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La señora ALLENDE, doña Isabel ( Presidenta ).-
Tiene la palabra la diputada señora Pía Guzmán .
La señora GUZMÁN (doña Pía) .-
Señora Presidenta , a pesar de que el proyecto que modifica la ley de alcoholes lleva varios años de tramitación, todavía tenemos grandes dudas respecto de lo propuesto por el Senado. No obstante, el tema debe ser un factor de preocupación y de ocupación no sólo de la Cámara.
Quiero transmitir una visión diferente de la que se ha estado mostrando hoy.
Como padres, todos tenemos una preocupación respecto del tema del alcohol, pues sabemos que nuestros hijos llegan tarde y, a veces, “pasaditos” o bajo los efectos del alcohol, lo que los hace correr serios riesgos. Pero también existe un problema de seguridad ciudadana. El subsecretario del Interior señaló que la mayoría de los delitos más violentos se comenten bajo los efectos del alcohol o de las drogas.
Estudios de la Fundación Paz Ciudadana han determinado que más del 56 por ciento de las personas muertas en hechos violentos tenían alcohol en su sangre y que dicho porcentaje aumenta a 58 por ciento en el caso de los victimarios. Es decir, la gran mayoría de los delitos violentos se cometen bajo los efectos del alcohol.
Como muchas veces nos sucede, estamos ante un dilema que tiene que ver con algo sumamente importante para las persona: elegir entre la libertad y la prohibición. Entre esos extremos estamos jugando. Plena libertad significa venta total de alcohol o de droga -porque tienen una lógica que se empieza a asemejar-, y lo contrario es la prohibición absoluta.
Recordemos que el alcohol y los cigarrillos son consideradas drogas lícitas, y las demás ilícitas. Todas ellas son encuestadas por el Conace teniendo en consideración el daño social que ocasionan.
Entonces, el tema es cuánto prohibimos, cuánta libertad damos.
Considero que se ha tratado de llevar este proyecto por un buen camino: el de la regulación, que tiene que ver con horarios, respecto de lo cual algunos sectores estiman que podrían ser perjudicados. Aquí es donde debemos poner el acento. La regulación nunca debe producir excesos o externalidades que lleven a crear mercados informales.
Está claro que la prohibición del uso de ciertas drogas ha dado paso al mercado informal, al de los traficantes de drogas. Esto lo hemos asumido, lo tenemos definido así y no lo vamos a cambiar, al menos por el momento.
En cuanto al alcohol, hemos decidido regular ciertos horarios, lugares y formas de expendio. Dentro de las regulaciones está la de prohibir el ingreso a ciertos locales a los menores de 18 años de edad. En verdad, lo considero un despropósito, porque incentiva a los menores de 18 años a realizar más fiestas en casas arrendadas, donde el alcohol, al estar dentro del ámbito privado, se consume sin ningún tipo de restricción.
(Aplausos).
Por lo mismo, me parece conveniente revisar los lugares donde los menores de edad pueden ingresar. Por ejemplo, definir qué se entiende por comedores. ¿Son los restoranes, los pubs o las quintas de recreo? Eso debe quedar muy bien precisado, porque, en mi opinión, puede provocar, nuevamente, efectos negativos.
Les puedo asegurar que nada de lo que estamos hablando sobre este proyecto -insisto, nada-, va a producir efecto si no existe la voluntad de control y fiscalización. Control de las propias personas que trabajan en botillerías; control de los padres, quienes tenemos la obligación de hacerlo; control de los dueños de las discoteques, tanto al ingreso como en la barra y, lo más importante, la fiscalización que debe realizar la autoridad y la labor que debe realizar Carabineros en el sentido de evitar la aparición de los clandestinos.
Este proyecto será ley muerta si no hay control y fiscalización. Por lo tanto, deberíamos rechazar ciertas normas para revisarlas en comisión mixta, en el entendido de que el control es una especie de autorregulación. Obviamente, Carabineros no puede dejar de cumplir su función policial para evitar el clandestinaje, pero mucho de lo que se refiere al control, ya sea personal, de los empresarios, del comerciante, de los padres, tiene que ver con la autorregulación.
Ese es el punto. Entre libertad y prohibición, por tratarse de un tema tan delicado, lo que nos queda es centrarnos en la autorregulación.
Insisto en que el exceso de represión en estos problemas lleva a situaciones inhumanas. Un ejemplo es el cigarrillo. El que fumaba e iba a Estados Unidos, salía muy traumatizado. Y no dejaba de fumar, sino que, por el contrario, terminaba fumando más. Nunca vamos a ganar la batalla contra las drogas. El alcohol es un mal endémico en el país, y no es que ahora se esté consumiendo más, pues eso ha ocurrido siempre. Incluso, hemos escuchado muchos cuentos al respecto. Por ejemplo, que en el campo a las guaguas se les preparaba la mamadera con leche y alcohol.
Hoy estamos preocupados porque ese mal llegó a la ciudad. Un muchacho de 13 años ya se toma dos o tres “piscolas” o “cubas libre”. En definitiva, los muchachos toman mucho, y lo peor es que comienzan desde muy pequeños. ¡En cuántas fiestas en nuestras casas hemos tenido que buscar botellas debajo de los muebles!
Renovación Nacional votará en contra varias normas, y trabajará en la comisión mixta. Debemos lograr la capacidad de autorregulación de muchos entes y trabajar después para dar a Carabineros los medios necesarios para evitar el clandestinaje. Eso es lo que corresponde.
He dicho.
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