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- rdf:value = " El señor PALMA (don Andrés).-
Señor Presidente como Diputado democrata-cristiano, integrante de la Comisión de Hacienda, deseo expresar la posición de mi partido sobre el proyecto de ley que modifica la situación de la deuda subordinada de bancos e instituciones financieras.
En primer lugar, si bien el proyecto despachado por la Comisión de Hacienda no es, probablemente, el que hubiéramos querido para resolver este importante problema, pendiente en la sociedad chilena, hemos concurrido a aprobarlo y lo apoyaremos en la Sala, porque entendemos que refleja no literalmente el acuerdo alcanzado en enero de este año entre el gobierno del entonces Presidente Aylwin, a través de su Ministro de Hacienda, don Alejandro Foxley, y los parlamentarios de la Concertación y de los partidos de Oposición.
Dicho acuerdo ha sufrido cambios substanciales. El proyecto en análisis no se refiere, por ejemplo, a bonos convertibles en acciones, que era lo acordado; pero creemos que los importantes cambios introducidos reflejan el espíritu del acuerdo, y la mayor evidencia de ello es que han sido aprobados por unanimidad en la Comisión de Hacienda de la Cámara, donde participan parlamentarios de los distintos partidos. En este sentido, podemos sostener que el texto del proyecto da fiel reflejo del acuerdo, pese a las modificaciones, la mayor parte de las cuales, en mi concepto, la constituyen el desglose de los títulos I y II.
Al respecto, el acuerdo suscrito en enero de este año señalaba que los títulos I y II serían tratados simultáneamente; es decir, las materias que resolvían el problema de la deuda subordinada con los nuevos negocios de la banca o la reforma general del sistema bancario. Sin embargo, en la Comisión de Hacienda llegamos al convencimiento, tanto el Gobierno como la Oposición, de que es muy importante el desglose para acelerar el trabajo de una y otra materia. De esta manera, el hecho de que hoy nos aboquemos a despachar el proyecto en los términos conocidos es consecuencia del consenso alcanzado, entendiendo que se trata de un cambio acerca del acuerdo de enero de 1994, pero que no altera su espíritu, sino que contribuye a avanzar en el despacho de la totalidad de las materias.
Quiero que la proposición de desglosar del proyecto la deuda subordinada provino del Diputado señor Jaime Orpis y de otros parlamentarios de Oposición, justamente para ayudar a encontrar soluciones a este tema tan trascendente para el país y su economía.
El proyecto en discusión ha sufrido modificaciones sustantivas en todos sus artículos, en comparación con el que aprobamos, en general, hace algunos meses, si no me equivoco en abril. En ese sentido, cada uno de los artículos es una materia que deberíamos conocer en particular.
El señor SCHAULSOHN (Presidente).-
Señor Diputado, se acabó el tiempo de su primer discurso. Le restan cinco minutos.
El señor PALMA (don Andrés).-
Sin embargo, quiero destacar que el proyecto, en la forma como se propone despacharlo, tiene tres objetivos.
En primer lugar, fija un plazo para el pago de la deuda subordinada. Hoy, de acuerdo con la legislación vigente, los bancos con dicha obligación no lo tienen. Esto es como si una deuda nuestra, de vivienda, por ejemplo, en lugar de pagarla durante 12, 18 ó 20 años, como es lo normal, tuviéramos la posibilidad de hacerlo cuando pudiéramos. Más aún, la situación actual es que los bancos no sólo no tienen plazo para cumplir con la obligación, sino que, además, sólo pagan porcentaje de sus utilidades; es decir, si las utilidades no alcanzan a pagar la cuota, ellos reciben un nuevo préstamo de todos los chilenos del Banco Central. En ese sentido, el primer objetivo de la iniciativa es acotar el plazo y determinar una forma de pago de la obligación que implique un compromiso estricto de los bancos con el Banco Central. Es un cambio substantivo que, ciertamente, no significará mejoría financiera para los bancos, pero sí, como señalaré en un momento más, mejoría económica.
En segundo lugar, mejora la posición del Banco Central, por cuanto le fija un calendario durante el cual recuperará la deuda que hoy tienen los bancos con él, y porque, además, termina con su responsabilidad y vinculación con el negocio privado de los bancos. Estos dos elementos son de alta conveniencia para el país.
En tercer lugar, a los bancos afectados se les plantea un camino para que una obligación sin límite en el tiempo tenga una acotación y una manera de cumplirla, lo que a la larga resultará conveniente para ellos, especialmente para que amplíen sus compromisos y negocios.
No quiero terminar sin señalar dos cuestiones adicionales.
La deuda subordinada se originó en la crisis de los sistemas financiero y económico del país en 19^2. Su monto fue, aproximadamente, de 10.500 millones de dólares, de los cuales sólo 3.500 millones se comprometieron a pagar veinte y tantas instituciones financieras, y el saldo, los 7.000 millones de dólares restantes, todos los chilenos, a través del Tesoro Público
Es bueno que aquí se diga y que el país sepa que el monto total de la deuda alcanza actualmente a una cifra superior a 7.700 millones de dólares y que la fecha prevista para su amortización se inicia el próximo año y culmina el año 2014. Por lo tanto, a partir de 1995 estaremos pagando, al Banco Central de Chile, año a año, cifras superiores a 400 millones de dólares para terminar de resolver este compromiso, que debimos asumir todos los chilenos a fin de evitar la quiebra del sistema bancario. En 1999 pagaremos la cuota más baja, de 430 millones de dólares, y en el año 2014, que es el último, la más alta, equivalente a 721 millones de dólares.
Sin duda, con esto se está exigiendo a los bancos el cumplimiento de un compromiso; pero todos los chilenos obligados por la situación a que nos llevó la quiebra del sistema financiero en 1982tenemos un compromiso superior al de los bancos. En tal sentido, si bien el proyecto es conveniente y lo vamos a respaldar, sólo agrega una ínfima dosis de justicia a un problema que la requeriría en mayor medida.
He dicho.
"
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