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El señor AYLWIN (Presidente).-
Solicito la venia de la Sala para dar lectura a una declaración que estimé de mi deber emitir con relación a publicaciones aparecidas en los últimos días relativas a una actuación del Presidente del Senado.
Acordado.
La declaración dice:
"En relación a la campaña, orquestada por prensa, radio y televisión, de que estoy siendo objeto en estos días, considero necesario informar a la opinión pública lo siguiente:
"1º.- En una crónica del diario "La Nación", publicada sin firma responsable, se calificó de "infamia" una actuación del Senado." El texto apareció en "La Nación" del sábado 5 de junio; se titula "La infamia", y en el párrafo pertinente dice: "pensamos que la sesión del martes pasado constituyó la infamia más grande de un Poder Público contra un medio de comunicación social".
"En cumplimiento del deber propio de mi cargo de velar por la dignidad de la Corporación que presido, requerí la intervención de los Tribunales en conformidad a la ley.
"Yo no sabía, ni podía saber, que esa crónica había sido redactada por una señora embarazada. Y creía que el Director de "La Nación" era hombre.
"Si dicho director hubiera actuado como tal, habría asumido personalmente las molestias que con su conducta ha descargado sobre una mujer embarazada.
"Es falso que yo haya dado instrucciones a mi abogado para suspender la excarcelación de la señora Mora con el fin de matenerla detenida el fin de semana. Mal podría haberlo hecho, puesto que no tengo abogado en el proceso y, cuando la detención ocurrió, estaba en mi zona, fuera de Santiago." Sólo regresé al amanecer del sábado, acompañado del señor Edecán, porque andaba en visita oficial, en mi calidad de Presidente del Senado.
"Lo que sucedió fue que el Procurador encargado de informarme de la causa, al no poder encontrarme para obtener instrucciones, decidió suspenderla.
"Impuesto el sábado de lo ocurrido, y ante la petición de la Mesa Directiva del Colegio de Periodistas, no tuve inconveniente en desistirme sobre la base de que ese organismo gremial juzgue el caso en conformidad a las normas de su ley orgánica.
"La señora Mora fue encargada reo el 9 de agosto. Si yo me dejara llevar por suposiciones, como se hace por mis detractores, podría decir que es inverosímil que la defensa jurídica de "La Nación" haya ignorado durante diez días la existencia de dicha encargatoria de reo y que se postergó hasta el viernes 20 la detención de la señora Mora con el fin deliberado de provocar el escándalo que se ha querido formar en torno a este asunto.
"2º.- Una Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago, prescindiendo de mi desistimiento, ha anulado todo lo actuado en el proceso poique éste no habría podido iniciarse a requerimiento del Presidente del Senado, sino sólo del Ministro del Interior o del Intendente, y porque el desacato al Senado sólo se cometería cuando las palabras injuriosas se vierten de viva voz y no por escrito.
"Con el respeto que me merecen las decisiones judiciales, no acierto a explicarme esa teoría, en mi concepto francamente absurda.
"El artículo 26 de la ley Nº 12.927 que invoqué en mi requerimiento, autoriza para formularlo al Senador, Diputado o Magistrado afectado por el delito de difamación, injuria o calumnia. Las injurias contra el Senado -que constituyen desacato- afectan indudablemente a los Senadores que lo integran. Es contra toda lógica que yo pueda requerir la iniciación del proceso si soy injuriado individualmente como Senador, y no pueda hacerlo si lo soy colectivamente con mis demás colegas al injuriarse en conjunto al Senado de que soy miembro y que presido.
"Tampoco es efectivo que las injurias "de palabra" que configuran el delito de desacato sólo puedan cometerse "por medio de la expresión oral". El Diccionario de la Lengua que se invoca en abono de esa tesis, define la expresión "palabra" como "sonido o conjunto de sonidos articulados que expresan una idea" y, también, como "representación gráfica de estos sonidos". Es decir, la voz "palabra" comprende tanto la hablada como la escrita. Y donde el legislador no distingue, no es lícito al intérprete hacerlo.
"Como me he desistido de la acción, y no tengo ningún ánimo persecutorio -cosa absolutamente ajena a mi carácter- no ejercitaré los recursos procesales que podría haber intentado para corregir este manifiesto error.
"3º.- En cuanto a la campaña de diatribas que, cual jauría desencadenada, han desatado algunos órganos publicitarios en mi contra," -en contra del Presidente del Senado- "constituye una demostración palpable del típico procedimiento inescrupuloso de desprestigio y descalificación a las personas mediante insultos y mentiras de que, a falta de razones, se valen los grupos de mentalidad totalitaria en su intento de acaparar la totalidad del poder.
"Es falso que yo haya perseguido como abogado a dirigentes sindicales. Eso puede haberlo hecho un encumbrado dirigente de la Unidad Popular. En mi larga vida profesional, nunca fui abogado de empresas contra trabajadores y muchas veces, en cambio, defendí a éstos.
"Es falso que mientras doña Olivia Mora estaba detenida, yo paseaba por la costa en el automóvil del Senado. Llegué a Santiago desde mi zona el sábado y no me he movido de aquí.
"A qué seguir. No me rebajaré a contestar todos los chismes que, con procacidad e indisimulado odio, abundan en bocas o plumas venenosas.
"Quienes crean que por ese medio pueden arredrarme, como con tantos se intenta en estos días en la mejor campaña de amedrentamiento que conoce la historia cívica de Chile, se equivocan. Ningún insulto ni amenaza me apartará de lo que considere, en mi conciencia, mi deber.
4º.- Verdaderamente resulta asombroso que los mismos que diariamente rasgan vestiduras ante cualquier palabra, escrita o hablada, que pueda herir la epidermis de los personeros del Poder Ejecutivo y piden las penas del infierno contra quienes las vierten, se singularicen por el empleo majadero del insulto, la calificación de intenciones, el adjetivo peyorativo y el lenguaje grosero en contra de los Poderes Legislativo y Judicial y de la Contraloría General de la República.
"Invito al pueblo de Chile" -y a los señores Senadores- "a reflexionar sobre esta manifiesta inconsecuencia y no dejarse engañar ni atrapar por la trampa a través de la cual, mediante el desprestigio sistemático de nuestras instituciones y de las personas que tienen la enteraza de decir lo que piensan, se persigue abrir camino al totalitarismo."
El señor TEITELBOIM.-
Pido la palabra, señor Presidente.
La señora CARRERA.-
Pido la palabra.
El señor JEREZ.-
Pido la palabra.
El señor AYLWIN (Presidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Teitelboim; luego, la Honorable señora Carrera y, en seguida el Senador señor Jerez.
El señor TEITELBOIM.-
Honorable Senado, nosotros esperábamos una declaración de parte del Senador señor Patricio Aylwin. Y la esperábamos tranquila y reconocedora, como jurista que es Su Señoría, del hecho de que había incurrido en un grave error desde el punto de vista legal, en razón de lo cual la Sexta Sala de la Corte de Apelaciones, como él lo expresó, estimó que no debía haberse iniciado sumario alguno en contra de la periodista señora Olivia Mora sobre la base de la querella deducida por el Senador democratacristiano señor Patricio Aylwin. En efecto, en el fallo los MinistrosMarcos Abur-to Ochoa, Antonio Raveau Sotomayor y Rafael Briones manifestaron que el Presidente del Senado no podía arrogarse la representación de toda la Corporación para iniciar una demanda, ni menos tomarse atribuciones para entablar querellas recurriendo al artículo 203 del Código Penal, que son privativas del Presidente de la República, del Ministro del Interior y del Intendente de la provincia. Dicho fallo de la Sexta Sala de la Corte de Apelaciones sólo contó con el voto disidente del MinistroHernán Cereceda Bravo, el mismo que votó a favor del Senador señor Raúl Morales Adriasola cuando se pidió su desafuero por habérselo acusado de tener implicancia en el proceso que se seguía a raíz del homicidio del General René Schneider.
Creemos que la Sexta Sala cumplió la ley y que el profesor de Derecho y actual Presidente del Senado, Honorable señor Patricio Aylwin, se equivocó respecto de ella.
Quiero saber, además, si el Presidente de la Corporación consultó previamente a los Comités para deducir su querella. Porque, al fin y al cabo, aun si la ley lo hubiera facultado para deducir acción en nombre del Senado, me parece de absoluta correspondencia con el carácter representativo de su investidura -no es un cargo simplemente individual, sino con relación a un organismo compuesto por 50 miembros- que hubiera consultado la opinión de los distintos Comités. Yo no sé si lo hizo. No he tenido noticias de que lo haya hecho.
El señor AYLWIN.-
¿Me permite una interrupción, señor Senador?
El señor TEITELBOIM.-
Con mucho gusto.
El señor AYLWIN.-
Señor Senador, no consulté a los Comités porque el Reglamento del Senado es claro al imponer a su Presidente la obligación de resguardar la dignidad de la Corporación. Expresamente dispone:
"Sólo con acuerdo del Senado o por disposición de este Reglamento, podrá el Presidente dirigirse de palabra o comunicarse por escrito en nombre de la Corporación, salvo en los períodos de receso, en que lo hará libremente, debiendo dar cuenta al Senado en la primera sesión que celebre.
"En todo caso, podrá actuar en representación del Senado en resguardo del fuero parlamentario y de la dignidad de la Corporación,..."
De acuerdo con la tradición, todos los Presidentes del Senado, en forma ininterrumpida, cada vez que consideran lesionada la dignidad de la Corporación actúan de inmediato como su conciencia les aconseja.
El señor TEITELBOIM.-
Yo creo que el Presidente, antes de dar un paso de tal gravedad, debe consultar a la Sala. Entiendo que cuando se produjo el hecho que indujo a la presentación de la querella, la Corporación no estaba en receso. Y aunque lo hubiera estado, era perfectamente posible conversar con los Comités. En verdad, se consulta a éstos respecto de todo lo que reviste cierto carácter extraordinario, aun en situaciones que pudiéramos estimar de importancia muy relativa. Pero cuando se quiere actuar en nombre del Senado, donde hay opiniones conocidamente antagónicas o distintas, es de toda prudencia que el señor Presidente consulte a los diversos Comités. El puede, en un momento determinado, decir que actuó en representación de una mayoría; pero la verdad es que se hace absolutamente indispensable consultar a los Comités.
El señor BULNES SANFUENTES.-
Pero no es lo que dice el Reglamento.
El señor TEITELBOIM.-
No es lo que dice el Reglamento y es lo que dice el Reglamento. En efecto, éste dispone: "salvo en los períodos de receso", y no estábamos en esa circunstancia.
El señor BULNES SANFUENTES.-
No dice eso, sino que "en todo caso, podrá actuar en representación del Senado en resguardo del fuero parlamentario y de la dignidad de la Corporación."
El señor TEITELBOIM.-
Ya vamos a ir más al fondo.
El señor BULNES SANFUENTES.-
No conozco disposición alguna que dé esa facultad a los Comités. Si algo está excedido en la Corporación, son las atribuciones que se toman los Comités.
El señor TEITELBOIM.-
Lo expresado por el Honorable señor Bulnes nos obliga a ir más a fondo en el asunto.
Si se ha vulnerado la dignidad de este hemiciclo, la verdad es que nosotros podríamos preguntar por qué se dedujo esta querella ante una expresión genérica respecto del Senado, en circunstancias de que, en virtud del contexto de la crónica, se desprende que ella se refería a ciertos y determinados Senadores y por una causa muy concreta.
Celebro el hecho de que el Presidente de la Corporación se pronuncie contra una campaña de diatribas y hable de "grupos de mentalidad totalitaria, que en su afán de controlar totalmente el Poder, recurren a las injurias y a las calumnias", y de que no se rebajará a contestar los "chismes". Pero, en seguida, y con visible contradicción, el Honorable señor Aylwin, que tiene una alta investidura que respetar, dice que él "creía que el Director de "La Nación" era hombre". Esta es una injuria grave, dicha por el Presidente del Senado, quien habló desde la testera. Y, naturalmente, no podemos calificar esta expresión como de un rigor, de una seriedad, de un respeto para los demás, que pueda sentar cátedra. Por lo contrario, ella entra de lleno en el plano y calificación de la diatriba.
Pero la verdad es que el problema no lo originó el Director del diario "La Nación", sino el querellante, y éste no es otro que el Honorable señor Aylwin. Además, el señor Senador dice que las injurias contra el Senado configuran la mayor campaña de amedrentamiento que conoce la historia de Chile. No, contra el Senado se conocen mucho mayores campañas de amendrentamiento, como una que hizo el ex Presidente de la República Arturo Alessandri Palma, quien nos motejó hasta el infinito -lo saben hasta los niños de las escuelas- como "los viejos del Senado" e hizo toda una tremenda campaña en contra de esta Corporación. Y no lo hizo mal tampoco el PresidenteEduardo Frei cuando la Sala le negó autorización para viajar a los Estados Unidos. Basta ver algunos titulares de "La Nación" de aquella época. Sin embargo, nosotros jamás calificamos al Director de ese rotativo bajo el Gobierno del señor Frei, como de "poco hombre".
El señor AYLWIN.-
¿Me permite una interrupción, Honorable Senador?
El señor TEITELBOIM.-
Inmediatamente después, porque quiero terminar mis observaciones.
El señor HAMILTON.-
¿Me permite, Honorable colega ?
El señor TEITELBOIM.-
No, señor Senador. Si en esta Sala todos nos conocemos.
Su Señoría tiene perfecto derecho a usar de la palabra, y oportunamente podrá hacerlo.
Deploro el lenguaje grosero y el epíteto peyorativo usado por el señor Presidente de la Corporación, quien, además, difícilmente podrá desprenderse de una responsabilidad grave por tratar de amedrentar a la prensa sin reparar en quién es la víctima ni en la situación en que ésta se encuentra. Porque el Honorable señor Aylwin bien pudo no saber en el momento en que dedujo la querella, quién era el autor de la crónica; pero es evidente que lo supo después, porque transcurrieron muchos días de esto y sabía perfectamente cuál era la situación en que se encontraba la señora Mora. Y se ha producido el desistimiento donosamente, cuando en realidad la Corte ya había declarado que esa querella nunca debió haberse iniciado, porque el Presidente del Senado no tenía atribuciones para hacerlo.
Pienso que éste constituye un capítulo triste de la Corporación y que realmente no se ha cautelado la dignidad de la Presidencia del Senado al deducir esta querella contra una mujer en estado de gravidez, contra una periodista, todo lo cual lesiona los valores de la libertad y del derecho de información, y también del respeto humano.
La señora CARRERA.-
Señor Presidente, he pedido la palabra, más que nada, porque me han causado profunda extrañeza las expresiones del Presidente del Senado.
Su Señoría habló, por ejemplo, de "mentalidad totalitaria", que es, precisamente, uno de los "slogans" que ha puesto en práctica la máquina publicitaria de la Derecha en contra del Gobierno de la Unidad Popular; de "campaña de amedrentamiento jamás vista", y de que él creía que el Director de "La Nación" era hombre". A mi juicio, tal como expresó el Honorable señor Teitelboim, ésta es una forma muy peyorativa de referirse a una persona. Además, Su Señoría da a esa expresión un carácter muy especial, porque por este tipo de epítetos -aunque no estuviéramos en el Senado- nadie podría querellarse. En efecto, dicha expresión puede temarse de dos maneras: o el Honorable señor Aylwin creyó primero que el Director del diario "La Nación" era hombre y después se dio cuenta de que no lo era, o bien, dio a la frase su verdadero significado y, en consecuencia, es peyorativa.
El señor HAMILTON.-
Está en la versión, en el discurso del Honorable señor Aylwin.
La señora CARRERA.-
He escuchado con toda claridad, Honorable señor Hamilton.
Efectivamente, figura en la versión taquigráfica. Sin embargo, debo insistir en que ésta constituye una manera muy especial de insultar; un modo de expresarse que no permite decir "usted está insultando en esta forma".
Ahora mismo, el Honorable señor Hamilton seguramente recurrirá a algún argumento tendiente a hacer creer a la opinión pública que lo que se quise decir no era que el señor Waiss es "poco hombre".
Esta forma de insultar se podría calificar de diferentes maneras, pero yo prefiero no hacerlo. En todo caso, es como tirar una piedra y esconder la mano. Y eso, realmente, es chocante en el Presidente de una Corporación que parece sentirse tan lleno de una dignidad que es herida en forma tan fácil.
Respecto de la campaña totalitaria de desprestigio, pienso que efectivamente en nuestra política está actuando una fracción fascista empeñada en acciones de esa naturaleza mediante el uso de dos órganos escritos de difusión y de otros más. Por desgracia, uno no siempre dispone de la paciencia suficiente para tragarse toda la basura que se publica en esos medios.
Varios órganos de difusión de la Derecha fascista se han dedicado a emporcar las relaciones de todo tipo, tanto políticas como humanas, en este país. Existe, por ejemplo, una revista que nunca he leído, llamada "Sepa", la cual, según todas las informaciones que tengo, se caracteriza por hacer publicaciones plagadas de injurias, calumnias y mentiras, desde la tapa hasta la contratapa. No me referiré a ella, pues sus condiciones la hacen aparecer fuera de serie. Es una pieza publicitaria que, con el correr del tiempo, será posible observar en los museos.
Pero hay otros órganos de difusión, menos confidenciales, que también se leen, como son los diarios "Tribuna" y "La Prensa", en los cuales también se vierte toda clase de mentiras y calumnias. Y al referirme a ellos, yo quisiera preguntar si no se ofende también la dignidad de la Corporación cuando se calumnia a una Senadora, porque, personalmente, he sido insultada y calumniada en numerosas oportunidades. La verdad es que, en algunos momentos de reflexión, tales ataques me han llegado a alegrar. Porque si yo fuera una persona tan insignificante que no hiciera daño de alguna manera a mis enemigos, aunque sólo sea por el hecho de existir, seguramente no se darían el gusto de tejer calumnias y mentiras acerca de mi persona. Me eleva la moral el hecho de que de alguna manera mis enemigos se den el trabajo de hacerlo; los enemigos de la clase popular, los enemigos del pueblo, los enemigos del cambio, los enemigos de que este Gobierno realmente haga tales transformaciones que resulte irreversible el proceso de la revolución chilena. Soy una pequeña parte de la Unidad Popular. Si los enemigos del pueblo se preocupan de mí, será porque algún daño les hago. Y esto, en las ocasiones en que he tenido que soportar esos embates, me ha consolado, me ha servido de apoyo, me ha dado fortaleza moral.
Pues bien, creo que también se hiere la dignidad del Senado cuando se calumnia a un Senador. Y que yo sepa, nunca se ha preocupado esta Corporación de que se haya calumniado a uno de sus miembros, como se ha hecho conmigo. En este momento tengo presentada una querella contra el diario derechista "Tribuna", que estoy absolutamente cierta de ganar, si es que hay un mínimo de justicia en este país. Mis abogados están muy seguros de ello, porque ese periódico ha vertido las más infames y calumniosas noticias en sus páginas. "La Prensa" ha publicado iguales calumnias, pero lo ha hecho en la forma como se ha expresado el Honorable señor Aylwin -que creía que "era hombre", frase de la que no puede captarse bien el sentido, pues puede interpretarse de dos maneras-; es decir, desgraciadamente, no lo hizo de modo que mis abogados pudieran iniciar una querella contra ese diario. Digo "desgraciadamente", porque creo que esas acciones deben hacerse en conjunto; al mismo tiempo que en contra de "Tribuna", querellarse con "La Prensa". Pero este último periódico lo hizo más hábilmente, y mis abogados no han podido querellarse en contra de él, en circunstancias de que ambos órganos de difusión obedecían a todo un plan, que también ha utilizado la radio, y del que esto a que me refiero es sólo una parte.
La campaña de infamias, injurias y calumnias en que los órganos de difusión del fascismo y de la Derecha están empeñados en contra del Gobierno de la Unidad Popular tiene, en realidad, un peso bastante grande; no todo el que ellos quisieran, pero tiene un peso bastante grande. Y es bueno que la opinión pública sepa, que podamos demostrarle a ella que quienes rasgan sus vestiduras, se echan ceniza sobre la cabeza hablando de que los insultan y los persiguen, son los que están persiguiendo al resto de la gente, insultándola y calumniándola.
Contra el diario "Tribuna" se presentarán pronto otras querellas de las mismas razones mencionadas, por otros personajes que no son Senadores, por cierto, pero que también tienen -así lo pensamos- toda clase de derechos civiles.
En el caso que nos preocupa, pareciera andar el ladrón detrás del juez. O tal vez sea la costumbre de cierta clase social, la de creer que son ellos los únicos que pueden decir toda clase de insultos, calumnias y mentiras contra los representantes del pueblo, sin que les pase nada, sin recibir nada en cambio, la que ahora les haga tener una piel tan delicada frente a cualquier palabra escrita que aparezca en los diarios. Creo que el error cometido por el Presidente del Senado, y que la justicia chilena le ha señalado, a pesar de ser él hombre de leyes, lo hará pensar dos veces antes de actuar, y tal vez que debe consultarse previamente a los Comités, aunque ello no esté en el Reglamento. Ocurre que a los Comités se nos llama para toda clase de asuntos. A mi juicio, si así se procede es porque el mecanismo de Los Comités ayuda al funcionamiento del Senado. Y así como en las especies biolóficas, la función crea el órgano, según decía Darwin, algunas de las actuales funciones de los Comités deberán establecerse en Jo futuro en el Reglamento. Al parecer, ellos son eficientes, son útiles, y lo que el trato más o menos deferente ha transformado en una costumbre en este Senado, no tiene por qué dejarse de lado en una ocasión como ésta.
Prueba de ello está en los hechos que nos encontramos analizando esta tarde y a propósito de los cuales la misma justicia chilena, que nunca se ha caracterizado por defender los intereses de las clases populares ni de los parlamentarios de estas bancas, haya tenido que explicar al señor Presidente cuál era su derecho.
Nada más.
El señor NOEMI (Presidente accidental).-
Tiene la palabra el Honorable señor Jerez.
El señor JEREZ.-
Señor Presidente,, antes de hacer unas breves observaciones sobre este tema, quisiera consultar al Honorable señor Aylwin si acaso la lectura del documento que él ha hecho esta tarde en el Senado no tiene otro objetivo que informar a los Senadores, o si en el fondo involucraba de su parte alguna petición de solidaridad frente a lo actuado como Presidente de esta Corporación.
El señor AYLWIN.-
Mi propósito ha sido exclusivamente el de informar a la Sala de una actuación del que habla, cuestionada hasta ahora no por Senadores, sino por órganos de publicidad, y respecto de la cual el Presidente de esta Corporación ha adoptado algunas actitudes o hecho algunas declaraciones que me pareció' que debía dar a conocer a los señores Senadores.
El señor JEREZ.-
Gracias. Me alegro de que así sea, porque la verdad de las cosas es que considero desafortunada la actuación de Su Señoría.
Desde luego, el Honorable señor Aylwin tiene fama de hombre ponderado, y creo que su respuesta contenida en el documento que hace poco leyó, no ha sido consecuente con esa imagen que de su persona existe. La opinión que yo, personalmente, tengo de don Oscar Waiss, a pesar de que lo conozco muy poco -no habré hablado más de dos veces en mi vida con él-, es muy distinta de la que emana de ese juicio un tanto ofensivo que Su Señoría ha estampado en ese documentó. Me parece que es un hombre muy consecuente, un luchador infatigable por sus ideas, un hombre muy respetable desde el punto de vista de la conducta política que ha observado desde el tiempo que lo conocemos.
Creo que el señor Senador no usó una expresión muy feliz al referirse a una "campaña de amedrentamiento".
En efecto, todo esto se motivó por el juicio, acogido por el diario "La Nación" que mereció a un periodista, una sesión del Senado convocada para tratar un tema muy concreto, el enjuiciamiento de un programa de televisión, y en la cual, según nuestro parecer y el de muchos otros Senadores, aunque fuéramos la minoría del Senado, se hizo uso abusivo del derecho de esta Corporación a pronunciarse, pues se tergiversó realmente el verdadero alcance de ese programa. Y la verdad es que en aquella oportunidad, como en otras -no sólo por medio de algunos personeros del Senado, sino de cierta prensa e incluso de la Cámara de Diputados- se ha hecho ese enjuiciamiento a un programa de ese canal de televisión con el claro afán de amedrentar, precisamente, a quienes están trabajando en él y de coartar el legítimo derecho que les asiste de usarlo como medio de expresión de ideas.
Por otra parte, por mucho que se quiera presentar al Senado como una institución un poco abstracta, desligada de quienes la integran por la representación que tienen de los partidos políticos, creo que debió tenerse en cuenta, cuando se actuó en representación del Senado, que no todos pensamos de la misma manera ni hemos llegado aquí por la misma puerta. En aquella ocasión concreta, hubo posiciones diversas, y así como hubo quienes solidarizaron con la acusación que se planteó en contra del canal por un programa en que se pretendía que se atacaba o se condenaba a la colonia árabe, otros estuvimos de acuerdo con la forma como ese programa se había hecho. Debió haberse tenido en cuenta que no era el Senado el que formulaba esa acusación, sino un sector del Senado; y que muchos de los que estamos aquí no nos sentíamos interpretados de ninguna manera por la defensa que de esta Corporación ha hecho su Presidente, porque el Senado no es sólo una entidad de carácter jurídico, no es una entidad de carácter institucional: es la expresión legítima de opiniones divergentes. Y en ese caso concreto, las opiniones no fueron de ningún modo unánimes; por lo contrario, fueron discordantes, y se expresaron con toda libertad.
Quiero decir también que no queda en muy buen pie el Fiscal de la Corte Suprema. He tenido ocasión de leer, si no me equivoco en "Las Ultimas Noticias" de hoy, una entrevista hecha al Honorable señor Aylwin, donde se dice que éste consultó, antes de proceder, al Fiscal de la Corte Suprema, quien habría manifestado la opinión de que procedían la querella y la actuación posterior que tuvo el Presidente del Senado. Felizmente, la resolución de la Sexta Sala ha puesto las cosas en su lugar.
En consecuencia, concordando ampliamente con los planteamientos de la Honorable señora Carrera y del Honorable señor Teitelboim, creo que la actuación del Presidente del Senado y la del Fiscal que le entregó los antecedentes que lo indujeron a proceder de manera tan incorrecta y errónea, no ha sido afortunada; y, a mi juicio, el Presidente del Senado, a pesar de que discrepo de sus puntos de vista, tiene bastantes conocimientos jurídicos como para no necesitar que se le aconseje -tan malamente- antes de actuar.
El señor AYLWIN.-
Señor Presidente, seré breve, pues no deseo entrar a una polémica con mis Honorables colegas.
Quiero decir, primero, que actué en mi calidad de Presidente del Senado. Si se insulta a la Corporación, alguien tiene que actuar en resguardo de ella.
El artículo en cuestión decía: "Pensamos que la sesión del martes pasado constituyó la infamia más grande de un poder público contra un medio de comunicación social". Es decir, se calificaba a la sesión del Senado de "infamia". Me pareció que mi deber era el de pedir a los tribunales que aplicaran la ley.
Segundo: no he dicho a ningún periodista que yo hubiera consultado previamente al señor Fiscal de la Corte Suprema. Lo que dije -si se ha publicado otra cosa debe ser a causa de mala interpretación de mis palabras- fue que en el sumario que siguió el Ministro sumariante se requirió informe del Fiscal respectivo y que éste estimó, lo mismo que el Ministro sumariante, que esos términos, empleados para referirse al Senado, constituían el delito de desacato que castiga el artículo 263 del Código Penal.
Tercero: Honorable señora Carrera, me parece que en los años que llevamos aquí nos conocemos. No creo que Su Señoría ni nadie pueda decir de mí que soy de los que tiran la piedra y esconden la mano. Acostumbro a asumir plenamente la responsabilidad de mis actos.
Finalmente, en cuanto al carácter o tono de la declaración, es cierto que habitualmente uso un lenguaje ponderado; pero lenguaje ponderado no quiere decir lenguaje blandengue o débil. Aquí ha habido y hay colegas cuyas palabras suelen sonar a latigazos. Yo no tengo ese don, pero creo que en determinadas ocasiones las cosas deben ser llamadas por su nombre, sin eufemismos.
Después de haber estado recibiendo durante cuatro días toda clase de insultos por la radio, la prensa y la televisión, presentándoseme como un individuo desalmado, que está persiguiendo a una pobre mujer embarazada, creo que el mínimo derecho que tengo es el de contestar manifestando lo que pienso sobre quienes actúan de esa manera.
En todo caso, saben los señores Senadores que mi conducta, como hombre en la vida privada, como político en la vida pública, como Senador en este recinto y como Presidente del Senado mientras la Corporación quiera tenerme en tal calidad, será siempre de respeto hacia las personas, de franqueza y lealtad.
Nada más.
El señor NOEMI (Presidente accidental).-
Tiene la palabra el Honorable señor Reyes.
El señor REYES.-
En primer término, debo anunciar la solidaridad de los Senadores democratacristianos con el Presidente del Senado, no sólo como un acto de adhesión política, sino también porque nos parece que su actuación ha sido correcta.
Frente a un artículo del diario "La Nación", sin firma, en el cual se calificaban en forma absolutamente inaceptable las actuaciones del Senado, el Honorable señor Aylwin, como Presidente de esta rama del Congreso, entabló una querella, en virtud de la cual se han producido los hechos que todos conocemos.
De ese artículo sin firma, el primer responsable era el director del periódico mencionado, el que, sin embargo, no asumió su responsabilidad, sino que la hizo recaer, en apariencia, en la periodista que lo había redactado.
Se argumentó aquí que habría sido preferible que antes de presentarse esa querella se consultara a los Comités; pero quedó claramente establecido que ese trámite no sólo no está previsto en el reglamento, sino que incluso es deber del Presidente del Senado proceder en defensa y prestigio de la Corporación. Precisamente eso fue lo que hizo el Honorable señor Aylwin en su oportunidad.
Se han querido confundir los hechos o presentar el cuadro a la inversa: cuando otros órganos de expresión también estuvieren incurriendo en exceso de calificativos hacia el actual régimen o en abusos semejantes a los que motivaron el reclamo del Senado, nosotros los estaríamos justificando. De ninguna manera: condenamos por igual cualquier exceso en la publicidad, porque creemos que es uno de los males que hoy día imperan en Chile. Pero no se pretenda, al hacer cargos por lo que pudiera afectar a los sectores gobernantes, que no existe igual ánimo o más encono todavía en los órganos de publicidad que condenan o que pretenden descalificar a los medios de Oposición.
Ha puesto fin a este proceso una Sala de la Corte de Apelaciones, al no acoger la reclamación interpuesta, por dos considerandos. Creo que el Presidente del Senado ha hecho bien en señalarlos como infundados, por cuanto, si el señor Presidente no se hubiera desistido de la querella -así lo entiendo yo-, el juicio debió continuarlo para su rectificación. Sin ser abogado, me parece sencillamente absurdo que una Corporación como la nuestra no pueda hacer, por sí misma o por medio de su personero máximo, el reclamo correspondiente por cualquier ofensa que se le infiera. De la misma manera, me parece absurdo que la expresión "ofensas de palabra" quiera constreñirse a las expresiones verbales.
Repito: si el señor Presidente del Senado no se hubiera desistido, habría valido la pena continuar el juicio, sólo con el objeto de rectificar el error en que, en mi concepto, ha incurrido la Corte de Apelaciones.
Se consultó denantes al Presidente del Senado cuál es el sentido de su planteamiento en esta Sala. Su Señoría dijo que no está pidiendo un respaldo expreso -al comenzar mis palabras señalé que nosotros se lo damos-, sino que creyó de su deber informar a la Corporación, porque, abusivamente y deformando los hechos, toda una máquina de propaganda se ha ensañado, tomando pie en aquel acto, para desprestigiarlo personalmente y restar autoridad a esta institución.
Es por eso que protestamos.
El señor GARCIA.-
También nosotros queremos manifestar nuestra opinión.
Frente a un artículo del diario de Gobierno que insulta al Senado con estas palabras: "pensamos que la sesión del martes pasado constituyó la infamia más grande de un poder público", y con estas otras: "Es una vergüenza que el Senado se reúna durante cuatro horas para hablar y opinar de un programa de televisión que ningún parlamentario vio", nos parece bien que el Presidente de la Cámara Alta entable las acciones judiciales pertinentes, porque es laudable que defienda la dignidad de ella. Lo consideramos así no sólo porque es deber de todo Presidente de una corporación y de ella misma defenderse, sino también porque hay una campaña sostenida contra el Parlamento, impulsada por motivos políticos que conocemos perfectamente.
De manera que concordamos con lo actuado por el Honorable señor Aylwin.
En cuanto a las infamias y calumnias del diario "Tribuna" de que hablaba la Honorable señora Carrera, debo recordar a la señora Senadora que estos diarios nacieron después que "Clarín" y "Puro Chile" durante meses y años saquearon la honra de todas las personas decentes de este país.
En contra del señor Jorge Alessandri se hizo una campaña cuyas expresiones ni siquiera fue posible repetir aquí. En esta Sala di lectura a 30 recortes de "Puro Chile", para cuya publicación en la versión oficial fue necesario borrar de ellos algunas palabras, por ser irreproducibles.
Al Honorable señor Bulnes Sanfuentes, sentado a mi lado, se le ha dicho lo peor que se puede decir a un Senador de la República. Incluso, se han publicado fotografías señalándolo como culpable del delito de sedición.
Esta, campaña se hacía diariamente en esos periódicos, y toda ella estaba orquestada con una propaganda de radio y televisión.
Como se han lanzado estas infamias y esta clase de calumnias en forma permanente, no quedó más que editar periódicos que hablaran un lenguaje muchísimo más fuerte. Porque no estamos dispuestos a que todos los días nos injurien, a que nos insulten y a que se busquen pretextos para predisponer a la opinión pública contra los parlamentarios de Oposición.
No olvidemos que este mismo diario "La Nación", no hace mucho, a raíz del asesinato del señor Pérez Zujovic, dijo que consideraba sospechoso que yo estuviera preparado para hablar en la sesión y que al parecer sabía que se iba a cometer el crimen.
De manera que el diario de Gobierno, que significa diez mil millones o quince mil millones de pesos de pérdida a los contribuyentes de todo Chile, no sólo se dedica a escribir infamias en contra de esta Corporación, sino también en contra de sus integrantes, suponiéndoles intenciones y haciendo creer a la gente que uno de ellos pudo estar mezclado en al complot que costó la vida al señor Pérez Zujovic, tratando de disminuir la inmensa responsabilidad de los grupos VOP y MIR, autores morales, espirituales y materiales de esos hechos.
Por estas consideraciones, cuando escuché a la señora Senadora quejarse del lenguaje del diario "Tribuna", creí estar frente a una persona que no había vivido en Chile los últimos dos años e ignoraba lo que ha pasado con esos pasquines que todos los días traen basura en sus informaciones a la opinión pública.
Se van a encontrar con que pagaremos con la misma moneda, porque no estamos dispuestos a soportar que todos los días nos injurien de esa manera.
En mi intervención, también deseo hacer un alcance al aspecto jurídico y a la resolución de la Ilustrísima Corte de Apelaciones.
La ley de Seguridad Interior del Estado es oscura; está mal redactada; fue hecha precipitadamente, con fines políticos, y no con conocimientos jurídicos claros. De manera que a veces es difícil interpretarla.
El señor TEITELBOIM.-
¿Cuándo se dictó?
El señor GARCIA.-
Debe haberse promulgado en las postrimerías del Gobierno del señor Ibáñez. Ignoro el nombre de su .autor; pero quienquiera que lo sea, puedo decirle que no es una ley bien redactada ni armónica y que muchos de sus preceptos se prestan a interpretaciones distintas.
Por ejemplo: entre otros delitos, ese cuerpo legal castiga a "los que ultrajaren públicamente la bandera, el escudo o el nombre de la patria y los que difamen, injurien o calumnien al Presidente de la República, Ministros de Estado, Senadores o Diputados..."
Sanciona, además, los delitos de desacato, trasladando a ella un delito configurado en el Código Penal, lo cual demuestra falta de armonía en sus disposiciones.
El artículo 26 de la ley de Seguridad Interior establece lo siguiente: "Si se tratare del delito de desacato a que se refieren los artículos 263 y 264 del Código Penal. . .", etcétera. ¿Y qué dice el artículo 263 del Código Penal? Lo siguiente: "El que de hecho o de palabra" -aquí caben los escritos- "injuriare gravemente al Presidente de la República, o a alguno de los cuerpos colegisladores..."
Sin duda que "La Nación" injuria a uno de los cuerpos colegisladores cuando sostiene que "la sesión del martes pasado constituyó la infamia más grande de un poder público". Al hacerlo, está cometiendo el delito de desacato configurado en el artículo 263 del Código Penal.
Pues bien, el proceso por los delitos previstos en el artículo 263, que debería tramitarse de acuerdo con la norma general del Código de Procedimiento Penal, se tramita en conformidad a la ley de Seguridad Interior del Estado, cuyo artículo 26, en el título sobre jurisdicción y procedimiento, establece que si se trata de esos delitos "... el proceso se iniciará por requerimiento o denuncia del Presidente del respectivo Tribunal" -aparentemente se refiere a los tribunales de justicia- "o del magistrado afectado, según corresponda." Sin embargo, esta disposición no deja en claro cómo debe entablarse la acción cuando el delito afecta al
Senado. De manera que hay una omisión que, a mi juicio, debe salvarse recurriendo a otras disposiciones; a las que dicen que el Senador o Diputado ofendido pueden entablar ellos mismos la acción. En otras palabras, el Presidente del Senado, que tiene el carácter de Senador, puede iniciar la acción, y a mi juicio está bien entablada; sin dejar de reconocer que, en más de una oportunidad, algunas de las disposiciones de la ley de Seguridad Interior del Estado resultan oscuras y contradictorias.
Quiero dejar a salvo la posibilidad de que, frente a. nuevas calumnias o injurias, el Presidente del Senado pueda incoar, como tal, las acciones pertinentes. Y en ese caso, los tribunales deberán reconocer que tiene personería suficiente para tramitarlas.
Dejo constancia de que yo no estoy de acuerdo con la resolución del Honorable señor Aylwin de desistirse de la acción judicial, pues Su Señoría no sabía a qué persona afectaba. Por lo demás, desconocemos quién escribió el artículo, y considero una cobardía refugiarse en una periodista en estado de gravidez para lanzar ese tipo de infamia.
Dejando aparte el problema jurídico, me parece que debería haberse llevado a cabo una investigación para saber quién inspiró la publicación en el diario de Gobierno; y, seguramente, nos habríamos encontrado con la sorpresa de que, entre los periodistas de "La Nación" -si no me equivoco, hay alrededor de 60 ó 70-, uno de ellos dirige la sección política, y es el que ha inspirado este tipo de publicaciones. A mí me interesaba no tanto el castigo como la investigación, para saber quiénes están tratando de desacreditar a los Poderes Públicos.
En muchas oportunidades hemos pedido que cese este clima de injurias y de insultos. Nosotros somos los que más hechos sufrido con él. Es difícil hallar alguno de esos' periódicos que no contenga publicaciones deshonestas, calumniosas o sucias en contra de cualquiera de los parlamentarios de Oposición.
Hemos manifestado al Gobierno que si desea paz pública y tranquilidad para lograr el desarrollo del país, lo primero que debe hacer para conseguirlas es promover en los órganos de difusión que él controla el uso de un lenguaje distinto al que en este momento estamos rectificando y combatiendo.
La señora CARRERA.-
¿Me permite una interrupción, señor Senador?
El señor GARCIA.-
No, Honorable colega. Como Su Señoría es partidaria de conceder las interrupciones al final de la intervención, en esa oportunidad se la daré, para después continuar con el uso de la palabra.
Deseo dejar perfectamente en claro que, frente a esa campaña, debemos seguir con nuestro predicamento: que los tribunales de justicia pongan pronto remedio a ese tipo de periodismo, que conduce a nuestro país a los peores males, pues lo llena de odios y enemistades. Por lo tanto, todo lo que signifique buscar un medio para evitar esa clase de actitudes, contará íntegramente con nuestra colaboración.
La señora CARRERA.-
¿Me puede conceder ahora la interrupción?
El señor GARCIA.-
Sí, señora Senadora; ahora se la concedo.
El señor NOEMI (Presidente accidental).-
Con la venia dé la Mesa, tiene la palabra la Honorable señora Carrera.
La señora CARRERA.-
En realidad, no entiendo al Honorable señor García. Tal vez no he puesto suficiente atención a sus palabras, aunque siempre dedico la mejor parte de mi cerebro para escucharlo, porque, por lo general, me ilustra bastante.
Su Señoría ha pedido que reine la paz y la calma en los espíritus. En mi opinión, eso se halla dentro de la "tónica" pública, señor Senador. Pero, al mismo tiempo, califica a ciertos diarios de deshonestos, calumniosos y sucios, y agrega, salvo que no le haya entendido bien, que como no quieren ser víctimas, han fundado, supongo que su partido, el Nacional, o su clase social...
El señor GARCIA.-
No se trata de clase social, señora Senadora. Mi partido, sí.
La señora CARRERA.-
Muy bien. Entonces, su partido ha creado un diario que les haga pelea. En consecuencia, con eso quiere decir que tal publicación también es deshonesta, calumniosa y sucia. ¡Y después de ello, pide paz en los espíritus!
Realmente, no lo entiendo bien: primero, se califica a cierta prensa con determinadas características; y luego, los mismos que así la denominan fundan otra con esos mismos atributos, para defenderse.
Repito: no comprendo muy bien la lógica del Honorable señor García.
Si siguiéramos su raciocinio, y el señor Senador de improviso calificara a determinadas personas de la Unidad Popular, supongamos, de caníbales, y dijera que en ese grupo existe una brigada de ellos, pregunto a Su Señoría: ¿empezaría usted a formar caníbales en su partido?
El señor VALENTE.-
¡Ya lo son...!
La señora CARRERA.-
El Honorable señor Valente dice que ya lo son.
El señor GARCIA.-
¡Soy comedor, pero no tanto... !
La señora CARRERA.-
En cierto modo, yo creo lo afirmado por el Honorable señor Valente.
En todo caso, me parece que las palabras del Honorable señor García no se condicen con los puntos de vista que le hemos oído exponer en otras oportunidades.
A mi juicio, no son de prócer los argumentos dados por el señor Senador en representación del Partido Nacional. Estarnos acostumbrados a escuchar desde esas bancas palabras para el mármol, pero en esta oportunidad como que no lo han sido.
El señor GARCIA.-
Recupero el uso de la palabra.
Evidentemente, mis expresiones no fueron para el mármol. Lo que he querido decir muy claramente es que cuando a una persona se la injuria, se la calumnia o se trata de ensuciarla todos los días, debe responder con energía. No se trata de que los diarios que contestan los insultos sean calumniosos o injurien. Simplemente usan un lenguaje más duro para quienes ejercen ese tipo de periodismo.
De eso se trata, y agradeceré a Su Señoría no deformar ni tergiversar mis palabras.
En resumen, hay diversas maneras de proceder ante publicaciones deshonestas: una, es no hacer nada, política usada por nosotros durante bastante tiempo; otra, denunciar a quienes injurian, querellarse criminalmente contra todos los que cometen esa clase de delitos y obtener que los tribunales de justicia actúen enérgicamente, y, además, no amnistiar ni indultar a quienes incurren en tales excesos, ya que es la única manera de evitar que proliferen y que todo el mundo se sienta en la impunidad para cometer ese tipo de hechos, que los Senadores de estas bancas condenamos con firmeza.
He terminado, señor Presidente.
"