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- rdf:value = " El señor AYLWIN (Presidente).-r
Tiene la palabra el Honorable señor Prado.
El señor PRADO.-
Señor Presidente, corno en esta sesión especial importaba tanto al Senado como al país que estuviera presente el Ministro del Interior, señor Hernán del Canto, porque recogeremos precisamente su última denuncia para hacer un examen de las denuncias de atentados en contra de la vida del Presidente de la República, quiero preguntar a la Mesa si se invitó a ese Secretario de Estado y si contestó algo respecto de dicha invitación.
El señor AYLWIN (Presidente).-
El señor Secretario dará una información sobre el particular.
El señor FIGUEROA (Secretario).-
El oficio con la invitación se cursó y se llevó anteayer personalmente al despacho del señor Ministro, donde lo recibió a las
6 de la tarde su secretaria, ya que él en eso3 instantes estaba con una delegación. Hasta el momento no hemos tenido noticia alguna con relación a la posible presencia del señor Ministro.
El señor PRADO.-
Lamento mucho que no esté el señor Del Cauto y considero -seré duro en Íes términos que voy a emplear- una falta de responsabilidad suya no concurrir al Senado, no obstante habérsele cursado una invitación con casi 48 horas de anticipación, y sobre todo porque, según la información que acaba de dar el señor Secretario, el señor Ministro ni siquiera se ha dignado dar a conocer a la Corporación las razones que le han impedido asistir.
El señor AYLWIN (Presidente).-
¿Me permite, señor Senador?
Solicito el acuerdo de la Sala para empalmar esta sesión con la siguiente a que está citado el Senado.
Acordado.
Puede continuar Su Señoría.
¿Por qué era necesaria la presencia, del Ministro del Interior?
El señor PRADO.-
Creo que un Ministro del interior que denunció hace pocos días un atentado en contra de la vida del Presidente de la República -uno de los muchos atentados denunciados en Chile a partir desde este Gobierno, y aun desde antes de la asunción del mando por el señor Presidente, don Salvador Allende-, por lo menos debería concurrir cuando se intenta, por parte de la Democracia Cristiana, un examen de esta situación, que nos parece particularmente grave.
El señor Del Canto no debería permanecer en silencio frente a una situación como la que nos ocupa; no debería marginarse de un debate público, porque lamentablemente, en nuestra opinión, no bastan sus afirmaciones ni las denuncias que ha hecho, para que el país estime con seriedad que ha existido un atentado en contra de la vida del Primer Mandatario. El señor Ministro, por desgracia, parece haber adoptado ya la práctica del silencio: no contestar ni siquiera cuando se formulan acusaciones que lo responsabilizan personalmente.
Yo deseaba que él hubiera estado presente en esta sesión, porque, además de los antecedentes que daremos, quería preguntarle por qué razón permaneció en silencio durante 19 días, en circunstancias de que el país le estaba diciendo -por mi parte, también lo denuncié con mucha claridad en el Senado- que presionó con su presencia y su palabra a un funcionario que yo nombré aquí, el señor Manuel Sepúlveda, para sacar determinados bultos desde el aeropuerto de Pudahuel, en vehículos de Investigaciones; bultos que aún el país ignora en qué consistían y respecto de cuyo contenido ningún funcionario chileno ha podido informar. La única respuesta del señor Ministro, la más inteligente y responsable, fue la que dio al responder en la Cámara de Diputados: No puedo contestar lo que se me pregunta, porque no es el objeto de la citación.
Todavía más, según leí al día siguiente, después de interrogar y reinterrogar al señor Ministro, un periodista logró sacar por conclusión el reconocimiento de ese Secretario de Estado de que había estado efectivamente en Pudahuel, en el día y a la hora de desembarque del avión cubano.
¡Veinte días sin decir nada! ¡Veinte días durante los cuales el señor Subsecretario de! Interior había negado que hubiera ocurrido algo £n Pudahuel! ¡Veinte días durante los cuales el Subdirector de Investigaciones había sostenido que se trataba de algo muy distinto y baladí, sin importancia alguna! Al final descubrimos que el señor Ministro estuvo en Pudahuel; que el Director de Investigaciones
venía en el avión; que sacaron los bultos haciendo que vehículos de Investigaciones entraran al recinto de la zona primaria, lo que es irregular; que los cargaran directamente en las camionetas de ese servicio, lo que es irregular; que trataran de presionar al funcionario de losa para que los dejara salir sin revisión, lo que es irregular; que se discutió alrededor de una hora con el funcionario encargado de la sección revisión, quien también se negó, y que, finalmente, fue el propio Ministro, el que ahora formula la denuncia y quiere que le creamos que se planeaba matar al Presidente de la República en esos días, quien se acercó al funcionario don Manuel Sepúlveda, según información que esperamos que sea confirmada en las investigaciones que realiza la Contraloría General de la República y en el proceso que se iniciará con la designación de un tribunal especial por la Corte Suprema, responsabilizándose de la salida de esos bultos, los que efectivamente salieron, sin que el país sepa si se trataba de whisky, que paga derechos; o de ron, que también los paga; o, según se dice, de regalos enviados por Fidel Castro para agradecer las atenciones de muchos funcionarios chilenos. Desde luego, no debe de haber sido una botella o dos.
Me alegro de que el Honorable señor Luengo se halle presente en la Sala, pues él se refirió en la última sesión a esto mismo, sin asignarle importancia alguna. Debo manifestarle que, por desgracia, no es bueno ni sano en absoluto para el país ni para la convivencia democrática que continuemos con este tipo de actitudes del Gobierno y sus personeros, que nos induce a tener una sólida y fundamentada duda moral acerca de las afirmaciones que están haciendo.
Por eso, debo expresar. . .
"
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