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- rdf:value = " El señor MORENO.- Le ruego solicitarme la interrupción más adelante, y con todo agrado se la concederé.
El señor IBAÑEZ.- Muchas gracias.
El señor MORENO.-
Señor Presidente, como lo anuncié en el día de ayer el Honorable señor Carmona, los Senadores del Partido Demócrata Cristiano votaremos en contra del proyecto que establece sanciones para el delito económico. Y lo haremos conscientes de que la situación del país ha llegado a límites extremadamente críticos y riesgosos para su propio futuro.
Nuestra intención fue aprobar la iniciativa, y, sobre tal base, apoyamos la idea de legislar. Pero una vez abocados al estudio del articulado y de las diversas indicaciones formuladas al proyecto, surgió, a nuestro juicio, la confesión más clara que la opinión pública chilena, desde el inicio de la actual Administración, ha tenido a su disposición: supimos, por un lado, qué objetivos pretende alcanzar el equipo económico del Gobierno que maneja el aparato productivo; y, por el otro, qué métodos se aplicarán para lograr, a cualquier precio, su consecución.
El discurso del Ministro de Hacienda, señor Flores, que fue vastamente conocido por toda la opinión ciudadana, marca en nuestro concepto la decisión del Ejecutivo y de los grupos que tienen el poder dentro de la Unidad Popular de controlar en forma totalitaria a nuestra población en vísperas de los comicios parlamentarios generales de marzo próximo.
Esa conclusión la sacamos después de comprobar lo que está ocurriendo en cada comuna, en cada provincia del país, y luego de ver cómo están procediendo quienes representan o dicen representar al Ejecutivo a nivel de la base popular, para presionar o coercionar a los que, sin militar en partidos integrantes de la Unidad Popular, hoy día requieren dramáticamente de medios para subsistir. Y el Gobierno ha encontrado en estas medidas, para alcanzar sus propósitos, una herramienta que no vacilamos en calificar de siniestra.
Escuché con mucha atención las palabras del Senador señor Rodríguez; discrepamos profundamente de sus ideas, pero respetamos sus puntos de vista. Personalmente, estoy convencido de que Su Señoría, o no posee la información completa, o ha sido influido también por la pasión de su propia colectividad política, que trata de ver una realidad muy distinta de la que vive el país.
Chile está hoy día con su economía quebrada; y creo que en esto no hay discrepancias de especie alguna. No otra cosa puede pensarse de un país que registró 163,4% de inflación en doce meses todos estamos conscientes de que la de 1973 alcanzará cifras extraordinariamente más elevadas; que tiene una balanza de pagos deficitaria en más de 700 millones de dólares; cuya producción en el sector industrial estuvo paralizada durante 1972, de acuerdo con las propias cifras oficiales que se conocen; con una agricultura postrada daré sólo una cifra: la cosecha de trigo del período 1972-1973 (siendo normalmente de 13 millones a 14 millones de quintales este año no alcanzará a 6 millones y medio de quintales, de acuerdo con cálculos del propio Gobierno, y el mismo Ejecutivo se ha adelantado a anunciar que será necesario adquirir en el extranjero (no sabemos con qué recursos ni en qué mercados) 10 millones de quintales de trigo para paliar la gran crisis de producción que vive el país; y con una innumerable cantidad de deficiencias que se hallan a la vista de todos nosotros.
Pero hay algo que ha prendido en la conciencia, de toda la opinión pública: la existencia de los síntomas que hoy se ha dado en calificar como mercado negro no es producto ni de la maledicencia de algún ideólogo de cierto partido político ni de determinado sector que, mañosamente, desee crear problemas al Gobierno. El fenómeno que afecta a nuestra población es nada menos que la resultante de la quiebra del aparato productivo, del hecho de haber provocado una circulación de dinero desatada, con relación a las disponibilidades de bienes y servicios, y de la circunstancia de haber generado sobre nuestra economía una presión que ella misma no está en condiciones de resistir.
El mercado negro no es más que la insatisfacción de aspiraciones de la ciudadanía debido a una producción insuficiente para cubrir sus necesidades más elementales. Podrá revestírselo de muchas características; pero ésta es la raíz del problema que vivimos: en nuestra patria es imposible alimentar a la ciudadanía y darle un mínimo de bienestar, pues los distintos sectores de la economía no producen en cantidad suficiente.
Al revestir caracteres tan dramáticos la situación, el Gobierno, con su costumbre, por todos conocida, de culpar a cualquiera persona menos a los responsables, ha tratado, con una seudohabilidad publicitaria, de colocarse el parche antes de la herida. Así, desde hace aproximadamente un mes y medio comenzó a dar, a través de la radio y de los diarios, todo tipo de argumentaciones, algunas de ellas tan contradictorias entre sí que mueven a risa.
En un instante, la causa de todos los males eran la agresión imperialista, el bloqueo de la Kennecott y, probablemente, la guerra de Vietnam. En otro momento el causante de todos los males fue el paro de octubre. A juicio del Ejecutivo, ese movimiento provocó la crisis de la producción triguera; sin embargo, el trigo se siembra en mayo y no en octubre. También, según el Gobierno, dicho paro originó la crisis de la remolacha; pero, al parecer, todavía no se ha explicado a los personeros gubernativos que manejan la agricultura que la remolacha tampoco se siembra en octubre. Fue, además, en opinión del Ejecutivo, la causa de que no hubiera aceite, aun cuando tampoco les han explicado que el aceite no se produce en el mes de octubre. Pero había que dar una explicación; era preciso convencer a la gente de que algo andaba mal, pero no debido al descriterio de las medidas gubernativas, o a la ineficiencia o a la incapacidad de quienes manejaban el aparato productivo.
Ahora hemos visto aquí que el paro de octubre no era tan importante. Porque, según se desprende de las palabras que hemos escuchado en esta Sala, de las declaraciones del Gobierno y de las publicaciones de prensa, el hecho de que la gente, desesperada por no tener qué comer, esté dispuesta a pagar cualquier precio por alimentos esenciales para mantener a la familia, es producto de una idea urdida por la CÍA y por algunos cerebros tenebrosos que han venido aquí a financiar la contrarrevolución.
Basta encender la radio y oír a algunos candidatos del Partido Socialista. Han tenido el descaro de explicar a las dueñas de casa y a la población que cuanto está ocurriendo es producto de una mano negra que ha venido aquí a alterar el camino tranquilo del Gobierno y se ha dedicado a comprar los artículos para esconderlos o acapararlos con el objeto de provocar a aquél un drama con la población más popular y de hacerlo aparecer como incapaz e ineficiente.
Como creo que vale la pena, aparte los argumentos, proporcionar algunas cifras bastante significativas, me remitiré a un rubro que hoy se ha convertido en drama para la población chilena, y en particular para la mujer: el abastecimiento de azúcar.
Chile ha estado trabajando desde hace muchos años para autoabastecerse de ese producto. Con tal propósito, se ha generado la construcción de una infraestructura basada en plantas procesadoras de azúcar de remolacha. La IANSA, organismo estatal desde su creación no está sometida a control privado de ninguna especie ni es monopolio capitalista, ha sido la encargada de edificar las plantas, de otorgar el crédito para la siembra, de proporcionar asistencia técnica, de adquirir el producto, de elaborarlo y de distribuirlo a los mayoristas. Todos los que estamos aquí leemos los paquetitos que compramos. Más de 80 % del azúcar de consumo interno proviene de la Industria Azucarera Nacional; sólo 20 % se refina en la Compañía Refinería de Azúcar de Viña del Mar, CRAV, que funciona con azúcar de caña. Pero cada día ese déficit de producción interna se iba copando con la instalación de nuevas plantas.
Ahora bien, bajo la Administración de la Democracia Cristiana, presidida por Eduardo Frei, el país fue testigo de la puesta en marcha de tres nuevas plantas para elaborar azúcar de remolacha. ¿Qué ha pasado entonces con ese producto? El Gobierno dice que las dueñas de casa deben hacer colas para adquirir un cuarto de kilo o un medio kilo de azúcar, porque en el mercado negro participan unos acaparadores terribles que la ocultan. Para comprobarlo, basta hojear El Siglo y Puro Chile o ver el Canal 7 de Televisión y, quién sabe, más de algún incauto creerá que los comerciantes, mayoristas o minoristas, son los que esconden y acaparan sacos de azúcar.
Señor Presidente, dispongo de la información oficial solicitada por intermedio de la Oficina de Informaciones del Senado acerca de la contratación de siembras de remolacha en el país, producto del cual se obtiene precisamente el azúcar.
Solicito a la Mesa que se inserten los cuadros respectivos, porque realmente la explicación que daré más adelante justifica esta petición.
El documenta cuya inserción se acuerda más adelante, es del tenor siguiente:
Contratación y Siembras de Remolacha
Duración en días de las campañas de elaboración de remolacha en las plantas de IANSA.
DISTRIBUCION DE LA CONTRATACION POR SECTORES
DISTRIBUCION DE LA CONTRATACION POR SECTORES(2)
DISTRIBUCION DE LA CONTRATACION POR SECTORES(3)
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