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- rdf:value = " El señor FLORES (Ministro de Hacienda subrogante).-
Las causas del problema.
Las causas fundamentales de estos problemas están en la acción de los principales grupos perjudicados por el programa de profundas transformaciones económicas y sociales que impulsan el Gobierno y la masa trabajadora.
La Unidad Popular asumió las responsabilidades del Gobierno con un programa de carácter claramente revolucionario. Ese programa era y es la respuesta histórica de la clase obrera y de amplios sectores populares a un sistema social que se había desarrollado bajo el signo de la dominación imperialista monopólica y latifundista, y la respuesta a un sistema en que los frutos del trabajo de millones de chilenos eran apropiados por una minoría nacional privilegiada y por los voraces grupos imperialistas que explotaban nuestra riqueza y nuestro mercado interno.
El Gobierno popular tenía y tiene una de sus principales razones de ser en la derrota de cada uno de esos enemigos del pueblo, con el propósito de hacer de Chile una nación soberana y verdaderamente democrática, y de echar las bases para la construcción del socialismo.
El cumplimiento de esos propósitos ha impuesto la ejecución rápida y firme de medidas destinadas a romper los lazos de dependencia y a destruir el poder monopólico y latifundista. Al mismo tiempo, se buscó y se logró, como conquista inseparable de lo anterior, mejorar a corto plazo los niveles de vida del pueblo mediante el aumento de las remuneraciones laborales y la expansión del empleo y de los servicios de utilidad social. Nunca hemos pensado que las tareas liberadoras se podrían realizar sin que se produjeran conflictos de significación entre los sectores populares, por un lado, y los grupos reaccionarios y el imperialismo, por el otro, y sin que se originaran dificultades como consecuencia de los conflictos.
En cuatro planos los enemigos de la patria y del progreso han desatado en forma articulada su lucha contrarrevolucionaria: en primer lugar, mediante su influencia en otros Poderes de la República, han hecho lo imposible por evitar la realización del programa popular y por crear trabas al proceso. Han formado la Oposición más negativa y destructiva en la historia reciente de Chile. En esa labor han contado a su favor con el viejo aparato estatal, que estaba y está destinado fundamentalmente a administrar el capitalismo y no a transformar.
En segundo lugar ha estado la conspiración para derrocar al Gobierno, tarea a que se han abocado sectores significativos de la Oposición interna, en asociación con las agencias o los agentes de los intereses foráneos.
En tercer lugar, los grupos reaccionarios se han empeñado a fondo en una gigantesca campaña de falsificación de noticias, de mentiras, de difamaciones e instigaciones que varían en la forma, según los órganos de divulgación, pero que mantienen su contenido permanentemente calumnioso. Todo, con el objeto de confundir al pueblo y de hacer creer a algunos sectores que la responsabilidad de los problemas que hoy se presentan cabe al Gobierno y a las fuerzas que lo apoyan, y no, como es la verdad, a la reacción encarnizada de la minoría perjudicada por el proceso de cambios.
En cuarto lugar, en el plano económico, los adversarios de Oposición han utilizado previamente sus posiciones de poder, que todavía son importantes, para crear toda suerte de problemas al abastecimiento del país y al consumo de los chilenos. Para ello, han recurrido a todas las mañas aprendidas en la experiencia de su dominación secular, así como al conocimiento práctico que tienen de la operación del sistema capitalista, que es su razón de ser y que defienden hasta las últimas consecuencias.
Los enemigos del pueblo empezaron su actividad antipatriótica tratando de crear inseguridad en miles de pequeños productores y comerciantes que nada tienen que perder con la destrucción de los monopolios y de los latifundios; buscaron la descapitalización de las grandes empresas industriales y de las grandes propiedades agrícolas que deberían pasar al área social de la economía o a manos de los campesinos, dejándolas en las peores condiciones de funcionamiento; intentaron anular la redistribución del ingreso realizada en beneficio del pueblo, retirando bienes de consumo del mercado regular para ser vendidos a precios especulativos; han especulado con mercancías, dólares y hasta con la paciencia del Gobierno y del pueblo; dieron lugar a la formación de una verdadera economía del mercado negro, la forma más degenerada del funcionamiento de un sistema capitalista. Y, en el plano externo, los grupos imperialistas adversarios de nuestra revolución han pasado a realizar el más drástico bloqueo de divisas, de gran significado para una economía fuertemente endeudada por Gobiernos anteriores.
Durante los primeros meses de Gobierno, los problemas no se hicieron sentir con gravedad. Había importantes márgenes de capacidad ociosa en las actividades de producción de bienes y servicios, lo cual permitía aumentar el nivel de vida popular sin comprometer en forma contundente los ingresos de las minorías privilegiadas. Además, el boicot económico interno y externo estaba sólo en sus comienzos, y faltaba tiempo para que se produjeran sus peores efectos. Asimismo, algunos sectores hoy día fuertemente contrarrevolucionarios creían que sería posible frenar, mediante conciliaciones, la ejecución del programa revolucionario. El decidido avance en su ejecución rompió sus ilusiones para lanzarlos, entonces, en la más feroz oposición. Una vez utilizada totalmente la capacidad productiva en nuestras actividades y haciendo sentir el peso de la restricción de divisas todo esto agravado, además, con la baja en el precio del cobre, se empeoró el conflicto entre el interés inmediato del pueblo y el de la burguesía. El boicot de la distribución regular de los bienes, el acaparamiento, la especulación y el mercado negro se convirtieron en práctica cotidiana de algunos sectores impulsados y dirigidos por la minoría perjudicada con los cambios; En el fondo, tales prácticas constituyen la forma utilizada por la burguesía para seguir explotando al pueblo y no perder en la lucha por la redistribución del ingreso. A la vez, constituyen un intento para desgastar la imagen del Gobierno frente al pueblo, con el objeto de derrocarlo y hacerlo retroceder en la marcha de la historia.
La inflación, vinculada al mercado negro, es hija de un conflicto entre el pueblo y la minoría. Estas buscan preservar y aumentar sus ingresos haciendo subir los precios y acumulando enormes ganancias, pero las fuerzas populares han sabido defenderse y pasar a la ofensiva, logrando aumentar las remuneraciones laborales en dinero y mantener así el poder de compra de las masas. La burguesía y sus especuladores, sin embargo, tratan de anular el efecto de estas conquistas populares intensificando la especulación, el mercado negro y la inflación. ¿Cuál es la alternativa que presenta la Oposición para combatir la inflación y el mercado negro?
En primer lugar, reducir los gastos públicos. Esto significa disminuir los gastos sociales que benefician al pueblo, crear problemas en la administración eficiente de servicios fundamentales, disminuir los niveles de empleo y contraer las inversiones públicas que son esenciales para el futuro económico de Chile.
En segundo lugar, congelar los sueldos y salarios, lo cual, en condiciones de fuerte inflación, significa reducirlos drásticamente en términos reales.
Haré un paréntesis en este párrafo para contestar la inquietud del Honorable señor Irureta.
El convenio que firmó el Gobierno y la Central Unica de (Trabajadores en octubre, con ocasión del proyecto de reajustes de aquella época, consignaba la revisión cuadrimestral de la política de salarios. Desde ese punto de vista, en los próximos días nosotros presentaremos a consideración del Congreso un proyecto que establece una compensación por el alza del costo de la vida en estos meses. Probablemente, esta tarde el Ministro señor Figueroa hará el anuncio al respecto. Sobre la materia, debo señalar que ésta era una medida prevista desde el comienzo en la política salarial del Gobierno.
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