-
http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/579089/seccion/akn579089-ds7-ds133-ds134
- bcnres:tieneTipoParticipacion = bcnres:Intervencion
- bcnres:tieneEmisor = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/972
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/579089/seccion/akn579089-ds7-ds133-ds134-sp284
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/579089/seccion/akn579089-ds7-ds133-ds134-sp288
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/579089/seccion/akn579089-ds7-ds133-ds134-sp287
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/579089/seccion/akn579089-ds7-ds133-ds134-sp286
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/579089/seccion/akn579089-ds7-ds133-ds134-sp285
- rdf:type = bcnres:Participacion
- rdf:type = bcnres:SeccionRecurso
- bcnres:tieneCalidad = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/cargo/1
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/pais/hungria
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/1689
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/temporal/425
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/pais/jamaica
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/temporal/258
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/cargo/323
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/division-politico-administrativa/2007/comuna/chillan
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/pais/francia
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/cargo/15
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/division-politico-administrativa/2007/comuna/pedro-aguirre-cerda
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/cargo/38
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/722
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/3699
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/organismo/partido-politico/partido-radical
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/pais/corea
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/temporal/424
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/972
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/pais/checoslovaquia
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/pais/espana
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/temporal/426
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/pais/chile
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/pais/honduras
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/pais/holanda
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/2435
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/1097
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/organismo/comision-especial-mixta-de-presupuestos
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/pais/peru
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/635
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/pais/brasil
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/temporal/44
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/organismo/partido-politico/izquierda-radical
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/pais/estados-unidos-de-america
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/pais/republica-popular-china
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/organismo/partido-politico/partido-democrata-cristiano
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/cargo/322
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/pais/mexico
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/pais/finlandia
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/organismo/congreso-pleno
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/pais/guyana
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/pais/rumania
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/pais/alemania
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/pais/bulgaria
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/division-politico-administrativa/2007/comuna/copiapo
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/organismo/corte-suprema
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/organismo/banco-interamericano-de-desarrollo
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/pais/polonia
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/pais/argentina
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/1553
- rdf:value = " El señor LORCA, don Gustavo (Vicepresidente).- En la Hora de Incidentes, el primer turno le corresponde al Comité Demócrata Cristiano.
Tiene la palabra el señor Roberto Muñoz.
El señor MUÑOZ BARRA (don Roberto).- Señor Presidente, a pesar de los pesares, el país esperaba el 21 de mayo que el Mensaje del Presidente de la República al Congreso Pleno contribuyera en algo, a despejar las inquietudes que abruman a los chilenos en estas tensas horas de carestía, de desabastecimiento, de incertidumbre, de temor y desconcierto.
La verdad es, sin embargo, que el Mensaje presidencial no trató a fondo ninguno de los grandes problemas que preocupan a Chile y que amenazan la normal continuidad de su desarrollo, en los diversos órdenes de materias en que se traduce la vida de una sociedad: El Mensaje no dio respuesta a las gigantescas incógnitas que, cada vez más, estrechan el horizonte de la Patria. El Mensaje no atenuó en nada la angustia, la ansiedad, que oprimen y ensombrecen el espíritu de los chilenos que, atónitos, contemplan cómo, por un lado, el Gobierno proclama, urbi et orbi el respeto a la democracia, la ley y la Constitución, y, por el otro, acepta y promueve el gradual desmoronamiento del Estado de Derecho, con todo lo que esto significa en términos de pérdida de libertades y derechos democráticos. Para probarlo, allí está la comunicación que, con fecha 7 de mayo de 1973, la Corte Suprema de Justicia, el más alto Tribunal de la República, envió al PresidenteAllende. Refiriéndose al incumplimiento de fallos judiciales por parte de funcionarios administrativos, la Corte Suprema dice: Esta Corte Suprema, velando una vez más por el mantenimiento del orden jurídico, representa a Vuestra Excelencia los hechos anteriores que importan la violación de la facultad de imperio de los Tribunales de Justicia que se ha traducido en el desobedecimiento de sus resoluciones por los funcionarios o Carabineros llamados a respetarlas o cumplirlas y que conduce a una crisis del estado de derecho que este Tribunal no puede silenciar.
No es la Oposición la que lo afirma. Es la Corte Suprema de Justicia que, pública y valientemente, denuncia a la faz del país que en Chile está haciendo crisis el estado de derecho y que ello ocurre a causa de que funcionarios o fuerzas dependientes del Ejecutivo no acatan lo que los Tribunales resuelven. Y la Corte Suprema añade que ella no puede silenciarlo. Ejemplarizadora actitud de un Poder que, sin dejarse amedrentar por los ataques, cumple resueltamente con su deber y, sin más armas que su jerarquía constitucional y la invocación de la ley, alza su voz respetable y autorizada en defensa de lo que es patrimonio moral de Chile y garantía de libertad y democracia: el Estado de Derecho, al respeto efectivo de las leyes, la separación de los Poderes Públicos, única garantía real de los derechos humanos y del equilibrio institucional en que descansa la verdadera democracia.
¿Cuál es, a este respecto, la palabra que trae el Mensaje? ¿Cómo contesta el juicio tan claro que la Corte Suprema emite sobre la crisis del estado de derecho? Lamentablemente, el Mensaje no hace sino confirmar los temores de nuestro más alto Tribunal de Justicia. Es el propio Presidente de la República el que, ahora, sin ambages, expresa que la jerarquía, la autoridad y el orden burgués han perdido su vigencia ante los trabajadores. Por sí y ante sí declara derogados el orden, las jerarquías y la autoridad que él denomina burguesas y que nosotros llamamos chilenas, pues forman parte de esta democracia, que no nos regaló la burguesía, sino que es fruto y producto de las luchas y grandes aspiraciones del pueblo, de la nacionalidad chilena, con su profunda vocación libertaria, de progreso y de justicia social.
Nos parece que esta declaración presidencial reviste una tremenda gravedad, pues significa que el Gobierno, por su propia libertad y abiertamente, se coloca al margen de la institucionalidad e incita al incumplimiento de las resoluciones que emanan de esas jerarquías, de esas autoridades y de ese orden que dice han perdido vigencia. Es el Presidente de la República quien presta su patrocinio y aprobación a organismos creados al margen de la ley y que constituyen un desafío a las instituciones legalmente creadas. Me refiero a las JAP, a los Cordones Industriales, a los Consejos Mineros, etcétera, que son los poderes alternativos al poder burgués que el Presidente de la República enaltece, exalta y coloca en oposición a las instituciones, a las autoridades, a la jerarquía, al orden, establecidos en Chile por la Constitución y la ley. ¿Cómo no decir entonces con la Corte Suprema que hay crisis del estado de derecho? ¿Cómo no agregar que es el Gobierno el que impulsa y alienta esta crisis? ¿Para qué seguir aceptando, entonces, el parloteo vacío e hipócrita en torno de esta vía chilena pluralista y democrática? La paz civil no se preserva, precisamente, con estas declaraciones y actitudes del Gobierno que, por el contrario, crean la alarma civil o, más bien, la alarma cívica.
El Mensaje dice que la inmensa mayoría de los chilenos está contra el caos político y económico, contra la inseguridad y la violencia, lo que posibilita el camino democrático. Nosotros estamos en esa mayoría, pero pensamos que la inseguridad y la incertidumbre tienen muchos orígenes, todos los cuales emanan de quienes tienen en sus manos el poder de gobernar. No es la Oposición democrática la que aceptó, primero y desató, después, la violencia en los campos, la industria, las calles y la vida misma. No es la Oposición la que puso en práctica esta implacable siembra de odios que tan peligrosamente está dividiendo a los chilenos y que es la preparación de la violencia bajo sus diversas formas y que nosotros condenamos, rechazamos y repudiamos con todas las fuerzas de nuestras convicciones. No es la Oposición la que, a falta de argumentos, cubre de barro y de infamias al adversario político, tratándolo como enemigo y transformando el debate ideológico en una abyecta y reprobable querella de personas.
La Oposición democrática está dispuesta a defender intransigentemente las jerarquías, la autoridad y el orden establecidos y determinados por la Constitución y las leyes. Para este efecto, recurrirá, sin vacilaciones, a todos los instrumentos y recursos que las mismas leyes y la Constitución franquean. Más no puede menos de denunciarse, con alarma, este desafío lanzado en el Mensaje y decir, con absoluta sinceridad, que lo estimamos gravísimo y de incalculables e imprevisibles consecuencias. A la vez, creemos nuestro deber expresar que la causa básica de la intranquilidad social que sacude a Chile está en la resistencia del Gobierno a escuchar la voz mayoritaria de las urnas y empecinarse en poner un esquema, no tan solo ajeno a lo que es Chile como nacionalidad y como pueblo, sino que es rechazado por la abrumadora mayoría del país.
Para eludir su obligación de respetar esta mayoría el Presidente de la República recurre a un resquicio de argumentación. Dice el Mensaje: La política gubernamental se ha traducido en el apoyo masivo que han recibido los partidos políticos que lo sustentan, el más alto que Gobierno alguno haya alcanzado en los últimos veinte años tras veintisiete meses de gestión. ¿Por qué limita la comparación a lo sucedido sólo hace veinte años? Por una razón muy sencilla y simple. Porque antes, hace más de veinte años, los partidos políticos en el poder reunieron más votos que para la elección de Presidente de la República. Fue lo que sucedió en tiempos de Aguirre Cerda, de Juan Antonio Ríos y de Gabriel González. En 1938, Pedro Aguirre fue elegido Presidente de la República con el 50, 35% de los sufragios y en 1941 los partidos políticos que lo acompañaban obtuvieron el 59, 98%. En 1942, Juan Antonio Ríos llegó a la primera magistratura con el 54, 44% de los votos y en 1945 los partidos de su Gobierno recibieron el 55, 96%. En 1946, Gabriel González triunfó con el 40, 23% de la votación y en 1947 los partidos que lo acompañaban obtuvieron el 49, 97%. Para poder exhibir un triunfo que no es tal ni único, el Presidente de la República debe recurrir a un artificio, a una argucia, que no engaña a nadie en Chile, pero que, en el extranjero, sirve para mantener una imagen que no corresponde, por ningún concepto, a lo que es la realidad chilena, tan amarga, triste, dura y sombría en muchos de sus aspectos. La verdad es que el Presidente de la República insiste en desconocer la voz de la mayoría que, repito, constituye la raíz más profunda del malestar y de la ansiedad que, por desgracia, marcan el signo de los días que vive Chile.
El señor Allende desconoce que, en las democracias, el Gobierno no puede ni debe desoír a las mayorías. Entre nosotros, el Gobierno se empecina en desoírlas y ello no puede menos que crear una tremenda tensión política y social, que se agrava con la violencia verbal y física que el Gobierno y sus partidarios han convertido en arma habitual y cotidiana de lucha política, rebajando el nivel del debate en términos realmente desconocidos en Chile. Por eso, suena a sarcasmo el llamado que lanza el Presidente de la República cuando en el Mensaje dice: a hacer del respeto por la verdad y la honra de las personas una regla inquebrantable; a convertir los medios de comunicación opositores y partidarios del Gobierno en vehículos de debate ideológico y no de odios y alimento de la irracionalidad. ¿Es que el Presidente no lee su prensa, no escucha sus radios, no ve su televisión? ¿O es que también han perdido vigencia la autoridad y la jerarquía del Primer Mandatario de la Nación?
En otra parte de su Mensaje, el Jefe del Estado afirma que la contradicción real se plantea entre la gran mayoría del pueblo, productores o consumidores, industriales o agricultores, con los especuladores y agiotistas, forma principal de expresión de los intereses económicos inmediatos de la gran burguesía. Estamos y estaremos siempre contra la especulación y el agio, el acaparamiento y el mercado negro, etcétera, pero tampoco podemos olvidar que estas actividades ilícitas y condenables sólo florecen cuando se rompe el equilibrio entre lo que la gente desea comprar y las disponibilidades de esos artículos. No hay mercado negro ni especulación sin baja de producción, sin escasez. Nada más falaz que tratar de colocar, por un lado, a los especuladores y agiotistas y, por el otro, a los productores y consumidores, a los industriales y agricultores. ¡Si el hecho clave está en que ni los agricultores pequeños o medianos ni los medianos o pequeños industriales tienen la tranquilidad necesaria para trabajar en paz, como lo están pidiendo en todos los tonos desde el momento mismo en que se advirtió la intención de este Gobierno de mantener sin delimitar las áreas de la economía y aceptar o tolerar las tomas de tierras, de industrias, de cosechas y hasta de viviendas! No hay contradicción antagónica entre el área social y el área privada. No. Lo que existe es una tremenda desconfianza que paraliza las iniciativas, que desalienta el trabajo creador, que acarrea baja en la producción, a causa de que aún nadie sabe hasta dónde llega el área social y dónde empieza el área privada, pues se han intervenido, hasta fábricas de caramelos y, como lo dijo una vez nuestra colega señora Mireya Baltra Moreno, se intervino el Cementerio Metropolitano; el Teatro Atacama, de Copiapó, con 500 butacas; una fábrica de cola de huesos en Chillán, la que, como declaró la Diputada, quebró a causa de que el interventor, ni lento ni perezoso, contrató dieciséis nuevos obreros, y todos miembros de su familia. Lo dijo en la revista Punto Final, página Nº 172, el 5 de diciembre de 1972.
Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor MUÑOZ BARRA (don Roberto).- No hay antagonismo entre las áreas, sino persecución sectaria e implacable de todo trabajador manual o intelectual, profesional o técnico, que no comparta la ideología que predomina en La Moneda, persecución que linda en lo inicuo tratándose del comercio minorista, de los transportistas, de los pequeños y medianos agricultores e industriales, de los profesionales y técnicos, etcétera.
La contradicción está entre lo que prometió el Programa a cuyo amparo se llegó al poder y la forma en que se está ejercitando ese poder, que no respeta las garantías que ofreció ni cumple las promesas que hizo a los mismos sectores del trabajo, a los que ahora combate con saña, olvidando, que, muchos de ellos, ayudaron al triunfo del 4 de septiembre de 1970. La contradicción fundamental está entre los que desean construir una sociedad más humana y justa, pero que no deje de ser libertaria y democrática, pluralista y ajustada a la legalidad, y quienes creen que esa sociedad nueva debe ser presidida por la dictadura, ejercida en nombre de los proletarios, por la burocracia de los Comités Centrales y dentro de las estructuras de otra democracia, distinta de la nuestra, cuyos valores e instituciones estamos dispuestos a defender a todo trance, aunque el señor Allende los declare sin vigencia. La contradicción está entre quienes pensamos que puede llegarse a un nuevo orden social por una vía auténtica y verdaderamente chilena y no por la vía marxista-leninista que el pueblo de Chile repudia y que no fue la que el señor Allende, como candidato, ofreció a Chile. Allí está la contradicción y no en esa falsa y absurda división que ha imaginado el Presidente de la República. Reducir todos los problemas económicos y políticos de Chile a la lucha contra la especulación y el mercado negro es querer asomarse a nuestra realidad por el ojo de la llave y no salir a apreciar el panorama, complejo y delicado, en su amplia y cabal integridad. La mejor prueba de lo que estamos afirmando la proporciona lo ocurrido con la ya tristemente famosa Escuela Nacional Unificada, que fue rechazada y recibió el amplio y rotundo repudio de la enorme mayoría del país, de los estudiantes, de los padres, de la Iglesia y de las propias Fuerzas Armadas. Lo ocurrido respecto de este lamentable intento de romper lo que es la esencia pluralista de Chile podría bastar, a quien no estuviese enceguecido por los dogmas y el sectarismo, para darse cuenta dónde radica la contradicción que destroza a Chile, que está dividiendo el alma común de nuestra Patria; que está entorpeciendo gravemente el proyecto histórico de levantar las estructuras de un nuevo ordenamiento social y económico que traiga bienestar y que no lo reduzca, que amplíe las libertades y no las derogue, que ensanche la democracia y no la asfixie, que libere al país de la dependencia imperialista y no cree nuevas y peligrosas dependencias, como está sucediendo al no ser capaz el Gobierno de impulsar la agricultura para que pueda abastecer a Chile, y al destruir la industria petrolífera, orgullo del país y aval de nuestra seguridad nacional. Si ayer no más los propios trabajadores del petróleo, en carta dirigida al Presidente de la República dicen que, de no enfrentarse con justeza los problemas de esa industria, se corre el peligro de que se conviertan la ENAP y Chile en meras dependencias de gobiernos o empresas extranjeras (El Mercurio, 19 de mayo de 1973). Allí están las contradicciones que están desgarrando nuestra nacionalidad, pues no es fácil despojar a una sociedad de los valores que ha ido configurando y moldeando en el largo curso de su historia y que se confunden con sus tradiciones y su manera de ser.
En lo que se refiere a la problemática económica, el Mensaje es de una pobreza franciscana. Nada dice, que valga la pena, acerca de los serios problemas que afectan a nuestra economía y al standard de vida de todos los chilenos y, sobre todo, de quienes no tienen más medio de subsistencia que el trabajo. El país está azotado por la inflación más dramática de nuestra historia. En 1972, los precios aumentaron en 164%. En cuatro meses de 1973, el alza ya es de más del 34%. La escasez se traduce gráficamente en las interminables colas que, a diario, contemplamos en las calles de todas nuestras ciudades y en donde se pone a prueba la capacidad de sacrificio de la mujer chilena, que bajo el sol o la lluvia, aguarda horas y horas para conseguir o no los alimentos más indispensables para su familia. Sin embargo, el Mensaje prácticamente ignora el problema; no lo analiza; no expone al país el criterio del Gobierno acerca de las causas que lo motivan y de las eventuales soluciones. Nada de fondo. Sólo unas cuantas frases vagas que explican, por sí solas, por qué la economía está a la deriva, y ello sucede porque el Gobierno también está a la deriva, porque no tiene una concepción clara, precisa, firme acerca de cómo detener esta inflación desatada, vertiginosa, que nos empuja al abismo. ¿Qué dice el Mensaje? Textualmente, lo único concreto que plantea en materia de acción encaminada a combatir este flagelo es lo siguiente: La política antinflacionaria se proyecta al conjunto de las acciones económicas y constituye una línea central de orientación del Gobierno. La frase no es, por cierto, modelo de claridad ni contribuye, ni en un ápice, a despejar las dudas, la incertidumbre, la angustia, ante una economía que se empequeñece al disminuir la producción, y agudiza, por lo mismo, el desequilibrio entre las necesidades del consumo y las disponibilidades de mercaderías. No hay en el Mensaje ni siquiera un pensamiento que refleje la preocupación del Gobierno por estimular la producción, a fin de que ¡gradualmente pueda restablecerse un equilibrio que permita cierta normalidad del abastecimiento y alguna estabilidad en los precios. Es elemental que, sin aumento de la inversión, no puede haber desarrollo de la economía. Es elemental, porque obviamente, si la capacidad de producción no crece, tampoco puede aumentar la actividad económica. Todos sabemos que en 1971 la inversión disminuyó en 4,9% y que en 1972 la baja, por lo menos, es semejante. El Mensaje no da cifra alguna sobre el particular, sino que se limita a hacer algunos artificios estadísticos para demostrar que en 1971 y 1972, la parte del producto nacional que se destinó a la inversión fue del 14% mientras que en el período 1967-1969 fue del 15%. Con esto, el Gobierno queda muy satisfecho. La verdad, sin embargo, es bastante diferente. Los asesores del Presidente de la República eligieron, como base de la comparación, los tres años del decenio que tuvieron una inversión más baja y, en consecuencia, la comparación no fue del todo desfavorable. Pero este es un artificio que no puede engañar a nadie. La tasa histórica de inversión la determina el promedio del decenio y, en 1960-1970, en promedio y en cada año, Chile destinó el 17, 4% del producto nacional a la inversión. Este porcentaje dista mucho del débil 14% que parece tener muy contento al Presidente de la República, pero que, en el hecho, significa un retroceso y es la negación de lo que un genuino socialismo persigue, cual es la ampliación del potencial productivo y no la reducción, como está ocurriendo en Chile, pues durante dos años seguidos la inversión disminuyó en vez de aumentar.
El Mensaje se lamenta del bloqueo financiero a que estaría sujeto el Gobierno. Bloquear es asediar, cercar a un país, negarle toda ayuda financiera, cerrarle las fuentes de crédito. Pero no es esto lo que le ha sucedido a Chile. Estuve leyendo, a este respecto, la exposición que el 15 de noviembre de 1972 hizo ante la Comisión Mixta de Presupuestos el entonces Ministro de Hacienda, señor Millas Correa. Y en ese documento el señor Millas dice que Chile ha recibido generosas ofertas de crédito de una imponente y larga nómina de países del área capitalista y del área socialista. En efecto, en la página 014 de esa exposición, el señor Millas menciona a Argentina, Brasil, Perú, México, Francia, España, Holanda, Finlandia, la Unión Soviética, China Popular, Polonia, Bulgaria, Hungría, Alemania Democrática, Rumania, Checoslovaquia y la República Democrática Popular de Corea. Si se suman los créditos allí referidos, se llega a concluir que el Gobierno dispone de créditos a largo plazo por más de 500 millones de dólares. En lo que se refiere a las líneas de crédito a corto plazo que, al ascender al Gobierno el señor Allende, tenían un monto de 220 millones de dólares, ahora, según el señor Millas, tienen una cuantía de 490 millones de dólares. Además, el otrora tan vilipendiado Fondo Monetario Internacional concedió al Gobierno un préstamo de 42 millones de dólares. ¿Puede decirse, honestamente, que está bloqueado financieramente un Gobierno que recibe tan cuantiosa cooperación económica externa?
Es cierto que algunos organismos internacionales controlados por Estados Unidos dejaron de prestar dinero a Chile. Es el caso del Banco Mundial, del Banco Interamericano, del Eximbank y de la Agencia Oficial del Gobierno norteamericano, AID. Pero, como hemos visto, si se cerraron estas puertas, se abrieron otras muchas anchas. Por lo demás, si el Gobierno persigue, y con razón, liberarse del imperialismo norteamericano, no puede, si es consecuente, aspirar a que ese imperialismo le siga otorgando préstamos, pues la dependencia financiera es una de las más fuertes y comprometedoras. Además, si se combate el endeudamiento externo contraído por los Gobiernos anteriores, no puede desconocerse que este Gobierno sigue endeudándose con todo fervor y entusiasmo. La verdad es que no hay bloqueo financiero, sino negativa de cuatro entidades a continuar operando con nuestro país. La falta de hostilidad financiera hacia el Gobierno del señor Allende también quedó de manifiesto en la renegociación de la deuda externa. En la exposición del señor Millas no hay nada que pruebe lo contrario. A la inversa, se dice que el acuerdo a que se llegó, en enero de 1972, con los Bancos norteamericanos, tiene la ventaja del alivio que otorga a la continua sangría de divisas, por cuanto permite cubrir el servicio acumulado de la deuda de tres años pagando solamente montos muy pequeños; añade que, durante los años 1972 y 1973 se efectuará sólo un pago simbólico, etcétera. Juzgando el conjunto de la renegociación, la exposición dice: Resumiendo, el alivio total que la renegociación ha representado para el balance de pagos de Chile alcanza a 600 millones de dólares y se traduce, para el período comprendido entre el 1º de noviembre de 1971 y el 31 de diciembre de 1972, en la suma de 378 millones de dólares, debiéndose pagar en 1972 un total aproximado de 100 millones de dólares. (Página 28).
Yo pregunto, ¿se puede, de buena fe, sostener que está bloqueado financieramente un Gobierno al que los acreedores conceden condiciones que el propio Gobierno califica en los términos que acabo de leer? Afirmar lo contrario es algo así como lo del cojo que le echa la culpa al empedrado. Lo que cojea, en Chile es la gestión económica del Gobierno, y es inútil que el Presidente de la República busque, desesperadamente, un chivo expiatorio sobre el cual descargar responsabilidades de las que el Gobierno no puede sacudirse.
No hay ningún otro Gobierno que haya dispuesto de más poder económico que el actual. Es todopoderoso. Es uno de los empresarios más grandes. No olvidemos que es dueño del cobre y que Chile es el cuarto productor del mundo. Es dueño del hierro, del carbón, del salitre, del yodo, de los bancos, de los monopolios, etcétera. El propio Mensaje señala que el área reformada en el campo cubre el 35% de la superficie agrícola del país. Por lo tanto, las decisiones del Gobierno son determinantes del rumbo de la economía. Sin embargo, en 1972 el producto nacional apenas creció en un 3, 4% y estamos a la zaga del desarrollo económico latinoamericano, junto con Jamaica, Guyana y Honduras. El Presidente de la República ni siquiera alude a este problema. Pareciera que, para él, carece en absoluto de importancia que la actividad económica experimente una tremenda contracción y que las cifras de producción se encuentren cayendo vertical y rápidamente. Es cierto que transformar es mucho más que administrar, pero no es menos verdad que, si el Presidente de la República abandona su obligación constitucional de administrar el país, está faltando a sus deberes y precipitando a Chile al caos, como ya se advierte en el orden económico.
Por eso, hacemos este planteamiento, en nombre del Partido de Izquierda Radical, porque creemos que el Mensaje no fue lo serio y responsable de lo que los sectores de la ciudadanía querían del Mensaje.
Muchas gracias, señor Presidente.
El señor ROBLES.- ¡Por eso lo echaron del Partido Radical!
El señor MUÑOZ BARRA (don Roberto).- ¡Yo pertenezco al Partido Radical que ustedes no fueron capaces de comprar así que déjeme tranquilo!
"
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/579089
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/579089/seccion/akn579089-ds7-ds133