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- rdf:value = " ELECCIÓN SEPARADA DE ALCALDES Y CONCEJALES
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Corresponde ocuparse en el proyecto, en tercer trámite constitucional, que modifica la Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades, con el objeto de establecer un sistema de elecciones separadas de alcaldes y de concejales, con urgencia calificada de "suma".
--Los antecedentes sobre el proyecto (2035-06) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley:
En primer trámite, sesión 1ª., en 3 de junio de 1997.
En tercer trámite, sesión 28ª, en 14 de marzo de 2001.
Informes de Comisión:
Gobierno, sesión 3ª., en 9 de junio de 1998.
Constitución, sesión 36ª, en 4 de mayo de 1999.
Discusión:
Sesiones 31ª y 33ª en 7 y 14 de abril; 3ª y 4ª, en 8 y 9 de junio de 1999 (queda pendiente su discusión general); 12ª, en 7 de julio de 1999 (queda para segunda discusión); 13ª, en 13 de julio de 1999 (se aprueba en general); 37ª, en 17 de mayo de 2000 (se rechaza en particular).
El señor HOFFMANN ( Secretario ).-
La Secretaría elaboró un boletín comparado de tres columnas, contemplando en la primera el texto de la Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades; en la segunda, el texto del proyecto aprobado por el Senado en primer trámite constitucional, y en la tercera, las modificaciones aprobadas por la Cámara de Diputados en segundo trámite constitucional.
Las modificaciones introducidas por la Cámara Baja se refieren a diez materias distintas, que no es necesario leer en esta relación. Todas ellas requieren para su aprobación quórum de ley orgánica constitucional, esto es, el voto conforme de 27 señores Senadores.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
En discusión las enmiendas sugeridas por la Cámara de Diputados.
El señor HOFFMANN ( Secretario ).-
La primera se refiere al artículo único, que ha pasado a ser artículo 1º, y tiene por objeto intercalar cinco números nuevos.
Dice el número 1:
"1.- En el artículo 57:
"a) Incorpórase en la primera oración del inciso primero, a continuación de la coma (,), la siguiente frase: "en votación conjunta y cédula separada de la de concejales,".
"b) Agrégase el siguiente inciso segundo, nuevo:
"Para ser candidato a alcalde se deberá cumplir con los requisitos señalados en el artículo 73 de la presente ley.".".
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
En discusión el número 1.
Ofrezco la palabra.
Tiene la palabra el Honorable señor Cantero.
El señor CANTERO.-
Señor Presidente , esta modificación tiene que ver con el cuerpo central de la iniciativa: cómo se generarán las autoridades comunales.
El sistema vigente se basa en la concentración de votos en un solo candidato para obtener el cargo de alcalde y arrastrar el mayor número de concejales o ediles, según se quiera denominar. En general, promueve la fórmula de un alcalde o ejecutivo de muy buen nivel, muy preparado y con arraigo; pero ello implica una lista de concejales con un perfil bajo, ojalá lo más transparente que se pueda con respecto a la actividad de campaña, y en lo posible, ausente. Esto significa que, en definitiva, el alcalde es quien arrastra a los concejales.
En mi opinión, la práctica de ese sistema afecta negativamente la calidad de la gestión municipal, su transparencia, el nivel de participación ciudadana y el acceso a los beneficios del desarrollo.
El sistema imperante obliga a que el alcalde sea sacador de votos y arrastre a los concejales, sin que éstos efectivamente tengan la calificación pertinente, con lo cual el primero tiene supremacía sobre los segundos y, además, otorga prebendas, viajes, comisiones, viáticos y otros beneficios, lo que limita gravemente la autonomía respecto de las facultades resolutivas, por una parte, y fiscalizadoras, por otra, que los concejales deben ejercer en el marco de las atribuciones establecidas en la Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades.
La calidad de la gestión, en consecuencia, se ve gravemente afectada. Y hemos visto cómo, tocante a ella, en la práctica existe en nuestro país un avance de dificultades muy serias en materia de probidad, transparencia y eficiencia.
En general, los concejales no ejercen su facultad fiscalizadora, pues se sienten inhibidos; consideran que no tienen la autoridad suficiente o que están comprometidos con un sentimiento de subordinación muy fuerte con relación al alcalde, que es en definitiva quien ha concentrado una cantidad de votos desmedida.
Así es el sistema, que contraría, en mi opinión, la lógica de una buena calidad de la gestión municipal.
Ahora bien, la Cámara de Diputados aprobó un sistema distinto: las elecciones de alcaldes y concejales se realizarán en votación conjunta y en cédulas separadas, no pudiendo un mismo candidato postular a ambos cargos; las candidaturas a alcalde podrán ser patrocinadas por un partido político, por un pacto de partidos, por un pacto de partidos e independientes y por independientes; será elegido alcalde el candidato que obtenga la mayoría de sufragios válidamente emitidos.
¿Habrá algún sistema más democrático que ése, donde gana el que tiene más votos, quien cuenta con el mayor grado de confianza de la comunidad, de la opinión pública, de la ciudadanía en general?
Sobre el particular, me parece muy importante recordar que el acuerdo del Consejo General de Renovación Nacional, hace ya varios años, estableció como criterio la elección directa y separada de alcaldes. Dan cuenta de esta situación iniciativas legales presentadas por distintos Senadores y Diputados de mi Partido a lo largo de estos años.
Por consiguiente, desde mi perspectiva, resulta una obligación moral que, en mi caso al menos, se dé una respuesta satisfactoria al proyecto en comento.
Asimismo, considero sobremanera relevante destacar la gran cantidad de comunicaciones que concejales y alcaldes de diferentes tendencias hicieron llegar al Senado para expresar su demanda en orden a que se avance en un sistema generador de autoridades comunales más trasparente y democrático.
Igualmente, la Confederación Nacional de Empleados Municipales (ASEMUCH) hizo llegar al Parlamento su posición, bajo la firma de don Óscar Yáñez , Presidente Nacional , señalando la importancia de avanzar en el perfeccionamiento del sistema municipal que entrega a la soberanía popular la definición de quiénes serán las autoridades tanto en la alcaldía como en el ámbito del cuerpo colegiado, que es el concejo.
A mi juicio, éste es un proceso democrático muy transparente: el que recibe más votos en la lista de alcalde gana y obtiene este cargo, y quienes logren más votos en la lista de concejales correrán la misma suerte.
Algunos dirán que eso afecta la gobernabilidad. Yo no lo estimo así. Muy por el contrario, creo que ella se ve fortalecida al elegirse a personas que están efectivamente validadas por la soberanía popular.
Otro aspecto positivo del sistema: hace una distinción entre las funciones del alcalde, órgano ejecutivo, y las del concejo, órgano colegiado resolutivo y fiscalizador que asiste a aquél en el ejercicio de sus funciones. O sea, una autoridad unipersonal y otra colegiada.
Además, considero que se fortalecen las especificidades técnica y política. En efecto, los requerimientos educacionales y técnicos gestionales son distintos según se trate de ser integrante del concejo comunal o de administrar una comuna, con centenares de millones de pesos, pero con grandes falencias y con prioridades que no siempre pueden ser satisfechas. Y en cuanto a la especificidad política, se distinguen dos roles completamente diferentes: el del alcalde, líder político de una comunidad, y el de los concejales, representantes de las inquietudes y anhelos de ella.
En lo electoral, se tiende a fortalecer el sistema, pues se exige llevar los mejores candidatos en la lista de alcalde y, al mismo tiempo, se perfecciona lo que hoy día constituye un nefasto precedente, por cuanto se obliga también a que las listas de concejales queden conformadas por los mejores ciudadanos. De esta manera se cautelan y aseguran la gestión más adecuada en el ámbito de la alcaldía y la participación de las mejores personas en el ámbito del concejo.
Ciertamente, dicha fórmula no se hace cargo de cuoteos políticos o torna menor la influencia o el intervencionismo de las cúpulas políticas en la definición de sus plantillas. Y ello me parece positivo. Creo que es tiempo de ir pensando más allá del interés político electoral y de preocuparse de la calidad de la gestión municipal. Porque en el mundo de la sociedad global y de la información, las ventajas comparativas no se construyen a partir de un modelo global, ni siquiera desde el nivel central, sino en función de la calidad de las autoridades y de la comunidad cívica que allí vive y que se compromete con su desarrollo.
Por lo tanto, es importante priorizar, por sobre los intereses político-electorales, la buena calidad de la gestión del municipio. Y ello, no sólo por lo que acabo de mencionar -la necesidad de construir localmente las ventajas comparativas para que esas comunidades puedan actuar en el ámbito global-, sino también porque los rendimientos decrecientes únicamente se solucionarán en la medida en que haya buenas autoridades con capacidad de resolución.
Considero destacable que los independientes queden con igualdad de oportunidades para acceder a esos cargos, porque hasta ahora han estado en condición muy desmedrada en esta materia.
Es cierto que se pondrá un poco en jaque la disciplina de los partidos; lo reconozco. Pero no lo es menos que también se pondrá a prueba la calidad cívica de la ciudadanía para elegir sus mejores autoridades y comprometerse con el futuro y el desarrollo de las comunidades donde se encuentra inserta.
Por eso, creo que con este sistema gana la comuna, gana la comunidad, gana la gobernabilidad, gana la probidad y, en general, gana Chile.
He dicho.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Hago presente a los señores Senadores que deben referirse expresa y derechamente a la enmienda de la Cámara de Diputados que se encuentra en discusión.
Tiene la palabra el Honorable señor Novoa.
El señor NOVOA .-
Señor Presidente , la norma en debate dice relación precisamente al cambio de sistema: establece la elección separada de alcaldes y concejales. Por ello, me referiré en forma muy concreta a las bondades y desventajas del nuevo mecanismo que se pretende imponer.
El sistema en vigor funcionó muy bien en dos elecciones municipales. Si se revisan los resultados de ellas en 350 comunas del país, se constata que el electorado manifestó claramente sus preferencias, eligiendo como alcalde, por regla general, a la persona que consideró más idónea.
Esa comprobación empírica demuestra que, al margen de cualquier acuerdo o pacto cupular, la gente entregó su voto y depositó su confianza en los postulantes que concitaban el mayor grado de apoyo en la comuna.
Ahora bien, el hecho de que un candidato a alcalde arrastre a otros no constituye un problema, contrariamente a lo que se ha señalado. En primer lugar, es la consecuencia propia de los sistemas proporcionales con cifra repartidora que tradicionalmente ha habido en Chile. Así, si hoy día, en una elección de Diputados, un candidato de la lista de un partido saca gran cantidad de votos, arrastra a su compañero de lista. Esto ha ocurrido y ocurre normalmente en Chile.
En consecuencia, es improcedente plantear que por el hecho de que un alcalde obtiene una alta votación y arrastra a concejales estamos frente a un sistema perverso, pues, de ser así, nos veríamos obligados a revisar todos los sistemas, incluso el binominal, en el cual un candidato arrastra a los demás.
En segundo lugar, los arrastrados pertenecen a la misma lista o al mismo partido del alcalde elegido. Eso no constituye un problema; normalmente, debería ser una colaboración para una buena gestión municipal.
El sistema electoral vigente ha permitido también la renovación de alcaldes.
En un esclarecido estudio, el experto electoral del PPD señor Pepe Auth revisa los resultados en los dos últimos comicios municipales y constata que sobre 40 por ciento de los alcaldes son reemplazados por otros, sean de la misma coalición o de una distinta, generándose mayores posibilidades para que el electorado opte al margen de componendas.
¿Qué ocurre con el sistema ahora propuesto? Contrariamente a lo que se afirma, limita a los votantes la posibilidad de elegir a quienes deseen.
En la actualidad, por efectos del sistema, la lista lleva 3, 4, 5, 6, 8 ó 10 candidatos. Las cúpulas podrán ponerse de acuerdo en privilegiar a uno. Pero si los sufragantes deciden elegir a otro, votan por él y lo eligen. Con el sistema propuesto, las cúpulas concordarán en un candidato y los otros no se hallarán en la papeleta.
Entonces, el acuerdo que elaboran hoy los partidos para decir "Concentremos la votación en Fulano" será obligatorio, porque los Zutanos y los Menganos no figurarán en la cédula.
Hoy, nos guste o no, el electorado nos puede decir: "Señores, no nos satisface su candidato". Y vota por otro, de su misma lista o de la lista contraria.
Por tanto, se producirá un efecto perverso: se resolverá en Santiago quién será el candidato del conglomerado A (uno solo), quién el del conglomerado B (uno solo también) y todas las demás opciones quedarán fuera de competencia.
Señor Presidente , aducir que existen distintos perfiles para ser alcalde o concejal es de las argumentaciones más atrabiliarias que me ha tocado oír en política. Porque la función de servicio a la comunidad se puede desempeñar con la misma capacidad y solvencia sea como alcalde o como concejal. De hecho, muchos candidatos que no son elegidos alcaldes y asumen como concejales, durante sus cuatro años de gestión adquieren experiencia, conocen las realidades de la comuna y después son elegidos alcaldes por votación popular.
Si analizamos las últimas elecciones, nos encontraremos con que muchos nuevos alcaldes fueron postulantes derrotados en la elección anterior, desarrollaron un muy buen trabajo como concejales y por ello recibieron de la comunidad una alta votación en señal de reconocimiento.
¿Qué pasará ahora con los candidatos a alcaldes que no resulten elegidos? Como sólo uno de los que supuestamente se encuentran en mejores condiciones para representar a la comunidad será electo, se irán a su casa y se restarán del aporte que podrían hacer a la respectiva comuna.
Señor Presidente , si existe un sistema que la gente entiende perfectamente; que no produce confusión; que permite a todos saber quién es quién y por qué votan; que da a los ciudadanos la certeza de que si su voto favorece a una persona que tiene mayoría ésta es elegida alcalde o, en su defecto, concejal, y que ha funcionado muy bien, no veo por qué cambiarlo.
He dicho.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Tiene la palabra el señor Ministro .
El señor INSULZA ( Ministro del Interior ).-
Señor Presidente , seré breve porque en su intervención el Senador señor Cantero resumió básicamente los argumentos a favor del proyecto. Sólo quiero poner el acento en dos puntos.
Me referiré al artículo 1º, ya que en realidad el resto del texto de alguna manera explicita o adecua esta decisión fundamental.
El alcalde es una autoridad unipersonal y se elige de una lista de concejales. Nadie vota por alcaldes. La ciudadanía en Chile no elige alcaldes, sino concejales. Y aquel que junta más votos para concejal, emerge como alcalde sin que haya aparecido nunca en la cédula electoral como candidato a ese cargo. Para ser elegido, por lo tanto, tiene que hacerse acompañar en la lista no por gente que sea buena para actuar como concejal, sino por aquella que saque la menor cantidad posible de votos, hasta el punto de que hay comunas en que un solo aspirante obtuvo más del 90 por ciento de los votos de su lista.
Entre paréntesis, difícilmente vamos a convencer a gente de calidad que consienta en postular al concejo municipal si éste es, en realidad, un residuo de una elección a alcalde que no está especificada. Esto, sin duda, constituye una situación anómala. Antes se elegía al concejo municipal y éste elegía al alcalde. Más tarde, como se consideró necesario que este último poseyera cierta personalidad, se cambió el sistema y se transformó en el actual, que realmente es muy poco comprensible. Sin embargo, el Senador señor Novoa dice que la modalidad vigente ha funcionado bien. No niego que hay quienes han resultado ser buenos jefes edilicios. Lo que también me queda muy claro es que una cantidad muy grande de electores ha anulado su voto creyendo que votan por un alcalde y por un concejal. Basta considerar la cantidad de cédulas en que se ha votado por dos candidatos. Claro, se ven unos letreros "Pérez alcalde" y más allá otros "González concejal". ¡Pues yo voto por los dos: por Pérez que va a ser alcalde y por González que va a ser concejal!
Eso no está haciendo justicia a la ciudadanía, la que no puede votar por un candidato a alcalde. Eso me parece tremendamente injusto. Por tal razón, discutimos tanto este aspecto antes de la elección municipal; pero muchos opinaron que no era el momento para legislar sobre la materia. "Hagámoslo después". Ya estamos en el "después". Éste es el mejor momento. Los siguientes comicios municipales tendrán lugar en 2004. No sabemos lo que va a pasar. Probablemente la primera elección proporcionará cierta ventaja a los alcaldes incumbentes, que fueron elegidos en esta forma un poco extraña y que ahora postularán a alcaldías. Pero la ciudadanía sabrá qué es lo que está eligiendo.
En segundo lugar, estamos disponibles también para introducir en el proyecto las modificaciones que sean necesarias. Quiero recordar que el texto del Ejecutivo incluía la posibilidad de una segunda vuelta, la que naturalmente algunos desecharon porque podrían presentarse muchos candidatos a alcalde por separado y después agrupar los votos de una coalición en uno de ellos.
Ahora bien, buscando el consenso hemos dicho -no siendo lo que habríamos preferido-, "De acuerdo, el que saca más votos es elegido alcalde.". Y ahí se verá si las coaliciones son capaces de unirse para presentar un candidato único. Será problema de ellas. Si quieren ir por separado, también es problema de ellas. Lo importante es que la ciudadanía elija como alcalde al que obtiene mayor votación. No existe sistema mejor que ése. ¡Ésta es una autoridad unipersonal! Y la autoridad unipersonal no tiene por qué "derramarle" a un cuerpo colegiado.
Si está claro que el alcalde es una autoridad ejecutiva y que el concejo municipal es un cuerpo colegiado que fija normas, ¿por qué el ejecutivo habría de arrastrar a los colegiados? ¿O a alguien se le ha ocurrido alguna vez realizar al mismo tiempo las elecciones de Senadores y Diputados y de Presidente de la República -como todos queremos-, pero éste tenga una lista a arrastre de Senadores y otra de Diputados? Eso no corresponde. Lo que sí corresponde es elegir a la primera autoridad municipal, que es ejecutiva, en un acto eleccionario separado en que la gente exprese quién le gusta más para ejercer ese cargo. Y en otra lista, decidirá cuáles son los que más le gustan para concejales. Y ciertamente se presentarán a concejales -respetando a todos los que lo son hoy día- personas dotadas de gran calidad que están disponibles para asumir como tales pero que, probablemente, no lo están para ser alcalde, porque realizan otras funciones incompatibles con las que debe ejercer como jefe comunal, y que hoy día no se presentan como candidatos a concejales porque muchos no están dispuestos a poner su nombre en una lista de concejales para que después se diga que el privilegiado alcalde es otro y que él va a obtener apenas unos pocos votitos.
En consecuencia, no estamos haciendo justicia a los concejos municipales; tampoco estamos haciendo justicia a la población que quiere elegir directamente su alcalde.
Ése es el sentido de este proyecto, señor Presidente . Cálculos no hay, porque en verdad ellos dependen mucho de quiénes se presentan, de cómo se presentan, de cuántos se presentan como candidatos, y bien sabemos que se trata de decisiones que toman los partidos y las coaliciones. El interés fundamental es perfeccionar un sistema municipal que permita a la población de la comuna elegir su principal autoridad ejecutiva.
Los demás artículos del proyecto -muy importantes y cuya aprobación también requiere quórum especial; ojalá los señores Senadores no se retiren-, fundamentalmente son adecuaciones a este artículo 1º, sólo con un par de excepciones.
He dicho
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Pizarro.
El señor PIZARRO.-
Señor Presidente , el texto aprobado en la Cámara de Diputados y que establece la elección separada de alcalde y concejales es un avance sin duda, y apunta al espíritu aquí señalado especialmente por el Senador señor Cantero y el señor Ministro del Interior . Repito: es un avance, pero francamente, desde mi personal punto de vista, no es lo suficientemente claro en cuanto a que quien resulte elegido alcalde deba obtener mayoría absoluta de preferencias de la comunidad, que sería lo ideal.
Y esto tiene que ver con el rol del alcalde, que es netamente ejecutivo. Él es quien conduce, genera las propuestas, maneja los recursos, dirige el municipio y, por lo tanto, es esencial que quienes ejerzan ese cargo cuenten con la mayoría absoluta de los votos de los electores.
Aquí se ha hablado de la diferencia de roles; de la relevancia que debe darse a la función alcaldicia, que es ejecutiva; de la importancia de las responsabilidades de los concejales, que son normativas, de fiscalización, equivalentes a las del Poder Legislativo, y las del alcalde, a las del Presidente de la República .
No cabe duda de que las experiencias vividas en el país indican -y ésa es la razón por la que se ha ido modificando progresivamente la Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades- que se ha avanzado claramente en la línea de limitar las funciones, elegir a los candidatos a alcalde en una cédula separada, como se plantea hoy, y en otra, a los concejales. De esta manera la gente sabrá con claridad que unos postulan a alcalde y otros a concejales, porque se trata de roles y objetivos distintos, que requieren, por lo tanto, de personalidades diferentes.
Aquí se ha dicho que el actual es un buen sistema porque permite a los postulantes a alcalde, si pierden la elección, quedarse en el concejo municipal y no se van para su casa. Me parece que ése es un argumento que no se puede esgrimir. Parto de una premisa positiva: quien postula a la máxima magistratura de una comuna nunca se va para la casa. Al ser candidato a ese cargo está manifestando una vocación de servicio e interés en participar en las decisiones de la comunidad, y si no sale elegido, siempre habrá espacios para que siga aportando desde el municipio o desde las organizaciones sociales o desde distintas instancias donde se llevan adelante actividades del quehacer municipal. Lo que no puede pasar es que, al perder la elección, y como premio de consuelo, se queden en el concejo, no actúen como concejales o, lisa y llanamente, hagan oposición brutal a quien resultó elegido alcalde.
Es bueno preguntarse si el sistema actual fortalece o debilita la gestión del alcalde. Cuando el alcalde es elegido por una mayoría clara, precisa, absoluta, nadie cuestiona su gestión desde el punto de vista de la legitimidad. Pero en muchos casos nítidamente es minoría, tanto en el concejo como en la votación popular. En mi región tenemos un ejemplo que tal vez es el más evidente de todos. La Alcaldesa de la comuna de La Serena, habiendo obtenido el 26 ó 27 por ciento de los sufragios, logra el sillón edilicio producto de la división de las otras listas; pero es minoría en el concejo y fue minoría en la votación. Su lista alcanzó el 32 ó 33 por ciento, muy lejos de otra que superó el 50 por ciento. Hay, entonces, una indudable deslegitimación en la administración de quien tiene la responsabilidad ejecutiva.
Me parece que este proyecto debió incluir el sistema de la segunda vuelta. Entiendo que los partidos, por razones políticas o electorales, legítimamente planteen la otra alternativa: que sólo resulte elegido alcalde quien obtenga más votos, con la posibilidad de que se alcance la mayoría absoluta si cada coalición decide privilegiar a uno de sus candidatos. Pero me pregunto qué hubiera pasado, desde el punto de vista político, social y de la legitimidad, si no hubiera existido la segunda vuelta en la elección presidencial de hace un año y tanto. En el país tendríamos un cuestionamiento permanente de la legitimidad del candidato que resultó electo por unos pocos miles de votos más. Lo cierto es que la segunda vuelta permitió resolver objetivamente el tema de la mayoría absoluta, en términos tales que ahora nadie pone en cuestión la legitimidad del Gobierno o del Presidente .
Entonces, me parece que plantear objeciones como las que aquí han hecho representantes de la UDI lo único que hace es confirmar una vocación de sobrerrepresentación de las minorías o de privilegiar la posibilidad de elegir, en cargos que requieren una legitimidad de mayorías absolutas, a personas que no se acercan ni remotamente a esa cantidad de votos.
Es cierto que la iniciativa constituye un avance, que va en la línea de la elección separada de alcaldes y concejales, lo cual permite al electorado tener certidumbre en cuanto a quiénes está eligiendo para un cargo y para otro. Coincido en que así podremos postular a concejal a gente que realmente cumpla con su papel, que tenga más clara la función que desempeñará, y que incluso muchas veces sea más representativa que los actuales concejales. Hoy, los concejales resultan electos para el cargo debido al derrame de votos de quien en la práctica fue privilegiado o se posicionó como candidato a alcalde, pero eso no significa que tales personas vayan a constituir un aporte. Por el contrario, la experiencia indica que pasan a ser, lisa y llanamente, empleados del alcalde, quien, en buenas cuentas, es su jefe o patrón, o su líder desde el punto de vista político. Y eso, en mi opinión, minimiza el rol que debe cumplir el concejo.
Voy a votar a favor de la modificación que permite la elección conjunta, pero en cédulas separadas, de alcaldes y concejales, aun cuando creo que es necesario seguir insistiendo en la aprobación, ojalá en fecha próxima, de una norma que, de una vez por todas, establezca que para ser electo alcalde se requiere mayoría absoluta, con la posibilidad de una segunda vuelta si aquélla no se alcanza en la primera.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Reitero a Sus Señorías que estamos en la discusión particular. Les pido ser muy precisos para que no se complique el tema del quórum.
Tiene la palabra el Honorable señor Muñoz Barra.
El señor MUÑOZ BARRA.-
Señor Presidente , me alegra que termine, definitivamente, una situación bastante compleja, como es la que se produce cuando un jefe comunal es acusado por notable abandono de deberes. Creo que en muchas partes se ha dado la paradoja de que alcaldes destituidos de sus cargos por el tribunal electoral respectivo, incluso por malversación de fondos, han podido repostular inmediatamente. Existen numerosos ejemplos. En la actualidad, la única forma de impedir que un edil destituido por esa causal pueda repostular al cargo, por lo menos durante cinco años, es que la Contraloría General de la República declare el notable abandono de deberes mediante investigación sumaria.
Hoy, se da la situación paradójica de que la Contraloría destituye en razón de una sola causal, como es el uso de vehículo fiscal en horas indebidas o para funciones que no son netamente inherentes a la ejecución de labores edilicias.
Sin embargo, el número 2 del artículo 1º que se propone señala que "En tal caso se aplicará lo dispuesto en el inciso tercero del artículo 62.". Y agrega que, "En el evento de quedar a firme dicha resolución," -se refiere a la del tribunal electoral regional- "el afectado estará inhabilitado para ejercer cualquier cargo público por el término de cinco años.". De manera que cualquier alcalde que sea destituido por el tribunal electoral regional no podrá postular a ningún cargo público antes de cinco años, cosa que no ocurre en estos momentos.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Ahora está en discusión el número 1, señor Senador. El número 2 vendrá a continuación. Su Señoría ha adelantado su argumentación, lo que en todo caso es positivo.
Tiene la palabra el Honorable señor Romero.
El señor ROMERO.-
Señor Presidente , me parece extraordinariamente importante que, a cuatro años de la próxima elección municipal, el Senado lleve a cabo un debate serio, reflexivo y con todos los antecedentes para lograr verdaderamente un acuerdo mayoritario que fortalezca el régimen comunal.
Es indudable que hay experiencias que debemos revisar y analizar. Nadie puede sostener, bajo ningún respecto, que en alguna parte del mundo existe un sistema electoral perfecto. Todos ofrecen ventajas y presentan inconvenientes. Pero no se puede afirmar que quienes fueron escogidos en los últimos 10 años, en elecciones efectuadas dentro de marcos electorales diferentes, no tienen legitimidad. Nadie puede decir eso, porque en definitiva siempre ha habido, en un sentido u otro, una clara opinión mayoritaria.
En mi opinión, ha existido cierto grado de confusión en la manera de determinar quién es el candidato a alcalde y quiénes son los candidatos a concejales. Eso lo hemos reconocido siempre. De hecho, en la Cámara de Diputados una buena parte de nuestros representantes votó a favor de la fórmula propuesta. Sin embargo, consideramos demasiado trascendente que, simplemente, dejemos de discutir, por algunos días -ni siquiera estoy hablando de semanas, sino de algunos días-, una situación de esta naturaleza. Ciertamente, creo en los grandes acuerdos, y pienso que en este caso podemos mostrar al país un acuerdo mayoritario importante, que no sea producto de la imposición de un veto, como probablemente ocurriría si aprobáramos el proyecto en esta instancia, sino un acuerdo perfectamente factible de conseguir en la Comisión Mixta -no aquí, en que lo veo difícil- dentro de las directrices generales que plantea la iniciativa.
De verdad creo que debemos encontrar caminos que signifiquen perfeccionar el sistema. Y, en ese sentido, constituye un avance que exista claridad en cuanto a quién será candidato a alcalde y quiénes candidatos a concejales. Para nosotros, ése es un buen camino. Pero no basta con eso. Debemos considerar además otros aspectos; tenemos que preocuparnos de que efectivamente lleguen los mejores a los municipios. En la actualidad, existen demasiadas situaciones comunales que no están transitando por la senda que corresponde.
¿Qué ocurriría si aprobáramos hoy el proyecto, tal como viene concebido? Simplemente, le estaríamos entregando el manejo de la situación al Gobierno, para actuar de manera unilateral a través de un veto, en circunstancias de que perfectamente nosotros podríamos encontrar una fórmula en la instancia de la Comisión Mixta. Yo he pedido al Gobierno -lo quiero decir derechamente en esta Sala, señor Presidente - que busquemos una fórmula que, dentro del espíritu general que prima en la iniciativa, establezca un camino que permita solucionar, no solamente este problema, sino también muchos otros que existen a nivel municipal.
En verdad, debemos ver de qué manera se insertan los concejales en los municipios, porque hoy su rol no está claramente especificado. En ocasiones, los alcaldes se encuentran con un grupo de personas que no saben exactamente cuál es el papel que les corresponde. Y ésta es una cuestión muy grave, porque muchas veces el jefe edilicio tiene un tremendo respaldo popular, pero no cuenta con un equipo de concejales -estoy poniendo un simple ejemplo- que lo acompañe en su gestión. Para estos casos, en otros países, como en España, existe la posibilidad de que el alcalde, en una votación separada, lleve una lista donde sus votos hagan posible que su equipo se integre a ese trabajo. De este modo la Oposición, que naturalmente tendrá una clara expresión fiscalizadora y controladora, sabrá exactamente cuáles son los alcances de esa función.
Invito al Gobierno a que conversemos y discutamos, dentro del tiempo que puede demorar un veto o una Comisión Mixta, para que, sobre la base de una elección separada de alcaldes y concejales -en lo personal no tengo objeción que hacer sobre este aspecto-, podamos encontrar una fórmula que concite -y no imponga- acuerdos sobre esta materia.
Por eso, pido a los señores Senadores que piensen sobre este asunto -como lo estoy haciendo- y nos abstengamos, haciendo expresa declaración de que queremos avanzar sobre el particular con el propósito de discutir y aclarar en una Comisión Mixta aspectos que son muy difíciles de despejar en una discusión en la Sala.
Muchas gracias, señor Presidente.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Moreno.
El señor MORENO.-
Señor Presidente , como bien recordarán los miembros del Senado, el proyecto en debate no logró ser aprobado el año pasado, meses antes de la elección municipal, porque faltó un voto para reunir el quórum constitucional. Hubo mayoría, pero en esa oportunidad no se logró reunir el quórum de 27 señores Senadores. Por lo tanto, ya hubo discusión sobre este asunto, lo cual me evita entrar a dar argumentos de fondo.
Pues bien, la iniciativa ha sido repropuesta por la votación de la Cámara de Diputados y ahora, en el tercer trámite, debemos pronunciarnos sobre dos materias que cambian sustantivamente la situación.
En primer lugar, el método para elegir el alcalde y el concejo municipal será diferente del empleado en las dos elecciones municipales anteriores, desde que el sistema volvió a ser democráticamente generado. Y, en segundo término, mediante la proposición de la Cámara de Diputados, se modifica el número de concejales, más el alcalde. Vale decir, la composición del concejo municipal adquiere un carácter distinto. Y ése es un elemento no menor desde el punto de vista de lo que significan muchas veces las decisiones que se toman dentro de un cuerpo colegiado, donde en ocasiones el número par genera situaciones de tensión o incompatibilidad.
El proyecto que tenemos a la vista habla precisamente de restituir lo que fue la propuesta de separar la elección de alcaldes de la de concejales, a través de una nominación exclusiva de quienes postulan a alcaldes y de la confección de una papeleta o voto diferente. Vale decir, en la generación del cuerpo colegiado municipal se separa lo que es la mayoría que obtiene el ciudadano o la ciudadana que postula a alcalde de aquellos que deberían conformar la mayoría, de acuerdo con el sistema proporcional.
No hay duda de que todo sistema, como muy bien lo han expresado algunos señores Senadores que me precedieron en el uso de la palabra, produce resultados. Buenos o malos, pero son resultados. Y yo, en un sistema democrático, me atengo a ellos. Prefiero eso, por malo que sea el sistema, a uno autoritario, o donde sencillamente designe la voluntad omnímoda de una sola persona.
Pero hay sistemas más transparentes que otros. Y el actual, obviamente, no ha mostrado su transparencia. La prueba está en un informe que la Comisión de Constitución del Senado ordenó a expertos electorales para discutir el sistema binominal y su eventual sustitución por uno proporcional.
Dicho informe, que se encuentra a disposición de los señores Senadores, firmado por los profesores Ricardo Wilhelm y Mahmud Aleuy , ¿qué antecedentes entrega para los efectos de lo que aquí estamos discutiendo? Señala que en la última elección municipal la Concertación obtuvo el 52,1 por ciento de los votos y, en lo que respecta a la elección de alcaldes, logró 49,6 por ciento. O sea, la Concertación eligió 169 alcaldes en todo el país. A su vez, la Alianza Democracia y Progreso obtuvo el 40 por ciento y, no obstante tener 12 puntos menos, eligió 165 alcaldes en todo el territorio. Es decir, sólo 4 alcaldes menos que la Concertación.
Obviamente, el sistema era democrático, pero no de lo más democrático que se podría esperar. Porque se utilizó un mecanismo, dentro de lo que la ley permitía, para generar una fórmula de esa naturaleza. Por lo tanto, aquí debemos pronunciarnos acerca de si aceptamos o no aceptamos el cambio del sistema.
En debates anteriores, el Senador que habla levantó algunos argumentos respecto del sistema de integración del concejo municipal y la representatividad que esto podría tener. He tenido objeciones al sistema de separación en cédulas distintas porque soy partidario de la elección directa del alcalde. En el fondo, he diferido de la forma de presentar el mecanismo al elector. Pero estoy disponible a allanarme a una fórmula en la medida en que se evite lo que, a mi juicio, es un elemento -por respetables que sean los razonamientos que hemos escuchado- de discriminación y que desperdicia los talentos con vocación de servicio público existentes en el país.
Me explico. De acuerdo con el sistema propuesto, si se presentan distintos candidatos a alcalde integrando listas o pactos en los 341 municipios del país, quien no resulte electo alcalde, aunque hubiese obtenido una altísima votación, queda excluido de participar en el concejo municipal. Dicho en términos simples, se va para la casa porque perdió la elección.
Alguien podría argumentar que ese criterio podría ser aplicable en ciudades como Santiago y Valparaíso. Es discutible. Pero en municipios medianos o pequeños, donde la cantidad de dirigentes es reducida y cuesta mucho tiempo construir el liderazgo y emerger, es necesario cuidar los liderazgos sociales.
Por lo tanto, estoy disponible -no sé si se encuentra en la Sala el señor Ministro del Interior , o el señor Subsecretario , con quien también he conversado- para votar favorablemente el proyecto con el compromiso de que se enviará un veto que permitirá integrar al concejo municipal a aquellas personas que han postulado a alcalde y obtenido una votación superior a la cifra repartidora, siempre que voluntariamente expresen su deseo de colaborar y ejercer la función de concejal o de concejala y que dentro de un plazo equis, establecido por la ley, así lo declaren. De ese modo evitamos el argumento que se ha dado aquí en distintas discusiones, en cuanto a forzar a alguien a estar en el concejo cuando no lo desea. Es decir, mediante un acto voluntario permitimos a una persona que reúne las condiciones para servir a la comunidad y desea hacerlo, aun cuando no haya sido elegida alcaldesa o alcalde , por voluntad popular, integrar el concejo municipal.
En el entendido de que esta materia se incorporará mediante un veto, estaré disponible a dar mi voto para habilitar dicho mecanismo. Porque no despeja todas las inquietudes, pero sí una que, por lo menos para el Senador que habla, ha sido importante.
Reitero: la función de un concejal en la Región que represento -integrada por 33 comunas, de las cuales prácticamente 30 de ellas son medianas y pequeñas- es absolutamente distinta de la que ejerce otro en una comuna grande de un centro urbano. Es alguien que articula la sociedad, que juega un papel efectivo. Por lo tanto, es necesario prestigiarlo, respaldarlo y crear las condiciones para que sea estimulado, y no excluido de su función de trabajo en la comunidad.
En esas condiciones y en tales circunstancias, anuncio mi disposición a votar favorablemente, en el compromiso de que un veto resolverá la materia planteada por el Senador que habla.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Horvath.
El señor HORVATH.-
Señor Presidente , mi disposición a favor de la votación separada de alcaldes y concejales como también de la elección directa de consejeros regionales y de la autoridad regional, la vengo sosteniendo desde mi condición de Diputado . Las distintas funciones que dichos cargos implican, ameritan, en muchos aspectos, la elección separada.
Sin embargo, la discusión planteada aquí es que, conforme al actual sistema, más que elegir a un alcalde, en el fondo se elige también a su equipo. Aquél entra con un grupo de concejales de confianza y, por eso, puede asegurar una suerte de gobernabilidad del municipio.
Creo que hay que reflexionar al respecto, porque de aprobarse la iniciativa que nos ocupa en la forma como viene propuesta, se pueden generar alcaldes con votación muy baja y concejos municipales muy contrarios. Si uno revisa en detalle la Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades, podrá advertir que las actuales atribuciones del concejo en materia de requerimiento para desarrollar una buena función municipal son bastante altas. Basta revisar el artículo 58 de dicha normativa para apreciar todos los acuerdos del concejo que el alcalde requiere para poder gobernar. A ellos pueden sumarse varios más, dado que dentro de las funciones que corresponden al concejo está la de aprobar determinadas situaciones sometidas a su consideración por el jefe edilicio.
Por lo tanto, me parece que sobre esta materia, antes de procederse a la votación, el Gobierno debería aclarar en qué línea van los vetos. En este momento no veo a ninguno de sus representantes, por lo que después, cuando estén presentes, pediré algunos minutos adicionales para hacer el planteamiento.
El señor PRAT.-
¿Me permite una interrupción, con la venia de la Mesa, Su Señoría?
El señor HORVATH .-
Sí, señor Senador.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Prat.
El señor PRAT.-
Señor Presidente , junto con preguntar al Gobierno en qué línea van los vetos hay que consultarle también acerca de cuál es la viabilidad de éstos. Porque los vetos necesitan un alto quórum y no resulta prudente avanzar en aprobar un proyecto que se reconoce ya inconveniente en la forma como se halla planteado, fundando la confianza en vetos tremendamente inciertos, no sólo por la orientación que puedan tener -aquí podrán explicarla los representantes del Ejecutivo-, sino también por la viabilidad, por cuanto deben ser aprobados por las dos Cámaras con elevado quórum.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Recupera el uso de la palabra el Honorable señor Horvath.
El señor HORVATH.-
Señor Presidente , aprovechando la presencia en la Sala del señor Ministro del Interior , deseamos prospectar, ojalá anticipadamente, qué posibilidades hay de modificar la Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades, fundamentalmente su artículo 58, y también en cuanto a las facultades y funciones del concejo municipal, para, por un lado, asegurar la gobernabilidad de los municipios, y por otro, fortalecer y hacer más explícitas las capacidades y las funciones normativas, resolutivas y, en particular, fiscalizadoras de los concejos municipales, establecidas en las letras b), c) y d) del artículo 69 de la referida normativa.
Hoy en día no está funcionando bien el sistema. La Contraloría General de la República y muchas contralorías regionales han formulado un gran número de observaciones a los municipios. Sin embargo, éstas no han sido corregidas.
Asimismo, tenemos muy presente lo perverso que significa con el actual sistema aunar listas para asegurar alcaldes. Prácticamente, los candidatos independientes carecen de toda posibilidad de ser elegidos. Eso se observó en la última elección. Además, al no existir subpactos o acuerdos con cualquiera de los partidos políticos, no pueden sumar sus votos entre sí. Por lo tanto, el hecho de competir solo contra seis o más candidatos, en algunos casos, que suman sus votos, obviamente constituye un escenario muy poco transparente para la ciudadanía.
Por otra parte, no olvidemos que la elección municipal no es el termómetro político del Gobierno o de las alianzas de turno. A través de dicho acto se elige a servidores públicos, a personas a las cuales se les conoce directamente y se espera algo de ellas. De ahí se deducen también las grandes diferencias que existen entre las elecciones presidenciales o parlamentarias y las municipales. No son comparables ni traspasables.
Ante ese tipo de dudas, deseo conocer algunos antecedentes preliminares acerca de dichos vetos y medidas futuras planteadas por el Ejecutivo y también, muy en particular, sobre el compromiso para la elección de los consejeros regionales. Porque hoy se habla de regionalización, de descentralización; pero, en el fondo, por el mecanismo mediante el cual se constituyen los concejos municipales, finalmente la labor de los consejeros regionales se halla totalmente desvirtuada. En definitiva, los cargos de consejeros regionales son casi transables: "yo elijo o me aseguro la votación por determinada persona, a cambio de otra cosa".
Hoy en día, en nuestro país no podemos garantizar una serie de medidas de descentralización, incluso de ordenamiento territorial y del uso del borde costero, porque la autoridad regional no es representativa, sino que se trata de un cargo nombrado desde el nivel nacional, y además existe un consejo regional que tampoco ha sido elegido directamente. Por lo tanto, es el peor de los mundos para llevar a cabo un proceso sano de descentralización y regionalización.
He dicho.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Con el objeto de agilizar el despacho de la iniciativa -conforme me lo plantearon algunos señores Senadores-, propongo a la Sala que, sin perjuicio de respetar el tiempo que corresponde a los cinco oradores inscritos que restan por intervenir, se proceda a votar, a fin de que Sus Señorías puedan dejar sus votos en la testera.
El señor HORVATH.-
En todo caso, me gustaría conocer antes la respuesta a mis consultas, señor Presidente.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Sí, señor Senador.
¿Habría acuerdo para cerrar el debate?
Acordado.
En votación.
--(Durante la votación).
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Corresponde hacer uso de la palabra al Honorable señor Larraín.
El señor LARRAÍN.-
Señor Presidente , no cabe la menor duda de que si hay algo discutible son los sistemas electorales. Si uno analiza la forma en que operan éstos, tanto en el ámbito municipal como parlamentario y presidencial, encontraremos en el mundo casi tantos ejemplos como países. Por lo tanto, no puede afirmarse aquí que uno sea necesariamente más perfecto que otro. Al final, todos los sistemas electorales están llenos de complicaciones y defectos.
La segunda consideración previa a mis comentarios dice relación a que es bueno recordar que el sistema electoral municipal vigente fue definido por primera vez en 1992, durante el Gobierno de don Patricio Aylwin, y modificado en 1996, en el transcurso de la Administración del Presidente -actualmente Senador- señor Eduardo Frei . Es decir, son sistemas que hemos ido diseñando en forma consensuada durante el actual período democrático, y, por consiguiente, debemos hacernos cargo de lo que aprobamos.
Creo que, al mirar hacia atrás, no lo hemos hecho tan mal como de aquí se desprende y que, al mismo tiempo, el proyecto sometido a nuestra consideración tampoco es necesariamente mucho mejor que la normativa vigente. En tal sentido, bien merece la pena la atención de la actual iniciativa, porque tiene algunos problemas -ya señalados-, pero que deberían haber ameritado disponer de más tiempo para poder corregirlos. Hemos intentado contar con él, pero no lo hemos logrado. Eso nos hace pensar que no es conveniente entrar a cambiar el actual régimen. Éste tiene una característica que me parece como una de las más salientes e importantes, cual es que la oferta de personas que pueden llegar a alcaldes es muy amplia y no quede entregada a la definición cupular o partidista.
Este tema es muy relevante. El Ministro del Interior nos manifestó que aquí la gente no elige a alcaldes, sino a concejales. En verdad, ello no es así. Por el contrario, es la ciudadanía la que escoge a los alcalde y no los partidos políticos. Y con este esquema de elección separada tendremos una gran orquestación partidista nacional que desde Santiago definirá quienes serán los candidatos a alcaldes a lo largo de las 341 comunas de Chile.
Hoy día, contamos con una ventaja importante. Por mucho que las colectividades intenten hacerlo, al final, la ciudadanía elige a los alcaldes. Desde ese punto de vista, se trata de un sistema positivo y valioso. Por lo mismo, no parece justo pensar que la gente se confunde al momento de votar -como se ha señalado-, pues, de alguna manera, significaría que los ciudadanos no saben lo que hacen.
Considero que Chile es un país con bastante madurez cívica, y los resultados indican que, en general, los votos nulos de nuestro sistema electoral, incluyendo los de las elecciones municipales, son bastante pocos en comparación con parámetros internacionales. Por lo demás, si observamos lo que pasó en la última elección en Estados Unidos, podemos concluir que, ciertamente, ella no fue un modelo de resultados, sino de equivocaciones.
Por lo tanto, podemos estar tranquilos de que los chilenos han sabido votar correctamente.
Respecto del sistema que se nos propone, ciertamente resulta atractivo y racional separar la elección de alcaldes y concejales para los efectos de asegurar la claridad en el voto. Sin embargo, al hacerlo surge algún elemento que no es el más conveniente, porque perfectamente se podría elegir a un alcalde de cierta tendencia política y a concejales de una distinta. De modo que, al no permitir por la vía de la lista el arrastre de votos, se concluye que tal sistema podría derivar en ingobernabilidad del nuevo municipio resultante de esa elección.
Es más, también se presentará un elemento que no necesariamente es positivo. Por lo común, se elige como candidato a alcalde a la persona que reúna mejores características para el gobierno municipal. Sin embargo, mediante el sistema propuesto, si ese candidato pierde, quedará fuera del municipio. Y ello, naturalmente, margina de las corporaciones edilicias a la mejor gente de todos los sectores. Es decir, el sistema parece muy positivo; pero, al estudiarlo en detalle, concretamente nos damos cuenta de que presenta problemas difíciles de solucionar, como la gobernabilidad del municipio y la no participación en él de la mejor gente.
En consecuencia, entre otras cosas, queremos estudiar un procedimiento que vincule una cosa con la otra, en el caso de que finalmentre la opción sea del Poder Legislativo.
Hay muchos sistemas por los cuales se puede optar. Por ejemplo, el español elige al alcalde. Según la cantidad de votos que obtenga un candidato a alcalde, arrastra a dos, tres, cuatro y más personas de la lista que encabeza, con lo cual se asegura que contará con la mejor gente en el concejo municipal. Con el sistema propuesto aquí, esa seguridad no se da, pues serán dos elecciones distintas, aisladas, competitivas, cuyo resultado puede causar un problema no menor de gobernabilidad y de exclusión de las mejores personas.
Deseo reforzar también lo relativo a la alternancia. Porque aquí se ha señalado que, al parecer, dicho sistema fue adecuado para favorecer a cierto sector. No es así. De hecho, en las últimas elecciones, el sector que obtuvo 40 por ciento de los sufragios, logró un porcentaje mayor de alcaldes. Pero, en este caso, se comparan cosas distintas, porque efectivamente se pueden elegir muchos alcaldes de comunas chicas con menor votación.
Por lo demás, los sistemas no son perfectos. Observemos lo que acaba de suceder en París, donde a pesar de que la oposición al Gobierno obtuvo mayoría absoluta no eligió al alcalde. Lo hizo la minoría. De manera que, según las características de los sistemas electorales, se dan circunstancias muy distintas.
Respecto de la alternancia, quiero recordar algunas cifras entregadas por el Senador señor Novoa . En la última elección municipal, el 92 por ciento de los alcaldes en ejercicio se repostuló. A pesar de ello, se eligieron 137 nuevos alcaldes, lo que representa 40,1 por ciento del total. En 1996, la renovación fue de 43 por ciento, a pesar de los protocolos, acuerdos y de toda la ingeniería política que se pudo haber imaginado. Nada impidió al electorado expresar su voluntad de cambio cuando así lo estimaba conveniente.
Lo anterior ocurrió en todas las filas: 64 municipios de la Concertación pasaron a tener alcaldes de la Alianza por Chile. Pero, a la inversa, 31 municipios de la Alianza por Chile pasaron a la coalición de Gobierno. En seguida, al interior de la Concertación hubo cambio en 28 casos, mientras que la Oposición lo hizo en cinco. Es decir, cuando el electorado quiso el cambio, lo realizó en forma democrática y clara, eligiendo a quienes consideraba las personas más adecuadas.
Por ese motivo, nuevamente estamos demostrando improvisación. Cada vez queremos elegir sistemas que se acomoden mejor a nuestras expectativas políticas, en circunstancias de que el modelo vigente, que lleva dos elecciones, ha permitido un funcionamiento bastante razonable de los municipios. Y donde no ha sido bueno, no es por causa de problemas del sistema electoral, sino porque desgraciadamente la gente puede equivocarse y elegir mal a quien la va gobernar. Por eso existe la alternancia, la cual también funciona.
Me parece que el sistema electoral vigente es perfectamente democrático. De hecho, la ciudadanía elige al alcalde. En ese sentido, se corrigió la distorsión existente en 1992.
Por tales motivos, no se justifica propiciar un cambio, máxime cuando ello arriesga la gobernabilidad del nuevo municipio y margina de él a la mejor gente.
Si bien es cierto estamos frente a una cuestión eminentemente opinable y discutible, pues una opción es tan legítima como la otra, la prudencia de mantener aquello que ha funcionado bien aconseja en este momento no modificar el actual sistema electoral municipal.
Voto que no.
El señor NÚÑEZ.-
Señor Presidente , en los últimos diez años. esta materia la hemos discutido, a lo menos, en cinco o seis oportunidades Quiero recordar al Honorable Senado que la primera iniciativa tendiente a separar la elección de alcaldes y concejales fue iniciada por el ex Senador señor Hormazábal , la Honorable señora Carmen Frei y por quien habla.
Desde aquella oportunidad, independientemente de los resultados posteriores, siempre nos pareció que desde el punto de vista de la lógica que rige al sistema municipal chileno, no había otra alternativa que separar la elección de alcaldes y concejales.
Algunos señores Senadores participaron desde un inicio en la reforma de los capítulos pertinentes de la Constitución Política, y otros lo han hecho en las varias modificaciones a la Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades.
¿Cuál es el criterio fundamental que rige el sistema municipal chileno? Que el nuestro, a diferencia del español, del francés, del italiano y del argentino, es fundamentalmente alcaldicio; vale decir, en la figura del alcalde se centran todas las funciones fundamentales del municipio.
Este debate se arrastra desde el momento en que Chile tuvo que resolver sobre la existencia de los alcaldes designados. Allí hubo una discusión de fondo, porque durante el Régimen militar se nombraban alcaldes con todas las atribuciones del mundo. No había concejos municipales. En el debate prevaleció como lógico el hecho de que el alcalde o la alcaldesa reunía las funciones principales, debido a que fundamentalmente desarrollaba labores de carácter ejecutivo y su responsabilidad era dirigir prácticamente todos los asuntos propios de un municipio.
Por eso señalamos que, para ser consecuentes con esa concepción del municipio, debíamos tener un alcalde dotado de plena legitimidad. Y lo que ha ocurrido durante estos ocho años es que un significativo número de alcaldes -no todos, obviamente- no cuentan con toda la legitimidad política que requiere tal función. La legitimidad política no la da solamente el hecho de que tenga compañeros, camaradas, amigos de su propio partido, formando parte del respectivo concejo. La legitimidad también proviene del número de votos, de la cantidad de respaldo ciudadano que se tenga, para que efectivamente aquélla sea sólida. Lo que sucede actualmente es que en un 52 ó 55 por ciento de los municipios muchos alcaldes no cuentan con el respaldo de la legitimidad del voto mayoritario, sino que, además, los concejos les son muy adversos.
¿Cómo han resuelto tal problema los alcaldes? Digámoslo francamente en el debate. El procedimiento al que han recurrido para obtener respaldo de quienes no integran su camada, que no forman parte de su partido, o de su alianza, es el de otorgarles, de alguna manera, atribuciones que no son propias de los concejales y, en muchas oportunidades, pagándoles viajes al extranjero. No hay otro sistema municipal, aparte el chileno, en que los concejales hayan viajado tanto. Y viajan por todo el mundo, particularmente como consecuencia de este maridaje raro existente entre ellos y el alcalde. La única manera que tienen.
El señor LARRAÍN .-
¿También los que no son de Gobierno?
El señor NÚÑEZ.-
Son de todos los colores políticos. Inclusive podría proporcionar la lista de los concejales que visitan Cuba. Les encanta ir a ese país, porque es muy barato. Aquí no van unos a Estados Unidos y otros a Cuba. No, la mayor parte viaja a la Isla, porque es muy barato, en fin, por distintas razones que naturalmente no es dable dar a conocer en esta oportunidad.
Por tanto, como lo conversamos quienes hemos estado muy directamente vinculados con el tema, como lo señaló últimamente la Asociación Chilena de Municipalidades -y como lo acaba de expresar el Honorable señor Cantero -, lo que tenemos actualmente es un sistema híbrido que ya no da más. En definitiva no solamente confunde a la ciudadanía, sino que genera una cantidad de circunstancias aledañas al alcalde, que obligan a éste a recurrir a todo tipo de artimañas para lograr las mayorías que requiere.
Estimo conveniente la elección separada, porque, por primera vez, vamos a entregar al ciudadano la posibilidad de que elija alcalde y concejales. Y podrá darse el que, independientemente del marketing político, un ciudadano pueda votar para alcalde por una persona de un determinado color político y para concejal por alguien de otro color político. En ese momento, en el ciudadano prevalecerá fundamentalmente no el origen político de las personas, sino la calidad de éstas. Porque cuando actúa de esa manera, se está pronunciando por lo que a él, o a ella, le parece que es el mejor alcalde, o el mejor concejal. Y eso es bueno, porque obliga a la ciudadanía a considerar un conjunto de elementos distintos a los meramente políticos.
Aquí se aduce que éste va a ser un mecanismo a través del cual las cúpulas políticas van a incidir. Por el contrario, a mi juicio, creo que lo que lamentablemente influirá en mayor grado será el hecho de que la Oposición no ha estado de acuerdo con la idea de que el alcalde sea elegido en segunda vuelta cuando no obtiene mayoría en la primera. Lo que va a ocurrir es que, dado el hecho de que será alcalde quien haya tenido mayoría simple, las cúpulas políticas tratarán de tener un solo candidato. En consecuencia, cuando se tiene la posibilidad de elegir entre dos -las dos más altas mayorías-, en un sistema municipal de esa naturaleza, todos los partidos y los independientes -quiero rescatar lo que acaba de señalar el Senador señor Horvath - podrán ir en las mismas condiciones. Porque cuando no se obtenga la mayoría absoluta, será la segunda vuelta la que determine al ganador.
En consecuencia, pienso que, desde el punto de vista de la participación ciudadana, es un error el que no se consagre la segunda vuelta, porque, en definitiva, eso es lo que obliga a los acuerdos cupulares de las coaliciones o los pactos políticos.
Este sistema funcionará efectivamente si logramos perfeccionar el conjunto de facultades de los concejales. Actualmente, el concepto de que ellos son básicamente quienes poseen la capacidad y disposición para normar y fiscalizar, no nos basta. Hay un conjunto de disposiciones que deben ser revisadas. Por lo tanto, pediré al Gobierno, como lo hemos conversado en otras oportunidades, que una vez que podamos despachar esta iniciativa-¡ojalá!-, revisemos cuáles son exactamente las atribuciones de los concejales. Porque con el sistema actual, en el que desgraciadamente el alcalde no contará con la alta legitimidad que pretendemos darle -porque no lo hemos logrado suficientemente en este proyecto al no existir la segunda vuelta-, lo que va a suceder es que vamos a tener concejales que no dispondrán de las facultades necesarias para fiscalizar y constituirse en un efectivo cuerpo normativo. Por eso, considero esencial que también sobre este punto podamos materializar acuerdos que nos permitan trabajar bien el conjunto de disposiciones que debieran mejorar la capacidad fiscalizadora y normativa de los concejales.
Quiero dar una última razón que me parece muy importante. Numerosas personas nos han dicho que, de acuerdo con el sistema actual, al votar por una determinada persona, en realidad están apoyando indirectamente a un candidato por el cual no desean votar. Vale decir, resulta el voto indirecto, normalmente, y éste no favorece a la persona que el ciudadano ha pretendido apoyar.
En consecuencia, ése es también uno de los temas que ha estado presente en la decisión que tomamos hace mucho tiempo en cuanto a abrir el sistema a la elección separada de alcaldes y concejales.
Por esa razón, voto favorablemente.
El señor GAZMURI.-
Señor Presidente , en verdad, la extensa fundamentación del Honorable señor Núñez me ahorra una intervención más detallada y, por lo tanto, voto afirmativamente.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Como el Honorable señor Valdés, a quien corresponde fundar su voto no se encuentra en la Sala en este momento, concedo la palabra al Senador señor Bitar.
El señor BITAR.-.
Señor Presidente , para fundar mi voto a favor voy a dar cuatro argumentos que considero relevantes, frutos de mi propia experiencia en las distintas elecciones y en la gestión de las alcaldías.
El primero es la conveniencia de ser directos y por tanto dar facilidades a la ciudadanía a través de un proceso más transparente en que se sepa por quién se vota y para cuál función.
El segundo argumento tiene que ver con la excelencia, en el sentido de que para desempeñar los cargos de alcalde y de concejal se requieren cualidades distintas. Y por lo tanto, al haber dos votos, los candidatos postularán a las funciones que consideren más aptas e idóneas para sus aptitudes.
La tercera razón que me parece importante es la libertad para los ciudadanos, en cuanto hay más posibilidades de apoyar a una persona cuando los concejales van en listas distintas, sin que se produzca el doble fenómeno de que, por una parte, se restrinja el sistema al decir "Privilegia a tal persona y no a la otra, porque lo único que permite la ley es que por esta vía se pueda elegir al alcalde"; y, por la otra, se dé mayor preponderancia en la selección de los candidatos a las directivas de los partidos, a las cúpulas partidarias, a las máquinas partidarias, en desmedro de la ciudadanía.
El cuarto argumento -que considero fundamental- es el siguiente. En muchos concejales he percibido que esta lógica de decir a la ciudadanía: "Mire, no vote por mí; para que yo salga; vote por este otro", los coloca en una posición sicológica de disminución que los hace desempeñarse en su función de una manera más acomplejada. Más aún: mal podrá pararse ante un alcalde y formularle una observación aquel concejal que salió elegido con 50 votos, dado el arrastre que tuvo de otro candidato. Su capacidad de fiscalización se reduce.
Los cuatro argumentos que brevemente he expuesto constituyen, a mi juicio, una experiencia general, pues tanto el paso que damos ahora, junto con los anteriores, implican ir progresivamente perfeccionando nuestro sistema de elección del poder local, tan trascendente para la gestión de las ciudades modernas, de las comunas modernas, de un país moderno.
Por todas estas razones, voto que sí a la elección separada de alcaldes y de concejales.
El señor DÍEZ .-
Señor Presidente , en el transcurso de este debate hemos escuchado análisis históricos pasados y promesas de veto para modificar esta iniciativa.
El Senador señor Moreno planteó que el señor Ministro del Interior de alguna manera iba a satisfacer su aspiración de que el alcalde que no era elegido y había logrado una proporción razonable de votos podría entrar a formar parte del concejo municipal. Y el texto se modificaría por el veto.
Por otra parte, la solución, que parece tan simple y clara, de un alcalde en una votación separada de los concejales, sin ninguna relación entre ellos, presenta el riesgo de que los alcaldes carezcan de la posibilidad de armar su propio equipo y de tener su propio programa.
Lo que el señor Ministro del Interior nos señaló acerca de que la elección del Presidente de la República no arrastra a los Parlamentarios resulta bueno como analogía, pero malo como cosa real. Porque una municipalidad no es como un país y los poderes no se encuentran separados como lo están en la organización de una nación. Y los concejales, a veces, se hallan tan cercanos a los problemas y a sus soluciones como el alcalde, y el ámbito de la municipalidad es muy limitado, referido fundamentalmente a la administración.
Nosotros habríamos preferido que el proyecto fuera a Comisión Mixta, que la solución la encontráramos en esa instancia por nuestra iniciativa y no con un carácter pasivo frente al veto que aquí se ha dado a entender que existirá. Así lo hemos oído en esta Sala.
En estas condiciones, me abstengo de votar. Reitero que prefiero que esto vaya a una Comisión Mixta, a objeto de que podamos aprobar una elección separada buscando una coordinación mayor entre alcaldes y concejales.
El señor VALDÉS .-
Señor Presidente , creo que se han entregado la mayoría -si no todos- de los argumentos en uno y otro sentido. Me preocupan, sí, algunos que se dan después de la realidad vivida en las últimas elecciones.
Creo que el mundo avanza hacia una clara definición en cuanto a la necesidad de contar con ejecutivos, o sea, personas preparadas, con capacidad para tomar decisiones en las grandes ciudades. Porque las ciudades modernas han pasado a ser una especie de empresas.
Y aquí, en Chile, vamos camino hacia esa situación.
Los alcaldes no solamente son personas figurativas, sino que, además, hoy día tienen a su cargo educación, salud, deportes, seguridad ciudadana y toda clase de obligaciones, lo cual exige, no digo la despolitización de los municipios, pero, sí, evidentemente, un grado de capacidades especiales que la ciudadanía les demanda. Si no, ¿por qué razón el señor Lavín adquirió su dimensión política, que casi lo convierte en Presidente de la República? Porque fue un administrador eficiente -así se le atribuye, no soy habitante de la comuna que estuvo a su cargo- de una importante comuna. Y nuevamente fue elegido jefe comunal, ahora de la principal comuna de Santiago. ¡Porque es un buen alcalde!
Lo mismo puedo decir de Jaime Ravinet . Su prestigio como persona lo logró porque tuvo un carácter ejecutivo, lo que es distinto de la calidad que presenta un Diputado , que puede ser una persona muy callada, tranquila, inútil para tomar decisiones, pero de una mente privilegiada desde el punto de vista de su capacidad intelectual, política, etcétera.
Son funciones distintas.
Entonces, si todos hemos estado de acuerdo en dar funciones cada vez más importantes a los municipios, comunidades básicas de la sociedad moderna, que pasan a ser más relevantes que los propios Estados -que es lo que ocurre en Barcelona, Hamburgo, Amsterdam , Rotterdam, Nueva York, ciudades casi autónomas, y es lo que sucede en Venecia y Génova-, hay que buscar personas capaces, y no solamente a quienes tengan poder de arrastre o resulten elegidos porque consiguieron una mayoría ocasional.
Creo que hay que definir claramente que el alcalde es una persona que debe tener condiciones, que son distintas de las de los concejales. Porque -como lo manifestó el señor Ministro- es obvio que uno es ejecutivo y los otros constituyen un concejo. Y los concejos en ninguna parte tienen el carácter de ejecutivos.
Por esa razón, creo que debe establecerse un sistema de elecciones separadas de alcaldes y de concejales.
En segundo lugar, he visto lo que ha ocurrido en las últimas elecciones en mi zona, que, ciertamente, es distinta a la del Senador señor Moreno -como lo indicó-, pues nada es parecido a la Sexta Región. Esta última es única, en realidad. Pero también lo es la que represento, y también Chile.
El hecho es que la última experiencia eleccionaria fue que todos los candidatos en las ciudades del sur señalaron que postulaban como alcaldes. Creo que en Santiago sucedió lo mismo, pues más de alguno quiso ser alcalde allí.
Lo anterior demuestra la confusión que se produce con el sistema imperante. Y no se elige a nadie, entonces, como concejal.
Por otra parte, el candidato a alcalde opta por un cargo "full time", vale decir, de dedicación exclusiva. El concejal puede destinar a sus labores cinco, seis o diez horas a la semana, pues tiene otras actividades (un almacén, una profesión, etcétera). El alcalde no lo puede hacer.
Mencionaré un caso sucedido en una ciudad que no nombraré, en donde la Concertación obtuvo el 52 por ciento de los votos. Allí todos eran candidatos a alcalde; luego, ninguno superó el 25 por ciento del total de sufragios. Pero uno de ellos me manifestó que no podía ser alcalde porque tenía muchas obligaciones familiares y muy buenos cargos para financiar su vida. ¡Y salió elegido! Ahora se encuentra ante la dificultad de que no poder sostener el ritmo de vida de su familia y la educación de hijos con el sueldo de alcalde.
Señor Presidente, creo que estamos en la peor de las situaciones. Engañamos a la población.
El Honorable señor Novoa decía que las cúpulas se van a entender. ¿Y en qué parte no se han entendido las cúpulas, desde la Iglesia Católica hasta los partidos políticos? En todas partes éstas tienen algo que decir, si tenemos un sistema de partidos políticos.
Las cúpulas eligen los candidatos a Diputados y a Senadores. Ello lo vemos en todos los sectores, ya sea en la Concertación o en la Alianza por Chile.
Los alcaldes también serán elegidos, en definitiva. Y ahí el pueblo tendrá la opción para escoger entre candidatos a alcaldes y candidatos a concejales. No veo el problema para que se elijan en forma separada. Y vislumbro una solución: la especialización de personas con capacidad de gestión para el cargo de alcalde, distinta a la que deben tener los concejales.
Por esa razón, voto a favor.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
El señor Ministro del Interior me ha solicitado intervenir, porque fue aludido en la votación, respecto al tema del veto.
Tiene la palabra, señor Ministro .
El señor INSULZA ( Ministro del Interior ).-
Señor Presidente , según recuerdo, se plantearon tres materias en la votación: dos de ellas por el Senador señor Horvath , y la otra, por el Honorable señor Moreno . En realidad, todas tienen algo en común, cuestión a la que me referiré al final de mi exposición.
Respecto al proyecto que modifica la forma de funcionamiento del municipio, cabe decir que eso no forma parte de la iniciativa que nos ocupa. Sin embargo, no tengo ningún inconveniente en considerarlo, en la medida en que haya ideas que cuenten con el consenso de la Sala.
Con relación al tema de la elección de los consejos regionales, el Senador señor Horvath tiene razón en cuanto a que efectivamente eso estuvo dentro de los programas de Gobierno de ambos candidatos a la Presidencia en la elección de 1999. No obstante, hemos consultado mucho este tema con Parlamentarios y no hemos notado un gran consenso a su respecto. Vamos a mantener abierto el diálogo y a seguir conversando con ellos, pero presentaremos el proyecto respectivo en la medida en que tenga alguna viabilidad.
Esto último también dice relación a los vetos. Naturalmente, durante la discusión de una iniciativa surgen ideas que pueden ser razonables. Nuestra obligación es recogerlas, en la medida en que cuenten con el asentimiento de un grupo también razonable de Parlamentarios. Si un grupo razonable de ellos me dice que es posible introducir perfeccionamientos al proyecto, los voy a considerar siempre y estoy abierto a eso.
El Senador señor Moreno ha planteado la idea de rescatar, de alguna manera, a los candidatos a alcalde que obtengan un número importante de votos, para que formen parte del concejo comunal. El Ejecutivo no tiene inconveniente en examinar ese tema, en la medida en que efectivamente concite el acuerdo de otros congresales. Y presentaremos un veto aditivo en caso de contar -reitero- con el asentimiento de un grupo razonable de Parlamentarios, porque el Presidente de la República ciertamente no estará disponible para presentar vetos que luego sean rechazados.
Ése es el supuesto para todas las ideas razonables que se presenten. Si se me dice que el proyecto se puede perfeccionar de alguna manera, lo consultaré con los integrantes de las diferentes bancadas y mejoraré la iniciativa.
Espero que haya quedado claro.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Continúa la votación nominal.
El señor RUIZ-ESQUIDE .-
Señor Presidente , voy a aprobar el proyecto mediante el cual intentamos generar un tipo de elección que permita dar mayor racionalidad a lo que hoy tenemos. Sin embargo, en la fundamentación de mi voto quiero plantear algunos temas que me parece importante señalar, por lo menos para la comprensión de mi punto de vista.
En primer lugar, creo que efectivamente la elección separada de alcaldes y concejales produce una mejor expresión de la ciudadanía en cuanto a lo que quiere como manera de resolver el tema del gobierno de una ciudad. No obstante, cuando se habla del asunto, con extremada frecuencia se señala que ello debe ser rescatado de las expresiones cupulares de los partidos y que es algo que resulta peyorativo, en último término, para la que debe ser la tarea de los alcaldes.
Se ha señalado, por parte de varios señores Senadores, la necesidad de evitar la presencia de las cúpulas partidarias en esta designación. Deseo manifestar que en una democracia los partidos políticos son la expresión de visiones distintas sobre una ciudad y su participación es absolutamente legítima. Con extremada frecuencia se habla peyorativamente de esto. Quien tiene una visión de la sociedad debe tener, también, una sobre el gobierno de la ciudad. Por lo tanto, no es ilegítimo ni peyorativo ni desdoroso para nadie que los partidos políticos participen de la manera como lo hacen.
En ese sentido, voy a advertir algo que, por lo menos, lo siento muy profundamente: prefiero una democracia con gran presencia de partidos sólidos, fuertes, con capacidad para generar ideas constructivas, claras y precisas, a una suerte de independentismo en el cual muchas personas votan una vez por una cosa y otra por una posición distinta. La historia de Chile no es el mejor ejemplo de la presencia exagerada de los independientes, sin la participación de los partidos políticos.
En segundo término, desde 1992 tenemos una historia determinada del funcionamiento de las municipalidades. Y debo reconocer con franqueza que la encuentro bastante lamentable. Se quiera reconocer o no, el hecho es que los municipios no han funcionado bien. Y una de las razones de ello, aquí señalada, es el papel desdoroso de los concejales, debe sumarse a la forma como, en general, los alcaldes han ido construyendo la idea del manejo que deben hacer en las comunidades y en sus ciudades. Uno tiene la sensación de que su actitud es de poder absoluto. Y los concejales generan una situación de duda al respecto. Se produce una colisión, entonces, y en la práctica las municipalidades no han funcionado bien, salvo excepciones.
En lo personal, tengo mucha resistencia a entregar un exceso de poder a cualquier persona en una organización colegiada. No me gusta el sistema en el cual alguien puede hacer prácticamente lo que quiere, como está sucediendo con los alcaldes en la actualidad. Y es por eso que recojo lo señalado por el Honorable señor Núñez en orden a que, si queremos realmente dar una expresión más lógica a lo que estamos haciendo, debe ser muy acotado lo que el alcalde pueda hacer -ya está consignado en la ley-, pero también debemos reconocer que a los concejales debe dárseles mayor presencia. Si no, vamos a tener permanentemente una guerrilla, como ha sucedido en el último tiempo y como ocurrió antes permanentemente, incluso en la época en que fuimos regidores.
Tercero, reconozco que no hay sistema perfecto, mas pienso que la iniciativa puede mejorar la situación. Pero insisto en que si no hacemos un cambio en el concejo como tal, en la forma de elección del alcalde y en los hábitos, así como en la manera como debe funcionar la municipalidad y la relación con otros estamentos, como los consejeros regionales y los propios Diputados y Senadores, la verdad es que constituirá una modificación absolutamente electoral pero que no alterará la muy difícil situación de la administración local, que no está respondiendo a las necesidades de una democracia como la que queremos construir.
Voto que sí.
El señor VIERA-GALLO .-
Señor Presidente , deseo seguir la línea de reflexión de los Senadores señores Valdés y Ruiz-Esquide en el sentido de la importancia que tiene para una comuna y, sobre todo, para una ciudad la existencia de un alcalde con las características que señaló el primero de ellos.
Desgraciadamente, el proyecto adolece de dos defectos, a mi modo de ver. El principal de ellos es que no aborda el tema del gobierno metropolitano. Si es cierto lo que se dijo, por ejemplo, respecto del Alcalde de París , que acaba de elegirse, resulta que él gobierna la ciudad. Por muy notables que hayan sido los de Santiago, son alcaldes de una comuna en una ciudad que no gobiernan. O sea, no hemos logrado establecer un sistema razonable de gobierno de las grandes urbes. Esto vale para Valparaíso y Viña del Mar, para Concepción y Talcahuano, y para el Gran Santiago , a lo menos. Y a ese tema prioritario, desde mi punto de vista, no se le da importancia o no se aborda suficientemente.
Respecto del sistema electoral, al no haber segunda vuelta, puede suceder que, de aplicarse tal cual está el proyecto, resulte elegida alcalde una persona que tenga un apoyo ciudadano muy relativo. La mayoría relativa puede ser extremadamente exigua, lo que puede llevar a los distintos partidos políticos a tratar de buscar acomodos para ganar la elección.
Empero, difícilmente en un sistema todavía multipartidario, a pesar de ser binominal, esos pactos podrán tener eficacia en la vida real, en la vida concreta. Y, por muy iluminadas que sean las cúpulas y por mucho que hayan jugado siempre un papel en la historia, la gente quiere liberarse de su tutela y buscar un apoyo democrático más abierto y plural.
Lamento enormemente que no se haya establecido la segunda vuelta. Ella habría disminuido en gran parte los problemas que estoy exponiendo.
Con los dos reparos planteados, y no haciéndome gran ilusión con el paso que estamos dando, voto a favor.
El señor ZURITA.-
Señor Presidente , por enésima vez el Gobierno presenta un proyecto de reforma a la Ley de Municipalidades. Y no va a ser el último. Después de escuchar al señor Senador que me precedió en el uso de la palabra, se visualiza qué ocurrirá si esta iniciativa no da los resultados que los patrocinantes esperan: habrá una enésima más uno que consagrará la segunda vuelta.
En cuanto a lo argumentado por el Senador señor Valdés , creo que no podemos comparar Barcelona -ciudad a la que me unen vínculos familiares- con Pichirropulli. No se trata de establecer en el país 340 elecciones de Presidente de la República y de Parlamento, porque es indudable que en cada comuna el alcalde va a ser elegido con la prestancia de un Jefe de Estado . ¿Y los demás cómo?
Entonces, ¿adónde vamos? A la abstención.
La señora FREI (doña Carmen) .-
Señor Presidente , desde 1992 venimos trabajando este proyecto en la Comisión de Gobierno -por enésima vez, como señaló un señor Senador-, porque muchos sectores todavía no quieren entender que la gente desea votación separada de alcaldes y concejales.
Seguramente, habiendo sido elaborada por seres humanos, la ley en proyecto no será perfecta. El texto tiene bastantes fallas. Muchos habríamos querido la segunda vuelta; ver más acotado y con más prestancia el rol de los concejales, en fin. Pero cada día tiene su afán. Y en este momento votamos la elección separada de alcaldes y concejales, que cuenta -pienso- con el respaldo enorme de los chilenos que aspiran a saber quién será su alcalde y a evitar la existencia de alcaldes frustrados que durante cuatro años tratan de poner cortapisas al concejal que resultó elegido como máxima autoridad del municipio.
La claridad en las votaciones populares es el mejor regalo que como Parlamentarios podemos dar a la ciudadanía.
Por lo tanto, voy a votar a favor una vez más. Y me pronunciaré de este modo siempre que sea necesario decir a los chilenos que los estamos escuchando y que entendemos su deseo de votar con claridad por el alcalde y por los concejales.
Voto que sí.
El señor FREI (don Eduardo) .-
Señor Presidente , es evidente que este proyecto no es el ideal. Yo me sumo a todas las opiniones entregadas aquí en el sentido de clarificar la situación. Y sólo quiero referirme a dos perversiones que está provocando la normativa vigente.
Con el sistema en vigor, normalmente se elige a una persona para que encabece la lista; las restantes sacan misérrimas votaciones y terminan siendo, más que concejales, más que representantes de la comunidad, empleados del alcalde. Y eso está sucediendo en numerosas comunas de Chile.
En segundo lugar, siendo empleados del alcalde, concluyen entregando el mandato de la alcaldía al administrador municipal. Con esas votaciones, primero pasan a ser empleados del alcalde y después entregan en los concejos todas las responsabilidades de éste al administrador municipal.
Creo que esas perversiones se evitarán con el proyecto que nos ocupa.
Por eso, voto a favor.
El señor MORENO.-
Señor Presidente , recojo de manera muy positiva el planteamiento que escuchamos al señor Ministro del Interior . Y, en virtud de la claridad con que expuso la disponibilidad del Gobierno, voto que sí.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).-
Quiero dejar dos constancias al fundamentar mi voto.
En primer lugar, el proyecto no es lo que deseábamos.
Me habría gustado ver incluida la segunda vuelta. La considero esencial, por lo que ha significado en otros países. Aquí se ha citado el ejemplo de Francia; lo que allí ha prestigiado y potenciado el cargo de alcalde es precisamente la elección de éste por una mayoría que le permite gobernar su propia alcaldía. De modo que espero que en el veto -si lo hay- se haga un esfuerzo por incorporar la segunda vuelta, que sería muy positiva.
En segundo término, pienso que deberíamos establecer que para ser elegido alcalde se requiere una votación mínima. No me parece apropiado que, por la vía de la dispersión, un alcalde sea electo con 10 por ciento o 15 por ciento de los votos. Lógico sería que hubiera un piso de sufragios que obligara a contar con el respaldo de 25 a 30 por ciento de los sufragantes.
Por otro lado, deseo destacar que se abrirá mucho más el sistema electoral, haciéndose factible que, si los partidos políticos no son capaces de ponerse de acuerdo y provocan la dispersión de votos, candidatos independientes valiosos para la comunidad levanten con posibilidades de éxito postulaciones a alcalde. Y creo que eso es positivo.
Por esas razones, voto que sí, en la esperanza de que se concreten los perfeccionamientos del caso.
El señor HOFFMANN ( Secretario ).-
¿Algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Terminada la votación.
--Se aprueba el número 1 del artículo único, que ha pasado a ser artículo 1º (29 votos por la afirmativa, 10 por la negativa y 3 abstenciones).
Votaron por la afirmativa los señores Aburto, Bitar, Boeninger, Cantero, Cordero, Foxley, Frei (doña Carmen), Frei (don Eduardo), Gazmuri, Hamilton, Horvath, Lavandero, Matta, Moreno, Muñoz Barra, Núñez, Ominami, Páez, Parra, Pizarro, Ruiz, Ruiz-Esquide, Sabag, Silva, Valdés, Vega, Viera-Gallo, Zaldívar (don Adolfo) y Zaldívar (don Andrés).
Votaron por la negativa los señores Bombal, Canessa, Chadwick, Fernández, Larraín, Martínez, Matthei, Novoa, Prat y Stange.
Se abstuvieron de votar los señores Díez, Romero y Zurita.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Para dar un trámite ordenado al proyecto, propongo suspender el debate, tanto más cuanto que las demás modificaciones de la Cámara Baja también requieren un análisis amplio y quórum especial, lo que no lograremos en los 20 minutos que restan para el término de la sesión.
--Queda pendiente la discusión de las enmiendas sugeridas por la Cámara de Diputados.
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