al rendimiento de quintales de trigo por hect�rea, Chile figura entre los 3 � 4 principales productores del mundo. Sabemos lo que ha ocurrido con las lecher�as y los l�cteos. Y recuerdo que en una sesi�n en la que estaban, entre otros Senadores, el Honorable se�or Vald�s y productores de leche de su Regi�n -y m�s espec�ficamente, de Valdivia-, todas las cifras exhibidas indicaban que �stos eran altamente competitivos. El problema de las zonas agr�colas, de manera objetiva, radica en que los pa�ses avanzados tomaron la decisi�n pol�tica de, simplemente, excluirlas de la libre competencia. Y en Chile todav�a no queremos entenderlo. Cuando Estados Unidos resuelve entregar 170 mil millones de d�lares en subsidios a la agricultura, lo hace, y libremente. Es la decisi�n pol�tica de un Estado, fundada en las razones que aqu� se han expresado: caracter�sticas de las regiones agr�colas; significado del mundo rural, de las tradiciones, de la cultura; visi�n de que no se puede provocar desde el campo hacia las ciudades una emigraci�n gigantesca, en fin. Pero el hecho es que naciones de las m�s importantes han tomado una determinaci�n: proteger y subsidiar actividades agr�colas tradicionales. Y eso es lo que deja fuera de competencia a las zonas agrarias que representamos y genera temor en ellas. Se�or Presidente, nunca -�nunca!- un agricultor me ha dicho: "Quiero producir poco, trabajar lo m�nimo y que mis productos se vendan en Estados Unidos o en Europa. Ay�deme con subsidios, porque tengo miedo a la competencia". La verdad de las cosas es que, en este mundo globalizado, sociedades a las cuales se supone altamente competitivas, partidarias del modelo de econom�a social de mercado, no lo son respecto de un conjunto de actividades que resolvieron subsidiar. Ante ello, nuestra gente, a la que debemos el estar sentados aqu�, nos dice: "�ste es un partido de f�tbol en el que yo juego con mis once jugadores; pero el otro equipo juega con sus once jugadores, m�s el �rbitro y los dos guardal�neas, a los que agrega dos pelotas de f�tbol". Y concluye: "�El partido no es justo!". A mi juicio, en Chile falta definir cu�l es el papel que nuestra sociedad asumir� respecto de zonas que desarrollan actividades subsidiadas en el resto del mundo. ��sa es la verdad! Y exc�senme por decirlo. Antes de resultar elegido Senador por la Regi�n de La Araucan�a, representaba a �u�oa y Providencia como Diputado, y no entend�a la situaci�n. Pero luego de un a�o en el Senado y de ver la realidad de esa Regi�n la comprendo perfectamente. Y se siente una impotencia gigantesca cuando la gente hace tremendos esfuerzos por sembrar raps, trigo u otros cereales, o por mantener cultivos de rotaci�n, y de repente se da cuenta de que -como bien dijo en alg�n momento el Honorable se�or Garc�a- debe competir, no con mercados ni contra el agricultor americano o europeo, sino con las cajas fiscales de los pa�ses que subsidian sus productos. Y es una decisi�n pol�tica de ellos. Entonces, estamos en desigualdad de condiciones respecto de tales �reas. Y eso ha llevado, entre otras cosas, a que exista profundo temor ante los efectos que los tratados de libre comercio tienen para las zonas agr�colas, que ya han experimentado resultados negativos. Yo, al contrario de lo que sosten�a el Honorable colega que me antecedi� en el uso de la palabra en orden a que las cr�ticas al MERCOSUR no son fundadas, creo francamente que s� lo son. F�jense Sus Se�or�as en la balanza comercial (y luego lo explicar�). En 1997, Chile aparec�a con 1.350 millones de d�lares negativos en el intercambio del MERCOSUR (estamos compitiendo con pa�ses como Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, que en los �ltimos a�os no han sido la panacea de desarrollo econ�mico; m�s bien han enfrentado enormes dificultades). �Y c�mo termin� el a�o 2001? �Con 3 mil 198 millones de d�lares de balanza comercial negativa! O sea, en definitiva, lo que se supon�a que iba a permitir a la agricultura nacional exportar sus productos a los pa�ses lim�trofes no se ha materializado. Voy a contar por qu�. Y -si no me falla la memoria- creo que en una oportunidad la propia se�ora Ministra de Relaciones Exteriores fue a Argentina a reclamar. Porque cuando nuestros productos se exportan a ese pa�s o a los mercados de otras naciones lim�trofes, les ponen cuanta traba u obst�culo encuentran para impedir su venta. Como -�gracias a Dios!- los chilenos todav�a somos personas decentes, cuando los productos de ellos entran a nuestro territorio no inventamos trabas. Y no las inventamos porque, por naturaleza, no somos tramposos. Entonces, ocurre que competimos lealmente con pa�ses que fueron muy desleales con Chile en el caso del tratado de asociaci�n con el MERCOSUR. Y lo digo derechamente. Es cosa de hacer memoria. Recuerdo una publicaci�n del diario "El Mercurio" -lamentablemente, no la tengo; pero con posterioridad fue avalada por acciones del propio Gobierno, que fue a reclamar, leg�timamente, en defensa de las zonas afectadas- donde se dio cuenta de que hab�a m�s de veinte obst�culos de todo tipo para impedir la entrada de carne y leche provenientes de Chile: desde huelgas de los camioneros, quienes no quer�an transportar nuestros productos, hasta alzas de peajes especiales. En consecuencia, se�or Presidente, deseo puntualizar que aqu� nadie est� pidiendo caridad ni protecciones indebidas. Es verdad lo que dijo un se�or Senador: las econom�as agr�colas deben evolucionar y buscar procesos de convertibilidad. Sin embargo, tambi�n es cierto que para eso se necesitan ciertas facilidades. Y hoy d�a no las hay. Por ejemplo, si un peque�o agricultor decide plantar manzanos, �a qui�n recurre? Si est� endeudado y acude a un banco, ver� que para �l no existen facilidades, confianza, plazos e intereses adecuados a los efectos de permitirle desarrollar su idea en un proyecto de largo plazo. Y la mayor�a de las llamadas que recibimos los Parlamentarios es para quejarse de esa situaci�n; o sea, las personas no logran reunir el capital necesario para pagar sus deudas, aparte que la actividad agr�cola -nada tengo de los agricultores, pero algo he aprendido de su sabidur�a- es una apuesta, pues hay variables que no se controlan. Por lo tanto, se�ora Ministra, deseo expresarle, por intermedio del se�or Presidente, que intervengo simplemente para sensibilizar al Honorable Senado respecto de zonas de Chile que se han visto dram�ticamente perjudicadas o que -lo puedo poner a la inversa- no han sido favorecidas por acuerdos internacionales debido a que la competencia de los dem�s pa�ses no es leal. Esa deslealtad es lo que produce depresi�n en nuestras zonas. Y tal depresi�n no se inventa. Las cifras de mi Regi�n entregadas por el Gobierno -entre par�ntesis, con mucha honestidad, �ste elabor� el informe de competitividad regional a que aludi� el Senador se�or Coloma; no tendr�a por qu� haberlo hecho, pero lo hizo y lo entreg�, lo cual me parece muy bien- son dram�ticas: 11,1 por ciento de personas tiene ingresos menores a 20 mil 281 pesos mensuales; 32,7 por ciento de la poblaci�n es considerado pobre, contra 20,6 por ciento del pa�s. Y suma y sigue. La competitividad cay� en alrededor de 45 por ciento entre 1999 y 2001. La Novena es la Regi�n con la peor distribuci�n del ingreso en el pa�s: los 45 mil hogares m�s ricos obtienen un promedio equivalente a diecis�is veces el ingreso de los 45 mil hogares m�s pobres. Y, con seguridad, en la S�ptima -porque son las dos Regiones que tienen las cifras m�s malas; el Senador se�or Gazmuri podr� ratificarlo, pues debe de vivirlo a diario en el trabajo que desarrolla all�- ocurre algo similar. �Por qu� votar� a favor de este Acuerdo y por qu� no tengo resuelto c�mo me pronunciar� en el caso del Tratado con Estados Unidos? Porque, a mi juicio, en el Convenio en an�lisis quedan m�s cubiertas esas zonas y, adem�s, porque pienso que uno no puede sacrificar a un pa�s entero. En efecto, como Senador, es inadmisible adoptar la decisi�n de sacrificar los beneficios que, sin duda, reportar� a Chile ser socio de Europa: abrir la frontera a 300 millones de habitantes; permitir el desarrollo cient�fico y cultural; salir de esta especie de aislamiento regional en que vivimos y abrirnos a desaf�os relevantes. Sin embargo, lo hago con la prevenci�n de que me preocupa el hecho de que de repente no tengamos firmeza para recurrir a los instrumentos que este Acuerdo nos entrega para defender a los chilenos. Sinceramente, tengo esta inquietud. Adem�s, me preocupa que en Chile sigamos con una Comisi�n de Distorsiones que, simplemente, no opera. �ste es el �nico pa�s donde un organismo de tal naturaleza funciona cuando el problema ha sido solucionado. Y recuerdo el caso de la leche: al establecerse que los mecanismos invocados deben aplicarse para evitar la competencia desleal, el precio ya ha subido; o sea, el da�o ya se ha provocado; por tanto, ha transcurrido tanto tiempo, que aqu�llos no surten efecto. En consecuencia, sostengo que en este Acuerdo se abren para las zonas agr�colas espacios importantes. En los documentos que prepar�bamos sobre la materia, observ� que se producen avances notables en el caso de mi Regi�n. Por ejemplo, en lo referente a las carnes y la leche. En cuanto a las carnes rojas, se trata de exportaciones in�ditas para la Novena Regi�n, que hoy son factibles gracias a los incrementos del sector en eficiencia y competitividad, como tambi�n a la eficacia de las pol�ticas sanitaria y fitosanitaria, que nos han mantenido libres de fiebre aftosa. Adem�s, se abre un espacio -aunque insuficiente- a la exportaci�n de quesos con cuotas crecientes que significan posibilidades para nuestras zonas productoras. La carne de bovino tambi�n tiene oportunidades. No quiero extenderme, se�or Presidente, por el poco tiempo que me queda. Pero siento sinceramente que se abre una brecha, una posibilidad. En todo caso, sigo insistiendo en que los dogm�ticos de los modelos econ�micos no entienden lo que es el mundo moderno. Ni los pa�ses m�s partidarios de la econom�a social de mercado han transformado a �sta en dogma. Las naciones que sembraron en todo el orbe econom�as ricas se dieron cuenta de que existen sectores fr�giles y de que en la sociedad moderna no s�lo hay que preocuparse de lo que el Estado no debe hacer, sino tambi�n de lo que debe hacer. �sas son sociedades modernas con modelos econ�micos flexibles y sentido humanista. Ya no existen los modelos ortodoxos de la econom�a social de mercado, o m�s bien, de la econom�a de mercado a ultranza versus los modelos econ�micos de las sociedades estatistas. Hoy d�a los pa�ses inteligentes y sabios son los que logran equilibrar ambos factores. Se�or Presidente, siento muy sinceramente que tenemos una deuda inmensa con regiones que -insisto, y con esto concluyo- no est�n pidiendo caridad, ni limosna, ni protecciones indebidas, sino, simplemente, dos cosas. Primero, si compiten, que se haga lealmente; y si no hay competencia leal, que el Estado de Chile sepa sacar la voz por ellas, porque nuestro Ministro de Agricultura no es de los agricultores americanos o europeos, sino de los agricultores chilenos, y por lo tanto debe defender a �stos. Y segundo, que no s�lo exista esa acci�n, sino, fundamentalmente, que en Chile se aborde el rol subsidiario -con may�scula- que corresponde al Estado respecto de personas que a veces son d�biles o de zonas que est�n desprotegidas. �sa es parte de la evoluci�n que tienen las econom�as modernas. El se�or CANTERO (Vicepresidente).- �C�mo vota, Su Se�or�a? El se�or ESPINA.- Con las prevenciones que he hecho acerca de este Acuerdo, voto favorablemente. El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Hago presente a la Sala que quedan nueve se�ores Senadores inscritos. Como nadie se ha abstenido de usar los quince minutos determinados, restan alrededor de dos horas y cuarto. El orden de los tres oradores siguientes es: Honorables se�ores Naranjo, Vega y Horvath. Por lo tanto, sugiero a Sus Se�or�as estar atentos a los turnos. Tiene la palabra el Senador se�or Naranjo. El se�or NARANJO.- Se�or Presidente, en primer lugar, me sumo a la valoraci�n de los alcances del Acuerdo sometido esta tarde a consideraci�n de la Sala. M�s a�n, comparto la opini�n de quienes han sostenido que estamos frente a un hecho hist�rico. No tengo duda alguna de que los Gobiernos de la Concertaci�n -encabezados por el Presidente Aylwin, primero; por el Presidente Frei, despu�s, y por el Presidente Lagos, hoy- van a marcar un cap�tulo muy especial en la historia de Chile, particularmente por las implicancias y el significado de los acuerdos comerciales que estamos suscribiendo. A mi juicio, es muy reciente todav�a para darse cuenta de los alcances y la magnitud que tendr�n esos instrumentos internacionales. Sin embargo, estoy plenamente cierto de que el trabajo realizado por el equipo negociador, y muy en especial por nuestra Canciller, do�a Soledad Alvear, tendr� justo reconocimiento en su momento. En segundo t�rmino, debo se�alar que -como muy bien se ha dicho ac�- el Convenio en an�lisis no s�lo reviste alcances econ�micos, comerciales: es bastante m�s amplio. Indiscutiblemente, sus implicancias van mucho m�s all� de lo que hoy d�a podemos visualizar. En los �mbitos tecnol�gico, cultural, cient�fico, social, educacional, ahora resulta muy dif�cil advertir los efectos multiplicadores. Se�or Presidente, como en reiteradas oportunidades aqu� se han hecho observaciones y planteado temores o inquietudes con relaci�n a los efectos que el Acuerdo podr�a tener sobre el sector agr�cola de nuestro pa�s, perm�tame a lo menos se�alar algunos puntos. En primer t�rmino, es importante considerar que ning�n producto del sector rural tendr� una situaci�n desmejorada en comparaci�n con la actual. En segundo lugar, muchos productos mejorar�n de inmediato su condici�n. Otros, sin lugar a dudas lo har�n a lo largo de los plazos establecidos. Adem�s, este Acuerdo otorgar� ventajas a Chile por sobre otros pa�ses competidores en los mercados europeos. No obstante, teniendo presente lo que he se�alado, a partir del Acuerdo que se est� ratificando en el Parlamento y tambi�n de los numerosos acuerdos que vendr�n, estimo oportuno e importante dedicar por lo menos algunas palabras a sus implicancias en el sector rural. Menciono lo anterior pensando no solamente en defender la agricultura como actividad productiva del pa�s, sino principalmente en fortalecerla y en estimular su desarrollo. Por eso, muchas veces nos cuesta entender cuando se levantan voces en el pa�s para dejar la agricultura y el sector rural a la suerte del viento. Pareciera que algunas personas olvidan el rol que cumple esta actividad, no solamente desde el punto de vista productivo, sino esencialmente desde la perspectiva de sus objetivos estrat�gicos en t�rminos geopol�ticos y de seguridad nacional. Cuando no se mira a la agricultura como sector estrat�gico del pa�s, resulta dif�cil entender que pueda prescindirse de ella, m�s a�n si se considera que Chile tiene vocaci�n y tambi�n historia agr�cola. Por consiguiente, es oportuno aprovechar esta ocasi�n para proponer la implementaci�n de una pol�tica de Estado para Chile, no en funci�n de este Acuerdo, sino de los instrumentos internacionales ya firmados y de los que vendr�n. En la medida en que hagamos eso, no tengo duda alguna de que los temores muy leg�timos de algunos disminuir�n, gener�ndose expectativas y oportunidades para el sector rural. �Cu�l es mi primera inquietud, se�or Presidente? Para enfrentar este Acuerdo y otros que est�n vigentes, es indispensable que el sector silvoagropecuario mantenga e incluso incremente sus actuales programas de fomento, como los relativos a riego, fertilizaci�n de praderas, forestal, reconversi�n de suelos y bono ganadero. Incluso, yendo a�n m�s lejos, ser�a importante crear otros instrumentos de fomento, por ejemplo, el bono agr�cola, para incentivar el desarrollo y fortalecer la situaci�n de determinados rubros. En la medida en que implementemos dichos instrumentos estaremos mejorando la competitividad y la rentabilidad, y tambi�n -es importante se�alarlo- contribuyendo al perfeccionamiento -fundamental para enfrentar los desaf�os futuros- de todo lo que tiene que ver con la innovaci�n tecnol�gica y el mejoramiento de la gesti�n en el sector rural. Al promover este tipo de mecanismos de fomento, estaremos dando una importante se�al. �Por qu� lo menciono? Porque como tambi�n han manifestado con leg�tima raz�n algunos Parlamentarios de las Regiones del sur, donde determinados rubros cumplen un papel estrat�gico en su desarrollo -me refiero al trigo, arroz, remolacha, carne y leche-, si se reconoce que estos productos son su base econ�mica y se considera las altas distorsiones existentes en los mercados internacionales, ser�a muy importante enviar una se�al como pa�s en el sentido de garantizarles la promoci�n y cultivo de esos rubros. Y para reconocer el rol fundamental que para la econom�a de esas Regiones reviste el desarrollo estrat�gico de esos productos, debe partirse de la base de que si bien en este Tratado la situaci�n de las bandas de precios no se toca, ello s� se har� en los que vengan. En consecuencia, es importante considerar desde ya la necesidad de impulsar alg�n tipo de instrumento estabilizador de precios, que l�gicamente sea compatible con las normas de la Organizaci�n Mundial del Comercio. De la misma forma -reitero lo ya se�alado-, es indiscutible que para que los productores del sector rural, principalmente medianos y peque�os, puedan competir en el nuevo escenario que se abre con este tipo de instrumentos internacionales, resulta fundamental abordar el tema financiero, o sea, el apoyo crediticio a los productores. Hoy en d�a si uno entra en el detalle y profundiza en su situaci�n financiera, se da cuenta de que muchos est�n endeudados. Entonces, �c�mo podr�n competir si no resuelven un problema inmediato -su endeudamiento-, y cuando algunos ni siquiera tienen acceso al cr�dito? Por ello es importante crear -ojal� que demos un paso en esa direcci�n- una banca especializada en el campo agr�cola o readecuar el Departamento Agr�cola del BancoEstado. No se puede estar ajeno a la nueva realidad que viviremos, a los nuevos desaf�os que significan estos tratados de libre comercio y a la necesidad de abordar el problema del financiamiento del sector rural. Pienso que, ante las distorsiones tanto internas como externas que sufre el mercado agr�cola, es esencial realizar ahora lo que se ha manifestado en reiteradas ocasiones -y ser�a bueno que el Ejecutivo lo impulsara-: reformular la institucionalidad de la Comisi�n de Distorsiones y de la Fiscal�a Nacional Econ�mica, para agilizar sus resoluciones y facilitar las presentaciones a nivel regional. No abordar este tema me parece una cuesti�n muy delicada, que puede traernos serios trastornos el d�a de ma�ana. En la actualidad -pienso que hay plena conciencia de ello-, la mano de obra rural y la de los trabajadores de temporada es extraordinariamente precaria en cuanto a capacitaci�n y especializaci�n. Por tanto, para enfrentar los desaf�os de la avanzada tecnolog�a que hoy se utiliza en los procesos productivos, es fundamental iniciar -el Ejecutivo no puede ser indiferente a ello- programas de capacitaci�n vespertinos, diurnos o de otro tipo. Pero es importante hacerlo aprovechando las franquicias del SENCE o bien estableciendo mecanismos adecuados a la realidad agr�cola y forestal. Si queremos competir en igualdad de condiciones e implementar lo que se ha se�alado, hay que tener presente que el desarrollo econ�mico del pa�s ha generado desequilibrios entre las Regiones y tambi�n al interior de ellas. Algunos temen, con justa raz�n, que estos desequilibrios regionales provocados por el desarrollo econ�mico del pa�s puedan intensificarse como fruto de estos tratados de libre comercio. Por tanto, debemos impulsar acciones para aminorarlos o bien para alcanzar mayor armon�a en este �mbito. Dentro del tema que estamos discutiendo, conversando y reflexionando, me parece fundamental no olvidar a los trabajadores de temporada, porque evidentemente hay que ponerse en su situaci�n y considerar las implicancias que estos tratados de libre comercio puedan tener. S� tengo claro -y es evidente-, que hoy los tratados de libre comercio producen efectos en nuestro pa�s, particularmente en Regiones donde la estacionalidad laboral se puede acentuar. Por lo tanto, creo que este tema no debe ser pasado por alto, as� como tampoco todo lo referente a los derechos laborales y las exigencias que supone la firma de estos convenios. Asimismo, se�or Presidente -ya lo hemos dicho, pero considero oportuno reiterarlo hoy d�a-, nuestra institucionalidad rural, en especial la p�blica, es muy deficiente para los desaf�os que tenemos. Pienso que el Ministerio de Agricultura no est� en condiciones, pues los problemas que presenta el sector rural y su desarrollo sobrepasan su competencia. Por consiguiente, estimo que hay una tarea pendiente ah�, como es mejorar toda la institucionalidad ligada al sector rural, con �nfasis en la regionalizaci�n y la descentralizaci�n. No puedo dejar pasar esta oportunidad para levantar mi voz y expresar que, as� como me parece que a la actual institucionalidad del Estado le falta modernidad y adecuarse a la realidad y a los desaf�os que enfrentamos, estimo urgente que la institucionalidad privada tambi�n sufra un cambio profundo, porque es indudable que tampoco est� en concordancia con los procesos que estamos viviendo. Se requieren enmiendas no s�lo en la institucionalidad p�blica, sino tambi�n en la de car�cter privado, para abordar adecuadamente los desaf�os y las tareas que nos plantea este nuevo proceso de inserci�n internacional. Igualmente, se�or Presidente, considero fundamental buscar la manera de aprovechar bien, en este nuevo escenario de inserci�n internacional que crean estos acuerdos entre pa�ses, una pol�tica estrat�gica permanente, que no s�lo pretenda recuperar, ampliar o buscar nuevos mercados -no tengo ninguna duda de que instituciones como ProChile y la Fundaci�n Chile har�n los esfuerzos necesarios-, sino que tambi�n -y esto es esencial para fortalecer nuestra posici�n en los mercados internacionales- impulse una institucionalidad que defienda las exportaciones chilenas de las reiteradas acusaciones de dumping a que nos veremos sometidos. A mi juicio, la actual institucionalidad es extraordinariamente precaria para encarar esa situaci�n, que va a ser muy reiterativa el d�a de ma�ana. Por tanto, hago un urgente llamado de atenci�n en cuanto a la necesidad de generar una nueva institucionalidad, que nos permita actuar de manera �gil y oportuna en el futuro, cuando seamos acusados de dumping. Por �ltimo, deseo expresar que estoy plenamente consciente de que la agricultura es un sector complejo, por su heterogeneidad y diversidad, pero no tengo ninguna duda de que tambi�n es una actividad insustituible en el quehacer nacional. Por eso, es necesario apoyarla y respaldarla en esta situaci�n nueva que se nos presenta hoy. Termino reiterando el compromiso permanente, tanto de mi parte como del Partido Socialista, con los sectores agr�cola y rural. Respaldo estusiastamente con mi voto la aprobaci�n del Acuerdo. Voto que s�. El se�or VEGA.- Se�or Presidente, estamos en la hora de la verdad. Como se ha dicho aqu�, m�s que un acuerdo, �ste es el inicio de un tramo en el que Chile ingresa a una nueva historia. Por eso, compartiendo much�simas de las opiniones expresadas en la Sala, con mucho fundamento, soy optimista. Creo que no s�lo nuestro pa�s se encuentra en el momento de la verdad, sino tambi�n el mundo. La integraci�n de Europa no es un asunto reciente. M�s bien es el resultado y la consecuencia de una larga historia, por todos conocida -de imperios, reinados, guerras, tragedias, extremos dram�ticos-, que ha permitido a sus habitantes y conductores llegar a la conclusi�n de que la �nica forma de sobrevivir y de empinarse en el liderazgo mundial es mediante esta integraci�n que hoy se hace realidad. Y no solamente desde el punto de vista pol�tico, financiero o econ�mico, sino, por sobre todo, desde la perspectiva tecnol�gica. A decir verdad, individualmente, los pa�ses de Europa hace mucho rato que llegaron a un l�mite y saben que por s� solos no pueden construir los sofisticados modelos que les han generado su tremenda investigaci�n y desarrollo. Han debido juntarse e integrarse, porque es la �nica forma de materializar esta vanguardia tecnol�gica. Y no me refiero a la integraci�n s�lo local o regional, sino tambi�n a nivel mundial. �Ah� entramos nosotros! Chile es parte del concierto mundial y se ha empinado n�tidamente en el contexto latinoamericano. No quiero hacer alabanzas, pero este peque�o pa�s de 15 millones de habitantes -con un ingreso per c�pita de alrededor de 5 mil d�lares- ha proyectado una imagen de eficiencia esencial que le permite integrar estos grandes "consorcios mundiales" y ser parte de ellos. Tenemos la capacidad intelectual y el ordenamiento interno, democr�tico, social, que hacen posible nuestra participaci�n responsable en estas nuevas aventuras, no solamente con Europa, mediante integraciones mayores, sino con todo el resto de los pa�ses, porque hoy las grandes aventuras involucran al planeta entero. Estamos integrando al mundo, estamos comunicando al mundo. Y cuando nos integramos al mundo y nos comunicamos responsablemente en �l, como se ha visto ahora con el MERCOSUR, adquirimos compromisos internacionales. De alguna manera, al integrarnos estamos sufriendo -y a la vez, aceptando- la p�rdida de la n�tida visi�n que ten�amos sobre autonom�a, soberan�a y valores internos nacionales, pues consentimos nuestra participaci�n en un "juego mayor". Por tanto, debemos estar muy conscientes de la responsabilidad que conlleva la intervenci�n efectiva y eficiente en este "juego mayor". De ah� viene lo que muchos Senadores han expresado: el problema es nuestro. Para ser eficientes en esta integraci�n, vamos a tener que analizarnos internamente. Vamos a tener que revisar nuestras normas, nuestras estructuras, nuestras modernizaciones, nuestras doctrinas b�sicas de conducci�n del Estado, tanto en el aspecto p�blico como en el privado. Lo se�alo porque hay que enfrentar este desaf�o como una dupla, a trav�s de una simbiosis entre Estado y entes privados. Depender� del ordenamiento interno del primero y de su relaci�n directa con la creatividad, la iniciativa y la energ�a del segundo el que realmente logremos formar parte de esta integraci�n de manera eficiente. Se ha dicho aqu� que debemos cuidar una serie de factores a prop�sito del intercambio de productos comerciales. Porque no se trata, realmente, del intercambio de productos comerciales b�sicos, agr�colas, sino de aprovechar las posibilidades que ofrece el Tratado, con su acuerdo de cooperaci�n. Efectivamente, un estudio de la Universidad de Chile dice que el Acuerdo representa un impacto de 15 por ciento de crecimiento en nuestras exportaciones, como consecuencia directa de la desgravaci�n arancelaria. Inicialmente, se alcanza a 85 por ciento de los bienes y servicios, como lo expres� la se�ora Ministra, y, a partir del cuarto a�o, el total con cero arancel ascender� a 96 por ciento. Adem�s, se incluye la cl�usula de revisi�n, lo que significa que cada tres a�os se podr� examinar la situaci�n de los productos agr�colas, por ejemplo. Aqu� se inserta lo consignado por muchos en el sentido de que el ordenamiento interno de nuestro sistema de producci�n agr�cola no es el �ptimo, y, obviamente, es muy dif�cil que se enfrente a las viejas estructuras normativas de la Uni�n Europea. Con relaci�n a los bienes industriales, parece que nos asiste una muy buena perspectiva: 99,8 por ciento de las exportaciones chilenas queda con desgravaci�n inmediata apenas se apruebe el Tratado. Sin embargo, se deben evitar las falsas expectativas. Si el pa�s no hace un esfuerzo serio, como lo expres� anteriormente, el Tratado s�lo ser� �til para el incremento plano de las inversiones e intercambios comerciales directos. Estamos hablando de materias primas. Y en ello es donde sobresale el acuerdo de cooperaci�n, ya que a trav�s del know how que transferir� la Uni�n Europea y que fue la base de su sobresaliente desarrollo podremos acceder, como tambi�n se ha dicho aqu�, al conocimiento cient�fico del que hoy carecemos, para otorgar valor agregado a nuestros productos. Por esa raz�n es tan importante la profesionalizaci�n de nuestra fuerza de trabajo, lo que, como se�al�, constituye un tema de fondo. Cabe mencionar, en ese punto, que el pa�s s�lo invierte en ciencia y tecnolog�a 0,5 por ciento del producto interno bruto, o sea, seis veces menos que la Uni�n Europea, donde se destina a ello 3 por ciento. Y en las posibilidades de perfeccionamiento tecnol�gico se halla la base para que en un plazo relativamente corto se consiga una relativa utilidad de nuestras exportaciones, siempre que presenten ventajas comparativas. Nos encontramos frente a 370 millones de europeos, altamente tecnificados en sus pol�ticas de Estado y sus empresas. Todo lo anterior implica, obviamente �tambi�n se ha dicho reiteradamente-, un cambio de mentalidad, para integrarnos a esos niveles superiores del conocimiento e intercambio comercial a los que aspiramos. Y sostengo que somos sobradamente capaces de lograrlo. Ello nos permitir�, en el tiempo, entender numerosos aspectos que hoy no contemplan nuestros sistemas: certificaciones de calidad, medioambientales -muy discutidas aqu�-, de seguridad industrial, as� como una completa nueva relaci�n entre empresarios y sindicatos. Todos tenemos el deber de cambiar: el Estado, las empresas, los profesionales, los trabajadores. Se trata de un cambio fundacional, que llevar� a Chile a salir definitivamente del subdesarrollo -estoy seguro- en los pr�ximos veinte o treinta a�os. La puesta en marcha del Tratado hoy �como asimismo se consign�- no resolver� nuestras dificultades inmediatas, ni pol�ticas, ni econ�micas. Pero la verdadera proeza consiste en que tengamos la visi�n y la fortaleza para aprovechar los nichos de cooperaci�n que entrega el convenio. Si no damos ese salto con decisi�n, nos quedaremos solamente en 15 por ciento de incremento en las exportaciones y con la certeza de que la Uni�n Europea no limitar� su expansi�n s�lo a Chile. Es inevitable que ese bloque de pa�ses, por el principio de globalidad, por la demanda de la globalidad, inicie negociaciones tambi�n con otros Estados de Am�rica Latina: Argentina, Brasil, M�xico, que cuentan con excelentes potencialidades y con una excelente posibilidad de integrarse exitosamente en la globalizaci�n. Se�ora Ministra, la felicito por la decisi�n, porque le reitero a todo su equipo, a nuestra Comisi�n, que llegamos nada m�s que a la hora de la verdad, y nos deseamos todos la mejor de las suertes. Voto que s�. El se�or HORVATH.- Se�or Presidente, sean mis primeras palabras para valorar el Acuerdo de Asociaci�n de Chile con la Uni�n Europea, sobre todo porque cubre aspectos tan amplios como el econ�mico, el pol�tico y el de la cooperaci�n. Lo pol�tico tambi�n se abre a los Poderes del Estado, incluido el Legislativo, y asegura necesarios procesos de gobernabilidad, transparencia, afianzamiento de la democracia, que tanta falta hace en Latinoam�rica. En cuanto a la cooperaci�n, conviene seguirla muy de cerca, por toda la experiencia del pasado y lo que se debe corregir hacia el futuro, en el sentido de que deben existir procedimientos claros y proyectos bien evaluados. El trabajo, el Acuerdo, los alcances del instrumento y las oportunidades que se abren son fruto de una larga labor de la Canciller y de su equipo de trabajo, y de las especiales condiciones que ha logrado Chile en su sector p�blico y privado. Respecto de las oportunidades, cabe hacer notar que en nuestro pa�s se requiere un cambio de mentalidad. Debe existir una pol�tica interna -como ha sido se�alado en el Congreso Nacional- para afianzar a las personas, a las Regiones, a las empresas, con reglas de juego claras. Y ese compromiso pasa no solamente al Gobierno, sino tambi�n al propio Parlamento. Ello se relaciona con una serie de iniciativas, vinculadas, por ejemplo, con la Ley sobre Bases Generales del Medio Ambiente, con el ordenamiento territorial, de modo de poder afianzar nuestras inversiones y tambi�n las que se efect�en junto con la Uni�n Europea. Es preciso que se garantice una suerte de movilidad social. La v�a asistencial, como la evaluada en el caso de INDAP, no genera frutos, sino m�s bien estancamiento. Necesitamos que las personas vayan creciendo, que dispongan de alternativas para irse abriendo oportunidades internamente, a fin de poder realmente competir. Y esa movilidad social debe ser traspasada al sector agr�cola, a la pesca, a la ganader�a, a las peque�as y medianas empresas, al sector forestal y al turismo. La institucionalidad propuesta tambi�n es novedosa. A mi juicio, todav�a no resulta tan clara como en el caso del Tratado de Libre Comercio con Canad�, que establece precisos procedimientos en lo referente a los aspectos laborales y ambientales. Y eso impide, por ejemplo, acusaciones de dumping. En ese sentido, tambi�n se requerir� un seguimiento acucioso del instrumento en an�lisis. Quisiera referirme a un punto que no se ha se�alado, tal vez, con el suficiente �nfasis, en la parte agr�cola y ganadera. La verdad es que Chile nunca podr� competir en cantidad -y menos con el grupo de pa�ses de que se trata-, pero s� puede hacerlo en calidad. Al respecto, se deben afianzar los elementos que nos distinguen, por geograf�a, por cultura y por aspectos que todav�a podemos desarrollar a tiempo en cuanto a lograr producciones limpias, naturales y org�nicas. Es importante que los sellos, las identidades de nuestros productos -m�s all�, incluso, de lo agr�cola y ganadero-, sean afianzados tambi�n en los derechos de propiedad intelectual. Ello no ser� algo menor, sobre todo a la luz del art�culo 168 del Acuerdo, que somete la cuesti�n a las normas internacionales m�s elevadas o exigentes. Lo expuesto resulta reforzado con el ingreso de pa�ses de Europa Central a la Uni�n Europea. En el a�o en curso lo har�n Hungr�a, Polonia y la Rep�blica Checa. Y son justamente los productos de sus �reas agr�cola y ganadera, de sus peque�as y medianas industrias, incluso el vino, los que entrar�n fuertemente en competencia con los similares chilenos. A esto debemos sumar la pol�tica sistem�tica, aqu� mencionada, de subsidios que se aplica al sector agr�cola ganadero en la Uni�n Europea (no s�lo por sus alcances econ�micos, sino por razones de estrategia o culturales), la que reconocen derechamente como una pol�tica de Estado sistem�tica. Como lo ha se�alado la se�ora Ministra, la realidad de este campo en Europa no es f�cil para ellos. Tenemos todav�a presente el caso de las vacas locas, las contaminaciones a las cuales se ven enfrentados, la fiebre aftosa, el caso de infecciones en bovinos y ovinos, y, adem�s, una producci�n que claramente no es natural: muy estabulada, por as� decirlo, muy tecnol�gicamente desarrollada, pero que pierde toda la gracia de lo natural. Si a esto sumamos una pol�tica definida de Europa en cuanto a tratar de evitar, y, por �ltimo, dejar la decisi�n a los consumidores de los productos transg�nicos o de los que son gen�ticamente modificados, entramos necesariamente en una pol�tica que en nuestro pa�s tiene que ser reforzada para nuestras propias identidades. As�, respecto del ecoetiquetado, no bastar� con que ellos lo exijan y nosotros lo cumplamos, sino que es algo que tenemos que aprender a hacer en el interior de nuestro pa�s. Debemos prepararnos y tambi�n certificar la producci�n limpia, natural y org�nica; el no uso de las hormonas; todo el bienestar animal; el etiquetado de los organismos gen�ticamente modificados, y las normas de origen. En este sentido, tenemos desaf�os internos bastante fuertes. Ahora, en lo tocante a los transg�nicos, estamos por firmar un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, que mantiene una pol�tica exactamente opuesta, y nos vamos a ver inundados con productos de esta especie, como de hecho hoy en d�a lo estamos, aunque no lo sabemos, en la esfera de nuestros consumidores. Creemos que hay un enorme espacio de nuestro pa�s, sobre todo en una visi�n positiva de las �reas m�s aisladas, donde la producci�n natural y la org�nica pueden abrirse un sitio notable en cuanto a precio en el mercado europeo y en el futuro mercado tanto del norte de Am�rica como de Asia. Queremos reforzar un cap�tulo especial en lo que se refiere a la soberan�a chilena en las 200 millas de la zona econ�mica exclusiva, y toda la proyecci�n que tenemos en el mar presencial. Aqu� ha habido visiones todav�a no del todo aclaradas, pese a que la se�ora Ministra ha sido bastante enf�tica en se�alar que esta soberan�a no se pone en juego. Sin embargo, se requiere una necesaria precisi�n a trav�s de declaraciones interpretativas. En esto persiste todav�a un problema que no ha sido resuelto. Y, a juicio de los propios empresarios y de los trabajadores existe todav�a incertidumbre para la industria y la soberan�a nacional. En general, el cap�tulo sobre la pesca no es aceptable para ese sector. Contiene concesiones a la Uni�n Europea en materia de inversiones privilegiadas para las empresas del propio bloque, correspondientes a los l�mites de la actual Ley de Navegaci�n en materia de aranceles. Si se revisa esto, en verdad los pesqueros son, lejos, los que salen peor en la aplicaci�n de este Acuerdo. Tambi�n en materia de reglas de origen. Estas �ltimas requieren tambi�n de un comentario preciso. El Acuerdo hace excepci�n a lo normal en lo relativo a reglas de origen, que com�nmente establecen la posibilidad de que el Estado ribere�o d� el origen para los peces en donde existen derechos soberanos: en el territorio, en el mar territorial de las doce millas, en la Zona Econ�mica Exclusiva de las 200 millas, como he se�alado. El Tratado efectivamente dispone que el origen estar� dado por la bandera del barco desde la costa. Sin embargo, una nota al pie dispone que tal regla no se aplicar� en la zona econ�mica de 200 millas en tanto no exista transferencia de derechos soberanos. Esta f�rmula acordada, una evidente transacci�n pol�tica, no es tan clara. Podr�a querer decir, en determinada interpretaci�n que nos conviniera, que en tanto no exista un acuerdo que transfiera los derechos pesqueros vigentes en las 200 millas, el ribere�o conserva su soberan�a. Para que tal regla fuese aceptable, a juicio del sector y nuestro, se requerir�a, primero, una declaraci�n de Chile y de la Uni�n Europea respecto de la plena vigencia de la Convenci�n de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, de la que ambos somos parte, incluida la plena vigencia de los derechos soberanos hasta las 200 millas (esto se hizo y se entiende como parte del Acuerdo); y, segundo, una declaraci�n interpretativa de Chile que reafirme y precise lo anterior, puntualizando que rigen plenamente los derechos del ribere�o hasta las 200 millas, en tanto no haya transferencia de derechos pesqueros; que la norma sobre origen tiene car�cter t�cnico y no sienta un precedente de lo convenido sobre estas normas de origen. Por tanto, el Tratado debe requerir necesariamente la presencia de esas dos declaraciones para nuestra aprobaci�n, como de hecho se ha se�alado por varios Parlamentarios, particularmente de Renovaci�n Nacional. Ello es necesario para proteger no s�lo nuestra pesca, sino tambi�n la Zona Econ�mica Exclusiva de las 200 millas, que triplica la superficie de nuestro territorio. De hecho, la formulaci�n de una declaraci�n interpretativa es un derecho de cada parte, cuyo ejercicio no puede ser objetado por la otra, y tampoco �a nuestro juicio- es pol�mico. Precisa s�lo el entendimiento con que la parte que la formula entra al Tratado. En cambio, el no presentarla implica la renuncia t�cita a este derecho y la exposici�n a futuros litigios con empresas europeas. En este sentido, en el propio informe (p�gina 235) hay un compromiso por parte del Ministerio en la materia. Muchas de estas inquietudes estar�an claramente superadas si se acudiese al texto del art�culo 62 de la Convenci�n de Derechos del Mar, ya se�alada. Dicha norma establece que el Estado ribere�o puede dar acceso a otros Estados al excedente de captura permisible, mediante acuerdos u otros arreglos. �stos son los derechos soberanos susceptibles de transferencia. Agrega que �sta s�lo puede hacerse dentro de un marco de acatamiento a las medidas de conservaci�n y dem�s modalidades y condiciones establecidas en las leyes y reglamentos del Estado ribere�o. �sos son los derechos de soberan�a inalienables o no transferibles. Finalmente, como es sabido, la pol�tica del Estado chileno excluye la consideraci�n de cualquier tipo de acceso a la pesca en la zona econ�mica exclusiva, lo que no altera la circunstancia de hacer tales transferencias leg�timas, siempre que se concreten de conformidad con los principios se�alados. De acuerdo con estas nociones, una Comisi�n, designada incluso por el Subsecretario de Relaciones Exteriores, redact� un texto que fue aprobado por dicha autoridad, y se supon�a que ser�a firmado por la Ministra se�ora Alvear para ser presentado junto con nuestra contraparte en Bruselas al momento de firmar el Acuerdo, compromiso que, por los antecedentes que tenemos, no se ha cumplido. Por �ltimo, existen razones que aconsejan precisar qu� ocurre en materia de soluci�n de controversias. No hay que olvidar que tenemos una, suspendida, con la Uni�n Europea sobre el pez espada. El acuerdo establece un resguardo para los mecanismos de otros acuerdos, que vinculan a las partes en materias no normadas por el Tratado. No obstante, esta redacci�n no resuelve el asunto de la prelaci�n o compatibilizaci�n con los mecanismos de entendimiento para la soluci�n de diferencias de la Organizaci�n Mundial de Comercio. Por otra parte, debo se�alar la necesidad de revisar con m�s profundidad el asunto en cuanto a lo que sucede al interior de las Regiones. Aqu� se ha especificado bastante bien, y con cifras, que �stas no est�n igualmente preparadas para competir con un centralismo que en toda cifra resulta objetivamente asfixiante; y esto no solamente comparando la competitividad, los indicadores de calidad de vida, las condiciones para establecer las actividades productivas; sino que el fen�meno se amplifica si la comparaci�n se hace entre comunas. Ahora, si revisamos el caso particular, se comprobar� que se ha hecho un trabajo bastante detallado por parte de la Canciller�a en lo que se refiere a los efectos econ�micos por Regiones. En la de Ais�n se se�ala este particular esfuerzo para acceder en la producci�n de ovinos (se ha hecho hist�ricamente con otras especies, como es el caso de la liebre) a la Uni�n Europea. Esto se hizo incluso antes del Tratado. Sin embargo, el sector estatal no ha trabajado en la misma l�nea. De hecho, incluso ha levantado las oficinas p�blicas de SACOR y las ha trasladado a Magallanes, dejando frenado todo un procedimiento para recuperar la masa ovina, bovina, establecer una planta de procesos y cumplir con estas normas de la Uni�n Europea. Si se revisan, por ejemplo, los acuerdos en el sector pesquero de la Regi�n de Ais�n, la verdad es que son m�s que exiguos. En el caso de la merluza austral, se abre una cuota de cinco mil toneladas, con una desgravaci�n, solamente para esa cuota, a diez a�os. Si se examina la totalidad de la captura (son veintis�is mil toneladas) y el valor que esto tiene, obviamente que el efecto es m�nimo. No deja de llamar la atenci�n, por ejemplo, la cifra de 40 toneladas para el salm�n, que en el universo de nuestra producci�n y explotaci�n, y sobre todo en una perspectiva a futuro, en la pr�ctica resulta poco significativa, a menos que se tenga una lectura equivocada de este aspecto. El Acuerdo en lo concerniente al sector pesquero, en verdad habla de cantidad de especies, pero no las valoriza econ�micamente. Por ejemplo, se ha se�alado que hoy todos los productos de reducci�n tienen arancel cero para entrar a la Uni�n Europea. Por lo tanto, lo relativo a esta materia debe analizarse con m�s acuciosidad, por los efectos que va a producir en cada una de las Regiones de Chile, para lo que debemos prepararnos. Insisto en esto, que es clave. Es un gran desaf�o y un gran logro haber llegado a este Acuerdo en las �reas pol�tica, econ�mica y tambi�n en las de colaboraci�n y cooperaci�n. Por estas razones, y con las aprensiones que he se�alado, votar� a favor. El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Honorable se�or Fern�ndez. El se�or FERN�NDEZ.- Se�or Presidente, el Acuerdo con la Uni�n Europea realmente es un instrumento que va a significar un importante aporte para el desarrollo de nuestro pa�s. Por eso, celebramos su suscripci�n. Pensamos que va a permitir que Chile complete su desarrollo econ�mico y, adem�s, liberalice distintos sectores que hoy todav�a deben ser abordados con un criterio diferente. La defensa y promoci�n de una econom�a libre, abierta y moderna, en mi opini�n, es uno de los pilares de nuestro desarrollo. El Acuerdo viene a corroborar esa l�nea de acci�n iniciada hace ya m�s de veinte a�os y que, en definitiva, ha permitido a nuestro pa�s distinguirse muy claramente respecto de las dem�s naciones del continente. El Acuerdo con la Uni�n Europea tambi�n constituye un respaldo a toda nuestra institucionalidad, muchas veces cuestionada, pero que, en definitiva, el mundo ha sabido apreciar debidamente por la seriedad y responsabilidad con que Chile ha llevado su proceso institucional. Es obvio que los anteriores constituyen logros que no corresponden a un sector determinado, sino al pa�s entero. Por lo tanto, es indispensable que ellos sean adecuadamente considerados y -lo m�s importante- debidamente resguardados. Porque �stos han sido los motivos fundamentales que han permitido alcanzar un Acuerdo de esta naturaleza, que ha distinguido a Chile respecto de otros pa�ses: una institucionalidad democr�tica y un sistema econ�mico libre y abierto, que permite abiertamente la competencia. Ello nos obliga a no conformarnos con el Acuerdo �que celebro y que aprobar�-, sino que debiera ser el punto de partida para iniciar otros cambios y desaf�os que son indispensables para que �l pueda producir efectos. Ello har� necesario introducir modificaciones sustanciales en nuestro sistema judicial en lo relativo a la legislaci�n comercial, civil y en los procedimientos correspondientes ante los tribunales. Se ha efectuado una gran reforma al sistema penal. Ahora va a ser necesario, urgente e indispensable completar la reforma judicial. Del mismo modo, en lo que dice relaci�n a la educaci�n, Chile no puede quedarse atr�s. Obviamente, no puede pretender competir con nuestros socios de la Uni�n Europea en todos los campos, pero s� estrechar la brecha educacional y tecnol�gica que nos separa, que es la que en definitiva marca la diferencia de desarrollo entre un pa�s y otro. Por eso, en el tema educacional y tecnol�gico, debemos destinar mayores recursos, inversi�n y esfuerzos para lograr una mejor posibilidad de igualdad de oportunidades dentro del pa�s para todos los chilenos. Porque es sabido que esa diferencia tecnol�gica y de educaci�n que se produce con respecto a otras naciones tambi�n se genera al interior de la nuestra. Y hay diferencias muy apreciables entre unas y la otra. La existente en nuestro medio con relaci�n a Europa debe ser un elemento muy importante de considerar frente a los esfuerzos por hacer, a fin de dar educaci�n y tecnolog�a no s�lo para los efectos de una mejor competitividad desde el punto de vista laboral, sino tambi�n para un desarrollo espiritual y social de nuestra sociedad. En la medida en que podamos avanzar en dicha materia, iremos eliminando la brecha tan amplia que nos separa de Europa. En lo tocante a nuestra legislaci�n laboral, aun cuando no se se�ale expl�citamente ni se diga en forma expresa que debemos efectuar modificaciones, creo que las circunstancias van a obligar a que Chile introduzca cambios fundamentales en sus leyes laborales, no para privar de beneficios a los trabajadores o para establecer normas que puedan significar desmedro de sus derechos leg�timamente adquiridos, sino para los efectos de estatuir procedimientos que permitan una mayor flexibilidad laboral, lo que obviamente puede traer consigo modificaciones sustanciales de otras normas. Repito: no se trata de privar de derechos, sino de adaptar �stos a una sociedad moderna y din�mica, con una dimensi�n distinta en lo laboral. Los anteriores son algunos de los aspectos que deber�n ser modificados, sin perjuicio de aquellos que todav�a permanecen rezagados dentro de nuestra legislaci�n econ�mica y que guardan relaci�n con los servicios, al �rea bancaria y de seguros, etc�tera, todo lo cual significar� un importante desaf�o para nuestro pa�s. En cuanto a la Regi�n que represento, el Acuerdo con la Uni�n Europea resulta especialmente beneficioso. Lo celebro, porque tambi�n beneficiar� a la Duod�cima Regi�n. Para ella representa una liberaci�n de aranceles respecto del principal producto de exportaci�n, el metanol, que es lejos el de m�s valor. Las exportaciones de metanol significan m�s de 300 millones de d�lares al a�o. Las que las siguen, relacionadas con la pesca o con la ganader�a, apenas alcanzan a los 10 millones de d�lares. De tal manera que, si bien en t�rminos de ocupaci�n de mano de obra no tiene la importancia de otras actividades -como el comercio, la industria, la ganader�a y el petr�leo-, no es menos cierto que el producto en cuesti�n ocupa un lugar trascendente. Por otra parte, asist� recientemente a la inauguraci�n del estudio de una nueva planta �el cuarto tren de metanol-, que va a significar una inversi�n de m�s de 300 millones de d�lares. En lo b�sico, tendr� relaci�n con la liberaci�n de derechos. Probablemente, se habr�a hecho igual, pero no tan pronto ni con tanto entusiasmo e inter�s de no existir al respecto un acuerdo con la Uni�n Europea. Otro tanto sucede con la carne ovina, que en mi Regi�n tiene tambi�n ventajas comparativas de gran significaci�n. De 3 mil toneladas que se exportan en la actualidad, se aumentar� en 2 mil y en 10 por ciento cada a�o, lo cual va a significar un aporte muy importante para uno de nuestros productos tradicionales, que ha sido realmente apreciado en Europa y que por las barreras de las cuotas no hab�a podido desarrollarse suficientemente, sin perjuicio de los beneficios que esto pueda representar para otro tipo de exportaciones. Por eso, quiero expresar mi satisfacci�n y tambi�n felicitar a la se�ora Ministra, al Embajador se�or Rosales y a todo su equipo de trabajo por el esfuerzo desplegado. Sabemos lo dif�cil que es lograr un acuerdo de esta naturaleza en materia econ�mica, especialmente con tantos pa�ses que tienen a veces visiones que pueden ser incluso distintas de la nuestra, y con particularidades que muchos de ellos van a querer expresar, probablemente, al momento de tener que ratificar, cuando proceda, algunas de las normas de este Tratado. De all� la dificultad y la importancia del Acuerdo que nos ocupa. Junto con el que pronto se suscriba con los Estados Unidos, cuando entren en vigencia, van a ser hitos realmente memorables en el desarrollo econ�mico de Chile. Por eso, gustoso dar� mi voto de aprobaci�n al proyecto de acuerdo. El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Honorable se�or Stange. El se�or STANGE.- Se�or Presidente, en primer t�rmino, felicito a la comisi�n formada por el Ministerio de Relaciones Exteriores, y especialmente a la se�ora Canciller, do�a Soledad Alvear, por este logro diplom�tico que, sin duda alguna, coloca a Chile en un lugar destacado ante la comunidad mundial, pues la Uni�n Europea y sus Estados miembros, representan hasta ahora la principal fuente de cooperaci�n internacional que recibe, en teor�a, a nuestro pa�s como socio, lo que constituir� de inmediato un gran desaf�o. Si complementamos el Acuerdo con los ya firmados con Corea del Sur y el que est� por materializarse con los Estados Unidos de Norteam�rica, deber�amos resaltar el desarrollo que esto pueda representar a futuro para nuestro pa�s en general, lo que ser� interesante discutir en el contexto de la globalizaci�n mundial. No hay lugar a dudas de que sectores productivos de nuestro pa�s se ver�n favorecidos; pero, en cambio, hay otros respecto de los cuales tengo aprensiones, como el pesquero y el agr�cola. En el sector pesca, debido al permanente inter�s que tienen los pa�ses europeos para operar en nuestras costas, tengo que representar que la tra�da de capitales extranjeros puede privar a futuro gran parte del acceso de firmas chilenas a los productos del mar. Por lo tanto, es imprescindible precisar con claridad los alcances y consecuencias del Tratado en este aspecto. Debo referirme, en forma especial, al sector agr�cola, por cuanto en los �ltimos meses y semanas se ha sellado el futuro de la agricultura chilena. Esto, porque por un lado se ha abierto a los productos chilenos un extraordinario mercado de millones de consumidores; y por otro, ello significar� que los productos nacionales van a estar sometidos a severas especificaciones t�cnicas y condiciones de calidad, conforme a las normas establecidas en el Acuerdo, las cuales no ser�n f�ciles de cumplir en el corto plazo por Chile. Nuestros productos agr�colas de exportaci�n se han de enfrentar en el comercio internacional a una dura competencia que exigir� la presencia de trabajadores de alta especializaci�n. A este respecto, cabe se�alar que precisamente los que cumplen labores agr�colas corresponden al sector que tiene la educaci�n m�s deficiente. Es cierto que Chile goza de un clima envidiable, y que mientras en Europa reina el crudo invierno, nosotros podemos disfrutar de sol y de la cosecha de productos agr�colas. Pero estas condiciones favorables de competencia de nuestro pa�s la han equilibrado en gran parte los industrializados, mediante la introducci�n de tecnolog�a de punta, inform�tica y una agricultura subsidiada, transg�nica y biorg�nica. �sa es la diferencia entre los pa�ses industriales y Chile, pues aqu�llos comprendieron hace tiempo que el nuevo concepto de agricultura exige trabajadores de calificaciones sobresalientes, especializados en distintas actividades. El trabajo del empleador agr�cola se asemeja cada vez m�s al de gerentes de comercio o inversionistas, a los que se les exigen conocimientos en el campo t�cnico, financiero e industrial. La pregunta que surge entonces es si existe en nuestro pa�s la infraestructura suficiente para ense�ar o entrenar a futuros empresarios agr�colas. Las estad�sticas no son muy alentadoras. Chile particip� en 1998 en el Segundo Censo Internacional sobre Alfabetizaci�n de Adultos. Este foro valor� los conocimientos b�sicos; es decir, no solamente la capacidad de leer y escribir, sino tambi�n la de comprender los contenidos de los textos y la capacidad para utilizarlos en la pr�ctica. De 19 pa�ses participantes, ocupamos el �ltimo lugar. �sa es la inquietud que debo dar a conocer. En la D�cima Regi�n Sur, que represento en el Senado, de las 27 comunas que la componen, tengo antecedentes s�lo de 17. En ellas hay 421 establecimientos municipalizados, distribuidos de la siguiente manera: 20 son de ense�anza media; 53 de k�nder a octavo b�sico; 85 de primero a octavo b�sico, y 259 de primero a sexto b�sico. La mayor�a son unidocentes. O sea, nos encontramos con que seis a�os de estudios de gran parte de nuestros compatriotas se enfrentan a doce o catorce de los extranjeros. Tal informaci�n indica la poca posibilidad que tiene un importante n�mero de los hijos de trabajadores agr�colas de perfeccionar sus estudios. Por lo tanto, se vuelve al cultivo tradicional en peque�a escala y en microfundos. En cambio, en los pa�ses industriales, se lleva la ense�anza y la especializaci�n directamente al lugar de trabajo de los agricultores y se adecua, entonces, su perfeccionamiento a las faenas, permitiendo visualizar mejor futuro. Es necesario insistir en que nuestro pa�s debe definir claramente una pol�tica de Estado que permita superar esos inconvenientes de cultura, a fin de poder competir en buena forma con las naciones europeas. Mientras eso no ocurra y no se haga algo para solucionar a corto plazo tales inconvenientes, los grandes o peque�os empresarios agr�colas chilenos estar�n en desventaja abrumadora frente a los pa�ses de la Comunidad Europea. �sa es la experiencia que lamentablemente tenemos con el MERCOSUR, que en su tiempo fue la gran esperanza para el sector sur del Continente, y que el a�o reci�n pasado arroj� d�ficit comercial para nuestro pa�s. La Regi�n que represento se caracteriza, especialmente, por la producci�n de leche, carne y papas. Lamentablemente, no se menciona en el Tratado al sector l�cteo; los otros productos figuran en peque�as cantidades. No cabe duda de que hay otros aspectos interesantes de este Acuerdo; pero tengo el convencimiento de que para el sector agr�cola significar� mayor emigraci�n de los campesinos a las ciudades, con lo cual se perjudicar� la producci�n de alimentos b�sicos para nuestro propio pa�s. Resulta imprescindible, entonces, que el Gobierno desarrolle un efectivo plan estrat�gico para ayudar a transformar, con urgencia, la falencia cultural de nuestro mundo campesino y programar presupuestos para subsidiar al sector agr�cola, ayudando, en esta forma, al definitivo desarrollo de esta importante actividad. Por lo tanto, por los efectos positivos que puede tener el Tratado, pero a la vez en consideraci�n a las desventajas que representa para el sector agr�cola, me abstengo. El se�or SABAG.- Se�or Presidente, no cabe duda de que el Acuerdo de Asociaci�n con la Uni�n Europea constituye un reconocimiento expl�cito ante el resto del mundo de que Chile es un pa�s serio, confiable; que honra sus compromisos; que tiene una econom�a sana; que es transparente y que presenta bajos niveles de corrupci�n; que posee una pol�tica econ�mica ajustada a los c�nones del libre mercado; donde impera un sistema pol�tico consolidado y en que se respetan sus tradiciones democr�ticas y operan soberanamente los Poderes del Estado. Pienso que, en general, el pa�s se beneficiar� con este Acuerdo con la Uni�n Europea, pues, al abrir un mercado de m�s de 371 millones de habitantes con un alto poder adquisitivo, con un ingreso de 23 mil euros per c�pita y con una econom�a, en conjunto �como se ha se�alado-, 113 veces mayor que la nuestra. El Acuerdo comprende tres grandes esferas: la asociaci�n de car�cter pol�tico y econ�mico, la liberalizaci�n comercial y la cooperaci�n para el desarrollo, al margen, naturalmente, de mantener, fortalecer e incrementar en el tiempo las estrechas relaciones con los pa�ses miembros. El Tratado abre posibilidades ciertas de aumentar el desarrollo social que debe acompa�ar a todo crecimiento econ�mico; la protecci�n al medio ambiente y el respeto a los equilibrios ecol�gicos; el compromiso con la protecci�n de los derechos humanos, y la plena vigencia de la democracia como �nica forma apropiada de participaci�n ciudadana. No obstante las explicaciones dadas en relaci�n con las dudas que genera el Acuerdo en cuanto al tema de la pesca, entre otros, resulta claro para nosotros que la soberan�a exclusiva sobre las 200 millas no est� sujeta a objeciones, lo cual fue ratificado, adem�s, con la nota de intercambio en que se menciona la "transferencia de derechos soberanos", con lo cual la Uni�n Europea reconoce que Chile tiene derechos soberanos sobre la Zona Econ�mica Exclusiva. Ello implica un avance para nuestro pa�s, en la medida en que obtiene un reconocimiento del ejercicio de la plenitud de su soberan�a sobre dicha Zona Econ�mica Exclusiva. En efecto, la CONVEMAR (Convenci�n de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar), en su art�culo 56, reconoce una soberan�a econ�mica sobre las doscientas millas limitada a cuatro derechos: explorar, explotar, conservar y administrar. A este respecto, se negoci� una declaraci�n conjunta relativa al Anexo III, lo que consta en el Acta Final, firmada el 18 de noviembre de 2002. Con relaci�n a los productos agr�colas, existe tambi�n gran incertidumbre, pues la competencia resulta muy inequitativa, debido a los enormes subsidios que se otorgan en la Uni�n Europea a los agricultores, que llegan a 70 mil millones de d�lares anuales. El Tratado implica un desaf�o muy grande, y creo que los peque�os y medianos agricultores son los m�s desprotegidos, por lo que solicito un apoyo especial, a trav�s de pol�ticas de fomento, asociatividad, capacitaci�n y asistencia en comercializaci�n. Para la Regi�n del Biob�o, que represento en el Senado, el Acuerdo con la Uni�n Europea abre importantes oportunidades. De los diez productos m�s exportados por la Regi�n, s�lo un 40 por ciento ya ten�a arancel cero. En el 60 por ciento restante encontramos desgravaci�n inmediata y entre siete y diez a�os. Los productos beneficiados con un desgravamen inmediato son las maderas contrachapadas; la mosqueta, fresca o seca, incluso cortada; los tableros de fibra de madera y los dem�s papeles y cartones, multicapas, los cuales estaban gravados con aranceles de 7, 3, 7 y 3,6 por ciento, respectivamente. Las exportaciones de esos bienes alcanzaron a 27 millones de d�lares en 2001. La desgravaci�n entre siete y diez a�os para los filetes de merluza congelados -que en la actualidad poseen un arancel de 15 por ciento- es tambi�n muy beneficiosa para la Regi�n. Las dem�s carnes de merluza congelada, excepto los filetes, que hoy pagan un arancel de 15 por ciento, tendr�n un arancel cero dentro de siete a�os. Sus exportaciones llegaron a 23 millones de d�lares en 2001. Estudios especiales de la DIRECON (Direcci�n General de Relaciones Econ�micas Internacionales) para el sector agropecuario muestran que las exportaciones de la Regi�n del Biob�o a la Uni�n Europea debieran elevarse en 18 millones de d�lares gracias al Tratado. La mayor parte vendr�a de productos congelados (6 millones de d�lares), seguido por conservas (4 millones de d�lares) y frutas (3 millones de d�lares). Entre las posibles nuevas exportaciones figuran los ar�ndanos, las cerezas, los berries y las provenientes de vi�edos. Otros productos regionales con buenas expectativas ser�an las carnes rojas y los l�cteos (en especial los quesos). La cuota anual de mil toneladas libres de aranceles con que comenzar�a el Acuerdo equivale a 15 por ciento de la producci�n regional de carne bovina. Ante un Tratado de esta magnitud, resulta de la mayor relevancia difundir sus contenidos a todos los sectores involucrados. Sin embargo, el trabajo m�s importante lo constituir� la buena administraci�n del instrumento, donde deber�n tener especial participaci�n los Ministerios de Agricultura, de Econom�a, de Hacienda y, naturalmente, de Relaciones Exteriores. Antes de terminar, deseo dejar expresa constancia de mis felicitaciones muy sinceras a los Gobiernos de los Presidentes Aylwin, Frei y Lagos, que otorgaron el impulso para llegar a estos importantes acuerdos. En forma muy especial, congratulo a la Ministra de Relaciones Exteriores, se�ora Soledad Alvear, que con su inteligencia, tenacidad y profesionalismo hizo posible no tan s�lo este Acuerdo, sino tambi�n los alcanzados con Estados Unidos y Corea del Sur. Asimismo, felicito al se�or Director General de Relaciones Econ�micas Internacionales, don Osvaldo Rosales, y a todos los profesionales de la Canciller�a que participaron en la elaboraci�n de este Tratado, que tantas expectativas y esperanzas abre para el pueblo de Chile. Voto a favor. El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador se�or Novoa, �ltimo orador inscrito. El se�or NOVOA.- Se�or Presidente, en primer lugar, creo que el Tratado es muy favorable para Chile. Le permite profundizar una asociaci�n con la Uni�n Europea, con todas las ventajas que ello implica. Al mismo tiempo, consolida una estrategia de inserci�n en el mundo, sobre la base de un modelo de desarrollo econ�mico fundado en la libre empresa y en la apertura de los mercados. Esta consolidaci�n de las pol�ticas que han inspirado a distintos gobiernos, y que han regido en Chile ya por un cuarto de siglo, ciertamente ser� algo muy positivo para el pa�s. Pero, por cierto, impone grandes desaf�os. Celebrar tratados de libre comercio con la Uni�n Europea; mantener este tipo de acuerdos con Canad�, con M�xico y, posteriormente, con Estados Unidos; el hecho de que Chile juegue en las ligas mayores en materia de relaciones comerciales internacionales, obviamente, comprende grandes desaf�os. Se ha mencionado ac� -y s�lo quiero reiterarlo- la importancia que debemos dar hacia delante a la educaci�n, a la capacitaci�n, a la formaci�n de h�bitos correctos. Es fundamental el sentido de responsabilidad en el cumplimiento de las obligaciones, tener preocupaci�n permanente por la calidad de nuestro servicio y nuestros productos. Pero tambi�n es muy importante, sobre todo en este Acuerdo con la Uni�n Europea, lograr desarrollar a la peque�a y mediana empresas de manera que ocupen las posibilidades que el Tratado brinda. Un tercer aspecto que estimo relevante abordar consiste en la revisi�n y ordenamiento de la normativa medioambiental existente en Chile. A mi juicio, tenemos un caos en materia de legislaci�n medioambiental. Al carecer de normas claras, podemos ser v�ctimas de la aplicaci�n de acuerdos que, casi por definici�n o necesidad, son muy gen�ricos. En el Acuerdo con la Uni�n Europea se habla de declaraciones que tienden, por ejemplo, a proteger la vida y salud animal y de las plantas. Obviamente, la preocupaci�n por esos aspectos es muy loable. Sin embargo, la forma como se lleve a la pr�ctica depender� mucho de nuestra legislaci�n interna, de normas claras y, por cierto, exigibles, pero, al mismo tiempo, del establecimiento preciso de las obligaciones que vamos a imponer en esas materias. Todo acuerdo debe analizarse en el conjunto de los temas de que trata; todos los convenios tienen aspectos positivos y negativos. Siendo los positivos mucho m�s numerosos que los negativos, quiero efectuar un par de comentarios sobre algunos puntos que generan siempre controversia. Evidentemente, habr� sectores afectados, que deber�n enfrentar una competencia m�s dura. Pero ni siquiera respecto de �stos se puede decir que todo es negativo. Porque cuando existe la posibilidad de que entren productos a Chile a precios m�s baratos, los consumidores se benefician. Y esto, incluso, se aplica en el campo agr�cola. Por cierto, es conveniente y deseable que miles y miles de familias chilenas, especialmente las m�s pobres, tengan acceso a bienes alimenticios, ojal�, al m�s bajo precio posible. Sin duda, es preciso combinar ese bien deseado con los problemas que puedan afectar a un sector amplio, que es el agr�cola. Algunas regiones viven de la agricultura, existe toda una cultura vinculada con el campo y hay miles y miles de personas cuya fuente de trabajo depende de que esta actividad funcione bien en nuestro pa�s. Al respecto, quiero se�alar dos cosas. En primer lugar, debe hacerse un balance en el �mbito agr�cola. Muchos sectores ser�n enormemente beneficiados con estos tratados de libre comercio; otros, se ver�n perjudicados, y habr� que buscar la mejor manera de apoyar estos �ltimos. En segundo t�rmino, deseo hacer una prevenci�n sobre esta materia, en el sentido de que no debemos caer en el error de atribuir a los tratados de libre comercio los problemas que puedan afectar a algunos sectores agr�colas. Quiz�s no tenemos las ventajas comparativas adecuadas en alg�n tipo de producciones; probablemente influyen otros factores. Por lo tanto, creo que del an�lisis se desprende que el Tratado presenta m�s ventajas que desventajas; e incluso en los aspectos negativos puede haber facetas positivas. Deseo hacer un breve comentario respecto de los efectos de �ste y otros convenios. Por de pronto, no podemos esperar un efecto inmediato, pues los tratados de libre comercio producen resultados en el mediano y largo plazo. En alg�n momento de entusiasmo se plante� que era probable que nuestro pa�s comenzara a generar empleos y gran actividad econ�mica una vez que este Acuerdo entrara en vigor. Sin lugar a dudas, en el mediano y largo plazo eso se va a producir; pero los problemas que hoy d�a afectan a nuestra econom�a deben abordarse con decisi�n y adoptando otro tipo de pol�ticas. Y reitero: no vamos a tener efectos inmediatos por la entrada en vigencia de �ste u otro tratado de libre comercio. Finalmente, deseo destacar la labor �ya se ha mencionado ac�- de los equipos negociadores y la colaboraci�n muy estrecha que ha existido entre los sectores p�blico y privado. �sa es, evidentemente, una raz�n que explica el �xito de estas negociaciones. Tambi�n quiero poner de relieve la disposici�n de todos los sectores pol�ticos a trabajar en este Acuerdo con esp�ritu de pa�s. En �l est�n involucrados y han primado los intereses del pa�s. Y frente a estas materias, como en general respecto de casi todos los asuntos que tienen que ver con nuestras relaciones internacionales, no proceden -y no se dan- divisiones fundadas en razones pol�ticas. Creo que todos hemos comprendido que el Tratado es conveniente para el desarrollo de Chile. Por eso han trabajado unidos la Oposici�n y el Gobierno, lo que constituye una garant�a de que en este tipo de acuerdos se ha pensado siempre en lo mejor para el pa�s. Voto que s�. El se�or HOFFMANN (Secretario).- �Alg�n se�or Senador no ha emitido su voto? El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Terminada la votaci�n. --Se aprueba en general y en particular el proyecto de acuerdo (41 votos a favor, uno en contra y una abstenci�n). Votaron por la afirmativa los se�ores Aburto, Arancibia, �vila, Boeninger, Bombal, Canessa, Cantero, Cariola, Coloma, Cordero, Chadwick, Espina, Fern�ndez, Flores, Frei (se�ora Carmen), Frei (don Eduardo), Gazmuri, Horvath, Lavandero, Mart�nez, Matthei, Moreno, Mu�oz Barra, Naranjo, Novoa, N��ez, Ominami, Orpis, P�ez, Parra, Pizarro, Prokurica, Romero, Ruiz (don Jos�), Ruiz-Esquide, Sabag, Silva, Vald�s, Vega, Viera-Gallo y Zald�var (don Adolfo). Vot� por la negativa el se�or Garc�a. Se abstuvo el se�or Stange. El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Antes de ofrecer la palabra a la se�ora Ministra, quiero se�alar que, junto con asumir el profundo significado que tiene el Tratado que acabamos de aprobar, debemos hacernos cargo tambi�n del inmenso desaf�o que �l representa, lo cual demanda cambios en los paradigmas que hemos usado tradicionalmente. En efecto, despu�s de una gesti�n notable de las autoridades encargadas de esta materia, particularmente de la Canciller�a, encabezadas por la se�ora Ministra, hemos logrado realmente algo muy importante, pero que constituye un reto enorme. Los paradigmas hay que cambiarlos: el de la asociatividad en Chile es, actualmente, un desaf�o gigantesco para la sociedad; el avanzar en la especializaci�n y en la especificidad; el consolidar la formaci�n continua; el valorar con claridad elementos intangibles como los capitales humano, social, cognitivo y sinerg�tico, son cuestiones hoy d�a fundamentales; c�mo mejorar la competitividad y asimilar la gesti�n del conocimiento -tan embrionaria todav�a en la sociedad chilena-, que pareciera ser la palanca que impulsa el progreso; c�mo cambiar el desarrollo organizacional para construir ventajas competitivas, no comparativas, asoci�ndose; c�mo valorar la diversidad y acortar los deltas cognitivos, sociales, culturales, sinerg�ticos, de �nimo, incluso, de las distintas regiones, son desaf�os verdaderamente notables que tenemos por delante despu�s de culminar un proceso tan relevante con la aprobaci�n del Tratado. Tiene la palabra la se�ora Canciller. La se�ora ALVEAR (Ministra de Relaciones Exteriores).- Gracias, se�or Presidente. Por cierto que, atendida la hora, ser� extraordinariamente breve. S�lo deseo agradecer al Senado al culminar este trabajo aqu� con una votaci�n tan altamente favorable al Acuerdo. Sin lugar a dudas, estamos ante un momento hist�rico. Ha sido una jornada algo larga, en un d�a, sin duda, muy especial. Sin embargo, cuando se revise la historia �normalmente se escribe muchos a�os despu�s-, seguramente ser� recordado como el d�a en que aprobamos el Acuerdo de Asociaci�n con la Uni�n Europea, luego de muchos a�os de trabajo en nuestro pa�s. Valoro enormemente la contribuci�n de cada uno de los se�ores Senadores, no tan s�lo en esta sesi�n, sino durante todos estos a�os. Asimismo, quiero reconocer una vez m�s la labor de las Comisiones que se han ocupado de este asunto, y expresar, en nombre de todo el equipo negociador, la inmensa satisfacci�n que sentimos luego de realizar un trabajo tan arduo, durante muchos a�os, con la Uni�n Europea. Gracias a todos, se�or Presidente. Y, por cierto, en este d�a tan especial, en nombre del Gobierno, y particularmente del equipo negociador, agradezco el apoyo entregado hoy. --(Aplausos). El se�or CANTERO (Vicepresidente).- Se ha cumplido el prop�sito de esta sesi�n y hecho un aporte notable a las expectativas de nuestro pa�s. Se levanta la sesi�n. --Se levant� a las 21:37. Manuel Oca�a Vergara, Jefe de la Redacci�n