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- rdf:value = " El señor LUENGO.- ¿Me permite una interrupción, señor Senador, con la venia de la Mesa?
Honorable señor Durán, ¿cómo procedería hoy día un partido para decidir qué candidatos integrarán la lista, de los cuatro o cinco postulantes, para una elección de dos Diputados?
El señor DURAN.- De una manera muy simple: llamando a un proceso de lucha interna. Esto acontece en los partidos de pensamiento democrático. Se desea saber qué piensa la base. Realizada tal lucha interna, se determina quién o quiénes, según sea el número de representantes por elegir, serán los candidatos del partido.
El señor LUENGO.- De esa manera se actúa en estos pactos.
El señor DURAN.- De esa manera se procede ahora, pero con una diferencia: que una vez designados los candidatos en el proceso de lucha interna, es posible que el partido, al suscribir un pacto, deba restringir su número. ¿Qué fórmula servirá para determinarlos? ¿Se inscribirán según el orden electoral determinado en el curso de la lucha interna anterior, de manera que las personas que hubieren obtenido la primera, segunda o tercera mayoría, según corresponda, serán en definitiva las proclamadas por el partido?
Estimamos que ésta no es una fórmula que obedezca realmente a un pensamiento mayoritario y, por ello, también planteamos en la Comisión la necesidad de que en comicios complementarios, o sea, en aquellos en que se elige a una sola persona, haya una segunda rueda. De este modo se determinaría realmente el sentimiento mayoritario de la ciudadanía en cada circunscripción. En esa segunda rueda reitero la mayoría de votos representaría verdaderamente el pensamiento de esa mayoría. Lo mismo sucede en el proceso de lucha interna planteado por el Honorable señor Luengo: cuando hay dos o tres candidatos, debe hacerse una consulta. Y de acuerdo con la fórmula establecida en estos pactos, las directivas necesitan un plazo para consultar a sus bases.
En cambio, como lo señalé, en los partidos de disciplina rígida, que les permite incluso cambiar candidatos de una a otra circunscripción, el problema es distinto al suscitado en las colectividades que en su vida interna se guían por procedimientos democráticos. Si no se actúa en esta forma, ¿a qué se puede llegar fatalmente? A que, como consecuencia de decisiones arbitrarias, sin consulta a las bases, a gusto de directivas que proceden con criterio hegemónico, que sólo traducen la voluntad de tales dirigentes y no los planteamientos de las bases, se generen problemas internos que pueden llevar a las divisiones o a la indisciplina. Cuando directivas absorbentes logran concretar, incluso con respaldo de la ley, como sucede en el caso que debatimos, fórmulas hegemónicas en el manejo de las colectividades, éstas, fatalmente., tendrán serios problemas.
Respecto de esta materia, estimo útil decir algo al Honorable señor Luengo, a quien le deseo el mejor éxito en su nueva convivencia dentro del Partido Radical. Se lo deseo con amistad. No crea, señor Senador, que el problema de la disciplina es tan simple en la convivencia partidaria. No piense que es una especie de desviación personal de la gente la que acarrea el proceso de indisciplina. Muchas veces, Honorable colega, se debe a un planteamiento de colonialismo ideológico de las directivas que en alguna oportunidad presiden un partido, o a un sentimiento personalista y rencoroso que aflora en personas respecto de las cuales uno ni siquiera sueña que, detrás de una apariencia de afecto o de cordialidad, esconden sedimentos de rencor, producto a veces de frustraciones o de ambiciones increíbles., que las llevan a disparar, sin razón alguna, en contra de gente a la que se margina de una colectividad sin permitirle defensa ni forma alguna de juicio democrático. Y a veces hasta tienen la conducta ignominiosa, despreciable y criminal de expulsar a correligionarios ausentes. Yo formulo votos para que Su Señoría nunca tenga que enfrentar un proceso de tipo disciplinario, con el lenguaje simple que le hemos escuchado esta mañana.
Nosotros, que concordamos con la idea del Honorable señor Pablo, formularemos proposición, que ojalá la Sala acojan unánimemente, para ampliar a 60 días el plazo a que me referí.
Por otra parte, tenemos la convicción de que, en la medida en que demoremos el despacho del proyecto en debate, cometemos un grave error.
No renovaré ninguna de las indicaciones rechazadas, con el propósito de que la iniciativa sé tramite con la máxima celeridad. Me asisten fundados temores en las tramitaciones de los proyectos y de los acuerdos. Ya hemos tenido oportunidad de escuchar a algunos señores Senadores que formaban parte del Gobierno y que por razones de tipo político que todos conocemos debieron marginarse de la acción del Ejecutivo. Saben también los Senadores democratacristianos que en las fórmulas de entendimiento relativas a vetos a proyectos importantes, que se tramitaban por medio de esa colectividad, con el visto bueno y la aceptación para obtener un arreglo armónico, al término de la negociación, cuando todo parecía haber sido superado, se crearon tropiezos insalvables que, en definitiva, dieron al traste con todas las buenas intenciones de quienes participaban en representación de una de las partes.
Por eso, me interesa que el proyecto en debate se despache, ojalá, antes del 21 de mayo y que la Cámara lo trate con la misma rapidez, a fin de evitar que el veto, para cuyo envío el Ejecutivo dispone de treinta días, deje en el aire todo un sistema o proceso y en esa forma se impida, en atención a los plazos determinados en la actual ley, que quienes han actuado de buena fe queden en la posición más incómoda respecto de sus propios partidos y de la democracia chilena.
Formulo indicación para ampliar el plazo mencionado de treinta días a sesenta, siempre que exista la posibilidad de aprobación unánime. Si no hubiera acuerdo, no renovaría ninguna indicación y me limitaría a dejar señalados los hechos que estimo contrarios no sólo a la vida democrática del país, sino también a la convivencia interna de todos los partidos con doctrinas democráticas.
Nada más.
"
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