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- rdf:value = " CONVENIOS LABORAL Y DE SEGURIDAD SOCIAL SUSCRITOS CON ARGENTINA.El señor FIGUEROA (Secretario).-
De conformidad con un acuerdo unánime de los Comités, corresponde considerar el proyecto que figura con el número 17 de la tabla de hoy. Se trata de un proyecto de acuerdo de la Cámara de Diputados que aprueba los Convenios Laboral y de Seguridad Social suscritos con la República Argentina el 17 de octubre de 1971.
Los antecedentes sobre el proyecto figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de acuerdo:
En segundo trámite, sesión 43ª, en 28 de diciembre de 1971.
Informe de Comisión:
Relaciones Exteriores, sesión 58ª, en 16 de febrero de 1972.
El señor FIGUEROA (Secretario).-
La Comisión de Relaciones Exteriores, en informe suscrito por los Honorables señores Reyes (Presidente), Bulnes Sanfuentes, Juliet y Pablo, recomienda a la Sala aprobar el proyecto de acuerdo en los mismos términos en que lo hizo la Cámara.
El señor FERRANDO (Vicepresidente).-
En discusión.
Ofrezco la palabra.
El señor MORALES ADRIASOLA.-
Señor Presidente, ésta es una materia que se ha planteado en numerosas oportunidades; en otros años en la Cámara, y hoy en el Senado. Se refiere al tratamiento que deben recibir no menos de 200 mil compatriotas que por diversas razones se ven obligados a emigrar a la Patagonia argentina, es decir, al Chubut o a Santa Cruz, en búsqueda de salarios que no tienen posibilidad de alcanzar dentro de las fronteras de las provincias australes chilenas.
El Chubut y Santa Cruz constituyen en estos momentos, en cuanto a mano de obra, prácticamente un potencial chileno. Los obreros que allí trabajan cruzan la cordillera desde Chiloé continental, desde Aisén, o desde Tierra del Fuego, o desde Punta Arenas, para encontrar lo que necesitan, para hacer sobrevivir a su familia, que queda al lado chileno de la cordillera.
El problema - se lo advierto al Senado - es sumamente complejo. Se trata de dar, no una solución romántica, no de aprobar una simple declaración, sino de dictar, mediante los convenios, una legislación realmente protectora para quienes laboran en la Patagonia.
El Senado debe saber que los 200 mil chilenos que trabajan en el vecino país, en la esquila, durante el verano, o en las faenas de Río Turbio, yacimiento carbonífero de la Patagonia argentina, ubicado solamente a un par de kilómetros de la frontera que lo une con Puerto Natales, reciben sueldos discriminatorios, carecen de previsión y, además, les surge el grave problema de su carta de radicación.
Sufren de discriminación en sus sueldos porque no gozan de la asignación de distancia que perciben, por ejemplo, los obreros argentinos que trabajan en la explotación argentina. Es decir, existen enormes diferencias de sueldos entre chilenos y argentinos.
Por otra parte, no gozan de ningún beneficio previsional. Si uno de esos chilenos - y me refiero a los doscientos mil que trabajan verano tras verano en la Patagonia argentina, además de los que permanecen también en el invierno allí - ha cumplido treinta, treinta y cinco o cuarenta años trabajando en esas faenas y, adviértalo el Senado, haciendo imposiciones en la caja de previsión argentina, no tiene derecho a ningún beneficio previsional, ni en el vecino país ni en Chile, ni siquiera al reconocimiento del tiempo que haya servido en la República Argentina. Es decir, aquellos hombres regresan a su hogar, en las provincias australes chilenas, encontrándose en una edad o en un estado de incapacidad física que les impide seguir desarrollando labores en nuestro país, sin alcanzar ningún beneficio concreto en el orden previsional.
Y el tercer aspecto a que aludí se refiere a que el obrero chileno tiene un problema permanente con la Gendarmería argentina, porque, de acuerdo con los decretos leyes dictados en la vecina república, el que trabaja en la Patagonia de ese país tiene la obligación de solicitar radicación definitiva, de modo que quien no lo hace queda a merced de la voluntad de la autoridad policial o inmigratoria en cuanto a poder permanecer dentro de los límites donde se encuentra su trabajo.
Estos convenios fueron insinuados y reiteradamente planteados no sólo en la Cámara, hace años, por el ex Diputado Jorge Cvitanic, hoy fallecido, y por el que habla; también fueron analizados en las sesiones del Senado. Además, fueron planteados, si mal no recuerdo, en 1963, por una comisión de obreros chilenos de Río Turbio y representantes de los cesantes de la Patagonia argentina, que estaban en la Patagonia chilena. Ellos organizaron un comité, que me honré en integrar corno Diputado que era en aquel tiempo, y viajarnos a la República Argentina con el objeto de conversar directa y personalmente con las autoridades de Gobierno - con el Canciller Costa Méndez, ex Embajador de la vecina república en Chile -, acerca de las disposiciones que realmente pudieran ser objeto de un convenio, a fin de que terminaran esos tres problemas, que hasta hoy siguen afligiendo a esos compatriotas nuestros.
A mi juicio, los convenios que hoy se someten a la consideración del Senado no son suficientes. Creo que realmente no llegan al fondo del problema; que son proclamativos de buenos propósitos, pero que no terminan con los sueldos discriminatorios, ni con la previsión que no alcanza, ni tampoco aseguran la pacífica permanencia en la Patagonia argentina a que tiene derecho el obrero chileno en virtud de su trabajo.
En consecuencia, sin perjuicio de estar de acuerdo con toda iniciativa que se refiera a concertar normas de Gobierno a Gobierno para los 200 mil chilenos del Chubut y de Santa Cruz, considero que el Senado debe conocer mayores antecedentes, con el objeto de despachar el proyecto en condiciones de que nuestra Cancillería y la Embajada chilena en Argentina se empeñen en la inclusión de cláusulas que realmente signifiquen un positivo beneficio para los sectores que se quiere favorecer mediante este convenio.
Debo advertir que la delegación que formamos con los obreros de las provincias de Chiloé, Aisén y Magallanes redactó el convenio con los puntos fundamentales que permitirían satisfacer los anhelos que se plantearon en cabildos, juntas de vecinos y reuniones públicas en las respectivas comunas y departamentos de las provincias australes.
Entregamos ese documento al Gobierno argentino, así como también a nuestro Embajador en Buenos Aires y, con las debidas explicaciones y las respectivas intervenciones parlamentarias, a nuestra Cancillería.
Pero aún no se alcanza en definitiva la materialización de esas aspiraciones, el establecimiento de normas que permitan pasar, de un convenio proclamativo, a un convenio normativo, que es lo que estamos persiguiendo.
Por eso, sin perjuicio de estar de acuerdo con los convenios actuales, porque son producto de una entrevista entre los Presidentes de Chile y Argentina, basada en un tema destacado en numerosas oportunidades por la representación parlamentaria de la zona austral y planteado por innumerables organizaciones de la región, considero que estos convenios no son materia para tratarse en diez minutos, como lo hemos acordado, sino que por lo menos deberíamos destinarle un informe de Comisión, con el objeto de empeñarnos en la inclusión de otras cláusulas que los hagan efectivos.
En consecuencia, solicito - no sé si procede reglamentariamente - segunda discusión de este asunto o que vuelva a Comisión.
El señor MONTES.-
Su Señoría est�� impidiendo la aprobación de estos importantes convenios.
El señor FERRANDO (Vicepresidente).-
Ha terminado el tiempo reglamentario en que podía tratarse este proyecto.
El señor MORALES ADRIASOLA.-
Nosotros hemos planteado durante cuatro o cinco años este problema y hemos estado en contacto con las autoridades de la República. No queremos una solución romántica, sino una efectiva.
El señor VALENTE.-
Sus Señorías ni siquiera eso hicieron.
El señor MORALES ADRIASOLA.-
Acompañé a Buenos Aires a los obreros chilenos.
Estos convenios son un engaño para ellos, una cosa romántica y demagógica, no efectiva.
El señor VALENTE.-
No es así. Este documento les da garantías.
El señor MORALES ADRIASOLA.-
Viajé a Buenos Aires con esos trabajadores.
El señor CONTRERAS.-
Su viaje fue sólo de placer.
El señor MORALES ADRIASOLA.-
Su Señoría desconoce el problema.
El señor CONTRERAS.-
Con toda seguridad, lo conozco más que usted.
El señor FERRANDO (Vicepresidente).-
Honorable señor Morales, ¿usted pidió que el proyecto de acuerdo se mandara de nuevo a Comisión?
El señor MORALES ADRIASOLA.-
Pedí que volviera a Comisión y, en subsidio, segunda discusión.
El señor FERRANDO (Vicepresidente).-
En votación si el proyecto vuelve a Comisión.
(Durante la votación).
El señor JULIET.-
Pido la palabra.
El señor FERRANDO (Vicepresidente).-
Solicito el acuerdo de la Sala para que el Honorable señor Juliet pueda fundar su voto de inmediato.
Acordado.
Tiene la palabra Su Señoría.
El señor JULIET.-
Conozco al Honorable señor Morales y sé de su interés por los trabajadores de la zona Sur. En más de una oportunidad he oído de sus buenas intenciones en cuanto a esta materia; pero me extraña que ahora solicite devolver el proyecto a Comisión.
No he oído decir a Su Señoría que la Comisión de Relaciones Exteriores haya cumplido bien sus deberes. Por lo contrario, tuvimos la preocupación de oír a todos los hombres que podían entender en esta materia: de los Ministerios del Trabajo y de Relaciones Exteriores, a personas interesadas.
Tampoco puedo compartir su juicio en cuanto a que estos convenios sean románticos. Es evidente que en todo convenio entre países no se logran en la primera instancia los ideales o propósitos que se persiguen. Es lo que ahora ocurre con los que anhelamos nosotros o anhelan los argentinos, en el sentido de crear convivencias de trabajo que respondan a los requerimientos de la masa laboral.
Pero vea Su Señoría que en este proyecto se avanza mucho. Se establece el contrato de trabajo; la asistencia a la salud; el derecho de los chilenos de no ser expulsados o emigrados equivocadamente; el resguardo de su salario para tener una reciprocidad en términos de legislaciones diferentes, porque Argentina no tiene una legislación igual a la chilena. Nosotros estamos más avanzados en materia de legislación laboral, ya sea en el orden de accidentes del trabajo, de asistencia por vejez o invalidez. De modo que, si bien es cierto que en este convenio no se cumplen las metas que tan acuciosamente nos expresó el Honorable señor Morales, no lo es menos que se avanza en otras.
Aquí se ha debatido enojosamente este proyecto. Yo no sé por qué aquí se enojan todos para debatir una materia. Más aún, se imputa lo más grave: que no ha habido preocupación. Soy miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores y no soy un inconsciente ni un indolente, y he tenido verdadera preocupación por este asunto; de ahí que no vea ningún motivo para volver a Comisión este proyecto, puesto que no se ha fundado que la Comisión no haya cumplido bien sus deberes. No hemos podido obtener convenios que lleguen a una realidad definitiva, que lo solucionen todo. Ningún convenio, en ningún país del mundo, ha llegado en su primer tranco a esa solución. En este convenio, estamos quizás en la primera etapa. Tal vez una segunda lo perfeccionará, y una tercera lo terminará.
Pero ahora tenemos unos convenios que merecen, en mi concepto, la aprobación del Congreso, ya que permiten un avance muy sustancial – no romántico, ni siquiera normativo - para poder tener relaciones laborales entre Chile y Argentina en términos de acomodar en algo - subrayo en algo, no en todo - la situación existente entre ambos países.
Por lo tanto, voto que no en cuanto a pasarlo a Comisión.
El señor OCHAGAVIA.-
Pido la palabra para fundar mi voto.
El señor FERRANDO (Vicepresidente).-
Si le parece a la Sala, el Honorable señor Ochagavía fundará de inmediato su voto.
Acordado.
El señor OCHAGAVIA.-
Quiero entrar a este debate con mucha serenidad, porque creo que algunos señores Senadores han tomado las palabras del Honorable señor Morales como una crítica para el trabajo de alguna Comisión; concretamente, de la de Relaciones Exteriores. En verdad, no he entendido que haya sido ése el espíritu de su intervención.
He representado a la provincia de Chiloé durante más de diez años en el Congreso Nacional -primero en la Cámara de Diputados, después en el Senado- y tengo algún conocimiento sobre esta materia.
En la práctica, existe una profunda inquietud por los términos en que se han elaborado estos convenios. ¿Por qué? Porque ellos derivan de un problema que no afecta a la República Argentina, ya que somos nosotros, los chilenos, los que estamos descargando nuestra mano de obra a ese país. Son más de 200 mil compatriotas, como dijo el Honorable señor Morales, los que se encuentran trabajando, en distintas condiciones, en la vecina República.
El señor JULIET.-
Trescientos treinta mil.
El señor OCHAGAVIA.-
Gracias. Trescientos treinta mil.
Por lo tanto, debemos mirar este problema no como si afectara a dos países en igualdad de condiciones. Somos nosotros los que tenemos que pensar cómo ayudar a esas personas, que son compatriotas nuestros.
El Presidente de la República conoce esta materia, no sólo por su larga vida de parlamentario, sino porque fue representante ante el Senado de esas provincias australes. Tuve oportunidad de conversar con Su Excelencia para exponerle mi inquietud por los términos de estos convenios.
Puedo decir al Honorable señor Juliet - con todo respeto por su calidad y por su expedición en la Comisión de Relaciones Exteriores -, que existe preocupación por algunos términos que se observan en los documentos en cuestión, como por ejemplo, cuando se habla del concepto de competencia desleal para con los argentinos; de ciertas exigencias de contrato previo; de una serie de condiciones que en definitiva significarán - esto es lo que piensa el trabajador chileno de la zona austral - restringir los medios de trabajo que actualmente tienen los chilenos en Argentina.
Por esta razón, con una finalidad plausible, cual es la de dar previsión a trabajadores chilenos, que les permita recogerse a su patria con posibilidades de una seguridad social que hoy no tienen, estaríamos creando un tremendo y grave conflicto para muchos de nuestros compatriotas, pues en estos momentos el convenio les significaría no poder continuar en su trabajo.
Yo quiero acoger las palabras del Honorable señor Morales, en el sentido de que el estudio que ha pedido pudiera hacerse por una Comisión técnica. No lo digo con ánimo demagógico, porque no estamos haciendo demagogia al solicitar un estudio técnico. Concretamente, creo que algo tendría que ver la Comisión de Trabajo en esta materia y que algo tendría que decir la de Defensa Nacional, porque el asunto tiene implicaciones que van más allá de un estricto tratado de relaciones exteriores entre Cancillerías.
No quiero extenderme en este momento a un análisis completo de la materia.
A los Honorables colegas quiero sí decirles que la inquietud derivada de la restricción que ven los trabajadores chilenos en algunas disposiciones de los convenios, debería ser considerada y estudiada por dos Comisiones técnicas del Senado, que en un plazo muy breve pudiesen decir su palabra al respecto. Con esto, se evitaría seguir en un debate que no pretendemos que sea político, pues de lo que se trata es de buscar soluciones a un problema que aflige a compatriotas nuestros que ven peligrar sus fuentes de trabajo, ya que, si restringimos los términos en que actualmente contratan sus labores, quedarán en una situación muy difícil.
Sé que muchos señores Senadores han ido a la zona Sur y han conocido a chilenos que laboran tanto en nuestro país como en Argentina; y creo que todos, como chilenos, tenemos interés en dar la mejor solución a este problema.
Por eso, al fundar mi voto, he terciado en el debate para formular esta petición.
El señor SILVA ULLOA.-
Pido la palabra.
El señor FERRANDO (Vicepresidente).-
Si le parece a la Sala, podrá fundar de inmediato su voto el señor Senador.
Acordado.
Tiene la palabra Su Señoría.
El señor SILVA ULLOA.-
La verdad es que, o estoy equivocado, o lo están mis Honorables colegas, porque entiendo que lo que estamos votando es el Convenio Laboral y de Seguridad Social suscrito con la República Argentina el 17 de octubre.
El señor MORALES ADRIASOLA.-
No, señor Senador; es la indicación.
El señor FERRANDO (Vicepresidente).-
Se está votando la indicación.
El señor SILVA ULLOA.-
En el fondo, es lo que digo.
El señor MORALES ADRIASOLA.-
No es igual.
El señor SILVA ULLOA.-
Permítame terminar mi pensamiento, Honorable colega, pues yo escuché a Su Señoría atentamente.
Me parece que hay una perturbación, pues cualquiera que sea la resolución de la Comisión de Trabajo o de la de Defensa Nacional, no podemos modificar unilateralmente el acuerdo, sino que para ello se necesita el consentimiento de la República Argentina. En consecuencia, lo que se ha planteado no es sino un procedimiento dilatorio, ya que no está en manos del Congreso Nacional enmendar el Convenio a través de un informe de Comisión.
En este sentido, comparto el criterio del Honorable señor Juliet en cuanto a que las normas en cuestión son un paso que se ha dado en la solución del dramático problema de los trabajadores chilenos de la zona austral, el que, por lo demás, se ha venido arrastrando por muchos años. Recuerdo, por ejemplo, que mientras era Diputado durante el período 1949-1953, nuestro Honorable colega el SenadorAniceto Rodríguez planteó en la Cámara la situación de los trabajadores chilenos en la Patagonia, en Río Turbio y en otras zonas australes.
La dilación en aprobar este proyecto de acuerdo implica mantener el actual estado de cosas, no avanzar un solo paso, no resolver los problemas existentes.
El señor JULIET.-
Ni siquiera corregirlos en parte.
El señor SILVA ULLOA.-
Exactamente. Por eso, discrepo de lo propuesto por el Honorable señor Morales Adriasola. Me parece que lo que debemos hacer es aprobar el proyecto, sin perjuicio de que, a continuación, apenas entre en vigencia el Convenio, se formulen las observaciones que permitan al Presidente de la República, que constitucionalmente es quien tiene facultades para manejar nuestras relaciones exteriores, llegar a un segundo proyecto de acuerdo para mejorar el que actualmente discutimos.
Por tales razones, estoy en contra – repito - de toda postergación.
El señor FERRANDO (Vicepresidente).-
Solicito el acuerdo de la Sala para que pueda fundar su voto de inmediato el Honorable señor Reyes.
Acordado.
El señor REYES.-
Como Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores, que informó este proyecto de acuerdo, ratifico, desde luego, lo que acaba de manifestar el Honorable señor Silva Ulloa: nos encontramos ante un proyecto de acuerdo y no ante un proyecto de ley, y por lo tanto nos cabe aprobarlo o rechazarlo.
Convengo en que a esta Corporación lo es permitido rechazar el proyecto de acuerdo, si lo estima hasta tal punto inconveniente que pueda no amparar los intereses chilenos en este caso. No obstante, la Comisión no lo consideró así. Y llegó a esta conclusión no mediante una somera lectura de sus disposiciones, sino con la asesoría de numerosos funcionarios no sólo de esta Administración, sino también de la anterior, quienes habían estado gestionando gran parte de las normas, y que, prácticamente, fueron quienes las redactaron.
Ahora bien, la solicitud de segunda discusión hecha por el Honorable señor Morales Adriasola me parece atendible. Por lo demás, Su Señoría está en su derecho al solicitar segunda discusión. Terminar ahora el debate del proyecto de acuerdo dejaría en pie únicamente sus aspectos negativos, pues quienes tenemos una opinión favorable no habríamos podido desarrollar nuestros puntos de vista. De ahí que acepte el planteamiento del señor Senador - quien, por lo demás, insisto, está ejerciendo un derecho -, representante de una de las regiones más afectadas por los problemas laborales relacionados con la República Argentina. Sin embargo, no participo de la idea de remitir el proyecto a Comisión antes de que se haya producido la segunda discusión que el mismo señor Senador ha solicitado.
El señor MORALES ADRIASOLA.-
Deseo contestar las observaciones formuladas por el Honorable señor Reyes y, con la venia de la Mesa, dirigirme en forma especial a Su Señoría.
Al solicitar que el proyecto de acuerdo vuelva a la Comisión de Relaciones Exteriores, a la que no he criticado en ningún momento, y a la de Trabajo, lo hice con el propósito de que ellas procuren, sin perjuicio de aprobar los convenios, porque en ello todos estamos de acuerdo, introducirle algunas cláusulas que acojan realmente las aspiraciones de los trabajadores de la zona austral, lo que es perfectamente posible dada la rapidez de las comunicaciones de Cancillería a Cancillería que hoy existe entre las dos Repúblicas. En consecuencia, no se ha propuesto nada que signifique desautorizar a Comisión de Relaciones Exteriores ni, menos aún, desautorizar unos convenios que, a mi juicio, habiéndolos conocido en todas sus disposiciones, vienen sólo a ratificar la situación actual, que se arrastra desde hace muchos años, sin solucionar concretamente el problema que afecta a doscientos mil o más conciudadanos nuestros.
¡Cuántas horas ha distraído la atención del Senado, en muchas oportunidades, la discusión de un proyecto de ley que beneficia a cinco mil, seis mil o diez mil trabajadores! ¿Cómo es posible destinar sólo diez minutos, sin contar con mayores antecedentes que los que se puedan aportar en ese lapso, a discutir un problema que afecta a más de doscientos mil compatriotas? Quisiera saber si todos los Honorables colegas, en un ánimo de solidaridad con quienes atraviesan la cordillera buscando un salario o una mejor posibilidad, han conocido, como la conocemos los Senadores de la zona austral, la situación económica en que quedan, a este lado de los Andes, las mujeres y los hijos de esos trabajadores. Y si mis Honorables colegas supieran cómo vive el chileno en la Patagonia argentina actualmente...
El señor VALENTE.-
¿Desde cuándo?
El señor MORALES ADRIASOLA.-
Esto ha ocurrido siempre, por desgracia. No sea sectario, señor Senador. Estamos tratando de solucionar un problema que se arrastra desde hace mucho tiempo. ¿Cuándo va a aprender Su Señoría a discutir sin sectarismos? Esta situación se prolonga desde hace muchos años.
El señor VALENTE.-
Dígalo, entonces.
El señor MORALES ADRIASOLA.-
Que termine con ello el señor Alessandri o el señor Allende, da lo mismo. Lo que importa es que los Senadores aporten su experiencia, recojan las inquietudes de la gente y subsanen el problema sin atender a banderías políticas. ¡Son doscientos mil ciudadanos que necesitan atención como chilenos y no como comunistas o militantes de otro partido! ¡Son doscientos mil trabajadores que necesitan atención de un poder público, cualquiera que sea su afiliación política! Por eso le digo que no sea sectario, señor Senador.
Si pedí que el proyecto de acuerdo volviera a Comisión, lo hice por tener la esperanza de que en una reunión con el Ministro, el Subsecretario o el Jefe del Departamento respectivo, podamos incorporar algunas cláusulas al Convenio que permitan solucionar efectivamente la situación.
El Honorable señor Silva Ulloa, cuya opinión respeto muchísimo - Su Señoría lo sabe porque le he dado pruebas de ello en diversas oportunidades durante nuestra convivencia en la Cámara y en el Senado - se ha referido al dramático problema de los obreros chilenos en Argentina. Pero no es uno solo, el dramático problema: son tres. El de los sueldos discriminados, que, desde luego, no se resuelve con este proyecto de acuerdo. El de la exigencia de la radicación definitiva, respecto del cual debo destacar a Sus Señorías que en Argentina multan e, inclusive, en caso de reincidencia, se aplican apercibimientos de arresto o de prisión a los dueños de patentes de pensión que den alojamiento a chilenos que no estén radicados allá definitivamente. Este problema tampoco se soluciona aquí. Y, finalmente, tenemos la situación relativa al régimen de previsión. ¿Saben Sus Señorías que el obrero chileno en la Patagonia argentina puede trabajar e imponer en el instituto de previsión de ese país, pero no puede recuperar un solo peso de lo que allí ha depositado?
El señor FERRANDO (Vicepresidente).-
Ha terminado su tiempo, señor Senador.
El señor MORALES ADRIASOLA.-
En consecuencia, en el ánimo de aprobar el proyecto de acuerdo, reitero mi petición de que vuelva a Comisiones a fin de introducirle algunas cláusulas que salven positivamente la situación de los obreros chilenos en la Argentina.
El señor FIGUEROA (Secretario).-
El Honorable señor Morales ha pedido segunda discusión para el proyecto.
El señor FERRANDO (Vicepresidente).-
Queda para segunda discusión.
Se rechaza la indicación (12 votos contra 5).
Tiene la palabra, para fundar el voto, el Honorable señor Montes.
El señor FERRANDO (Vicepresidente).-
El señor MONTES.-
Los Senadores de estas bancas somos contrarios a la indicación que se ha formulado.
No podré votar, porque estoy pareado con el Honorable señor Palma, a menos que me autorice su Comité. No obstante, deseo manifestar que comparto íntegramente las observaciones del Honorable señor Juliet. Me parece que el fondo del problema es el que ha tocado el señor Senador. Su intervención me ahorra palabras y argumentos.
En segundo término, deseo subrayar algo que señaló muy claramente el Honorable señor Silva Ulloa, pero que el Honorable señor Morales no ha podido entender: no es posible que la Comisión de Relaciones Exteriores ni cualquiera otra de esta Corporación introduzcan modificaciones a este Convenio, pues ellas requieren la aceptación de parte del Gobierno argentino.
Por las razones anteriores, estamos por las disposiciones en estudio, que nos parecen realmente favorables para los trabajadores chilenos. Si bien pueden no recoger totalmente las expectativas de los trabajadores chilenos en ese país, ni la de los argentinos en el nuestro, constituyen, evidentemente, un progreso, un paso adelante, un aporte en la solución de los problemas que los aquejan. Por eso, me parece absolutamente inútil, y diría que hasta infantil, solicitar que vuelva a Comisión este proyecto de acuerdo, pues ello sólo dilatará la solución de una parte, por lo menos, de las dificultades que los trabajadores chilenos están viviendo o pueden tener en la República Argentina, así como las de los trabajadores argentinos en Chile. Estimamos, pues, que la indicación es simplemente un obstáculo en tal sentido.
El señor CONTRERAS.-
El asunto que se discute no es nuevo. Recuerdo que en el Senado se vienen presentando reclamaciones de los trabajadores que laboran en Argentina desde los Gobiernos del señor Alessandri y del señor Frei. Fueron comisiones a Buenos Aires, sin perjuicio de las iniciativas que llevó a cabo la Cancillería de nuestro país y de la concurrencia en dos oportunidades del Superintendente de Seguridad Social, que viajó a fin de buscar una solución al grave problema que afecta a esos conciudadanos.
Algunos señores Senadores creen que por el hecho de representar determinada agrupación provincial, lo saben todo; que quienes representamos el extremo norte del país no hemos tenido la suerte de recorrer las provincias de Aisén y Magallanes, y no para conversar con los socios del Club de la Unión, sino para conocer los problemas que afligen a los trabajadores de ese rincón de Chile, porque yo soy representante de los trabajadores de la provincia de Antofagasta.
Estamos ante dos convenios respecto de los cuales el Senado debe pronunciarse aprobándolos o rechazándolos. No podemos introducirle modificaciones. Cuanto más, podemos hacer llegar al Presidente de la República, que es quien dirige nuestras relaciones internacionales, el pensamiento del Senado de la República.
Enviar nuevamente a Comisión el proyecto significaría postergar la solución de un problema que, como aquí se ha dicho, afecta a 360 mil chilenos.
No creemos que este convenio sea insignificante, aunque concordamos en que no resuelve definitivamente el problema de los trabajadores chilenos en la Argentina.
El Convenio sobre Seguridad Social consta de tres títulos Disposiciones generales, Disposiciones particulares - incluye los capítulos Prestaciones médicas en caso de maternidad y enfermedad, Prestaciones por accidentes del trabajo y enfermedades profesionales, Prestaciones familiares, y Del seguro social de vejez, invalidez y muerte - y Disposiciones finales, que se refiere a aspectos procesales y administrativos.
El mensaje del Ejecutivo, refiriéndose al Convenio sobre Seguridad Social, expresa lo siguiente:
Es necesario destacar, que además de afirmar la más irrestricta igualdad de trato para los trabajadores migrantes en materia de seguridad social, el Convenio establece normas que aseguran la continuidad del seguro social de vejez, invalidez y muerte del jefe de familia, permitiendo la computación de los períodos de calificación en cada uno de los países, de acuerdo con las normas internacionales generalmente aceptadas.
El chileno que volvía a nuestro país después de haber trabajado veinte años en Argentina se encontraba con que carecía de todo beneficio previsional. Aun cuando el convenio no va a resolverles todos los problemas, ayudará a aminorar la difícil y crítica situación de nuestros hermanos chilenos que deben irse a trabajar a territorio argentino por las razones que todos conocemos: las provincias australes de nuestro país no cuentan con el desarrollo industrial necesario como para darles una ocupación que les permita sostener a sus mujeres e hijos.
Con postergar la aprobación de este proyecto no se ganará nada, como no sean unos cuantos discursos más que ocuparán una página más de El Mercurio en una publicación in extenso; pero con ello no vamos a resolver el problema de esos trabajadores, a quienes tanto se compadece en las palabras, pero no en los hechos.
En consecuencia, no estoy de acuerdo en que el proyecto vuelva a Comisión. Por el contrario, estimo que debe aprobarse hoy. Ahora, si fuere necesario, con posterioridad, la Comisión podría estudiar algunas sugerencias al Presidente de la República, para que más adelante se puedan iniciar las conversaciones, ya que, como todos sabemos, este convenio fue fruto de una entrevista entre los Mandatarios de Argentina y Chile, y tales encuentros no se consiguen todas los días.
El señor CHADWICK.-
Considero particularmente apasionadas las palabras del Honorable señor Morales. Lo digo sin el ánimo de crear un debate que incurra en el mismo vicio, pues sólo deseo referirme a un análisis que rápidamente he podido hacer del convenio cuya aprobación se solicita.
El Capítulo I del Convenio Laboral fija un verdadero estatuto personal del trabajador de temporada, estatuto que no existe hasta ahora y que le garantiza, en primer término, por disposición del artículo 3º, la entrada al lugar donde encontrará trabajo sin necesidad de pasaporte o visa especial.
El señor MORALES ADRIASOLA.-
Así ocurre en la actualidad.
El señor CHADWICK.-
Así lo dice el artículo 3º.
En seguida, se regula o normaliza la condición del trabajador de temporada en el país de recepción. Así resulta del artículo 5º, donde se dice que se le asegura su tranquila y pacífica permanencia en el lugar de trabajo, una vez cumplido el requisito señalado en el artículo 4º Dice textualmente: Ningún trabajador de temporada podrá permanecer más de seis meses por cada año calendario en el país receptor. De esto se desprende que por un plazo menor de seis meses está asegurada la permanencia del trabajador de temporada, con lo cual se resuelve uno de los males señalados por el Honorable señor Morales: la falta de seguridad del trabajador chileno en el país receptor.
El señor MORALES ADRIASOLA.-
No es así, señor Senador.
El señor CHADWICK.-
Si el Honorable señor Morales desea una interrupción, quizás se la podría conceder.
El señor FERRANDO (Vicepresidente).-
No puede, señor Senador, porque estamos en votación.
El señor CHADWICK.-
Entonces ruego al Honorable señor Morales no interrumpirme, pues yo no puedo atender a sus palabras.
En seguida, el artículo 6° habilita al trabajador chileno en Argentina, mediante la tarjeta de trabajador de temporada, para desempeñar libremente la actividad remunerada por el plazo y en la zona asignada.
O sea, este estatuto personal del trabajador de temporada que el convenio consagra impide al Gobierno argentino adoptar cualquier medida discriminatoria que niegue esa libertad que mediante este instrumento se le asegura a aquél.
Si el rápido examen de este tratado conduce a la conclusión de que contiene todo un conjunto de normas garantizadoras para el trabajador chileno de la Patagonia argentina, no podríamos nosotros, por pasión política, postergar su despacho a sabiendas de que, como se ha insistido en esta sesión, se trata de un acto bilateral que necesita del consentimiento recíproco de los dos Gobiernos contratantes, y de que nosotros no podernos asegurar a esos compatriotas nuestros un tratamiento mejor dentro de un plazo razonable, aún en esta temporada.
Por eso, me opongo a la indicación y voto en contra del envío a Comisión de este proyecto de acuerdo.
El señor GARCIA.-
Quiero fundar el voto en forma muy breve.
Frente al difícil problema que afecta a los trabajadores chilenos en Argentina, se somete a la consideración del Senado un tratado respecto del cual esta Corporación simplemente tiene que decir sí o no. No hay otra alternativa. Pero si bien ello es cierto, también lo es el hecho de que si este proyecto de acuerdo se envía a Comisión, el Senado, junto con aprobar los convenios sin introducirles enmiendas, también podría acordar enviar un oficio a Su Excelencia el Presidente de la República diciéndole que en los aspectos laboral y social les hemos encontrado algunos inconvenientes. Con ello, evidentemente, estaríamos ganando algo, pues continuaríamos con la tramitación hacia adelante de un tratado cuya primera etapa viene a ser ésta.
La verdad es que esta primera etapa, en el fondo, no hace sino confirmar lo que existe en la actualidad y, yo diría, lo restringe. En efecto, hoy día el que ingresa como trabajador a la República Argentina puede desempeñar sus labores donde quiera, pero en adelante deberá tener una tarjeta especial, que antes no se le exigía, en la cual le indicarán la zona donde tendrá que trabajar y sólo hasta seis meses. Es cierto que ha habido bastantes dificultades, especialmente en los últimos tres o cuatro años, con respecto a estos emigrantes. Pero en el futuro se calificará de inmigrante ilegal a quien trabaje en un lugar distinto del que le señala la tarjeta.
En cuanto a los argentinos, lo único que estamos haciendo es confirmar lo que se aplica en Chile: cualquier argentino puede venir a trabajar al país, y no por seis meses, sino por todos los años que desee. Cualquier argentino entra al país con contrato de trabajo y le dan su permanencia definitiva. Se acoge a cualquier instituto previsional, llámese Servicio de Seguro Social o Caja de Previsión de Empleados Particulares. Goza de todos los beneficios que recibe un chileno, porque en nuestro país no hay diferencias entre un extranjero y un nacional al respecto. En cambio, en Argentina no ocurre así.
El señor MONTES.-
Se trata de lograr que sea así.
El señor GARCIA.-
Conforme; lo entiendo.
En seguida, viene lo más importante, que es lo bueno que le encuentro al tratado: la continuidad en la previsión. Esta no existía ni allá ni aquí, porque los trabajos realizados en Argentina no podían sumarse a los realizados en Chile. La solución de ese problema es lo realmente positivo que tiene el contrato.
Como este tratado va a demorar seis u ocho meses en ponerse en práctica, no habría inconveniente en postergar su aprobación en unos quince días, con el objeto de escuchar la opinión de alguna Comisión que aborde estos aspectos que estoy señalando y no aquellos referentes a relaciones exteriores, sobre los cuales ya informó la Comisión del ramo. Por ejemplo, la Comisión de Trabajo, asesorada por el Superintedente de Seguridad Social, podría enviar algunos antecedentes al Presidente de la República que sirvieran de base para continuar las negociaciones, a fin de que este tratado pueda ser perfeccionado en forma tal que dé satisfacción a las inquietudes expresadas en esta Sala, especialmente por los Senadores que representan a la Zona Sur, ante un problema de extraordinaria gravedad.
Por eso, vota afirmativamente por que el proyecto vuelva a Comisión, y creo que ésta debe ser la de Trabajo y Previsión Social antes que la de Defensa Nacional.
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