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- rdf:value = " El señor PAPIC (Vicepresidente).-
Está en discusión general el proyecto, y el Honorable señor Gumucio fue aludido.
Tiene la palabra Su Señoría.
El señor GUMUCIO.-
Quiero repetir lo que dije.
Empecé lamentando que el Honorable señor Pablo se hubiera referido como lo hizo al Comandante en Jefe del Ejército, porque considero inoportuno, en momentos en que existe posibilidad de solucionar la crisis, promover un debate de esta índole.
Manifesté que, con relación a todo lo que ha sucedido, prefiero la posición de los hombres que decían francamente que deseaban el derrocamiento del Gobierno. Y los hay, y han sido muy sinceros al respecto. Entre otros, el propio Presidente del Partido Nacional, quien ha expresado su deseo de acusar constitucional-mente al Presidente de la República. La acusación al Jefe del Estado es la más grave de las instancias democráticas consagradas en la Constitución que pueden existir en el país. Ese es un planteamiento directo y franco.
Y afirmé que existía otro ejemplo: el de alguien que, pese a declarar que no quería el derrocamiento del Gobierno, hacía todo lo posible para que ello sucediera.
El Honorable señor Aylwin, en forma airada, me pidió concretar. Me vi obligado a referirme a Su Señoría, no con el afán de acusarlo de complotador ni mucho menos, sino porque discrepo profundamente de muchas de sus actuaciones.
En primer lugar -es la primera que recuerdo ahora-, en vísperas de todos los hechos que conoce la ciudadanía, se pidió una sesión extraordinaria del Senado para que los oradores, en forma coordinada, demostraran la ilegitimidad del Gobierno, por haberse salido continuamente de la Carta Fundamental. Y el Honorable señor Aylwin sabe positivamente que, según la clásica teoría filosófica de Santo Tomás, cuando se declara la ilegitimidad de un Gobierno, pasa a ser legítimo su derrocamiento.
Entonces, tengo derecho a manifestar mis discrepancias respecto de la posición de los señores Senadores que, en vísperas de los hechos que conoce Chile, justificaron la legitimidad de la caída de un Gobierno. Son discrepancias que tengo derecho a hacer presentes, del mismo modo en que el Honorable señor Aylwin, haciendo uso también de un derecho, expone su teoría.
Dicha teoría filosófica establece que un Gobierno puede ser derrocado en algunas condiciones: cuando los atropellos a los derechos humanos sean de extraordinaria magnitud o se cometan con excesiva continuidad.
Pues bien, ¿en qué se basaban los hechos precisos y concretos que permitían en este Senado, coordinadamente, declarar la ilegitimidad del Gobierno? En la medida aplicada a la radio Minería, de Viña del Mar; en la clausura de la radio Agricultura, de Los Angeles, cuya concesión estaba caducada, y en el peligro de que la Papelera pudiera estatificarse y, por lo tanto, influir ello en la libertad de prensa.
El señor AYLWIN.-
¿Me permite una interrupción, señor Senador?
El señor GUMUCIO.-
Yo le solicité una interrupción, señor Senador, que no me concedió. Sin embargo, no tengo inconveniente en darle una muy breve.
El señor AYLWIN.-
Un minuto nada más.
Simplemente, señalé una serie de hechos, y sostuve, pidiendo transcribir mis observaciones al Presidente de la República, que el Gobierno estaba cayendo progresivamente en un plano continuado y sistemático de ilegitimidad, lo cual debía rectificar. Y pedí transcribir mis expresiones al Gobierno precisamente para que rectificara, porque pienso que ese plano inclinado puede llevarlo a las condiciones que Su Señoría está indicando. Pero no lo hice -y le consta al Honorable señor Jerez, quien me consultó sobre la materia- con el propósito de declarar que ya era legítima la rebelión, sino para señalarle al Ejecutivo que abriera los ojos y que si continuaba por el camino que sigue y pretende seguir, llegaría el momento en que aquélla fuera legítima.
El señor GUMUCIO.-
¡Caramba que es peligro establecer teorías sobre la base de pronósticos! Porque el grueso del público no hace esa clase de distingos. De la lectura de las expresiones de los Honorables señores Durán y Aylwin y de otro señor Senador que en este momento no recuerdo quién fue, la ciudadanía podría concluir que el Senado de la República consideraba que, a raíz de los hechos ya sucedidos, el Gobierno se encontraba al margen de la legitimidad.
Y esa discrepancia, Honorable señor Aylwin, no atenta contra su honor ni significa que lo esté atacando personalmente. Es una discrepancia legítima que tengo derecho a expresar en el Senado y que reviste gran importancia, porque los hechos ocurridos en esta Administración desde que asumió el Poder tienen perfecta ilación, perfecta consecuencia.
Creo que, en el fondo, es un problema de clase. Es el problema de una clase dominante que, sencillamente, ve perdido sus privilegios, su status; por lo tanto, para ella pasa a ser ilegítimo cualquier Gobierno que altere la base fundamental de su sistema. Ese y no otro es el fondo de la cuestión.
Insisto: ¿en qué se basaba la teoría de la ilegitimidad? En los hechos que mencioné: la medida aplicada a la radio Minería, de Viña del Mar; la clausura de radio Agricultura, de Los Ángeles, y el peligro de que la Papelera se estatificara.
Y ¿es proporcionado alentar y apoyar sin reservas un movimiento de tanta amplitud, que ha paralizado a todo el país, por esos hechos? Está a la vista que no había proporción entre lo sucedido y la acusación de que el Gobierno ha atropellado la ley.
Por otra parte, se habla de que no hay garantías electorales. Pero ha habido tres elecciones complementarias en las que los propios partidos de Oposición han reconocido la absoluta corrección con que se han celebrado.
Volvemos, entonces, al plano del pronóstico. Y se dice que cada vez habrá menos garantías en los medios de comunicación para realizar una campaña libre y desarrollar los comicios en plena libertad.
¿En qué se basa el pronóstico, si la mayoría de las radioemisoras pertenecen a la Oposición? Se dice que partidos de Gobierno han adquirido algunas radiodifusoras. ¿Acaso nunca sucedió antes? ¿No se compró SOPESUR, que es una red de diarios existente a lo largo de todo Chile? ¿No se adquirieron radioemisoras? !Ah, -se dice- se las está ahogando económicamente, y ésa es la muerte de las radios! Y yo pregunto: ¿cómo se financiaban antes las radios de Oposición? ¿Por medio de una ley, de un impuesto? No recuerdo que durante otros Gobiernos hayan llegado a El Siglo avisos de instituciones fiscales o de grandes empresas; tampoco llegaban a Las Noticias de Última Hora, ni a otros diarios. La cuestión es que, cuando el periódico es de un empresario, ahí sí que hay libertad democrática; en otros casos, no. Y en el del empresario, naturalmente, él da los avisos como quiere.
Si se desean más garantías para que se realice la elección, no estoy en desacuerdo con su otorgamiento, siempre que el Presidente de la República así lo quiera.
Pero en el mismo programa de televisión a que nos referíamos, en el que participó el Honorable señor Aylwin, Jaime Guzmán tuvo tal vez un lapsus de franqueza al decir que no les interesaba que hubiera elecciones, porque si la Oposición obtenía el 60% de los sufragios, y 40% el Gobierno, éste mantendría el tercio.
¿No será ése el fondo de todo este asunto? Porque ahí quedó en evidencia que lo que se busca es la seguridad de arrasar con las fuerzas de Gobierno en una elección. Esto no es democrático, y se carece de justificación y de altura para plantearlo como algo básico.
Por último, se ha hablado del General Schneider. Yo he oído aquí rendir emocionado homenaje a la teoría Schneider. Pero ¿nadie recuerda lo que dijo en esos días El Mercurio sobre la teoría Schneider, ni cómo la combatió? Y, si no me equivoco, el Honorable señor Durán, mediante un discurso que pronunció en el Senado, combatió la teoría Schneider. Sin embargo, hoy día todos, emocionados y con lágrimas en los ojos, hablan de esa teoría, la del General mártir.
La cuestión radica en que existe en las líneas una tremenda inconsecuencia, que se ve aun en los detalles.
Hace sólo tres días, radio Portales se marginó de la cadena radial por algunos segundos. Se protestó a alto nivel; se hizo intervenir incluso al Presidente del Senado para protestar por ese hecho. Al día siguiente abandonaron la cadena tres radiodifusoras; pero en ese caso se procedió al revés: los mismos que días antes reclamaban por la actitud de radio Portales, ahora protestaban por la adopción de sanciones que afectaban a esas tres radios, pues consideraban atropellada la libertad de expresión. O sea, el día antes era un hecho condenable que la radio Portales quebrara la cadena, y al día siguiente era condenable que se aplicaran sanciones a otras radios que habían hecho lo mismo.
No me pronuncio sobre el problema jurídico de fondo -lo digo con honestidad-: sobre si la cadena radial es legal o no lo es. Después de lo discutido, no entro a ese aspecto. Pero sí hago presente la necesidad de tener cierta consecuencia, cierta conducta clara, recta, igualitaria, en todo sentido.
Se habla también del pluralismo. En días pasados Senadores de la Unidad Popular enviamos al señor Hasbún, director del Canal 13 de Televisión, una carta en que le pedíamos que nos permitiera rectificar algunos conceptos contenidos en la declaración de la Confederación Democrática que leyó el Presidente del Senado. ¿Qué se nos contestó? Manden primero la rectificación, para que la examine la dirección del Canal; pero no hablarán directamente desde la pantalla.
Sin embargo, durante los últimos días han hablado por ese Canal los señores Vilarín y Cumsille, los ex Presidentes señores Frei y González Videla, y el Senador Fuentealba, ayer.
Y del otro lado, en esa maravilla de espíritu pluralista y democrático, no podemos hablar los Senadores de Gobierno.
El señor AYLWIN.-
Intervenimos en ese Canal para responder al Presidente de la República.
El señor GUMUCIO.-
Estoy destacando una inconsecuencia. Si son democráticos, lo consecuente habría sido permitirnos hablar.
El señor AYLWIN.-
El Presidente de la República habló por cadena nacional.
El señor PAPIC (Vicepresidente).-
¿Terminó su intervención, señor Senador?
El señor GUMUCIO.-
No, señor Presidente.
Quiero aprovechar la ocasión para recoger otras observaciones del Honorable señor Aylwin.
Su Señoría sostiene que la Democracia Cristiana no es partidaria del golpe. Pero nunca me he referido al Partido Demócrata Cristiano. Abandoné sus filas por motivos distintos del relacionado con la defensa de la democracia y de la libertad. No obstante, naturalmente conozco la situación interna de esa colectividad -no estoy promoviendo divisiones-; sé positivamente que en su seno hay posiciones divergentes; que algunos dirigentes creen que ha llegado el momento de dar una lucha a "finish"; y lo han dicho: consideran que ésta es la ocasión definitiva para enfrentar al Gobierno; otros piensan de modo distinto: opinan que es preciso buscar una salida a lo que está ocurriendo. Esto me consta. Por lo tanto, no cabe ampararse en la totalidad del Partido Demócrata Cristiano, como lo hace el Honorable señor Aylwin. Hay allí gente de criterios distintos. Puede ser respetable, no lo discuto. Pero no se venga a decir que yo he tratado de sostener que el Partido Demócrata Cristiano no tiene una línea democrática.
Discrepo de la posición del Honorable señor Aylwin. Por lo demás, Su Señoría, que es bastante apasionado, tiene que respetar nuestras respectivas cuotas de pasión. Estamos en una discusión libre y democrática en el Senado, de manera que Su Señoría no tiene por qué sentirse afectado por lo que he dicho.
El señor AYLWIN.-
Pero yo no he hecho alusiones personales.
El señor GUMUCIO.-
Fue el señor Senador quien me llevó a eso.
Concretamente, si se han denunciado atentados terroristas de gravedad y que no se pueden negar -reconozco que a veces se producen equivocaciones por parte de los respectivos denunciantes-, como es el caso de la colocación de bombas, de los tramos de vía de ferrocarril levantados y, en fin, de una serie de hechos delictuosos, la persona que está en un línea de condena al Gobierno, que es opositora a éste, pero que no desea su derrocamiento, tiene que denunciar tales hechos para tener autoridad y ser consecuente.
"
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