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- rdf:value = " El señor NOEMI.-
Llamado por trabajadores y dirigentes sindicales de El Salvador y Potrerillos, viajé la semana pasada a esos minerales para conversar con ellos e imponerme personalmente de los problemas que necesitaban plantearme.
Considerando la importancia, gravedad y superior interés que encierra lo que allí pude constatar, y que por afectar a aquella industria debe preocupar a todo el país, he creído conveniente y necesario exponer en esta Corporación lo que escuché y vi en esa visita, más que con el ánimo de hacer una crítica y destacar errores, que en líneas generales son conocidos por la opinión pública, con el propósito de exponer en la forma más objetiva posible una serie de anomalías que el Gobierno tiene la obligación de corregir, si quiere llevar la tranquilidad a un sector importante de la población de esos minerales y reconstruir un clima que permita dar estabilidad e impulso a la producción.
Pienso que podré desarrollar mi intervención refiriéndome principalmente a dos importantes aspectos que pude apreciar en los dos centros laborales: Primero, inquietud y desaliento laboral, y, segundo, problemas de producción.
Sin duda, ambos problemas están ligados estrechamente. Más aún, ambos se complementan, desgraciadamente, en un sentido negativo.
1. Inquietud y desaliento laboral.
Conversé con dirigentes sindicales, con muchos trabajadores e, incluso, con sus familiares. Todos, sin excepción, dejaban traslucir profundas inquietudes, las que en algunos casos permitían entrever pesimismo y temor, y que en todos llevaba involucrado ese hondo desaliento laboral que provoca la amargura y el pesimismo.
a) Un grave problema de seguridad.
Sostienen los miembros de la Comisión Administrativa y los trabajadores con quienes hablé, con acopio de antecedentes, que los índices de ventilación de la mina se han elevado a niveles alarmantes. No niegan, por otra parte, que éste fue siempre un problema en el yacimiento. Pero hacen ver, al mismo tiempo, que excluyendo un breve lapso que corresponde al período de hundimiento - en abril de 1969 - de un tramo de un pique de ventilación, jamás como ahora había aumentado a niveles tan amenazantes. Además, existe un compromiso de la empresa con sus trabajadores, establecido en acta de avenimiento de agosto de 1971, para solucionar el problema de la ventilación de la mina en forma provisional antes de noviembre de 1971, y en forma definitiva en el curso del presente año. No obstante, la situación continúa en un nivel crítico. Se me informó que el representante de los supervisores en la Comisión Administrativa llamó la atención oportunamente sobre este problema. En dicha ocasión denunció el malgasto de recursos y capitales en una solución de parche al problema de la ventilación, pero su denuncia jamás fue atendida ni originó las explicaciones pertinentes. Agregan que, en la actualidad, los encargados de la ventilación de la mina dentro de los niveles comúnmente aceptables como mínimos deben hacer verdaderas proezas, pasando el aire viciado de una sección a otra, ante la imposibilidad de contar con una solución racional y definitiva.
En atención a este problema y otros de higiene ambiental, y a requerimiento del sindicato, concurrió el señor inspector del Trabajo a una reunión a la que también asistió un representante de la empresa COBRESAL. Pues bien, este representante no quiso firmar el acta de comparecencia, manifestando que quien debía pronunciarse era CODELCO. ¿No extraña esta actitud un tácito reconocimiento, a lo menos, de lo expresado por los trabajadores?
Por otra parte, los dirigentes sindicales acusan que han reclamado a CODELCO hace ya casi un año, sin tener respuesta alguna, encontrándose así sin saber a quién acudir, ya que mientras los nuevos ejecutivos niegan facultad fiscalizadora a la Inspección del Trabajo, por otra parte CODELCO no los escucha ni se pronuncia respecto de sus reclamos.
b) Deficiencias en la atención médica.
Otro importante reclamo formulado por los trabajadores de El Salvador se refiere a las graves deficiencias apreciadas en la atención médica que la empresa dispensa hoy a sus trabajadores.
Manifiestan, por ejemplo, que, no obstante que en la mina se producen frecuentemente accidentes, el hospital de dicho mineral careció de médico traumatólogo desde el mes de marzo hasta el 15 de agosto, fecha esta última en que llegó al establecimiento un facultativo a hacerse cargo de esta especialidad.
Otro caso. Anteriormente, los mineros que trabajan en el interior-mina eran controlados respecto de las enfermedades profesionales una vez al año. Ahora, sostienen, hace casi dos años que no reciben ningún control. Peor aún: no hay ni siquiera un médico radiólogo, y la atención de los servicios de rayos X está entregada a una sola funcionaría que debe hacer de todo, apreciándose por añadidura la carencia de reactivos, placas, etcétera.
En el hospital se ha producido, por último, un drástico recorte de medicamentos, de jabón, papel higiénico, etcétera, cuya provisión se ha reducido a la mitad. Dejan constancia, también, de que la lavandería del hospital funciona deficientemente, en particular por la falta de repuestos indispensables para su maquinaria.
c) Desabastecimiento.
A petición de los trabajadores, estuve en las pulperías de El Salvador y de Potrerillos. Especialmente en la de este último escuché quejas por las alzas de precios y por la falta de diversos productos, sobre todo la de aquellos que figuran en la lista de artículos de tienda y abarrotes incluidos en los convenios colectivos del trabajo, los que, en virtud de lo dispuesto en el artículo 25 de dichos convenios, la empresa está obligada a mantener un stock permanente y adecuado. Efectivamente, faltaban de dicha lista, por ejemplo, arvejas envasadas, jabón Gringo, porotos en conserva, harina, brin, calzoncillos de hombre, frazadas de lana, lienzo y tocuyo.
d) Sectarismo y cuoteo.
He señalado resumidamente algunos de los reclamos más importantes de los trabajadores de El Salvador y Potrerillos, reclamos que, sinceramente lo creemos, pueden y deben ser atendidos y solucionados con urgencia, ya que se refieren a asuntos relativos a una atinada, previsora y eficiente administración de esta empresa.
Hay algo más, sin embargo, que es motivo de descontento y de reproches constantes, y cuya solución debe ser meditada, abordada y resuelta por la autoridad pertinente, yo me atrevería a decir que dentro de un criterio político superior, capaz de imponerse a los actos arbitrarios o mezquinos de los mandos medios que manejan la industria, los que, conociendo la naturaleza de este reclamo, no han sabido escucharlo y, por lo mismo, han contribuido a agravarlo cada día más.
¿Cuál es este problema? Veamos. Tras las visitas que he referido, en reuniones con los dirigentes sindicales y charlando con muchos obreros y empleados, individualmente y en grupos, me dieron a conocer su descontento por la forma como se desenvuelve la vida de todos en ese pequeño mundo de características tan especiales como es la de los grandes minerales. Resulta inaceptable para nosotros, me dijeron, constatar a diario el sectarismo que preside todas las decisiones y regula todas las acciones en los diversos niveles ejecutivos. Para los que laboramos en estas faenas, el mea culpa repetido y los frecuentes reconocimientos de errores que con alardes de autocrítica da a conocer al país la Unidad Popular, no pasan de constituir líricas e hipócritas declaraciones que, en la práctica, no les impiden continuar, como siempre lo hicieron, derrochando sectarismo y alardeando cínicamente del cuoteo como fórmula suprema en la función de decidir y proveer todos los cargos laborales. Con cien ejemplos, los trabajadores me demostraron que en dichas faenas no tiene valor alguno el que un empleado u obrero haya presentado una solicitud de trabajo y esté inscrito con antelación. Ahora añadieron, no cuenta para nada la lista de espera, como siempre lo pretendimos los trabajadores. Simplemente se contrata de acuerdo a la cuota asignada a cada uno de los partidos gobernantes, y lo único realmente valedero para alcanzar el más modesto trabajo, es poder presentarse con el respectivo carné político en la mano.
Hoy ya no se considera en absoluto la preferencia para ser contratado conforme era antes lo usual, y alcanzado como una conquista en las luchas sindicales, el ser hijo de un trabajador al servicio de la empresa. Esta norma ha sido reemplazada por la regla suprema del cuoteo, que no admite excepciones ni tolera consideraciones de ninguna clase.
Las promociones o ascensos tampoco se efectúan alentando o haciendo justicia a los trabajadores que han sido capaces de demostrar su experiencia o de evidenciar su desempeño eficaz. No. Los altos cargos se reservan y son entregados en definitiva a elementos extraños, o afuerinos que, obviamente, aunque carezcan de toda clase de antecedentes laborales que recomienden su incorporación a las faenas en tales cargos, lucen, en cambio, el curioso mérito de ser servidores incondicionales de las colectividades políticas que se creen autorizadas para usufructuar y disponer de estas empresas que son del Estado. Y esto, expresan los trabajadores, ocurre a todo nivel, hasta el extremo increíble de que la contratación de algunos nuevos médicos pareciera haberse efectuado buscando más al activista ideológico que al profesional de la salud.
Mas donde el sectarismo llega a límites realmente grotescos es en el caso de los supervisores, cuyas contrataciones siempre se resuelven con estricto criterio político, sin distinguir niveles universitarios, persiguiendo sólo el afán de incorporar elementos de probada filiación partidista.
Ellos son, además, los preferidos invariables para ser enviados a perfeccionarse y a estudiar a las otras empresas del cobre; dudosas misiones profesionales que los trabajadores con certera intuición llaman festivamente misión de turismo. Inútil es decir que estos viajes no recaen jamás en ingenieros calificados, por muy destacados que sean sus merecimientos, cuando no reconocen filas en algunos de los partidos de la Unidad Popular.
Lo mismo que en el caso anterior ocurre en los niveles de decisión (fundición y refinería), donde son excluidos invariablemente antiguos jefes de reconocida preparación, que no cuentan a su haber con la militancia política propia de la nueva clase gobernante.
¡Qué decir de la incertidumbre de los que están actualmente trabajando y no piensan de acuerdo con los nuevos patrones! Amenazados y perseguidos implacablemente, viven junto a sus familias en permanente zozobra, con el temor del sobre azul y de la oscura cesantía, tras años de eficientes y sacrificados servicios en labores que consumieron sus iniciativas y sus mejores años.
Debo confesar que al comienzo creí que muchos de estos trabajadores, heridos en su dignidad y en su amor propio, exageraban. Por eso, para tener un cuadro más objetivo y veraz, hube de conversar con el mayor número de ellos que me fue posible. Lamentablemente, las versiones repetidas y coincidentes no hicieron más que confirmar la efectividad de las primeras informaciones.
Es muy posible, señor Presidente, que ciertos sectores de opinión, y particularmente algunos personeros de la Unidad Popular y del Gobierno, puedan, a pesar de todo, dudar de mis palabras y pretender que hay una premeditada intención o un ciego apasionamiento en ellas. Por eso, para despejar toda duda y poner en evidencia la fidelidad de mis palabras con la verdad de lo que está sucediendo en los minerales de El Salvador y Potrerillos, quiero transcribir el contenido textual de una carta dirigida por quien ocupó en aquellos minerales un cargo político en el Gobierno y en representación de su partido el Comunista, y que me parece de tal modo elocuente, expresiva y sincera, que excluye la necesidad de allegar mayores testimonios.
Quiero que se sepa, además, que no la transcribo con el propósito menguado de atacar en gesto político ni al Partido Comunista, ni a la Unidad Popular, ni al Gobierno. Quiero repetirlo: mis palabras esta tarde, aunque duras porque tienen el filo de la verdad, están más allá de la simple crítica que se limita a destacar errores; ellas anhelan servir el propósito tantas veces señalado, practicado en los hechos por la Democracia Cristiana, de evitar al país la trágica caída al despeñadero, hacia donde es empujado a diario por la pasión política, el revanchismo, el resentimiento o la inmadurez de tantos hombres ofuscados o irresponsables.
¿Cuál es esa carta, de quién es y qué expresa?
Diré, ante todo, que el ejemplar en mi poder no me fue entregado por su autor, pero sí por dirigentes responsables que, al igual que yo, ven en su contenido esencial una muestra de que aún es posible creer en el triunfo de la honradez y del buen criterio; que aún existen en nuestro país hombres idealistas y valerosos, capaces de entender que Chile y su pueblo están antes y primero que los partidos, sus consignas y sus metas sectarias.
El señor Orlando Heriberto Muñoz Tapia, Inspector Delegado de Gobierno en la localidad de El Salvador, con fecha 6 de junio de 1972, se dirige al señor Recaredo Hidalgo, secretario del Comité Local del Partido Comunista, en los siguientes términos:
Señor Secretario Comité Local:
Durante un año y medio he estado desempeñando con absoluta diligencia y honestidad el cargo de Inspector Delegado de Gobierno en la localidad de El Salvador, en el convencimiento que con ello estaba realizando y contribuyendo en la construcción de una nueva sociedad en que los trabajadores ocuparan un papel fundamental y así que de objetos pasaran a ser sujetos de la Historia.
A esta causa he entregado mis mejores energías en mi condición y representante genuino de la clase trabajadora pero con el devenir de estos duros meses me he ido convenciendo que la ruta y los medios escogidos se han ido apartando cada vez más de los nobles fines pretendidos; el sectarismo absurdo, los nuevos burócratas con buenos sueldos y no peores vehículos que se limitan al puro activismo sin aportar nada a la producción; el entreguismo de los dirigentes sindicales afectos, el atropello a normas elementales de justicia (ley del embudo); la persecución a compañeros de clase por el solo delito de disentir, estos y otros hechos que cotidianamente ocurren me dicen claramente que el Partido Comunista justifica cualquier medio con tal de alcanzar el poder para establecerse y entronizarse como clase.
Es por ello que siendo consecuente con mis principios que son los de la justicia social presento mi renuncia indeclinable a las filas del Partido Comunista, lo que comunico a Ud. para su conocimiento y fines pertinentes.
Agradezco las posibles deferencias que en algún momento se hayan tenido para conmigo, en el convencimiento que las he retribuido con creces a la causa de los trabajadores. Seguiré ese camino pero libre de ataduras totalitarias.
Orlando Heriberto Muñoz Tapia.
El señor MONTES.-
¿Es de El Salvador?
El señor NOEMI.-
Sí, señor Senador.
2.- Problemas de producción.
No voy a referirme en esta intervención a los problemas técnicos de la producción presente y futura, de los que me hablaron en un lenguaje práctico los trabajadores, y que luego complementaron conun informe escrito más especializado, que empieza por referirse a la falla geológica y zona de presiones excesivas, pasando por el problema de la dilución de la ley del mineral, el floreo de la mina en los últimos meses de la anterior Administración, desconocimiento de una planificación para el desarrollo de la mina, necesidad de acopios exteriores, alza de los costos, etcétera. Tan importantes materias, para ser dilucidadas, necesitarían de una detenida y lata intervención, que pienso hacer en otra oportunidad, una vez que complete los antecedentes que me son precisos para agregar a una exposición más acabada.
Por ahora quiero referirme solamente a ciertos rubros, que, sin duda alguna, están creando problemas importantes que entraban la producción.
A) Desabastecimiento de repuestos y materiales de trabajo.
Existe, en primer lugar, un desabastecimiento general de repuestos y materiales para los trabajos ordinarios, tanto de la mina como de la fundición y refinación. En la mina han faltado desde los clavos hasta la madera, paralizándose por tal razón trabajos urgentes de enmaderación, al extremo que en la sección respectiva llegó a producirse un paro por la falta de estos elementos. En dicha sección, como demostración de lo aseverado, anotamos que sólo quedan aproximadamente veinte serruchas neumáticas (sierras neumáticas que se emplean para cortar las vigas de enmaderación, de cadena). Si se considera que estas vigas son de diez pulgadas por diez, y que ahora se están cortando con serruchos corrientes, es fácil apreciar lo que ello significa en pérdida de tiempo y, por lo tanto, en mayor costo de enmaderación.
Falta fierro para envigados metálicos; no hay repuestos para la maquinaria neumática en general. El cable para Scrappers (rastras) para los chatos constituye otro serio problema. Igual es el caso de los cables de acero para las jaulas o ascensores que atienden el movimiento de personal, que deben cambiarse cada veinte meses, de acuerdo con las normas de seguridad recomendadas por el fabricante.
Tengo a la mano, señor Presidente, para abreviar mis palabras, una lista que consta de cuatro páginas y que detalla los equipos y materiales inexistentes en las bodegas de los minerales, confeccionada el día 7 del mes recién pasado. En dicha lista se especifica la fecha del pedido efectuado desde el mineral y el trámite seguido para llevarlo.
Con el ánimo de no dilatar mi intervención, me limitaré a leer en forma saltada materiales que faltan en el mineral:
Por ejemplo, se señala: Filtros plomo S R-06329-M. ítem Nº 4. Noviembre 23 de 1971. Se nos informó que de EE.UU. fueron enviados a Canadá a objeto de embarcar en el primer barco disponible.
Más abajo, se dice: Llaves Stillson de 12 R-06330-M. Noviembre 24 de 1971. Se colocó télex en enero 19 de 1972. Se repitió el télex el 20 de junio. Aún no tenemos respuesta.
Cable de 7/8. Material muy especial. Necesitamos mantener en bodega una reserva de 10.000 M. para cubrir emergencias. Requisición del 29 de octubre de 1971 por 108 carretes de 500 mts. c/u., diferida en nueve carretes mensuales. Siempre las entregas mensuales han estado atrasadas. ... En fin, continúa citando un largo detalle de los cables.
En otra hoja se dice: 20 Perforadoras... Enero 6 de 1972. Sin antecedentes.
Llaves Crescent... del 4 de octubre de 1970. Pedido pendiente.
Repuestos para Huinches... del 3 de junio de 1972, no hay antecedentes.
Y así, hasta completar cuatro hojas de materiales que faltan en las bodegas.
No cabe duda de que este desabastecimiento conspira seriamente en contra de la producción, del desarrollo de las faenas y de la seguridad de sus trabajadores.
Pero eso no es todo, señor Presidente. Visité la fundición de Potrerillos, y allí vi parado y a medio reparar el horno Castingplan, que sirve para moldear a barra los cátodos electrolíticos. ¿Por qué está parado ese horno? Simplemente por falta de ladrillos refractarios nacionales que se necesitan para terminar la reparación. Esto lo vi yo. Los ladrillos, obvio es decirlo, tienen un tiempo de vida útil, y por eso, anualmente y con toda oportunidad, se proyecta la reparación, que demora normalmente un mes. Esta vez el horno ya lleva dos meses detenido por falta de ladrillos, y, cosa increíble, se estima que seguirá aún sin prestar servicio por otro mes m��s. Es decir, el horno estará paralizado durante tres meses.
Como la barra de cobre que moldea el horno es de uso universal y, en consecuencia, tiene un precio superior a los cátodos de más o menos siete libras esterlinas por tonelada métrica, y como la capacidad de producción de aquél alcanza a tres mil toneladas métricas de barras al mes, se dejarían de producir en los tres meses 9.000 toneladas métricas de barras, que a un precio superior de siete libras esterlinas por cada tonelada significan un menor valor en la venta de cobre de 63 mil libras esterlinas; esto es, 151 mil dólares menos de ingreso.
Todo esto ocurre, repito, por la falta de ladrillos refractarios que se fabrican en el país. Además, a lo anterior se suma el perjuicio que significa el que los trabajadores especializados de esta sección hayan debido dedicarse por un lapso bastante apreciable, a labores de conservación y limpieza.
B) Derroche y destrucción.
Pero hay aún una situación que, por sí misma, provocando la quiebra del nivel moral en la faena y en la conciencia individual de los trabajadores, genera los mayores perjuicios, porque constituye un verdadero escándalo.
En efecto, sabido es que una faena de tan compleja organización y desarrollo hace indispensable la existencia de numerosos vehículos y medios de transporte requerido para su normal desenvolvimiento. Sin embargo, con una increíble frivolidad y en actitud que no puede merecer sino nuestra protesta más enérgica, de la misma manera como ha concitado la indignación general de los trabajadores, desde hace ya meses se vienen usando decenas de estos vehículos con tal desprecio de los intereses de la industria, que, por ejemplo, hay constancia repetida de que éstos se destinan a labores absolutamente ajenas y extrañas a las faenas, descuidando las tareas propias de la usina, perjudicando con su uso su valor por el desgaste, el consumo de combustible, repuestos y lubricantes. Misiones políticas partidistas, paseos y diversiones de desaprensivos jefes o favorecidos funcionarios son el pan diario que todo el mundo conoce y ve como se comparte en los niveles ejecutivos. Pero eso no es todo. Hay mucho más. Resulta, en efecto, que esta relajación moral, esta indisciplina laboral, este desajuste económico ha llegado a tales límites, que es de público y notorio conocimiento en el mineral la destrucción sistemática de muchos de estos vehículos en repetidos accidentes, fruto de la audacia temeraria en el uso de lo ajeno.
En efecto, se me ha informado que sólo en los últimos seis meses del año en curso han sido destruidos, chocados, fundidos, dañados o volcados más de treinta vehículos. Están allí, fuera de servicio y a la vista de quien quiera verlos.
Tengo en mi poder una lista que confirma mi aseveración y que contiene, además de las características de los vehículos perjudicados, las causas que motivaron su exclusión del servicio.
La voy a leer:
Lista de vehículos perjudicados
Como es fácil suponer, todo lo que he expuesto explica este clima moral negativo, esta desmoralización creciente, esta condenación y disgustos colectivos por lo que allí sucede; esta tensión, esta inquietud y esta intranquilidad a que me he referido.
Al exponer los hechos y entregar los antecedentes que los retratan, el Senador que habla, como representante de aquella zona, cumple con su deber de parlamentario; pero, más allá y por encima de ello, creo que está cumpliendo con el deber que tiene todo chileno que ansía el progreso de su país y el bienestar de su pueblo: advertir al Gobierno de la situación existente en faenas que tanto representan para el progreso y el bienestar de Chile entero. Considero que el Gobierno tiene el deber de escuchar, a través de mis palabras, a aquellos trabajadores, porque es el Gobierno quien tiene los medios y, en consecuencia, la responsabilidad para la corrección de estos graves errores.
Sólo así se hará posible la reconstrucción, allá en El Salvador y Potrerillos, de un clima moral adecuado, capaz de devolver la confianza, la tranquilidad y el optimismo a este valioso contingente de trabajadores que, en unión de sus familias, tienen derecho a reclamar bajo nuestro cielo un trozo de pan digno y un pedazo de tierra libre de angustias y de temores donde cimentar, con su honesto trabajo, un hogar feliz.
El señor MONTES.-
¿Está hablando de El Salvador, señor Senador?
El señor NOEMI.-
De El Salvador y Potrerillos, Honorable colega.
El señor PAPIC (Vicepresidente).-
¿Ha terminado su intervención, Honorable señor Noemi?
El señor NOEMI.-
No, señor Presidente.
Deseo saber cuánto tiempo le queda a mi Comité.
El señor PAPIC (Vicepresidente).-
Le restan 29 minutos, señor Senador.
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