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El señor SALAS (Vicepresidente).-
En el tiempo de Renovación Nacional, tiene la palabra el diputado señor Alberto Cardemil.
El señor CARDEMIL .-
Señor Presidente , trataré de ser muy corto y preciso.
Me alegro de haber escuchado a la Canciller, porque su planteamiento es sólido, realista y lejos el más claro y preciso que he escuchado en esta materia tan complicada.
Creo que vale esta sesión especial.
En segundo lugar, la posición de la Canciller se contrapone en forma dramática en algunas cosas que hemos escuchado y en gestualidades que hemos presenciado. Por ejemplo, me preocupa mucho la aseveración del colega Guido Girardi , presidente de un partido de la Concertación, quien dijo que la resolución N° 1.441 adoptada por las Naciones Unidas, en todo caso y a todo evento, debe cumplirse a través de medios exclusivamente pacíficos. Eso es negar la esencia del sistema internacional. Es lo mismo que dejar sin aplicación las resoluciones, que le quitáramos a los jueces la facultad de imperio; que le restáramos, que castráramos de la posibilidad del uso de la fuerza legítima a toda autoridad nacional o internacional debidamente constituida.
También me preocupan los gestos. Entiendo que se hizo con una intención comunicacional positiva, pero se realizó en la Cámara de Diputados y tiene mucho que ver con un proyecto de acuerdo recién presentado.
Como lo dijo la señora ministra, hay que recuperar la sana doctrina. Las guerras, consecuencias de la dañada naturaleza humana y que siempre han acompañado al hombre, son hechos lamentables. Pero siempre se puede distinguir entre guerras justas e injustas. Las guerras injustas son de agresión, de opresión. Las guerras justas son defensivas, preventivas, para conseguir la paz. Y eso es lo que la inteligencia del hombre en su evolución ha podido poner como coto de esta desgraciada tendencia a la violencia.
Por lo tanto, decir, a través de un letrero: “No a la guerra”, sin más, constituye, discúlpenme la expresión, la misma majadería que decir: “Sí a la guerra”, sin más. Depende de cómo, cuándo y qué materia está sujeta a la decisión tan delicada que corresponde.
En esta materia, Renovación Nacional, fiel a lo que ha hecho siempre, plantea tres puntos:
Primero, nuestro compromiso con la paz; no se dude de ello. Búsqueda de soluciones incruentas a los problemas, ya que en esa materia Chile siempre ha tenido una tradición muy honrosa, que no se interrumpió -como lo expresó un honorable señor diputado - ni siquiera, por usar la expresión peyorativa, durante el gobierno militar. Creo que una de las actuaciones más notables del gobierno militar, fue precisamente conseguir la paz con Argentina, con lo cual ratificó su vocación pacifista de siempre.
Segundo, fortalecer el multilateralismo. En esta materia estamos cuadrados en la legislación internacional vigente, encarnados en la institucionalidad de las Naciones Unidas, que son los medios para evitar la discrecionalidad de los más fuertes.
Tercero -con igual énfasis, porque no se ha dicho con la fuerza suficiente- la comunidad internacional tiene el derecho y el deber de hacer cumplir las resoluciones adoptadas por los organismos multilaterales, más aún si éstas se refieren a la eliminación de las armas de destrucción masiva.
Y aquí, como manifestó la señora ministra, un país completo, llamado Irak, y un gobierno concreto, el gobierno de Saddam Hussein, están en mora de cumplir las resoluciones dictadas por las Naciones Unidas. Éste es el elemento fundamental del problema.
¡Qué fácil es entrar en la diatriba contra los Estados Unidos! No soy abogado de ese país, no me siento inclinado a ello y podría compartir muchas cosas que aquí se han dicho. Pero tampoco me voy a erigir en abogado de quienes tienen connivencia con organizaciones terroristas internacionales, que derrumban edificios en Nueva York, matando a decenas de miles de personas.
Ese día vi las caras consternadas de las diputadas y diputados presentes en la Sala. Parece que hubieran sido hechos que se los llevó el viento y que aquí no pasó nada, y que nadie es responsable de esas matanzas. Pongamos las cosas en su exacta y correcta óptica para actuar como corresponde.
Hemos presentado un proyecto de acuerdo, claro y conciso, en el cual pedimos que el Gobierno, la Cancillería y nuestra misión en el Consejo de Seguridad, adopten una posición de claro y preciso rechazo al incumplimiento por parte de Irak de la resolución Nº 1.441, en especial a su obligación de eliminar sus armas de destrucción masiva, la cohetería y misilística de largo alcance y las armas de carácter químico y biológico.
Además, que gestione y concurra al acuerdo de determinación de un plazo o de un mecanismo razonable, último, breve y final, para que Irak transparente su potencial de destrucción bélica y dé cumplimento satisfactorio y pleno a las disposiciones de la Resolución Nº 1.441, según un certificado conforme del equipo de equipo de inspectores.
Finalmente, hemos agregado un tercer punto: que la Cancillería deba actuar siempre buscando la paz. La guerra, aun en caso de ser justa, es la última razón; nunca la primera. Los procesos de conflicto pueden terminar en una guerra justa, pero nunca empiezan por una guerra, porque siempre va a ser injusta.
En esta materia tan delicada, quiero hacer mi propia interpretación.
Hay aquí un área gris, confusa. En el instante de decidir si se ha cumplido o no se ha cumplido, la Cancillería deberá actuar en conciencia, luego de analizar y estudiar los antecedentes. Pero -lo digo claramente- nunca debe dejar de ver el interés nacional, claramente alineado con las fuerzas del mundo libre, nuestro socio natural. Lo fue antes y durante el período del gobierno militar. Por lo tanto, no debe quemarse ahora lo que se adoró ni adorarse lo que se quemó. Nuestra línea de trabajo debe constituirnos en un aliado digno de los Estados Unidos, con personalidad, con autonomía, con suficiente fuerza idiosincrática.
En esta materia me limito a lo señalado por un distinguido senador del Partido por la Democracia, señor Flores, a quien he escuchado interesantísimas disquisiciones sobre la materia.
Primero, pidamos que se cumplan las resoluciones; segundo, que se cumplan en plazos razonables; tercero, seamos responsables en el Consejo de Seguridad, porque no estamos en él para calentar asientos, sino para tomar decisiones en conciencia, con la idea de que el destino de Chile es ser un socio inteligente, fuerte y digno de los Estados Unidos.
He dicho.
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