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- rdf:value = " El señor BOSSAY.-
Ya voy a terminar, señor Ministro.
Por lo demás, Su Señoría, repito, tiene un privilegio en las sesiones del Senado: en tanto nosotros podemos hablar sólo una vez, usted puede intervenir cuantas veces quiera.
Cabe preguntarse contra quién se dirige este armamentismo, predicado por el propio Presidente de la República y ese Poder Popular, que no es sino un control por el amedrentamiento de los trabajadores para utilizarlos como carne de cañón al servicio de cualquier comité central de algún partido de Gobierno.
Si el propio Presidente de la República ha reconocido que ninguna participación tienen los partidos de Oposición en las acciones ocurridas el día 29, si ninguno de los partidos democráticos posee armas, la respuesta es una sola.
Ese febril y apresurado armamentismo sólo puede tener un destinatario: tratar de superar a las Fuerzas Armadas, en las cuales, no obstante todos los intentos divisionistas y todos los cantos de sirena con que pretenden atraerlas y dividirlas, encuentran un obstáculo insalvable para sus afanes totalitarios estos repartidores de armas.
Por ello quieren formar un poder armado paralelo, para desencadenar en Chile una guerra civil de incalculables efectos, tratando de destruir a la Oposición democrática por el temor a esa guerra civil, de manera que acepte sin defensa alguna la instauración definitiva de una dictadura en nuestra patria.
Nosotros no hacemos llamados de ninguna especie a las Fuerzas Armadas, ni pretendemos halagarlas, ni conquistarlas para ninguna causa. Simplemente confiamos en que seguirán cumpliendo su misión y sus deberes, como hasta aquí lo han hecho, y que su unidad y férrea disciplina serán una valla insalvable para los intentos de quebrantar el resto que queda de nuestra institucionalidad y de desencadenar en el país una guerra fratricida.
No obstante los intentos del Gobierno por evitarlo, el Parlamento despachó una ley que permite a las Fuerzas Armadas controlar a los grupos armados. Es ello la mejor prueba de que desde aquí no se alienta a ningún grupo extremista.
Basta con la aplicación de esa poderosa herramienta jurídica para que los problemas de Chile se encaucen por la única vía democrática: el libre juego de las instituciones republicanas. Allí debe solucionarse el actual conflicto, desencadenado por la acción ilegal e inconstitucional que hemos observado de parte de los medios gubernativos en los últimos días.
Al cumplir la ley de Control de Armas, las Fuerzas Armadas garantizarán hoy, como siempre ha ocurrido, esta única manera de solucionar nuestros problemas, y frustrarán la desorbitada intención de aquellos partidos que tienen la pretensión de imponer su programa o su doctrina, aunque sea a costa del dolor y la sangre de todos los chilenos.
Voy a dar una interrupción al colega señor Aguirre Doolan, señor Presidente.
"
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