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El señor PALMA (Presidente).-
Continúa la sesión.
Prosigue la discusión general del proyecto que crea el Ministerio del Mar.
Los antecedentes sobre el proyecto figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley:
En segundo trámite, sesión 3ª, en 24 de mayo de 1972.
Informes de Comisión:
Economía, sesión 57ª, en 29 de agosto de 1972.
Hacienda, sesión 57ª, en 29 de agosto de 1972.
Discusión:
Sesiones 57ª y 58ª, en 29 de agosto de 1972, y 59ª, en 30 de agosto de 1972:
El señor PALMA (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Rodríguez.
El señor RODRIGUEZ.-
Señor Presidente, en la sesión de esta mañana precisé la reiterada inquietud del Partido Socialista por ir aportando soluciones a reclamos y denuncias en defensa del interés nacional en materia de política naviera y pesquera.
Aparte esa relación, también precisé los objetivos básicos del proyectado Ministerio del Mar, que es, decía yo, la culminación de la prolongada preocupación del movimiento popular y de nuestro partido, que se concreta en esta realización propuesta por el Gobierno de la Unidad Popular al inicio de su gestión y que trató de plasmar con la mayor rapidez posible a poco andar el Gobierno popular. Si se repara en la fecha en que se inició el proyecto sobre el Ministerio del Mar como mensaje del Gobierno, se comprobará que, si no me equivoco, es del 1° de marzo de 1971. Es decir, casi a los cuatro o cinco meses de instalado el actual Gobierno, se cumple con el gran anhelo popular de enviar el proyecto respectivo al Congreso.
Por desgracia, durante prácticamente un año y siete meses el Parlamento ha demorado su tramitación, en parte por razones justificadas, pero la mayoría de las veces por el sentido de inercia tan propio del Congreso Nacional, lo que ha obligado al Ejecutivo a retirar y a renovar una y otra vez las urgencias.
Debo destacar en esta parte de mi intervención la porfía creadora del compañero Ministro de TierrasHumberto Mariones, quien ha estado animando en cada momento el despacho de esta legislación; ha sabido asesorarse, sin ningún sectarismo, de diversos elementos técnicos, científicos y especialistas en la materia, e incluso concurrió con la Subcomisión especializada que creó la Cámara a un foro trascendente realizado en la Universidad Católica de Valparaíso, donde intervinieron las más variadas instituciones docentes, gremiales, científicas, universitarias y políticas que sancionaron favorablemente el proyecto. La única observación fundamental que se le formuló al proyecto fue que debería separarse de él todo lo relativo al transporte marítimo, para configurarlo y enlazarlo con los otros rubros de las comunicaciones y del transporte a través de un eventual nuevo Ministerio de Transportes.
También debo dejar constancia de que en la Cámara de Diputados hubo parlamentarios que demostraron su interés por el proyecto, al margen de banderías políticas. Por eso, en esta oportunidad resulta muy extraña la actitud de la Democracia Cristiana y de los propios nacionales, cuando en la otra rama del Congreso diversos parlamentarios demostraron real interés en despachar esta legislación; entre ellos, el propio DiputadoMonckeberg, aquí presente, quien, indudablemente, colaboró con eficacia yo diría, con sentido nacional auténtico, como también lo hicieron los Diputados Lavandero y Clavel, hombres de la Oposición política que, sin embargo, le dieron su aprobación.
Destaco, por ejemplo, lo que dijo el señor Lavandero: En un país que cuenta con cuatro mil doscientos kilómetros de litoral y con una franja aproximada de ciento veinte kilómetros de ancho, la prioridad, la importancia que este hecho reviste nos parece suficiente justificación para la creación de un organismo de alto nivel, que estudie y planifique la explotación de esta inmensa riqueza marítima.
Para no repetir demasiados documentos, debo señalar que iguales expresiones tuvieron diversos Diputados de la Oposición.
Sin embargo, el interés político, subalterno a mi juicio, la irracionalidad política, repito, han precipitado el hecho de que ahora la Oposición, de nuevo unida, ponga una valla insalvable y no dé su voluntad para legislar en el Senado, impidiendo que nazca en nuestro país un eficaz instrumento de una gran política marítima para Chile.
En todo caso, señor Presidente, queda constancia de que la Izquierda chilena, el movimiento popular, el Gobierno, el compañero Presidente, su Ministro de Tierras en este caso y nuestro partido, tuvieron la gran preocupación por lograr alguna vez un aprovechamiento racional, planificado y moderno de las enormes potencialidades marítimas chilenas.
Hay que considerar, como se ha dicho más de una vez en los debates de la Cámara de Diputados y en las intervenciones del compañero MinistroMartones, que esa tarea es variada y ambiciosa.
En este momento se están desembarcando productos pesqueros y marisqueros por poco más de un millón de toneladas al año. Se pretende, en lo posible, que esa meta, sólo superada en América Latina por el Perú, llegue en los próximos años al millón y medio de toneladas, con lo cual, como es indudable, se lograría un gran avance en las explotaciones pesqueras. También debemos insistir una vez más en la necesidad de aumentar el consumo de proteínas, contenidas esencialmente en los productos del mar, y lo lograremos. Se hizo mofa, por ejemplo, cuando se ofreció el medio litro de leche, una de las grandes metas y de las 40 medidas del Gobierno popular; pero se ha ido cumpliendo, con dificultades a veces, con errores burocráticos, con vacíos administrativos. Y en el caso que nos ocupa, con la gran voluntad que nos anima, al igual que en el caso que recientemente mencioné, se cumplirá también con nuestra meta.
En la actualidad, Chile tiene un consumo promedio de 15 kilos de proteínas. Se ha programado que en 1973 aumente ese promedio a 20 kilos, y debiéramos llegar, como meta final, a consumir una cantidad no inferior a 30 kilos de elementos proteicos extraídos de productos del mar. Ese es, como quien dice, el porcentaje o la unidad básica óptima de consumo de la población, de acuerdo con los consejos para una alimentación correcta que defienda la vida humana. E, indudablemente, eso puede lograrse en nuestro país. Debe considerarse que aun nuestro consumo actual de 15 kilos anuales, que es modesto, en todo caso más que duplica el promedio del resto de América Latina en ese aspecto, que es sólo de 6,5 kilos.
Debemos romper el mito de la industrialización de la harina de pescado, que fue una especie de El Dorado falso que se creó en la zona norte. La verdad es que, como lo ha expresado también el compañero Martones, lo que nos interesa es desplazar esa industrialización en harina de pescado hacia los rubros de las conservas y de los productos congelados.
En la actualidad, 86% de la producción pesquera se está reduciendo a la industrialización de la harina de pescado, y eso significa estar perdiendo cuantiosos volúmenes de divisas, ya que aquélla sólo nos deja 29 dólares por tonelada, en circunstancias de que la industrialización de las conservas y de los productos congelados nos produciría un promedio de 100 a 120 dólares por tonelada. Por lo tanto, hay que cambiar la calidad del proceso industrial de Chile en términos tales, que realmente abandonemos, repito, el espejismo y el sentido mecanicista de copiar la realidad foránea, para endilgar la explotación industrial por los rubros de las conservas de pescados y mariscos y de los productos congelados.
Más allá de este transitorio fracaso legislativo, debemos pugnar por crear la gran flota pesquera de alta mar. Y, a propósito de las críticas hechas por algunos colegas de la Oposición, tenemos que insistir en lo que en una u otra ocasión también se ha reiterado por parte del Gobierno: debemos aumentar nuestro tonelaje naviero, y para ello, el Gobierno ha comprometido en España un barco de mil toneladas, ya en viaje hacia nuestro país, para tonificar nuestro poderío mercante pesquero.
Por otra parte, para 1973, y aunque les disguste a algunos elementos reaccionarios, la Unión Soviética está negociando con nuestro país la entrega de tres barcos de mil veinte toneladas que, como es indudable, constituirán un aporte extraordinario y positivo para la industrialización de la pesca en Chile.
¡Cuánta diferencia hay entre este aporte solidario de la Unión Soviética y lo que yo expresaba esta mañana sobre la piratería constante de las flotas pesqueras imperialistas, que no dejan un solo céntimo en nuestro país! Ello demuestra que es una mentira el mito de la propaganda interesada de la Oposición, en el sentido de que los tres barcos soviéticos ya contratados eran tripulados poco menos que por vándalos que estaban desvalijando nuestras riquezas pesqueras, en circunstancias de que la colaboración solidaria derivada del impulso del internacionalismo proletario de la Unión Soviética ha quedado demostrada con esos tres barcos llegados a Chile y, ahora, con este nuevo convenio que acabo de señalar, en virtud del cual nos enviarán otros tres barcos, de mil veinte toneladas.
Pero aún queda mucho más para la flota de altura, para la captura del atún, por ejemplo.
Para 1973 está programada la adquisición de dos barcos de 475 metros cúbicos de capacidad de bodega, construidos en astilleros iquiqueños, y de seis barcos de 480 metros cúbicos, que están negociándose con España. En total, ocho barcos para el curso de 1973, que tonificarán también la pesca en alta mar.
En cuanto a la flota anchovetera, para los años 1972 y 1973 se programó la adquisición de seis barcos de 300 metros cúbicos, que se hallan en construcción en el astillero MARCO, de Iquique; para 1973, la compra de diez barcos, y para los años 1974, 1975 y 1976, la adquisición de treinta barcos, diez en cada año, que se construirán en astilleros nacionales.
Respecto de la flota artesanal, aquella que tanto preocupa a algunos sectores que dicen defender a los pescadores artesanales, para dar cumplimiento al programa 1972-1973 se están construyendo en Chile setenta y cinco goletas de 15 a 25 metros cúbicos de bodegaje, y para el del período 1973-1974, ciento veinte goletas de igual dimensión.
¡Eso es voluntad realizadora! ¡Eso es contribuir realmente a defender a los pescadores artesanales, más allá de las palabras demagógicas vertidas por miembros de la Oposición en el día de hoy!
Han hablado, por ejemplo, de que los sindicatos de pescadores están en contra del proyecto que crea el Ministerio del Mar; pero dudo de que ello sea efectivo. Al igual que el Honorable señor Pablo, he estado en muchas caletas de Chile. Dialogué con los pescadores de Guanaqueros y Tongoy, en la provincia de Coquimbo, hace muy poco tiempo, precisamente cuando impulsamos la candidatura de la compañera Amanda Altamirano; y allí había real interés por defender y apoyar la creación del Ministerio del Mar. Los pescadores artesanales han comprendido que este Gobierno les pertenece, que es suyo, y que la actual Administración está planificando la creación de un instrumento jurídico, legal, financiero y administrativo tendiente a servir, entre otros sectores, a aquel al que ellos pertenecen.
Por otra parte, no me extraña que el trabajo interesado de algunos sectores de la Oposición pueda confundir a determinados pescadores artesanales.
Recuerdo, por ejemplo, que en la década del treinta, cuando republicanos españoles que huían de su país llegaban a las playas chilenas era en 1938 o 1939, un grupo que arribó a San Antonio introdujo ciertos elementos nuevos que implicaban la mecanización de la pesca. Ello provocó las iras de los pescadores nacionales, que estaban acostumbrados a emplear los métodos más primitivos, porque la reacción de este país nunca les otorgó créditos, ni asistencia técnica, ni embarcaciones ni motores.
Por lo tanto, es posible incluso que ahora también algunos núcleos de pescadores artesanales estén confundidos. Pero considero que valdría la pena hacer una encuesta científica entre ellos, explicándoles razonadamente la situación, lo que se persigue mediante el proyecto que crea el Ministerio del Mar y lo que pretende la Oposición. Estoy seguro de que su respuesta sería de respaldo a la iniciativa del Gobierno.
No obstante, aún queda mucho por realizar. Aquí se ha hablado de numerosos aspectos de las políticas pesquera, naviera, etcétera. Pero queda mucho por hacer. El mar es un mundo inexplorado. Los fondos marinos o submarinos como quiera llamárselos, que constituyen dos tercios del planeta, no se han explotado, y existe una verdadera carrera internacional de las grandes potencias para determinar quién domina primero la explotación de sus riquezas. Porque más allá de las riquezas ictiológicas, están el petróleo, inmensos yacimientos minerales; en fin, todo un mundo desconocido.
Ya en 1969 las Naciones Unidas se preocuparon de este problema, a raíz de la pugna internacional existente. Y en una publicación de ese año, titulada Colonialismo submarino, se decía:
Los círculos internacionales tienen conciencia de este problema y, por eso, el pasado 10 de marzo, una comisión permanente de 42 miembros de las Naciones Unidas comenzó a sesionar con el propósito de lograr un acuerdo internacional sobre la materia.
Las Naciones Unidas reconocen que la gran mayoría de los países no están, por razones técnicas, financieras y de otro tipo, en posición de participar en la explotación de esos recursos, y afirman que el fracaso de los intentos para conseguir un acuerdo mundial que regule la exploración y explotación de esos recursos marinos podría conducir a una nueva forma de apropiación colonialista.
De ahí la importancia de que reafirmemos y despachemos alguna vez el proyecto sobre las 200 millas marinas. En ese aspecto Chile estaría remiso a modificar la vieja legislación consagrada en el Código Civil. Ese proyecto lo presenté, en nombre del Partido Socialista, hace muchos años, y ahora hemos tratado de reactualizarlo en la Comisión de Legislación y Justicia, donde - en homenaje a la verdad, debo reconocerlo - he hallado eco en mis Honorables colegas para dar mayor velocidad a su estudio.
Por otro lado, no me parecen fundadas las objeciones hechas presentes por algunos Senadores de la Oposición.
El Honorable señor García, luego de emplear verdaderos galimatías jurídicos para expresar que no le agradaba la estructuración administrativa y jurídica del Ministerio del Mar, terminó sosteniendo que efectivamente no le gustaba; pero, más allá de esto, no le complacía que el actual Gobierno se luciera con tan valioso y constructivo proyecto. En el fondo, en las palabras del señor Senador asomó simplemente el criterio opositor.
Su Señoría atacó lo establecido en el artículo 2º del proyecto, que no hace sino precisar - y vale la pena recordarlo en este momento - la ambiciosa meta perseguida por el Gobierno de la Unidad Popular mediante la creación de dicho Ministerio. Dice ese precepto: En general, corresponderá al Ministerio del Mar dirigir, fomentar, orientar, coordinar y planificar las actividades pesqueras del país con el objeto fundamental de aumentar la producción nacional;... Esto no le gusta al Honorable señor García, quien desea que sigan dispersas las reparticiones que se hallan en el frente de la actividad pesquera, de la política marítima: en la CORFO, INDAP, Ministerio de Agricultura, SAG y, en fin, en diversos organismos. O sea, el señor Senador quiere la completa anarquía administrativa que aún perdura, en vez de intentar unificar estos servicios y darles en el hecho un norte.
Y agrega la referida norma: investigar, conservar, proteger y acrecentar la flora y fauna acuáticas, - bajo muchos rubros, por falta de preparación técnica y profesional, se están destruyendo numerosas especies marinas y de lagos y aguas interiores; ello se debe a la falta de previsión, de tecnicismo y criterio científico para preservar dichas especies - y mejorar las condiciones de vida y trabajo de las personas que laboran en tales actividades.
¿Qué Gobierno sino éste se ha preocupado de dar previsión a los pescadores? ¿Qué sector sino la Oposición no quiso incorporar a los pescadores a la seguridad social cuando tratamos el proyecto que otorgó previsión a los comerciantes?
Por eso, carece de sentido lo que han dicho nuestros opositores.
El Honorable señor Pablo nos habló primero de las ballenas, de sus apellidos ingleses y de la falta de seguridad para determinado personal al respecto, se consignan garantías expresas, para terminar sosteniendo también que no le gustaba la idea de crear un Ministerio del Mar.
El Honorable señor Prado, ya con criterio indudablemente más claro en lo político, concluyó su intervención afirmando derechamente - aplaudo su franqueza - que el Gobierno no le infundía confianza y que esto determinaba el rechazo del proyecto por parte de la Democracia Cristiana.
Todo Gobierno que se inicia, o que está en la mitad de su período o por terminarlo, jamás cuenta con la confianza de la Oposición. La Administración Frei tampoco contó con la nuestra desde el momento en que asumió el Poder; pero ello no fue obstáculo para que aprobáramos iniciativas fundamentales.
Muchas veces algunos Honorables colegas de la Democracia Cristiana recuerdan que negamos la sal y el agua a su Gobierno. Sin embargo, es preciso destacar que siempre planteamos nuestra posición en el plano de los principios, de lo ideológico, para combatir una concepción reformista en la conducción política y económica del desarrollo nacional, concepción que deseábamos eliminar como factor determinante en los pueblos de Latinoamérica. Nunca nos opusimos a soluciones de tipo administrativo ni a la creación de mecanismos de esa índole. Aprobamos el proyecto destinado a crear el Ministerio de la Vivienda, no obstante la gran desconfianza política que nos merecía la Administración democratacristiana; aprobamos y mejoramos la iniciativa de ley de reforma agraria, pese a esa desconfianza. ¿Por qué? Porque tuvimos la entereza suficiente para abstraemos de los conceptos de Gobierno y Oposición, para comprender que el país necesitaba ciertos instrumentos que le permitieran avanzar.
Por eso apoyamos la reforma agraria, y por lo mismo aprobamos la creación del Ministerio de la Vivienda y Urbanismo, que con el tiempo, a mi juicio, se ha transformado en un monstruo burocrático con tantas Direcciones Nacionales, que se hacen competencia entre sí y encarecen las habitaciones; y una de las metas inmediatas del actual Gobierno es simplificar las funciones de ese monstruo administrativo que es el famoso Ministerio de la Vivienda no desconozco la labor de sus técnicos, planificadores y funcionarios, que no deja de ser un organismo excesivamente frondoso.
Apoyamos también el proyecto sobre juntas de vecinos y una serie de mecanismos que propuso la Democracia Cristiana, porque entendíamos que, más allá del factor de desconfianza política, era indispensable facilitar el camino para algunas realizaciones administrativas que no pertenecían al anterior Gobierno, sino al tiempo.
El Ministerio que pretendemos crear no es para la Unidad Popular ni para la actual Administración, sino un mecanismo permanente para Chile, que nos habría ayudado a recuperarnos económicamente ; es un mecanismo que da cumplimiento a un mandato histórico, postergado desde los tiempos de O’Higgins, que con tanta visión, al despedir a la Escuadra Libertadora esto debe de recordarlo el gran o’higginiano que es el Honorable señor Aguirre Doolan, dijo: De estas cuatro tablas penden los destinos de América. Y realmente esas cuatro tablas contribuyeron a la independencia de América y la sellaron. Y, más allá de eso, da la impresión de que al hablar del Estrecho de Magallanes pensaba en el Chile de hoy, en que, debido a la estrechez del Canal de Panamá, las grandes embarcaciones vuelven a recorrerlo, pues deben cruzar necesariamente por esos mares nuestros.
Ese recado de ayer, repetido posteriormente en estrofas brillantes y hermosas por Gabriela Mistral y Pablo Neruda, lo olvidan los opositores de hoy. Y en vísperas del mes de la Patria, la Democracia Cristiana, equivocando el camino, se abraza con la extrema Derecha para impedir el despacho de una legislación de tan alto vuelo como la destinada a crear el Ministerio del Mar. Lamento sinceramente este error político del Partido Demócrata Cristiano, que, llevado por su vehemencia opositora carente de sentido, ha infligido un grave daño a la patria.
Por eso, termino mis palabras reiterando la persistente voluntad del Partido Socialista de servir el interés nacional; felicitando al MinistroMartones, por su perseverancia patriótica para sostener la idea considerada en el proyecto, y al Gobierno do la Unidad Popular, y expresando en todo caso nuestra confianza y nuestra fe en que, dentro de la obscuridad ambiente, propia de la irracionalidad política, se comprenda que el instrumento que se pretende crear hace falta para promover más aceleradamente la liberación económica de Chile.
El señor PALMA (Presidente).-
Antes que intervenga el señor Ministro, debo hacer presente a la Sala que están inscritos para intervenir los Honorables señores Gumucio, Luengo e Irureta, quienes han manifestado el propósito de hacer uso de su derecho.
El señor AGUIRRE DOOLAN.-
Pido a la Mesa inscribirme.
El señor PALMA (Presidente).-
Solicito el acuerdo unánime de la Sala para prorrogar por una hora el tiempo destinado a la discusión del proyecto. Creo que en esta forma sería posible agotar el debate.
El señor AGUIRRE DOOLAN.-
Siempre que se prorratee ese tiempo entre los diversos Senadores, incluidos los nuevos inscritos.
El señor PALMA (Presidente).-
Por cierto, prorrateando el tiempo, como sugiere el Honorable señor Aguirre Doolan.
El señor LUENGO.-
¿Qué ocurre si no se prorroga la hora?
El señor GUMUCIO.- Por mi parte, yo renunciaría a mi derecho a hacer uso de la palabra, siempre que nos limitáramos a escuchar al señor Ministro
y luego a votar.
El señor VALENTE.-
Me parece bien.
El señor LUENGO.-
Quiero formular una consulta.
El señor PALMA (Presidente).-
La Mesa hizo una proposición, pero no hay unanimidad.
El señor LUENGO.-
¿Qué pasa si no hay acuerdo para prorrogar la hora?
El señor PALMA (Presidente).-
Habrá que sesionar mañana.
El señor RE YES.-
No; se acordó votar ahora.
El señor PALMA (Presidente).-
Perdón, señores Senadores. Hay que votar hoy día, a partir de un cuarto para las ocho.
El señor VALENTE.-
O sea, quedan siete minutos.
El señor LUENGO.-
Entonces, es preciso acordar la prórroga.
El señor IRURETA.-
Señor Ministro, ¿cuánto tiempo hablará usted?
El señor MARTONES (Ministro de Tierras y Colonización).-
Alrededor de un cuarto de hora.
El señor PALMA (Presidente).-
El Honorable señor Gumucio, que había solicitado quince minutos, ha hecho presente que renunciaría a hablar.
El señor GUMUCIO.-
Estoy de acuerdo en que hable primero el Ministro y que enseguida fundemos el voto.
El señor PALMA (Presidente).-
El Honorable señor Irureta también desearía disponer de un cuarto de hora.
El señor AGUIRRE DOOLAN.-
Podríamos fundar el voto en el momento oportuno.
El señor VALENTE.-
Es lo mejor.
El señor AGUIRRE DOOLAN.-
¿Me permite, señor Presidente? Deseo plantear una sugerencia.
Mi Comité propone ceder al señor Ministro el tiempo que estime conveniente para su exposición. En cuanto a los demás, podríamos limitarnos a fundar el voto.
El señor VALENTE.-
Perfecto.
El señor GUMUCIO.-
De acuerdo.
El señor PALMA (Presidente).-
Hay oposición.
El señor AGUIRRE DOOLAN.-
¡Que Dios me pille confesado el día que cuente con la unanimidad de la Sala...!
El señor PALMA (Presidente).-
Señoras Senadores, de acuerdo con el artículo 81 del Reglamento, la prórroga por mayor tiempo que el que ya se acordó para los efectos de debatir el proyecto sobre la bonificación compensatoria, requiere unanimidad.
Por lo tanto, solicito el acuerdo unánime para prorrogar por una hora el debate y cerrar la lista de inscritos, en la cual incluiríamos también al señor Ministro. El tiempo se dividiría...
El señor PAPIC.-
Yo aceptaría siempre que el tiempo se repartiera entre los inscritos.
El señor PRADO.-
No hay acuerdo.
El señor PALMA (Presidente).-
Hay oposición.
El señor LUENGO.-
Es curioso que el Honorable señor Prado se oponga al acuerdo, en circunstancias de que él habló el tiempo que quiso y concedió interrupciones.
Debe tener consideración con sus colegas.
El señor PRADO.-
Es que con ese sistema no hay seguridad en cuanto a las votaciones. Por lo demás, ya ha habido un debate bastante largo.
Por otra parte al no prestar mi acuerdo, a pesar de que me habría gustado escuchar la opinión de otros señores Senadores, no es sólo a Su Señoría a quien perjudico.
El señor LUENGO.-
Sí, pero ustedes han hablado durante más de una hora.
El señor PALMA (Presidente).-
Tiene la palabra el señor Ministro.
El señor MARTONES (Ministro de (Tierras y Colonización).-
Señor Presidente, lamento disponer tan sólo de siete minutos, pues resulta difícil expresar todo en tan breve tiempo. Sin embargo, quiero decir en forma sucinta que este proyecto de ley, tan criticado por algunos señores Senadores, como ninguna otra iniciativa, fue elaborado por los más vastos sectores, y no solamente por comisiones y equipos de Gobierno. En su elaboración participaron los trabajadores, las universidades y también las instituciones del sector pesquero.
En seguida, quiero decir que, en el transcurso de la discusión, este proyecto, exceptuando el transporte marítimo, no sufrió ni en la Cámara ni en el Senado Transformación sustancial alguna; ninguna variación de importancia. Todo el articulado es básicamente el que se propuso en la iniciativa original.
Quiero dejar constancia, también, de que las universidades le han prestado decidido apoyo, y muy particularmente la Católica de Valparaíso. Daré algunas referencias al respecto.
El señor Rector de ese plantel universitario, en una de las sesiones celebradas por la Comisión de Gobierno Interior de la Cámara de Diputados, dijo:
En síntesis, esta Universidad expresa su satisfacción hacia un intento amplio de legislar acerca del mar. La Universidad Católica de Valparaíso apoya la idea de legislar y crear un Ministerio que agrupe la actividad pesquera.
El señor Sergio Kaiser, democratacristiano y Director de la Escuela de Pesquerías y Alimentos, y a quien mencionó tanto el Honorable señor Prado, manifestó en esa misma oportunidad:
El proyecto que crea el Ministerio del Mar es un serio esfuerzo encaminado a obtener en las Pesquerías los objetivos señalados. Deja prever el deseo de un alto grado de optimización en aquellos aspectos relacionados con la dictación de normas de control, explotación y conservación de los recursos renovables; en la administración y coordinación de las unidades productivas; en un acelerado proceso de organización de los trabajadores y participación en la toma de decisiones; en la planificación, elaboración y ejecución de programas de producción, de investigación, de capacitación, de comercialización, en modificaciones del sistema jurídico.
Más adelante dijo el señor Kaiser:
Debido a esta experiencia de 15 años de constante perfeccionamiento y dedicación al problema de las Pesquerías chilenas y por ser la única Escuela en funcionamiento, es que a la vez de dar nuestro decidido apoyo a este Ministerio, que lo creemos nuestro, es que exigimos una real participación para la Universidad en las decisiones que se tomen.
El señor Arturo Baeza, profesor de la Escuela de Arquitectura de esa universidad, señaló en la misma ocasión:
En este contexto aparece el deseo de crear un Ministerio que tiene por función y fundamento el Mar. Este hecho - creemos - recrea y define toda una honda cuestión chilena. Y al hacerlo lo hace con un nuevo contexto americano y con un nuevo destino para Chile.
El señor Hunt, representante de la Universidad Técnica de Valdivia, expresó:
El Ministerio del Mar, cuya creación deberá servir de orgullo para el Gobierno, es un símbolo concreto de los rasgos más sanos y valiosos de una auténtica revolución en marcha, a la cual ningún chileno de verdadera cepa podrá negar su apoyo.
Después señaló:
... celebramos y apoyamos con entusiasmo las perspectivas de la creación del Ministerio del Mar, porque él abre, por fin, la posibilidad de un mejor saber hacer las cosas en el camino del mar.
El doctor Aguayo, Director del Departamento de Oceanografía de la Universidad de Chile, manifestó:
...por primera vez en la historia del país hemos escuchado, hoy día, en esta casa de estudios, una política pesquera y una política de transporte marítimo y puertos de nuestro país... Por lo tanto, felicitamos al Gobierno, a través del compañero Ministro, señor Humberto Mariones.
La Universidad Católica de Chile, en memorándum que entregó a esa Comisión, en el acto de que hiciera mención el Honorable señor Rodríguez, dijo:
Y por ello es que también esta Universidad vibró desde un primer momento con la iniciativa del Gobierno de crear un Ministerio del Mar, sustentada especialmente a través del señor Ministro de Tierras y Colonización. Porque más allá de su articulado concreto, dicho proyecto significa patentizar la preocupación nacional por un mar inmenso, sus recursos y su aprovechamiento. Porque la sola iniciativa implica que está dispuesto a asumir el desafío que se describe dramáticamente en Tierra de Océano (obra de Benjamín Subercaseaux): El destino de Chile es de vida o muerte y no aceptará una vez más que en él se prescinda del océano.
En el día de hoy han enviado al señor Presidente de esta Corporación dos telegramas. Uno de ellos es del profesor Mario Ricardi, Director del Instituto Central Biológico de la Universidad de Concepción y miembro del Consejo Superior de ese plantel, y dice:
Agradecemos insistir ante la Sala por aprobación ley que crea Ministerio del Mar.
El otro es del profesor señor Tomás Campos, Vicerrector de la Universidad Católica de Talcahuano. (Expresa:
Rogamos a usted hacer lo posible por aprobación proyecto que crea Ministerio del Mar.
Todas las universidades, la del Norte, la Austral, la de Chile, están concordes con esta idea. Y no sólo las universidades, pues también lo están los gremios.
Lo dije en la sesión de ayer e incluso leí algunos párrafos de comunicaciones enviadas. Hoy día tengo los textos de otras. Por ejemplo, una del Sindicato Profesional de Oficiales de Naves Especiales de las provincias de Concepción y Arauco, el Sindicato Profesional de Empleados de Industrias Pesqueras de la provincia de Concepción, el Sindicato Profesional de Motoristas y Maquinistas de Naves Especiales de la provincia de Concepción, el Sindicato Profesional de Tripulantes de Naves Sardineras de la provincia de Concepción, el Sindicato Profesional de Tripulantes de Naves de Arrastre de la provincia de Concepción y la Federación Provincial de Sindicatos Industriales Pesqueros, todos los cuales expresan:
Queremos dejar claramente establecido que apoyamos en forma decidida la agilización y creación del Ministerio del Mar.
Los pescadores artesanales, en su último congreso, manifestaron:
La pronta creación del Ministerio del Mar fue otra de las resoluciones que el Congreso aprobó por unanimidad.
Termino diciendo que, con ley o sin ella, continuaremos progresando y venceremos, para felicidad de Chile.
(Aplausos en tribunas y galerías).
El señor PALMA (Presidente).-
Advierto a tribunas y galerías que está prohibido hacer manifestaciones.
Ha terminado el tiempo destinado a la discusión general del proyecto.
En votación.
El señor VALENTE.-
Pido votación nominal, señor Presidente.
El señor PALMA (Presidente).-
Debe pedirla un Comité.
El señor CONTRERAS-
El Comité Comunista hace suya la petición.
El señor FIGUEROA (Secretario).-
¿Se aprueba o no se aprueba en general el proyecto?
(Durante la votación).
El señor AGUIRRE DOOLAN.-
¿Me permite, señor Presidente?
El señor PALMA (Presidente).-
Puede fundar el voto Su Señoría.
El señor AGUIRRE DOOLAN.-
Señor Presidente, por no haber tenido participación directa en la elaboración del informe de la Comisión de Economía con que este proyecto se ha presentado a la Sala, los Senadores de la Izquierda Radical nos consideramos en absoluta libertad para emitir nuestro juicio.
Desde luego, nos llama la atención el hecho de que, por desgracia, los más laudables propósitos que se dice perseguir con la iniciativa, se contraponen abiertamente con la política económica puesta en marcha.
Se declara, por ejemplo, que se desea industrializar o semi-industrializar al modesto pescador, hoy desprovisto de medios para su trabajo; y, lógicamente, cabría preguntarse: ¿Hay algún trabajador chileno hoy día que desee transformarse en industrial?
Se llama la atención, en seguida, sobre el hecho tremendo de que, de unos 900 comerciantes que se dedican al comercio del ramo de la pesca en Santiago, 600 no tienen vehículo propio. Yo me pregunto: ¿va a dotar el Gobierno de vehículos propios a los comerciantes que no lo tienen, con los fabulosos precios fijados en forma artificial para toda clase de vehículos?
Se agrega que se ha cuidado no crear burocracia y que el nuevo Ministerio pasaría a ser servido por el mismo personal que en la actualidad atiende el Ministerio de Tierras y que alcanza a 768 personas. Todos sabemos, no obstante, que esa Secretaría de Estado está constituida fundamentalmente por su Dirección de Tierras y Colonización, y ahora, también por la Dirección de Asuntos Indígenas, y que en el articulado siguiente del proyecto se agrega que estos organismos - con sus respectivos personales, se entiende - pasarán a depender del Ministerio de Agricultura, manteniéndose la cuota de 768 funcionarios que el proyecto reclama como personal de planta para atender al nuevo Ministerio del Mar. Así, por lo menos, se desprende del párrafo segundo que aparece en la página 13 del informe de la Comisión de Economía.
Por si algo hubiera quedado fuera, en el artículo 6º del proyecto se entregan también al Ministerio del Mar atribuciones para participar en las políticas de precios, de créditos, de tributación, comercialización y otras relacionadas con las actividades pesqueras. A nadie puede escapar que entre las actividades relacionadas con la pesca, a que en forma tan general aquí se alude, es difícil encontrar alguna que no quede incluida.
Innumerables serían las contradicciones o generalidades en que incurre el texto del articulado o la falta de armonía entre sus diversas disposiciones. Baste señalar, como corolario, que varios de sus artículos aparecen rechazados por la unanimidad de la Comisión, cuando no aprobados sólo por los dos votos de los Senadores de Gobierno y con la abstención del resto de la Comisión.
Finalmente, frente a este proyecto, la Comisión de Hacienda, en la cual participé, empieza por declarar en su informe, como es efectivo, que sólo dispuso de escasas horas para considerar esta importante iniciativa.
Y ésa es la verdad. El informe de la Comisión de Economía le fue entregado a las seis de la tarde, y a esa hora empezó a estudiar el proyecto.
El señor VALENTE.-
Pero tenemos doce días para corregir el proyecto.
El señor AGUIRRE DOOLAN.-
Señor Presidente, la Izquierda Radical no puede desconocer la importancia de la materia que con este proyecto se pretende abordar, pero estima qué el ámbito preciso de su alcance aparece desbordado por disposiciones que incursionan claramente en delicados campos de la actividad económica del país. Por eso, no podemos menos que tomar los resguardos mínimos y esperar una ocasión más propicia para legislar sobre la materia.
Anunciamos, por ello, nuestros votos contrarios en la votación en general de esta iniciativa, aun cuando reconocemos la alta importancia que revisten en Chile el mar y su riqueza. Pero su aprovechamiento no está, por cierto, condicionado a la creación de un Ministerio, pues hay disposiciones y reparticiones administrativas competentes que podrían poner en práctica una política eficiente y adecuada.
Voto que no.
El señor BULNES SANFUENTES.-
Señor Presidente, el voto de los Senadores nacionales debió fundarlo mi colega Víctor García, que es quien ha estudiado este proyecto en la Comisión y ha intervenido en el debate que en torno de él ha habido en la Sala. Pero, desgraciadamente, el Senador señor García ha sufrido una indisposición y ha tenido que retirarse, pareado, de esta sesión.
Yo puedo decir, en nombre de mi partido, que nosotros concordamos en la necesidad de desarrollar una política que tienda al aprovechamiento integral de las riquezas marítimas potenciales del país. Pero, después de madura reflexión, hemos llegado a la conclusión de que no podemos otorgar al Poder Ejecutivo las atribuciones que en el proyecto se consignan y que se prestarían fácilmente para, mediante el abuso de ellas, conseguir finalidades muy distintas de las que el proyecto persigue.
Sostenemos que este Gobierno abusa permanentemente de sus atribuciones, empleándolas para finalidades totalmente ajenas a las que tuvo en vista el legislador al otorgárselas. Por lo demás, no lo sostenemos nosotros. El Presidente del Consejo de Defensa del Estado, que es, a la vez, asesor legal del Presidente de la República, ha estampado bajo su firma en una carta que dio a conocer el Senadordon Pedro Ibáñez y que fue reconocida por el señor Novoa, que es la persona a que me refiero, ha estampado, digo, el concepto de que hay que aprovechar, y se están aprovechando, los resquicios de la ley para actuar contra la voluntad de la mayoría del Congreso.
No conozco ninguna ley compleja en la que no haya resquicios; no conozco ninguna ley de esta naturaleza de la cual no se pueda abusar. Por lo tanto, tengo perfecto derecho a suponer que a la ley en debate se le encontrarían resquicios - podría señalar ya un buen número de ellos - y que mediante esos resquicios se torcería la voluntad del legislador.
Se dice que el proyecto podría ser corregido en el segundo informe; pero corregido relativamente, como cualquiera otro proyecto de ley, porque siempre queda la posibilidad de hacer fraude a sus disposiciones, ya que las leyes no pueden tener el tamaño de una enciclopedia y preverlo todo. Pero, además, sabemos que las restricciones o limitaciones que introdujéramos en el segundo informe, incluso las que aparecen aquí, podrían fácilmente eliminarse por la vía del veto. En estas condiciones, faltaríamos a lo que honradamente consideramos nuestro deber si diéramos paso a este cúmulo de atribuciones nuevas que el proyecto otorga.
Declaramos estar dispuestos a reconsiderar un proyecto sobre la materia, pero un proyecto en que haya acuerdo previo, no respecto del texto que se va a despachar aquí, en el Congreso, sino del texto definitivo que se promulgaría, de modo de saber qué vetaría el Gobierno y qué no vetaría, cómo sería en definitiva la ley que nosotros aprobáramos.
Este proyecto va a ser rechazado en el segundo trámite. No regirá, por lo tanto, la disposición constitucional que impide renovarlo antes de un año, cuando se rechaza en primer trámite. Por eso, estaríamos, como digo, dispuestos a considerar una iniciativa de esa naturaleza previamente acordada.
Pero en este momento, por la desconfianza que tenemos respecto del uso de sus atribuciones que está haciendo todos los días el Gobierno, tenemos que votar en contra.
A mí, personalmente, me hace mucha fuerza el que, también aprovechando resquicios de la ley, se haya prohibido la marcha de los partidos democráticos que debía realizarse hoy en Concepción, y se haya autorizado, en cambio, otra para la cual se pidió permiso después y que no es precisamente una marcha de la Unidad Popular, sino del MIR, que tomó la iniciativa. Así como se aprovechan los resquicios de la ley cuando se trata del derecho de reunión, de una garantía constitucional, con mucho mayor razón se aprovecharían los resquicios de esta ley para finalidades enteramente distintas de las que tenemos en vista.
Voto que no.
El señor CONTRERAS.-
Señor Presidente, en esta Sala siempre se encuentran los argumentos adecuados cuando se trata de justificar la oposición a un proyecto de ley de interés general para el país.
Aquí se ha dicho que no es posible otorgar disposiciones legales que permitirían al Ejecutivo, no sólo contribuir a dar solución a los problemas que aquejan a los pescadores a lo largo del país y a los demás trabajadores que se dedican a faenas relacionadas con la pesca, sino también ayudar al aumento de la producción pesquera, con el propósito de resolver problemas de alimentación de todos los ciudadanos.
Se ha sostenido que no procede aprobar este proyecto de ley por el mal uso que hace el Presidente de la República de las disposiciones legales. Yo me pregunto quién tiene mayoría en este Congreso. Creo que la Oposición tiene mayoría absoluta y que la mayor parte de los proyectos salen a gusto y sabor de la Oposición y no a gusto del Gobierno.
Por otra parte, sabemos perfectamente en qué condiciones se explota nuestra fauna marina. Tenemos cuatro mil kilómetros de costa, entre Punta Arenas y Arica. Por desgracia, en el extremo sur son contadas las industrias que se dedican a la elaboración de productos del mar. La mayoría de nuestros conciudadanos que se dedican a esta faena son precisamente los pescadores artesanales, gente que durante siglos nunca ha recibido una ayuda adecuada para resolver sus problemas, principalmente en lo que se refiere a embarcaciones y a elementos de pesca. Así hemos visto, por ejemplo, cuando hemos llegado a algunos puertos pesqueros, que el 50% o el 60% de las embarcaciones - o el 80%, ¿por qué no decirlo? - son impulsadas a remo, y distan mucho de ser elementos que permitan a esos modestos ciudadanos ganarse la vida en condiciones menos difíciles. Y esos trabajadores ni siquiera reciben una ayuda efectiva de parte de los organismos estatales que intervienen en la explotación de la pesca. Tenemos, por un lado, el INDAP; después, el SAG y, a la vez, la Corporación de Fomento de la Producción. Ha sido materialmente imposible unificar los recursos, económicos de esas instituciones y obtener de ellas una dirección adecuada para coordinar la acción en materia de pesca.
Sabemos lo que ello ha significado a lo largo del territorio. Muchos esfuerzos se ha pretendido hacer, pero jamás han tenido por efecto algo que esté de acuerdo con los intereses de más de treinta mil pescadores artesanales que se debaten en la más tremenda miseria.
Recientemente, la semana pasada, se ha despachado un proyecto de ley que da previsión a los pescadores. ¡Cuántos años han estado bregando, mendigando, de oficina en oficina! ¡En cuántos congresos se ha planteado el problema de la previsión de los pescadores! ¡Treinta años para obtener una previsión que no es precisamente la que los pescadores necesitan! Cuando en una entrevista que se le hizo en la Comisión al Presidente de la Confederación de Pescadores, Guillermo Sáenz, se le preguntó por qué no se incorporaban a la previsión de la Caja de la Marina Mercantes Nacional, contestó: Señores Senadores, este proyecto ya tiene un trámite. No queremos seguir esperando. Hemos esperado treinta años. Dennos cualquier clase de previsión. Esta gente ya entra realmente en el camino de la desesperación.
Y me llama la atención que en estos momentos, cuando se trata de establecer un Ministerio, de crear una herramienta eficaz que unifique los recursos y la acción en esta materia, y de proveer el abastecimiento de la población, aquí se vote negativamente, dando una serie de excusas que realmente no tienen ninguna validez.
Por lo tanto, voto afirmativamente.
El señor CHADWICK.-
Señor Presidente, estoy pareado con don Víctor García; por lo tanto, no voy a votar.
Pero quiero usar el derecho de fundar el voto...
El señor PALMA (Presidente).-
Puede hacerlo Su Señoría.
El señor CHADWICK.-
...para hacer una rectificación a lo dicho por el Honorable señor Bulnes.
Una vez más, se ha citado en esta Corporación una carta privada del señor Presidente del Consejo de Defensa del Estado en que se expresan conceptos perfectamente claros, para desvirtuar el sentido de esa carta.
El señor Novoa, en publicaciones aparecidas en El Mercurio, ha tenido oportunidad de precisar su pensamiento. Cuando él hacía mención a los resquicios legales, se refería a disposiciones aisladas, perfectamente claras, que están en plena vigencia y que permiten al Gobierno tomar una que otra medida de tipo progresista, que eran las mencionadas por el señor Novoa, De manera que no hay ninguna justificación para que se dé a la expresión resquicios legales el alcance que le ha dado el señor Bulnes.
Por eso, protesto de que se siga tergiversando el sentido de un documento privado cuyo alcance no se puede desvirtuar después de las explicaciones del señor Novoa, que nadie se ha atrevido a rectificar públicamente.
No considero buena práctica parlamentaria referirse a personas que no pertenecen a la Corporación y que no pueden defenderse en ella; hacerlas aparecer, mediante alusiones mortificantes, en situación desdorosa, sobre todo cuando son hombres de la alta calidad profesional, moral y personal de don Eduardo Novoa Monreal, que es un profesor universitario ampliamente respetado en América Latina y que goza de la consideración y del aprecio de innumerables profesionales que han trabajado con él. Puedo decir que durante diez años tuve el honor de trabajar con don Eduardo Novoa en el Servicio de Asistencia Judicial del Colegio de Abogados, y nadie me podrá desmentir que allí demostró condiciones morales y éticas excepcionales, verdaderamente ejemplares.
Protesto de que se siga usando, con un propósito mezquino, una carta privada, no destinada a la publicidad, y que se desfigure en términos absolutamente inaceptables.
Quiero decir, además, que no he entendido bien lo que dijo el Honorable señor Bulnes respecto del plazo para renovar esta iniciativa. Tengo a la vista el artículo 47 de la Constitución Política del Estado. El Gobierno podrá renovar esta iniciativa, porque el rechazo del Senado no podría impedirlo.
El señor BULNES SANFUENTES.-
Eso dije.
El señor CHADWICK.-
Por eso expresé que no entendí bien lo que manifestó Su Señoría. Si hubo un malentendido de mi parte, quedan las cosas en su lugar.
Lo único que se hace en esta ocasión es postergar el despacho de un proyecto absolutamente indispensable, que se está esperando en todas partes, porque, como aquí se ha dicho y lo repetiré, es imposible planificar una política de gran alcance respeto de materias complejas si no existe un órgano administrativo que dé unidad a esa política. La Oposición se da el lujo de negar al Gobierno popular la aprobación de este proyecto, que aquél considera indispensable.
Cuando fuimos Oposición, como lo hizo presente el Honorable señor Rodríguez esta tarde, concurrimos con nuestros votos para proporcionar a la Administración pasada los instrumentos que consideraba necesarios; porque no es honesto criticar a un Gobierno si se le impide desarrollar la acción para la cual fue elegido. Constituye un verdadero atentado al sentido democrático y republicano del manejo del Estado, hacer este doble juego, en el que una mayoría del Senado, que califico de ocasional, porque no se mantendrá después de marzo de 1973, impide que se lleven adelante ideas que cuentan con la aprobación y el aplauso de todos los organismos técnico, como lo recordó el señor Ministro de Tierras.
Si hubiera podido votar, me habría pronunciado favorablemente. Ligado como estoy por un pareo con el Honorable señor García, me abstendré de hacerlo.
El señor GUMUCIO.-
Debo manifestar mi extrañeza ante el hecho de que en la Sala se haya terminado discutiendo la iniciativa con un criterio netamente político. La verdad es que el mensaje primitivo del Gobierno era mucho más amplio que el que hoy día estamos discutiendo, pues comprendía materias como transporte marítimo, habilitación de puertos y otras. Sin embargo, el Ejecutivo se avino a eliminar tales aspectos del proyecto, para limitarse fundamentalmente al problema de la pesca. Por esta razón, en la Cámara hubo mayoría para aprobar el proyecto de ley.
La tramitación de la iniciativa en la Comisión tampoco hacía prever que ella se discutiría con el criterio con que ahora lo hace esta Corporación.
En la Comisión, se abstuvieron de votar los Honorable señores Pablo y Carmona, de la Democracia Cristiana, pero no votaron en contra. Y durante la discusión particular dentro del primer informe, los Senadores que constituíamos la minoría aceptamos la mayor parte de las indicaciones formuladas por el Honorable señor Pablo, Presidente de la Comisión. En realidad, ellos redactaron las indicaciones que estimaron pertinentes. Si hubiera existido un criterio tan cerrado de negativa, sencillamente no habría habido necesidad de perder el tiempo formulando indicaciones y rectificando el articulado durante la discusión particular.
Reitero que en la Comisión no prevaleció el criterio político que ahora se observa en la Sala. Más aún: medio en broma y medio en serio, el Presidente de la Comisión, Honorable señor Pablo, le dijo al señor Ministro de Tierras y Colonización que su votación dependería de un entendimiento en lo relativo al poder comprador en Talcahuano, según me parece. Yo entendí que, superado tal problema, por lo menos el Honorable señor Pablo no tendría inconveniente en votar en general y particular la iniciativa.
Algunos señores Senadores se han referido con gran erudición a las distintas especies marinas, materia que me ha interesado profundamente, aunque no soy versado en ellas.
Sin embargo, ¿qué objeciones de fondo se han formulado al proyecto? Se adujo que se otorgarían facultades muy amplias al Ministerio del Mar. Pero Sus Señorías saben que en la actualidad la Dirección de Pesca y Caza cuenta con atribuciones para dar licencias, establecer zonas de veda, otorgar permisos y varias más. En cuanto a INDAP, este organismo depende del Ministerio de Agricultura, el cual debe preocuparse fundamentalmente de todo lo relacionado con el agro y, en consecuencia, no puede planificar la política pesquera. Por otra parte, la DIRINCO tiene facultades para fijar precios y establecer márgenes de comercialización, lo que esta mañana criticó el Honorable señor Prado. Estas atribuciones no se derogan, y ese organismo mantiene su facultad de establecer poderes de compra y el estanco. Además, la Corporación de Fomento tiene un departamento encargado de otorgar créditos para la pesca.
En consecuencia, era lógico coordinar todas estas acciones y agregar algo que nadie podría discutir, y en lo cual han coincidido todos los señores Senadores: la creación de un Instituto de Investigaciones Marítimas y de una Corporación de Fomento de la Pesca.
Tales son los objetivos del proyecto. Por eso, no veo una razón de fondo para atacarlo por las atribuciones que en él se confieren. Si Sus Señorías lo examinan con detención, comprobarán que todas esas facultades siguen vigentes, aunque en distintos organismos. El proyecto se limita a organizar todas esas actividades en una sola entidad, con la ventaja de que ofrece la planificación.
Formulé una indicación para que el Ministerio del Mar pudiera fijar márgenes de comercialización, por estimar que, con un criterio de fomento de la pesca, estaba mucho más capacitado que DIRINCO para hacerlo. Además, la Dirección de Industria y Comercio no solamente debe fijar los precios de los productos del mar sino de muchos otros.
El Honorable señor Prado se refirió esta mañana a las universidades. La verdad es que el hecho de que el Estado desarrolle actividades de investigaciones no significa violar la posibilidad de que, en uso de su autonomía, lo hagan también los planteles de educación superior. Todavía más, entiendo que en la ley de Presupuestos se fijan recursos para subvencionar las investigaciones que realizan las universidades. De modo que plantear que el proyecto significa impedirles desarrollar tal actividad, es, a mi juicio, un concepto errado.
Por tales razones, y después de examinar a fondo la materia, no encuentro motivos esenciales para rechazar el proyecto, fuera de los políticos. Al respecto, el Honorable señor Prado fue bastante franco esta mañana al manifestar que este Gobierno no le merecía confianza y que, por ello, no estaban dispuestos los Senadores de la Democracia Cristiana a proporcionarle ningún nuevo instrumento. A mi juicio, constituye mala práctica plantear juicios de este carácter respecto de un Gobierno, pues las Administraciones pasan para ceder lugar a otras, las que tal vez podrían realizar la misma labor que se pretende entregar al Ministerio del Mar.
Voto que sí.
El señor IRURETA.-
Señor Presidente, las razones por las cuales votaremos en contra del proyecto ya las han dado a conocer otros señores Senadores de la Democracia Cristiana. Por eso, en esta oportunidad deseo referirme un poco más extensamente al diálogo que tuvimos esta mañana con el Honorable señor Rodríguez referente a la política naviera del Gobierno pasado, y en el cual el señor Senador reconoció, de paso, después de mis objeciones banderilleras, como las calificó despectivamente, que la Administración del ex Presidente Frei podría haber adquirido uno o dos barcos para nuestra marina mercante nacional.
El Honorable señor Rodríguez sostuvo que el Gobierno del señor Allende había recibido un tonelaje estancado, lo cual no es efectivo. Y deploro no disponer de más tiempo para dar a conocer la versión que corresponde, según los datos oficiales que tengo a la mano.
En 1964, el tonelaje de nuestra marina mercante era de 350 mil 256 toneladas, y al llegar a 1970 ya ascendía a 539 mil 842 toneladas. Hay, pues, entre 1964 y 1970 un aumento de 189 mil 842 toneladas en la capacidad de nuestra flota mercante nacional. Parte de esa aumento en tonelaje son los barcos Loa y Longaví, de la Compañía Sudamericana de Vapores; el Antártico, de la Interoceánica; Polo Sur, de la Transportadora Marítima Chilena, y el Cordillerana, de la Empresa Transmares Naviera Chilena.
Pero el crecimiento experimentado hasta 1970 siguió aumentando después gracias a los contratos de construcción y compra, encargados directamente por el Estado o por empresas navieras nacionales, durante el período democratacristiano. Prueba de ello es que durante el año 1970 se incorporaron al servicio nacional los siguientes nuevos barcos:
Empresa Marítima del Estado: sus graneleros de quince mil quinientas toneladas cada uno (Lagos Riñihue, Llanquihue, Puyehue, Lanalhue, Margue, Hualaique), y un barco frigorífico de mil novecientas toneladas.
Sociedad Anónima de Navegación Petrolera: un petrolero metalero de 68 mil toneladas.
Compañía Sudamericana de Vapores: el Limarí y el Laja, de 13 mil toneladas cada uno.
Empresa Ultragas: un petrolero de cinco mil quinientas toneladas.
Finalmente, en 1972, acaba de llegar al país, con gran propaganda publicitaria del Gobierno del señor Allende, el Tren Naval, encargado y contratado también en nuestro Gobierno, y que tiene una capacidad de arrastre de 40 mil toneladas. El Tren Naval consiste en un sistema de remolcadores y barcazas que cubrirá las necesidades de transporte del litoral nacional. En consecuencia, si a las 189 mil 842 toneladas de aumento de nuestra flota mercante nacional, logradas hasta 1970, agregamos las 40 mil toneladas de capacidad de arrastre del Tren Naval recién llegado, resulta un aumento, gracias a la política naviera del Gobierno del señor Frei, de 229 mil 842 toneladas, en seis años.
Esos son los hechos. Más allá de las palabras, constituyen realidades que es injusto e inútil desconocer. Trescientas cincuenta mil doscientos cincuenta y seis toneladas en 1964. Quinientas setenta y nueve mil ochocientas cuarenta y dos toneladas, gracias a la política naviera del Gobierno democratacristiano.
Es justo agregar también que durante la Administración pasada se registró una importante pérdida de tonelaje por siniestros, vejez, o ventas, las que debieron ser reabsorbidas. En efecto, en 1968 se incendió la motonave Austral, de 9 mil 670 toneladas, y en 1969 naufragó el metalero Santa Fe, de 12 mil 322 toneladas, y se dio de baja al vapor Tornagaleones, de 5 mil toneladas, que tenía 38 años de actividad. Además, se autorizó la venta del buque-tanque Sonap, de 16 mil 500 toneladas, y de la motonave San Fernando, de 700 toneladas, con 14 y 13 años de actividad, respectivamente. Este tonelaje dado de baja por las diversas causas ya indicadas suma 44.282 toneladas. En consecuencia, la conclusión indesmentible es que por aumento y reposición de tonelaje, la Administración anterior incorporó, en total, 274 mil 124 toneladas a la flota mercante nacional.
Pero no es eso todo lo que hizo el Gobierno del señor Frei en materia de política naviera. Medidas de largo aliento dieron respaldo a nuestra marina mercante. Por eso, se la favoreció con el draw-back, que tanto atacaron los Senadores que hoy son Gobierno, pero que no se han atrevido a suprimir. Otras medidas, como la reserva de carga fiscal para las empresas navieras nacionales, el equipamiento de puertos, la celebración de convenios internacionales y el arrendamiento de naves, reforzaron la política democratacristiana en materia de fletes navieros. Y a propósito de convenios internacionales, tenemos los que suscribió la Administración pasada en el seno de la ALALC, según los cuales se reservaba a los barcos nacionales el 50% de la carga, y que en los últimos días inclusive han provocado críticas airadas de sectores del Gobierno norteamericano.
Hace tiempo, al comienzo de esta gestión presidencial, dijimos que, en definitiva, un Gobierno es juzgado por su pueblo, no tanto por sus intenciones como por su conducta práctica, no tanto por sus programas o planes como por sus resultados. Y por eso, en materia naviera, como en cualquiera otra, las comparaciones entre esta Administración y la anterior son demoledoras para el señor Allende.
A los miles de toneladas de palabras del Gobierno allendista, respondemos con los miles de toneladas de nuevos barcos que hoy sirven a Chile, gracias a la Democracia Cristiana.
Voto que no.
El señor VALENTE.-
¡El Presidente Allende se encontró con una operación pendiente muy sospechosa referente a la adquisición de un barco metalero!
El señor IRURETA.-
¡Con esa compra habríamos aumentado el tonelaje! ¡Lo único sospechoso fue haber suspendido la operación! ¡No ha habido Gobierno más corrompido y deshonesto que éste!
El señor VALENTE.-
¡En materia de corrupción, Sus Señorías llevan la bandera!
El señor LUENGO.-
Lamento bastante que al votar en general un proyecto de la naturaleza del que hemos estado discutiendo, y respecto del cual se han dado tantas informaciones de orden técnico, porque la intervención del señor Ministro de Tierras en este sentido fue muy completa, la mayoría del Senado se pronuncie por su rechazo. Y ello ocurre no obstante que durante los catorce meses en que se discutió la iniciativa en la Cámara de Diputados, la unanimidad de los parlamentarios le dio su aprobación.
Tengo a la mano - desgraciadamente, no dispongo de tiempo para leerlas - algunas intervenciones de los señores Diputados de distintas tiendas políticas. Por la Democracia Cristiana participó el señor Lavanderos y también el señor Barrionuevo. En nombre del Partido Nacional lo hizo el señor Monckeberg, quien realizó un elogioso comentario sobre el proyecto. También intervino el Diputado señor Lorca y diversos otros pertenecientes a todos los sectores, los cuales se mostraron partidarios de la iniciativa.
En la Cámara se conocieron los informes de la Universidad Católica de Valparaíso, ampliamente favorables al proyecto, como tuvo oportunidad de demostrarlo palmariamente el Ministro de Tierras, compañero Humberto Mariones.
Hay consenso unánime en todos los sectores del país que alguna vinculación tienen con la pesca en que es indispensable la creación del Ministerio del Mar, porque permitirá dar al país un nuevo sueldo. Sin embargo, aquí, por cuestiones de orden político, porque fundamentalmente ésa es la razón, se rechaza la iniciativa.
Debo recalcar, como lo hizo también el Honorable señor Gumucio, que, por lo menos, el Honorable señor Prado tuvo esta mañana la franqueza de afirmar que ellos, por motivos de índole política, votarían en contra del proyecto. A mi juicio, este episodio es lamentable, y creo que la opinión pública nunca podrá entender cómo un proyecto de esta índole, que cuenta con tantas opiniones favorables, lo rechaza en definitiva, en su segundo trámite, una mayoría del Congreso, después de haber sido aprobado por unanimidad durante su primer trámite.
Se han formulado una serie de observaciones de carácter particular al proyecto, pero por alguna razón el Reglamento establece dos trámites internos en cada trámite constitucional: un primero y un segundo informes. En el segundo se presenta toda clase de indicaciones para mejorar los proyectos. En el estudio en Comisiones pueden aprobarse las indicaciones, introducir modificaciones, en fin, puede hacerse cualquier cosa tendiente a mejorar efectivamente las iniciativas de ley. Eso es lo que hacemos continuamente. En consecuencia, de no haber un afán obstruccionista, debería aprobarse en general este proyecto, porque en el segundo informe - máxime cuando hay una inmensa mayoría opositora que puede aprobar las disposiciones en los términos que ella estime convenientes - podría rectificarse esta iniciativa. Pero eso no se ha hecho ahora.
Me parece que no está de más reiterar otra vez que cuando fuimos Oposición nuestra actitud fue distinta de la que hoy asume la Democracia Cristiana. Aquí se ha recordado el caso de la reforma agraria, en la cual tuvimos activa participación, y ayudamos a que saliera adelante esa iniciativa. Igualmente, cuando se discutió el proyecto que creaba el Ministerio de la Vivienda y Urbanismo, al cual se han referido otros Honorables colegas, dijimos al señor Ministro de la época que ese organismo iba a crear muchas hijuelas pagadoras. Esas fueron las palabras que yo usé, pues el Gobierno en esa oportunidad planteaba que el Ministerio que se creaba pudiera fijar todos los años su planta, de manera que ésta no terminaría nunca e iría creciendo cada año. Pues bien, el Ministro señor Collados finalmente aceptó que se modificara la planta sólo una vez cada dos años. Así, nosotros le dimos nuestra aprobación. El señor Collados tuvo palabras de agradecimientos para la Oposición cuando terminó de discutirse el proyecto. Nosotros, teníamos muchas observaciones que formular al respecto; pero, finalmente, aprobamos la iniciativa, porque la considerábamos un instrumento - a pesar de las muchas críticas que nos merecía - necesario para poder impulsar un poco más la política de la vivienda, lo que, por desgracia, no se hizo. Entiendo que ese Ministerio tiene más de cinco mil o seis mil funcionarios. Sin embargo, se ha hecho cuestión de la creación del Ministerio del Mar...
El señor PALMA (Presidente).-
Ha terminado su tiempo, señor Senador.
El señor LUENGO.-
Perdóneme, señor Presidente. Su Señoría ha sido un poco largo de manga con otros Honorables colegas, de modo que le ruego que me permita un minuto más.
Este proyecto cuesta 25 millones más de lo que actualmente se ha presupuestado para financiar los diferentes organismos que ahora se refundirían en el Ministerio del Mar. No se trata, entonces, de una suma exagerada. Es una pequeña cantidad. El señor Ministro proporcionó cifras concretas, y dijo: Vamos a nombrar 110 nuevos funcionarios. No son miles, como ocurrió con el Ministerio de la Vivienda. Son sólo 110. Sin embargo, a pesar de ello, la Derecha y la Democracia Cristiana se niegan a aprobarlo.
Me parece que la historia tendrá que señalar a estos partidos que han actuado en forma mezquina frente a un proyecto de cuya necesidad existe conciencia nacional, porque con este instrumento podríamos impulsar más el desarrollo económico social de Chile.
Voto por la afirmativa.
El señor NOEMI.-
A mí me bastaría, para votar como lo haré, con los argumentos que escuché a distintos Senadores de la Democracia Cristiana. Pero no dejaré pasar esta oportunidad sin rechazar los términos del Honorable señor Luengo en el sentido de que habría mezquindad de nuestra parte al votar negativamente esta iniciativa. Igualmente, debo rechazar las palabras del Honorable señor Rodríguez, que ha manifestado que nosotros tenemos sólo un propósito obstruccionista muy diferente de la actitud que habrían tenido ellos durante el Gobierno anterior. Para abonar esta afirmación, traen a la memoria lo sucedido con los proyectos de reforma agraria y sobre el Ministerio de la Vivienda y Urbanismo.
Pues bien, así al pasar podría responder a los señores Senadores que nosotros no hablamos de no dar la sal ni el agua.
El Presidente Frei fue elegido por mayoría absoluta, de modo que no requería la ratificación del Congreso Pleno para ser designado. El Partido Socialista ni siquiera concurrió a la sesión en que el Poder Legislativo proclamó Presidente a Eduardo Frei. En cambio, nosotros no sólo concurrimos al Congreso, sino que ratificamos al Presidente Allende, puesto que no había obtenido la mayoría absoluta y necesitaba la aprobación de este Poder. Y ahí estuvimos todos los parlamentarios democratacristianos. No hubo un solo voto nuestro en contra de la ratificación.
Más adelante, con motivo del proyecto de nacionalización del cobre, que es el de más envergadura presentado por este Gobierno, también dimos nuestra cooperación. Así como los Senadores ahora de Gobierno no podían, de manera alguna, votar en contra de la reforma agraria propuesta por la Administración anterior, con la cual abríamos un camino para poner en pie a los campesinos y entregarles la tierra para que fueran los propietarios de ella, nosotros tampoco podíamos negarnos a la nacionalización del cobre, no obstante existir una nacionalización pactada que nos daba el 51% de las acciones y que habíamos mejorado después nuestra posición con el sobreprecio del metal, en el cual Chile participaba en el 88% de las utilidades por este concepto. Por aquello de la soberanía nacional, estimábamos justo apoyar esa iniciativa. Y no sólo la apoyamos, sino que, incluso, la mejoramos. Sus Señorías oyeron nuestras intervenciones, las que, muchas veces, merecieron felicitaciones del Ministro de Minería de este Gobierno. En consecuencia, no ha habido de nuestra parte una actitud tan diferente.
Ahora, ¿por qué razón votaré en contra de este proyecto, además de las expuestas por otros Senadores democratacristianos? Lo haré por el factor humano. Yo, como el Honorable señor Rodríguez y otros señores Senadores, estuve hace un mes y medio en un congreso de pescadores artesanales celebrado en Coquimbo. He visto cómo, realmente, los pescadores manifiestan su intranquilidad por el hecho de que sus productos se pagan mal. Es plausible el propósito del Gobierno de entregarlos a la población a bajo precio; pero no puede lograrse esto a costas del sacrificio de esos trabajadores. Los pescadores no tienen redes, repuestos, motores para sus embarcaciones; pero tenían que vender sus productos a menos del costo en los terminales pesqueros.
Ellos están totalmente de acuerdo en que exista un poder comprador; pero un poder comprador pluralista, libre, no para que se les estén controlando los precios y ellos sufran las consecuencias.
Por eso, atendiendo a la posición de los pescadores, atendiendo al factor humano, a estas personas que han dicho no tener inconveniente en que se estructure un organismo dependiente del Ministerio del Trabajo, una subsecretaría a ellos no les importa el nombre, en fin un organismo que planifique, coordine y oriente todo lo relativo al mar, como se dice en este proyecto, yo lo votaré negativamente. Lo hago atendiendo a lo que quieren estos trabajadores, en cuya posición estoy, naturalmente, después de haberlos escuchado durante las largas reuniones que tuvieron en ese congreso. Ellos desean que no se desconozcan sus organizaciones cooperativas y las demás que mantienen. Por eso, como esto no se aclara suficientemente en la iniciativa en estudio ni nadie lo ha refutado luego de la intervención del Honorable señor Pablo, y sin perjuicio de las demás razones expuestas por los Senadores de mi partido; en fin, teniendo en vista el problema humano a que me refería denantes porque los pescadores, como he tenido oportunidad de verlo, no desean que se estatifique su actividad ni ser dependientes del Gobierno a través de este Ministerio, voto en contra del proyecto.
El señor OCHAGAVIA.-
Deseo intervenir para refutar lo que aquí se afirmó, en el sentido de que habría una inconsecuencia en la votación de los parlamentarios nacionales en la Cámara y en el Senado.
Deseo reiterar nuestra posición de respaldo al proyecto, y, más que eso, de promoción de todo cuanto implique el desarrollo de una política que nos permita aprovechar los grandes recursos marítimos, de parte de los Senadores de estas bancas.
Nosotros pensamos que el crecimiento, el desarrollo y el futuro de la nación están íntimamente ligados a las enormes riquezas que encierra el océano. Estimamos que el país tiene que abrirse en su geografía estrecha en lo terrestre, hacia la inmensidad del mar, que puede darnos inmensos recursos.
Aquí se ha hecho una afirmación que no corresponde a la realidad. Se ha dicho que la Oposición es mayoría en el Congreso, de manera que las leyes se despachan de acuerdo con el criterio de dicha mayoría. No quisiera que la opinión pública pudiese engañarse con una información tan falsa como ésta. El Ejecutivo, con un tercio de los parlamentarios, puede imponer su criterio. Sabemos que, de hecho, como el Gobierno tiene más de un tercio de los votos, en definitiva frustra cualquier intento de la Oposición de modificar los proyectos conforme a su criterio.
Ahora, en cuanto al proyecto en debate, es efectivo que el DiputadoMonckeberg, al igual que otros Diputados nacionales, dieron una contribución positiva.
Nosotros tenemos estudios importantes en cuanto a las posibilidades de obtener del mar las proteínas necesarias para enriquecer la alimentación, como una forma de entregar a la juventud lo que requiere para su adecuado desarrollo. Igualmente, tenemos estudios concretos para el aprovechamiento integral de nuestra riqueza marina, y estamos dispuestos a que los aproveche este Gobierno o cualquiera otro, porque, antes que actuar movidos por una posición política, lo hacemos guiados por una de orden patriótico. Sin embargo, ¿qué ocurre? Que este Gobierno, por desgracia, demostrando su incapacidad y su sectarismo, impide que ello se haga efectivo. Y esto lo digo al Senado con alguna responsabilidad, porque represento una zona rica en productos del mar. Así, por ejemplo, puedo señalar que en Chiloé existen cinco fábricas de conservas de mariscos, ubicadas en Quellón. Pues bien, sucede que estas fábricas están paralizadas, destruyéndose, por la incapacidad de estos hombres nuevos, que les han impedido funcionar. Son cuatro mil las familias de Chiloé, entre extractores y trabajadores de las industrias, las que en estos momentos están sufriendo las consecuencias. Mientras tanto, el país ve largas colas para abastecerse de alimentos.
No considero serio que se planteen slogans políticos referentes al sueldo de Chile, en circunstancias de que en estos momentos el país está produciendo menos cobre y de que, por la ineficacia, la incapacidad y el sectarismo con que se explotan nuestros minerales cupríferos, ahora se producirán pérdidas en una actividad que antes era nuestra principal fuente de entradas.
Tampoco encuentro serio hablar de un gran proceso de reforma agraria en circunstancias de que el país está hipotecando su independencia económica al tener que importar más de 450 millones de dólares en alimentos que Chile podría producir.
Pero resulta que en este proyecto, como en todo orden de cosas, el Gobierno insiste en su tesis sectaria, monopolista, estatista, pretendiendo colocar bajo su dominación a todos los hombres que podrían explotar y desarrollar los enormes recursos que tiene nuestro mar.
¿Qué quiere el Estado? Impedir que ese aprovechamiento se concrete y tomar el control de esta actividad, a pesar de su incapacidad y su ineficiencia, como ha quedado demostrado en Quellón. En Chiloé hay órdenes que impiden el traslado de mariscos al centro y norte del país, en circunstancias de que en estos instantes en Santiago no tenemos qué comer.
Yo pregunto a los señores Senadores y a quien iba a ser Ministro del Mar, que hacía aquí toda una parodia al levantarse de su asiento y proferir que seguiría explotando las riquezas marinas de nuestro país: ¿Por qué no se hace algo concreto, de buen sentido? ¿Por qué no se permite trabajar libremente a los pescadores, sin obligarlos a entregar sus productos a un organismo estatal para qué se les entreguen elementos de trabajo? ¿Por qué existe esta presión? ¿Por qué se persigue a los intermediarios, en circunstancias de que éstos cumplen una función muy importante, para entregar los productos al público?
Actualmente se botan cientos de cajas de mariscos en el terminal pesquero de la CORFO. El Honorable señor Luengo puede ir a comprobarlo mañana mismo. ¿Por qué? Por la incapacidad de este Gobierno.
Aquí estamos planteando una posición seria, no una posición demagógica. Estamos dispuestos - y lo reitero - a despachar una ley que realmente permita el aprovechamiento de los recursos del mar, pero en la medida en que podamos hacer valer nuestra opinión, que, por desgracia, no podemos hacer valer ahora.
En seguida, en cuanto a la carta del señor Novoa, resulta que el Gobierno no sólo le está torciendo la nariz a la ley a través de actitudes como la de este señor, sino también del Ministro de Economía y del de Agricultura. Simplemente, lo que le interesa al Gobierno es apoderarse del control de la economía para poder, en seguida, apoderarse del control político de todos los ciudadanos.
El señor LUENGO.-
¿Hasta qué hora hablará el señor Ochagavía?
El señor OCHAGAVÍA.-
Por estas razones, los Senadores nacionales votaremos en contra del proyecto en estudio.
El señor LUENGO.-
No hubo acuerdo para prorrogar la hora, de manera que reclamo la aplicación del Reglamento, para que el Honorable colega se atenga a él.
El señor PALMA (Presidente).-
Con el Honorable señor Ochagavía se ha seguido el mismo criterio que con Su Señoría.
El señor LUENGO.-
Yo me pasé sólo un minuto de los cinco que me correspondían.
El señor PALMA (Presidente).-
Su Señoría habló siete minutos.
El señor PRADO.-
Varias veces se ha repetido aquí que en el debate de la mañana de hoy yo habría expresado una razón de tipo político en torno del proyecto. Es así, pero reclamo el derecho a que las cosas se digan como corresponde. Cuando uno afirma eso, lo hace con un sentido muy claro; y creo que fui bastante explícito en la mañana.
Político sí, en el sentido de que la Democracia Cristiana no se siente obligada a tomar responsabilidad frente a un articulado que crea un Ministerio cuya concepción y estructura no nos permiten considerarlo como respuesta adecuada al problema que está planteado en relación con el mar.
Partimos haciendo objeciones muy concretas a la actual política de este Ministerio. Partimos objetando todo el problema de los barcos pesqueros soviéticos. Sin embargo, se nos dieron respuestas bastante inadecuadas, porque citamos no opiniones nuestras, sino la de expertos de la FAO y de otros organismos internacionales contratados por este Gobierno.
En relación con este proyecto, también quiero dejar constancia de otro hecho. El señor Ministro y el Honorable señor Luengo, con demasiada ligereza, por desgracia, han dicho que la Universidad Católica y la Escuela de Pesquería no han hecho más que expresar loas en relación con este proyecto. No es así. Tengo en mi mano el mismo legajo de documentos que tenía el señor Ministro, y también el informe de la Escuela de Pesquería y Alimentación de la Universidad Católica de Valparaíso. Y resulta que lo dicho por la Rectoría de la Universidad Católica, como lo expresado por la Escuela de Pesquería y lo que digo yo - partí diciéndolo en la mañana - es que nosotros somos partidarios de que haya una buena estructura, un buen Ministerio o una buena Subsecretaría.
Tengo en mi poder las observaciones que hizo la Escuela de Pesquería, y resulta que cambia totalmente el panorama cuando se refiere concretamente a este proyecto. Por ejemplo, dice que carece de una visión en este sentido; en un sentido muy crítico que plantean. Textualmente afirma lo siguiente: Plantea una instrumentalización para abordar problemas presentes de corto plazo que en la actualidad hacen crisis, en solo dos campos específicos. No se abre concretamente hacia el futuro en una captación del problema del mar. No señala tampoco una integración e interacción con otras actividades. Se optó por reordenar las diferentes funciones y actividades en una Dirección Nacional de Pesca y en tres Empresas Autónomas en las que se incorporan distintos servicios, pero no hay un planteamiento sólido frente, a otras instituciones y organismos que realizan tareas importantes en el sector, en educación, capacitación, organización, investigación y comercialización.
Se refiere después a un aspecto muy importante: la investigación, que constituye una de las objeciones serias, porque este proyecto pretende dar una tutoría al Estado, a través de este Ministerio, de toda la acción de investigación relativa al mar.
El señor LUENGO.-
¡No respecto de las Universidades!
El señor PRADO.-
Incluidas las Universidades. Esta es una observación de la Universidad Católica y de la Escuela de Pesquería. No la estoy inventando yo.
Agrega más adelante:
Adquiere un enorme poder - se refiere al Ministerio del Mar - coordinador, orientador y ejecutor de todas las investigaciones científicas y tecnológicas que se realicen en el país, con excepción de Conicyt. Nos parece una inaceptable disposición.
El señor LUENGO.-
Usted no ha leído el informe.
El señor PRADO.-
Usted no lo ha estudiado, señor Senador.
Entonces, yo no admito que se majaderee, como lo está haciendo el Honorable señor Luengo, porque no conoce el proyecto y, simplemente, se siente en la obligación de defender algo que es malo.
Este es un mal proyecto. Trataré de resumir por qué lo es. Porque quiere concentrar poder. Porque quiere centralizarlo todo. Porque quiere fijar un esquema de centralización comercial, subordinando a todos los pescadores artesanales. Porque quiere concentrar toda la investigación, o por lo menos orientarla. Porque quiere concentrar todo lo relativo a becas y subvenciones sobre la materia, todo lo cual quedará subordinado a ese Ministerio, según el articulado.
Se nos ha preguntado por qué razón no arreglamos el proyecto. ¡Porque habríamos tenido que despedazarlo entero! Y por una razón de trámite, de proceso: porque para poder mejorar el proyecto en relación con las críticas que hemos hecho, habríamos tenido que agregar sectores en distintos organismos. Y al Presidente de la República le basta, como lo ha hecho otras veces, con suprimir tales normas a través de un veto supresivo, respecto del cual no podemos insistir porque necesitamos dos tercios del Senado y de la Cámara, y no los tenemos.
Así que no nos veamos la suerte entre gitanos. Este es un mal proyecto.
Tampoco es válida la observación del Honorable señor Gumucio - esta es la última cuestión que abordaré - en el sentido de que estas facultades están contenidas en distintos servicios. Lo están en parte, y para el ámbito del respectivo servicio. Pero en el contexto de un solo Ministerio, que define lo que son actividades pesqueras y que las sujeta por completo a las disposiciones de este Ministerio, significa crear un superpoder estatizante que no estamos dispuestos a aceptar.
Por estas consideraciones, hemos sido francos al decir que éstas son razones políticas. Son razones de fondo de responsabilidad política de un partido.
Por eso, voto negativamente.
El señor RODRIGUEZ.-
Voto que sí.
Ya fundé largamente mi posición.
El señor VALENTE.-
Quiero dar a conocer al Senado una declaración que recibí hace un momento de la Federación de Sindicatos Profesionales de Pescadores de Chile. Dice así:
La Federación de Sindicatos Profesionales de Tripulantes Pesqueros de Chile, declara a la opinión pública, a los trabajadores de la ciudad y del campo: conocidos los antecedentes de los que en el día de hoy nos hemos impuesto en la Sala de Sesiones del Honorable Senado, donde se discutió el proyecto presentado por el Ejecutivo para la creación del Ministerio del Mar; y conocida la opinión de los Senadores del P. D. C. y la Derecha, esta Federación declara su más resuelto y decidido apoyo al proyecto mencionado del que somos parte interesada como trabajadores conscientes, responsables y con un alto espíritu patriótico. Y de la finalidad básica en lo que significa sacar adelante del atraso y la postergación a las industrias pesqueras del país.
Nuestra Federación, representada por una delegación de dirigentes zonales de los puertos de Coquimbo, Valparaíso, San Antonio y Talcahuano, quienes escuchamos personalmente los planteamientos de los Senadores de Oposición en contra del proyecto referido. Por mandato de nuestras bases es que rechazamos enérgica y categóricamente la oposición de los Senadores D.C. y de Derecha, al mismo tiempo solicitamos que reconsideren su determinación de no legislar en favor de una de nuestras más altas aspiraciones, por las cuales luchamos y lo seguiremos haciendo.
Firman la declaración los señores Hugo Maturana González, presidente; Nelson Ascencio Pardo, secretario; José Figueroa Pincheira, por la zonal norte; Gregorio Donaire Toro, por la zonal centro; Genaro Freire Matamala, por la zonal sur, y Carlos Pérez Molina, presidente de los tripulantes de Talcahuano, y está fechada hoy día.
Creo que ésta es una demostración de que los trabajadores del país, especialmente los marítimos, portuarios, pescadores, tripulantes, vibran con este proyecto y están de acuerdo con él, porque realmente es una iniciativa que merecía el apoyo del Senado, por las razones que dimos a conocer en nuestra intervención en la mañana de hoy.
Sin embargo, creo que las especiosas argumentaciones que se han hecho hoy día en esta Sala no justifican la actitud de los parlamentarios de Oposición, porque, a nuestro juicio, han cometido un error, cegados por su oposición intransigente, mantenida a ultranza en contra del Gobierno de la Unidad Popular.
Hemos escuchado a los Senadores de la Derecha decir que no confían en este Gobierno. ¡En buena hora la Derecha no confía en este Gobierno! Es una desconfianza recíproca la que tenemos. Lo que les duele a ellos y a algunos sectores de la Democracia Cristiana que desgraciadamente apoyan esa política de autodefensa o de defensa intransigente de privilegios, es el cumplimiento del programa de la Unidad Popular que el Gobierno está llevando adelante para terminar con la influencia del capital monopolista extranjero en nuestra economía, para liquidar la influencia y los privilegios de estos filibusteros de las finanzas nacionales, para terminar con esa odiosa lacra que tanto ha perjudicado a Chile: el latifundio.
Vamos a seguir cumpliendo el programa de la Unidad Popular.
La Derecha económica no para mientes. Es capaz de arrastrar el país hasta a una aventura de tipo golpista, con el ánimo de defender sus intereses. Pero contra esa actividad y la de sus cómplices está la firme decisión de los trabajadores del país de defender a su Gobierno y el programa que estamos cumpliendo.
Se ha dicho que hay desconfianza en el Gobierno por parte de las fuerzas populares. No es así. Hay problemas. Sabemos que los hay, que existe desabastecimiento y que el alza de precios ha influido en los presupuestos de los hogares proletarios. El reajuste va a compensar esta situación. Pero, por sobre todas las cosas, en el ánimo de la inmensa mayoría de los trabajadores del país está la resolución de apoyar a este Gobierno, porque se sienten interpretados por las medidas adoptadas; porque el programa que estamos cumpliendo ha sido elaborado con la participación de los propios trabajadores.
Por esta razón, el episodio de esta tarde en el Senado es bastante penoso. Van a cargar con la culpa los Senadores que han votado en contra del proyecto. Veremos la forma de presentar otra iniciativa. Pero de alguna manera, como lo expresó el señor Ministro de Tierras, cumpliremos la idea del Gobierno de impulsar el desarrollo de nuestras riquezas marítimas y lacustres. Seremos inflexibles para imponer, con la participación de los trabajadores, esa política, que no es en beneficio de un Gobierno, sino de todo el país y de los trabajadores que laboran en esta importante actividad nacional.
El señor PABLO.-
En sus palabras finales, el señor Ministro de Tierras...
El señor CHADWICK.-
Que no está presente en la Sala.
El señor PABLO.-
... dejó en claro lo que hemos sostenido nosotros, en el sentido de que con ley o sin ella dicho Secretario de Estado puede seguir trabajando a favor de los sectores marítimos. Pero le advertimos sí que entendemos que eso se hará dentro de las estructuras actuales, porque si sus palabras significan alguna amenaza velada sobre la validez de los resquicios legales, más allá de la ley, el señor Ministro puede tener la seguridad de que estaremos llamándolo a terreno y haciéndole reconocer el cumplimiento de la ley.
Por otro lado, quiero responder al Honorable señor Gumucio, quien ha sostenido que a última hora hemos adoptado actitudes de este tipo. Quiero expresar que en el informe consta que, al abstenernos, dejamos constancia de que nos interesaba convenir previamente con el señor Ministro particularmente lo relativo al problema del sector artesanal y ver en qué medida podríamos encontrar soluciones frente a esta concepción estatista que se quiere aplicar a toda la actividad pesquera.
Aquí no se trata de atentar contra los privilegios de filibusteros o imperialistas. Se trata de que ese problema afecta a lo largo de todo el litoral a hombres de cualquier filiación política. Nunca hemos preguntado a qué tienda política pertenecen. Han sido comunistas, socialistas, hombres que permanentemente han votado por el señor Allende o por los partidos de la Unidad Popular. Sus dirigentes, con quienes he conversado personalmente los he visitado en sus caletas y me han recibido en sus casas, me manifestaron que están en contra de este afán estatizante del comercio que se pretende aplicar, porque por un lado se les fijan precios que no corresponden al costo de la vida, sin tomar en cuenta los insumos, que deben pagar con un recargo de 200 % o 300%, y por otro se los obliga a entregar sus mercaderías a un solo comprador, en circunstancias de que se tiene conciencia de que ese poder comprador no las puede absorber en su totalidad. Ellos se encuentran ante la persecución y la actitud intransigente de caudillos y de parcelas políticas que lo único que buscan, a la postre, es el mejoramiento personal. Porque en esos sectores no solamente hay funcionarios, que son muchas veces los que esta tarde han aplaudido aquí; funcionarios que están rodeando permanentemente al señor Ministro: particularmente los candidatos a ser funcionarios, los pescadores que se van a quedar en tierra, no los pescadores que se van a trabajar al mar. Esos son los que rodean al señor Ministro.
Concurrí a un sindicato que estaba en una sesión plena, como el de Cocholhue. El señor Ministro me ha dicho esta mañana que también tenía informes de que se habían reunido al lado de un regidor comunista. Hablé con ellos, y expresaron actuar sin ningún sentido partidista, de ninguna especie. Por esa razón debo pensar que esa gente está expresando su sentimiento y sus puntos de vista en forma derecha, tal como lo sienten. Así creo que sucede a lo largo de todo el litoral en este país, que yo he visitado muchísimo.
Por otro lado, reitero que nosotros queríamos un proyecto convenido con el Gobierno. Se lo dijimos en la Comisión y fuera de ella. Y en el mes de marzo, cuando junto con el Senador señor Reyes y un grupo de personas más, fuimos a hablar con el señor Ministro para plantearle, en nombre del Partido Demócrata Cristiano, este mismo problema relacionado con lo que estaba sucediendo en el litoral, le dijimos: Cuidado, señor Ministro, con el proyecto del Ministerio del Mar. Esto no va a pasar si a esa gente no se le da tranquilidad.
Este proyecto constituye una improvisación, como lo dije esta mañana. Y aquí se nos dice que estamos negando, en alguna medida, la sal y el agua al Gobierno. Recuerdo que nosotros también fuimos Gobierno. ¿Qué pasó con las consejerías de promoción popular? ¿Qué pasó con los proyectos siderúrgicos del Gobierno de la época, que tuvieron que ser retirados porque iban a ser votados en contra durante una legislatura extraordinaria? ¿Qué pasó con una serie de iniciativas rechazadas en general?
El señor LUENGO.-
¡Entregaban a los particulares la siderurgia de Chile!
El señor PABLO.-
Lo que me da pena es escuchar permanentemente al Honorable señor Luengo hablar de cosas que no sabe, porque no tiene idea de ellas.
El señor LUENGO.-
Lo recuerdo muy bien.
El señor PABLO.-
Aquí, señores Senadores, se ha hecho hincapié en el caso concreto de un barco metalero cuya adquisición habría significado elevar la capacidad de nuestra flota pesquera a más de 700 mil toneladas. Y si hoy se tuviera que comprar esa nave, cuya adquisición estaba contratada por el Gobierno anterior mediante un crédito externo, debería pagarse tres veces el valor de esa época. ¡Y éstos son los que desean fomentar la industria metalera! Y fuera de las injurias y diatribas contra los hombres del Gobierno pasado, no pudieron comprobar nada, y sólo causaron perjuicios al país.
Permanentemente los hemos ayudado, tal vez mucho más allá de lo que ellos se imaginaron que podríamos hacerlo. En primer lugar, los ayudamos a que fueran Gobierno, porque no ganaron en las calles, sino aquí en el Congreso. Fueron nuestros votos los que los hicieron Gobierno. En segundo lugar, los hemos ayudado a cumplir gran parte de su programa. Pero, frente a la permanente intransigencia y a la actitud realmente agresiva, ¿qué quieren? ¿Qué contestemos con florcitas en el ojal?
Creo que llegó el momento de decirnos las cosas tal como son. En este país están sucediendo cosas muy graves y serias por la intransigencia de un Gobierno que cree que la democracia consiste en respetar a las minorías y no a las mayorías. Porque mediante el régimen presidencial pueden mandar y están usando la ley para arrasar realmente con el sentir de las grandes mayorías nacionales. Pero no pasarán, no sólo en el verbalismo. Porque cuando veamos este cuadro y empiece a caer el telón, si no hay rectificaciones, mucho temo que las actitudes de intransigencia de los hombres de Gobierno de hoy nos conduzcan a males mayores, que queremos evitar a toda costa desde hace muchos años, desde que nacimos a la vida política.
Se rechaza el proyecto (15 votos contra 5 y 2 pareos).
Aguirre Doolan, Bulnes Sanfuentes, Carmona, Gormaz, Irureta, Morales Adriasola, Moreno, Noemi, Ochagavía, Pablo, Palma, Papic, Prado, Reyes y Valenzuela.
Contreras, Gumucio, Luengo, Rodríguez y Valente.
No votaron, por estar pareados, los Honorables señores Chadwick y Foncea.
El señor PALMA (Presidente).-
Rechazado en general el proyecto.
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