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- rdf:value = " El señor BULNES SANFUENTES.-
Todo lo que digo es verdad, Honorable señor Montes. A veces me equivoco, pero nunca miento. Y éstas son informaciones que he recogido en el lugar mismo de los hechos.
Cuando habían transcurrido cerca de dos horas y la batalla campal había cobrado gran intensidad, los carabineros se dispusieron a intervenir; pero en esos momentos fue asesinado un distinguido funcionario público, técnico de INDAP, el señor Castillo Fuentealba. Y fue herido casi mor-talmente de bala el Secretario Provincial de mi partido, el profesor de enseñanza básica don Jorge Guíñez. También fue herido un estudiante universitario recién egresado, natural de Curicó, el señor Mauricio Pinar.
Todos estos hechos de sangre no fueron casuales. Hubo intención premeditada de asesinar. El señor Castillo fue primeramente aturdido por un palo y lanzado al suelo. En el suelo se le pateó y, luego, se le ultimó a balazos. El señor Guíñez recibió tres balazos en el abdomen: una bala quedó alojada en el bazo, otra parece que produjo consecuencias menores y de la tercera no se sabía hasta el día sábado, cuando yo me vine, en qué lugar del cuerpo se encontraba, pero la víctima tiene alrededor., de diez perforaciones intestinales.
Al señor Pinar, según me contó él mismo es el que recibió las heridas menos graves, y estaba por lo tanto, en condiciones de conversar, le dispararon varios tiros, pero él logró salvarse parapetándose detrás de un poste.
La responsabilidad del Intendente en estos hechos es clarísima: permitió que se desarrollara durante cerca de dos horas esa batalla campal, sin hacer intervenir a la fuerza pública, no obstante que, aparte el peligro que ofrecían los mismos hechos, se estaban produciendo daños en una cantidad de locales comerciales y viviendas.
La responsabilidad del Ministerio del Interior, a mi juicio, también debe ser considerada, porque ha quedado a la luz que todavía perduran las instrucciones impartidas por este Gobierno al Cuerpo de Carabineros, de no intervenir en acontecimientos de esta clase, de no cumplir su más elemental función policial, aunque se estén produciendo delitos flagrantes, aunque se desarrolle una asonada que pueda terminar en una matanza, a menos que lo requiera un funcionario político, como lo son invariablemente los intendentes y gobernadores. Cuando digo funcionario político, no hablo de político en el amplio sentido de la palabra, sino del que está cumpliendo una función netamente partidista.
Yo quisiera que el señor Ministro del Interior me desmintiera en lo que a este punto se refiere, es decir en cuanto a la permanencia de esas instrucciones. Aceptaría su desmentido con mucha satisfacción de chileno. Pero puedo prevenir que Carabineros de Chillán ha explicado extraoficialmente su actitud, manifestando que esas instrucciones existen y que ellos no podían actuar sin orden del Intendente, aunque éste se encontrara en una comida y no quisiera ocuparse en el asunto.
Numerosas personas, inclusive doce testigos que han declarado en el proceso judicial, afirman que el hechor es un señor Carpenter, de filiación socialista. Su Partido lo ha defendido ardorosamente en una declaración pública, hablando de sus extraordinarias virtudes; pero, como digo, doce testigos presenciales han prestado declaración en el juzgado, y algunas personas me manifestaron a mí, personalmente, que vieron al señor Carpenter disparando al señor Castillo.
El señor Carpenter se presentó a declarar voluntariamente en la mañana del jueves. En ese momento, el juzgado carecía de los antecedentes del caso y lo puso en libertad. La Corte de Apelaciones de Chillán nombró de inmediato un Ministro en Visita. Se produjeron las declaraciones y existe contra el señor Carpenter orden de detención desde el jueves en la tarde, o desde el viernes. Hasta el momento no ha sido habido. Y yo me pregunto, y le preguntaría al señor Ministro del Interior, ¿qué están haciendo entre tanto las fuerzas de Investigaciones y Carabineros respecto del señor Carpenter? No me he impuesto, por la prensa ni por ningún otro conducto, de que haya grandes diligencias para tratar de ubicarlo.
Estos son los hechos ocurridos en Chillán, narrados de manera escueta.
Cualquiera podía prever que la elección iba a terminar en actos de violencia, y así ocurrió. La fuerza pública no intervino, porque el Intendente no dio la orden. Posteriormente la persona sindicada como responsable del crimen no ha sido detenida. Lo que más me extraña, señor Presidente, es que el Intendente permanezca en su cargo, porque yo diría que su conducta, por lo menos, es lo suficientemente sospechosa e inexplicable como para que, mientras se realizan las investigaciones del caso, sea suspendido; pero yo no he sabido que esa suspensión se haya hecho. Averigüé expresamente en Chillán el día sábado si se había designado por el Ministro del Interior un visitador o si se estaba realizando alguna investigación por personas ajenas a la Intendencia de Ñuble. Se me contestó que nada se sabía al respecto. Y no lo averigüé ni en la esquina ni en la botica, sino en el diario La Discusión, de Chillán, y en la radio del mismo nombre.
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