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El señor ESTÉVEZ (Presidente).-
Tiene la palabra el honorable Diputado señor Pizarro.
El señor PIZARRO.-
Señor Presidente, según nuestro partido, el proyecto reconoce, de manera fundamental, la importancia de los organismos intermedios en un sistema democrático respecto de la necesidad de participación real en la formulación de políticos públicas y que permiten el creciente y consistente fortalecimiento de la sociedad demo crética.
Este consenso generalizado de los diferentes sectores políticos del país respecto de la necesidad de modificar aspectos de esta normativa, incide directamente sobre los conceptos de democracia local y participación ciudadana en el desarrollo comunal.
Nos parece que la municipalidad tiene un rol fundamental en la actual y futura institucionalidad, que debe avanzar conjuntamente con la sociedad hacia niveles crecientes de desarrollo económico y social, y debe también reforzar nuestra identidad cultural.
Por eso, nos parece que una legislación en ese sentido ayuda y facilita la perspectiva de la descentralización del Estado, y devuelve poder de decisión a las instancias territoriales de gobierno y de administración, a fin de lograr el desarrollo armónico y equilibrado que tanto anhelamos.
El mecanismo electoral que está siendo sometido a discusión en la Cámara, debe ser consecuente con un objetivo básico de toda democracia, y el mecanismo electoral debe dar la mayor legitimidad posible a las autoridades que deseamos elegir.
De esta manera, mejoramos y perfeccionamos la calidad de la gestión municipal, porque éste debe conocer e interpretar adecuadamente las aspiraciones y necesidades de la comunidad con la cual dialoga y aúna esfuerzos para obtener su desarrollo integral.
En este marco, la modificación en trámite, en nuestra opinión, debe estar necesariamente orientada por los principios antes expuestos, que busca corregir las deficiencias, y los problemas y defectos del actual sistema.
La mayor complicación que debemos ser capaces de superar es la de la elección directa del alcalde; es decir, al final del día de la elección, necesariamente la gente deberá saber quién será la persona que regirá los destinos de la comuna.
El actual sistema de elección indirecta permitió que sólo en 51 comunas del país un candidato lograse superar el 35 por ciento de los votos. Eso significó que, prácticamente, en el 85 por ciento del resto de los municipios se debió elegir a los candidatos de manera indirecta, lo que, obviamente, provocó la frustración de la gente al no saber quién era su jefe comunal y, además, una serie de protocolos, negociaciones, acuerdos; en fin, una serie de situaciones que no han sido buenas ni para los gobiernos municipales, ni para la gente, ni para los partidos, ni menos para quienes salieron electos.
Por ello nos pareció fundamental como lo han dicho mis colegas de partido establecer una elección directa y separada de los alcaldes, con segunda vuelta. Es decir, hemos propuesto que la gente vote para elegir alcaldes en ciertas papeletas y para concejales, en otras. La razón es que nos parece fundamental que la gente pueda distinguir quién cumple la función de alcalde y quién la de concejal, para el buen funcionamiento de la comuna.
Como distintos colegas se han referido mucho a este tema, creo importante recordarles a quienes han hecho aseveraciones de que también ha estado por la votación directa y separada de alcaldes, han actuado de manera distinta a lo que han dicho al país.
También deben recordar que el proyecto planteado para la elección directa y separada de alcaldes, en el Senado lo votaron en contra quienes en la Cámara han manifestado estar dispuestos a una elección directa y separada. Eso es algo que la gente debe saber.
Es bueno que el país sepa lo que pasa en el momento de emitir el voto. Una cosa es lo que se dice y, otra, lo que se hace.
Quienes, en el Senado de la República votaron en contra la propuesta de elección directa y separada de alcaldes, no pueden venir a seguir tratando de dar lecciones de democracia en circunstancias de que se opusieron en el momento que tuvieron la oportunidad de votar en consecuencia.
Por estas razones no se puede llegar y decir que la elección directa y separada como lo hizo un Diputado de la UDI en la discusión general de este proyecto es negativa, ya que no permitiría la legitimidad de quien sea electo.
En la discusión habida hace 15 días en esta misma Cámara, se planteó este problema y la pregunta obvia de cualquier persona es ¿cómo no va a ser legítimo un sistema en el que la gente opta libremente por los candidatos que considere los mejores para alcalde? Y si, como ocurre en la elección de Presidente de la República, ningún candidato obtiene la mayoría absoluta en la primera votación, se va a una segunda vuelta entre las dos primeras mayorías.
Si somos capaces de hacerlo cuando elegimos al Presidente de la República, que es la autoridad máxima de nuestro sistema democrático, ¿cómo no podemos hacerlo en el momento de elegir a quien dirigirá el gobierno comunal?
La propuesta presentada por el Gobierno reemplaza la moción que no prosperó en el Senado, y hemos sostenido que nuestro objetivo fundamental es modificar la actual ley electoral, por lo que nos parece de gran importancia que se elija directamente a los alcaldes. Esa es la razón por la cual la Democracia Cristiana se ha allanado a este proyecto.
Entendemos que así como este proyecto garantiza la elección directa, permite otro principio elemental, que es la eliminación de las omisiones entre los distintos partidos. También es importante porque a los ciudadanos no se les puede limitar la oferta electoral, y en los pactos, tal como se establezcan en las listas que se configuren, podrán escoger entre la más variada gama de candidatos con una misma concepción o postura.
El pueblo debe poder escoger de entre todo el abanico político, de todas las tendencias y partidos; de todas las sensibilidades, incluso, perfectamente de los independientes; porque es de mucha trascendencia que los partidos no restrinjan su capacidad de representación, ni menos su posibilidad de crecer y competir.
En este marco, y entendiendo que el proyecto del Gobierno, efectivamente, permite la elección directa del alcalde, nos parece que la elección directa y conjunta como se le ha llamado debe contener, además, elementos de justicia electoral.
Por tal razón, la priorización del concepto en la primera mayoría comunal nos parece relevante para la determinación del alcalde pero, al mismo tiempo, entendemos que el buen gobierno local debe garantizarse; es decir, debe reflejarse también en la representación popular de los partidos en la elección de concejales, permitiendo de ese modo que el alcalde electo cuente con el respectivo equipo de concejales para la ejecución de sus tareas y, por otro lado, que exista un número prudente de concejales que cumpla las funciones de control que toda oposición debe tener.
Ese objetivo, junto al de la no restricción de la oferta electoral, sólo se cumple en la elección directa conjunta a partir del establecimiento de un umbral de lista igual o similar al propuesto en este caso. Nos hemos allanado a un umbral del 30 por ciento, en el entendido de que garantiza que determinados pactos o alianzas concurran a la elección, priorizando no sólo la candidatura del alcalde, sino también la de sus respectivos concejales. Si no fuera de este modo, a algunos sectores les gustaría llevar sólo un candidato que, concentrando la votación de cualquiera de los sectores y gracias a la distorsión del otro bloque, con su sola votación permitiera alcanzar el porcentaje exigido para la lista, y de esa forma asegurar electoralmente la alcaldía, en perjuicio del buen gobierno o de la buena gestión local.
Algunos colegas han manifestado que el umbral violenta la voluntad ciudadana porque no respetaría la votación de la ciudadanía, y que es conveniente que sólo resulte elegido alcalde quien recibe más votos, independientemente de los que obtenga la lista o, incluso, ese candidato.
Tal planteamiento pretende que una minoría se transforme artificialmente en mayoría, y desconoce la legitimidad de la gente a expresarse por una concepción de gobierno local que está representada a través de partidos políticos, alianzas o pactos que se formen. Si los partidos de la Derecha o la UDI quisieran que resultara elegido alcalde quien recibe los votos directos de la ciudadanía, lo lógico habría sido aplicar el principio de la elección directa y separada de concejales y alcalde, y permitir que éste obtuviera la mitad más uno de los votos, requisito que, como he dicho anteriormente, se exige al candidato a Presidente de la República. Esa es la única manera de que, para gobernar, un alcalde cuente con la legítima y verdadera mayoría de su comuna.
El mejor procedimiento que permitía esta situación significaría, además, cambiar el actual sistema binominal existente en el país y que también se aplica en la elección de concejales. Hay que tener presente que este sistema fue ideado por la UDI en la negociación hecha en su oportunidad.
Asimismo, es bueno recordar algunas de las afirmaciones del Diputado representante de la UDI. Me referiré a sólo tres de ellas.
En primer lugar, quiero recordar su alusión a las propuestas del Gobierno, en cuanto a que éste propone una cosa, y después los partidos la cambian. Me parece una buena noticia de que la UDI nos diga que los partidos políticos no tienen derecho a cambiar las proposiciones del Gobierno o a discrepar de ellas.
Por primera vez escucho que un partido de Oposición renuncia a la posibilidad de plantear opiniones distintas u ofrecer alternativas diferentes a una propuesta de Gobierno. Por lo tanto, les pido a los colegas de la UDI, que van a tener una buena oportunidad de actuar en consecuencia con lo dicho por el colega Leay , que no se opongan y que apoyen con sus votos la propuesta del Presidente Frei que ayuda a la reconciliación y al fortalecimiento de nuestra institucionalidad democrática.
En segundo término, respecto de los juicios peyorativos sobre el sistema electoral de 1992, quiero rememorar que la gran responsable del acuerdo político adoptado para esas elecciones fue la Unión Demócrata Independiente, que exigió el número par de concejales para lograr un sistema binominal ampliado y la elección indirecta, porque de lo contrario no habría tenido posibilidades de obtener ni un solo alcalde en el país. Esa es la verdad. Como nosotros teníamos un objetivo mayor, es decir, la necesidad de democratizar los municipios, tuvimos que aceptarlo, tal como lo estamos haciendo con esta fórmula, que si bien no es la que más nos gusta, permite avanzar realmente en el principio de la democracia y de la participación de la gente, al posibilitar la elección directa de alcalde junto con los concejales.
Por último, en lo relativo al financiamiento, ¡por Dios!, dijimos que hay que tener un mínimo de consecuencia. Las preguntas de cajón son: ¿Por qué la UDI se opone a un financiamiento público y establecido, con tope, para las campañas electorales? ¿De dónde sale la plata? Nos gustaría tener igualdad de oportunidades para poder competir; que la posibilidad de salir elegido no dependiera de los millones y millones de pesos que se gastan en algunas campañas y candidaturas millonarias. ¿Cuánto le costó al líder natural de la UCC su campaña a Senador o a Presidente?
Cuando se quiera hablar en serio, hablemos en serio y no hagamos demagogia. Aquí hay varios señores Diputados que deberían decir cuánto les costaron sus campañas y de dónde salieron las platas. Tal vez de los poderes tácticos; y ello debe ser porque tienen buenas relaciones con los grupos económicos, y nosotros no.
Lo que pasa es que cuando se habla de establecer un sistema transparente, de igualdad de oportunidades, en el cual todos podamos competir, queridos colegas de la UDI y de la UCC, lo que corresponde es que voten en consecuencia. ¡Pongámosles límite a las campañas millonarias! ¡Pongámosles límite a campañas como la que hizo, por ejemplo, el Diputado señor Bombal en Las Condes ! ¿Cuántos millones de pesos gastó? ¡Con lo que él gasto podríamos haber financiado la campaña municipal de todos los candidatos a concejales de todas las listas! De eso es lo que estamos hablando, señor Presidente.
Por eso, cuando aquí se viene a hacer demagogia, hay que hacerlo con seriedad y con responsabilidad.
He dicho.
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