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- rdf:value = " El señor IRURETA.- Ya me he referido a casos que Su Señoría no ha oído.
Punto Final señala únicamente lo que acabo de leer. Espero que el señor Senador no se moleste porque yo lea Punto Final, pues tengo la mala costumbre de leer todo.
Voy a terminar la lectura de esta parte de dicha revista reproduciendo la cita que se hace de un artículo de un documento de la Comisión Política del Partido Comunista. Como puede ver el señor Montes, Punto Final se permite citar en sus páginas hasta los documentos del Partido Comunista. Dice así:
La Comisión Política del Partido Comunista, en un llamado a luchar contra el mercado negro y la especulación, declaró el 20 de diciembre que los traficantes del mercado negro merodean en las puertas de las fábricas. Desde allí parte el acaparamiento, que crea la escasez artificial... La reacción aprovecha la ideología burguesa que todavía perdura en la conciencia de muchos. Hábitos como el ventajismo, el sacar provecho de las circunstancias, corrompen a los trabajadores incitándolos a convertirse en pequeños especuladores, al entregar al mercado negro los productos de sus propias fábricas.
Esto lo dice la Comisión Política del Partido Comunista. Nosotros rechazamos estos conceptos, porque, como dije anteriormente, no aceptamos que la culpa de la corrupción ambiente en los medios de Gobierno y que afecta principalmente a los mandos medios se haga recaer en los trabajadores, que no tienen responsabilidad alguna en el proceso de corrupción que ha dado origen al acaparamiento y al mercado negro. El Partido Comunista es dueño de decir lo que le dé la gana, e incluso de injuriar a los trabajadores. Pero nosotros levantamos ese cargo.
Por último, reitero que vamos a dar esta herramienta al Gobierno; que sabemos muy bien que con esta ley, como se ha dicho por todos los sectores, no terminarán el acaparamiento, la especulación ni el mercado negro. Pero sabemos también que todo ello podría terminar hoy mismo si en el seno del oficialismo se adquiriera clara conciencia de la necesidad de terminar con las corruptelas de este Gobierno, porque no nos cabe ninguna duda de que desde allí, desde esta tupida red de interventores y de personeros del oficialismo, nace el río de la especulación y del mercado negro.
No queremos para nuestro país la suerte de una nación destruida, de una nación derrotada, de un país invadido como fue, por ejemplo, la Francia de 1940. Porque acaparamiento y mercado negro se producen siempre que hay escasez. Tengo aquí una reseña de un libro muy interesante, que sería bueno que los Senadores de Gobierno leyeran, y que se titula La Vida de los Franceses bajo la Ocupación, publicado en 1961, de Henri Amourou. Dicho libro destina un capítulo a relatar lo que fue el mercado negro de la Francia ocupada, y no por el Gobierno de la Unidad Popular, sino por el Ejército alemán. Leyéndolo, sentimos la vergüenza - aunque se ría el señor Montes - para nosotros los chilenos, especialmente para el Gobierno de la Unidad Popular, de que en dos años de esta Administración hayamos llegado a sufrir la misma suerte de un país invadido. Voy a leer unos párrafos muy breves a los señores Senadores de Gobierno, porque demuestran de qué modo estos procesos no se detienen una vez que empiezan, y terminan en el hambre lisa y llana. El autor dice en una parte:
¿Quién hace el mercado negro? Más o menos todo el mundo. Tanto el que vende como el que compra sobre la tasa. En un país dominado por el hambre, donde quien tiene bastante de comer carece de gasolina y de calzado, en un país donde la tasa demasiado baja priva a los mercados de abastecimientos, donde todo esto está racionado, el mercado negro es asunto de la madre de familia, del estudiante, del militar, del cartero, del farmacéutico, del pescador, del campesino, del tendero, por supuesto; en una palabra, de don Todo el Mundo.
Las leyes, - prosigue el autor - tienen la pretensión de codificarlo todo, y en efecto, en poco tiempo reglamentaron en Francia la venta de corsés, las combinaciones, los caracoles y el pan. Estas leyes llevaban en sí mismas su germen de ineficacia. La ley del 15 de marzo de 1942, por ejemplo, que define el mercado negro, excluyó únicamente las infracciones cometidas con miras a la satisfacción directa de las necesidades personales o familiares. Y la Iglesia, más presta aun a reaccionar, declaró en diciembre de 1941 - se refiere a la Iglesia de Francia - que esas pequeñas operaciones extralegales por las que alguien se procura algunos alimentos supletorios que estima necesarios, se justifican a su vez por su poca importancia y las necesidades de la vida. Pero el mercado negro siguió andando en Francia, y llegó al punto en que al 31 de octubre de 1941 - por cierto, no le deseo igual suerte a mi país, y nosotros nos empeñaremos con todas nuestras energías porque en Chile no suframos hambre o mayor escasez que la que estamos empezando a sufrir - varios periódicos de Francia publicaron el siguiente aviso: Comedores de gatos, atención. En estos tiempos de restricciones algunas personas hambrientas no vacilan en capturar gatos para hacer con ellos un buen estofado.
Estas personas no saben el peligro que les amenaza. En efecto, los gatos, que tienen como fin utilitario matar y comerse las ratas, portadoras de los bacilos más peligrosos, pueden ser, por tanto, especialmente nocivos.
No le deseo al Gobierno de la Unidad Popular que llegue un día en que tenga que publicar un aviso como éste. Pero, cuidado, porque vamos por una pendiente que puede depararnos sorpresas imprevisibles. Nadie en nuestro país quisiera hoy suponer que pudiéramos llegar a extremos de hambre que nos obligaran incluso a reglamentar la merienda de gatos.
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