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El señor SALAS ( Vicepresidente ).-
En el tiempo correspondiente al Comité de la Unión Demócrata Independiente, tiene la palabra el diputado señor Gonzalo Ibáñez.
El señor IBÁÑEZ .-
Señor Presidente , ayer, el Congreso reunido en sesión plenaria aprobó una nueva reforma a la Constitución por la cual se incluye la obligación del Estado de organizar un sistema de enseñanza gratuita de educación media para todos los jóvenes de Chile hasta que cumplan los 21 años.
Dicha reforma fue aprobada por unanimidad, salvo mi voto de abstención.
No quiero profundizar al respecto, pero quiero dar a conocer un par de ideas que respaldan mi decisión.
Nadie más interesado que yo en que toda nuestra juventud reciba la mejor educación. Por ello, me resulta importantísimo que el país, como tal, se empeñe en implementar sistemas de educación que lleguen a todos nuestros jóvenes, por lo menos con calidad mínima para llamarse “de educación”. Hacemos un uso muy fácil de los términos y después le damos muy poco contenido. Nuestra Constitución acepta muchas cosas. Es fácil incorporar nuevos artículos o incisos; lo difícil es que se cumplan. Todos somos testigos del fracaso de la educación pública en los niveles básicos, lo que se demuestra en los resultados cada vez más deficientes de la prueba Simce . A ello se suma el fracaso del sistema público de educación media ya existente, lo que se demuestra en los resultados cada vez más deficientes de las pruebas de aptitud académica.
No quise dar mi voto a algo que en la realidad me parece tendrá poco o ningún respaldo. El Estado no es capaz de cumplir ahora con las obligaciones que tiene frente a la comunidad de educandos, tanto en la educación básica como media. Echarse encima una nueva obligación, simplemente, es un acto demagógico.
Por tanto, pido al Gobierno que arbitre las medidas para cumplir con eficiencia aquellas obligaciones que hoy tiene.
Somos testigos de cómo los alumnos de las universidades estatales, que reciben aporte fiscal directo, salen a las calles porque el Gobierno les prometió recursos y no les ha cumplido. Vemos como la gestión y administración de esas universidades empeoran cada vez más y como crece el descontento entre el alumnado; y debo decir que es con razón. Es otro ejemplo de las obligaciones que se arroga el Estado creando falsas expectativas, ya que después no puede cumplir. Mucho me temo que esta reforma constitucional provoque el mismo efecto: falsas expectativas que al final terminen siendo una burla para nuestra juventud.
Por ello, me abstuve con el mejor de mis deseos para que de una vez por todas Chile tenga los sistemas de educación que nuestra juventud merece.
He dicho.
"