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Tiene la palabra el Honorable señor Duran.
El señor DURAN.-
Señor Presidente, deseo participar en el debate para referirme a algunas de las materias tratadas por distintos señores Senadores tanto en la mañana como en la tarde de hoy, reiterando una afirmación que hice al discutirse la reforma constitucional tendiente a dar un nuevo trato al cobre, que nacen de las tesis que hemos trasladado del Código de Minería a la Constitución Política del Estado.
Quiero hacerlo no sólo para abordar materias propias del proyecto, sino para tratar también algunos aspectos vinculados con él, esencialmente en lo que yo llamaría los efectos psicológicos de un planteamiento económico del Gobierno.
El Honorable señor Gumucio hizo una observación que me parece útil recoger. Como el señor Senador decía, en relación con la marcha de un Gobierno que se inicia, no es conveniente el estar siempre en una posición proclive a encontrar todas las cosas malas y negativas e ir sembrando un ambiente de temor, al extremo de que, como él y otros Senadores lo han referido, hay gente que abandona el país aterrorizada de lo que en nuestra patria pudiera acontecer.
Al hacer su análisis, el señor Senador recordó algo referente a la televisión. Acerca de esta materia hubo un largo debate en lo tocante a si se había despedido a funcionarios o no se los había despedido; y en caso positivo, en qué cuantía.
El señor Senador condenó a los que pudieran llamarse "perseguidores mayoritarios", como el señor Ibáñez en su Gobierno, en circunstancias de que la Administración actual es, por ahora, un poco minorista.
En relación con la libertad de prensa, es útil decir algo. Puede haber libertad de prensa como la que estamos viviendo. Sin embargo, es de tal manera restringida para algunos grupos y amplia para otros, que, en el fondo, el derecho de quienes no disponen de prensa propia, desaparece, amén de la desinformación que se ha producido.
Durante muchos días - diría semanas y hasta meses- , con ocasión de la tragedia que vivió el país en el caso del crimen del
General Schneider, ¡cuántos criminales de ese militar fueron apareciendo! Un día, uno; después se detenía a otro que también lo había asesinado. ¡Ya son nueve o diez los delincuentes que dispararon en ese crimen que el país entero repudió! Se buscó gente y con criterio político se lanzaron contra ella. No contra todos. No se le ocurrió a nadie decir que algún miembro de los Partidos Comunista o Socialista hubiera disparado contra el General Schneider. Más bien se buscaron fórmulas que permitieran hacer del adversario político el blanco de la difamación, creando una sensación de temor colectivo, donde la gente, en la práctica, no podía ni siquiera vivir con alguna tranquilidad.
Yo fui objeto de una de esas fórmulas por parte de uno de los canales de televisión y de un señor periodista, cuyo nombre ni siquiera voy a dar, por creer que no nombrarlo entraña el desprecio que quiero expresarle. Mi imagen fue proyectada en la pantalla de televisión durante un cuarto de hora, y ese periodista, sin ninguna imaginación, fue narrando todo el proceso y montaje, desde lo que se denominó el "tacnazo", para, en seguida, ir derivando a la cosa criminal que terminó con la muerte del General Schneider. Quien mirara la pantalla y. oyera ese proceso narrativo, vinculando los sentidos del oído y la vista, quedaba con la sensación de que este Senador algo había tenido que hacer en relación con el alevoso crimen. Más tarde cayó en desgracia y me reemplazó como blanco de la infamia mi Honorable colega Senador Morales Adriasola. ¡ El señor Morales ya no sólo había participado en organizar milicias, en tratar de importar metralletas o bombas paralizantes: también había actuado como una de las cabezas más visibles en la organización del crimen! Ello no obstante que se lo procesaba por un presunto delito contra la ley de Seguridad Interior del Estado.
De este modo, y viviendo dentro de la democracia, se va creando una posición espiritual que induce a la gente a ir pensando si tendrá en el futuro alguna seguridad de poder vivir en paz, en esa paz que con tanta razón nuestro Honorable colega añora para el desarrollo do Chile.
Esto de las tomas del sur no es problema tan simple, señores Senadores. ¡ Qué fácil es examinar con un criterio objetivo, que yo comparto, la responsabilidad de grupos, de privilegiados, de terratenientes que explotaron por años y años a otros seres humanos!
¡ Qué duro resulta, señor Presidente, hacer un estudio completo del desarrollo de la humanidad; de cómo llegaron aquí los españoles y las emprendieron en contra de los aborígenes, liquidándolos en campañas trascendentes! A su turno los araucanos, a la medida de sus fuerzas, iban defendiendo palmo a palmo sus tierras. Con posterioridad viene una etapa distinta, donde ya en la vida independiente de nuestra patria, se da a esos aborígenes un trato que yo diría llegó hasta el envenenamiento criminal: se los alcoholizó. Así fue decayendo una raza de la cual - por lo menos desde mi punto de vista - me siento profundamente orgulloso. Creo que los chilenos, no obstante la pretensión de muchos, llevamos, más o menos, alguna gota de sangre araucana en nuestras venas.
Pero el que todos estos hechos bárbaros y censurables desde el punto de vista de la civilización hayan transcurrido en la formación de Chile como patria, ¿justificaría el que mañana un descendiente de araucano entrara al pueblo de Gorbea o de Carahue y dijera: "Este es descendiente de españoles; como mi tatarabuelo fue víctima de la explotación, aquí va la respuesta, después de cuatro generaciones" y disparara sobre él? Alguien, desde el punto de vista de las normas lógicas, ¿podría aceptar esa actitud para justificar los tremendos crímenes que en otra época se cometieron?
El señor GARCIA.-
¿Me permite una interrupción?
El señor DURAN.-
Con mucho gusto.
El señor GARCIA
.-
Dentro de este examen histórico, conviene recordar ciertas cosas que es bueno saber y no olvidar: los araucanos invadieron a Chile alrededor de cien años antes que los españoles, y barrieron con todos los indios que vivían en la región que después constituyó su hábitat. De ahí que los que habitaban esa zona quedaran separados en indios del Norte e indios del Sur. Por eso, si queremos saber quiénes son los verdaderos dueños de estas tierras, tendríamos que pensar en los diaguitas, que fueron dominados por los incas, y tal vez en los picun- ches y en los huilliches, que fueron los que sufrieron las invasiones de los araucanos a quienes éstos les arrebataron sus tierras. Antes de eso no sé quiénes fueron los dueños de todo el territorio.
El señor DURAN.-
¿Por qué abordo este problema? Por una razón muy simple. Su Excelencia el Presidente de la República don Salvador Allende envió a la provincia de Cautín al señor Ministro de Agricultura, en una especie de función pacificadora, como lo señalaba el señor presidente de la Democracia Cristiana. Pero allí se ha desatado la violencia, porque, al parecer, ese pacificador tiene la particularidad de armar la bronca donde llega. Si ya ni siquiera se puede transitar con cierta tranquilidad: ponen palos con clavos en los caminos, mimetizados con ramas; alguna gente anda con metralleta, como quien se afirma en un bastón;* detienen los automóviles y los trajinan.
La señora CAMPUSANO.-
Son muy cortas para ser utilizadas como bastón.
El señor DURAN.-
Yo no conozco las metralletas. Su Señoría debe de ser técnica en esas armas.
Entonces, señor Presidente, el ambiente que se está produciendo y que ya vive Cautín, es de un tremendo temor.
Como muy bien lo saben los señores Senadores, parece que se está modificando el concepto de latifundio, porque ya no se trata de estar expropiando o tomando fundos cíe dos mil o cinco mil hectáreas. No! Ahora empezaron a caer los más chicos: ¡de 15 hectáreas o de 5 hectáreas! ¡ Y ya no sólo en el campo, sino en el pequeño poblado!
Recientemente estuve en Curarrehue. Lamento que el Honorable señor Ferrando no esté presente para que ratifique mis palabras. Llegar a Curarrehue es tener la posibilidad de vivir un capítulo de las películas del Lejano Oeste. Allí andan todos callados; pero la gente se encierra para tomar medidas, y se pregunta: "¿Cómo vamos a hacer frente al asalto que se ha fraguado contra el molino o la panadería?" "¿Defendemos el molino desde dentro o desde fuera?"
Entre tanto, existe un conjunto de activistas, de los cuales uno no podría decir que militan en este partido, en aquél o en ninguno; pero hay un hecho. Hace pocos días di cuenta al señor Presidente de un robo, de un asalto cometido en mi casa en Santiago. Este acto no se cometió en ningún fundo. No he querido darle publicidad, porque creo que el Honorable señor Gumucio en parte tiene razón: no podemos seguir el camino de echar un poco de parafina a la hoguera.
¿Pero qué pasa con el bandidaje suelto, ya no con el guerrillero? ¿Qué pasa con el cuatrero, con el hombre que trabaja de ladrón, que es un elemento negativo en el proceso de desarrollo? Oyó decir un día que la fuerza pública no podría usar las armas, de manera que le sale muy fácil correr el riesgo del asalto. Si mañana cualquiera casa puede ser asaltada, ¿para qué sirven los carabineros? Un General me dijo: "Ahora tienen autorización para defenderse".
De modo que yo pago impuestos para que los carabineros defiendan su vida con las balas que compran con mis tributos; pero la vida de los miles de contribuyentes que pagan gravámenes no tiene valor. ¿Es esto moral? ¿Es esto lógico?
Ese fenómeno es el que está creando la sensación de intranquilidad, de zozobra, esa sensación que se percibe en la garganta cuando uno se pregunta: ¿Adónde va el país? ¿Qué acontecerá en Chile? Tengo la convicción de que los partidos que integran la Unidad Popular tienen el deber de hacerse esas preguntas.
Cuando en la mañana de hoy el Honorable señor Baltra, en nombre de su partido, decía que él y su colectividad repudiaban las tomas, lo hacía repitiendo el lenguaje de otros parlamentarios.
Si el Honorable señor Baltra ha afirmado eso aquí - el señor Senador, dentro de su partido, integra la Unidad Popular con lealtad y con ánimo de aplicar las fórmulas de transición para proyectar al país hacia una etapa de progreso, de avance y de desarrollo- , ¿acaso está planteando actitudes negativas para traer intranquilidad y amargura a Chile? No; está señalando un hecho.
El Honorable señor García ha dicho algo muy importante en torno del proceso de desarrollo económico que se está esbozando: que si el sistema propuesto daba resultado, había que cerrar las facultades de economía de todas las universidades del mundo.
No me atrevo a sostener esa misma tesis, pero en el orden personal a uno le va surgiendo una interrogante. Es indudable que más de algún Senador de la Unidad Popular pensará que hace mucho tiempo que yo estudié leyes y que las tengo olvidadas. Pero he estado preocupado tanto de este proyecto como de la reforma constitucional, y me he ido pegando encontrones con lo que me enseñaron, al extremo de que llego a pensar que todo cuanto me enseñaron en derecho es una cosa envejecida y obsoleta. Si uno de mis hijos me preguntara: "Mire padre, ¿qué le parece que yo estudiara derecho?", yo le preguntaría, a mi vez, si está mal de la cabeza. ¿Qué derecho? ¿Este que permite asaltar a la gente en las calles porque sí; éste que permite las tomas; que echen a las personas a empujones de sus propiedades; que se tomen sin pago los inventarios? ¿Dónde está la ley que permite tomar los inventarios? Se dice que en ello nada tiene que ver el Gobierno y que éste rechaza tales procedimientos. ¡Qué curioso el rechazo del Gobierno!
Puedo decir a Sus Señorías que después de producidas algunas de las tomas importantes, el dueño del fundo se ha acercado a los funcionarios respectivos para decirles: "Me han quitado el fundo y no se ha dictado decreto alguno. ¿Dónde está el 5% o el 1% del pago al contado? Además, entréguenme mi inventario." Y se ha encontrado con funcionarios - no con los que andan haciendo política- que le han dicho: "Necesitamos su inventario y también se lo vamos a comprar, con algunas facilidades." ¿Y quién fija las facilidades y les otorga permiso para negociar los inventarios ¿?
Entonces, se hacen los inventarios, y el agricultor, aterrorizado, les dice: "Tásenme la propiedad". ¿Y quién hace la tasación? El funcionario, que hace de juez y parte. "Yo me las doy y me las tomo." Una vez hecho el inventario, el jefe lo lee y dice al agricultor: "Mire, a mi subalterno se le pasó la mano. El inventario está muy alto y debemos rebajarlo por lo menos en 30%." El dueño del predio, en este caso, contestará con seguridad lo sigílente: "Bueno, señor, entre perderlo todo, vamos andando con la rebaja." En seguida, se envía al Banco del Estado con la orden de pago. En este organismo se le dice que de la orden de pago se le deducirán todas las deudas que tiene con esa institución de crédito.
- "Pero, señor, hay algunas deudas que vencen en 1972. Yo compré tractores para otros fundos, para, producir para el país."
- "Así será, señor, pero usted acepta esta forma o no la acepta".
- "Bueno, la acepto."
¿Puede llamarse a ése, Estado de Derecho? ¿Es ésta la forma como se desea - con relación a las grandes zancadas que hay que dar- producir confianza en la gente? El Excelentísimo señor Allende, al visitar unas poblaciones, dijo a los ocupantes: "Caballeros, este negocio no funciona. Nosotros actuaremos con criterio social, de Izquierda, popular, pero dentro de la ley." Recuerdo que estaba sentado en esas bancas de enfrente cuando manifestó que tenía una vida entera al servicio de la democracia. ¿No habló después con los democratacristiaiios para reiterar su fe en tales principios? En los viajes mencionados habla a la gente, los llama a la razón, en lo que él ha llamado "la vía del convencimiento". Yo me alegro de que la haya empleado, pero acabo de leer en la prensa de ayer o anteayer que ha enviado un proyecto de ley con el propósito de sancionar a quienes, al margen cíe todo principio jurídico, quieren, por su sola voluntad, hacer lo que quieran: tomarse fundos, ocupar casas, inclusive casas de gente modesta que ha estado ahorrando para adquirirla.
¿Y cuál ha sido la respuesta? ¿Terminaron las tomas y ocupaciones? o, señor Presidente, han continuado. Para evitarlo no se precisan nuevas leyes. Se necesita la legislación que hoy existe. ¿Pero qué se obtiene con ésta, cuando producida una toma, se denuncia el hecho a la justicia ordinaria, la cual procede de acuerdo con este conjunto de códigos, que parece un basural en vez de códigos? Los señores Ministros concuerdan en que hay asalto de la propiedad, robo de animales, que han entrado cuatreros, han asaltado las casas y se han robado las cosas de su interior, y dictaminan que es posible disponer de la fuerza pública y otorgan la orden respectiva. Pero el Gobernador niega el empleo de la fuerza pública, y se llega en el proceso de las tomas al fenómeno increíble de que se nombre interventores a gente afuerina en predios" donde no hay conflictos.
Dichos interventores - ruego a los señores parlamentarios excusar la palabra, porque es dura- han tenido "la patudez" de pedir dinero al dueño del predio del que ha sido echado, al que le han robado sus animales, sus bienes y su casa. Le han enviado una nota comunicándole que lo necesitan para seguir trabajando su fundo, para comprar petróleo, aceite y construir catorce casas más para los asaltantes. No para los empleados, no para los obreros, sino ¡para los asaltantes. .. !
¿No es esta actitud una dosis para elefantes?
Por eso, Honorable señor Gumucio, considero que en este proceso económico - y lo digo con especial agrado en presencia de un hombre como el señor Ministro de Hacienda, Américo Zorrilla, a quien sé inteligente- debemos empezar por elegir caminos. Si queremos ir por las tremendas, si queremos adoptar las fórmulas doctrinarias de miristas y marxistas, que se aplique un sistema. Pero si por lo contrario, el Gobierno es la conjugación de fuerzas políticas distintas, donde hay partidos marxistas, pero donde está también el Partido Radical, que es social demócrata; donde se encuentra también el API, a que pertenece el señor Tarud, y el Honorable señor Gumucio, quien, además de demócrata, es beato, cómo no ha de ser lógico que este negocio de la Unidad Popular tenga que ser una cosa diferente de lo que es el marxismo.
Si lo que se busca son fórmulas de progreso dentro del camino de la democracia, debemos recordar que el proceso de la democracia se debe desarrollar con cuidado y no a puntapiés, porque la gente es sensible frente a las amenazas. Se hablaba del amor que múltiples profesionales sienten por su tierra. Aquí los hemos educado. Hay gente de los últimos cursos de ingeniería y de medicina que tienen clara conciencia de que el esfuerzo común de todos nosotros, por intermedio de la Universidad, les va a dar una profesión y quisieran quedarse para ejercerla, pero tienen miedo.
¿Por qué han bajado los valores de las propiedades, incluso las pequeñas, los departamentos que tienen menos de 140 metros cuadrados? Los pequeños "niditos" que las parejas buscan para formar un hogar, también han bajado mucho de precio. ¿Por qué ha sucedido esto?
La señora CAMPUSANO.-
¿Es bueno que bajen, Honorable colega?
El señor DURAN.-
Es muy bueno, pero en este caso se aplica un criterio que no estimula a la reposición. Si una casa cuya construcción costó cien o ciento cincuenta millones puedo comprarla en cuarenta millones, su propietario no querrá reponerla, y de esta manera la construcción se estancará. ¿Por qué no las compran? Porque nadie sabe lo que viene. Hay serio temor al montaje de las fuerzas marxistas - y pido excusas a mis ex correligionarios del Partido Radical, pues no es mi ánimo decir una cosa antipática- , pero el Partido Comunista es una colectividad muy bien organizada y montada con habilidad, e internacionalmente, una maquinaria que funciona en el mundo. No estemos creyendo que el Partido Comunista es una colectividad como para tomarla por debajo de la pierna. Yo diría, usando un lenguaje deportivo, que son profesionales de calidad internacional, y que nosotros, en cambio, somos pequeños equipos con jugadores de barrio.
El Partido Socialista es la segunda fuerza en importancia, y también es de concepción marxista.
Desde el fondo de mi alma, desearía que tanto el Honorable señor Gumucio como el Senador Jerez, mi amigo el Honorable señor Tarud y los Senadores del Partido Radical del CEN, lograran que esta combinación fuera realmente de unidad popular y no se transformara en el disfraz gigantesco y trágico de una concepción marxista.
En la mañana de hoy, el Senador y profesor Alberto Baltra dijo la siguiente frase con relación al proyecto en debate: "Este proyecto tiene como condición fundamental el que realmente se produzca un aumento sustancial del proceso productor, y para que este proceso productor se incentive" . . .
El señor BALTRA.-
¿Me permite, señor Senador?
El señor DURAN.-
¡Cómo no!
El señor BALTRA.-
Dije esas palabras con el siguiente criterio: para que Ia3 disposiciones que financian el reajuste puedan producir los rendimientos que se esperan de ella, es necesario que el procese económico mantenga un nivel normal.
El señor DURAN.-
El señor Senador agregó además que "el ritmo de la producción privada es necesario y esta producción particular debe tener utilidades." Es decir, lo que algunos llaman "lucro", con un tono un tanto despectivo. Esta gente quiere lucro, es decir utilidad. Se trata de que las empresas particulares obtengan utilidades, porque si no, se mueren. Se trata de incentivar la economía mediante un proceso de mayor poder de compra - porque no otro es el secreto- , y se nos dice que hay un montaje desocupado, que puede alcanzar a 30%.
Creo haber tenido alguna experiencia directa en relación con las industrias. No hay ningún industrial que tome una máquina en perfecto estado, la saque de su montaje y la tire al patio. Si lo hace es porque algo le pasa a la máquina. O no funciona bien o le falta determinado repuesto o se han creado otras más avanzadas en un mundo de técnicas que se renuevan. Recuerdo haber visto durante mi infancia, allá por el barrio Recoleta. Cómo empezaron a trabajar los integrantes de la colonia árabe: se instalaban con una pequeña maquinita, fabricaban tejidos y los transformaban en camisetas, calcetines y calzoncillos. En esta forma, fueron creciendo sus industrias y renovando sus maquinarias. Y estas máquinas han llegado a un punto tal, que un industrial me contó aquí en Santiago que no quiso montar unas maquinarias que le habían llegado, porque cuando las recibió ya eran viejas.
En cierta ocasión, el ex Presidente Alessandri manifestó muy entusiasmado: "Hay un conjunto muy grande de máquinas que no ha sido aprovechado y vamos a ocuparlas." Se empezó su revisión y se descubrió con posterioridad que muchas de las que se creían de fácil montaje, no eran aprovechables. Y como el señor Senador decía - en mi concepto con razón- , la idea, la filosofía del proyecto descansa en la hipótesis de que la economía funciona sobre bases normales. Y agregó algo que constituye la última de mis interrogantes. A él, como al Partido Radical del CEN, lo alarma la cesantía. Así lo ha dicho. Y cuando la cesantía va en crecimiento, no puede hablarse de un proceso económico que esté funcionando sobre los goznes de la normalidad. Si la desocupación sigue en aumento, si todo el montaje que el país anhela, de contar con nuevas construcciones, con más casas, de lograr un mayor desarrollo hasta llegar a ser grandes exportadores, etcétera; si todo esto no funciona, quiere decir, como ha señalado el Honorable señor Gumucio, que nos equivocamos y que deberemos volver a los moldes clásicos.
Pero, ¿es que no se han preguntado los hombres de Gobierno qué respuesta tendría el pueblo Trente a una posibilidad como la que Su Señoría ha analizado? Creo que el problema es muy grave. En este momento el país está movilizado por medio de un aparato de propaganda extraordinariamente inteligente. Mencionaba yo el otro día los avisos que aparecen en la prensa respecto de los bonos CAR, con los cuales se está tratando de comprar las acciones de los bancos. No soy enemigo de que el Estado controle el crédito para canalizarlo, pero sí lo soy de que sea dueño de todo el crédito, porque en ese caso, lo quiera así o no lo quiera así, el Gobierno se transforma en dictadura, pues la gente que participa en la producción dependerá de la voluntad del Ejecutivo. Sería éste quien, por medio de sus propias filosofías, iría apretando la garganta a quienes no están en el pensamiento ideológico de los hombres que actúan dentro del Gobierno. Por eso, preferiría, con todo, la fórmula de bancos entregados al manejo cooperativo, de manera que fuesen los empleados los' dueños de las instituciones, y de que algunos de los accionistas particulares pudieran nombrar parte del directorio. Fórmulas habrá. Pero una autoridad dueña del Banco del Estado, del Banco Central y de toda la banca privada, es una autoridad hegemonía, que establecerá las normas del juego, sin que nadie que no se arrodille frente a sus designios pueda seguir viviendo.
El señor SILVA ULLOA.-
¿Me permite una interrupción, Honorable colega?
El señor DURAN.-
¿Cuánto tiempo me queda, señor Presidente?
El señor AYLWIN (Presidente).-
Le restan siete minutos, señor Senador.
El señor SILVA ULLOA.-
La interrupción sería con cargo a mi tiempo.
El señor DURAN.-
En ese caso, se la concedo, Honorable colega.
El señor AYLWIN (Presidente).-
Con la venia de la Mesa, puede hacer uso de una interrupción el Honorable señor Silva Ulloa.
El señor SILVA ULLOA
.-
Cuando el Honorable señor Duran analizaba el problema de la cesantía, entiendo que con relación al proyecto de reajustes, pensé que llegaría a una conclusión; pero no ocurrió así. Su Señoría, después de señalar el problema, pasó a tocar lo relativo a los bancos. Imagino que el señor Senador pensaba sostener que no era efectivo lo que hemos afirmado, en el sentido de que esta iniciativa trata de incrementar el poder de compra de los sectores mayoritarios de la población como medio de absorber la cesantía. Como a buen entendedor, pocas palabras, imagino que tal fue el pensamiento del Honorable colega. Pues bien, debo manifestar al señor Senador que la política que se aplica en este terreno en el proyecto de reajustes no es de inspiración marxista ni leninista. Se trata de una estrategia seguida en otros países. Recuerdo, por ejemplo, que al momento de asumir por primera vez la Primera Magistratura de los Estados Unidos el ex Presidente Roos- evelt, ese país tenía millones de cesantes. La primera medida que adoptó el Gobierno fue la política que se conoció con el nombre del "New Deal": aumentó en 10% las remuneraciones de todos los trabajadores. Este incremento, que los sectores empresariales consideraron cosa de locos, tuvo las mismas virtudes que hemos señalado hoy, en cuanto a aumentar el poder de consumo y obtener que las fábricas que estaban paralizadas o trabajando sólo con 20% ó 30% de su capacidad instalada comenzaran a producir, y fueron el medio efectivo de absorber la cesantía.
Nada más, y muchas gracias por la interrupción Honorable colega.
El señor DURAN.-
El ejemplo puesto por el señor Senador es erróneo, porque la situación que vivían los Estados Unidos cuando se inició el "New Deal" era antagónica a la que presenta hoy nuestro país, el cual, incluso, aparece con una desventaja mayor: nosotros no somos una nación en condiciones, en lo que a nuestras propias técnicas se refiere, de lograr una incentivación casi instantánea.
Ahora, al tratar el problema de la cesantía yo no me estaba refiriendo en concreto a que este proyecto vaya a producir un incremento del fenómeno. Creo que no.
Me hago una sola pregunta: si las fábricas, en atención a los procesos productores, para satisfacer una mayor demanda, montan maquinarias obsoletas, cuyos rendimientos sean muy inferiores a los que ofrecen los elementos de la técnica moderna, ¿no tendremos, de todas maneras, un alto costo?
Ayer escuchaba, en algún canal de televisión, lo que un abogado llamaría la "preparación de la vía ejecutiva". Un Diputado, creo que del Partido Comunista, decía: "Alzas va a haber, porque se han producido aumentos de precios en el' mercado mundial." Señaló el caso del petróleo y de los fletes. Bien, se producirán algunas alzas. Pero unas alzas acarrean otras, y entonces nos encontraremos con que el anhelo de estabilización, por tales razones, que siempre se hicieron valer y que considero justas, irá desapareciendo paulatinamente.
En relación con el proyecto mismo - desgraciadamente me quedan sólo tres minutos- , debo decir que me parece justo, aunque no nuevo, devolver a los trabajadores no sólo lo que fueron perdiendo como consecuencia de la desvalorización monetaria, sino que se dé a los sectores más postergados un trato preferencial. Habría deseado que el aumento adicional de cinco y tres puntos por sobre la variación del índice de precios se hubiese aplicado hasta a las rentas de cuatro o cinco sueldos vitales, respectivamente. Sólo las rentas superiores no deberían contar con este porcentaje adicional.
Es grato observar una iniciativa - lamentable, sí, que no se pueda llevar a la práctica instantáneamente- tendiente a obtener la nivelación de todas las asignaciones familiares. Esta es una lucha que han venido sosteniendo los diversos partidos. Las disposiciones a que me refiero, naturalmente, contarán en el Congreso, concretamente en el Senado, con amplio respaldo.
Por último, debo decir que no me parece muy conveniente el sistema de tope de sueldos máximos. Habría preferido que se señalara derechamente cuánto es el máximo en relación con el sueldo bruto. No debe haber temor en hacer ciertas afirmaciones: la gente debe ir ganando mayores rentas en la medida de sus capacidades, condiciones, estudios y eficiencia, porque ésta es la única manera de que se sienta impulsada a la superación. Otras políticas sobre esta materia estancan a los pueblos, los achatan, y dejan de desarrollarse.
Termino mis observaciones formulando votos por que los Senadores de los partidos de Gobierno comprendan que los hechos concretos que hemos referido y que - hemos tenido oportunidad de observar, nos crean intranquilidad respecto del futuro de Chile, y se los hacemos ver para que, si así lo quieren, busquen caminos rectificadores. Siempre es bueno escuchar las palabras de los adversarios políticos cuando ellas no se inspiran en otro deseo que el que todos debemos tener: que Chile salga de la dura encrucijada en que se encuentra.
La señora CARRERA.-
¿Me permite una interrupción con cargo a mi tiempo, señor Senador?
El señor DURAN.-
¡Cómo no!
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