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- rdf:value = " El señor OCHAGAVIA.-
En la misma forma como actuamos en la Comisión, los Senadores nacionales prestaremos nuestra aprobación al proyecto en debate, que autoriza la erección de un monumento a la memoria del General Schneider.
En cuanto al artículo 5º del proyecto, el Honorable señor Jerez planteó en la Comisión la idea de poner a la Avenida Providencia el nombre del General Schneider. Ante tal sugerencia, el Senador que habla expresó que generalmente las iniciativas que cambian el nombre de las calles no cumplen la finalidad perseguida, por cuanto aquél se encuentra muy arraigado por la tradición. Entonces insinué poner ese nombre a la Avenida Diagonal Oriente de la ciudad de Santiago, que tiene importancia por su extensión, pues llega hasta el Estadio Nacional y se proyecta más allá de la comuna de Ñuñoa.
Comparto el criterio del Honorable señor Carmona en cuanto a que las municipalidades deben ser los organismos que resuelvan sobre el cambio de nombre de las calles, pero sus recientes observaciones no tuvieron vigencia en la Comisión. En realidad, cuando estudiamos el proyecto en la Comisión, la Municipalidad de Santiago no había resuelto dar el nombre de General Schneider a ninguna calle. Pero como con posterioridad al informe que emitimos hubo de parte del organismo edilicio un acuerdo en tal sentido, creo que el buen principio aconseja que el Congreso Nacional, como cuerpo legislativo, no interfiera en atribuciones que son propias de las municipalidades. Y si la de Santiago ha recogido la aspiración que se traduce en estos artículos, aun cuando fui autor de la idea de dar ese nombre a la Avenida Diagonal Oriente, prefiero que sea la autoridad comunal la que cumpla esa tarea.
En relación a lo planteado por el Honorable señor Jerez -materia distinta de la idea matriz del proyecto- y al envío de un oficio al Ministerio del Interior haciéndole presente el interés del Senado en llevar adelante la complementación de una fábrica de fulminantes en la vecina localidad de Talagante, debo decir que me llama la atención la situación que se ha creado.
Concurrimos con nuestros votos al acuerdo para oficiar a ese Secretario de Estado, ya que las observaciones hechas por el Honorable señor Jerez así lo justifican, pues todos los sectores tenemos interés en que el Ejército no sólo pueda participar en el desarrollo económico y social del país, sino que, al mismo tiempo, cuente con los implementos necesarios, en este caso a través de una industria.
Digo que me llama la atención lo sucedido, porque en la Comisión Mixta de Presupuestos, al estudio las entradas y gastos de la nación para este año, los Senadores y Diputados nacionales consultamos a los Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas si ellas tenían algún problema financiero en relación con lo propuesto por el Ejecutivo, pues nuestro ánimo era, precisamente, otorgarles los recursos necesarios. Sin embargo, el planteamiento del Honorable señor Jerez deja de manifiesto que hay un problema pendiente y que, en la práctica, estamos tratando de reparar algo con una urgencia tal que, si no se actúa pronto, como ha declarado el señor Senador, se frustraría la materialización de lo que se desea hacer con esa fábrica de fulminantes que, por conocerla personalmente, sé que está incompleta.
Por último, debo preguntar por qué el Gobierno no hizo el planteamiento respectivo al discutirse la ley de Presupuestos con relación a las Fuerzas Armadas. Realmente nada lo explica.
El señor JEREZ.-
En realidad, no asistí a la Comisión Mixta de Presupuestos, pero por los antecedentes que tengo puedo dar a conocer lo siguiente: los recursos que estaban destinados en el Presupuesto sólo alcanzaban para la adquisición de los implementos necesarios para instalar la planta, colocados en Santiago. Pero, avanzando un poco más en los estudios de factibilidad del proyecto, en los últimos días se llegó a la conclusión de que, para do repetir la experiencia de la fábrica de fulminantes, se requería asistencia técnica y otra serie de elementos que obligaban a contratar técnicos extranjeros paya montar la planta y entrenar al personal respectivo. Parece que en un comienzo tal situación, no fue prevista. Por eso, ahora último se ha requerido esta cantidad suplementaria de dólares.
El señor OCHAGAVIA.-
No dudo de lo dicho por el señor Senador, cuando manifiesta que ésa debe ser la razón. Pero yo conozco la forma cómo se estudian los proyectos y programas en las Fuerzas Armadas. Normalmente, nada se improvisa. Por lo tanto, esa obra se ha ido haciendo por etapas, seguramente en razón de que los recursos de que disponía el Ejército para esta finalidad se han ido limitando.
Deseamos que se materialice la aspiración de que las Fuerzas Armadas de la nación cumplan no sólo una función de defensa, sino también de participación en el desarrollo económico y en los planes sociales. Desearíamos que la formación militar de nuestra juventud se ampliara mucho más allá de lo que el país ha estado haciendo, que es poco, por motivos económicos. Me refiero a los cursos de instrucción castrense que se hacen en forma paralela con los estudios secundarios, con el objeto de suplir el servicio militar obligatorio, lo cual nos parece sumamente positivo.
Antes de terminar mis palabras en cuanto a esta materia y al proyecto específico en discusión, quiero manifestar, por estimarlo atinente al asunto en debate, mi protesta por las expresiones que algunos órganos de publicidad han tenido sobre mi persona con relación a los planteamientos que habría hecho el Senador que habla en la Comisión de Defensa Nacional al estudiar algunos ascensos en las Fuerzas Armadas.
Aclaro ante el Senado que no faltaré al secreto que debe guardarse cuando se tratan en la Comisión ascensos de los oficiales de las Fuerzas Armadas de Chile.
Debo expresar que todas aquellas declaraciones que imputan al Senador que habla una actitud obstruccionista a los ascensos militares faltan gravemente a la verdad. Muy por lo contrario, mi posición, como miembro de la Comisión de Defensa Nacional, se ha inspirado en forma permanente en el principio de resguardar la intangibilidad profesional de los Institutos Armados. Quiero declararlo públicamente, aprovechando la discusión de este proyecto, porque he sido aludido por órganos de difusión del Partido Comunista y por el diario "Clarín", haciéndome aparecer en una actitud que está muy lejos de ser la que tuve en la Comisión.
Repito que, sin hacer público ninguno de los juicios que se omiten en el estudio de los ascensos en las Fuerzas Armadas, todas mis actuaciones han tenido por objeto -y así lo han podido comprobar los propios Comandantes en Jefe de las tres ramas de las Fuerzas Armadas que han concurrido a las sesiones de la Comisión a que fueron invitados- únicamente resguardar la intangibilidad profesional de nuestras Instituciones Armadas, que considero pilar fundamental de nuestra democracia.
"