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- Se reanudó la sesión a las 17.30 horas.
El señor VIERA-GALLO (Presidente).-
Se reanuda la sesión.
Corresponde hacer uso de la palabra al Diputado señor Julio Rojos .
El señor ROJOS.-
Señor Presidente, estimados colegas, aprovechando estos minutos, quiero referirme a las destempladas declaraciones vertidas por el recién designado Presidente del Partido Renovación Nacional.
En efecto, hablando ante su convención partidaria, realizada el pasado fin de semana en el salón de plenarios de esta Corporación, él ha expresado que mi Partido, el Demócrata Cristiano, constituye "una gigantesca maquinaria de poder, carente de contenido ideológico, y que se encuentra a mitad de camino de cualquier parte".
No puedo dejar de manifestar la sorpresa y el rechazo que han producido estas declaraciones entre los parlamentarios de nuestra bancada. El país es testigo de la falacia implícita en esas declaraciones. El Partido Demócrata Cristiano constituye una fuerza política mayoritaria, que ha demostrado, a los largo de su historia, un compromiso leal y efectivo con sus principios políticos y su concepción cristiana de la sociedad. La convicción democrática de su tradición, el ejemplo de tolerancia de sus militantes y la permanente lucha por la vigilancia efectiva de los derechos inherentes a la persona humana, han hecho de nuestro Partido una organización fuerte y respetada, un partido político apreciado y querido por el pueblo de Chile. Si este Partido ejerce el poder, lo hace para servir al país y a su pueblo, pero en virtud de elecciones libres, secretas e informadas y no amparado por supuestos "clamores de la civilidad" o por el llamado de las "mayorías silenciosas", argumento tan socorrido por los seguidores del Presidente de Renovación Nacional.
Señor Allamand , el país no comulga con ruedas de carreta. No han sido democratacristianos los que han participado en la gestión del régimen militar. Nosotros no tenemos ministros de la dictadura entre nuestros militantes, ni hemos justificado, con todo tipo de argumentos, cada uno de los excesos de la dictadura. ¡Qué paradoja! Quienes han pontificado contra el ideologismo, imponen ahora patrones de conducta e imparten cátedra, sirviéndose de la democracia, que en caso alguno ayudaron a restablecer.
Quienes están a medio camino entre cualquier parte son, precisamente, el señor Allamand y sus seguidores. Se encuentran, estimados colegas, a mitad de camino entre su veneración al autoritarismo y su adhesión al sistema democrático. Vale la pena recordar su adhesión a la dictadura en el plebiscito de 1988, y la triste gestión del Ministro del Interior del Gobierno pasado, padre espiritual del señor Allamand . Eso es estar a mitad de camino entre la vergüenza y el juicio histórico, entre el recuerdo bochornoso y el complejo de culpa que los atormenta.
Las declaraciones del Presidente de Renovación Nacional no tienen otra inspiración que un sentimiento muy humano y secular: el miedo. Sí, señor Presidente, el miedo a la memoria histórica; el miedo al juicio silencioso de las víctimas de la dictadura; el temor a la democracia, al resurgimiento de los valores de solidaridad y de justicia que encarna nuestro Partido; el pánico a la lucha democrática, a la que nunca terminarán de habituarse; el miedo a la libertad.
Nuestro Partido está orgulloso de su tradición y de la lucha que permanentemente se dio por la recuperación democrática. El pueblo sabe que creemos en él, en su capacidad para inspirar las grandes decisiones nacionales, en su derecho a autogobernarse, derecho negado durante 16 años con la complicidad de aquéllos que hoy se permiten vestir de demócratas, que vienen a hablar de derechos y a manifestar su identificación con la clase media, a la que contribuyeron conscientemente a destruir.
Si esto constituye un reconocimiento de sus culpas, le hace bien al país; pero si sólo constituye una expresión de su miedo, debemos impedir que se propague para bien del país y, sobre todo, para la supervivencia del régimen democrático, que tantos desvelos y sinsabores costó al pueblo de Chile.
He dicho.
"
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