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MONTES.-
Señor Presidente, al comenzar esta sesión intervinimos para expresar algunas opiniones sobre el debate que aquí se había producido. Con posterioridad, otros señores Senadores han hecho afirmaciones que nos obligan nuevamente a decir algunas palabras acerca de los problemas planteados.
A mi juicio, en esta Corporación se han pronunciado muchas palabras, y vale la pena remitirse a los hechos ocurridos. Porque está sucediendo algo semejante a lo que ocurre cuando alguna persona se defiende de la agresión de un asaltante, no obstante lo cual se le acusa por defenderse. ¿Cuál es la situación producida y lo que originó el complicado proceso que vive nuestro país? Paralizaron los medios de transporte terrestre. Los camioneros, movidos por la directiva de su gremio, suspendieron su actividad. ¿Qué hacer frente a un problema de tal envergadura y naturaleza? Por los datos de que disponemos, en Chile hay alrededor de cincuenta mil camiones que transportan toda clase de abastecimientos para las diversas regiones del país. Si algún señor Senador viajó hacia el sur o hacia el norte del territorio durante los días en que se inició el conflicto, habrá podido observar en la berma de los caminos decenas y a veces centenas de camiones detenidos. Personalmente, tuve oportunidad de viajar por tierra a Concepción el jueves 12 de octubre. Frente a las diversas ciudades se encontraban decenas de camiones paralizados, algunos cargados de verduras, de frutas, de pescados u otro tipo de mercaderías, de las llamadas perecibles y de las que no lo son. Se detuvo el abastecimiento de las más importantes ciudades del país, y también de las menos importantes.
Pues bien, la reacción, la respuesta frente a un hecho de tal naturaleza se considera aquí ilegal, y la actitud de la directiva de los transportistas, absolutamente normal. ¿Cómo es posible sustentar tal criterio? Como es natural, ante estas interpretaciones nosotros reaccionamos, pues estamos absolutamente convencidos de que no podrá haber una interpretación correcta y justa cuando tras el artilugio de argumentos que no tienen en cuenta los hechos, se pretende dar vuelta la realidad, interpretándola de manera distinta. De modo que cuando ayer, en el día de hoy o en otra oportunidad, hablamos de hipocresía para interpretar los hechos, lo que estamos diciendo es que los responsables de la situación producida son presentados como víctimas, y que las medidas adoptadas para defender precisamente la libertad de los habitantes del país las presentan como inconstitucionales e ilegales.
Cuando se producen hechos de tanta gravedad como los señalados, las normas legales y constitucionales permiten al Ejecutivo recurrir a las Fuerzas Armadas a fin de que ellas impongan orden, controlen una situación que perjudica a la inmensa mayoría de los habitantes modestos del país, sobre todo a aquellos que aquí también, hipócritamente, se trata de aparecer defendiendo.
Se habla de la responsabilidad del Gobierno respecto del desabastecimiento, en especial en este último tiempo, en circunstancias de que el objetivo que se ha buscado ha sido precisamente ése.
Ante lo dicho aquí por el Honorable señor Aylwin con relación a su actitud y la de su partido, en el sentido de que es necesario restablecer la paz, debemos señalar que, desde el comienzo mismo del conflicto, hemos mantenido tal idea y tal posición. Pero es absolutamente claro que ello no depende sólo de nosotros, porque el Gobierno reacciona frente a los hechos que se vienen produciendo. Y no puede ser de otra manera, porque el actual Gobierno, al igual que otros anteriores, tiene también la obligación y responsabilidad de mantener la normalidad en el país.
Por nuestra parte, también tenemos una interpretación política de los últimos acontecimientos.
Hemos señalado que en la reunión efectuada en Panimávida por la directiva superior del Partido Nacional, se resolvió cuestionar las elecciones de marzo y lanzarse en un plan de provocaciones de tipo sedicioso, destinadas a derribar al Gobierno. Y en el cumplimiento de esa estrategia resuelta en Panimávida y hecha pública por voceros autorizados del Partido Nacional, en declaraciones formuladas por el Vicepresidente Nacional de ese partido, Diputado señor Maturana, se han venido desarrollando los hechos que estamos presenciando.
El señor IBAÑEZ.-
¿Por qué no se lo dice al Diputado Maturana en la Cámara?
El señor MONTES.-
Porque yo no puedo hablar en la Cámara de Diputados.
Decía que esa estrategia trazada allí por el estado mayor de esa colectividad de Derecha fue lo que comenzó a precipitar los hechos que han conmovido a nuestro país en los últimos diez o quince días. Ella ha sido, en la práctica y en los hechos, la razón por la cual los empresarios han lanzado a la lucha a las organizaciones patronales. Y esta afirmación no es gratuita, pues, si se recuerda la forma como se produjeron el primer movimiento y los que vinieron después, se verá que todas aquellas organizaciones patronales, controladas por los empresarios, fueron lanzadas al combate de manera sucesiva, sincronizada y planificada.
¿Qué organizaciones obreras han paralizado en el país?
El señor IBAÑEZ.-
No lo han hecho por temor a los despidos.
El señor MONTES.-
Pueden darse las interpretaciones que se quieran; yo me estoy refiriendo a los hechos.
La Federación Nacional de la Metalurgia ha trabajado en forma normal en el proceso de la producción en este país, durante todos estos días difíciles. La Federación Textil ha laborado durante todo este tiempo de manera absolutamente normal. La Federación de la Construcción también ha trabajado como de costumbre. Y ello pese al hecho de que al llegar al trabajo los obreros, en determinadas obras, algún contratista, algún jefe de faena los ha detenido en la puerta para decirles: Ustedes no trabajan este día, pero nosotros se lo pagaremos. Los obreros han contestado: No, señor. Le agradecemos mucho su generosa oferta, pero nosotros trabajaremos. Ellos han reaccionado así porque han entendido que el paro propiciado por los empresarios tenía otro carácter, no el simplemente reivindicativo, que, desde el punto de vista gremial, puede plantearse en cualquier instante.
En la Salud, se ha producido la paralización de los médicos, y han parado algunos o bastantes médicos; pero han laborado algunos o bastantes de ellos, y todo el personal de los hospitales está en sus puestos, porque no se ha querido someter a los enfermos a la criminal decisión de dejarlos sin atención médica por razones estrictamente políticas.
En los bancos también ha ocurrido una situación semejante. Parte del personal, el que responde a las directivas políticas de determinados partidos, no ha concurrido a trabajar; pero otro sector de esos funcionarios ha cumplido con su deber, tratando de mantener en servicios algunas secciones, y, en otros casos, la totalidad del banco.
Los portuarios, a quienes también se pretendió sumar al paro, están en sus faenas, trabajando, porque han comprendido que, de adherir a la actitud criminal propiciada por la estrategia derechista, podrían haberse producido muy catastróficas consecuencias para el inmediato abastecimiento de la población, de alimentos, medicamentos, artículos de primera necesidad. Pues es eso lo que se buscaba, eso es lo que se desea.
De manera que, examinando la situación y los hechos ocurridos en nuestro país, no puede sino llegarse a la conclusión de que, para evitar que esta actitud sediciosa prosperara paralizando al país en sus aspectos vitales, como es el abastecimiento, por vía terrestre, por ejemplo, el Gobierno debió tomar las medidas que la opinión pública conoce.
Las Fuerzas Armadas y el Comandante en Jefe del Ejército, con la responsabilidad, como lo señalé en mi intervención anterior, propia de nuestras instituciones castrenses, han desarrollado su labor con tino, con inteligencia, con mesura, con prudencia extraordinaria, con el objeto de no ceder, precisamente, a la táctica de quienes desean hundir a nuestro país en situaciones que podrían ser mucho más graves que las que estamos viviendo en este instante.
Como ésa ha sido la actitud de las Fuerzas Armadas, se reclama, y por ello de labios de algunos frenéticos y, como anota nuestra Honorable colega señora Julieta Campusano, de algunos desesperados, surge toda clase de intentos aventures. Anoche en radio Minería el Senador señor Bulnes dijo muy claramente: Lo que queremos son los dos tercios en el Senado para poder destituir al Jefe del Estado. Así se zanjará la situación.
¡Eso es lo que quieren los empresarios de nuestro país! ¡Eso es lo que desea provocar alguna gente afiebrada! Y como no les ha resultado su estrategia, como han fracasado en el intento de paralizar el país, se muestran desesperados. Porque la clase obrera -yo diría que en su totalidad- ha demostrado en este instante su gran madurez cívica y responsabilidad. Cuando paró la locomoción colectiva particular, a pie llegaron los obreros hasta las industrias a trabajar. Y porque este intento de la Derecha ha fracasado, recurren a toda clase de artimañas para confundir a la opinión pública.
"
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