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La señora MUÑOZ , doña Adriana ( Presidenta ).-
En discusión general y particular el proyecto.
Tiene la palabra el diputado señor Manuel Rojas.
El señor ROJAS.-
Señora Presidenta , la iniciativa, a mi juicio, presenta varias contradicciones.
Por un lado, permite pensar que las políticas impulsadas por el Supremo Gobierno en materia cultural no están dando resultados y, por otro, que la posibilidad de concentrar en el Estado el control de estas actividades genera aprensiones en su aprobación.
En primer lugar, me preocupan los sentimientos regionalistas del proyecto de ley, que fija el domicilio y la sede del Consejo Nacional de la Cultura en la ciudad de Valparaíso. Tiene sus merecimientos, pero otras ciudades también tienen el mismo derecho, como Antofagasta, que posee un vasto sector cultural en la zona altiplánica de San Pedro de Atacama.
En ese sentido, es conveniente analizar con mayor profundidad esta materia, porque quienes conforman el Consejo Nacional de la Cultura, de acuerdo con lo que señala el proyecto de ley, son personas que estarán directamente relacionadas con el Gobierno en la ciudad de Santiago.
En segundo lugar, si se quiere centralizar y dar un nuevo sentido a las políticas para coordinar, establecer, programar y desarrollar la gestión cultural, sería interesante que el proyecto abarcara todos los estamentos culturales en que tiene gestión el Gobierno. Esto lo digo en relación, específicamente, con lo que establece el artículo 3º, numeral 11), sobre las funciones del Consejo, el cual dice: “Diseñar políticas culturales a ser aplicadas en el ámbito internacional, y explorar, establecer y desarrollar vínculos y convenios internacionales en materia cultural,...”, lo que me parece positivo. Pero después agrega: “para todo lo cual deberá coordinarse con la Dirección de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores”.
En definitiva -y lo planteaba en la Comisión-, si se quiere potenciar al Consejo, éste debiera dictar las pautas de trabajo en materia cultural no sólo dentro del país, sino que también a nivel internacional, y no dejar esta materia sujeta a una simple coordinación con la Dirección de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Por otro lado, en la conformación del directorio me preocupa el sentido estatista que se le da a la cultura. El Presidente de la República nombra al presidente del Consejo , que se integra, además, con ministros de Educación , el secretario general de Gobierno, de Relaciones Exteriores, el subsecretario de Desarrollo Regional , y a cuatro personalidades, todos nombrados, de igual manera, por el Primer Mandatario. Esto, por cierto, se repite en los consejos regionales.
Sin duda, esto preocupa, porque neutraliza la libertad real y diversidad que requiere la cultura.
En cuarto lugar, hay un tema bastante interesante relacionado con el fomento de la cultura y los recursos que puede disponer, para estos efectos, el Fondo Nacional. Para el fomento de las artes, el desarrollo de la cultura regional, de conservación y difusión del patrimonio cultural, el desarrollo de la infraestructura cultural y las becas, los recursos deben generarse mediante concurso público, lo que me parece muy positivo, pero en el mismo artículo 29, numeral 4), relativo al desarrollo cultural de pueblos originarios, no se utiliza el mismo expediente, sino que se hace una destinación de fondos. Me preocupa que se haga esta distinción.
En quinto lugar, para quienes creemos fehacientemente que en las regiones podemos realizar nuestras propias activida-des, específicamente en materia cultural, es válido que el Fondo sea administrado en un 25 por ciento a nivel nacional y el resto se distribuya en cuotas regionales. Me parece muy positivo que la norma se mantenga en el proyecto de ley, aunque es posible que el Ejecutivo formule indicación al artículo 33.
En definitiva, el proyecto de ley no llena las expectativas de quienes hemos abrigado esperanzas en materia cultural. Creo que es una respuesta a presiones políticas, porque hay organizaciones que siguen independientes. Lamentablemente, no genera lo que todos queremos.
Si vamos a hacer algo, hagámoslo bien. Creo que el proyecto no satisface las expectativas, por lo cual lo voy a votar en contra.
He dicho.
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