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El señor DIAZ .-
Señor Presidente , yo pretendo, a lo menos, interpretar el sentir de los Senadores democratacristianos. Obviamente, el Honorable señor Ruiz-Esquide habló como Presidente de la Comisión de Salud , y ello no significa que pierda su calidad de militante del partido.
Primero que todo, deseo aclarar a un señor Senador que usó anteriormente de la palabra que a nosotros no nos empuja el público que se encuentra en las tribunas, sino -por lo menos a mí, y sé que también al Honorable señor Ruiz-Esquide - treinta y cinco años de atención como médicos, durante los cuales estuvimos en contacto permanente con un esforzado grupo de trabajadores de la salud. Preciso: fueron treinta años, porque en el transcurso del Régimen militar se me excluyó de un hospital, y esto lo he recordado varias veces. Así que hay una motivación mucho más profunda que la asistencia de determinado público. Podría no haber nadie en las tribunas y diríamos exactamente lo mismo. Es posible que haya una gran multitud afuera presionando y manifestaríamos -particularmente en mi caso-precisamente lo mismo que estamos señalando ahora. Aquí se trata de una motivación muchísimo más profunda.
En segundo término, deseo aclarar que, a pesar de que todos los Honorables colegas y la opinión pública reconocen la gran cantidad de recursos que entregó el ex Presidente Aylwin en el período anterior -y ahora el Presidente Frei-, de todas maneras la salud está mal calificada. ¿Por qué? Porque tiene una mala estructura, la cual fue heredada del Régimen militar. Y hablemos las cosas como son: las ISAPRES y la atención primaria de salud han sido cuestionadas, y estas materias no corresponden a alguna ley promulgada por el Gobierno del ex Presidente Aylwin o por el del actual Primer Mandatario, sino que es algo que heredamos. Y estamos modificando esas estructuras porque, indiscutiblemente, son malas, sin que esto signifique que lleguemos al desiderátum, porque la normativa en análisis tampoco nos satisface totalmente. Creo que con ello estoy interpretando a todos los Senadores democratacristianos.
En tercer lugar, pienso que el proyecto pretende mejorar algunos aspectos. Primero, en lo que dice relación a la equidad, esto es, que al funcionario que se desempeña en un consultorio, un hospital o una posta, por igual trabajo, le corresponda la misma remuneración. A eso tiende, al menos, la iniciativa. Segundo, le da estabilidad a la gente, y eso es fundamental. Las personas que jamás han trabajado en un servicio público no entienden lo que ello significa. Pero quienes estuvimos contratados durante muchos años en el sector, sabemos lo que implica la inestabilidad y la imposibilidad de prepararse, estudiar, progresar, perfeccionarse, etcétera. Es primordial tener estabilidad en un servicio como el de la salud.
El proyecto no representa inamovilidad, y lo digo a raíz de lo que manifestó el Senador señor Piñera . Cuando un funcionario está mal calificado, éste debe irse. Y ese mecanismo lo tiene la Administración Pública, no sólo en salud, sino también en otros ámbitos. Ciertamente, si la persona es calificada en lista inadecuada, a la segunda o tercera vez queda excluida del servicio. Perdónenme las expresiones: primero le muestran tarjeta amarilla y después tarjeta roja, y, obviamente, debe abandonar sus funciones.
En tercer término, la iniciativa es flexible, al permitir que los funcionarios trabajen indistinta y coincidentemente tanto en los servicios de salud regionales como en labores municipales. Es posible que ello se logre mediante el Estatuto y a través de este nuevo mecanismo que contempla la ley en proyecto.
Señor Presidente , quiero aclarar una situación que, a mi parecer, constituye el meollo del asunto. Hay sectores de la opinión pública y Senadores que opinan sobre la situación laboral que deben tener los funcionarios de la salud, y son partidarios de que ellos se rijan por el Código del Trabajo. Se ha dado como razón aquí el hecho de que un importante grupo de personas y también las municipalidades del país están en esa idea. Pero quienes laboran en el sector y entienden de salud, llámense funcionarios, Colegio Médico y todas las personas que conocen el tema, participan de la otra tesis.
He escuchado los argumentos en tal sentido del alcalde señor Ravinet , a quien estimo y respeto; pero es la opinión del señor alcalde -y perdónenme la expresión-, del patrón en cierta manera, porque los ediles son los patrones. Esa es la verdad de las cosas. Y nosotros, los democratacristianos, ¿qué deseamos? Conocer también la opinión de los trabajadores, y no de aquéllos solamente. Es importante la de los alcaldes, pero lo es más el pensamiento del Colegio Médico, que conoce el tema, y el de los 15 mil o más trabajadores que sufren el sistema.
Además, señor Presidente , hay otro problema, y se refiere a la negociación colectiva. Aquí se nombró a las comunas de Sagrada Familia y Hualañé, y yo cito a las de San Juan de la Costa y Coinco. ¿Qué poder tienen los trabajadores de la salud en una comuna rural pequeña, donde laboran tres o cuatro funcionarios, de hacer negociación colectiva? Absolutamente ninguno. Por eso, somos partidarios de que la gente constituya, mediante un mecanismo, un sindicato fuerte, con el objeto de que pueda plantear de igual a igual ante el Gobierno, los patrones o lo que sea, su situación laboral.
El señor PRAT .-
¿Me permite una interrupción, señor Senador ?
El señor DIAZ .-
Con todo gusto, Su Señoría.
El señor PRAT .-
Nosotros propusimos la negociación colectiva para este sistema, y desgraciadamente, no obtuvimos los votos para ello de Sus Señorías.
El señor DIAZ .-
Señor Senador, usted sabe que, de acuerdo al régimen que propiciamos a través de este mecanismo legal, esos trabajadores pasan a ser empleados públicos, y éste es nuestro pensamiento y propósito. A eso vamos. Porque no hay ninguna capacidad de negociación a nivel de las pequeñas comunas, por cuanto la diversidad en ellas -y aquí tocamos otro tema- es enorme. No podemos hablar con un criterio centralista de Las Condes y Providencia. Me pongo en el caso de las comunas rurales, que tienen una situación absolutamente distinta. Segundo: ¿qué posibilidad de competir en ofertas económicas tienen las comunas pequeñas, frente a las grandes como Providencia, Las Condes o Santiago? Es indiscutible que la desproporción abismante entre el personal médico y paramédico de las comunas grandes y el de las pequeñas, para atender la salud, va a ser mucho mayor. Hoy día, en Santiago existe un médico por cada 600 habitantes, y en el caso de las enfermeras, la cantidad es un poco menor. En otras -lo sabemos quienes somos representantes de Regiones-, a veces hay un médico o una enfermera por cada 5 mil o 6 mil habitantes. El Honorable señor Larre puede dar cuenta de la situación que existe, por ejemplo, en la comuna de San Juan de la Costa. Y la desproporción es mayor en la medida en que las localidades son más rurales y están más alejadas.
El Senador señor Gazmuri hizo una afirmación, a mi juicio, correcta: las epidemias no son locales. Cuando el Servicio Nacional de Salud, con la gestión, en mi concepto, muy buena de Jorge Jiménez de la Jara -quien fue víctima de una situación, y lo he dicho muchas veces-, enfrentó el problema del cólera, no le dijo a Hualañé ni a San Juan de la Costa "hagan lo que quieran"; obviamente, había una política de salud, general para todo el país, que frenó esa enfermedad, lo que no se ha conseguido en otras naciones.
En seguida, señor Presidente , me quiero referir a la cuestión de las ofertas, que es dramática y se traduce en un peregrinaje absurdo de los médicos y del personal paramédico entre los distintos municipios. Cuando un médico o una enfermera se encuentra en la comuna A, desde la comuna B lo tientan con 10 mil o 20 mil pesos más. Eso es una realidad. Existe una verdadera competencia, y en esta competencia absurda ganan los municipios que cuentan con más dinero. Por eso, queremos que en las comunas pequeñas exista un incentivo significativo, de manera que los médicos puedan ir a todas. Y aquí volvemos a lo mismo: tiene que haber un poder central, porque si dejamos entregada esta situación a la ley de la oferta y la demanda, es indudable que los facultativos, por razones entendibles -yo los comprendo-, se van a ir a los municipios grandes y ricos, dejando a los rurales y pobres absolutamente desamparados. Creo que en esto debe existir un criterio nacional. Y lo planteo sin temor a que me califiquen de estatista o algo parecido, pues con la salud sucede lo mismo que con las Fuerzas Armadas. No es posible que haya un regimiento en todas las comunas y que cada uno sea comandado por el alcalde o el capitán local: tiene que existir un sistema general. Y la salud es tan importante o más, porque, así como el Ejército debe defender la integridad del país, el Estado debe proteger la salud de todos los chilenos. Con ese concepto trato de explicar una situación que a mí, por lo menos, me convence.
Señor Presidente , aquí se ha dad a conocer la opinión de los "patrones", pero preguntemos la del Colegio Médico, de los interesados, que son los trabajadores, y, ¡por favor!, de los usuarios. Porque Sus Señorías me dirán: "El Colegio Médico está interesado y los trabajadores también". Pero consultemos a los usuarios, y nos vamos a llevar una tremenda sorpresa: ellos, en su inmensa mayoría, son partidarios de incorporarse a un sistema nacional. Cuando fueron trasladados desde los hospitales a los consultorios, a ninguno de ellos se le preguntó; los tomaron como a un robot y los instalaron en otra parte. Ahora, por lo menos -a pesar de que la ley se ha demorado-, les estamos pidiendo su opinión. Hemos hablado con los alcaldes; hemos hablado con los trabajadores de la salud y con sus dirigentes. A veces no hemos logrado un diálogo fluido, pero, sin duda, por lo menos hemos tratado de conversar con ellos, de comprenderlos e, incluso, de incorporar algunas de sus indicaciones a la iniciativa.
En cuanto a un punto específico, quiero aclarar mi posición, que es categórica, aunque sea el único voto. Soy absolutamente contrario a la transferencia de bienes inmuebles desde los consultorios hacia las municipalidades. ¿Por qué? Porque creo firmemente que éste no es un proceso irreversible. Dentro de un tiempo, nosotros deberemos analizar cómo está funcionando la salud pública en Chile. Y si resulta que el sistema de atención primaria de salud municipalizada es malo, tenemos derecho a cambiarlo. Entonces, si los bienes inmuebles están en poder de las municipalidades, ¿cuándo los vamos a rescatar?, ¿cuándo se los vamos a devolver al Servicio? Repito: soy absolutamente contrario. Se pueden entregar en comodato, en arriendo, etcétera, pero no transferirlos. Aunque sea el único voto, dejo clara constancia de ello.
Por ultimo, señor Presidente , respecto a la eterna discusión entre el bien común y los derechos individuales, me remito al debate que se produjo en el Senado de la República hace más de un siglo a raíz de la viruela. Los sectores liberales, ardorosos defensores de la libertad individual para algunas cosas, discutieron durante tres meses la posibilidad o la negación de aplicar la vacuna contra la viruela. Ellos sostenían que no se podían tocar la conciencia ni la libertad personales y que, por lo tanto, no era correcto obligar a los chilenos a colocársela. Resultado: más de 10 mil muertos, a causa de un sentido de la libertad que va contra el bien común.
He dicho.
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