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- rdf:value = " El señor DURAN.-
Digo que fui al cementerio por las razones que he señalado. Me parece un hecho digno de destacar el que fueran los propios trabajadores quienes sacaron el féretro de la carroza. No se trataba, entonces, de campesinos que tuvieran problemas internos con el patrón. No había en Nilahue una lucha entre el patrón explotador y los inquilinos a quienes se hubiera mantenido en condición de esclavos, a quienes no se hubieran paga do sus jornales, a los que se hubiera tratado de mala manera. Ahí estaban los trabajadores frente al patrón muerto, llevando con sus propias manos la urna. Para mí, eso tuvo una significación. Más tarde oí los discursos, algunos narrativos, que junto a la lectura de las informaciones de las distintas prensas, me permitieron formarme un juicio: que la trágica muerte del señor Baraona tiene un parecido, desde el punto de vista simbólico, con lo que aconteció en el caso de Mery. Hernán Mery fue un funcionario eficiente que cayó víctima también de la violencia, por un garrotazo que le propinó un obrero agrícola. Pero, ¿dijeron eso la televisión y la radio? No. Lo dice el expediente. Políticamente habría sido mucho mejor para sus intereses que el garrotazo lo hubiera pegado el señor Benavente, dueño del fundo, pues, entonces habrían podido decir que es un patrón salvaje, criminal, delincuente, asesino, que le pegó a un funcionario a fin de acabar con su vida. Yo fui a ver al señor Benavente, porque era hijo de un hombre que era radical en vida y que se formó en un ambiente de radicales, de hombres libres. Le conté que tenía esta inquietud. El me narró los sucesos, que no voy a repetir ahora.
Pero sí tengo que poner mucho énfasis en una cosa que me parece vital: que a la señora alemana del Sur que murió por que se envenenó no demos nombres para no manchar honras simplemente la encerraron, le asaltaron el fundo, porque no fueron aplicando la ley de Reforma Agraria. Entonces ella, que había estado en algún campo de concentración y vino a buscar aires de libertad a Chile, cayó en cuenta de que estaba en otro campo de concentración cuando unos asaltantes la tomaron y la metieron en una pieza en calidad de detenida y, según mis informaciones, fue objeto de todos los vejámenes. Sin embargo, lo que está aconteciendo a diario en la zona sur, lo que ahora ocurrió en Colchagua y que ha estremecido al país como consecuencia de la mayor cercanía, ¿no tiene que traer a la Corporación una inquietud y así vaciar aquí este conjunto de amarguras que estamos sintiendo?
He tenido la oportunidad no sólo de oír sus discursos, sino de conversar con el Excelentísimo señor Allende. Tengo la impresión de que hay una falta absoluta de sincronización entre lo que se dice y lo que se hace. Su Excelencia sabe que todo este tipo de política que aterroriza al sector productor significa miseria. Lo saben todos aquellos que han dado los primeros pasos en las leyes económicas. Es inútil buscar por la vía de reajustes, de aumento de circulante, una política de justa distribución, a menos que el proceso productor aumente para que se entreguen más cosas ante el mayor poder de compra. Si la gente no está sembrando, ¿es por el ánimo de sabotaje de un hombre que no sabe qué ley le aplicarán? Yo que me recibí de abogado antes ejercía un poco la profesión, los quehaceres políticos me lo han prohibido, me doy cuenta de que en el hecho el conjunto de códigos que me metí en la cabeza no sirven de nada; que las leyes se aplican según sea el criterio de los Gobiernos de turno.
El otro día señalé lo que provocó la molestia de un Honorable colega de las bancas de enfrente que aquí se aprieta una tecla y se paraliza un sector de la producción, y es verdad. Si el Estado aprieta la tuerca del crédito, las industrias se paralizan y no habrá con qué pagar salarios. Eso es un hecho.
Hace pocos días leí en la prensa que el proceso de violencia se estaba trasladando a otros lugares; que se estaba urbanizan do, porque venía a la ciudad; que se habían producido tomas de casas y que ahora se venían realizando tomas de algunas fábricas. En Santiago llegó un instante en que hubo cinco mil departamentos toma dos.
Hace pocos días, la prensa dijo que Yarur había sido privado de una de sus fábricas.
Debo decir que me gusta leer ¡a prensa de todos los lados, aunque no todos los periódicos, porque hay algunos que des componen la salud en la mañana, y como uno necesita trabajar durante el día, más vale la pena no leerlos. Por eso, cuando un amigo me dice: "¿Leíste lo que dice tal diario?", le contesto que lo doy por leído, porque sé que todo lo que pueden decir o inventar no tiene límites. Tengo pocas querellas y cada vez me estoy querellando menos, porque para qué estar gastando papel sellado para estar en el negocio del pleito y preguntando si lo encargaron reo, si lo condenaron, si fue de apelación, si le subieron la pena, para terminar con el indulto, después de haber estado preocupa do por el proceso durante meses. Entonces he creído mucho mejor no querellar me más aquí, donde rige la "ley de la selva", porque no se saca nada con defenderse del conjunto de monos que, encaramados arriba de los cocoteros, tiran toda clase de cosas y especies. Entonces, uno va perdiendo la fe en todo el montaje de lo que se llama régimen de Derecho.
Se ha dicho a través de la prensa que el señor Amador Yarur, que es la persona a cargo de la administración de la fábrica tomada, es poco menos que un monstruo. Me preocupé de hablar con Yarur, del que, además, soy amigo, porque cada vez que hay elecciones voy a hablar con él y le pido un pedazo de género para poner mi retrato con mi nombre en las calles y que me haga una rebaja. El hombre me ha tratado con cordialidad y me las ha .concedido. Como digo, fui a preguntarle qué pasaba. "¿No has pagado los sueldos?" "No" me respondió "están pagados." "¿No tienes al día las libretas de seguro social?" "Todo está al día", me dijo. Entonces, "¿qué pasa con los obreros que se han tomado la fábrica? Me contó que en diciembre presentaron un pliego de peticiones que fue aceptado y que de acuerdo con la ley regía hasta diciembre del próximo año; pero que ahora, en marzo, presentaron un nuevo pliego, ilegal, y se tomaron la fábrica, lo que también es ilegal.
Entonces, ¿para qué se siguen estudian do leyes y para qué el Código del Trabajo?
Según me dijo el señor Yarur, el nuevo petitorio contenía diez puntos, de los cuales siete fueron satisfechos, y de los restantes hay uno, "en que los compañeros del sindicato me piden que eche a de terminados empleados, pero hay una ley que me impide despedirlos. ¿Cómo cumplir con el sindicato y con la ley? Si echo a la gente del sindicato, éste y toda la gama de partidos políticos que respaldan tales acciones van a decir: el "momio", el patrón, el señor Yarur ha expulsado a todos esos trabajadores". No los puede echar, y si no lo hace, le toman la fábrica; entonces el Gobierno, el Estado se toma esa industria, nombra interventores y más adelante, según lo que dice la prensa, se requisará para montar un complejo productor hilandero.
El Estado ya tiene tres o cuatro industrias laneras, algunas algodoneras y de polietileno, y desea montar un complejo industrial productor. No me opongo que así sea. Me parece hasta confortable para el buen desarrollo de un país que el Esta do monte alguna de esas industrias y las maneje. Eso sí que me gusta que me muestren los balances; ver cómo operan; cuáles son sus costos; cuál es el número de funcionarios, porque no tiene ninguna gracia que el montaje de la Unidad Popular se vaya adueñando de todo y los precios se mantengan bajos, pese a ser más altos los costos, gracias a la bonificación, ya que ésta la pagamos todos; o que las cosas mantengan un precio aparente mientras se emiten billetes que desvalorizan la moneda.
Creo que todo este proceso de violencia y atropello a la legalidad tuvo su reventón en el famoso problema que nos ha traído a este debate: la muerte de don Jorge Baraona.
Como antes señalé, oí los discursos pronunciados en el Camposanto y de dirigentes de su partido. Me retiré meditando sobre qué es lo que se quiere y hacia dónde se va.
Hace pocos días fui a plantear a Su Excelencia un problema, no en el orden personal, sino uno que se repitió mucho durante el último proceso eleccionario municipal: donde había un agricultor que era candidato, éste debía poner las barbas en remojo, porque en la medida en que se acercaba la fecha de la elección, o se le tomaba o se le expropiaba el fundo, de manera que debía dedicar las tres cuartas partes del tiempo a defender, no su pre dio, sino la reserva. ¿Y qué dice la ley al respecto? Que cuando un predio está bien explotado, pero tiene más de la cabida que constituye la unidad económica, el dueño tiene derecho a una reserva, en la que puede incluir sus casas.
El señor Baraona él o sus .hijos cuando por primera vez vio que se le en traban al fundo en un "jeep" trató de re conquistar la libertad de un hombre que habían tomado en calidad de rehén y baleó los neumáticos del vehículo. No fue como en el caso Matus. No dispararon a nadie a la altura de la cintura para asesinarlo, sino que a los neumáticos, para que ese valiente no se arrancara y así dejar pruebas a fin de que el país supiera quiénes eran los autores del asalto. Pero siguió la fiesta. Si el hombre y sus hijos habían defendido sus tierras, debía aplicarse una medida más fuerte, más dura, una que doliera hasta el alma, una que no se olvidara más, una que fuera ejemplarizadora para el resto de los productores de Chile. Entonces, lo expropiaron de la manera que aquí se ha señalado: dos horas para abandonar el campo, a lo que el señor Baraona jamás se negó; pero sí se opuso a que le dieran ese plazo para abandonar su casa, su hogar, en el que él y parte de su familia vivían. Dos horas para desarmar sus camas, sacar sus ropas, los recuerdos de familia, las cosas que un hombre va acumulando a lo largo de una vida con carácter de recuerdo.
No sé si los señores Senadores recuerdan y tienen que meditarlo las veces que uno, haciendo un viaje, se encontró con una piedra, con una fotografía, con un recuerdo, y lo trajo y lo fue metiendo en un rincón para que más tarde, en un rato de reunión familiar, se saquen viejas fotografías y se comenten: "¿Te acuerdas cuando pasamos por tal ciudad; cuando fuimos a Talca; cuando estuvimos en Roma?"
¡Dos horas para desalojar su casa! ¿Por qué no les preguntan a las empresas de mudanzas aquí en Santiago, para ver si hay alguna que en dos horas sea capaz de desalojar una casa e instalarla en algún lugar distinto? Y, como burla, se le ofreció: "No se inquiete, señor Baraona, estamos dispuestos a pagarle el hotel aquí, en el pueblo, mientras usted se arregla".
Ese es un proceder de desalmados, de "zombies", de gente que no tiene respeto por nada, ningún respeto ni fe. ¡Decirle al señor Barahona que se fuera en dos horas! ¿No sabían que en esa familia había dos hijos enfermos, lisiados? ¿Qué finalidad puede perseguir un hombre que adopta esa actitud al tomar conocimiento de la oferta del señor Barahona de irse, pero que respecto de su casa, le permitieran quedarse en ella unos días más para sacar con tranquilidad los bienes comunes? ¿Dónde estaba el perjuicio que se podía irrogar a la CORA, a los futuros asentados, a los medieros, inquilinos y empleados? ¿Cómo se estaban protegiendo los procesos productores de Chile? De ningún modo.
Es que en el alma de la gente se ha ido gestando un espíritu matonesco, el deseo de demostrar frente a las autoridades, cada vez colocadas en una mayor altura dentro de los escalafones, que se es capaz de todo; y, además ¿por qué no decir lo? el afán de cobrarse de deudas, por que cuando ese predio fue asaltado por primera vez, el delincuente tuvo que huir, con la cola entre las piernas. Un hombre entero da la cara, busca al adversario y frente a él toma la actitud que a un hombre corresponde. Pero las ratas de letrina no son así: se cobijan y buscan fórmulas que les permitan causar daño al adversa rio sin dar el rostro. Entonces, se acudió al proceso de la reforma agraria; y se aplicó la ley, a la cual el señor Baraona no se resistió ni se opuso. El señor Baraona no murió porque le quitaran el fundo, aunque razón habría tenido para que ese hecho lo llevara a la muerte. Los que hemos tenido alguna ocasión de vivir en un pedazo de campo sabemos cómo cada recodo de un camino, cada potrero, cada estaca, van teniendo un significado si uno o el padre, o el abuelo de uno contribuyó a formarlos.
Acabo de decir que me tiene sin preocupación la hora de las revanchas. ¡Que se tomen todas las revanchas que quieran, que expropien lo que les dé la gana res pecto de ese pedazo de tierra que en comunidad poseo con mi madre! Espero que ella no esté en el predio la he ido des arraigando de él, no quiero tenerla en mis brazos cuando la noticia del asalto o de la toma en dos horas se produzca. Pe ro me va a doler una cosa: en ese predio vivió mi abuelo materno. No se lo robamos a los indios. No tengan los señores Senadores ninguna duda: no se lo robamos a los indios. Se compró en un rema te que hizo el Fisco, de tal manera que si hay alguien que debe responder a la interrogante de los robos, el primero será el Fisco. Y si vamos por la defensa de los primeros títulos, debemos decir que fue ron los españoles los que vinieron a con quistar Chile, los que permitieron que ten gamos Congreso, que seamos personas civilizadas; que ellos fueron los primeros "ladrones", porque vinieron a ocupar es tas tierras.
Yo les dije a Sus Señorías el otro día que estaban equivocados cuando afirmaban que los araucanos eran los oriundos primitivos de las tierras del Sur. Esa no es la real doctrina sobre la formación de nuestra raza aborigen. Pero no importa. Lo que nos interesa es la aplicación real de esa filosofía que se desea ir sembrando en cada caso. Yo he oído decir a los mapuches: "Estas tierras no son de ustedes. Se las han robado". Y estas tierras de aquí, de Santiago, éstas donde está el Senado, ¿no fueron también robadas a los que primitivamente vivían en esta zona? La casa del Presidente de la Re pública, ¿no se asienta sobre territorio que antes también pertenecía a los primeros habitantes? ¿Acaso no era el Ca cique Vitacura la más alta autoridad del valle del Mapocho? Habita en este valle Su Excelencia el Presidente de la República, que es Presidente de todos nosotros, según nuestro juicio. Puede él decir que lo es de algunos de los chilenos, pero yo pienso que esa frase fue producto de una improvisación. Quiero creerlo así. Considero que él es Presidente de todos los chilenos y que tiene que manejar el país con miras al bien de todos sus conciudadanos, porque se elige Jefe del Estado, no se elige capitán de patota. De ahí que el Presidente de la República sea el Jefe de la nación y, por lo mismo, Presidente de todos los chilenos. Y ¿qué diría el Primer Mandatario si yo le dijera que tiene que salir de la casa que habita, en la calle Tomás Moro, porque todo ese barrio estaba bajo el dominio del cacique Vitacura; que tenemos que comenzar por ver los legajos de documentos para saber quiénes son los herederos del señor Vitacura, y que si no tiene ningún heredero, hay que declarar la herencia yacente y sacar a remate los bienes?
Yo creo que esta política que viene en sangrentando al país desde la zona sur, que se viene agudizando camino del Norte, aún es tiempo de que los señores Senadores, más allá de sus pasiones negativas, la mediten; la mediten los demócratas, los que quieren una vida libre, los que desean continuar transitando por los caminos de Chile como varones, de pie, mirando el Sol. Los que creen que el hombre es un despreciable engranaje de la maquinaria del Estado, sólo para servir la de rodillas, ésos tienen derecho a defender sus tesis antagónicas a estos principios de respeto. Pero nosotros seguimos reclamando, desde nuestro punto de vista de demócratas, golpeando la conciencia de algunos de Sus Señorías, que tienen el deber, dentro de la convivencia, de discriminar en sus juicios en busca de la justicia, de distinguir quiénes son realmente buenos patrones y trabajan dentro de las unidades económicas.
Pero no es esto lo que está importando. La unidad económica la votamos aquí, en este hemiciclo. La propusieron los señores Senadores democratacristianos; dijeron que la unidad económica correspondía a ochenta hectáreas básicas del valle de Maipo, y así, en escalas, se va trasladando a las distintas zonas. Pero ya el país conoce que algunos de los señores dirigentes de la CORA están hablando de cuarenta hectáreas; y después hablarán de veinte, más tarde, de diez, y después, de nada. Esta política de despojo, de asalto, con que se está violando la ley de Reforma Agraria, va creando en el alma de la gente desesperanza; y no sólo en los sectores agrícolas: también en los industriales.
¿Quién no va a querer cambiar, en el orden jurídico, el régimen de los bancos? Pero, ¿por qué buscar caminos de atravieso y no plantear las cosas lealmente en los organismos constitucionales?
Yo creo, señor Presidente y Honorables señores Senadores, que más allá de la búsqueda de posiciones electorales, margina do de la política del halago, tengo que ex presar, como chileno, que sentí satisfacción cuando oí el lenguaje empleado por el señor Allende el l9 de mayo. Yo creía que todos los sectores que lo apoyan, o que dicen apoyarlo, iban a inspirar sus actos en la voz del Mandatario: tranquilidad para producir para Chile.
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