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El señor PALMA.-
Señor Presidente, en el curso de esta sesión se han vertido algunos juicios relativos a la actuación de la Democracia Cristiana, tanto por el Senador socialista señor Sepúlveda como por el Honorable señor Bulnes, juicios que están muy distanciados de la realidad. El Senador nacional, en un momento dado, incluso nos acusó de haber actuado, frente a la elección del Presidente Allende por el Congreso Pleno, movidos por factores completamente ajenos a aquellos que nosotros consideramos para adoptar nuestra decisión. Su Señoría se refirió, como es lógico, a quienes votaron en esa oportunidad.
Por encima de las palabras apasionadas que hemos escuchado a lo largo de este debate, yo deseo volver un poco a la serenidad y explicar por qué razón nosotros hemos pedido esta sesión y planteado los problemas que en ella se están enfocando.
Es evidente que Chile vive un proceso político trascendental. Se trata de realizar una experiencia que no se ha hecho en ninguna otra parte del mundo hasta la fecha: posibilitar la construcción de una sociedad de orientación socialista-marxista, con la permanencia de un sistema democrático libre y abierto. Este es un problema que, por cierto, preocupa e inquieta no sólo a los políticos, sino que a toda la gente que observa los problemas de nuestros tiempos.
¿Qué está sucediendo con ese proceso? Fatalmente, como consecuencia de esos acontecimientos y de las medidas adoptadas, está adquiriendo los caracteres rígidos, a veces dramáticos, duros, antidemocráticos y antihumanistas que caracterizan normalmente el proceso de la transformación de una sociedad democrática en otra de inspiración socialista-marxista. Este es el proceso que está viviendo el país.
Las medidas que se proponen son sugeridas con una mentalidad y una orientación que desconoce cada vez más la doble realidad que existe en Chile: una amplia y abierta para los cambios, y otra decididamente resuelta a mantener el régimen democrático e institucional que desde el comienzo de nuestra vida republicana se practica en el país. Cuando alguno de estos factores es desestimado por quienes manejan el proceso político, empiezan a producirse todos estos hechos graves, contradictorios, que van esterilizando cualquier avance.
Es lo que acontece hoy día en Chile: poco a poco presenciamos un deterioro de la democracia, que se expresa en diversas formas y que no se debe a la Oposición; no se puede atribuir a los sectores que quieren -concretamente, la Democracia Cristiana- continuar con el proceso de cambios a que históricamente este país está destinado, pero que quieren mantener los valores humanistas, la libertad y dignidad de la persona, valores que han dado consistencia a Chile y que inclusive permitieron el acceso al poder del Gobierno que hoy día tenemos.
¿Qué acontece ahora, señor Presidente? Que desde dentro del poder y desde grupos marginales pero influyentes en el Gobierno, constantemente se están creando condiciones que restringen cada vez más el ambiente democrático del país, y a ello contribuyen muchos hechos como los problemas a que se ha referido el Honorable señor Prado.
Porque el Honorable colega ha expuesto aquí una serie de datos, detalles, antecedentes que él desea analizar dentro de un contexto importante: que desde el Gobierno se sostiene que el Presidente de la República está permanentemente amenazado, aun en su vida; primero, porque el propio Jefe del Estado lo declara, y, en seguida, porque diversos sucesos, algunos menudos, otros más importantes, se magnifican extraordinariamente y siempre se presentan como tentativas de atacar al Presidente de la República, de atentar en contra de su persona. Y esto, porque se sabe algo muy cierto: que el Primer Mandatario es hoy la única fuente de poder legal, la única autoridad verdaderamente legal con que cuenta el Gobierno, pues de él emanan todas las posibilidades y todos los derechos que ejercen los demás funcionarios; porque los demás, todos los grupos o personas que lo rodean son, en los momentos actuales, una estrepitosa minoría en el país. De tal manera que, si no fuera por el poder, la legalidad que emerge del Presidente de la República, sin duda alguna nada de lo que está realizando la Unidad Popular tendría el valor legal que le traspasa la presencia de una autoridad legítima y mayoritariamente elegida por el Congreso de acuerdo con las normas constitucionales.
Por eso, en los órganos informativos, el Presidente de la República siempre aparece amenazado. Se magnifican todos estos hechos porque, evidentemente, si el día de mañana alguien atentara con éxito en contra del Primer Mandatario, si cambiara el cuadro político actual, si se eligiera otro Presidente, sería muy distinto el tipo de Gobierno que se instauraría en el país. Lo comprueban las informaciones, la opinión pública, los detalles, las investigaciones, las estadísticas que la propia Dirección de Investigaciones realiza cada cierto tiempo.
La opinión pública no está de acuerdo con la forma como el Gobierno conduce estos dos hechos centrales: la voluntad de cambios y la voluntad de mantener el régimen democrático, hoy en peligro. Y el Presidente de la República se debilita muchas veces a sí mismo. Se debilita cuando dice que él no es Presidente de todos los chilenos, que lo es de algunos de sus conciudadanos; se debilita cuando, como en estos últimos días, deja o hace publicar en los diarios y en ochenta mil ejemplares, según dice el pie de imprenta del volumen, unos documentos que son extraordinariamente interesantes e importantes y lo serán en lo futuro. Digo que en este orden de cosas el Presidente de la República contribuye al deterioro de la democracia porque él tiene perfecta autoridad para orientar los comentarios y el uso que de esos documentos hacen hoy todos los periódicos, las radiodifusoras y la televisión, en que todos los
días aparece el retrato o la mención de funcionarios del pasado Gobierno y del ex Presidente de la República, junto con una serie de frases que, sacadas de su contexto, tratan de presentarlos en posición contraria a los intereses de la República.
De ahí que estemos verdaderamente preocupados de lo que acontece en el momento actual y de cómo está rodeado el Presidente de la República. Tememos muchas cosas que pueden acontecer. Las tememos cuando ocurre algo como lo que ha denunciado el Honorable señor Prado - seguramente de ello podremos informarnos muy detalladamente en los días próximos-: en la provincia de Aconcagua se detiene un furgón perteneciente a un servicio del Estado, según parece, con armas, municiones, pasaportes, equipos del Ejército, y documentos que pertenecen a funcionarios que están junto al Presidente de la República. Cuando esto ocurre, pensamos cuál es la situación del Primer Mandatario: si él, frente al proceso crítico que vive el país aceleradamente, y que tendrá que cambiar -y él mismo tendrá que intervenir en el cambio-, no estará bloqueado por personas que, en un momento dado, amenacen la posibilidad de hacer esos cambios dentro de la democracia y de la orientación que el país está pidiendo que se les dé en el momento actual.
Por eso, nosotros estamos extraordinariamente preocupados frente a la situación que Chile está viviendo.
La verdad es que este país -y esos documentos lo prueban mejor que ninguna otra cosa- es capaz de resolver sus problemas dentro de la democracia y de la ley. Estoy cierto de que el día de mañana la publicación de los documentos de la I. T. T., en vez de servir para dividir a los chilenos, como han estado tratando de hacerlo los diarios de la Unidad Popular, con el correr de los años y cuando la democracia haya sido restablecida plenamente en el país, servirá para mostrar a Chile como una sociedad capaz de resistir los serios riesgos que implican cambios tan importantes como los que vivimos y como los que se han vivido en otras ocasiones.
Actualmente, se valorizan mucho las medidas que se adoptan y los cambios que se trata de introducir, y se olvida el proceso que se vivió a partir del año 1964, cuando los cambios tocaron los intereses de grandes sectores del país, que por decenios y decenios no habían sido jamás vulnerados en su estructura social y económica, y se olvida también el clima que entonces se creó.
Considero, por ello, justificado que en el momento actual estemos extraordinariamente inquietos por el clima que se está tratando de crear en el país con el uso infamante, por muchos sectores, de frases, apreciaciones y opiniones relacionadas con el pasado y el presente de Chile.
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