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El señor VIERA-GALLO (Presidente).-
En la Hora de Incidentes, el primer tumo corresponde al Comité del Partido Unión Demócrata Independiente.
Ofrezco la palabra.
Ofrezco la palabra.
El tumo siguiente corresponde al Comité del Partido Radical.
Ofrezco la palabra.
Ofrezco la palabra.
El tumo siguiente corresponde al Comité del Partido Demócrata Cristiano.
El señor OJEDA .-
Pido la palabra.
El señor VIERA-GALLO (Presidente).-
Tiene la palabra, Su Señoría.
El señor OJEDA .-
Señor Presidente, en verdad, lo que voy a decir ahora lo tenía preparado hace más o menos tres o cuatro semanas, y no lo había dicho por escasez de tiempo. Por fortuna, ahora lo tengo y, como el tema no está obsoleto, me voy a referir a él.
Nada y nadie puede justificar la muerte como medio para lograr algunos propósitos, menos aún cuando es provocada con violencia, con alevosía y premeditación. Ni siquiera la justifican móviles patrióticos, en esta instancia presente, ni reivindicatorios por motivos sociales.
Señor Presidente, el atentado a fundo
nanos de Carabineros, hace un tiempo, que costó la vida a dos de ellos y dejó heridos a otros, constituye un hecho criminal que debe ser reprobado unánimemente. Así lo hicieron todos los sectores políticos y sociales del país. Nuestra bancada expresó su más categórico repudio a este alevoso hecho de sangre. A la vez, hizo llegar sus condolencias a la institución uniformada y a los familiares de estos infortunados mártires de la violencia.
Quienes dispararon no ignoraban que dentro del vehículo había seres humanos, vulnerables al ataque y a las balas, porque no estaban en actitud de combate. Quienes esgrimen consignas patrióticas para ejecutar estos actos no hacen más que atentar contra sus propias consignas y su propia Patria. Quienes lo hacen para reivindicar derechos del pueblo no hacen más que perjudicar al pueblo, comprometiéndolo en una lucha que no comparte en sus procedimientos y que le es ajena, exponiéndolo a constantes peligros.
La violencia ejercida atenta contra la democracia que el pueblo forjó. Se atenta, entonces, contra ese pueblo. Quienes enarbolan banderas para ganar con la violencia derechos para el pueblo, se apropian de banderas que el pueblo ya tiene ganadas. Saben que este Gobierno contempla reivindicaciones sociales; que está para dar a los más pobres lo que les corresponde: prosperidad y bienestar.
El señor VIERA-GALLO (Presidente).-
¿Me permite una interrupción muy breve, señor Diputado?
Pido el asentimiento de la Sala para que continúe presidiendo la sesión el Diputado señor Baldemar Carrasco.
Si le parece a la Sala, así se acordará.
Acordado.
Puede continuar haciendo uso de la palabra el Diputado señor Ojeda .
El señor OJEDA .-
Mucha gracias.
Esos violentistas, entonces, saben que este gobierno contempla reivindicaciones sociales, que está para dar a los más pobres lo que les corresponde: prosperidad y bienestar. Que está con los derechos humanos, con la verdad y la justicia, con los marginados y los olvidados de tantos años.
Los argumentos de los violentistas se transforman en meros pretextos para otros propósitos inconfesables. ¿Es que quieren otra cosa? ¿Crear problemas? ¿A quién le interesa la violencia? ¿Quiénes la promueven? ¿Quiénes son? ¿Acaso para no aprobar las "leyes Cumplido"? La gran mayoría de los chilenos rechaza estas acciones. La gran mayoría quiere paz. El país desea progresar y desarrollarse, porque así lo decidió en las elecciones presidenciales y parlamentarias. No quiere seguir presenciando los tristes hechos que siembran la muerte. Sólo quiere la vida, y nada más que la vida debe prevalecer.
Porque Chile, señor Presidente, ya vivió su drama. Viene saliendo del sufrimiento. Los ejecutados, los desaparecidos, los torturados, los reprimidos en calles y plazas. Una violencia que se institucionalizó, cuando el Estado mató. Este no debe matar; por el contrario, debe amparar, debe proteger la vida, como un Estado ideal, democrático, que contiene en su ordenamiento jurídico un sistema de resguardo, una carta constitucional que garantiza los derechos humanos. Hoy vivimos la democracia que da posibilidades a todos, que avanza con dificultades, pero avanza. Está ahí, hay canales de comunicación; existe el derecho de petición, hay participación, hay autoridades que escuchan; está el Congreso Nacional, hay libertades. Pese a todo, pese a las odiosas amarras dejadas por el anterior régimen político. Incluso hoy, compartimos tribunas con los que ayer no nos daban la posibilidad de usar de ellas.
Hay un Chile que no justifica la fuerza ni la violencia cuando existen diálogo y entendimiento. ¿Por qué entonces, la violencia? La muerte de los carabineros, como la de cualquier otra persona, en la forma ocurrida, es una brutalidad. No es el actuar de un demócrata. No es un lenguaje humano. El hombre utiliza la palabra, usa su razón. Urge recurrir, entonces, a la sensatez.
Pedimos al Gobierno y a los tribunales de justicia el máximo de celeridad y de rigor en la investigación de los hechos ocurridos, para saber quiénes son sus autores. Sabiendo quienes son, sabremos claramente qué desean. Pero no nos pidan hoy utilizar el máximo de dureza, que implica usar metralletas, para ajusticiar al primer sospechoso que se encuentre; ni tampoco aceptar que culpen al Gobierno de debilidad o de complacencia quienes, precisamente, callaron ante la violencia del régimen pasado o la alentaron. Así lo demuestran los 1.800 desaparecidos y los mil ejecutados.
La violencia no surgió hoy. Viene de atrás. Se ensañó contra las víctimas, en 1973, y contra los que cayeron a lo largo de los años siguientes. Se aceptó y se justificó la violencia, la violencia institucionalizada, los servicios de seguridad, amparados por leyes secretas: la DINA y la CNI. Se apoyó la doctrina de la seguridad nacional, que encontraba en cada demócrata, en cada opositor, un peligro permanente para el gobierno.
Hoy, hay sectores que se olvidan del miedo impuesto por el régimen anterior, cuando no se podía hablar ni reclamar. Las ejecuciones y las torturas, las detenciones arbitrarias, la desaparición de personas, los allanamientos y exilios no son de hoy. Vienen de atrás. Ellos saben de dónde. Eso era real violencia.
En democracia, señor Presidente, no debe haber violencia porque no hay una causa que la genere y justifique. Incluso, en dictadura, los demócratas opusieron a la violencia institucionalizada la no violencia activa. El principio de la no violencia es el único medio que garantiza el marco adecuado para que pueda existir una decisión verdaderamente libre. La decisión libre no existe en el ciudadano cuando ella es arrancada con violencia. La participación amplia del pueblo en las tareas y bienes de la nación, vital, eficiente y real, no se da con la violencia. La no violencia, entonces, es la esencia y está en el corazón mismo de la democracia. En la dictadura, la violencia es inherente a ella.
Quienes hoy matan no son demócratas. La democracia es libertad, la cual se opone a la violencia, que es presión. Quien ejerce la violencia, entonces, apunta hoy al corazón de la democracia. Quienes pretendan con estas acciones terroristas arrancar el consentimiento para determinadas materias, desviar el curso a la democracia, o, sencillamente, crear falsas situaciones de caos para justificar otros objetivos, se equivocan. Y quienes intenten homologar con la violencia el clima vivido en los dieciséis años anteriores, para justificar mano dura y hacemos incurrir en sus mismos procedimientos represivos, también se equivocan.
Chile no volverá al pasado. Chile camina hacia adelante. El pueblo es sabio. El pueblo sabe quiénes están detrás de estos hechos. Ni fuerza conjunta ni la represión terminarán con la violencia. Sólo con la aplicación efectiva de la ley, el desarrollo social y económico y el desprecio que el pueblo debe ejercer sobre los violentistas, éstos se sentirán aislados, sin apoyo, convencidos de que no pueden seguir con estas prácticas.
He dicho.
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