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- rdf:value = " El señor LORCA.-
Señor Presidente, lo más desacertado y erróneo que ha dicho el señor Gumucio es que el Senador Lorca es simpático.
Lo que me parece imprudente, sobre todo si hay tanta cordialidad en el Senado, es que para argumentar contra un proyecto de ley se empiece por decir que éste es preelectoral. Creo que el único Senador a quien no puede decírsele esto es el que habla. Desde que fui Diputado presenté proyectos para la zona de las provincias de Chiloé, Aisén y Magallanes, y más de alguna vez me acerqué a los parlamentarios para rogarles que aprobaran mis iniciativas que favorecían a esa zona. Entonces también me decían que esos proyectos eran preelectorales. No sé qué puede hacer este Senador de la República para legislar sin que se prejuzgue a su respecto de este modo.
Yo tendría que pensar que, al revés, el colega Gumucio no presenta proyectos porque no es candidato; que si lo fuera, tal vez, también estaría presentando proyectos. Me parece injusto el procedimiento de criticar un proyecto empezando por decir que la intención de su autor es preelectoral. Su Señoría es tan exagerado en sus puntos de vista, que cree ver fantasmas: que se aprobó el proyecto para los periodistas. La iniciativa de importar mil automóviles para los periodistas necesita patrocinio del Ejecutivo, y no se ha discutido ni en Comisión ni en la Sala. O sea, el señor Gumucio no sólo se equivoca en fustigar a este modesto Senador respecto de sus proyectos, sino que inventa o ve, como digo, fantasmas: dice que se ha aprobado importar mil automóviles. No se ha aprobado importar ninguno. Todos sus argumentos caen por su propio peso, porque están equivocados.
En cuanto a lo que aquí se plantea, de que no hay dólares, bueno, yo no soy quien fija el precio del cobre ni soy el que fija el valor del dólar, que estaba a veinticinco escudos cuando presenté este proyecto de ley, que no es de ayer, sino de hace tres meses. Yo no me imaginaba que estaba tan bien dirigido este país que los dólares subirían por decreto de un momento a otro. Eso es un problema de Gobierno. Ahora, no sé si algún Senador es pitoniso y me puede decir que el cobre nunca más va a subir, que seguirá bajando. Habría entonces que suprimir, incluso, la dieta de los parlamentarios, y ninguno de nosotros deberíamos comer, porque no habría alimentación si el cobre bajara a un centavo.
O sea, no se puede estar prejuzgando ni planteando opiniones sobre lo que está sucediendo en el país en estos momentos, ya por culpa del Gobierno o por un problema internacional, respecto del precio del cobre. Yo estoy legislando para lo futuro.
Ahora, en cuanto a este problema de la autorización, ¿quién ha de resolver si se importan automóviles? Eso es de resorte del Banco Central, y la política económica incumbe al Presidente de la República.
Yo no comparto la proposición del colega señor Valente, porque es contraria a la política automotriz del Gobierno. ¿Cómo puede él defender una teoría en el sentido de que la gente de Chiloé compre automóviles con determinado gravamen, cuando se ha fijado una lista y se ha hecho mucha propaganda todos los días por televisión, prensa y radio, diciendo: Señor, de acuerdo con la nueva política automotriz se ha fijado una lista, y al que esté en primer lugar le tocará primero? ¿Cómo cambiar todo esto por un modesto proyecto para Chiloé
Es decir, siempre se aparenta el ánimo de ayudar en el despacho de un proyecto y, en el fondo, se le quiere obstruir. No uso la expresión tan fuerte que hemos oído a un colega, a pesar de que es muy castellana, muy chilena. No la voy a decir.
Creo que si existe el ánimo de ayudar a la provincia de Chiloé, se debería tomar en cuenta lo que yo le decía recientemente al colega señor Ramón Silva Ulloa, uno de los Senadores más talentosos, con facilidad infinita para presentar indicaciones: ¿Por qué no modifica la indicación? ¿Por qué no dice que se autorizará la importación de esos doscientos automóviles, sin fijar su valor, o fijando el mínimo, el menor costo de un auto, y se autoriza también que los derechos de aduana, en vez de ser del 200%, sean de 20%?
¡Si lo que necesita Castro para el liceo son seis millones de escudos!
Parece una especie de delirio de persecución de estos puristas de las leyes que hemos encontrado en el Senado el de considerar que todo hay que perfeccionarlo, perfeccionarlo..., menos cuando se trata de proyectos de ley presentados por ellos, que uno, con bondad -no sé si es bondad u otra cosa- siempre aprueba. Pero cuando se trata de otro Senador, le ponen dificultades y empiezan a discutir todos los problemas del mundo a propósito de una proyecto de ley para una provincia - Chiloé, que tiene 90 mil habitantes -, y destinado a financiar la construcción de un liceo en la ciudad de Castro.
Si el Gobierno que preside el Excelentísimo señor Allende fuera tan creador y tan inmensamente amante de la juventud y de la educación, no tendríamos desde hace tres años este problema -reconozco que tampoco pudimos resolverlo, por cuanto este Gobierno lleva dos años en el Poder-, y ya se habría construido un liceo para 2.500 alumnos en esa ciudad, pues en el actual edificio estudian más de mil niños, en circunstancias de que su capacidad es sólo de trescientos. Desde abril he planteado esta necesidad, y he invitado a los señores Ministros, quienes han venido y han mostrado su aprobación al proyecto. Seguramente, no hay financiamiento para abordar la obra. No lo discuto. Pero no es posible que para una cosa tan pequeña, de acuerdo con la capacidad del Senador que presentó el proyecto, se venga a hacer toda una tragedia nacional. Creo que debe legislarse sobre la materia y seguirse los trámites pertinentes. El Parlamento está para mejorar la iniciativa, y el Ejecutivo para vetarla, si así procede. Pero debo hacer presente -y se lo digo con todo respeto al Honorable señor Gumucio-, que yo estoy aquí porque me eligieron los trabajadores y el pueblo para colaborar con las provincias, y los proyectos que presento, de acuerdo con mis posibilidades, no son voladores de luces. Si el Gobierno no puede resolver estos problemas, ello es cuestión de él; pero no puede decirse a los legisladores que deben abstenerse de patrocinar iniciativas. De acuerdo con mis posibilidades, debo presentar proyectos que sirvan a las provincias que represento.
Pido a los señores Senadores, si así lo desean, que modifiquen y mejoren la iniciativa, pero que no la obstaculicen enviándola a Comisión, pues ya fue tratada en ella. Y resulta que si se envía nuevamente a Comisión, el proyecto volverá en la misma forma, porque los Senadores que lo piden después no asisten a las sesiones de la Comisión.
"
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