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- rdf:value = " AMNISTÍA A PERIODISTAS CONDENADOS O PROCESADOS POR DELITOS ESTABLECIDOS EN LEY DE SEGURIDAD INTERIOR DEL ESTADO.
El señor FIGUEROA (Secretario).-
Moción de diversos señores Senadores con la que inician un proyecto de ley que concede amnistía a periodistas condenados o procesados por delitos establecidos en la ley de Seguridad Interior del Estado y otros cuerpos legales.
La Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento, en informe suscrito por los Honorables señores Fuentealba (Presidente), Gumucio, Hamilton y Sule, recomienda aprobar esta iniciativa que consta de sólo un artículo.
- Los antecedentes sobre el proyecto figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley: (moción de la señora Carrera y de los señores Acuña, Contreras y Chadwick).
En primer trámite, sesión 8ª, en 17 de junio de 1970.
Informe de Comisión:
Legislación, sesión 63ª, en 4 de mayo de 1971.
El señor PABLO (Presidente accidental).-
En discusión general y particular.
Ofrezco la palabra.
El señor GARCIA.-
En general, cuando el Senado acuerda amnistías busca manera de no favorecer ni a los reincidentes ni a quienes han delinquido muchas veces y se les ha entablado proceso por una misma infracción legal.
Son públicos y notorios los abusos de todo orden cometidos en los medios de publicidad. Por ello, una ley de amnistía en estas circunstancias estimulará a cometer delitos que en la actualidad tratamos de corregir. No es posible que se juegue con la honra de las personas, ni que se haga burla, mofa o escarnio de ellas. No es posible que defendamos la propiedad cuando se la intenta hurtar o robar, y no nos defendamos cuando la ofensa está dirigida a nuestra honra, que es muchísimo más valiosa que cualquier otro bien.
Por consiguiente, no se justifica otorgar amnistía de manera tan amplia como propone el proyecto. Ello es mucho más evidente si leemos la nómina de periodistas actualmente sometidos a proceso, que como anexo figura al final del informe. Por ejemplo, allí aparecen periodistas procesados siete veces por injurias a las más diversas personas; otros, condenados en tres, cuatro o cinco oportunidades, y que aparecen también con dos o tres procesos pendientes.
No es posible que a las personas que de esa manera han faltado a las leyes se les conceda un beneficio de tal magnitud. Amnistiarlas significa olvidar sus infracciones, y dejarlas en las mismas condiciones que quienes no han cometido ningún delito.
Si posteriormente alguien reclama, como se ha hecho frecuentemente en el Senado, de las expresiones injuriosas que recibe desde diarios, periódicos y revistas, le recordaremos que estas acciones son delitos sin sanción.
Es bastante difícil seguir un juicio. Además de ser caro, requiere acumular antecedentes, pagar abogados y disponer de mucho tiempo. En mi opinión, si después de la condena o, a veces a mitad del proceso, los afectados se benefician con una amnistía, se los estará impulsando a reincidir en esos delitos. Por eso votaré en contra del proyecto. En todo caso, he formulado algunas indicaciones, a fin de que, si es aprobado, sus efectos no sean tan dañinos.
El señor LORCA.-
No hay duda de que al hablar en esta Sala del problema que nos ocupa, algunos diarios de mañana publicarán todo tipo de insultos, como acostumbran cuando un Senador se atreve a opinar de manera distinta en todo cuanto atañe a ese gremio.
Al imponerme del proyecto en debate, advierto que la mayoría de los procesos están incoados por camaradas del Partido Demócrata Cristiano por el delito de injurias; por el ex Ministro Ossa Pretot; por Carlos Garcés; por el DiputadoPareto; por el DiputadoCarlos Sívori, y por Claudio Orrego. Además, por el Cuerpo de Carabineros, que entabló la querella durante el Gobierno del señor Frei.
A primera vista, creo que no podría votar este proyecto de amnistía sin conocer previamente cada caso. Creo necesario saber en qué consistieron las injurias; en qué estado están los juicios; si hay condenas; si hay presunciones; si hay apelación.
Si se ha demandado a periodistas por hechos que no concuerdan con la realidad, es decir falsos, no veo cómo vamos a concederles amnistía si no se ha dictado sentencia definitiva.
No sé qué posibilidad me franquea el Reglamento: si pedir aplazamiento de la votación o segunda discusión.
El señor PABLO (Presidente accidental).-
En conformidad al Reglamento, por tratarse de un proyecto con urgencia, Su Señoría puede pedir aplazamiento de la votación, solicitud que también ha hecho el Comité del Partido Nacional.
El señor VALENTE.-
¡Plena coincidencia!
El señor LORCA.-
¡Feliz coincidencia, en este caso!
¿Qué habrían hecho Sus Señorías si hubieran sido militantes del Partido Comunista los injuriados?
El señor MONTES.-
Votaríamos favorablemente.
El señor LORCA.-
¡No sé en qué país vota a favor de la amnistía del ofensor la persona que es injuriada!
El señor PABLO (Presidente accidental).-
Tiene la palabra el Honorable señor Duran.
El señor DURAN.-
Hace algunos días tuve oportunidad, en esta misma Sala, de decir algunas palabras respecto de algo muy parecido a lo que manifiesta el Honorable señor Lorca.
Hablar en el Senado respecto de cualquier materia; tratar cualquier asunto y enfocarlo para expresar un juicio, por respetuoso que éste sea, da motivo para que tres o cuatro periódicos, ya muy conocidos en Santiago, se desaten con toda clase de injurias. Su lenguaje llega a tal extremo de degradación moral, que más que dañar a las personas a que se dedican las adjetivaciones injuriosas, se perjudica gravemente, en el interior como en el exterior, el prestigio del país.
Hace unos días la Sala conoció el problema vinculado con la violencia desatada por la aplicación de la reforma agraria. Ahora mismo acabo de recibir un telegrama en que se me comunica que otro agricultor, el señor Fuchslocher, presidente del Sindicato de Agricultores de Cautín, fue retenido en su casa, después de ser tomada ésta por parte del personal de su fundo y por gente extraña al predio. Se le cortó la luz eléctrica y el teléfono y no se le ha dado protección policial.
Ese es un hecho.
Cuando uno representa una zona, y hombres de trabajo, gente honesta, reclama a sus representantes parlamentarios denunciar estos hechos, resultaría absolutamente irregular el que por lo menos, así de paso, esos representantes no los denunciaran. Sobre el particular, he procedido a llamar al señor Ministro del Interior, a quien no he tenido la suerte de encontrar.
Ahora mismo, al llegar al Senado, con algún retraso por razones particulares, a la entrada de la Corporación había un grupo no muy crecido, pero no inferior a 400 ó 500 personas, contenidas por algunos carabineros, injuriando de la manera más soez, no sólo en los cantos, sino en forma directa a los parlamentarios -en este caso, Senadores- que no son de sus simpatías.
Hay diversas maneras de ser víctima de agresión. Una, recibir golpes y pedradas. Otra, estar permanentemente sujeto a esta prédica diaria que, en forma reiterada, alguna prensa emplea, no sólo para pretender enlodar a algunos dirigentes políticos, sino para crear determinado clima.
El domingo recién pasado, en un programa televisual, tuve oportunidad de escuchar una audición muy discutida en cuanto a su continuidad. Se llama "A Tres Bandas".
El señor GARCÍA.-
Hoy es a cuatro.
El señor JEREZ.-
¡A dos!
El señor DURAN.-
Puede llegar hasta veinte, hasta que pierda su atractivo. Al oírla, me llamó mucho la atención un juicio que escuché al Honorable señor Jerez, presente ahora en la Sala. El señor Senador participaba en el debate. Tuvo allí algunas intervenciones y señaló un hecho que estimaba deleznable - opinión que en algunos aspectos yo comparto- , pero que consideré entonces, como ahora, extraordinariamente peligroso.
El Honorable colega, conversando en una reunión a la cual asistía el Secretario General del Partido Comunista, Senador Corvalán, quien hablaba de sus giras y de algunas reuniones del Partido Comunista, creo que de Rusia o Checoslovaquia, fue llevado...
La señora CAMPUSANO.-
De Bulgaria.
El señor DURAN.-
De Bulgaria.
En el transcurso del debate fue llevado a hacer algunas observaciones. Se le preguntó cuál era en estos momentos la imagen de Chile en el exterior. El señor Senador hizo presente, con un tono crítico, que, aparte los países de la órbita soviética o del sector socialista, los ubicados detrás de la "Cortina de Hierro", numerosos pueblos del sector occidental tenían óptima opinión respecto del Gobierno que hoy rige los altos destinos de la República.
Creo que esa afirmación es justa. Muchos sectores populares en los países de Occidente, donde hay democracia y libertad de expresión, miran la experiencia de Chile con especial interés. Sin embargo, el señor Senador hizo una curiosa observación. Dijo que otros sectores por cierto, los no populares, los reaccionarios, aquellos que viven preocupados sólo de la defensa de los monopolios, de los grandes consorcios económicos de tipo internacional- habían realizado una campaña destinada a desfigurar el rostro democrático de nuestra patria. Con tono crítico sostuvo que ese fenómeno no sólo acontecía en razón de que numerosos periodistas del exterior proporcionaban tales informaciones, sino que éstas eran dadas desde Chile en forma antipatriótica.
Medité mucho la opinión de Su Señoría, porque a través de ella pudiera desprenderse que se está perjudicando al país cada vez que un Senador de Oposición plantea problemas vinculados con su zona, como el de la reforma agraria, cuyos efectos están dañando a la economía nacional. Y de tal manera la dañan, que Su Excelencia el Presidente de la República lo ha hecho presente en múltiples ocasiones. Recuerdo la última: con motivo de celebrarse el Día de los Trabajadores, el 1º de mayo, dijo que había gente - no se refirió al común del trabajador agrícola o a los mapuches, sino incluso a los funcionarios de servicios públicos como CORA o INDAP- que entendía mal el enfoque de la realidad del país y que era necesario trabajar y producir más.
De manera que el lenguaje crítico de Su Excelencia tiene un respaldo en los hechos, hechos que al señor Allende le constan, porque él, diez o veinte días antes, había visitado la provincia de Cautín, donde se hizo una gran concentración de masas. En ella el Jefe del Estado expresó conceptos muy parecidos a los que he recordado.
¿Por qué el Excelentísimo señor Allende, en relación con hechos concretos y conocidos, puede destacar, a manera de autocrítica que aplaudo, la producción de un conjunto de fenómenos dañinos al proceso productor nacional? ¿Por qué si algunos señores Diputados del Partido Radical y más de algún señor Senador de esa misma colectividad han expresado su juicio contrario a la práctica que vengo yo señalando en estas palabras...
La señora CAMPUSANO.-
Señor Presidente, ¿es atinente con el proyecto en debate la materia a la cual se está refiriendo el Honorable señor Duran?
El señor DURAN.-
Si Su Señoría tiene paciencia, comprobará su vinculación directa.
Si se tiene respeto por la opinión del Excelentísimo señor Allende; si se acepta que aliados de la Honorable señora Campusano expresen juicios contrarios a lo que se ha denominado "las tomas" -no las describiré de nuevo, porque ya lo hice con anterioridad- , creo que en la medida en que se repitan estas opiniones, hasta los más tozudos hombres de Gobierno tendrán que entender que con tal sistema estamos haciendo un mal negocio para el país.
El señor JEREZ.-
¿Me permite que conteste, señor Senador?
El señor DURAN.-
Déjeme terminar el pensamiento, Honorable colega.
Después se la concederé.
¿Por qué, señor Presidente, si al Jefe del Estado y a parlamentarios de la Unidad Popular se les permite expresar libremente un juicio crítico, los diarios de Gobierno y partidos de la Unidad Popular silencian las voces de los parlamentarios radicales del CEN, no comentan lo dicho por el Excelentísimo señor Allende, o si lo comentan, se limitan a decir: "Cómo no ha de ser honesto que un gobernante, a seis meses de haber asumido el mando, reconozca que efectivamente hay hechos que son negativos?"
Sin embargo, cuando un parlamentario de Oposición señala en términos respetuosos lo que tuvo oportunidad de observar en Carén -lo que conté en la sesión pasada- o sucesos vinculados con su propia agrupación o con otra; es decir, las mismas materias a que se refirió tanto el Excelentísimo señor Presidente de la República como parlamentarios del Partido Radical del CEN, se nos aplican a los que no somos Gobierno y estamos colocados en las bancas de Oposición, por referirnos a esos mismos hechos, los epítetos más injuriosos e increíbles.
El señor GUMUCIO.-
¿Me permite, señor Senador?
El señor DURAN.-
Con el mayor agrado puedo conceder ahora tanto a Su Señoría como al Honorable señor Jerez la interrupción que me solicitan.
El señor GUMUCIO.-
Entiendo que cualquier parlamentario de Oposición tiene pleno derecho a formular las críticas que estime más convenientes, pero no considero lógico que Su Señoría asimile lo que dijo el Primer Mandatario con lo que expresan corrientemente los líderes de la Oposición. Se trata de cosas muy distintas. El Jefe del Estado, en un gesto enaltecedor, habló a los trabajadores sobre los sacrificios que significa hacer la revolución y el esfuerzo que deben realizar para que ésta triunfe y el Gobierno tenga éxito. También recomendó mayor prudencia y moderación, a los funcionarios para evitar que esa revolución y ese Gobierno sean atacados por actitudes desorbitadas.
Muy distinta es la posición del parlamentario que pinta a diario un cuadro caótico del país, perjudicando su economía y la visión de él en el extranjero, con términos y acento extraordinariamente dramáticos, como lo ha hecho Su Señoría días atrás en un discurso de más de una hora de duración y en el cual sólo en mínima parte se refirió al problema de la reforma agraria.
Naturalmente, el señor Senador tiene derecho a decirlo y a formular sus críticas en la forma que lo estime conveniente, pero ¿qué obligación tiene la prensa que no concuerda con Su Señoría de dar amplitud al cuadro que el señor Senador pinta?
Por lo tanto, aclaremos bien los conceptos, porque son bastante distintos.
El señor JEREZ.-
Aparte lo expresado por el Honorable señor Gumucio, deseo repetir lo que dije el domingo en la televisión, a fin de que el Honorable señor Duran vea cuan distinta de la realidad es la apreciación que ha hecho.
Concretamente, me referí a tres órdenes de actividades o actitudes que dañan la imagen del país, no la de la Unidad Popular, sino la de Chile como nación.
En primer lugar, hablé del conjunto de chilenos que, como lloronas griegas, han salido al extranjero sin que nadie los obligara, a pintar un cuadro dramático y a dar la impresión en el exterior de que aquí no se puede vivir, y de que han salido porque aquí se conculca la libertad. Varias de esas personas lo han hecho porque tienen cuentas pendientes en Chile y porque en el momento del ajuste y revisión de su conducta como empresarios y particulares, tenían muchas cuentas que rendir.
En segundo lugar, me referí concretamente a la imagen de Chile descrita por medio de las agencias informativas, que inclusive era tergiversada con su consentimiento tácito; de tal manera que, por ética periodística, ellas debían hacer las correcciones correspondientes. Al respecto, señalo un caso. La investigación tributaria que se realizó en el diario "El Mercurio", como se hace en cualquier empresa, se planteó en el extranjero como persecución a la libertad de expresión periodística en Chile. Inclusive, ese mismo diario debió formular el desmentido correspondiente y "pararle el carro" a la SIP, lo que ya es mucho decir en esta materia.
En tercer término, señalé categóricamente que campañas como la del terror -esto tiene mucho que ver con lo señalado recientemente por el Honorable señor Gumucio- eran de tal manera injustas, inmorales y groseramente arbitrarias, que sólo podían utilizarse durante las contiendas electorales, porque, como está a la vista de todos, una vez que finalizó el acto eleccionario, también acabó la campaña del terror.
Algunos elementos de ella fueron usados en el extranjero por sectores adversarios, no ya del Gobierno de la Unidad Popular, sino de nuestro propio país, para presentar un cuadro que denigraba y debilitaba nuestra posición en el exterior.
Es indiscutible que ni la Unidad Popular ni el Presidente de la República pretenden evitar la expresión de crítica de los partidos de Oposición. Más todavía: ni el Primer Mandatario ni las colectividades que forman la Unidad Popular desconocen su propia responsabilidad de Gobierno como para negarse a la propia autocrítica. A ello podrían, inclusive, corresponder palabras del Jefe del Estado y a ello también un proceso permanente de la Unidad Popular.
Discrepo de Su Señoría, pero no puedo desconocer su inteligencia. Por eso, opino que no puede argumentar de manera tan abiertamente equívoca ni proyectar las cosas en forma distorsionada que barre totalmente lo que yo afirmé en la televisión.
Repito: he dicho aquí lo mismo que expresé en esa oportunidad, para no darme facilidades y colocar las cosas estrictamente en el lugar en que lo hice el domingo pasado.
El señor DURAN.-
Cuando el señor Senador habla en la televisión lo hace de tal manera, que todos lo ven, lo oyen y lo entienden. De modo que al estar yo instalado frente al televisor, he tenido la misma oportunidad de saber qué cosas dijo Su Señoría y cuál fue su alcance.
El señor JEREZ.-
Es lo que acabo de decir.
El señor DURAN.-
Creo muy posible que yo le dijera al señor Senador que está dentro de lo probable que tal haya sido su ánimo, pero las palabras que pronunció dieron a entender que quienes formulan críticas que pudieran trascender más allá de las fronteras, están desdibujando el rostro de Chile, están creando una imagen del país que puede desprestigiarlo.
No deseo hacer ninguna observación de tipo jocoso, pero no cabe ninguna duda...
El señor JEREZ.-
Pero lo va a hacer.
El señor DURAN.-
Lo haré, porque creo que las cosas demasiado serias sólo interesan a los tontos graves, y es bueno que en el debate haya algo divertido.
Lo grave no es que en el exterior conozcan algunas cosas malas que aquí acontecen, sino que no tratemos de evitar que ellas sucedan. Entre los muchos cuentos de Don Otto sé de uno en que, engañado por su mujer, creía que la solución era vender el sofá. Por eso, creo que Su Señoría debiera buscar el camino, no para vender el sofá, sino para resolver el fondo del problema.
No estoy solicitando, Honorable señor Gumucio, que el conjunto de los diarios que forman la patota injuriante de todo el montaje del Gobierno y que hace respecto de todos...
El señor MONTES.-
¿Sólo del Gobierno?
El señor DURAN.-
No, señor Senador. También hay diarios y revistas de Oposición que usan un lenguaje que no comparto y que incluso he censurado. Como conozco a algunas personas que trabajan en ellos, les he manifestado que tal lenguaje y los hechos a los que en alguna oportunidad se han referido no sólo son inefectivos, sino que dañan el prestigio de la gente. Y recuerdo que cuando se planteó en esta Sala un problema referente al negocio del cobre, le hice presente a mi ex correligionario y actual Ministro de Minería, don Orlando Cantuarias, quien se quejó, con razón, por haber sido alcanzado en su buen nombre y prestigio, o porque se pretendió hacerlo, que eso mismo debió haberlo pensado antes, porque en la política militante ha usado tal sistema. Y le expresé - lo dije aquí- que, por tratarse de un hombre joven, en los actuales momentos puede no reconocer su error. Al respecto, recuerdo que una vez un hombre ya viejo -me refiero al padre del Honorable señor Gumucio- advertía al entonces Senador Grove, un revolucionario tremendo, que en esos tiempos, con las banderas del Partido Socialista, levantaba su voz en este hemiciclo para decir cosas terribles, que algún día él tendría oportunidad de verlo por la Alameda, con bastoncito, tomando el sol y ya ajeno a todo el devenir revolucionario, y que entonces tendría una actitud más generosa para juzgar la vida.
No. estoy pidiendo que los diarios que se dedican a la difamación me den un trato cordial. Me sentiría un poco denigrado con ello. Créame, Honorable colega: hay determinado tipo de prensa que prestigia a un hombre cuando lo injuria. Todos los señores Senadores saben muy bien que pueden servirse de ellos, pero desde el fondo del alma los desprecian. Saben que sirven a unos y a otros, según las posibilidades económicas de sus potenciales patrones que contratan sus lenguas largas y sus plumas envenenadas. De ahí que no suponga, Honorable señor Gumucio, que soy tan inocente, por no decir "caído de la cuna", como para esperar que después de un discurso como el que pronuncié respecto de un problema nacional, esa prensa vaya a aplaudirme.
El señor GUMUCIO.-
Creí entender que eso pretendía Su Señoría.
El señor DURAN.-
Debo decirle que no me oyó bien. Ya le dije en una oportunidad: tengo mala suerte; cada vez que intervengo en algún debate, Su Señoría está a la expectativa, esperando que yo hable para decirme alguna cosa. Cualquiera podría creer que estamos en una posición personal inamistosa, lo cual no es efectivo. Inclusive, nos unen razones de carácter familiar: tanto mi padre como el del Honorable señor Gumucio fueron políticos, pero fueron amigos, no obstante tener posiciones distintas, ya que el
padre de Su Señoría fue conservador, y el mío radical. Se peleaban en ese entonces.
El señor VALENTE.-
¡Qué hijos tan diferentes! ¡Mejoró por un lado y empeoró por otro!
El señor DURAN.-
Estoy conversando con el Honorable señor Gumucio.
Le rogaría a Su Señoría que diera una pequeña muestra de educación y me dejara terminar el diálogo. No tengo inconveniente en conceder una interrupción a Su Señoría.
El señor VALENTE.-
La otra vez me la prometió, pero no me la concedió.
El señor DURAN.-
Ahora lo estoy haciendo.
El señor VALENTE.-
A propósito del recuerdo que está haciendo el Honorable señor Duran respecto de la calidad revolucionaria de su progenitor y de la de conservador del padre del Honorable señor Gumucio, advertimos que los hijos de ambos han cambiado: el hijo del conservador es ahora un revolucionario, y el del revolucionario, un conservador, y más que eso, un reaccionario. Y tan simple es eso que las actitudes que han adoptado ambos Senadores confirman ese aserto. De modo que si Su Señoría trae a colación tales recuerdos, creo que el Senado debe recordar también cuál es la posición actual de los hijos de aquellos parlamentarios, que en su tiempo fueron realmente destacados en la política.
El señor DURAN.-
Si el señor Senador ha tratado de defender la memoria del padre del Honorable señor Gumucio, lo ha hecho bastante mal. En cuanto a la posición revolucionaria que haya tenido el mío, Domingo Duran, también está equivocado. No fue nunca revolucionario, sino un radical defensor de las tesis ideológicas de su partido.
Ahora, en esto de tener posiciones, es posible que de una generación a otra se cambie. Pero más censurable es hacerlo dentro de una misma existencia, y que yo sepa, Su Señoría no ha sido siempre comunista.
- (Risas).
El señor VALENTE.-
Tiene razón Su Señoría. Pertenecí al Partido Socialista, pero no fui miembro de otra colectividad, como algunos interesados han pretendido decirlo o lo han dicho. Después ingresé al Partido Comunista, en el cual me he mantenido durante más de veinte años sin vacilaciones de ninguna especie.
El señor AYLWIN (Presidente).-
Puede continuar él Honorable señor Duran.
El señor DURAN.-
Señor Presidente, todos los planteamientos que he formulado tienen por objeto destacar -y con esto satisfago la inquietud de la Honorable señora Campusano- , con relación a la actividad democrática que desarrollan los distintos partidos de Oposición, que hay personas dedicadas a blasfemar, a injuriar, a calumniar de la peor manera a quienes no comparten sus tesis, aunque muchas veces las tesis de esos escribanos sean muy transitorias; pero no importa. Y en esto es preciso reconocer que sirven con lealtad al patrón que les paga.
Desde nuestro punto de vista democrático, consideramos lógico tener, por razones humanas, una actitud generosa, desprendida o, por lo menos, comprensiva, para con el señor periodista que, por haberse excedido en sus informaciones, por ser inexacto el dato que le dieron o por haber actuado con demasiada pasión, dijo algunas cosas de más. Pero no puedo expresar lo mismo en cuanto a quienes hacen de la injuria profesión habitual, que no descansan de día ni de noche y que sólo emplean su imaginación para inventar inmundicias. Creo que no se les da un trato justo cuando, así, al barrer, se trata a todos de la misma manera.
Algunos periodistas enfrentan querellas de no menos de cinco o seis parlamentarios. Y me refiero a los congresistas porque nosotros, aparentemente, ante la opinión pública, gozamos de un fuero, de cierta situación ciudadana que nos franquea el recurso de apelar a leyes especiales para iniciar procesos en contra de esa gente.
En la sesión en que se debatió el problema relativo a la aplicación de la reforma agraria, señalé que esas personas pueden seguir, en la mayor impunidad, con su política de injuriar y calumniar, como lo deseen, a quienes no constituyen una vez favorable a la tesis que ellas sustentan, porque se las indulta o se recurre a leyes de amnistía cuya amplitud llega a ser injusta cuando se trata de estos profesionales de la difamación.
Me refiero a los parlamentarios, además, porque al menos tenemos la posibilidad de usar de la palabra en este hemiciclo, cuando podemos llegar hasta aquí: hoy día hemos tenido dificultades para entrar a la Corporación. Personalmente, logré hacerlo, como expresé denantes, en medio de un bullicio ensordecedor, de cantos, porque ahora la gente también expresa sus ideas cantando. Y eso es bueno. Lo único malo es que a veces las letras de esos cantos se descomponen mucho y dicen una serie de groserías que a uno lo hacen sonrojar cuando las oye tan bien entonadas por algunas niñitas y damas que acompañan sus interpretaciones con las palabras más soeces. Esta parece ser una nueva práctica en la demostración de tendencias de avanzada. Algunos creen que, cuánto más soez, ordinario, violento y agresivo, más izquierdista se es.
La señora CAMPUSANO.-
Su Señoría sabe que no es así.
El señor DURAN.-
Lo digo porque lo he escuchado de los innumerables discos que uno tiene oportunidad de conocer cuando sus chiquillos organizan "tecitos" y bailan. Ese lenguaje de corros lo he oídos en varias ocasiones. Esta es la tercera vez, por lo menos.
La señora CAMPUSANO.-
El señor Senador no puede decirlo, pues no va a las poblaciones.
El señor DURAN.-
Voy, señora Senadora, y por eso, cuando he sido candidato, he obtenido altas votaciones en esos sectores de la ciudadanía.
El señor AYLWIN (Presidente).-
¿Me permite, señor Senador?
Ha terminado el Orden del Día.
El proyecto queda pendiente, y con el uso de la palabra, el Honorable señor Duran.
Se suspende la sesión por veinte minutos.
- Se suspendió a las 18.15.
- Se reanudó a las 19.5.
El señor PABLO (Presidente accidental).-
Continúa la sesión.
Se suspende la sesión por 20 minutos.
- Se suspendió a las 19.5.
- Se reanudó a las 19.26.
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