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El señor NÚÑEZ.-
Señor Presidente , en esta oportunidad iba a referirme a las palabras vertidas en este Hemiciclo por el Honorable señor Errázuriz , pero he decidido hacerlo en la hora de Incidentes de la sesión de mañana, ocasión en la cual comentaré sus declaraciones publicadas en un diario capitalino.
Hoy expondré la situación que está viviendo la Región de Atacama, que tengo el honor de representar en esta Corporación.
Hace pocos días, el Ministro de Hacienda señor Aninat realizó un detenido análisis sobre el estado de avance de los programas sociales y económicos del Gobierno que encabeza el Presidente Frei . Todos quedamos extraordinariamente optimistas por las cifras que nos dio a conocer en aquella oportunidad. Es más, los periódicos del día posterior a ese informe dieron cuenta de los datos más significativos, los que nos hicieron sentir que se vive un proceso extraordinariamente ascendente de nuestra economía, a nivel nacional.
Señaló el señor Ministro en aquella oportunidad que en 1995 vamos a llegar a un PIB del orden del 6,5 por ciento, anualizado; que se registrará un Producto Interno Bruto por Habitante de 4 mil 548 dólares corrientes de ingreso per cápita; que la inflación no alcanzará el 8 por ciento, en comparación al 8,9 por ciento de 1994; que el desempleo ha disminuido, en los meses ya corridos de 1995, a una tasa de 5,4 por ciento, bastante inferior a la del año inmediatamente anterior, que fue de 6 por ciento; que las exportaciones e importaciones tendrán un crecimiento nominal del orden del 31 por ciento, en comparación con el 25,4 registrado en 1994,y que el ahorro interno (en porcentaje del PIB) va a ser este año de 27 por ciento, lo que ubica a Chile entre los países más avanzados en esta materia, con una diferencia de casi 2 puntos en relación con el índice obtenido en el período anterior.
Es más, durante esos días tuvimos también la oportunidad de conocer el ránking mundial de competitividad que anualmente elabora el World Competitiveness Report. El año pasado estábamos en el vigesimosegundo lugar, y hoy estamos en el vigésimo; Argentina en el 29; Perú, en el 32; Brasil , en el 37, y México, en el 44.
Lo que más me interesa destacar, señor Presidente , es que a nivel regional, hasta la última Encuesta CASEN, vivíamos la sensación de estar en un proceso de acrecentamiento de las mejorías de carácter económico-social de la Región de Atacama. Los datos estaban claros y precisos. La desocupación había bajado, según las últimas encuestas -fundamentalmente, las del INE-, de 4,1 por ciento a 2,7 por ciento, en comparación con igual trimestre del año pasado. La inversión extranjera, hasta marzo de 1995, por aplicación del decreto ley 600, y materializada en la Región de Atacama, era de 955,1 millones de dólares, sólo superada por la inversión en la Segunda Región, que en el mismo lapso registró una cantidad calculada en 1.751,2 millones de dólares. El PIB de la Tercera Región alcanzaba, en 1992, a 12,8 por ciento, el segundo más alto del país.
Éstos son los datos que teníamos hasta la última Encuesta CASEN, la cual nos ha puesto frente a la dura realidad de la Tercera Región.
En primer lugar, voy a hacer un comentario global. En mi opinión, en el futuro próximo será necesario contrastar, nítida y claramente, los datos de carácter nacional con las realidades regionales. Es cierto que las cifras entregadas por el señor Ministro de Hacienda son estimulantes, pero, comparadas con las realidades que viven algunas Regiones -entre ellas, la Tercera-, son, por el contrario, extraordinariamente preocupantes.
Todo indica que hay aquí una aplicación muy dogmática del modelo de desarrollo económico que se está implementando, y que no estamos encontrando los mecanismos de flexibilidad para hacer posible que en Chile exista un proceso de igualación creciente, no sólo entre las personas que habitan el territorio nacional, sino también entre las Regiones. Hay evidencias extraordinariamente estimulantes en algunas Regiones y en ciertos sectores de las mismas, pero a veces en ellos mismos hay áreas económicas que están viviendo situaciones bastante dramáticas y difíciles.
¿Cuáles son las conclusiones que uno saca en una primera lectura de los datos entregados por la Encuesta CASEN de 1994? En primer lugar, que en la Región de Atacama la pobreza y la indigencia se han feminizado. Básicamente, se encuentran en las mujeres los mayores índices de pobreza e indigencia, a pesar de las enormes inversiones que ha hecho el sector público, particularmente en salud, educación y vivienda.
Otra conclusión es que este fenómeno, muy preocupante, se da, fundamentalmente, por la incorporación en el último tiempo -yo diría, en los últimos 8 años- de un conjunto muy amplio de mujeres de la Región a las actividades vinculadas con el sector agroexportador de frutas de temporada. Las trabajadoras temporeras de nuestra Región han aumentado notablemente. Todo indica que allí no se ha producido, a diferencia de lo que a menudo sostienen algunos señores Senadores en este Hemiciclo, un incremento significativo de los ingresos familiares por esta razón. Por el contrario, por los datos que a continuación voy a dar a conocer, se percibe que ahí está radicándose, muy sensiblemente, un foco de pobreza e indigencia francamente lamentable.
Es más, en nuestra Región, que clásica e históricamente es un sector minero, se ha establecido un foco muy notable de pobreza. A pesar de los precios del cobre y del oro del último tiempo, resulta que el sector minero también ha concentrado un porcentaje muy preocupante de pobreza.
A propósito de lo mismo, considero conveniente dar a conocer que "El Mercurio", hace algún tiempo -concretamente, el 2 de agosto del presente año-, publicó algo que, de convertirse en política por parte de la Empresa Nacional de Minería, ENAMI , va a acrecentar aún más la pobreza de los sectores mineros vinculados a la minería artesanal y a la pequeña minería. Espero que las autoridades de esa empresa del Estado no tomen en cuenta lo que señalara en aquella oportunidad "El Mercurio", en un editorial titulado "Reestructuración de ENAMI".
Decía este editorial:
"El papel que ENAMI cumple en una economía de mercado es discutible. Se trata, por una parte, de una unidad productiva que no posee ningún carácter estratégico y que es de función similar a las refinadoras y compañías mineras privadas. Por otra parte, el fomento de la pequeña y mediana minería del cobre, en un país como Chile, que tiene fuertes ventajas comparativas en la minería, es más que dudoso".
Esto, señor Presidente , de mantenerse como criterio, casi con entera seguridad significará concentrar aún más, en muy pocos propietarios o empresas mineras, el enorme beneficio que Chile está viviendo por el precio del cobre en los mercados internacionales, y radicar mucho más todavía la pobreza en aquellos sectores que están siendo despedidos de esta actividad, tan vital para el desarrollo económico de nuestro país y de nuestra Región.
Por otra parte, está claro que hay una baja notable en el precio de la mano de obra en la Tercera Región, fenómeno que también se ha medido.
¿Cuáles son los datos más relevantes?
En 1990, en nuestra Región existía un 37,4 por ciento de pobreza, porcentaje que bajó después a 30,4 por ciento. Sin embargo, entre 1992 y 1994, esa cifra aumentó a 33,9 por ciento, lo que prácticamente significa un 4 por ciento más de pobres que en 1992.
En lo que dice relación al nivel de indigencia, en 1991 teníamos 7,7 por ciento. En 1994, ese porcentaje subió a 10,2 por ciento, es decir, la indigencia aumentó notablemente.
A continuación, voy a entregar algunas cifras por comuna. La de Chañaral tiene 43,1 por ciento de pobres, incluidos los pobres indigentes y los no indigentes. Por otra parte, difícilmente encontraremos en el país otra comuna con tanta pobreza como la de Freirina. Allí el 62,7 por ciento de su población, que asciende a aproximadamente 5 mil personas, son pobres. En la capital de nuestra Región, en donde se han observado las más altas inversiones -particularmente del sector privado-, la última encuesta revela la existencia de un 31,5 por ciento de pobres.
En la Comuna de Caldera -cercana a Bahía Inglesa, sector turístico extraordinariamente relevante con relación a la zona e incluso al conjunto del turismo del norte- hay un 38,3 por ciento de pobres, cifra que se descompone en 12 por ciento de indigentes y 26,3 por ciento de personas que viven en la pobreza.
Ésa es la realidad que se vive en la Región de Atacama.
¿Qué ha sucedido? Ha habido cambios en la estructura de la fuerza laboral. No cabe la menor duda. Los hombres han disminuido su participación en casi un uno por ciento, en tanto que las mujeres la han aumentado en 3,23 por ciento. Vale decir, la feminización de la pobreza es clara y nítida.
Desde 1992, los hombres de la Región han perdido 2 mil 391 puestos de trabajo en el sector minero. ¡2 mil 391 puestos de trabajo en el sector minero y mil 550 empleos en el sector del comercio!
Estoy hablando de una zona minera que, con relación a su extensión en kilómetros cuadrados, posee una escasa población y en donde históricamente la mayor parte de los atacameños se han dedicado a la actividad minera. Vuelvo a insistir que en 1992, hemos perdido 2 mil 391 puestos de trabajo, los que principalmente se concentran en la minería artesanal o pirquineros y en la pequeña minería.
Los puestos de trabajo de los hombres han sido ocupados por mujeres que perciben una remuneración inferior por lo que realizaban los hombres. Éstos ganaban en promedio 121 mil 417 pesos, y las mujeres, 89 mil 663 pesos. Ésa es la diferencia que se produce cuando los puestos de trabajo dejados por los hombres son suplidos por mujeres.
En cuanto a los ingresos de los hogares, la Tercera Región registra la caída más fuerte de todo el país, con un 17,6 por ciento, siendo seguida por la Sexta Región -que representa quien nos preside en este momento-y por la Séptima Región.
El ingreso per cápita de la Región ha experimentado la mayor caída del país, con un 22,1 por ciento. La Región de Atacama presenta el mayor descenso del país respecto a los ingresos de los trabajadores asalariados y presenta el más bajo incremento de su volumen, que es casi nulo. La caída corresponde a 15,4 por ciento.
Los ingresos de los trabajadores por cuenta propia de la Región muestran la mayor caída del país, con un 41,1 por ciento, mientras que, por otra parte, han aumentado en forma importante su volumen, el que se concentra básicamente en el sector minero. Es así como la pequeña minería y la minería artesanal tienden a desaparecer en una zona que se ha caracterizado, desde Chañarcillo, por ser una de las más mineras del país.
Los ingresos de empleadores y patrones se han visto disminuidos de manera menos fuerte que los trabajadores por cuenta propia, como es obvio.
El ingreso promedio de los trabajadores por ramas de la producción ha descendido. Los trabajadores por cuenta propia, por ejemplo, han descendido en todas las categorías, pero, en especial, en las de comercio al por mayor y menor, en la agricultura, en la pesca, en la industria manufacturera y en la de explotación de minas y canteras.
Cabe hacer notar que la rama donde principalmente disminuyen los ingresos de los trabajadores asalariados son la construcción y la explotación de minas y canteras.
Pues bien, ¿a qué conclusiones nos llevan los fríos y escuetos datos, difíciles de asimilar seis meses atrás, pero que están golpeando de manera lacerante la conciencia de los atacameños?
Cuando el capital se funda en la explotación minera no se radica en las regiones, a diferencia del capital agrícola o del vinculado a la manufactura. De allí proviene la desgracia de todo el norte de nuestro país, primero con motivo de la explotación de la plata, luego del salitre y ahora del cobre.
Las más grandes explotaciones de cobre se están realizando en la Segunda y Tercera Regiones. Sin embargo, en esta última ha aumentado la pobreza, no obstante las enormes inversiones que se están realizando en grandes yacimientos mineros de nuestra Región, fundamentalmente por empresas extranjeras.
En consecuencia, todo indica que se deben adoptar medidas que nos permitan radicar de una vez por todas la riqueza de las regiones mineras en las zonas donde ellas se generan.
El rendimiento de las patentes mineras, que a partir del Gobierno del Presidente Aylwin, ha quedado a beneficio de las regiones, es absolutamente insuficiente. En 1994, ellas significaron para la Tercera Región alrededor de dos millones de dólares, quedando un 70 por ciento para la Región y un 30 por ciento para las municipalidades. Pero reitero que es insuficiente.
Creo que ha llegado la hora de trabajar la idea de tributos regionales para el sector minero, particularmente para las zonas que más dependen de esta explotación. Es preciso iniciar algún tipo de movilización para generar conciencia -en especial, en el sector económico del Gobierno- de que es necesario estudiar tributos de carácter regional para que esta riqueza se radique en la Región, en términos superiores a lo que ha sido históricamente.
De mantenerse las actuales cifras que he dado a conocer, no sacaremos nada con haber iniciado hace poco tiempo la explotación del gran yacimiento La Candelaria, ubicado en las cercanías de Copiapó, que tiene una vida útil aproximada de 43 años, uno de los minerales más mecanizados y tecnológicamente más avanzados que existen en el país. Tampoco sacamos nada con la reciente puesta en marcha de la planta de lixiviación de cobre, inaugurada por CODELCO Chile con la presencia del Presidente de la República , en la División El Salvador, porque, a pesar de las enormes inversiones que se han efectuado, lo concreto y real son las cifras que he dado a conocer hace un instante. Debido a que el capital no se radica, la pobreza tiende a aumentar.
Por otra parte, es obvio que tendremos que revisar las políticas de combate contra la pobreza, mediante encuentros de trabajo, mucho más aterrizados en la realidad, entre el gobierno central, el gobierno regional, los parlamentarios y todas las entidades que deben enfrentar este flagelo tan difícil de erradicar de nuestra realidad.
Con esto no quiero decir que la política económica esté fallando y que se han cometido errores en su aplicación. A lo mejor, los hay y si los hubiera, sería el primero en señalarlos. Sin embargo, lo importante es que esta política vaya aterrizando cada vez más en las realidades de nuestras regiones. No me cabe la menor duda de que se han hecho esfuerzos. Incluso algunos han sido exitosos en comunas tan pobres como Chañaral. Pero todo indica que algunas de las medidas contempladas para combatir la pobreza, como es el fomento de la micro, pequeña y mediana empresa todavía no dan resultados y no logran generar empleos, o bien éstos son de mala calidad.
Todavía no hay una política que permita aumentar la productividad de las empresas, particularmente de aquéllas vinculadas al sector minero, pesquero o agrícola, como ocurre en el caso del Valle de Huasco.
La política de capacitación laboral todavía no permite aumentar los niveles de calidad de trabajo de la Región. A lo mejor, es una realidad que azota a todo el país, pero en la nuestra es particularmente difícil, porque las reconversiones laborales son muy fáciles de establecer en el papel, pero no en la realidad. No es posible, de la noche a la mañana, convertir en agricultor a una persona -a un minero, en este caso- cuyo bisabuelo y sus descendientes han venido trabajando en pirquenes, en canteras o en otras pequeñas empresas mineras, y menos aún es eso factible cuando se trata de zonas desérticas o semidesérticas. Eso es absolutamente imposible y, por eso, los planes elaborados en laboratorios no dan resultado. Tales reconversiones laborales deben efectuarse en el terreno mismo, junto a la gente, para los efectos de medir los resultados de esas políticas.
Está claro que en nuestra Región, particularmente en los lugares vinculados a la actividad minera, el sistema de subcontratistas tiende a bajar notablemente el monto de los salarios. Las remuneraciones que pagan las empresas que subcontratan faenas mineras son notoriamente inferiores.
Por último, es indudable que los procesos de modernización y de integración, acompañados de grandes concentraciones, generan el desplazamiento de un volumen muy considerable de trabajadores hacia las periferias urbanas, engrosando el nivel de pobreza en las grandes ciudades y presionando, simultáneamente, el mercado laboral, lo que impide mejorar los ingresos de los trabajadores.
Ésa es la realidad que estamos viviendo de manera acuciante en nuestra Región.
En esta oportunidad no solicitaré el envío de ningún oficio al señor Ministro de Hacienda , y me limitaré a unir mi voz a la de las autoridades de nuestra Región, particularmente del gabinete encabezado por el señor Intendente; a la de las organizaciones sindicales y poblacionales; a la de los partidos políticos de la Concertación, y también a la de las colectividades de la Oposición, que a través de los medios informativos locales han manifestado en el último tiempo una gran preocupación por el destino de la Región de Atacama .
Tendremos un futuro esplendoroso en la medida en que seamos capaces de enfrentar ahora las enormes dificultades que objetivamente se están observando en la aplicación del modelo de desarrollo basado en la extracción de materias primas, que es la principal actividad de nuestra Región. Y está claro que debemos hacer un alto, tanto en Atacama como en el país, para analizar esta situación que, a todas luces, es digna de profunda preocupación.
He dicho.
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