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El señor VIERA-GALLO (Presidente).-
Entrando a Incidentes, el primer turno corresponde al Comité Unión Demócrata Independiente.
Tiene la palabra el Diputado señor Orpis.
El señor ORPIS.-
Señor Presidente, Honorable Cámara: Dos son las características básicas en que se fundamenta el sistema democrático: La primera radica en establecer el respeto por las minorías y la eficacia del sistema para responder adecuadamente a los grandes anhelos de la ciudadanía. Respecto del primer aspecto, el sistema democrático se fundamenta en el juego de mayorías y minorías, que, por definición, son transitorias, por su dependencia directa de la voluntad popular. El respeto a las minorías no se debe a la mera tolerancia de las mayorías, sino que, por el contrario, representa la esencia del sistema democrático, pues de él nace la confrontación, discusión de ideas y visiones distintas, cuya finalidad radica en acercar posiciones divergentes, lograr idealmente puntos de encuentro o, al menos, influir en la opinión mayoritaria, y, en todo caso, permitir al país conocer posturas o conceptos disímiles frente a una misma materia. Si esto no ocurre, al impedir este derecho a las minorías, se produce lo que es el germen de la destrucción del propio sistema democrático, porque trae como consecuencia el hegemonismo, la intolerancia, la confrontación y el sectarismo.
Por lo tanto, el sistema democrático en sus distintas manifestaciones debe asegurar este principio fundamental, y no cabe duda de que el Parlamento, como institución pilar de este concepto, no debe estar ajeno a él; por el contrario, debe asegurarlo con mayor eficacia.
En el transcurso de la labor parlamentaria, he visto con preocupación cómo esta práctica se ha ido manifestando en la Cámara de Diputados a través de una institución que se denomina "el cierre del debate", en que, mediante simples mayorías, en la Sala, en más de una oportunidad, las bancadas de la Concertación impiden a las opositoras desarrollar, en su totalidad sus planteamientos en la discusión de los proyectos de ley.
Para asegurar el pleno derecho de las minorías a emitir su opinión, desde nuestro punto de vista debe existir una modificación al Reglamento de la Cámara de Diputados en orden a establecer que el cierre del debate proceda sólo con el acuerdo de los dos tercios de los parlamentarios presentes y no por simples mayorías, como se da en la actualidad.
Por otra parte, considero que el ejercicio de la función legislativa exige una modernización profunda. Son demasiadas las expectativas que el país ha puesto en nuestra gestión. Esto exige evitar ocupar el tiempo en materias que, las más de las veces, son realmente intrascendentes, en circunstancias de que existen proyectos de ley fundamentales para el país, cuya tramitación se alarga, innecesariamente, por largos meses.
Es fundamental hacer modificaciones al Reglamento de la Cámara de Diputados, cambiando la estructura de las sesiones de la Sala, para destinar más tiempo y acelerar la tramitación de los proyectos de ley, en el entendido de que son motivados por necesidades reales de la población, y no por meros ejercicios intelectuales de los sectores públicos. A modo de ejemplo, puedo señalar que, normalmente, el tiempo que en forma efectiva se dedica al análisis de los proyectos de ley en la Sala, difícilmente excede de una hora y media, destinando todo el tiempo restante a la Cuenta, observaciones a ésta uso del derecho de réplica de los parlamentarios, homenajes, discusiones reglamentarias e Incidentes; la mayoría de las veces, materias que son intrascendentes.
Por estas razones, la UDI propondrá ampliar el tiempo para la efectiva discusión y análisis de los proyectos de ley, concentrando Incidentes y los homenajes en una sesión semanal, y destinando su tiempo, en las sesiones restantes, al Orden del Día. Esto contribuirá también a recuperar el prestigio e importancia que debe tener Incidentes, especialmente en lo relacionado con la función fiscalizadora que la Constitución encomienda a la Cámara de Diputados.
Para aclarar un concepto y con esto termino, la proposición respecto del cierre del debate podría también transformar la discusión en términos indefinidos. Creemos que en esa materia debe hacerse una diferencia entre la discusión general y la particular de un proyecto.
La discusión general se refiere a los conceptos fundamentales, a las ideas gruesas de un proyecto para ver si la Cámara aprueba o rechaza la idea de legislar sobre una materia determinada. En esa perspectiva, más que el derecho individual de los parlamentarios debería existir el derecho a que las bancadas presenten sus posturas ante un proyecto determinado, y el cierre del debate solicitarse por los dos tercios tal como lo señalamos cuando se produce la discusión en particular, porque ahí se dan a conocer las apreciaciones particulares e individuales de cada parlamentario.
He dicho.
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