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    • rdf:value = " El señor VON MÜHLENBROCK.- Cuando se discutió, durante la Administración Alessandri, cuáles serían las instituciones que habrían de controlar la televisión en Chile, el Congreso Nacional sostuvo una opinión que, prácticamente, representaba el consenso nacional, y, aún más, representaba los principios fundamentales que informan la civilización. Tras largo debate, se llegó al criterio de entregar a las universidades esta herramienta imprescindible en el desarrollo espiritual del hombre, teniendo en cuenta que sobre ellas recae la responsabilidad de la orientación cultural del país, de la investigación científica y del avance en todos los terrenos de la técnica; y que son las universidades las que forman totalmente el destino de Chile al entregar profesionales a la economía nacional, a la política y a la ciencia. Por ello prosperó el concepto de que los canales de televisión deben estar en manos de los planteles superiores de la educación y de que no debe ser esta fundamental herramienta campo de batalla en la actividad privada ni controversia comercial de ninguna especie, sino únicamente símil de cultura, de elevación por todos los medios de las superiores condiciones de nuestra nacionalidad. ¿Qué ha ido ocurriendo con el tiempo? Olvidándose la configuración geográfica de nuestra patria, que es una angosta faja de tierra de cinco mil kilómetros de largo, ha quedado un solo canal de televisión. Y desde que asumió el Mando el Gobierno del señor Allende, esta herramienta fundamental de difusión pasó a ser un centro de poder, un centro de distorsión, un medio único de información de la ciudadanía. En el lejano Aisén, al igual que en Magallanes, Chiloé, Puerto Montt, Arica o Antofagasta, resuena una sola voz, una sola noticia, una sola idea, una sola política, una sola doctrina: lo que se ha llamado concientización y que en la práctica merece el nombre de distorsión, de mala información, de difamación; en una palabra, de aherrojamiento de la personalidad humana. Yo me encontraba en el Sur cuando ocurrieron los sucesos de Frutillar. Se trató de un acto de legítima defensa propia. Sin embargo, a los protagonistas de uno de los sectores en pugna, los empresarios agrícolas, se los presentó como vulgares y crueles asesinos, a pesar de que, como digo, sólo actuaban en defensa de sus vidas. Pero, por medio del Canal Nacional de Televisión, el Gobierno de la República, aprovechando esta gran herramienta que no tiene competidor y ante la cual no hay ninguna esperanza de defensa, presentó a esa gente -repito- como vulgares criminales y los acusó de comprometer y amenazar gravemente el orden público. Considero indispensable que haya plena libertad para las universidades, para la cultura; que toda la ciudadanía tenga acceso a las fuentes de información. Lo contrario es, lisa y llanamente, tiranía,, dictadura y represión. Y por ser ésta una represión espiritual -la peor de todas-, los Senadores de estas bancas rechazamos abiertamente la observación. Voto por la insistencia. "
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