-
http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/588846/seccion/akn588846-po1-ds5-ds14
- bcnres:tieneTipoParticipacion = bcnres:Intervencion
- bcnres:tieneEmisor = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/544
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/588846/seccion/akn588846-po1-ds5-ds14-sp101
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/588846/seccion/akn588846-po1-ds5-ds14-sp105
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/588846/seccion/akn588846-po1-ds5-ds14-sp96
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/588846/seccion/akn588846-po1-ds5-ds14-sp97
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/588846/seccion/akn588846-po1-ds5-ds14-sp102
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/588846/seccion/akn588846-po1-ds5-ds14-sp103
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/588846/seccion/akn588846-po1-ds5-ds14-sp94
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/588846/seccion/akn588846-po1-ds5-ds14-sp98
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/588846/seccion/akn588846-po1-ds5-ds14-sp95
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/588846/seccion/akn588846-po1-ds5-ds14-sp99
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/588846/seccion/akn588846-po1-ds5-ds14-sp93
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/588846/seccion/akn588846-po1-ds5-ds14-sp106
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/588846/seccion/akn588846-po1-ds5-ds14-sp100
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/588846/seccion/akn588846-po1-ds5-ds14-sp104
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/588846/seccion/akn588846-po1-ds5-ds14-sp107
- bcnres:tieneCalidad = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/cargo/2
- rdf:type = bcnres:Participacion
- rdf:type = bcnres:SeccionRecurso
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/2054
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/3123
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/3539
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/2769
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/3808
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/3060
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/544
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/cargo/323
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/cargo/324
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/2584
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/2871
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/588846
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/588846/seccion/akn588846-po1-ds5
- rdf:value = " El señor
CARMONA.-
No deseo ser interrumpido, señor Presidente. Cada cual tendrá oportunidad de hacer las observaciones que quiera sobre este particular, y además no deseo seguir distrayendo la atención del Senado en cuanto a este asunto específico.
Ahora bien, restando toda autoridad moral a quienes en estos momentos están convertidos en defensores de las Fuerzas Armadas nacionales, quiero precisar nuestro criterio al respecto.
Consideramos que la conducta de las Fuerzas Armadas chilenas es irreprochable.
El señor VALENTE.-
¡Dígale eso al señor Aylwin. . . !
El señor CARMONA.-
El señor Aylwin ha manifestado lo mismo, al igual que el señor Pablo y todos los Senadores de mi partido que se han referido a esta materia. Lo que sucede es que Sus Señorías no desean ver la realidad, los hechos que están ocurriendo en estos momentos en el país.
La conducta de las Fuerzas Armadas, a juicio de la Democracia Cristiana, es irreprochable. De otra manera, no haríamos confianza en ellas. Que estemos discutiendo este proyecto de ley, que cambia la estructura y hasta las facultades del Consejo de Adquisiciones de las Fuerzas Armadas, es una muestra de la confianza que tenemos en sus actividades y en la conducción de sus asuntos profesionales. Tenemos confianza en ellas y en quienes se desempeñan como Jefes de la Zona de Emergencia que se ha declarado en algunas provincias. Tenemos confianza en su desempeño en los procesos eleccionarios, a que se refería el señor Aylwin. Tenemos confianza en ellas, y nadie lo puede discutir, porque hemos sido nosotros quienes hemos conseguido que se convierta en ley de la República la iniciativa que pone el control de las armas en manos de las Fuerzas Armadas exclusivamente. ¿Quién puede discutir, entonces, el respeto que nos merecen?
Pero el problema es otro, absolutamente distinto. Lo que sucede en este país -y es conveniente que se sepa de una vez por todas claramente- es que se quiere aprovechar políticamente a nuestros institutos armados; se los quiere aprovechar en dos aspectos fundamentales.
El primero de ellos es que no existe la valentía moral suficiente, por parte de personeros de Gobierno, para adoptar algunas decisiones dé alcance o de carácter político que trascienden la misión profe-sionalista de las Fuerzas Armadas. Por ello, tales personeros y autoridades se cobijan tras la majestad y la neutralidad de esas instituciones: porque no tienen valentía moral para adoptar dichas medidas ni para asumir la responsabilidad política consiguiente.
El segundo de esos aspectos es la utilización continua y constante de nuestras Fuerzas Armadas por parte de las colectividades de la Unidad Popular, las mismas que hace poco las calificaban de burguesas y sirvientes del imperialismo, como se podrá ver en los debates a que me he referido, pues no otras eran las apreciaciones que personeros de esos partidos emitieron en el Senado de la República cuando a éste se le pedía autorización para realizar las Operaciones Unitas. Ahora, continuamente dicen contar con estas
Fuerzas Armadas para llevar a cabo el programa del Gobierno de la Unidad Popular, como puede apreciarse en los votos que formulan estas colectividades. Si hay algunas duda, léanse las declaraciones de la Unidad Popular, léanse las declaraciones de los diferentes jefes de los partidos políticos que la integran, y se verá cómo afirman disponer del apoyo y la colaboración de estas instituciones no en cuanto a la función específica que a ellas corresponde, sino en las resoluciones y en la conducción política de nuestro país por parte de nuestros actuales gobernantes. Estas desviaciones son las que estamos denunciando, pues nos parece que malogran desnaturalizan las funciones que corresponden a nuestras Fuerzas Armadas, las que, por lo demás, están resistiendo estos cantos de sirena y conduciendo sus asuntos profesionales y los que les encomienda la ley con absoluta ecuanimidad y respeto para todos, y con imparcialidad, lo que me complazco en reconocer en estos instantes. Pero hay un hecho que está fuera de estas consideraciones y que, precisamente, es producto de esa desviación y de la falta de responsabilidad política con que se manejan estos asuntos. Es el de haberse adoptado una medida evidentemente inconstitucional e ilegal, como es la de decretar una cadena radial obligatoria, la que se mantiene hasta hoy sin que el Gobierno, por cobardía moral, asuma la responsabilidad que le corresponde. Esta es la realidad. Tan efectivo es lo que estoy diciendo, que el Presidente Allende, que no asume la responsabilidad de esta medida, en declaraciones e informaciones proporcionadas a la opinión pública, ha constituido en responsable de esta decisión al General señor Prats, Comandante en Jefe del Ejército. Él no quiere disminuir su imagen haciéndose cargo del profundo totalitarismo y del carácter dictatorial que tiene esta medida, porque vive pendiente del reflejo de dicha imagen hacia el exterior. Pero no le importa que otros asuman esta responsabilidad, y, por añadidura, los echa al agua ante la opinión pública de nuestro país y del extranjero.
Por eso, queremos delimitar perfectamente la situación en estos instantes. Creo que los parlamentarios de la Oposición tenemos, tal como los partidos políticos y la opinión pública en general del país, pleno derecho a analizar y criticar la conducta de las personas, aunque sean jefes militares, cuando han cometido un error de trascendencia política y que no tiene relación con sus funciones militares como ha sucedido en este caso, error que se debe rectificar.
Es muy curioso analizar el período que estamos viviendo ahora y el que vivimos antes del paro nacional.
¿Por qué se ha producido este movimiento en el país? Porque ha existido no sólo una inquietud, sino un cansancio, pérdida de la paciencia, en diversos sectores de la nación, que por esto quieren hacer presentes al Gobierno algunos errores...
El señor VALENTE.-
¡El paro es de cuatro gatos...!
El señor CARMONA.-
Y no me diga el señor Valente que son cuatro gatos.
El señor HAMILTON.-
Eso es lo que opina el señor Valente de nuestros profesionales, de los jóvenes de la FESES, de los comerciantes. ..
El señor VALENTE.-
Pagados por la CIA.
El señor HAMILTON.-
¡No diga tonterías, señor Senador! Aquí todos somos gente mayor.
El señor PAPIC (Vicepresidente).-
Honorable señor Hamilton, llamo al orden a Su Señoría.
El señor CARMONA.-
La CIA está asociada en este momento con empresas estatales rusas que aseguran inversiones norteamericanas en Chile, en el cobre. Esa asociación es la que defiende el Partido Comunista chileno, de modo que ustedes están más cerca de la CIA que nosotros, los parlamentarios de Oposición.
Quiero expresar a quienes están diciendo que son cuatro gatos los que están en huelga que deben recordar una cosa bien clara.
El señor PABLO (Presidente accidental).-
Honorables señores Lorca y Contreras, les ruego guardar silencio.
El señor CARMONA.-
A quien me interrumpió para decir que se trataba de cuatro gatos, quiero recordar, porque el país debe estar consciente de lo que ha ocurrido en los últimos meses, que hubo una elección en la CUT, de la que después de cuarenta y cinco días, el país pudo conocer el resultado, arreglado.
El señor VALENTE.-
En esa elección participó la Democracia Cristiana.
El señor CARMONA.-
Sí, señor Senador, participamos en ella.
Después de cuarenta y cinco días, tuvimos ocasión de conocer un resultado, arreglado...
El señor VON MÜHLENBROCK. -
¡Bien empaquetado!
El señor CARMONA.-
. .. y bien empaquetado. Así es.
Esta organización gremial, que se dice representante de todos los trabajadores de Chile, después de muchos pujos, iniciativas, maquinaciones raras y muchas listas dobles, para poder elegir a sus autoridades sólo logró conseguir que votaran -por lo menos eso se dijo ante la opinión pública- 400 mil personas, en circunstancias de que en el país hay más de 3 millones 500 mil trabajadores activos; o sea, de ellos sufragó un poquito más del 10%. Compárese la cifra de 400 mil personas con las de más de un millón que han adherido al paro: profesionales, campesinos, dueños de camiones, estudiantes, comerciantes detallistas, bancarios, empleados, etcétera. Sólo los comerciantes y sus empleados suman más de 300 mil personas. Por lo tanto, ¿se puede afirmar que estamos en presencia de cuatro gatos, que no han producido conmoción nacional, cuando estamos discutiendo las cadenas obligatorias de radioemisoras, en las que no se pueden dar noticias que no provengan de la OIR; y cuando veintidós provincias del país han sido declaradas zona de emergencia, etcétera? Si son cuatro gatos, ¿por qué hay tanto interés -según he escuchado- en llegar a un acuerdo con ellos por parte del Presidente de la República? No estamos en desacuerdo en que se llegue rápidamente a una solución del conflicto, porque nuestro espíritu democrático, nuestra conciencia libertaria, nuestra disposición de ánimo nos hace desear que se arregle.
Para precisar lo relativo a este asunto de las Fuerzas Armadas, quiero hacer una distinción muy clara: se ha tomado una medida inconstitucional. Primeramente, el Jefe de la Zona de Emergencia señor Bravo al asumir sus funciones, dispuso una cadena de radiodifusoras obligatoria, que horas después dejó sin efecto. Según el dictamen final de la Contraloría General de la República, a ese militar le correspondía tomar las resoluciones sobre las informaciones o noticiarios que deberían transmitirse a la opinión pública. Él no las ha seguido tomando, y no se ha respetado ese dictamen del Organismo Contralor. ¡Las informaciones las da sólo el Gobierno, a través de OIR y sin intervención de la Jefatura de Zona de Emergencia! Con posterioridad, el General señor Prats -a quien no corresponde ninguna función en materia de jefaturas de zonas de emergencia, porque, de acuerdo con la ley, tales jefaturas dependen exclusivamente del Ministerio del Interior, y en ese aspecto tienen autonomía para tomar sus decisiones y responden directamente de su conducta ante la ley y ante la opinión pública- intervino para sugerir una resolución de carácter político. ¡Este es el error que estamos representando, en el cual ha incurrido una persona al margen de su calidad de jefe militar o de Comandante en Jefe del Ejército!
"