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El señor NÚÑEZ, don Marco Antonio (Presidente).-
Tiene la palabra el diputado Sergio Espejo .
El señor ESPEJO.-
Señor Presidente, el Presidente de la Comisión de Seguridad Ciudadana señaló hace algunos minutos que estos proyectos nos ponían a la altura de los países desarrollados del norte.
Mientras lo escuchaba, pensaba de qué manera se lo explicamos a los suecos, país de centroizquierda, tierra de bienestar y de espacios públicos, que no solo ha restringido severamente la oferta y la demanda de drogas, sino que además ha definido como objetivo de política pública el consumo cero de drogas.
También habrá que explicárselo a los holandeses, a los belgas, a los canadienses y a los americanos, que no autorizan el cultivo de marihuana.
Los autores de estas iniciativas razonan legítimamente sobre hipótesis y formas de entender la vida en sociedad. Nos dicen que la marihuana no es dañina para la salud en su estado natural, sino un producto de enormes beneficios medicinales; que su consumo es una cuestión de elección y libertad individual, cuyo acceso expedito a través del autocultivo sería lógico y sin impactos negativos para la salud pública, y que el problema central no es el consumo, sino el tráfico. Dicen también que el autocultivo destruiría el vínculo entre narcotraficantes y consumidores.
Ese relato puede parecer lógico y caminar en el sentido de la historia, pero no le otorga validez científica ni fundamento técnico.
Este es un mal proyecto, porque equivoca el diagnóstico, esconde el problema principal y propone regulaciones que agravarán la enfermedad.
Señalo con total claridad que la primera hipótesis es falsa, ya que todas las sociedades médico-científicas que opinaron en la comisión, expresaron: “Podemos afirmar categóricamente que la marihuana es dañina para los jóvenes y su consumo debe desincentivarse para proteger la salud.”. Es interesante.
Escuchamos a la CUT para regular las relaciones laborales, al Colegio de Profesores para regular la carrera docente, pero no al Colegio Médico ni a las sociedades médicas para debatir sobre salud pública.
Los autores del proyecto sostienen que el consumo de marihuana no es un problema de salud pública. ¡Se equivocan! El consumo de marihuana amenaza con convertirse en una tragedia de salud pública para nuestros niños y jóvenes, del mismo modo que el alcoholismo y el tabaquismo.
¿Qué indica la evidencia? Que entre 2011 y 2013, el consumo de marihuana en la población escolar se duplicó, pasando del 15 al 30 por ciento.
Peor aún, según datos del Senda, el 60 por ciento de los adolescentes en tratamiento por adicción se encuentran en la condición de adictos por consumo de marihuana.
A alguien puede llamarle la atención que casi tres cuartas partes de quienes se encuentran en tratamiento corresponden a los tramos A y B de Fonasa, es decir, indigentes y pobres.
Lo diré sin ambigüedades: el problema en Chile no es el tráfico de marihuana; nuestro problema es la tragedia de salud pública que provoca su consumo, que va en aumento, en niños y adolescentes, lo que golpea especialmente a los más pobres y aumenta la desigualdad contra la que luchamos.
Pero como los autores prefieren creer que el problema es el tráfico y se han convencido de que no es posible disminuir su consumo, proponen liberalizar el autocultivo. Sostienen que de esa manera se rompe el vínculo con los traficantes sin que se afecte la vida de nadie. Nuevamente, no es verdad.
¿Qué argumentaron todas las sociedades médicas en la comisión? “Que la combinación de una disminución en la percepción de riesgo, junto con un mayor acceso a la marihuana, se asocia a un aumento del consumo, tal como lo reporta sistemáticamente la literatura científica.”. Es decir, a menor percepción de riesgo y mayor acceso, mayor consumo.
El Estado de Chile falló. Durante los últimos cuatro años se abandonaron las estrategias de acción preventiva en el mundo local y las intervenciones en materia educacional, y la acción policial se concentró equivocadamente en la persecución de los consumidores y no de los traficantes. Eso no se resuelve con el proyecto de ley.
Permítame una reflexión que me parece indispensable a la luz de lo que he escuchado en la Sala. Me parece razonable que en una materia como esta existan opiniones diversas. Como demócrata de toda una vida, entiendo que esa diversidad de opiniones nos enriquece; pero aquí se ha ido más allá. Dos colegas plantearon que votar en contra del proyecto es expresión de una mentalidad estrecha, conservadora, un prohibicionismo oscurantista y carente de sentido. Otro esbozó una vinculación entre el voto en contra y la opción que tomarían los narcotraficantes.
Quiero afirmar que la centroizquierda ha sido capturada en este proyecto por el temor de parecer políticamente incorrecta, y que al trazar una frontera que delimita nuestras opciones, ha escogido defender la libertad legítima de algunos para el consumo de marihuana, por sobre la defensa de quienes merecen nuestra protección.
Señor Presidente, con mucha calle en mis pies, voto en contra.
He dicho.
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