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La señora ALLENDE, doña Isabel (Presidenta).-
Tiene la palabra el diputado señor Patricio Hales.
El señor HALES.-
Señora Presidenta, hacemos bien en legislar en relación con el tema del alcohol, y haremos mal si creemos que, sobre esta base, vamos a reemplazar la responsabilidad de la familia.
El centro de la necesidad de formar a nuestros jóvenes y niños para combatir el alcoholismo reside en la base familiar. No habrá ley, policía, colegio ni castigo que reemplace el rol de la familia. Por eso hay que evitar la tentación de creer que sólo la acción punitiva puede combatir el alcoholismo. El doctor Raúl Yazigi , desde los años 40 y 50 ya trabajaba en Chile en ese tema y su esfuerzo no era el del simple castigo.
Como no hay mucho tiempo para discutir, por el acuerdo a que se llegó -sólo dispongo de seis minutos-, quiero analizar las disposiciones que me parecen más conflictivas, sin dejar de decir que me parecen bien los nuevos artículos 130 y 132 de la ley Nº 17.105, y el 17, que se refieren a la acción pedagógica del proyecto frente al alcoholismo y a las responsabilidades de la familia frente a este flagelo. Me parece bien la labor didáctica y las responsabilidades del Ministerio de Educación. Ésa es la legislación idónea para combatir el alcoholismo y para tener una sociedad más preparada en ese ámbito.
Me parece desproporcionado el artículo 160, que faculta al Presidente de la República para declarar zona seca determinada localidad o comuna. Creo que la comisión mixta debiera suprimirlo. Su inciso primero dice a la letra: “El Presidente de la República , cuando sea previsible que el expendio de bebidas alcohólicas en determinada localidad o comuna pudiere contribuir a alteraciones graves del orden público, podrá restringirlo fundadamente hasta que desaparezcan los motivos que provocaren esa decisión, la que en todo caso no podrá tener una duración superior a treinta días”.
Yo, francamente, encuentro una desproporción incluir esta facultad entre las responsabilidades del Presidente de la República.
El artículo 164 fija los horarios, materia que ha sido extraordinariamente discutida. En realidad, en países como Inglaterra, a las 11 ó 12 de la noche no se puede, en un restaurante ni en un lugar público cualquiera, consumir alcohol. Pero cada país va estableciendo sus propias normas, con el correr de los tiempos y de las circunstancias. En Chile existe una actividad económica en torno de esto: el turismo.
Me pregunto: ¿qué sucedió con este proyecto? Porque parece que el artículo 164 era “estirable”? La primitiva limitación era hasta las cuatro de la mañana. Pero después se cambió esa hora y se dijo hasta las cinco de la mañana cuando se trata de un sábado o feriado. Y yo pregunto: ¿y si es viernes? No, entonces. Si es viernes en la noche, es hasta las cinco de la mañana. Francamente, no entiendo cuál es la diferencia entre las cinco y las seis, porque podría dejarse hasta las seis de la mañana o, de frentón, durante las veinticuatro horas del día.
Ahí entramos en el ámbito de la capacidad de la familia para determinar responsablemente qué hacer en esta materia sin atenernos a una ley que fije el horario.
He tenido fuertes discusiones sobre el tema, porque, a mi juicio, debemos promover la educación contra el alcoholismo, educar a nuestros jóvenes y saber cómo administrar nuestras conductas dentro de la libertad de los horarios.
Hay que tener mucho cuidado con dar a los padres y familias la se��al de decir: “Sabe, quédese tranquilo; no se preocupe más de educar a sus hijos. Aquí la ley y la policía le resolverá el problema”. Quiero paternidad y maternidad responsables.
(Aplausos).
Por otro lado, debemos tener cuidado, porque con las restricciones horarias se promoverá el clandestinaje. Me pregunto qué pasará con las botillerías. A las 24 horas se cerrarán, según lo establece el artículo 164. ¿Qué habrá? Al lado de ellas tendremos un clandestino. Pienso que desde las 24 horas empezará a funcionar el clandestino, lo que generará delito, evasión tributaria, adulteración de alcoholes; pero habrá algunos dueños de botillería -quienes aplauden de manera entusiasta la posibilidad de que se amplíe el horario- vendiendo en clandestinaje, a espaldas de la ley, lo cual me parece extraordinariamente preocupante. Por eso propongo discutir el tema en comisión mixta.
Me pregunto: ¿Habremos resuelto realmente el problema del clandestinaje y del delito asociado con la fijación del límite horario? Además, existe el peligro de generar corrupción y se debe considerar la imposibilidad de la policía de supervisar esta situación. No me imagino a carabineros controlando todo: robos, consumo de drogas, delincuencia y, además, vigilar el cumplimiento del horario de atención de las botillerías.
He dicho.
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